domingo, 7 de enero de 2018

CAPÍTULO 2º_THE BEASTS OF 2017_HAY MUCHOS PERO SOLO SON 50




30: AFGHAN WHIGS_IN SPADES

Es un hecho que son un sinfín de bandas las que han regresado desde el pasado estos últimos años. Empujados igual por la mayor difusión de las nuevas tecnología. La mayoría han vuelto decididos a recuperar su cetro, o cuanto menos a confirmar que las segundas juventudes cotizan al alza igual como un síntoma del acomodamiento de la escena alternativa; en general.
El caso es que pese como a muchos, tras un tanteo. Afghan Whigs deberían ser por decreto los Dinosaur Jr. del 2017, por el disco que se han marcado.
Pocas bandas del pelaje de los de Cicinnati, pueden presumir de publicar un disco tras diez años prácticamente de su parada. Y no solo no desmerecer en absoluto de su discografía más primorosa, sino sumar más adrezo, profundidad y personalidad a su trayectoria. Como si su legado no fuera ya una rara avis enmarcable en la mutación del grunge hacia un referente de nuestra historia musical.
(La madurez, la nuestra y la de ellos, todavía enseña; y gracias)




29: THE MOLOCHS_AMERICAS VELVET GLORY

No acababa el año 2016 y ya publicábamos un temazo entre lo revelador y emocionante de este año que nos deja.
La emoción de comprobar como un debut de jovenzuelos, todavía nos pueden dejar boquiabiertos con esas mismas herramientas mil veces usadas: Formulas de ancestros, padres o abuelos, que siempre dejan una rendija, no solo por perfeccionar, también para abrillantar y lucir igual que un magnífico Mustang del 66.
Su sencillez e inmediatez son los atributos más destacados de es disco primerizo del 2017. Once canciones que no ceden en empuje y euforia ni un segundo: Fresco, ágil, con gancho. Y puede que con ese misterioso don que también tenían bandas como FEELIES, THE ONLY ONES o unos LA'S; al margen de influencias. Que es el de clavar las canciones y su momento desde el corazón.
(Los 70 concentrados en dos acordes entre el garaje, el folk y la new wave americana)



26: WAVVES_YOU'RE WELCOME

No se si es una sensación o una necesidad, pero cada día entiendo menos los rodeos que se llegan a dar para acabar llegando al mismo sitio de siempre. Supongo, que como los ratones de laboratorio y estando todo más o menos inventado, solo es cuestión de pintar un perro de cebra y vendértelo como animal exótico, o convencerte de sus infinitas bondades; la cosa funciona un poco así, en general.
Con la música y las hornadas indistintas de tendencias o distintos enfoques, pasa algo parecido. Pero siempre hay una simiente invariable e imperecedera. Creo que necesitamos que nos sacudan como los néctares líquidos, para que si la hay, la esencia no se quede en el fondo y bebamos agua sucia.
WAVVES vendrían un poco a reivindicar lo ya. Importando un carajo si le pasan un trapo a protopunk y se pasan de limpio. O lo suyo es una revisión Surfera o Powerpopera a lo The Drums, pero con un poco más de mano izquierda y más sinceros. Pero el caso es que el disco se escucha como un ciclón. Van allí, porque es allí donde quieren llegar sin pensar demasiado si el itinerario adecuado es el de las calles anchas y soleadas.
Ya le ponen ellos el sol a los callejones con una eficiencia musical y vigorosa, más funcional que la de un Japonés.
(Lo esencial de la musical desde la practicidad de AC/DC y Ramones, en versión vecinal)


25: DESPERATE JOURNALIST_GROW UP

Va a costar mucho que alguien tenga a Desperate Journalist como digna abanderada de las emergentes bandas jóvenes Pop británicas. Y supongo que esto sucederá porque lo alternativo como tal ya no vende, y decir Indie es ya casi tabú.
Sobretodo si quieres llenar salas de chavalada que escucha las canciones para bailar y solo se las baja como app; eso ahora, es ser lo más. A mi edad ya debería saber que esto es cíclico, y al final, los raros siempre hemos sido pocos y contados; no rendimos a las masas. Y como el masturbarse, comentar con alguien el maravilloso segundo disco que han publicado estos londinenseses, será tiempo perdido.
Ese corte clásico que nos recordaba a tantas cosas en su primer disco, pero igual con poca entidad. Se ha convertido en este segundo disco, en todo lo contrario: Un disco tremendo lleno de recovecos y pasadizos por donde perderte, o encontrarte con estilos en desuso. Ampliando incluso, el espectro alargado del Poprock oscuro y liberándolo de ese corsé que lo acababa convirtiendo en Gótico. Para que sea simple y llanamente, un discazo que media entre lo oscuro y luminoso a base de canciones a la altura de los primeros U2, de el afamado segundo disco de Savages o incluso guiñándole un ojo Siouxsie Sioux.
(Pop con músculo que llena y se expande)


24: THE NEW YEAR_SNOW

Creo que debería ser digno de estudio la cantidad de bandas que vuelven cada año tras largas temporadas de silencio. Como así, el alto nivel al que están rayando sus trabajos.
No se si esto es motivo de preocupación en lo ya mal llamada escena “alternativa”, o razón de jolgorio por el más que necesitado enriquecimiento estilístico de la música de calidad popular en general. Pero lo que si tengo claro, es que andamos necesitados de variedad y de perspectiva. Los hermanos Kadane en este sentido, como siempre de puntillas y dueños y amos de la discreción. Han puesto supongo, su ínfimo granito de arena. Y aunque seguramente como toda su carrera, apenas trasciendan. Han conseguido en su nuevo disco después de 9 años de “casi” silencio, conjuntar la delicadeza slowcore de Bedhead (su primer proyecto 94/98). Y la solidez de más robusta de los ahora The New Year; valga la redundancia.
Un disco de paso meditado, canciones que erigen como auténticos monumentos conforme se escuchan, y se entra en su belleza austera y delicada.
(Un disco para interiorizar las pausas y dominio y control de la velocidad de nuestros días)


23: CLOUD NOTHINGS_LIFE WITHOUT SOUND

Cambiando radicalmente o no, de registro. Tal y como augura el título de su álbum. La ausencia de otrora sonido indómito y asalvajado de la banda de Cleveland liderada por Dylan Baldi. Nos ha descubierto de una vez, y aunque seguro que muchos piensen de su comercialidad, una faceta melódica necesaria.
En la producción y la manera de tratar su sección rítmica está parte del secreto. Pero tenemos entre las manos un puñado de canciones que basculan, modulan y controlan el binomio fiereza/delicadez con una maestría tan templada como... ¿Dinosaur Jr.? Igual alguno me apalea por esta afirmación, pero Mascis & Co. han creado escuela a la hora de exprimir el lado más poético del Punk, el Hardcore o el Grunge. Lo bueno de todo esto es que se inventaron un híbrido y no han sido pocos los que le han sacado jugo. ¿se acuerdan de Siamese Dream y Mellon Collie and the Infinite Sadness? Bueno, pues me está mal decirlo pero eran la hostia por más que algunos renieguen.
(Melodías con alma bruta)


24: IRON & WINE_BEAST EPIC

Inesperadamente la incorporación a esta lista de Sam Beam a sido a hurtadillas y casi a última hora. Y pese a que me resisto a dejarme llevar por las pasiones de última hora. He de admitir que el último disco del de Carolina ha ido como un tiro directo a la parte alta de mi lista.
Diría incluso y estoy por poner la mano en el fuego, que en unos meses me arrepentiré de no haberlo aupado más. Y es que los tiempos de abandonar sus inicios hacia terrenos tan respetables como poco fieles a su mejor y más franca cara con el que lo conocimos (Kiss Each Other Clean, Our Endless Numbered Days). Han dejado pasar por esa edad reflexiva y melancólica que a algunos nos une en la travesía hacia los 50, posiblemente. A esa empatía mimética en la cual, igual el cuerpo nos pide detenernos a saborear mejor las cosas. Incluso porque no, hacernos tan suyo como propias son las demandas de cambiar la alta velocidad, por el traqueteo de un expreso de los 80.
El destino al final será igual. Puede incluso que el vaivén de su Pop Folk de Arrope y sorbo lento nos invite a escuchar y leer sus preciosas letras. Puede y debería haber sido siempre así: la vuela del Sam Beam más íntimo, cálido y translúcido hace de este disco, un perfecto aliado para paliar el indómito invierno.
(La cadencia del pulso hecha canciones)


23: THE HORRORS_V

Digamos que la trascendencia, la solemnidad y el divertimento no deberían estar peleados. De echo tanta relevancia deberíamos dar a unos War on Drugs tocados con el recuerdo más sacrosanto, como el de unos Horrors imberbes tocados por la efectividad hecha disco. Tanto mérito tienen unos como otros.
Con la diferencia de que a mi War on Drugs me aburren soberanamente, y con de Horrors pese a no ser santos de mi devoción, bailo como un condenado al infierno. No sé, igual debe ser que me empacha el exceso y a mi edad las quiero mascadas. Pero si cuando intentaban clavar a unos Chameleons, The Sound o Echo & the Bunnymen no me acababan de convencer. Ahora que se han dejado de defender de manera pretoriana a sus influyentes antepasados. Y han decidido ser consecuentes con el presente sin renunciar a su origen, mire usted, me los creo más.
Además como digo, difícil sería discernir cual es su canción con más gancho por lo solventes que son todas. Y mira que su canción de cierre sin pecar de presuntuoso, podría canear a los Daft Punk.
En fin, épica y volumen donde reunir a almas en pena con muchas ganas de bailar. Siendo consecuente con los tiempos que nos toca vivir, y el dilema de evolucionar sin dejar venerar a nos mitos del Postpunk más sintético.
(Se acuerdan del Fade to Grey de Visage? Pues estos me hacen sentir casi lo mismo)


22: DOUG TUTTLE_PEACE POTATO

Peace Potato es ese otro disco que nos llegó a principio de año a manos de nuestros colegas Johnny & Co, y su carta delicatessen americana siempre reveladora. Y tardó en calar nuestros dientes, lo que la fruta escarchada y el mullido epicentro de un buen bizcocho casero de Bailys; cero coma.
Un disco el de este joven de Massachussetts, elaborado en la cocina de su casa. Allí donde le da el mismo cariño a la comida, como a la música que crea y que también nos alimenta. Es un menú casi de degustación, donde sus platillos no exceden de 2/3 minutos apenas. Y su paleta de sabores gravita sobre la Psicodelia tornasol, aunque siempre desde la Beatlemanía Harrisoniana y de Byrds. Digamos que la más relajada, meditabunda y trashumante.
(Ese tipo de cosas que no quieres sino amas, lo que se dice cariño)


21: THE BLUE AEROPLANES_WELCOME, STRANGER!

Ya sabíamos hace años, que la banda de la mestiza Bristol no había dejado de grabar desde su último y más o menos distinguido disco, Rough Music/1995 con Beggars Banquet. Muy lejos de esa tumultuosa banda de hasta 8 músicos sobre el escenario, su supervivencia se ha basado en seguir grabando, pero muy por debajo de sus posibilidades.
Welcome Stranger! Es con diferencia su trabajo más engrasado en prácticamente 23 años. Y lo más parecido al ímpetu bailarín de Wojtek Dmochowsky cuando su vitalidad actuaba como resorte. Un disco resucitador y el más digno heredero de lo que significaban los Blue Aeroplanes en plena generación subterránea de los 90: Su herencia de Reed en sus estructuras, y un poder glorioso de elevar esas melodías habladas, y perfectos himnos cercanos a Jazz Butcher, Orange Juice o Televison, pero de un espíritu expansivo difícil de igualar por cualquier banda de la época.
(Uno de los regreso más emocionantes de este 2017: energía positiva al servicio de Poprock con pedigrí)


20: PROTOMARTYR_RELATIVES IN DESCENT

Es curioso la relación que se puede extrapolar de estos Americanos y la anterior banda. En esa curiosa química que existe entre una voz no demasiado virtuosa incapaz de crear registros. Y los recursos de la música para hacer de eso una cualidad ilimitada de texturas encontradas; nada nuevo. Ya lo hacían Lou Reed, Mark E. Smith... pero es ahora cuando de manera excepcional aparece esta banda, como una rara avis que por fin suma al más que marchito Postpunk actual.
No se lleva y es un hecho. Pero ya nos dejó un sabor delicioso en su primer paso por el Primavera Sound de hace dos años. Su disco The Agent Intelellect, aunque de manera más austera, ofrecía una cantidad de posibilidades entre lo rudo, poético y extraño. Y es que con Relatives in Descent, es donde su veterano líder Joe Casey consigue empastar de lírica con el musculoso fondo de la banda de Detroit.
Un disco oscuro y megalítico que hace bueno el peso de sus acordes, con una negrura que brilla como un faro en plena noche. No quedan atrevidos capaces de llevar a cabo esa parte mucho menos comercial e incomprendida de la escena Postpunk más heredada de The Sound, Comsat Angels o Pere Ubu.
(Está la marquetería, y después la metalurgia; Protomartyr son de lo segundo)


19: ROZWELL KID_PRECIOUS ART


El mejor disco de Powerpop del pasado 2017 lo ha publicado esta banda de Virginia. Y quien se crea que este género es fruto del pasado y solo es reivindicable con la chuleta en la manga de viejos eruditos, es que se ha perdido ya por en el camino.
Su disco homónimo de debut de hace seis años, nos dejaba un maravilloso sabor de boca. Hacía una eternidad que nadie era capaz de recuperar el mejor desparpajo de los perdidos Weezer. No solo emularlo, sino incendiarlo a base de Punk Californiano con lima y jalapeño: Una combinación complementaria, como que las guitarras son ya un poco a estas alturas, la droga ilegal que pocos se atreven a traficar. Y unas melodías que pueden convertir tu salón, en pleno campus universitario; pongamos que de la Universidad de Delaware. Allí donde la emisoras rebotaban a Soft Boys, REM, Lloyd Cole, Mathew Sweet o los mismísimos Posies.
Doce pelotazos que se estiran de manera vertiginosa, convirtiéndolo todo él, en un magistral y renovador soplo de pura electricidad vitaminada.
(Pocos discos desfallecen tan poco como esta sinergia de pop, punk y rock&roll adolescente)


18: SADIES_NORTHERN PASSAGES

Mi vuelco hacia el cuarteto de los espigados Good Brothers, viene como tantas veces de un empujón. Porque amigos, no esperéis descubrir solos los rayos -C- brillar a las puertas de Tannhaüser. Una cosa es conocer a menganito o fulanito de oídas o por sus tropelías, y otra bien distinta que te lo cuenten al oído mientras te llevan de un pescozón.
En este caso nuestro colega Johnny ya nos ha arrastrado en multitud de ocasiones.
Aquí esta vez los Canadienses no se ciñen estrictamente a su legado de Country Rockabilly o de cacofonías más Rockeras. Pero como casi siempre. Son quizás de los pocos capacitados para tocar lo que quieran, como quieran y cuando quieran. Y todavía por más que se amansen y beban hasta puede que de los Birds o de Johnny Cash. Siguen haciendo propias casi todas las referencias posibles; como el buen historiador que mezcla fábula con verdad, y la corrige por pura coherencia.
(Un disco aunque cuestionado por los puristas, indispensable para no perder el hilo de esta autética banda)


17: ROBYN HITCHCOCK

Tenían que venir tipos como el sexagenario Robyn Hitchcock para enseñarnos; aun siendo un perfecto desconocido para viejos y jóvenes. A entender un poco, que esto de la música no se rige en realidad por castas, razas o estilos, sino por caminantes sin destino.
Por eso Robyn, con negro pelo ya blanco y después de 40 años tocando. Todavía es capaz de enseñarnos lo que significa la ambigüedad de las etiquetas, volviendo otra vez al hilo que dejó con los Egyptians hace un montón de años. Además esta vez contando con la compañía de Brendan Benson y para más inri, reinventado o abrillantando su pasado con presente. Diría incluso, que este disco en realidad no difiere tanto de lo que ya clavó los selectos Venus 3 (Peter Buck, Scott McCaughey y Bill Rieffin): Toda una fauna al servicio de la distinción musical, que todavía sigue rompiendo esquemas cuadriculados.
(Esta versión expansiva y colectiva, es de las que alecciona 40 años en un disco de diez cortes)


16: LOS PUNSETES_¡VIVE!

Si eres de los que te vienes tomando a chufla bandas cono Los Punsetes, deberías saber: Que es de la pocas bandas que permanecen fieles a un sonido desde hace ya 10 años. Que sin apenas variar un milímetro su idea instrumental y vocal, son capaces de argumentar una idea con peso, disco a disco, y mejorar lo presente. Que diría que es en este caso, la única banda nacional capaz de llamar a las cosas por su nombre y remover las miserias humanas sin parecer unos activistas o unos pretenciosos.
Y si por si fuera poco. Se han marcado un disco sin limitador de velocidad ni cinturones, que no levanta el pie del acelerador ni un segundo.
Un álbum que rompe el molde sin chafar el flan. Y al que tan solo le bastan tres escuchas, para certificar. Que aun sonando al pie de la letra vuelven a publicar el disco de tu vida: Contundentes, reales, intrépidos, directos y frescos. Seguramente su disco con mejores textos y una garantía que deja chicas a bandas como Planetas, Automatics o los populares Triángulo del Amor Bizarro.
(Shoegaze con piel de caperucita y corazón rockero, que debería estar entre los cinco primeros)


15: THE BLACK WATCH_THE GOSPEL ACCORDING TO JOHN
(Cruces entre The Church y la estirpe que aprendió a andar en los Clubs Londinenses de los 80)



14: OUT LINES_CONFLATS

No se necesitan demasiados argumentos o ideas rocambolescas para confeccionar un disco. A veces, simplemente con las conversaciones e historias de un espacio multicultural como Platform, puede bastar para elaborar un disco con un sentido global tan hondo y profundo como es Conflats.
Un trabajo básico y minimalista a tres manos: James Grahan (Twlight Sad), Kathryn Joseph y Marcus McKay (The Zephyrs, Polar). Y con una carga emocional y espiritual capaz de acercarse a una versión teutónica y sintética de unos Dead Can Dance; por ejemplo.
Sonidos que rozan una ceremoniosidad clerical, tan cerca de la electrónica, como del Krautrock o de una imaginaria banda sonora donde la épica se mantiene tan hierática, como sugerentes son los paisajes del norte, gélidos e inóspitos que uno puede imaginar al escucharla.
(Mano a mano vocal sin trampa, cartón, ni carbónicos. Pero con mucha poesía)


13: SHADOW BAND_WILDERNESS OF LOVE
(PsichodelicFolk con vocación de road movie expansiva, en guiños y texturas)



12: CHAD VANGAALEN_LIGHT INFORMATION

La relación de nuestro amigo Chad con la ilustración y la animación, es puede, la manera más práctica de entender el porqué de la particularidad de su música: Caminos laberínticos y tan poliédricos como su agilidad compositiva, llenos de chicanes y desniveles.
Sin embargo, y después de haber caído ya en multitud de ocasiones, en esa especie de maraña llena de ruidillos, crujidos y melodías disonantes y contradictorias que casi siempre acaban encontrándose para formar pequeñas constelaciones. Su séptimo disco en 13 años; lo cual supongo, le concede ya algo de credibilidad. Es ahora probablemente y según se mire, el más accesible, o el que por lo menos deja la luz del recibidor abierta para que no nos perdamos.
Un tratado New Wave de un rigor altamente cualificado que lleva por así decirlo. Los consejos de Magazine, Adam Ant o por ejemplo los Bauhaus de Mask. A un terreno donde esa especie de sensación de canciones inacabadas, o incluso abiertas a completar como un código abierto. Invitan a procrear y a jugar con ellas como un gato con su presa. De echo, supongo que el objetivo del New Wave como idea, siempre debería haber sido ese.
Un disco que pese a parecer ser el más accesible, continúa a mi parecer siendo el artista más original, original y creativo de esta última década.
(Aventurarse a escuchar los discos de Chad requiere un libertad auditiva importante, pese a eso, es lo más regenerador que he escuchado en años)


11: LAND OF TALK_LIFE AFTER YOUTH

Deberíamos agradecernos y felicitarnos, de la cantidad de fabulosas mujeres que desde el continente Americano, están tomando las riendas musicales. Ya sea titulando una banda como solistas o en primera persona.
La de Elizabeth Powell no es otra más sin duda. La normalidad y formalidad de sus composiciones no buscan más que lo que aparece por propia naturalidad. No hay trucos de magia ni imposiciones para extraer de su música, como de las plantas, más de lo que da su propia naturaleza y entorno. Por eso sus canciones irradian esa luz inusual sin apenas trascender de la simple belleza de su voz a lomos de unas guitarras de lo más básicas.
Algo que contrasta radicalmente con su disco de debut de puro indierock. E incluso de la pasmosa evolución después de estar cinco años en dique seco tras publicar su segundo: “Some are Lakes”, contraer una enfermedad vocal y optar por infinidad de colaboraciones (Patrick Watson, Stars, Wintersleep, Besnard Lakes etc) antes de volver a grabar este sorprendente álbum.
Un disco inmediato, aterciopelado y mágico, totalmente complementario con su pasado más cercano a las canciones de tres vías, dignas de las primera Throwing Muses o de ese tipo de indierock anómalo donde nada sigue por un camino predecible.

(Poprock de guitarras con energías invisibles, que los hacen únicos)

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