viernes, 6 de enero de 2017

40 DEL 2016... OTROS DIEZ DISCOS QUE SON REGALOS





30_THE CORAL_DISTANCE INBETWEEN


A veces no alcanzo a entender los fenómenos musicales o corrijo, los cambiantes hábitos de la demanda musical. Supongo que mi edad me impide seguir el paso de estos caprichosos giros de las modas; por buscar una razón más tópica que cierta.
Seguramente que necesitamos una constante novedad o primicia para no caer en el olvido. Y The Coral, esta banda del norte del Reino Unido, tras sus primeros y más prometedores álbumes con el mítico Ian Brudie al frente parece haber caído en ese limbo impreciso. La marcha de Bill-Ryder Jones, el no pertenecer a una corriente exacta, o los largos periodos sin publicar serían otro pretexto. Pero prefiero pensar que es solo cuestión de estar o no estar en el candelero, o simplemente el mismo hecho por el que un montón de bandas caen el olvido pese a publicar buenos o notables discos.

Distance Inbetween, quizás por ser un disco que rinde tributo al parafraseo más clásico del Poprock Británico, me cautivó desde la primera escucha. No inventa nada, cierto, pero se limita a recrearse con gusto en aspectos que ya no se llevan y de los que me confieso adepto, salvo si las hace un lumbreras con la flor en el culo. No es el caso de ellos, que poniéndose en una tesitura melodramática y de espirtualidad épica, les hubiese quedado mejor irse a lo socorrido del moderneo.
Su octavo disco de estudio tira por el mismo misticismo que sus coetáneos los Bunnymen exprimieron a finales de los 80. Y no solo porque recuerden a ellos y a sus querencias Jimorrisianas. Sino que pese a ser crucificados en su día, los años han demostrado que son temarios dignísimos.
Reptante e inquietante, Distance and Between transita por atmósferas tensas y oscuras. La psicodelia barnizada marca de la casa persiste, pero canciones como “Chasing the Tail of a Dream” o “Fear Machine” cortan como filos astillados. Además, es uno de esos discos con entidad de principio a fin que tanto escasean a día de hoy. Doce cortes que siguen una línea argumental coherente, que se refuerzan los unos con los otros y que dotan de mucha fuerza el conjunto de un disco radicalmente distinto a anteriores. Fácil sería afirmar que se limitan a machacar estilos caducos, pero me quedo con el resultado en conjunto: un disco redondo y valiente.
Miss Fortune”, “It's You”, “White Bird” o la que da título al Lp “Distance in Between” son tres temas de altura que ilustran perfectamente una época perdida entre tendencia de ida y vuelta. Quizás esa música que no acabó de entrar en el juego de las modas. O que ahora, hay facetas tan puramente británicas que levantan el prurito al respetable. En cualquier caso, yo no reniego de esas épocas que algunos se empeñan en caducar. Más si cabe, cuando de lo que se trata es de medir la calidad de las canciones por encima de prejuicios.



29_WOODS_CITY SUN EATER IN THE RIVER OF THE LIGHT

Con la banda de Brooklyn liderada por el poliédrico Jeremy Earl tengo un problema congénito: Necesito el mismo tiempo, que en mi veintena precisaba para hacerlo mio. Épocas en los que el cambio de año no era inconveniente para que un disco triunfase (vease Nevermind o Pablo's Honey). La música no es que no entendiese de añadas, es que estaba hecha para madurar en botella igual que un Barolo de Gaja. La velocidad era tan relativa, que los años parecían décadas y las noches bolsas de vacío que taquigrafiaban las conversaciones. Hasta ese roce furtivo tumbado en la playa de noche mientras los escuchabas, conservaba el rubor.

Con su anterior disco al que le debo una adoración casi absoluta y turbadora, he necesitado casi dos años. Esa sensación de que pasado el año y la obligación de disfrutarlo a la misma velocidad que los mortales, todo se saborea con la poca urgencia de un sexagenario. Creanme que tuve hasta cierto remordimiento de conciencia por no incluirlo en aquel Top, y con este no piensen que no iba por el mismo camino.

Woods seguramente sean de las pocas bandas que en cada disco abren otra vía, sin por ello tener que renunciar a su pasado. Capaces de reforzar su universo, y a la vez crear otro tan distinto y colorido como el de un tapiz que va pasando de abuelo a padres, y de estos a los hijos. Los discos no es que sean complejos pero necesitan atención; ese bien ahora tan despreciado.
Imperturbables en una de esas filosofías artísticas fuera de toda moda, y sin compromiso por justificar acuse de recibo alguno. Vuelven a recrearse en las composiciones como quien hace un cesto de mimbre, vientos y muelles en desuso.
No solo eso, además de uno a otro hay una conexión intangible, pero tan palpable... Los ritmos tropicales de este mismo, se funden con la misma psicodelia que el anterior; es cierto. Pero digamos hay otro giro de tuerca sutil y taan natural, que engrana automáticamente. Son los vientos que ululan al tiempo que el falsete ya tan reconocible de Jeremy cabalga a pelo y cogido a las crines del equipo. Golpea “Sun City Creeps”, y lo que creemos es una oda al Rastaman Revolution del 76 es un reverso que gira y se enreda con la misma frescura con la que ellos se entienden. Esa misma que nos mima a ratos con “Creature Confort” o “Hollow Home”; así que lo normal conforme avanza la criatura es dejarse llevar.
Pasar del Reggea satinado al folk o a la psicodelia, si al quiebro de cadera se le quiere denominar así, es tan fácil para ellos como una filigrana del Gaucho Ronaldinho. Ya dejamos de intentar ahondar en estilos, parecidos musicales o cagaderos con asideros. Lo de ellos es hacerlo en medio del campo, de espaldas y cuesta abajo. Y ya sabemos lo que nos gusta el tacto de las piedras y la yerba en nuestro trasero; nunca es el mismo.



28_JEFF PARKER_THE NEW BREED

Enredarse y volverse a enredar en la madeja. El sonido de la calle, y tú pelando una naranja a mordiscos. Saltan a tu cara con gusto el jugo de los oleosos limonenos; pero da igual. Esa parecida sensación al devorar sin miedo ni condiciones, el nuevo y por fin en solitario artefacto del Tortoise Jeff Parker; su guitarrista más hipercreativo.
Una obra que expele fragancias, humo y alcaloides por los cuatro costados. Jazz el suyo como el de Björn Svensson Trío: maleable y alucinógeno, fundente con la urbe de Chicago, asfixiante a veces; pero siempre generador de químicas excitantes. Eran posiblemente las mismas sensaciones que nos abrieron como heridas, sus amigos Tortoise aquel Agosto del 98 en la carpa de Benicassin.
Corría TNT y todo era abrir la mente, estómago y oídos. Dieciocho años después, esas lecciones nos han servido a muchos para abrazar un Jazz experimental según se quiera, y visualizar su música igual que flashes. Expresiva, ritual y en ocasiones lunática. La música de este excepcional y orfebre guitarrista, ha creado un pequeño universo donde lo extraño e inconexo se convierte en paisaje sonoros. Jazz de bisturí hecho con alma y conciencia contemporánea que no deja de ser un clásico pese a saber como nadie reconvertirlo en una untura fresca y sedosa.
Pasos negros de Semana Santa como “Visions”, o ritualistas de lo cotidiano en “Here comes Ezra” o “Get Dressed”. Viajes a lo hondo de los patios traseros e historias mudas de la ciudad cuando golpea en puro swim “Executive Life” o “Jrifted” en el reverso de la moneda. Y un cálido y marítimo cierre a pie de playa cuando se pliega en un reverencial cierre “Cliche”; con Ruby Parker, su hija, a las voces. Un disco para soñar e imaginar despierto cualquier caníbal ciudad.



27_JONATHAN RICHMAN_ISHKODE ISHKODE!!


Hay dos tipos de artistas: Los que comprenden la música como un conjunto inquebrantable, con su guión y cada uno de los elementos clásicos pensando que no hay manera eficiente de transmitir al gran público una idea.
Otros sin embargo, nacieron y crecieron creyendo en si mismos y lo que les rodea como única vía para autonocerse y así expresarse. Estos últimos -y hay unos cuantos- hacen del poco mucho. Tienen, seguramente, ese don innato para buscarnos el botón secreto (como los menús escondidos de los aparatos electrónicos), por el cual se activa una sensual y erótica glándula donde el ritmo, lo plástico y asincopado aparecen de la nada: Un traqueteo, el gallo que cacarea, el sonido de fondo de las cintas, y hasta el crepitar de las paredes en plena, silenciosa y oscura noche. Están ellos mismos con su naturaleza y su entorno en perfecta sincronía.
Solo así se entiende a un Jonathan Richman con la genialidad, ingenio e inspiración intacta tras seis años de silencio, y casi medio siglo de carrera. Y saborear su nuevo disco como quien se come un multicolor helado colajet.

Un viaje continental por las mil tierras del planeta en forma de canción. Su forma de escribirlas, representarlas y cantarlas con un todo en uno, y cuatro instrumentos. Y tener la sensación de que no solo te las cante a TÍ, sino CONTIGO. Supongo que todos no estamos dispuestos a poner tanto de nuestra parte como para formar parte viva de sus canciones, pero las suyas se/las sienten así. Si para entenderlas necesitas la bullofa de nata de bote para darle sentido al flan casero, olvídalo, tienes a Arcade Fire y LCD Soundsystem para esos menesteres.
Te diría “A Nnammurata mia” , “Wait! Wait!”, “Let Me do this Right” o “Outside O'Duffy's” pero va a ser que no. A Jonathan se le abraza con la misma desnudez o valentía con la que compone o nada.



26_THE WYTCHES_ALL YOUR HAPPY LIFE

Diría siendo benevolente, que hay un buen puñado de bandas de guitarras dispuestas a ocupar el vacío dejado por Jesus & Mary Chain, Pixies o Black Rebel Motorcycle Club; por citar algún nombre. Pero lo cierto es que os engañaría como a perracos; no las hay!! Ep!! y si las hay están en un submundo tan profundo que hay que dejarse las uñas escarbando. Ojo, hablo de UK, y dispuestas a hacerlo en grande; cuidado.
Se que doy montón de rabia y habrá un puñado dispuestos a apedrearme. Pero joder, es que parece pecaminoso arañar a gusto y con posibilidades de llegar a un público más o menos amplio (que de raros como yo algunos haylos).

Sin parecer que lo que estás escuchando es algo: o mu bonico, o mu blandico. Bandas que como los chicles de a peseta, en cinco minutos tengan el mismo sabor que la goma del pelo de tu hermana. Tampoco voy a decir que THE WYTCHES acaben siendo la quinta esencia. Pero por lo menos además de seguir su camino sin que les tiemble el pulso, dan la sensación de nadar entre dos aguas y estar dispuestos a tocar cualquier cosa, y bien.

All Your Happy Life araña con el gusto del que le pica la espalda y también tiene sus ramalazos de saber de estar. De poderlos invitar a casa a cenar y no temer por la cubertería.
Ahora. Os voy a ser sincero. A mi lo que me encanta de ellos es la mala hostia con la que lo explican. Tanto si van de interesantes y algo lisérgicos con: “A Feeling We Get”, “Bone. Weary”, “Dumb Fill” o “A Dead night Again”, pareciendo hasta elegantes. Como si se muestran sin tapujos como una banda puramente Noise cuando arremeten con fiereza en “C-side”, “Ghost House” y “Can't Face It”. Porque tampoco lo son estrictamente, balanceándose entre el PostRock, el Harcore e incluso la Psicodelia de basto empaque.
Lo hermoso de ellos es que todo lo llevan al límite en tiempos de medianías. Y su evolución desde sus primeras grabaciones, que ya apuntaban alto, no es que tenga mérito, es que va creciendo en matices e interés.


25_EMMA POLLOCK_IN SEARCH OF HARPERFIELD


Creo con pena, que hemos pasado una barrera temporal y conceptual de la música y su consumo, donde algunos tendremos ya que asumir los daños colaterales del indómito avance.
Imposible entre tanta andanada de novedades y ritmos mansos, poder explicarle con éxito a un joven, quienes fueron THE DELGADOS en en el cambio de milenio. Como también nos costó a nosotros igualar la década de los 70 con el indie de los 90; al final todo es cuestión de tiempo y de depositar esperanza. Pues si de los Escoceses The Delgados tan poco se sabe... ¿sabe alguien de las andaduras de su colíder Emma Pollock?

Tres espléndidos álbumes en 9 años y no solo es una perfecta desconocida, sino que ha acabado engullida por el anonimato. Seguramente si su nombre fuera otro (Pj Harvey, H. Sandoval o Lana del Rey) hablarían más de ella, aunque solo fuera para crucificarla; pero ni por esas. In Search of Harperfield puede que sea uno de sus mejores discos en solitario tras su debut “Watch the Fireworks/2007”, e incluso que esté muchos quilates por encima de la mayoría de discos de su exbanda. Pero ha quedado reducida a esa escala en desuso donde no hay corriente, adjetivo ni camada donde ubicarla.
Intentar describir lo que os podréis encontrar entre sus surcos, difícil de explicar. Para mi Emma tras verla en La Capsa, una artista capaz de emocionar tan con un par de guitarras y a pelo, como rodeada de una banda. En este disco es lo más parecido al lado más agitado y rocoso de su antigua banda, opero un grado de sensibilidad por igual o más alto. Cercana a los patrones más poperos de Kirteen Hersch, Liz Pahir o a los de Heather Nova, Emma Pollock marca una diferencia grande en cuanto a personalidad propia. Dura cuando lo necesita, y pura caricia cuando menos lo esperas.

El disco no solo está plagado de canciones perfectas y sin fisuras, sino que se permite el lujo de acercarse a más de un single infalible: “Don't make me Wait”, “Park and Recreation” o su precioso cierre “Old Ghosts”. Un trabajo publicado en el más perfecto anonimato bajo el sello Escocés Chemikal Underground.

24_LAISH_PENDULUM SWING

Al igual que el perfecto arponazo con el que nos varó hace unos años Cherry Ghost hace 6 años. El cantautor Daniel Green aka. Laish ha hecho lo propio en los últimos coletazos del 2016.
Los dos lobos solitarios con banda de guarnición, pero igual de reconocibles como padres únicos de las canciones. Incluso sus referencias a primera escucha son primas hermanas; de entrada Divine Comedy revolotea como un angelote en muchas de sus canciones. Conforme avanza el temario nos damos cuenta que ese halo va diluyéndose poco a poco. No solo eso, sino que aflora el sello personal y la magia de las canciones; que es en el fondo lo que pesa de un disco.

Yo lo de Neil Hannon lo asocio más a al tono vocal y esa especie de barroquismo que destaca en su Pop; porque es un disco Pop 100%. Pero injustamente cuando pasa eso, nos olvidamos de la importancia de la canción en si, del cuerpo y forma del disco, o de el conjunto del disco y su sentido.
Pendulum Swing tiene tres o cuatro canciones que asoman la cabeza e hipnotizan: “The Last Time” (la cual de repente me evocó a Prayer Boat y me mató), “Pendulum Swing”, “Gambling” y “Learning to Love the Bomb”. Pero en realidad todo él es una delicia que echo mucho a faltar en el Pop blandito y delicado de ahora: O me duerme directamente, o lo encuentro tan vacío y estandar, que pierdo el interés.




23_PAPERNUT CAMBRIDGE_LOVES THE THINGS YOUR LOVER LOVES

Estamos todavía desenvolviendo regalos de reyes, el sol entra por la ventana y las motas de polvo se entremezclan con el humo del incienso. Acaba la navidad y nosotros con faenas todavía pendientes, mientras tanto... Suena en el equipo “Chartreuse”; una canción con aroma festivo y navideño, evocando aquel licor verde de hierbas que nos alegró los 80.
El exDeath In Vegas Ian Button va ya por su cuarto largo, contando rarezas, material de deshecho y fetiches. Un proyecto con tan solo tres años de vida y un no parar compulsivo a la hora de facturar auténticas joyas rugosas, brillantes y melómanas. Hasta 22 personas las que se han ido implicando de manera anónima (la más conocida Darren Hayman), porque el concepto banda es inexistente. Es un objetivo, un fin, un homenaje al Glam, al folk psicodélico de los 70, a la beatlemania, a la ELO también podría ser o incluso a los Beach Boys, y en definitiva a toda una época y su filosofía libertaria.

Digamos que entre todo lo que ha editado, sesiones improvisadas incluidas, este es su segundo Lp propiamente dicho. Un disco que he mantenido en tela de juicio y casi siempre con agravio comparativo respecto a aquel maravilloso There`s no Underground del 2014. Un disco que entraba directo por vena y contenía himnos más contemporáneos quizás.
Love the Things Your Lover Loves es como podréis imaginar, una declaración al amor y a la felicidad. Un disco con luces y sombras, y un sonido que no se limita tan solo a coger el camino fácil de revival. Repleto con doce bombones trufados en forma de canciones, este probablemente sea su trabajo más sabroso e inspirado. No conecta directamente por la vía actual, eso es cierto, porque nos propone un viaje temporal más emocionante. Pero las canciones tienen una vida tras varias escuchas, inmensa:
Mirology”, “The Lady Who Told a Lie” o “Radio”, todas ellas verdaderas obras maestras; sí, así, con lo poco que me gustan estas afirmaciones tan rotundas. El resto del disco le sigue a la zaga, desde los temas más pastorales y campestres, como a los sucios y luminosos de noches regadas. Todas transmiten una idea muy brillante, y lo hacen con su vida más propia. Revitalizando con fidelidad, pero con mucha vida propia y unas armonías dignas de genios.



22_NAP EYES_THOUGHT ROCK FISH SCALE

Nuestro primer encuentro fue una de aquellas citas donde todo acaba encajando. Cada pieza entra en su sitio, no hay risas forzadas ni compromisos... eso, compromisos. Eran buenas sensaciones, todo medio deconstruído, las camas sin hacer e incluso ese vestir, ademanes y formas que eran tan casuales y desgarbadas que molaban y mucho.
No hubo apenas tiempo para meditar o contemplar un futuro más o menos incierto, y ya teníamos a primeros de año otro disco. Un disco en el que esta vez, parecían dispuestos a demostrar que una cosa: Es la imagen que uno pueda crearse ante ciertos estilos, hechuras o formas de llevarlos a cabo, y quedar lastrados y marcados de por vida. Y otra bien distinta, ponerse manos a la obra y parir un discazo de principio a fin. Unos medios tiempos que aunque a algunos nos lleven al huerto por su deje tan a Lou Reed o a Galaxy 500. Todos sabemos o deberíamos, lo que es la actitud, y otra, las incorruptibles canciones que nos rompen el corazón por pura calidad. Autenticidad 100% sin obligación alguna por justificarse y pedir perdón por su osadía.
Ocho cortes dulces y sangrantes de los que el escozor pica como un aguijón. Gusta “Lion in Chains”. En “Mixer” diría que nos están seduciendo con brillantina y traje de satén. Cada punteo y rasgado de guitarra es preciso como un corte Sasagaki. Es un juego de niños que sale así, fácil y como el salto a la cuerda, pica las manos, cuenta hasta dien y pim pom fuera, sale la rima.
Su disco rima y encaja perfecto de una manera tan sencilla, que abruma.

Son ese tipo de cosas a las que tantas vueltas le damos y normalmente no tienen solución, solo un efecto: Aceptarlo, dejarse llevar y caer en el embrujo. Si su primer disco era una promesa, este es una confirmación; una gran banda.



21_M. ROSS PERKINS_M. ROSS PERKINS

Me hace gracia por reaccionar de alguna forma, el consenso general de este año 2016: RARO. Un año atípico en el que el género humano me da la sensación de que está intentado constantemente superar una prueba.
Nos gusta acomodarnos, buscamos la seguridad y la estabilidad y con ella, el pan mascado. No todo es tan malo. Es cierto que vivimos en un mundo de mierda y que somos los principales responsables. Queremos llegar a todos sitios con los deberes hechos, llegar a la meta y cumplir un objetivo ficticio que no se quien se lo inventa la verdad.

Por otro lado, dejar que sean los hechos los que te hacen releer la vida. No hablamos de improvisar, pero si de adaptarnos y vivir el momento según llega. Ni lo malo es tan malo, ni lo delicioso un premio. M. Ross Perkins por ejemplo, llegó de repente y a traición. Echó a un lado a KVB, un disco/banda que ha firmado el Lp de su vida. No se si el mejor o el más comercial, pero chulo chulo.
M Ross Perkins sin embargo, un tipo con cara de bondad y apañamiento total. Ese yerno que toda madre quisiera tener. Tu vecino de arriba por ejemplo, ese tan majo que te encuentras en el ascensor, huele tan bien y es tan educado, que acojona; pero mola.
Se ha sacado bajo la solapa de la americana un disco, que además de ser bonito a rabiar, es la confortabilidad hecha canción. No solo con amor ha raudales en cada nota, corchea y redoble. También en la esencia de ese Cautryfolk pasado, que él lo hace tan de ahora que piensas...: -Coño!! me estaré haciendo viejo? La moda me supera? Y no!! Es que cuando las cosas son chulas, da igual que sea Camarón, Pavarotti o Frank Sinatra.
Lo hace bien, tirando de raíz pero sin saturar y todo fluye. Su lado más pop y luminoso, el de cantautor infalible, el más rockero y el de terruño. Son esas cosas auténticas y sin artificios que consensúan. Daría un poco igual que canción elegir: “No Good Sons of Galveston”, “Of Gun”, “My Poor Daughter”, “Ever Ever Ever”... difícil. Al chaval le ha salido un disco que ha tenido la desgracia de publicarse a finales de año que si no... estaría muy muy arriba. Una conexión casi imprevisible e inaudita entre Clientele, la Americana, versionando a los Beatles de Lennon, Big Star, y Kentucky; el estado de su Dayton natal.
Un disco PRECIOSO, así, con mayúsculas y farolillos, que concluyen los diez años que lleva agazapado este hombre haciendo lo escaso grande. Ya sea bajo su nombre o con el seudónimo de The Esther Caufield Orchestra.

4 comentarios:

  1. Hay algunas cosas chulas en este tramo; no se puede llegar aquí esperando lo previsible, pero el remate final, ese "Ever Ever Ever", es un tema que me acompañará...

    Gracias.

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  2. Alberto, ese último disco que además ha llegado por los pelos al final del año es la bomba. De aquellos que de haber escuchado más, estaría más arriba, una delicia vamos.
    Pero bueno, aunque este año la lista cosas muy raras, me suelen gustar música muy distinta. Que es cuestión de ponerse, y de gustos claro.

    Un saludo y gracias a ti por comentar

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  3. Un gustazo leerte, voy repasando hacia atrás, jajaja. Cómo mola que alguien se acuerde también del gran Jonathan Richman, o del exquisito ultimo disco de Nap Eyes. Abrazos.

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    1. Bueno amigo Johnny, supongo que el criterio a la hora de premiar un disco, la valentía, o simplemente el intentar arriesgarse merece su premio. Tampoco diría que sigo siempre los mismos patrones, pero me gusta la variedad y que la calidad de la música no se mire siempre desde el mismo prisma.
      Un abrazo, y espero que descubras cosas ricas!!

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