domingo, 22 de enero de 2017

40 del 2016... ALGUNOS DISCOS IMPRESCINDIBLES DEL AÑO QUE SE FUE_PARTE/3




20_THE WEDDING PRESENT_GOING GOING...

Es una pena que con tantos discos y tan chulos, uno tenga que elegir; tampoco voy a dar razones por cosas del colorido de los gustos.
Con la banda de Leeds ves, no puedo ser equitativo. Por encima de todo a David Gedge lo tengo por un minero de primer frente musical. Siempre poco valorado por su guitarrazo fácil, y no por el universo entre rocoso, sixtie y popero que se ha fraguado a lo largo de sus más de 30 años de carrera. No solo por insistencia y tenacidad, sino por su capacidad por regenerarse. Y a pesar de que mucha gente crea que Wedding Present era una banda de cuatro acordes y agotada en propuesta, ser capaz de reinventarse constantemente tres décadas más tarde. Como?

No es necesario cambiar de estilo a la vez que de formación. Ni querer detener el tiempo en un pulso en vano con tu pasado. A veces basta con releer el pasado e interpretar el presente, vivir el hoy como una próxima oportunidad para enseñar algo.
Después de reinventar sus discos pasados. Mutar a Cinerama y hacer que al final sean un ente mismo con dos caras pero con el mismo ADN; como Dr Jenkill y Mr Hyde. Su vuelta a la densidad y complejidad de Take Fountain/2005 o El Rey/2008, viene de la mano de Going Going... ocho años más tarde.

Entre sus pistas y surcos quizás podamos encontrar uno de sus proyectos más arriesgados y de más calidad en tiempo. Un disco a escuchar como una extensa ópera Pop. Sin haber renunciado a esas canciones yuxtapuestas donde lo más nervioso y apacible conviven en plena armonía.
Tanto da si por impaciencia saltamos directamente al piscolabis típicamente Wedding, que de sopetón aparece detrás de los setos en el corte seis con “Two Bridges”, “Secretary” o “Birdnest”. O retozamos en sus medios tiempos de contrastes “Little Silver”, “Santa Monica” y “Rachel”; ya lo aviso, son benditas genialidades.
Aunque lo aconsejable sea tomarse Going Going... como un viaje largo sin premuras. Donde prácticamente se recorren con muy buen gusto y tino para las melodías, cada una de las distintas caras que ha dado la banda de David en su accidentada historia.

La esencia de este disco no es que haga un amago a la nostalgia, recupere parte de su pop dulce del pasado, o continúe buscando y explorando aspectos difícilmente inéditos en su carrera musical. Que va, la gracia y auténtica bendición de este disco, es que contiene 20 temas eternos. De esos que sabes que definirán a la larga el valor primitivo de este explorador romántico indeleble. Y tan particular a la hora de expresar su binomio amor/desamor.
Han pasado 30 años, y todavía no tenemos ni repajolera idea de todos los universos ocultos que esconde The Wedding Present. De lo que se puede hacer con guitarra/bajo/batería sin ser virtuoso de los punteos, encajes y fenefas instrumentales. Que no es necesario inventarse otra etiqueta para redefinir la música y sobretodo, que la melodía lo es todo. Definitivamente




19_RYLEY WALKER_GOLDEN SINGS THAT HAVE BEEN SUNG


De este disco tiene una importancia primordial el directo que nos brindó casi a hurtadillas el pasado Otoño. Cómo nos enseñó su cara más psicodélica y alegóricamente rockera y lo mucho que lo gozamos así, a lo tonto. No niego que me hubiese gustado sentir su repertorio tal y como suena en los discos: homenajeando con mucho respeto a tito Neil, a Van y a Nick Drake.
Que es verdad que este último trabajo es más esquivo y sin tanta obviedad Jazzística; pide más dejarse llevar en volandas. No pedir, exigir, ni hacerse vagas ideas, sino flotar con los brumosos bailes de guitarras, contrabajos, percusiones y órganos.

Todo junto lo hace funcionar este veiteañero con tanto sentido, que acojona. No se da importancia y disfruta. Sus canciones salen de la chistera en una sinergia casi mágica entre artista y banda, y amigos... esto tal y como funciona hoy en día la escena musical, es un pequeño milagro.
Podía hablarles de sus canciones una a una. Intentar catalogarlas y mascarlas y regurgitar después. Pero lo cierto es que Ryley Walker lo único que pide es dejarse llevar. Abrir ventanas y que entre el aire fresco, liberador, sin normas ni manuales. Tanto si has escuchado sus dos anteriores trabajos, como si con temor, te pones manos a la obra con su temario.
Funny Thing She Said” sería una buena piedra de toque, y allí sonó de pelos de punta.




18_SCOTT & CHARLENE'S WEDDINGS_MID THIRTIES SINGLE SCENE

Hay momentos clave en el rumbo que debemos, nos lleva, o toma tal o cual cosa. A veces depende de pequeños detalles, todo es arbitrario y caprichoso. Pero en mi caso hay algo que jamás falla: Volante, carretera y kilómetros por delante. Allí, y en el valeidoso azar de la ruta -pura introspección- es donde han surgido mis idilios musicales más venerables. Me gusta viajar y escuchar música, todo va unido. Ser el que manejo los tiempos y las sin prisas por llegar, o la captura de la instantánea mental de los curiosos pasajes que como apariciones marianas, de repente, aparecen.
En serio, creo en la casualidad de las cosas y las bombillas que se te encienden empujadas por quien sabe qué. Johnny Woodyjaggeriano nos lanzó la arengada, y aquí el menda que este 2016 no estaba por las labores, ni caso. Que conste que no es ni por desconfianza ni desacato, él bien lo sabe. Y tuvo que sonar bien entrados en tierras Sevillanas con el sol tiñendo de ocres violáceos, “End of The Story”, como una premonición.
La grabé y lo admito, ni me acordaba qué era porque las apilé a voleo, con las prisas de la partida: Parkay Cuarts, alguna toma rebuscada de alguna banda seminal de las Peel Sessions, bandas perdidas en algún sample de rock raro de cojones que conservo??...

Se necesita perder la fe en la música actual para abrazarse sin renuncia a “Mid Thirties Single Scene”. Renunciar a todo y volverse como quien se quita un guante de látex y se lame los dedos. Salir a la calle con los calzoncillos en la cabeza y unas medias de rejilla. Olvidarse un poco de todo, y arrullarse con él como quien recupera un poco el desaliño, la idea primaria de hacerse punki con 12 años, o el fumarse aquel Royal Crown a escondidas de tus vecinas las cotillas. No pensar si quiera si fue la Velvet Underground quien inventó ese mismo lenguaje de la calle o el: - Hazlo y no pienses!!
El New Wave Americano de finales de los 70 o el léete la música y ahora, cámbiale las normas. “Maureen” sacude como un látigo en las nalgas y parece invocar a los Stooges. Se revuelca con el Blues sucio y se lo lleva de putas subiendo el volumen de “Scrambled Eggs”. Mid Thirties Single Scenes nos lleva de viaje por aspectos muy primarios de la música, la mayoría esenciales. De cuando la dulzura, los neones y lo bonito, se topó con la realidad de las calles y los suburbios. Con otra manera de hacer que la melodía y la nostalgia se mostrase distinta y no tan predecible como la de los 60.
Desde entonces es tan fácil llorar con “Forever and a Day”, como con My Way o In Dreams. Otra manera de construir la belleza y el desastre desde la realidad de las imperfecciones. Y un disco para entendernos, que emana energía y desgarbe vacilón por los cuatro costados. Basta con correr a lomos del trote cochinero ronckanrolero de “Distracted” y revolcarse en el cenagal de guitarras con “Delivered”. Y si no, mutar desde la socarronería a lo Pavement siendo la que suena “Hardest Years” y acabar bendecido por Verlaine en “Don't Brother Me”.
Muchas las bandas las que te vienen a la cabeza, pero al final es la imagen de una época y no la forma de hacer. El principio de todo, cuando no eran estilos los que definían, sino ideas urbanas.




 17_HISS GOLDEN MESENGER_HEART LIKE A LEVEE

Aquí es fácil pasar de la locura a la placidez en un chasquido de dedos. Nos gusta -me gustan- los contrastes. Yo jamás entendería la música ni cualquier placer del que disfruto y me inflijo, sin la ida y venida a los extremos. De echo creo que no hay nada lo suficientemente cauto y responsable, sin dejar de acercarnos al borde con la punta de los pies. Tocar y sentir por el mero morbo del miedo y el placer de perderlo.
Heart Like a Leave es bien eso, un disco de texturas, sensaciones y canciones que casi se pueden acariciar con las manos. Entran como la seda o el forro interior de los chaquetones; cálido y sensual. Es cierto que es inevitable pensar en Bob Dylan cuando el timbre de M.C Taylor te arropa. Pero sería un recurso fácil el pensar que todo se limita a reminiscencias, evocaciones y la impronta que transmiten sus canciones, sin caer en el tanto de la belleza de las mismas.
Es cierto que la aureola de Dylan maneja desde arriba unos dejes, que con el paso del tiempo se antojan irrenunciables: “Cracked Windshield” , “Heart Like A Levee” o “Happy Day (Sister My Sister) son una buena muestra en tono y cadencia.
Pero me gustaría destacar por encima de eso; no como un inconveniente. Que este último trabajo del alter ego del Californiano resalta de manera sobresaliente toda su estructura, bastante más compleja que el simple etiquetaje Folk o Rythm&blues. Hay instantes en los que incluso nos podría sugerir a Elbow en “Ace of Cups Hung Low Band”. Los vientos, o incluso los metales de algún ramalazo estimulante Funk si nos ceñimos a “Like a Mirror Loves a Hammer”.
Pero que al final lo verdaderamente meritorio. Es que M.C Taylor acaba llevándoselo todo, y de forma magistral ,a un terreno muy suyo. Donde ya se ha creado un pequeño universo tan personal como enriquecedor.
Cada disco es ya una prueba de talento, sensibilidad y maestría a la hora de conciliar texturas muy distintas sin resentirse. Los arreglos son exquisitos. La armonía cuando entran en escena “As the Crow Files” o “Tell Her I'm just Dancing”, rompiendo la hegemonía de esos San Benitos que siempre queremos colocar. Y al final lo esencial: Un disco medicinal que se escucha y saborea como un mismo estado de confortabilidad apabullante.




16_BEN WATT_FEVER DREAM

Se los dejaron olvidados en clase. Tocó la bocina a punto de anunciar bombardeo y refugio. Y nadie pasó lista en fin de año para caer en la cuenta de que dos de los geniecillos del panorama británico, se habían quedado encerrados en el laboratorio de la Srta. Trudy.
El 8 de Abril del pasado año. Ben Watt, o lo que fuese la media naranja y menos mediática de Everything But the Girl. Regresaba a lo grande, con un álbum -por fin- con todos los ingredientes necesarios para confirmar lo que todos sabíamos:
Que ha sido uno de los músicos y autores con más sensibilidad para crear, y sin embargo, menos valorados de la escena pseudoalternativa del Reino Unido.
Solo dos discos publicados en solitario durante 33 años, y con éste su tercero, toda una trilogía de orfebrería compositiva.

Lo hizo con North Marine Drive: Toda una declaración de intenciones mano a mano con Robert Wyatt, donde elaboró uno de los trabajos más balsámicos y floreado de Pop Bossanova.
Y ahora con FEVER DREAM: Un disco monumental, tan bien cocinado y secundado (Bernard Buttler/Suede). Que me parece prácticamente un insulto no haberlo apenas mencionado en esta añada. En la que no solo ha facturado un puñado de canciones terriblemente buenas. Sino que además, sus formas de hacerlo se escapan de toda moda con tal finura, que sonroja.
Esa misma razón por la que North Marine Drive sigue siendo atemporal.

Ese tipo de argumentos que sacude con tan buenas maneras tanta tontería que tenemos encima de tendencias, indie, moderneo y nosecuantas pajas estilísticas... Que te ponen de pies en el suelo, elegantemente, con estilo, hasta con delicadeza.
Fue Bernard Butler, ese otro que se bajó del tren en plena vorágine Britpopera cuando Suede estaba en lo más alto.
Dos tipos capaces y con tanta mano para crear sin maniatarse ni perder los principios, hagan lo que hagan. Siempre siguiendo su camino sin perder las formas, y a su rollo.

Su actuación casi desapercibida del pasado Primavera Sound fue una de las más grandes: Se plantaron sobre el escenario a las malas horas, y rodeados de unos músicos de altura sin alarde alguno. Y desmontaron de cualquier exceso los metros a la redonda, donde cayeron una a una sus canciones.
Básicamente, porque hay un estado musical donde se van a la mierda los trucos de mago barato y prima la templanza, la serenidad y la verdad.

Las diez canciones de Ben Watt tiene mucho de eso; de verdad. Tienen ese espíritu emanador que pocos desprenden. El complemento electrificado de Bernard Butlter, que dicho sea de paso, siempre me ha parecido de quilates. Tanto, que sinceramente el último y tan aclamado disco de War on Drugs me parece una broma al lado de este.
Con todos mis respetos y guardando las distancias. Ben Watt & Co. Es otra cosa. Quizás difícil de explicar porque hay que meterse muy adentro, pero con bastante más alma y recovecos de esos oscuros y por escudriñar.
Gradually” es excelsa desde los vuelos que cogen sus guitarras, hasta el sentimiento. El groove de “Fever Dream”, “Running Withe Front Runners” o “Faces of my Friends”, que además recupera su faceta cantada en EBG que desgraciadamente tan poco se prodigó, y que para mi fue de sus mejores bazas. Y esa potencia redonda que le acaban dando las guitarras de B. Buttler tan Americana y hasta ahora desconocida: “Women's Company” o “Never Goes Away” son un ejemplo. Pero en general es un disco que desprende mucha raíz y buena esencia. Laborioso de acomodar, pero toda una gozada en cuanto coges el paso.




15_WILD NOTHING_LIFE OF PAUSE

Este disco me llegó en momentos bajos. Me costó capturar la belleza y tono que prácticamente rellena cada esquina de sus canciones. Ya sabéis, ese Pop de encaje que a mi personalmente me remite una barbaridad a la primera época de Aztec Camera, de los Commotions, o incluso algunas veces a Prefab Sprout. Y que buscó las suavidades más de Roxy Music o el New Romantic ochentero.
No hay muchas bandas actuales que se hayan atrevido a hurgar con cierto gusto y elegancia, sin llegar a parecer pura ñoñería o una baratija sin sustancia. Sin embargo Wild Nothing, pese a publicar un disco que gira constantemente por ese universo tan peligroso, frágil e inexacto. Lo ha hecho con tan buen gusto y variedad de matices, que aun costando pillar el clímax, engancha a cada escucha. Tanto que hay que admitir, que no siendo un adicto constantes a estos sonidos, el chaval lo borda.

Cuesta no parecer hoy en día una copia más falsa que las New Balance esas que tan de moda se han puesto. Conseguir que las canciones fluyan con luz propia sin acabar siendo un hit con caducidad es difícil a día de hoy; y además todos sabemos que no cotizan en bolsa. Se ha dejado su tema más adictivo “Japanese Girl” para su cuarto corte, cuando todos sabemos que si no se ponen los dos temazos de entrada, la muchachada le da menos vida que a un anuncio.
Un disco que arranca con cierta inexactitud, vaporoso y flotando en un estado ingrávido. “Reichpop” se deja llevar por el Dreampop pero casi siempre queriendo algo más minimalista y emocional. No es una simple querencia por los ambientes de Cocteau Twins, porque su música avanza hacia atmósferas más inquietas: Funkpop, jingles, experimentaciones varias y fusiones que van aquí y allá alejándose de su pasado con mucha madurez e intención.
Es una de las virtudes de este Life of Pause: la intencionalidad por crear un núcleo palpitante que maneja los hilos con destreza. Jack Tatum en ese aspecto, creo, que se ha escapado con inteligencia del abuso pretencioso de algunas bandas naif de hoy, fallidas. Desde luego no es un trabajo hecho a la ligera; por mucho que se quiera meter en el mismo saco sucedáneo del Pop más general de hoy. Tiene esa apariencia inofensiva y blanda que a menuda se desecha como algo insípido y poco original. Pero Life Of Pause esconde tras varias escuchas, un catálogo impresionante de gemas trufadas exquisitas:“Alien” me parece bárbara, un clásico, la firma de unos de los discos de Pop más elegantes del pasado año. “Adore” no hace más que ratificarlo y con atención, podría pasar por un tema inigualable en manos de otro lumbreras. Pero él ha preferido hacerlo con más empeño. Simplemente porque no es cuestión de estilos, apariencias o graduados de cara a la galería, cuando lo que se hace, se a de hacer bien.
Al nivel del Poison Season de Destroyer se marca un “Whenever I” soberbio. Y es capaz de coquetear con experimentos New Wave, oscuros deseos, ambiet y minimal experimental bañado de claro Pop; porque al final es eso: pop. Pero que colorido de pop ambidiestro señores. “To Know You” pasa de la ternura de “Lady Blue” a deseos más oscuros y retorcidos. Todo un juegueteo de estilos envasado con clarividencia en un frasco de Pop multicolor magnífico.





14_NADA SURF_YOU KNOW WHO YOU ARE


Le hemos echado tantos piropos al regreso triunfal de Nada Surf, que su apabullador Pop instantáneo nos ha amilanado. En parte es normal, aunque mi corazón de Popero tierno y azucarado no lo comparta. Les hemos achacado toda la vida su efectivismo de fogueo, cuando se buscaban álbumes redondos y nunca acabó de pasar. Pero ahora, donde su You Know Who You Are contiene diez bocados de Pop perfecto, no hay excusa que valga.
Que alguien me diga que queda más serio abrazarse a propuestas más complejas, a trabajos con más raíz o a mitos consagrados a la hora de valorar discos, pues no digo que no. Pero a ellos los tengo aquí arriba precisamente por eso. Porque creo tanto aquello que me lleva hacia simas profundas llenas de riscos, como lo que me sube al cielo. Me vale tanto Ramones como Miles Davis señores.

A este disco le debo algunas de las escuchas más emotivas, optimistas y felices de mi 2016, con mucho orgullo. “Rushing”, “Friend Hospital” o “Cold to See Clear” son tres flechazos igual que ese amor de impacto súbito. Pero es que las tres primeras canciones son tan buenas e inmediatas, que el resto le parecen menos por el simple hecho del subidón. Cuando lo que pasa, es el efecto perplejidad por puro abuso de placer, zalamerías y buen rollo absoluto,
¿Me estaré volviendo tonto? Piensa uno. Pero no, “Animal” vuelve a retumbar por si se te había olvidado. Al estilo Jayhawks, sí muchachos, la felicidad es posible, y a mano.




13_CASS MCCOMBS_MANGY LOVE

Maldito número maldito, allí donde se ha posado este invértebre hacedor de bluses elásticos y pétreos. Corta como una navaja mellada “Rancid Girl”, el arranque barbitúrico de “Bum Bum Bum”. Un latido asincopado de un autor que nunca deja de sorprendernos tanto si nos enseña los dientes cuando se ahoga en el fondo de una copa de Bourbon, como si nos da un dulce beso tras el lóbulo. Susurra la calidez de poros abiertos como anémonas mientras “Laughter is The Best Medicine” nos inunda con aliento Soul al oído.
Mangy Love se explaya en escenas de playa desde ventanales amplios. De miradas en el pleamar y neblinas que se elevan desde la marisma, igual que si estuviéramos en la playa de bolonia tumbados bajo un chamizo. “Opposite House” podría ser eso, o el silencio noctámbulo de una ciudad bulliciosa en standby. Un disco que contrasta con la road movie de su anterior entrega, y demuestra otra vez la camaleónica y fantasmagórica mano que tiene para convertirse en amante y demonio.
Jamás lo podrás definir con exactitud, pero Cass McCombs tiene tantas formas de aparecerse como posibilidades y personalidad tiene su estilo compositivo. Este es de esos discos cautivadores, igual que lo hiciera con sus dos caras en Wit's End y Humor Risk. Esa cara zalamera y atractiva que tiene su música, la de un tipo que ha hecho de su estilo, un sello inconfundible. No es devoción (o sí), pero nunca defrauda, o por lo menos a los que amamos la música como a un paisaje cambiante, siempre nos transporta a algún lugar excitante y familiar a la vez.

Mangy Love coge forma según se escucha. Cuando ya llevas bien avanzado el álbum, los pies ya se te han adherido como la melaza al suelo. “”Low Flyin Bird” emula ese vuelo saltando de cuerda en cuerda de una arpa. Conduces al volante con la destellante noche reflejándose en tu parabrisas al sonar “Cry” de soul vagabundo, y te encuentras a Curtis Mayfield haciendo autoestop. Se deja caer en Reggea veloz y sabroso; canta “Run Sister Run”. Y se queda tal que está, tomando de nuevo el hilo de la conversación con “I a Chinese Alley” hasta “I'm a Shoe” volviendo a sus profundidades cósmicas entre la psicodelia, blues y alt country desmigajado.
Cass McCombs deambula por muchos sitios sin ser ciudadano de ninguno, no pretende serlo. Pero suele ser de esos que nunca parecen ir a ningún sitio concreto, y te los encuentras en cada esquina, en cada paisaje, sentados en una barra o descuartizando en un matadero.





12_DR DOG_ABANDONED MANSION

Creo que hay un consenso general sobre el disco nuevo de los de Pensilvania. O por lo menos de acuerdo estamos en la putada que supone meterse entre pecho y espalda una novedad, cuando el año está agonizando y nosotros todavía pasando apuntes.
Mi vara de medir está en lo largo y ancho de un año. Aún y así, me cuesta una barbaridad ponerle lógica a los sentimientos cuando es el impulso más primitivo el que te guía por la música: Calidad, riesgo, hacer lo que no toca, hacerlo de esta o de otra manera, despertarte esa Tenia adormecida que hiberna dentro de ti desde tu veintena... Vamos esa cosa que se enciende de repente dentro de ti, movido por una energía desconocida: (El Mojo, el relumbre... todavía le buscamos nombre).

Pero sintetizando la cosa es sencilla: Abandoned Mansion es de esos discos que sabes que te va acabar gustando. A veces creo que con la edad me ha dado de una forma enfermiza por cadencias melancólicas; igual que cuando te da por las comedias románticas y sabes que estás jodidamente necesitado de amor. Será por eso, o simplemente porque las cosas vienen así y uno ni tan siquiera se pregunta porqué. Al final, las abrazas, las esquivas, las masticas o simplemente las manejas según te pille el cuerpo.
Este año por ejemplo, hago un repaso por encima de mis 40 discos preferidos. Y no se si por las circunstancias, por gusto o por que sí. Hay muchos discos que me huelen a viejo deslomado, melancólico y... ¿donde narices está mi viagra? Guitarrazos, vísceras y tensión!!
No le doy más vueltas. Abandoned Mansion es tan rematadamente distinto -hasta extremo- con Be The Void; aquel primer disco que me revoloteo el corazón hace cuatro años. Que acabas dudando del destino, o si es un plan urdido por alguna secta para amar a Bob Dylan.
Que no es que tanga nada en contra de él ni de nada en concreto. Solo que huyo de efectos Palmar de Troya y cualquier cosa que se asemeje a la mitomanía, o a adorar sin tan siquiera contemplar el error. Que no, que me niego!!

Sin embargo este último trabajo de los secuaces de Toby Leaman y Scott McMicken, está tan asquerosamente bien cocinado que uno no puede más que dejarse llevar.
Empieza lento como las mordeduras de la culebra: “ Casual Freefall” es como un canto al vacío, no creas que te agarra de golpe. Después van llegando, la cadencia se va adueñando de ti y para cuando quieres acordar, “Ladada” es tan tontorrona como bajar cuesta abajo después de una comilona (con su digestión, sus alcoholes y su posterior bajada de tensión). Esa flojera que se hace dueña de tus extremidades y como que ya no puedes; te dejas. “Jim Song” y “Survive” ya son tremendas, la araña ya te tiene inmovilizado y solo queda esperar a que te devore sin más opción que el hacer de espectador de tu propia muerte.

Estas dos canciones son clave para acabar rendido al disco. Si empiezas por orden y cuando llegas el corazón ya está ablandado como una magdalena recién hecha; mejor. Pero si no, da igual, el resto del disco te pasa por encima como una apisonadora.
Baja un pelín de nivel, pero sigue siendo brutal. Ese barroquismo de la hora del Té tan marciano y glam con sus violines y su cosa: “I Saw Her for the First Time” y “Peace of Mind” tienen salsa para rebañar y chuparte los dedos. A mi me lo van a negar seguro, pero pese a que hay muchas fases en las que la armónica y el caminar de las canciones recuerda a Dylan. Hay muchas otras cosas. Momentos inundados del paisaje sonoro de Patrick Watson cuando le da por el folk, de Flaming Lips, Mercury Rev, y un montón de otras cosas. Sonidos clásicos. Ilustradores de estados de ánimo y de sensaciones placenteras, porque Abandoned Mansion es ante todo, un disco que se hace deliciosamente placentero en su escucha. Se filtra la luz cuando suena “Could've Happened to Me” cuando parece que afloja. Y atardece con “I Know” transformando Folk, melodía, psicodelia campestre y soleado californiano en algo que cuesta definir, pero que en definitiva entra como algo que llevas necesitando desde largo largo tiempo.




11_HALLELUJAH THE HILLS_A BAND IS SOMETHING TO FIGURE OUT

Si el disco de Dr Dog es la paz y la gloria después de la alegría de B VOID. Lo más reciente del combo de Boston liderado por Ryan Walsh es como no podía ser de otra forma: pura furia e inconformismo.
En serio, admito que por esta banda y su extraña manera de idear himnos a berrear, estoy teniendo últimamente una querencia dudosa; espero que no sea forofismo por dios. Pero por más que me gustara “No Wants Know What Happens Next/2012”, no hago más que encontrar motivos para que cada vez me gusten más. Y eso que su anterior “Have You Ever Done Something Evil?” era bastante prescindible si lo comparamos con éste. Con lo cual me vengo haciendo esa incómoda pregunta: seré lo suficientemente justo?

Creo que la música no solo debe dar placer por vía auditiva o sensorial; al fin y al cabo la música ha de llegar así. Solo que además espero, que me despierten esa vigorizante idea de que se puede cantar, celebrar y proclamar; no solo poesía sino energía.
Las letras de Hallelujah The Hills hablan de cosas reales, duras e incómodas de cantar. Pero lo hacen de una forma increíblemente pasional sin dejar de crecer musicalmente.
Diría que han sacado su mejor trabajo hasta la fecha y que lo ha hecho escogiendo una opción poco práctica. Solo por eso y por el reto que supone enfrentarse a sus nuevos trabajos, sin echar mano de los prejuicios, me encanta. Me encanta que me lleven al terreno incómodo, accidentado y llenos de peligros. Y aunque Arcade Fire me acabasen por hacer aborrecer esa manía de cantar todo en modo coro. Tras tres discos confeccionando las canciones como manifestaciones multitudinarias y bulliciosas, creo decididamente que su música y lo que dicen, no se puede ejecutar de otra forma.

Play it As It Loops” y “Hassle Magnet”, son a golpe de mayo pura forja y templado: Duros con bordes poco acabados, ásperos y tallantes a puro porrazo; sin filo.
Dos temas estallando casi al final como dos relámpagos, cuando la tormenta se va formando desde el inicio con “What Do The People Want”. No hay que ser muy ducho en el inglés para darse un garbeo por su portal, y repasar cada uno de los textos que detalladamente ilustran su cancionero. Hallelujah The Hills no se muerden la lengua, eso es un hecho. A Ryan Walsh se le ha metido en la cabeza implicar a toda la banda es sus proclamas y así es:
I dreamt of a new kind of town
our mayor in her wedding gown
we call out the M's in the dictionary
but they're not gonna save us now
What do the people want?
The people don't know what they want
Al final no es cuestión de política como lo hacía Billy Bragg, Desgraciadamente el drama esta a pie de calle, y que una banda americana lo cante a los cuatro vientos es toda una valentía. Que lo hagan sin abandonar su sonido y la idea original, mucho más. Y lo más importante: Cuando “The Mountain That Wanted More”, “We Have The Perimetrer Surrounded” o “The Dangers Are Doubled” se te clavan como estacas, me emociona sinceramente. Y no puedo evitar mirar de reojo al pasado y acordarme de bandas como REM o McCarthy; bandas militantes que se la juegan al todo o nada con poesía.

2 comentarios:

  1. Gracias por la mención en Scott & Charlene's Wedding, un disco que lo considero una maravilla. Me gusta lo que dices del de Nada Surf, la felicidad es posible. Abrazos.

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    1. Para nada Johnny, es lo justo. Los conocimientos y gustos desfronterizados nos los debemos los unos a los otros. La pena es que vamos a tener que pedir una próroga larga después de nuestro entierro para hacer los deberes jejeje

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