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jueves, 29 de enero de 2015

BRYAN ESTEPA Y Petit Cabroin en ROCKSOUND_Barcelona 27/01/2015: COSAS GRANDES QUE SUCEDEN EN LUGARES PEQUEÑOS (REISSUE)






















A menudo de espaldas al batiburrillo tumultuoso de los grandes fastos - películas de suspense, que a golpe de macabros argumentos y desenlaces espectaculares, que nos tienen en vilo- ¿y ahora qué, ya está...?, suceden pequeñas grandes cosas. Corpúsculos de sencilla normalidad que en una silenciosa y muda subsistencia, nos dan la verdadera chispa de la vida. Ese otro ruido casi imperceptible que engrasa mecanismos, da lustre al alma y nos libera de los grilletes de la cadena de montaje.
Este pasado Martes volvió a ocurrir tres años después. Bryan Estepa en esa concentración de talento tan ajena al estruendo de modas en forma de aplicaciones antivejez, nos volvió a levantar el orgullo de sentirnos grandes. Casi dos horas de concierto para sacar de paseo la exquisitez de su repertorio, y nosotros de la mano.



Como si la excusa de un Martes con el que digerir la semana, fuera suficiente motivo para cargar pilas. El que aquí firma, se dejó caer como el que no quiere la cosa en el RockSound de Poblenou, para inaugurar como se debe la temporada de directos vitamínicos del este 2015. Una zona industrial de la periferia Barcelonesa de la cual guardo imborrables recuerdos de juventud: Mi primer curro con 16 años, esas primeras sesiones de pinchadiscos, noches en vela, e incluso las últimas sesiones que di hace ya casi diez años en el desaparecido THE SOUND (media naranja de Fantástico Club, y ahora RockSound). Una zona de espaldas a la gran urbe que siempre me ha fascinado, quien sabe si por su pasado agitador en la escena PunkRockera de los primeros 80 (666, Texaco, Garaje, Ceferino,Aquelarre... etc), por su decoración decadente desoladora y resistente a la merienda de negros urbanística de Barna City. O por ese simpático/inconsciente tic que tenemos los cuarentones a asociar melancolía, recuerdos y paisajes para recobrar la emoción juvenil. 

Es allí donde a menudo acontecen los hechos verdaderamente remarcables de la tumultuosa noche decorativa de una gran ciudad. Por lo menos, los que para un servidor acaban siendo la prueba más palpable de la grandeza de la música y su ejecución en directo; sin filtros, colorantes ni falsas apariencias.


Desiertas las calles y contadas almas en pena las que nos dimos cita en RockSound ante el sacrificio de desembolsar 10 euretes #Modo sarcasmo On. Y ya puestos, aprovecho para lanzar un rapapolvo a aquellos que viven ciegos, sordos y ajenos a estas pequeñeces. Porque a ver, me cuesta entender el significado de la música (llamémosla alternativa) pasando por alto discografías tan exquisitas como la de Bryan Estepa, y tantos y tantos artistas que discurren al margen de la estética musical; aquella que nos hace sentir inventivos, trasgresores y modernos, o por lo menos creérnoslo.
Como me decía Fernando Alfaro hace quince años cuando lo entrevisté en su gira de Tejido de Felicidad, y que me grabó de por vida: No es aquello que sale en la tele, medios públicos o en los escaparates los que moldean y dan forma a la originalidad. Las cosas que suceden aquí abajo (en el limbo comercial), son en realidad las que realmente arriesgan, agitan y mueven la cultura.

Sobre las nueve y media mientras hidratábamos nuestros gaznates, y con un discreto Bryan apostado a la izquierda dando cuenta de un Gin Tonic, subieron al escenario Petit Cabroin (Javier Extremera y Ferran Esteve) . Quienes en formato acústico y suficientemente armados con dos guitarras y un looper que por momentos quiso dar al traste con el climax de la noche. Nos regalaron un puñado de canciones entre el Pop de cantautor y las magistrales guitarras de Max Eider en el Partytime de Jazz Butcher. Una mezcla de la sensibilidad de la Bossa y el mimbre Folkpopero de su todavía caliente “De Cabeza a un Charco/2013/Rock Indiana”, del que sonaron algunos de sus mejores temas: El que da título al álbum, “No más Madera”, “Disimular Fatal”, “La Ciudad de los que dijeron sí”, “Nuestra Gran Mentira” o “Pregúntale al guionista”, mas un par de temas nuevos inéditos.
Sin banda de apoyo, pero rodeado de buenos amigos entre los que se hallaba en ex Malconsejos o Amigos Imaginarios Santi Campos. Y algún compañero de épocas aventureras en CosmopolitANTS, como Jonathan Zuriaga; batería que acompaña a Bryan Estepa en esta gira española. La sensación de intimidad familiar quedó debidamente acentuada por la calidez y el maravilloso diálogo entre los dos fabulosos músicos, y el público claro. Sobretodo porque el disco, tras escuchar ese aperitivo acústico, se deja mucho querer: Pop cercano, maduro, reflexivo y por momentos descarnado. Con una producción exquisita y una ejecución tan cálida como cercana.


A eso de las diez menos cuarto estirando la noche como los chicles de Boomer; a gusto como estábamos los asistentes. Se arrancó sobre el escenario aquel que por su dimensiones y apariencia, pocos dirían que alberga tal cantidad de talento y actitud sobre un escenario. Bryan Estepa es de aquellos que puede llevar a engaños, según se mire claro. Todo depende si al escuchar su música sabemos o captamos por donde van los tiros: Pura transparencia y amor incondicional por lo que ama. La música sí claro, está el amor procesado, el no disfrazar aquellas influencias que lo forjaron en épocas de Swivel o Hazey Jane. Cada golpe y tintineo de juvenil efervescencia (You am I, Beatles, Teenage Fanclub, Beach Boys, Neil Young, Jayhawks, Jeff Buckley, Wilco o Elliot Smith). Todo eso debidamente tamizado por el pasar de los años, conciertos y esas mismas aventuras que nos moldearon a todos. Ese tipo de pequeños detalles que te hacen tener esa caída andando, esos hábitos y exhalarlos así: Como puro sol incandescente. Y lo jodidamente maravilloso es que no se limita a una ramplona imitación y yastá, no, lo suyo es personalidad indiscutible y honestidad, mucho de eso si.
Sobre el escenario puro PowerPop vibrante, tal como debería entenderse tan amplio término. Con sus caricias y con esos mismos latigazos que cosen Rock&roll, R&B, Funk/Soul, Pop, Folk o Punk para gozar en orgía comunal bajo la colcha.

Así que el arranque de la noche no pudo ser de otra forma: pisotón de acelerador y los temas de su último disco con más pedigrí powerpopero. “Come with May”, “Then Fighting Word” y el que no, lo puso de su cuenta, como en “In a Minute” pese a ese toque de Soul blanco al ralentí, que impregna a muchas otras canciones. “Seachange” perezosa como una de mis primera favoritas que sonaron. De su tercer trabajo del 2011 sonó tremenda “Hard Habits”; una de las mejores de la noche sin duda. Esa parte de su sonido que a mi en lo personal me remite al primer Josh Rouse de “1972” o a “Under Cold Stars” (mis preferidos). Solo que en Bryan, parece ajustarse todo mucho más en su tránsito del disco a directo y a la inversa.

Luego vinieron otra de las grandes, “Western Tales” del primero, sonando engrasados inmensos músico y banda: Brian Crouch a los órganos y guitarras, David Hatt y sus guitarras cortantes, Jonathan Zuriaga con esa batería tan Funksoul o el tímido Da Vi D al bajo. Rescates junto a “Come Around” o “Your Best night” casi sucesivas, empujadas por la exquisita selección recién publicada de su trufada y poco conocida carrera 2001/2014. Retomando la Beatlemana “Restless” de su último disco y volviendo al agradecido Vessels del 2011 de nuevo con “Tongue Tied” o “Instincts”, y el candor del PowerPop/resorte con el que coger la recta final del concierto. Y lacito en el regalo de “Right Now”, que sonó como los propios dioses (Soulera, con mucho swing como imperecederas gemas del pasado).




Para rubricar la noche y cuando ya casi me había olvidado de alguna de las confituras de su último disco, sonó balsámica “Nothing at All”. Y un colofón con un Javier Extremera sobre el minúsculo escenario abarrotado de amor y fraternidad, acompañando en guitarra y coros la última “She vs Him”.
Y el despelote de rigor claro está. Sin guitarra, a pelo y con esa facilidad que tiene Bryan de mutar hacia sus santos guías, tres bises con el cierre acechando. Un primer homenaje a los garajeros Easybeats y su “Friday on my Mind”. El “Don't let my Down” de los Beatles con otro invitado sobre el escenario a los coros miembro de los Flaming Shakers. Y echando el telón sobre la bocina una increíble versión del “Just What I Needed” The Cars.
Un derroche de buen rollo que ha servido para dar fe de los sabios consejos de Joaquim (aunque no acertara con los horarios), sí con las sensaciones. Amarrar buena parte del carácter explorador que tengo, en esa baliza que me lanzó hace un año Coco. Y lo más importante. Aunque imposible extrapolar en un largísimo texto todo lo que uno puede sentir en un directo, que es mucho y siempre imposible. El gustazo de ahondar y nadar en la imperdible discografía de este Australiano y esas pequeñas/grandes cosas que ocurren ahí, en el trastero de Rock Indiana.
PD. Sean felices y no se queden por favor con lo grande, saben que el tamaño no siempre es lo que importa?. Y recuerden que aun están a tiempo

27 enero, Barcelona, Rocksound
28 enero, Bilbao, Colegio de Abogados
29 enero, Madrid, El Intruso
30 enero, Castellón, Four Seasons
31 enero, Valencia, Loco Club

COME WHAT MAY... 2001/2014 (Rock Indiana):

lunes, 12 de enero de 2015

BRYAN ESTEPA [HEART Vs. MIND]; LA PRIMERA GRAN CITA DEL 2015


Dados por concluidos los epidémicos festejos navideños, y con el dispositivo desmesura infinita & She`s lost Control ya desactivado y en stand by. Sí sí, ese que activa el 1 de Diciembre de modo automático, y nos empuja a todos a hacer lo mismo sin sentido aparente o por pura simpatía. Por suerte, igual que despierta de su letargo, se desconecta de golpe y porrazo pasados reyes. Seguramente ya hasta Semana Santa o Vacaciones estivales no volverá activarse; nunca como en navidad, desde luego.
De todos modos podemos estar tranquilos que el curso de las cosas o los veladores del orden mundial ya se encargan de hacernos un Clear Cmos en el subconsciente, para darnos de bruces con la cruda realidad.
Pero vamos, que no venía yo a daros lecciones de mesura. Venía a poneros en aviso de una casi ineludible cita. Que no os vayáis a pensar que vivo en una burbuja, aislado de los últimos hechos acontecidos en este mundo global. Pero tampoco me sorprendo ya a estas alturas del alcance de la idiotez humana. Y si no, ya se encargan las redes sociales de ponernos al corriente, a base de llantos indignados colectivos, con un cómodo click desde la butaca de casa.

Yo lo que venía a contar por aquí, con la agenda de futuros objetivos recién estrenada. Es la inminente visita de BRYAN ESTEPA por nuestras tierras a finales de este lampiño mes de Enero.
Este artista Australiano de origen Filipino antes en: (Swivel, Hazey Jane), y su último disco del pasado 2013 “Heart Vs Mind”. Al que arribé gracias a los certeros consejos de Coco ( Antes Ciego que Sordo). Quien me puso tras la pista de este domador de melodías; a raíz de su testimonial lista de mi buen camarada.
Desde entonces y a pesar de que desde hace dos años Coco a aparcado por obligaciones su avistadora bitácora. Cada año por estar fechas seguimos teniendo nuestra necesaria dosis de buenos discos, para aplacar calambres al corazón y contracturas del espíritu. Y la de este desconocido hasta el momento autor, es un claro ejemplo de hallazgos tan necesarios, como exfoliantes son las tareas de todo un 2014 investigando en su espléndida discografía. 

Una cita obligada para cualquier amante de las melodías confortables, y de ese toque musical Californiano con el que se impregnan cada una de sus composiciones. Si el día que me puse a la tarea de escuchar su último disco, me vinieron de automáticamente los recuerdos de Beach Boys o Teenage Fanclub. Nadie que este exento del regocijo que produce escuchar a Jayhawks, Beatles, Wilco, Neil Young, The Kinks o de Gram Parsons (por poner nombres a su sonoridad); debería dejar escapar la oportunidad de escuchar a este pequeño geniecillo. Un tipo que en su natural sencillez, no pierde la ocasión de mostrar sus inspiraciones como algo totalmente lógico y reconstituyente.
Y es que amigos míos. Quisiera imaginar este minúsculo universo musical sin la defensa a ultranza de patentes de corso o la altivez de la que algunos hacen gala, cuando les preguntan por sus influencias. Cuando hubieron pioneros, y después colonos que se encargaron de predicar la palabra del Rock, y consiguientes mestizajes: Maestros, aprendices y generosidad a espuertas cuando compartimos aspectos tan diversos de la música. Las vías de doble sentido, y los collages que componen nuestro universo particular.

En “Heart Vs Mind” podemos encontrar mucho de lo anteriormente citado. Pero sobretodo, un puñado de canciones que ejercen el mismo efecto que una suave brisa que aleja nubarrones. Canciones que nacen en un punto de partida común: su armonía vocal. Y que toman su camino según las circunstancias anímicas e inspiradoras de Bryan, Adrian y el resto de músicos que lo acompañan.
No se trata simplemente de creer que por recordarnos a algo, o por el simple echo de conectar por nuestros gustos musicales. La música pierde la autenticidad y legitimidad. Todo acaba conectándose como pequeños nervios neuronales, y cada artista pone su nota de distinción cromosomática. Algo que Bryan Estepa lleva a cuestas con sus guitarras, carácter bonachón y de contagioso optimismo.
Su quinto disco tiende la mano de generosa confianza con “(If you follow) We Just Might Get Near”; una más que clara declaración de intenciones. Hay momentos para agitar el estado gaseoso que acompaña todo el disco, y surfear sobre las espumas descontroladas de “Them Fighting Word”, “Overnight” o “Come What May”. Pero en trazos generales, y dejándose llevar por todo ese sensacional retrato de escenas de despertares estivales: soles altos que deslumbran, invitan al acurruque. O que consuelan como largas tardes meditabundas de modorra placentera, para hacerse el muerto y dejarse llevar por la marea.
Heart Vs. Mind da con la clave por la que Pop, Folk y Rock pueden llegar a fundirse, sin apenas perder sus buenas cualidades. Discos que conectan toda su trayectoria por cambios apenas evidentes, pero que moldean con gusto la travesía. Notar por ejemplo que entre la belleza excelsa de “Nothing At All”; de rasgos clásicos pero certeros puñados al corazón y al nudo de la garganta. Se entrelazan y funden como el chocolate al calor del sol , con otras tan solo aparentemente opuestas: “She Vs Him” o “Restless”. Y es que de rupturas amorosas o ideológicas existen tantas como prismas y puntos de vista.

Bryan Estepa estará por nuestro país a partir del 27 de Enero, hasta el 31. Cinco citas que pese a la premura del plazo y la amplitud de su discografía; por cantidad, y calidad. Estoy seguro que tendréis la oportunidad de sucumbir a sus encantos, y si no... También podéis hacer lo que yo. Romper con el pasado y con aquello que nos asfixia como el corsé de una alocada bailarina de cancán: El insoportable peso de lo previsible, de aquello que hartos de gustarnos, nos seda como la adormidera.