Mostrando entradas con la etiqueta Libros. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Libros. Mostrar todas las entradas

sábado, 15 de diciembre de 2018

VIAJES , ENCUENTROS, Y CARTOGRAFÍA CARDINAL by Johnny aka Juanjo





Me imaginé una sola vez acompañado en el inmenso espacio, ese que por grande superpoblado y megainformado, hace solitarios a navegantes fuera de ruta.

La misma que en los 80’s, con las manos en el bolsillo y el cuello acurrucado sobre el pasamontañas que te compró tu madre, te hacía salir a la calle con la certeza de no encontrarte nadie con quien hablar de música.

Te zambullías en las cubetas, cajas de cartón de los encantes y mercadillos llenos de burrisoles, y te ennegrecías de polvo las yemas de tus dedos buscando una portada atractiva.

Sin apenas dinero para poder comprarte un escuálido Popular 1 o alguna otra revista con bandas escritas en clave. Solo quedaba la intuición, el vuelo sin motor, o la caída libre.



Había sabios, de amigos muchos que te contaban sus viajes a ferias de Barcelona o Girona como los de Marco Polo. Descubridores como Colón que siempre eran los primeros en escuchar sus cánticos de sirena. Los que adquirían un Melody Maker y hasta lo entendían e interpretaban.

Cajetas y carretas de cassettes repletas, con compilaciones regrabadas miles de veces, y si con suerte te ensartaban, indultadas y condecoradas con una hermosa portada casera.

Todavía conservo un cajón lleno y pese a que llevo poco equipaje en mi viaje. De los cassettes, sin mal nicho donde hacerlos sonar, no puedo desprenderme aunque lo pretendiera.





Han pasado los años; treinta desde aquellos tiempos.

La rareza de nuestros amores han fluctuado en modas, en celebraciones indies e incluso en multitudes que emprendieron tu mismo viaje.

Pero en realidad y pese a la llegada de internet, el consenso de lo alternativo como moneda de cambio, y el comercio masivo de TODO lo que se pueda vender y te haga distinto o exclusivo. La soledad sigue siendo más o menos la misma; si nos referimos a la pasión por lo indefendible o la ilusión casi infantil de acometer el disfrute como un juego entre muchos amigos y de lema: Cuantos más, más risas y múltiplos de historias son.

Me embarqué en un viaje sin retorno dentro de una pequeña cápsula y una miserable bitácora de manual. Y no fue hasta pasado un año, en Octubre del 2010, cuando me crucé extraviado con Txarls. Y un año más tarde (en las navidades del 2011), cuando tomé tierra en el Espacio WoodyJaggeriano de Johnny, saltando de liana en liana y de blog en blog.



Desde entonces, o por lo menos desde donde puedo más o menos señalar, no he vuelto a viajar solo por la blogsfera: Esa galaxia casi invisible donde se narran las historias más auténticas del subsuelo y el fondo marino en forma de noche cobalto.

Sin pretender que fuera una consecuencia con intención o ni tan siquiera un plan previamente urdido. He descubierto que la soledad esa de la que he hablando, cuando costaba encontrar interlocutores que hablaran tu misma lengua en décadas (y sin referirme a gustos, por supuesto), no es tal. En realidad no se trata ni de buscar.

Hay señales en el basto espacio que trascienden al inaudible murmullo, incluso al escándalo. Algunas que ni siquiera entiende la mayoría y que con una mirada o gesto otros sí.



Y Juanjo probablemente, es esa especie de navegante galáctico digno de aventura gráfica, sin rumbo fijo; que no a la deriva. Y como otros. No se si por el destino, que no creo en él, o por los designios de quienes se sienten solos y buscan. Nos ha agrupado en una nebulosa donde el gas y el polvo, son en realidad ideas, letras y notas musicales.

Un pequeño ecosistema que inevitablemente se alimenta de la vida del narrador. De la segunda persona, o de esa voz en off que acaba saliendo al centro del escenario de una patada, la que te dan tus pasiones y escritos. Y que te demuestra que en realidad, cuando escribes sobre estas cosas, hablas de tu vida sin quererlo.

Y no es cuestión de encadenarse ni al pasado ni al presente, no. Sólo consiste en cogerse de la mano y viajar en compañía. Por más solitario que parezca y por años luz que aparentemente separen nuestras coordenadas.



1050 DISCOS CARDINALES es ese cardiograma a base de pulsos vivenciales y melodías en forma de discos.

Un viaje con 1050 paradas únicas, pero también 1050 motivos para abandonar la comodidad de nuestros gustos y explorar nuevas rutas necesarias si uno no quiere ser esclavo de su zona de confort.

En definitiva, una invitación a explorar territorios excitantes donde no hay mejor enigma que el compartido a viva voz. Dejarse derretir entre las rejas del tiempo y colarse entre sus grietas.

Manual para algunos. Atalaya para otros, que sabiendo de gustos propios quieren encantarse con ajenos y que para su sorpresa acaban siendo comunes. Un quitarse el cerumen de las orejeras y los blinkers del mortífero exclusivismo actual . Para zambullirse a pulmón en un libro de oxigenantes branquias por hojas, con el que recorrer una particular y singular travesía musical histórica y a la vez autobiográfica.





El 29 del presente mes de Diciembre del 2018 a las 18:30. En la mítica DISCO100 de Barcelona, en pleno Barri de Gràcia. Tendremos a Juanjo surcando vinilos de aquellos que ilustran toda una vida: la suya, la nuestra y la de quien se quiera acercar a compartir carne y hueso, y un mucho de emoción narrativa en forma de libro.

Allí estaremos como bien dice él: los suficientes. Ni uno más, ni uno menos.

Viajeros como es mi caso y la de muchos otros. Que dejamos de hacer esta travesía por un mar y espacio de música inabarcable y felizmente todavía por descubrir, en soledad. Y donde las millas de distancia y la oscuridad, no impide encontrarnos como polillas en la noche. Para compartir y disfrutar de aquello que nos une: pasión, amistad y generosa complicidad.
Os esperamos!!



lunes, 20 de octubre de 2014

35 MUERTOS, DE SERGIO ÁLVAREZ Editorial Anagrama/2011 o 2013 según edición.


* "Ayer los sicarios degollaron a no sé cuántos desdichados y les   hicieron la corbata, sacándoles la lengua por el cuello"



Hoy toca por fin hablar de él, de mi libro. Compañero incansable que ha coloreado de mil desventuras esta larga travesía hasta las puertas del tribunal. Y que aun a falta de veinte páginas para sentenciarlo, será condenado a buen seguro mientras todavía humeen estas líneas.
Tocado por la varita de la inopia me ha costado de verdad, lo que no lo había hecho ningún otro libro. Quien sabe si por el placer de levantar el pie del acelerador, cuando uno cae por fin en las redes de una buena historia. O por simple desconexión del presente, que en constante genuflexión te postra y apisona sin titubeos. Cuatrocientas ochenta y nueve páginas con las que este Bogotano resume en nueve años de escritura, su propia aventura a la hora de retratar su Colombia natal desde los intestinos: las calles, y sus actores secundarios más anónimos y auténticos.

Y es que aunque me he prometido mil y un veces ante el espejo, no desahogarme con mis propias taciturnas miserias; esas que a uno parecen absorberle el seso, la capacidad imaginativa y el poder ensoñador. Hete aquí que me he visto con semejante bocanada de realidad entre las manos, para acomodar los malos pensamientos, dormirlos y así poder fantasear en otras latitudes, más lejanas y extraviadas. Decisión errática si se quiere, pero tremendamente emocionante a la par que regeneradora. Es tanto el tiempo que ha pasado sin que las páginas de un libro me secuestraran el juicio. Que con este ha sido como una mezcla de veracidad y abducción a la juventud egoísta, en la que discos, libros y cómics eran los únicos que con total certeza le empapelan y amueblan a uno la cabeza.
Toda para mi sentado sobre un banco del parque mientras que la velocidad del descenso y la introspección consume el pitillo hasta abrasarte los dedos. Ese envasado al vació al que se reduce el griterío de los chiquillos, el rumor de las cotorras y el paseo constante de coches y motos. Porque la buena prosa tiene esa capacidad mágica de detener la vida y hacer brotar como lucecitas, nuevos tallos en tus entrañas.


Botones cometió el último crimen nueve meses después de muerto; mientras vivió y anduvo suelto por Colombia asesinó a trescientos veinticuatro ingenuos que tuvieron la mala suerte o el atrevimiento de cruzarse con la rabia, las ambiciones o las armas que el bandolero siempre escondió bajo la ropa. Como todo buen asesino, Botones siguió matando mientras se pudría en el cementerio.
Suenan los primeros acordes de “Don Goyo” de las cuerdas vocales de Graciela Arango de Tobón, y arranca así la aventura de un anónimo circunscrito en el momento de la muerte de Botones y de su trascendencia después de muerto: El soldado que asesinó, la novia de éste que buscó consuelo en un viejo pretendiente para concebir al protagonista, la puta a la que fecundó antes de morir, y la consecuencia de semejante cruce de casualidades. Una historia en clave de aventura de supervivencia, por el cual Sergio Álvarez intenta en una búsqueda continua, descifrar las claves de la violencia en su Latinoamérica; en este caso en Colombia, Bogotá y los escenarios rurales que circunvalan (de los 70, al cambio de Siglo). No de una forma histórica o sociopolítica más recta y docente. Sino desde las vivencias de un perdedor y todas aquellas personas que se cruzan en su camino, y que vertebran el guión en infinidad de biografías paralelas con las que mantenernos siempre en guardia; para no perder nunca, el ritmo siempre veloz al que nos convida. Todo desde la sencillez de sus gentes y con una naturalidad escalofriante y aterradora
Con una narrativa caníbal, endiablada y sin tregua alguna, el escritor a golpe de cumbia, rumba y bachata; con la música y el ritmo frenético de sus protagonistas como hilo conductor. Nos dibuja una Colombia despiadada, no falta de ternura y melancolía sin igual en boca de los personajes; que son los que realmente dan forma a la historia.

SERGIO ÁLVAREZ


35 MUERTOS es un libro distinto a todos aquellos que han intentado mediante la aventura, dar forma a un universo tan presente en nuestros días como desconocido desde fuera. Mantiene ciertos paralelismos con Cien años de Soledad, o un Lazarillo de Tormes más contemporáneo e imaginable. Sin embargo y aunque hable en la más pura ficción de situaciones crudas, hiperrealistas, y tremendamente sanguinarias. Mantiene siempre en alto esa chispa de esperanza soñadora por la que sus protagonistas discurren en incesante búsqueda germinal del amor inalcanzable, el sexo instintivo o la magia de la música: La Fania, Héctor Lavoe, Ismael Rivera, Rubén Blades, Willie Colón, Tito Puente... marcan los constantes cambios de escenario: “El man se quedó callado. ¿Le gusta Silvio? ¿Rodriguez? Claro. No mucho.¿Porqué? Ese hombre es un peleón y cree que hasta el amor es una batalla. Huy, hermano, le tiró a matar al pobre Silvio.Si quiere oírlo, póngalo. ¿Y Milanés? Ese sí me gusta, Milanés sabe querer ¡Tan romántico!, me burlé y el man casi que se vuelve a llorar. Puse un casete de Milanés y me recosté en la cama. Muchas veces te dije que antes de hacerlo había que pensarlo muy bien, empezó a cantar el negro Milanés y el man sonrió reconfortado. El man se recostó en mis piernas. Milanés pasó a cantarle a Salvador Allende y empecé a acariciarle el pelo. Era claro que ese man andaba muy jodido porque se quedó quietico, cerró los ojos, encogió el cuerpo y volvió a llorar hasta que se durmió
 
Hasta ochenta y dos canciones requiebran y cambian el paso con cada estrofa y su autor en cada giro de la narrativa, en cada uno de los intentos vanos por enderezar sus existencias. El libro supura calidez y rítmica por los cuatro costados, esa magia soñadora de revolución que vela por momentos la verdadera tragedia del relato. Pero que en ningún momento varía el avance imparable de la novela siempre hacia adelante: suicida, trágico, sangriento, inconmovible pero aun y así poético. Con un menosprecio por la brevedad de la existencia que te hiela el aliento, pese al tropicalismo natural que rezuma. Repleto de guiños inocentes, tiernos y psicodélico donde drogas, delincuencia, supervivencia y desengaños, lo dotan también de ese inconfundible aroma a tragicomedia latina, violenta y despechada. Lo que contrasta en una maravillosa sinergia, con la condena y crueldad que se describe en su líneas; por mucho que intentemos con disimulo asirnos a la ternura de sus personajes.
35 MUERTOS tiene mucho de grito desesperado y de exigencia de respuestas, frente a la espiral de violencia que se perpetua en países como Colombia. Su estética solo en apariencia de oda aventurera no menoscaba el mensaje directo casi agónico, que sucumbe a menudo en la cotidianidad de los telediarios. Y además nos introduce con su prosa adictiva, pasional y emotiva... casi biográfica, en un universo a veces tabú donde la música fluye como una corriente sanguínea. El de La Fania como catalizador ideal para entender los flujos universales migratorios a lo largo y ancho del continente y las particularidades sociopolíticas de semejante echos en sus lugares de origen. Con unas influencias todavía poco reconocidas para los que nos fascinan la variedad cromática del binomio Cultura/Música, y el anonimato de sus protagonistas a pie de calle.
Así es como las vivencias exhaustas e invisibles de los protagonistas, han desmenuzado mi tiempo y espera. De este año en el que su longitud narrativa casi radiografían el largo camino hasta mi ansiada recuperación.
Un libro muy recomendable y esclarecedor; de verdad de la buena. Que en una mañana de Domingo perezosa, con la magia infantil de despertar a ritmo de radio en la cama, me sirvió el desayuno en forma de obra literaria de la mano del El Gran Quilombo de Radio 3 a los mandos de Consol Sáenz.

jueves, 22 de mayo de 2014

ROSA MONTERO_ LA RIDÍCULA IDEA DE NO VOLVER A VERTE




Se que las palabras se las lleva el viento y que la ligereza con la que algunos se empeñan en mostrar sus debilidades, no es más que eso: Fanfarronadas del que eleva el tópico a los altares de la cultura popular. Supone él y pienso yo, que cuando lo jalea su enfervorizado séquito de ignorantes licenciados, le dan la licencia patriarcal de la sabiduría. Pobre Cañete y políticos de labia concupiscente, que en su afán por llamar la atención como niños malcriados, no hacen más que reafirmar su condición de cerriles becerros.
De las farolas, postes y semáforos cuelgan estos días caretos de jokers perniciosos a doquier; son como esa especie de pesadilla de la que uno no sabe nunca si va ha despertar. Se balancean con el aire, se empeñan con tesón e insistencia en reventar presupuestos con cartas, panfletos, y fanfarrias. Y mientras en los colegios y hospitales; de donde deberían salir los sabios vocacionales y los remendados peones, se echan a suerte el susto o muerte a los chinos. Que puta paradoja es ésta la vida que nos ha tocado en suerte vivir!!
Son ese tipo de casualidades que relata la escritora Rosa Montero en su libro, y que parece uno encontrarse cuando hace la ronda nocturna nuestra anarquista mente. Esa clase de actos inconscientes que acometemos con la arbitrariedad del día a día, y que nos abocan al infierno o al paraíso según las circunstancias. Y sobretodo esa duda constante en la veracidad de nuestras creencias o descreencias: ¿Será el destino ese al que yo desprecio? ¿O nuestro instinto animal que nos encamina por puro morbo?



 

Este pequeño receso literario que regalé a mi pareja el Sant Jordi de 2013, y que he escogido al azar estos días para amenizar la espera de mis hijos en la piscina. Desenterrando como otros muchos placeres olvidados, estos meses de Ave Fenix; el de la lectura resulta aun más revitalizante que el de la música incluso, y como la semilla que me hizo encontrar el gusto por escribir.
Parece haber sido elegido éste, por el más maquiavélico de los subconscientes; sin pretensión, intención ni el más abominable de los masoquismos. Así de buenas a primeras y con ese maldito y enfermizo poder asociativo que tiene nuestra traidora cabeza. Sin poder evitar el camino que cogen nuestras divagaciones. Y descendiendo al averno para vivir en primera persona la lucha interna de sentimientos y voluntad. He devorado sus 230 páginas entre el olor a hipocloríto, el vapor insoportable, y las conversaciones surrelistas de los infantes.
Tan fácil y adictivo que no llegaré a saber con certeza si la velocidad de la lectura era fruto de esa prosa tan despreocupada y caníbal de la que hace gala esta Madrileña sexagenaria; que por cierto cualquiera lo diría por la viveza de su léxica. O era esa angustia apremiante cuando lees algo tan presente en tu vida, que lo quieres consumar de un plumazo.

Después resulta que este libro tan aleccionador para ministros prepotentes como para pirómanos de la cultura; que tanto me soliviantó. Tiene también una lección propia con la que espantar esa palabra prohibida que te acosa #La muerte. Ese cara a cara con el malditismo que circunda mis propias vivencias y las de quienes te rodean. Y que no se si te hace más fuerte, o por lo menos te proporciona el valor suficiente para digerirlas; pues las circunstancias de la vida/muerte, a veces te doblegan, te tambalean y te hacen dudar.
En La Ridícula idea de no volver a verte/2013; catorceava novela de esta despierta escritora. Rosa utiliza las vida en muerte de Marie Curie (María Salomea Sklodowska-Curie 1867/1934) para ejercer una especie de redención propia sobre la pérdida de su propia pareja. De entrada es inevitable pensar que la novela en cuestión es una historia triste no exenta de cierto masoquismo.
Sin embargo y como ella cuenta en el interior de sus páginas, es un camino a recorrer vital:
Hace muchos años, el periodista Iñaki Gabilondo me dijo en una entrevista que la muerte de su primera mujer, que falleció muy joven y de cáncer, había sido muy dura, sí, pero también lo más trascendental que le había ocurrido. Sus palabras me impresionaron: de echo, las recuerdo aún, aunque tengo una confusa memoria de mosquito. Entonces creí comprender bien lo que quería decir: pero después de experimentarlo lo he entendido mejor. No todo es horrible en la muerte, aunque parezca mentira (me asombro al escucharme decir esto).
Pero éste no es un libro sobre la muerte. En realidad no sé bien qué es, o que será.

No, desde luego. Por mucho que su dolor detone la historia, y sea el accidente de Pierre Curie y su paralelismo junto a la emocionante historia de la científica, los que desencadenen el torbellino de la historia. La novela sobrevive a la desgracia y al desaliento como lo que es: Una apasionante y estimulante historia sobre el amor, la ultrajada CIENCIA, y la lucha fratricida de la figura de la mujer en la sociedad; con todos sus parasitarios prejuicios.
Una novela que en su disección sobre una Marie más íntima, frágil y delicada, pone a prueba muchas de las suposiciones de la escritora y del mismo lector. Un libro repleto de una feminidad tan orgánica, como el llanto que reivindica a la primera y de las pocas mujeres que recibieron por dos veces el premio Nobel de Física. Y más tarde el de su hija mayor Irène en el campo de la Química por sus estudios sobre la creación de energía nuclear. Y donde se reivindica con una naturalidad tan ingeniosa como honesta la figura de una activista nata, de la que se sirve la misma literata para exorcizar sus dudas existenciales. En ese trayecto de giros y apuntes constantes, por los que cabalgan las dualidades de las dos protagonistas # Escritora y Científica. Se descubren una sinnúmero de sinergias entre, (personaje, narrador, y lector).
Y en ese tremendo espíritu de sacrificio de la científica, es donde parece asirse con fuerza Rosa Montero, para escupir su propios demonios; con determinación y rabia, pero también con una enorme ternura.

Y para acabar con esta recomendación literaria, a sabiendas de que no todo gira entorno a las amargas diabluras que nos acechan, a escritora y al que rubrica. Quisiera animaros a esta adictiva lectura, como una oportunidad imperdible para descubrir la excitante y poco divulgada historia de esta luchadora nata. Y la de tantas otras, que fueron silenciadas en una sociedad excesivamente patriarcal; y con la que por desgracia todavía coexistimos. Un viaje excitante repleto de detalles cotidianos de una época olvidada y oscura, que mantiene desgraciadamente muchas semejanzas con demasiados hábitos de la actualidad. Y que Rosa Montero acomete desde la máxima renuncia.
Una excelente novela que deambula entre lo autobiográfico, atiza sentimientos tan dolorosos como bellos, hace cómplice al lector por su ferviente y redentora sinceridad. Nos abre los secretos más íntimos de las relaciones entre hombres y mujeres, nos vacuna contra la ignorancia. Y nos instruye sobre la verdadera libertad de espíritu.
Allí donde la cultura es el auténtico y esencial antídoto contra la intransigencia y la debilidad, la mayor de nuestras virtudes.

viernes, 31 de enero de 2014

LAS LECTURAS A CONTRALUZ: #FREDERIK PEETERS, FERMÍN SOLÍS, Y EDITORIAL ASTIBERRI.





Salí al balcón y me senté en aquella diminuta silla de plástico que compremos para nuestro pequeño. Hacía un sol radiante y lo suficientemente cálido para contener al impetuoso invierno, pero no tanto como para que las ideas brotasen. Me había empapado la cabeza, y ni por esas era incapaz de construir dos frases completas con sentido. Así llevaba desde el ingreso; intentaba formular, inspirarme en los paisajes que veía desde los ventanales...
Una suerte de éxito si se comparaba con el cuarto cerrado de la UCI. Allí solo contaba la imaginación que espoleaban las drogas, y el ritmo de las constantes cada vez que saltaba una ventosa de su pecho o se quejaban las vías.

Pero lo cierto es que estaba casi seguro que al pasar de los días, en la soledad que dan las paredes de casa, y por fin abstraído del trajín de médicos, enfermeras, y auxiliares. Podría al final dar rienda suelta a su imaginación ¿debería a caso tener tantas cosas que explicar? No sobre lo sucedido; su suerte, o el trauma de estar en el filo del abismo. No, eso quería liquidarlo, licuarlo, y defecarlo como una intrascendente y accidental casualidad de la vida. Él lo que quería era volver a introducirse en esa paranoia vivida en los albores del despertar: Los universos paralelos, esa oscuridad latente con formas metálicas y modulares; llegó incluso a pasear a solas por una ciudad Italiana, para degustar un Salame Bianco con una copita de Amaro Siciliano, y fumar un cigarro. Las lógicas inexplicables e incluso aquello que alcanzaba a razonar.
Viajes al fin y al cabo fruto de los opiáceos, y que con el paso de los días, semanas, meses se sucedieron en una asepsia tan profunda y abrasiva. Y que lo lanzó inmediatamente ha buscar en el Sol, aquello que los antibióticos habían borrado sin dejar rastro; escribir tres líneas seguidas sobre algo, no se qué.

Por suerte no todo se perdió por el desagüe del olvido. Las horas interminables observando fijamente los detalles de la habitación también tuvieron su recompensa. Y de las muchas visitas de familiares y de soledad, aparecieron tres cuadernos ilustrados para matar las horas y aquello con lo que no pudo la enfermedad.
De eso se encargó mi cuñado, y de evitar la tentación de continuar leyendo “El Secreto” de Rhonda Byrne; mal que me pese el feo a las buenas intenciones de quien me lo trajo (un compañero de trabajo). A cambio si que sucumbí a los encantos minimalistas de aquellos tres cuadernos Cómic: Los tres de tamaño distinto, de color también, y tan solo concordantes en la encantadora sencillez del encuadernado que caracteriza a la editorial Astaberri.
Quizás debería ser el propietario quien escribiera estas lineas, pero mi insistencia cansina hizo aguas, y voy a ser yo el que se permita el lujo de rememorar mi afición por los cómics con estos estupendos cuadernos. 
 

En el fondo antes que hablar de meros cómics, (sin restar trascendencia al formato que yo leía con 12 años), podríamos referirnos mejor a historias ilustradas. Por lo menos en los dos relatos del joven Suizo Frederik Peeters y haciendo especial hincapié en una de sus primeras obras PÍLDORAS AZULES/2001.
Empecé sin embargo por EL AÑO QUE VIMOS NEVAR/2005 del Extremeño Fermín Solís. Un formato de historia muy distinto al de Frederik, y donde la narración, el tipo de dibujos, o la forma de ordenar las pautas flota sobretodo en un ambiente de total informalidad. Es ahí donde se sustenta el personal universo de este autor que por edad conecta directamente con mis mismos recuerdos; quizás por eso me lo leí casi de carrerilla. Bueno en realidad por eso y porque la historia que se halla entre sus páginas, tiene más de diario infantil que de relato al uso.
FERMÍN SOLÍS

La mayoría de recuerdos que tenemos aquellos que vivimos el fulgor de los 70's y 80's. Ese tipo de anécdotas que formaban el ritual de nuestra infancia, y que nos hacía vivir cada segundo como un nuevo evento o descubrimiento. Y en esencia, esa manera desenfadada y simple que se desprende alguien que pretende restar trascendencia y remarcar cotidianidad.
El Año que vimos Nevar además conecta directamente con “Los días más largos/2003”, formando así una especie de diario memorabílico de las olvidadas épocas, donde la calle formaba parte de la enseñanza habitual y de una colectividad tan natural como primigenia.



Hablar y soltar unas líneas sobre Píldoras Azules es sin embargo otra cosa bien distinta. Y no es que las páginas estén repletas de ese tipo de trascendencias que nos invitan a fruncir el ceño. No son las historias o el tipo de dibujo desaliñado de Frederik, donde casi se puede rozar con la imaginación un ligamen totalmente biográfico; si no la belleza de la naturalidad de la vida misma y de los seres que la poblamos: Sus pensamientos, sus métodos de autodefensa, las relaciones, y tantas otras cosas que hacen del género humano un torbellino de sentimientos que tambalean constantemente el sismógrafo que llevamos ahí dentro.
Pero sobre todo es una historia de amor tan desnuda, honesta, y sincera que lo acaba convirtiendo todo en algo verdaderamente más sencillo de lo que se empeñan nuestras fijaciones. En verdad es así como es el amor ¿no es cierto? Así nos relata en primera persona el autor una historia donde el SIDA intenta arrebatar el protagonismo, a él y a Cati. Los traumas existenciales que nos atormentan, las decisiones que marcan nuestros designios, el impulso libre que nos arrastra a romper con nuestros miedos, y lo más importante... Un canto despojado de compasiones y lamentos, que nos empuja a buscar la felicidad por encima de cualquier accidente u obstáculo.
Pero lo que más me ha gustado especialmente es la forma tan sana de conectar con quien la lee: Esos mismos trances que todos los adultos nos vamos encontrando sin ser exactamente los mismos, y que nos hacen partícipes de la historia. Las dudas que constantemente orbitan sobre nuestra cabeza, y la manera tan espontánea de resolverlas que tiene ese delicioso e imperfecto triángulo amoroso entre Frederik, Cati, y la criatura.

Hacía una eternidad que no me despachaba con un relato gráfico, y no creo que lamente más en la vida que haber dado mis tesoros más preciados de la juventud, mis cómics. Siempre infravalorados y subestimados tanto si hablamos de los hacedores de soñadores que fueron para mi Víboras, Makokis, Totems, o Cimocs. Y aunque se queden en meros ensayos al lado de Pildoras Azules, consiguen el mismo fantástico efecto: Introducirme entre los trazos imprecisos y sugerentes de los ilustradores, formar parte de esa misma aventura, o suponerme un talentoso dibujante de mundos paralelos y un tanto absurdos. Más incluso que cualquier libro de los que halla leído, que ya es decir mucho.
FREDERIK PEETERS
Acabado el libro más absorbente de los tres, termino con LUPUS/2005 del que ha caído uno de los cuatro volúmenes de que está compuesto. El cual me he leído de una tacada a pie de consulta, mientras me atrincheraba tras sus páginas y su formato más grande por el bien de la humanidad; y de tres niños ajenos que no paraban de tocar los cojines. Así, de la misma manera que lo hacía con doce años abandonado a la introspección más absoluta de la tinta y el olor del papel.

Lupus es una aventura de la que poco puedo contar, teniendo en cuenta la brevedad de mi aperitivo. Suficiente de todas formas para encauzarte en el hilo de la historia, dejarte con la miel en los labios y con ganas de completar la serie. En sus páginas podemos encontrar ficción, o por lo menos un mundo más hostil y deshumanizado; de quien se encargan de humanizar sus protagonistas: Dos amigos aficionados a la pesca interspacial y a las drogas de todo pelaje, a quienes cambia la vida por completo un súbito encontronazo con sus personales demonios personificado en una joven.
Es muy posible que el echo de que la aparición de la muchacha, sea una mera excusa para que la relación de Lupus y Tony choque frontalmente. O un simple ejercicio de aterrizaje fruto de la propia alucinación de las drogas, desventuras, y nihilismo convulso en el que vivían; en una realidad bastante más dura. La de las relaciones humanas, vínculos sentimentales, o al de la misma muerte.








Tres fabulosos relatos vestidos de historieta, que sin duda me ayudaron a vislumbrar ese final del anodino túnel en el que se sume contemplativo uno, en la rutina de un hospital. Y que desde aquí recomiendo por obligada su lectura, en la tarea evasiva de quien se ve obligado a huir de la realidad bruta de un hospital; por suerte también hay sonrisas solidarias que te ayudan a ser feliz.

lunes, 18 de marzo de 2013

No mires a los ojos de la gente... EL PAIS DEL MIEDO_ ISAAC ROSA Seix Barral_2008








Que la vida pasa como un vendaval sin tan siquiera dar tiempo a carraspear, es una conclusión ha la que he llegado yo solito y sin ayuda: Tan fugaz e impaciente que nunca da pie a la decisión meditada, tan cruel e injusta que te abandona sin dejarte hacer cuentas ni inventarios, tan infiel y ordinaria que se larga con el primer adolescente que se le insinúa. Puta vida!!, como suele decirse en arrebato de maldición.

Recuerdo con cierta añoranza aquellos años de adolescencia aislacionista en los que el que los minutos se consumían lenta y gradualmente sin que la soledad diera signos de aburrimiento, aquellos en los que libros y la música eran mi mejor compañía. Dos complementos a la relación humana casi indispensables, incluso me atrevería a decir de manera egoísta que casi vitales para masticar, saborear y deglutir la vida prolongando hasta altas horas la digestión plomiza del recogimiento.
Las imágenes solo alcanzaban su plenitud estáticas e impresas en papel, detenidas ahí junto a los textos de forma indefinida, sin que aquellas que se movían de manera fugaz en la pantalla tuvieran la más mínima relevancia. Supongo en la vagancia de los recuerdos, que la tecnología de entonces emulaba con maestría a la de Julio Verne; dejando que aquellos inventos del diablo precisaran de un piloto para ilustrar al curioso, y ajustar las manijas del engendro.

Con todo esto, son casi quince los años que han pasado sin que mis manos asieran un libro; los justos para descubrir que tengo un ojo vago y la vista cansada. Pensando incluso que los avances me querían tentar a descubrir las bondades de un Ebook en el aumento de las fuentes, pero no.
Después de tanto tiempo y aunque sea para enriquecer mi prosa oxidada, he vuelto a coger un libro de aquellos en los que puedes usar tu nariz de punto, y embriagarte con ese inconfundible olor a imprenta. Algo que reservaba para una época indeterminada de retiro, donde poder disponer de eso que tanto nos excusa, el tiempo; y que me despertó el señor Sulo Resmes con su incondicional oferta literaria, aludiendo a mi santa mujer y a su avidez por devorar letras.
Puras falacias sí, para que engañarnos si en el fondo siempre he regalado lo que verdaderamente yo deseaba leerme a toda costa. Solo puedo decir en mi favor misericordioso que lo hice con la sana idea de abrir nuevas rutas. Consiguiendo con ello recuperar no solo la afición por juntar letras, si no de leer las de otros bastante más lúcidos que el aprendiz aquí de cuerpo presente.


Un libro de edición de bolsillo (no soy muy manías en el arte del encuadernado, si no es que le faltan letras por la economía del formato), con una narrativa excitante y adictiva; perfecta para uno que como yo, le pierden los nervios y la concentración en disertaciones profundas.
Isaac Rosa es un autor de relativa juventud, sus 39 años le han dado para fraguarse en las columnas del diario PÚBLICO una trayectoria hasta el momento brillante e incisiva. Y la novela que nos ocupa es la quinta de seis que ha escrito desde que en 1999 se lanzara a la aventura de la narrativa. En el tiempo bien aprovechado por éste, colabora en tono reflexivo en la cadena Ser y colabora con numerosas publicaciones en internet. Auténtico suicida a la hora de escarbar más allá de la mera sintaxis gramatical de nuestra sociedad actual; Isaac siempre se ha caracterizado por dar un paso más y arañar en aspectos que por cotidianos, parecen estar exentos de un tratamiento literario de ficción realista. LA CIUDAD DEL MIEDO es sin lugar a dudas su ejemplo más audaz para convertir la situación más común, en un angustioso y apasionante relato de terror y suspense.





Una novela ligera de fácil y adictiva lectura que rebusca en nuestro interior, para extraer aquello que disimulamos celosamente, el miedo y la cobardía. Un miedo que poco tiene que ver con el terror ficticio a lo desconocido; el suyo, el miedo del que Isaac Rosa nos habla es un miedo mucho más cotidiano, y que cohabita a diario con nosotros: Un miedo que implica, crea desasosiego, y produce una reacción en el lector de odio y autodefensa tan curioso como todo lo que se extrapola en esta historia tan particular y a la vez familiar.
Una historia descrita desde los pensamientos obsesivos de un personaje protagonista que se va descubriendo progresivamente y que acaba desencadenando en una narrativa que por momentos roza con lo esquizoide, provoca compasión y angustia, de la misma manera que acaba ilustrando un reflejo cruel y despiadado de nuestra sociedad: El rechazo, los peligrosos Status Quos, las apariencias, el aislamiento , o el miedo a no cumplir las expectativas depositadas en nuestra posición social. En realidad son aquellos miedos que van surgiendo y que nos modelan a todos , por la naturaleza de nuestra propia personalidad.


En realidad la verdadera virtud que hace de esta novela un relato apasionante, es la manera del moldear que tiene Isaac algo tan abstracto como el miedo. Primero desde la desconfianza y progresivamente desde la fobia aislacionista del cobarde propiamente dicho; las sensaciones que nos va provocando reaccionarias en algunos casos, en otras compasivas, y en general autobiográficas por ser algo que todos hemos experimentado en alguna ocasión.
Además de rebote consigue abrir un debate interior en el que nos podemos cuestionar con facilidad la naturaleza de nuestros temores particulares, el contexto de los miedos sociales según la categoría de las castas existentes, el ataque legítimo como autodefensa, o los numerosos errores que existen en el modelo de convivencia de nuestra actual civilización moderna. Algo que puede parecer una chorrada, pero que Isaac Rosa va esquivando con mucho tiento sin que la novela pierda la velocidad y la tensión del relato o la historia que toma como ejemplo. Consigue meternos en el personaje, familiarizarnos con los actores secundarios y hacernos sentir una extraña sensación de compasión y de odio ciertamente curiosa. Y es fácil que incluso al leer esta excitante historia nos sobrevengan momentos de verdadera ansiedad, de incertidumbre, de ternura compasiva, de rabia o de impaciencia al no saber hacia donde nos lleva el suspense de esta historia.
En definitiva, EL PAIS DEL MIEDO es una novela muy recomendable. Primero porque te engancha en el segundo párrafo, segundo porque transmite verdadero pavor, tercero porque sabe modular ese miedo del lector creando toboganes de sensaciones bien diferenciadas, te invita a la reflexión y te coloca en múltiples puntos de vista. Tiene también una tierna alegoría al cobarde que todos llevamos dentro y que nos empeñamos en hacer desaparecer como autodefensa, pero que surge periódicamente a lo largo de nuestra vida.
Y como no, todo esto lo consigue con una lírica rica y digerible, tejiendo una historia con principio y final pero nunca dando carpetazo a un tema que nos es común y con el que conviviremos de por vida.