lunes, 18 de marzo de 2013

No mires a los ojos de la gente... EL PAIS DEL MIEDO_ ISAAC ROSA Seix Barral_2008








Que la vida pasa como un vendaval sin tan siquiera dar tiempo a carraspear, es una conclusión ha la que he llegado yo solito y sin ayuda: Tan fugaz e impaciente que nunca da pie a la decisión meditada, tan cruel e injusta que te abandona sin dejarte hacer cuentas ni inventarios, tan infiel y ordinaria que se larga con el primer adolescente que se le insinúa. Puta vida!!, como suele decirse en arrebato de maldición.

Recuerdo con cierta añoranza aquellos años de adolescencia aislacionista en los que el que los minutos se consumían lenta y gradualmente sin que la soledad diera signos de aburrimiento, aquellos en los que libros y la música eran mi mejor compañía. Dos complementos a la relación humana casi indispensables, incluso me atrevería a decir de manera egoísta que casi vitales para masticar, saborear y deglutir la vida prolongando hasta altas horas la digestión plomiza del recogimiento.
Las imágenes solo alcanzaban su plenitud estáticas e impresas en papel, detenidas ahí junto a los textos de forma indefinida, sin que aquellas que se movían de manera fugaz en la pantalla tuvieran la más mínima relevancia. Supongo en la vagancia de los recuerdos, que la tecnología de entonces emulaba con maestría a la de Julio Verne; dejando que aquellos inventos del diablo precisaran de un piloto para ilustrar al curioso, y ajustar las manijas del engendro.

Con todo esto, son casi quince los años que han pasado sin que mis manos asieran un libro; los justos para descubrir que tengo un ojo vago y la vista cansada. Pensando incluso que los avances me querían tentar a descubrir las bondades de un Ebook en el aumento de las fuentes, pero no.
Después de tanto tiempo y aunque sea para enriquecer mi prosa oxidada, he vuelto a coger un libro de aquellos en los que puedes usar tu nariz de punto, y embriagarte con ese inconfundible olor a imprenta. Algo que reservaba para una época indeterminada de retiro, donde poder disponer de eso que tanto nos excusa, el tiempo; y que me despertó el señor Sulo Resmes con su incondicional oferta literaria, aludiendo a mi santa mujer y a su avidez por devorar letras.
Puras falacias sí, para que engañarnos si en el fondo siempre he regalado lo que verdaderamente yo deseaba leerme a toda costa. Solo puedo decir en mi favor misericordioso que lo hice con la sana idea de abrir nuevas rutas. Consiguiendo con ello recuperar no solo la afición por juntar letras, si no de leer las de otros bastante más lúcidos que el aprendiz aquí de cuerpo presente.


Un libro de edición de bolsillo (no soy muy manías en el arte del encuadernado, si no es que le faltan letras por la economía del formato), con una narrativa excitante y adictiva; perfecta para uno que como yo, le pierden los nervios y la concentración en disertaciones profundas.
Isaac Rosa es un autor de relativa juventud, sus 39 años le han dado para fraguarse en las columnas del diario PÚBLICO una trayectoria hasta el momento brillante e incisiva. Y la novela que nos ocupa es la quinta de seis que ha escrito desde que en 1999 se lanzara a la aventura de la narrativa. En el tiempo bien aprovechado por éste, colabora en tono reflexivo en la cadena Ser y colabora con numerosas publicaciones en internet. Auténtico suicida a la hora de escarbar más allá de la mera sintaxis gramatical de nuestra sociedad actual; Isaac siempre se ha caracterizado por dar un paso más y arañar en aspectos que por cotidianos, parecen estar exentos de un tratamiento literario de ficción realista. LA CIUDAD DEL MIEDO es sin lugar a dudas su ejemplo más audaz para convertir la situación más común, en un angustioso y apasionante relato de terror y suspense.





Una novela ligera de fácil y adictiva lectura que rebusca en nuestro interior, para extraer aquello que disimulamos celosamente, el miedo y la cobardía. Un miedo que poco tiene que ver con el terror ficticio a lo desconocido; el suyo, el miedo del que Isaac Rosa nos habla es un miedo mucho más cotidiano, y que cohabita a diario con nosotros: Un miedo que implica, crea desasosiego, y produce una reacción en el lector de odio y autodefensa tan curioso como todo lo que se extrapola en esta historia tan particular y a la vez familiar.
Una historia descrita desde los pensamientos obsesivos de un personaje protagonista que se va descubriendo progresivamente y que acaba desencadenando en una narrativa que por momentos roza con lo esquizoide, provoca compasión y angustia, de la misma manera que acaba ilustrando un reflejo cruel y despiadado de nuestra sociedad: El rechazo, los peligrosos Status Quos, las apariencias, el aislamiento , o el miedo a no cumplir las expectativas depositadas en nuestra posición social. En realidad son aquellos miedos que van surgiendo y que nos modelan a todos , por la naturaleza de nuestra propia personalidad.


En realidad la verdadera virtud que hace de esta novela un relato apasionante, es la manera del moldear que tiene Isaac algo tan abstracto como el miedo. Primero desde la desconfianza y progresivamente desde la fobia aislacionista del cobarde propiamente dicho; las sensaciones que nos va provocando reaccionarias en algunos casos, en otras compasivas, y en general autobiográficas por ser algo que todos hemos experimentado en alguna ocasión.
Además de rebote consigue abrir un debate interior en el que nos podemos cuestionar con facilidad la naturaleza de nuestros temores particulares, el contexto de los miedos sociales según la categoría de las castas existentes, el ataque legítimo como autodefensa, o los numerosos errores que existen en el modelo de convivencia de nuestra actual civilización moderna. Algo que puede parecer una chorrada, pero que Isaac Rosa va esquivando con mucho tiento sin que la novela pierda la velocidad y la tensión del relato o la historia que toma como ejemplo. Consigue meternos en el personaje, familiarizarnos con los actores secundarios y hacernos sentir una extraña sensación de compasión y de odio ciertamente curiosa. Y es fácil que incluso al leer esta excitante historia nos sobrevengan momentos de verdadera ansiedad, de incertidumbre, de ternura compasiva, de rabia o de impaciencia al no saber hacia donde nos lleva el suspense de esta historia.
En definitiva, EL PAIS DEL MIEDO es una novela muy recomendable. Primero porque te engancha en el segundo párrafo, segundo porque transmite verdadero pavor, tercero porque sabe modular ese miedo del lector creando toboganes de sensaciones bien diferenciadas, te invita a la reflexión y te coloca en múltiples puntos de vista. Tiene también una tierna alegoría al cobarde que todos llevamos dentro y que nos empeñamos en hacer desaparecer como autodefensa, pero que surge periódicamente a lo largo de nuestra vida.
Y como no, todo esto lo consigue con una lírica rica y digerible, tejiendo una historia con principio y final pero nunca dando carpetazo a un tema que nos es común y con el que conviviremos de por vida.


martes, 12 de marzo de 2013

PATRICK WATSON 10/03/2013 23 Guitar Festival BCN Sala Luz de Gas



Me he vuelto a levantar con otra mañana soleada: Descorrer las cortinas, subir la persiana, y abrir la ventana para que aire templado que empuja caprichosamente el anticiclón de las Azores, entre por ellas e inunde el cerrado de la habitación con olores de Primavera; es como poco, uno de los mejores exfoliantes para el espíritu entumecido por las húmedas y gélidas pasadas semanas.
El aire sopla, ventila, atempera y remonta erizando el bello. Se oye el borboteo del agua en la perola esperando que los spaguettis se lancen sin rubor alguno, la cebolla cortada del sofrito perfuma la cocina para que a uno se le salten las lágrimas por tal conjunción de elementos , y la cerveza hidrata los resecos labios cuando en el salón resuenan cavernosos los acordes del misterioso “Just another ordinary Day/2003”. Estos primeros meses de 2013 nos han agasajado con tantos eventos que he tenido que jugarme a los chinos lo verdaderamente merecedor, difícil tarea si uno tiene por bueno todo le que se pueda descubrir, como si el fin de todo estuviera a la vuelta de la esquina.

Me he decidido por Patrick Watson y no por unos Yo la Tengo, Sr Chinarro, Soft Moon, Eels, o Beach House, por la sencilla razón de escoger algo distinto con lo que me topé hace escasos meses. De no ser así , seguramente su último disco “Adventures in Your Own Backyard” hubiera aparecido en algún lugar de mi lista de confortables escuchas del 2012, pero no fue así. No obstante al llegar hasta este Canadiense con aires de personaje inquieto, en momentos histriónico, y en su mayoría virtuoso de las melodías visuales; hubo algo que me conectó de inmediato a ese sonido al que difícilmente podemos calificar como estilo, si no simplemente dejar que aquello que escuchamos se nos muestre como visión o como una presencia decorativa de nuestra galopante imaginación.
Músicas que sirven para que uno pueda proyectar imágenes y situaciones, a la vez que disfrutar del masaje en nuestros oídos. Seguramente son estas situaciones que se dan en el más común de los mortales, pero en esta ocasión sin saber bien porqué las veo más acentuadas: Todas o casi todas las músicas posibles nos transmiten imágenes, recuerdos, o situaciones; pero hay algunas que acentúan esa creciente sensación de estar ante una fábula musicada, de ser un personaje de Lewis Carroll, o sencillamente escuchando la banda sonora más cotidiana posible.



Hacia muchos años que no acudía a un concierto en un Domingo de sopor y relax, sobretodo cuando el tiempo acompaña a lo que cada uno entiende por un Domingo con todas sus consonantes, sílabas y connotaciones. También ha sido mi bautismo en una sala legendaria como LUZ DE GAS, una situación y un lugar que se aviene poco a un músico como PATRICK WATSON, si nos orientamos por las coordenadas del “indie” maniatado.
Pero todo está cambiado por suerte a pasos agigantados: Nuestra percepción de la música alternativa, la limitación de las etiquetas, y sobretodo nuestra cada vez más amplia perspectiva en lo que se refiere a músicas que ya no se avienen a ningún género en concreto. Todo esto hace que el público con carácter más aventurero se abrace a músicos como Andrew Bird, Rufus Wraintwright, Bon Iver, o el que nos ocupa, el Canadiense de Montreal Patrick Watson.

Los 18 grados de temperatura que inusualmente templan la ciudad, hacen que en las inmediaciones del escenario bulla el público más tempranero en un caldo caluroso y pegajoso. Los que como yo no daban crédito al horario del concierto, las ocho de la tarde, nos hemos tenido que conformar con ocupar la segunda línea de tiro: Aquella que delimita el foso de Luz de Gas con el control de sonido y el cacharreo de la barra, un verdadero inconveniente si se tiene en cuenta la absorción que ejerce la música de este personajillo de vivaces ojos y semblante cómico, que es Patrick.
Un escenario sorteado por dos grandes filtros circulares alineados de forma tridimensional, que juegan un papel caleidoscópico y multidimensional; donde la proyecciones atraen a los presentes como polillas embelesadas. Un piano de cola digno para las inquietas manos del loco de Patrick, y el resto de músicos acurrucados; formando como a él le gusta, un pequeño cónclave de armonía y confort. Así suceden las actuaciones que este desmitificador de la solemnidad ha paseado por medio mundo desde que se publicara su primer trabajo “Just Another Ordinary Day”; la mejor manera de definir la forma con que ataca la música este hombre.

Los que hemos tenido la suerte de echarnos un tiento con aquel directo en Washington del pasado año, grabado por la NPR. Sabíamos con más o menos certeza como sucedían las cosas cuando Patrick Watson, Simon Angell, Mishka Stein, Robbie Kuster, Melanie Bélair, y Benjamin Raymond se suben al escenario. Sinceramente nada comparado con tenerlos a unos metros y ser espectador directo de la puesta en escena de toda su obra, porque aunque los primeros compases de esta gira nos abran el apetito de forma ordenada, con cuatro de los primeros temas de su último disco: “Lighthouse”, “Blackwind”, “Step out for a While”, y “Quiet Crowd” . Estos son tan solo un pequeño apéndice de una obra musical que funciona como un exoesqueleto en constante evolución, pasando por cada una de las fases posibles de la evolución e involución: Unidad unicelular en las acapelas a pecho descubierto, en forma de crisálida cuando sus temas comienzan lenta y pausadamente, o estallando como mariposas Monarcas cuando sus canciones levantan el vuelo y se convierten en un acto colectivo total.
De echo toda su obra parece formar parte de un universo tan amplio y volátil como lo puedan ser sus interpretaciones; con lo cual, es indiferente el papel que quiera asumir su último disco porque todo pertenece a un mismo mundo. Da lo mismo que gran parte de su última entrega se halla ideado en un apartamento usando los objetos más cotidianos para construir melodías, y necesite de unos socios adecuados, como si se acude a los estudios más consagrados para plasmar una sonoridad. Porque la idea de la experimentación que revolotea por la cabeza de este director de orquesta, nace de la complicidad y del puro divertimento.

Tanto, que sobre el escenario Patrick Watson aparece y desaparece como un fantasma juguetón según lo demandan las circunstancias: Su magistral falsete funciona como un instrumento más, el piano cobra protagonismo puntualmente, y el resto de músicos hacen lo propio convirtiendo sus directos en un ser vivo cambiante e inquieto que se deja hacer. Es esta una de las ventajas más llamativas de su último disco: Quien da un protagonismo especial al Pop-Folk, en detrimento de la nocturnidad de sus primeros discos.
Su espectáculo sin embargo combina sin apenas disonancias su interés por la experimentación con sonidos caseros, la pasión por los Lumières, que aparecen en cortes nuevos como la fantasmagórica melodía de “The things you do”o “Where the Wild Things are”. Con destellos de su primera etapa en “Mary”, que sirven de nexo entre sus cuatro discos, a los que difícilmente se les puede atribuir un protagonismo clave; por mucho que halla sido con ADVENTURES IN YOUR OWN BACKYARD su disco más dulce, y con el que mejor se ha dado a conocer.

Parece asombroso ver como pueden combinar entre si cualquier tema de sus cuatro disco, aunque el concierto se apoyase principalmente en su último disco el que sonó casi al completo; y donde se alcanzaron momentos memorables cuando sonó la animada “Strange crocked Road”, o la que da título al disco en cuestión.
Puedes creer de igual forma que estas ante la banda sonora de un cuento de hadas. Pensar que aquello que escuchas es un Dub Balcánico de cámara como el cierre a cargo de un “Sleeping Beauty” (totalmente diferente a la del disco). O dejar pasar los días para que haga que tu subconsciente rememore todos y cada uno de los detalles que se esfumaron por la turbadora experiencia de oír pasajes, que van más allá del mero descubrimiento de su último disco. Sintiendo el irrefrenable deseo de zambullirte en la naturaleza onírica de sus composiciones: La poliédrica “Machinery of the heavens”, la íntima y delicada “Big Bird in a Small Cage” con el banjo y la voz de Maelanie como protagonistas. Sus canciones más directas y de índole Popera como “Luscious Life” que desataron la euforia de propios y extraños, o la vieja “Gealman” donde se mezcla cabaret y circo. Hasta la siempre desnuda “The Great Escape” en los bises finales.

La noche acabó con un público entregado, porque la mayoría de los allí presentes ya hacía tiempo que cayeron atrapados en la tela de araña de su música. Suponiendo la valentía que se necesita para aventurarse a un concierto para aquellos que todavía desconocen que en los silencios, pausas, y lentos desarrollos de la música de Patrick Watson se esconde la esencia de su encanto: Saber esperar con paciencia el momento por el que te dejas atrapar por la complicidad de su música.
Y ver que los principales encantos de este inquieto músico residen en gran medida, en el hierro que le quita a su magnífico virtuosismo a la hora de tejer atmósferas familiares. Siempre del lado del que quiere hacer a todos partícipes de la MÚSICA como motor que empuja, une, y confraterniza.

Sin duda uno de los conciertos, entre tantos que llevo a mis espaldas; que más he disfrutado en soledad, con un sonido más absorbente, y con un clímax más familiar. Para aquellos que quieran volver a revivir tan placenteros momentos, para quien quiera descubrirlo, o simplemente para los que quieran tener el concierto de Washington en su haber. Les dejo el enlace de Youtube para descargarlo con Jdownloader en HD.

Set List:

"Lighthouse"
"Blackwind"
"Step Out For A While"
"The Quiet Crowd"
"Words In The Fire"
"Into Giants"
"Strange Crooked Road"
"The Things You Do"
"Luscious Life"
"Big Bird In A Small Cage"
"Morning Sheets"
"Adventures In Your Own Backyard"
"Noisy Sunday"
"Beijing"
"Man Under The Sea"


miércoles, 6 de marzo de 2013

BEEF: LAS CATACUMBAS DE LA TIERRA PROMETIDA.





Escuchaba hace unas semanas el Telescopio: Programa radiofónico que cabalga en las ondas de la red: Inexistentes, invisibles y ocultas entre el entramado de las webs, redes, y bits por segundo que recorren este extraño invento que es internet.
En él que colabora eventualmente Fernando Alfaro (Sufin Bichos, Chucho...). Y en las atropelladas palabras de aquel en el que la dicción solo se desanuda cuando flota sobre una melodía, volví a paladear uno de aquellos nombres que te reactiva la memoria. No es ese tipo de activación que obedece a un quejido disgustado de la nostalgia. Me alegré de volver a escuchar BEEF en boca de otro, por pura necesidad interior.


Hay cosas que te empujan a ejecutar movimientos violentos, a sacudirte y a enclavijar la mandíbula  sin saber bien porqué. Quizás por una necesidad imperiosa por volver a sentir aquello que en muy pocas ocasiones me remueve ahora la música. No es un reproche tampoco, pero la banda extinta de Sant Feliu de Llobregat lo conseguían y sorprendentemente pasados los años aun me siguen produciendo esa misma reacción.
Un detalle un tanto preocupante que me ronda la cabeza en los momentos en los que percibo quizás demasiada quietud y monotonía. En una escena musical que por momentos parece haber establecido una velocidad de crucero dirigida por un piloto automático perezoso y falto relieves.
Siempre imaginé a Blas, David, Joanra, y Juanjo encaramados en los muros que delimitan los pequeñas y desordenadas viviendas de los polígonos industriales urbanos, en este pueblo de la periferia Barcelonesa. Apedreando tejados de Uralita , haciendo pequeñas fogatas en descampados, o sentados en un banco con una litrona y maquinando los designios de sus vidas.

Los entornos y los paisajes condicionan la emotividad de los cerebros aun por madurar, y los alrededores de la rivera del Llobregat dan para tener malas ideas y alguna cosa más: Gigantescas fundiciones con chatarra amontonada en inmensas pilas, químicas humeantes de fétidos perfumes, el puente del diablo, autopistas que parten como una sandía territorios decrépitos, la cordillera de Montserrat con sus protuberancias... y en el horizonte el litoral salpicado de contenedores. La revolución industrial acabó dibujando para bien y para mal un paisaje extrañamente desordenado en Barcelona, como en tantas otras ciudades de nuestro país: Vigo, Bilbao, Oviedo... Todas ellas con una desesperanza directamente proporcional en tiempos de crisis a la cantidad de industria pesada existente.
En la música de BEEF se perciben ese tipo de sensaciones , se pueden cerrar los ojos y tocar con la palma de nuestras manos una superficie fría y rugosa, polvorienta y llena de sedimentos metálicos que tiznan nuestros dedos. Sus guitarras circulares dibujan elipses repetitivas y cadenas de sonidos secuenciados que parecen abocarnos a una catarsis casi ritual.


Sus primeras grabaciones siguiendo la estela del Krautrock distorsionado de Velvet Underground, Sonic Youth, Yo la Tengo... quizás animados por unos Pavement exultantes en éxito y anarquía; nos conducían hasta otro tipo de territorios que daban carpetazo a la alegórica felicidad maquillada de un Brit Pop agotado por los propios defectos de su inmediatez. BEEF al contrario que otros congéneres surgidos en aquella misma época parecían buscar otra fuente de expresión.
Basta con escuchar pedazos de aquel “Sings and Tongues/1995-96” donde se amontonan sus primeras grabaciones en La Fábrica Magnética y en Acuarela: “Latino Man” por ejemplo , parece inspirarse en los pensamientos Dadaístas de POCH; “Mr Set” y “Ngnos Feeb” nos sugieren fantasmales mensajes satánicos con tintes industriales. La malévola adaptación de “Man of the Moon” de REM en “Malvas”, o la Velevetiana “6 Ft” que acaba descomponiéndose en un latigazo rabioso e hipnótico con tintes apocalípticos cargado de disonancias, una de la joyas ocultas de este albun perdido en el tiempo.


Mi primer encuentro con BEEF fue en la sala Bikini de Barcelona. Aparecieron como unos teloneros totalmente desconocidos, en uno de los conciertos que mayor expectativa levantaron PAVEMENT allá por 1997: Una minúscula sala a rebosar de “indies” tardíos que incluso se tuvieron que acomodar en el vestíbulo aquella noche. Se presentaba Brighteen the Corners, uno de los discos más introspectivos e interesantes de la banda de la Costa Oeste Californiana.
BEEF traían bajo el brazo su primer disco publicado en un sello más o menos de renombre nacional como Elefant, pero con unos recursos ínfimos y totalmente domésticos. Un hábitat donde se han desenvuelto como pez en el agua este cuarteto experimental. Bandas como MANTA RAY o DIABOLOGUM alcanzaron un éxito encomiable en la escena del Noise más experimental, sin embargo y pese a ser respetados y considerados como una de las bandas más inquietas de la renaciente escena alternativa nacional; BEEF siempre fueron un huésped bastante incómodo, para aquellos que buscaban algo más accesible que bailar.

FI QASR SHEIKH AL-DABANT/1996 fue aquel artefacto envuelto en un plateado diseño infantil, digno de una postal navideña pre-escolar el que emergió entre un tumulto de espectadores distraídos y bulliciosos. Supongo que de la misma forma que Michel Cloup tan solo consiguió hacer levantar la mirada de la cerveza a unos pocos de los allí convocados hace un mes. BEEF carecían por entonces de ese encanto personal y seductor para quien se atrevía a acercarse a su propuesta. No fueron ni por asomo aquella banda cómplice con la escena que algunos quisieron construir alrededor de bandas como: Los Planetas, La Buena Vida, Australian Blonde, La Habitación Roja, Automatics, The Privata Idaho y otros tantos.
Para ellos la “escena” era eso, la escena , en el sentido más literal de la palabra: Una especie de decorado que distorsiona y altera el criterio de quien crea y de quien escucha. Condiciona la creatividad, y predispone cuales son los patrones ideales para destacar sobre los demás, o para vivir en el ostracismo eternamente. Y decanta la balanza al juzgar qué y que no se espera del artista, porqué lo hace, y si está o no en un momento inspirado. Quizás todos estemos un poco involucrados en la manera tan cruel o desmedida que se ensalza, al igual que se lapida a quien crea; como si fuéramos lo suficientemente iluminados para introducirnos en la mente del que hace y deshace.
Algo por otro lado tan ambiguo y tan sujeto a debate según el punto de vista, que daría para otra entrada.
Aquel disco de nombre impronunciable confirmó aquello de “estar en el sitio, en el momento adecuado”. Pero es que BEFF por tener , tenían muy poco que ver con Pavement o el sonido que seguramente buscaban los allí presentes, ya me entendéis: Dinosaur Jr., Yo la Tengo etc etc. Melodía sobre un ingente de guitarras saturadas, pedales, acoples... pero melodías Pop al fin y al cabo.
BEEF no eran así, no. Podían llevar a equívocos al escuchar “Martinez”, con su aire Psicodélico. Pero al fin y al cabo la suya era una filosofía experimental con guitarras desde luego, pero sustentada en las bases conceptuales de la electrónica, donde se empleaban las guitarras como secuencias, y donde a partir de ahí jugaban creando ambientes y texturas en forma de Loops y progresiones. Muy cercanas a aquellos experimentos que en su día puso en práctica Martin Hannet, usando a Joy Division como Cobayas y que fueron determinantes en la forma de plasmar la desolación de los Mancunianos.
Suficiente cuando se escucha “Buxa Bargeld” pero insignificante si nos adentramos en piezas como “1001 N”, “Chasehunter”, “Mech” o “Country Jones”: Canciones que dejan como fundamentos pueriles la idea de pensar que BEEF eran unos meros alumnos de su mayores influencias.

Con la salida un año después de “ESPAÑA A LAS 8/1998” se volvieron más trágicos. Posiblemente algunos pensaron que su avance hacia un estatus de popularidad les iba hacer girar hacia la melodía amable , lo cual haría de su historia algo convencional y equivalente a las expectativas depositadas en ellos por los medios especializados. Puede que la dificultad por entender las directrices que movían a esta banda a dirigir sus pasos hacia terrenos pantanosos, sean lo que haga de su universo personal, algo magnético y misterioso.
España a las 8 contiene concentrado como un sirope de Taladrina, los ingredientes oleosos de la tristeza más absoluta. Una mirada de inquietante placidez que mantiene siempre un hilo de tensión, siempre latente en sus cortes. Quizás uno de sus discos más impenetrables por la densidad de sus melodías fantasmales, en las que siempre parecen flotar partículas que vician el aire: Las guitarras que se descomponen en “Lubrica” que parecen evocar a “Bela Lugosi is Dead” y que nos abren las puertas a estancias ruinosas, abandonadas... desaparecen los textos como el que omite cualquier apunte , dejando que las texturas hablen por si solas.
Ligher on my Balls” , “Basauri” , “King of Cha” son granos de maíz que se arrancan con las uñas de una mazorca bien reseca por el sol. O los desconchones de la abandonada pared de una vieja y ruinosa fábrica, que deja que el tiempo la vaya descomponiendo lentamente.
Se escapan los granos, se escapan los segundos, y desde el primer minuto hasta el último del disco; muestra a España a las 8 como a un moribundo que se arrastra y que transmite una imagen de total abandono: Sus notas son precisas y quirúrgicas, te atrapan; más por el placer de escuchar en sus canciones un retrato introspectivo de devastación, que por el carácter de sus melodías.


Para entonces BEEF parecían decididamente estar de espaldas a los cantos de sirena que se oían desde la otra orilla. Sin acabar de entender si la idiosincrasia autodestructiva de David Rodriguez y su carácter de solitario autista, parecían estar peleados con el sistema. O era una especie de idealista creativo que pasaba olímpicamente de los preceptos estrictamente comerciales. Elefant Records no parecía incomodarle, y a él le importaban un carajo las ventas , siempre y cuando tuviera libertad para crear.
MISERY LIES es una firme declaración de principios de aquel que está en desacuerdo con la creatividad como un sustento para alimentar su reconocimiento: “This is a Bussines of misery lies” repiten hasta la saciedad en “Misery”. Y no son pocos los que se han frustrado al topar con la incompatibilidad de la industria y la libre creatividad.
La fama es tan injusta, que cabría plantearse si es lícito para el oyente acometer la música como un bálsamo con el que hacernos un traje a la medida de nuestras exigencias. O que sea el libre albedrío del artista el quien empujado por su constante búsqueda se deje arrastrar por su inquietud; para que después entreabra la puerta y decidamos nosotros si entrar, o permanecer cómodamente estancados.
David Rodrígez define este disco como ¿situacionista? No sabemos si por pretexto o por capricho personal, pero aunque si es verdad que es un disco que se va tornando irascible conforme avanza y donde se nota en demasía las manos de Wharton Tiers, productor de algunos de los trabajos de SONIC YOUTH (Confusion in Sex, o A Thousad Leaves), basta con escuchar “My Bitch Friend” o “Poetics”.
Sigue teniendo sin embargo algunas joyas muy aprovechables como por ejemplo: “Backstreeta y los Bakalaeros Makis”, donde el Free Jazz nos da un respiro aunque tarde.

Antes de que David Rodrigez (principal impulsor de Beef) fuera consciente de la encrucijada que suponía haber colocado “España a las 8” como uno de las cúspides del Rock experimental patrio. Y la decisión de conducir la nave de BEEF hacia territorios inciertos, con la sola compañía de los más osados (Juanjo y Blas, tras el abandono de Joanra, y la entrada de Ramón Garcia al bajo).
Su incursión años antes en la electrónica minimalista y experimental de sus dos proyectos paralelos: TELEFILME y ANTI, junto a Tito Pintado de Penelope Trip que puso las voces y las letras. Debieron ser muy reveladores en cuanto al rumbo que acabó tomando LA BOHÉME/2002 dos años después. Un disco que retoma el carácter local de sus producciones y grabaciones, donde por experiencias anteriores, mejor se han aislado de posibles vicios e influencias exteriores.

Los estudios GRABACIONES DE MENTIRA (Vilanova i la Geltrú), donde también grabaron: El Niño Gusano, Alias Galore, Tea Servants, Onion, o Los Planetas con su ópera Egipcia. Consiguen que BEEF vuelvan a sonar tan frescos como sonó aquel “Eslanted and Enchanted” de Pavement. Ellos hablan de Krautrock , de Wire y de Fall, pero aquí los Californianos están más presentes que nunca por mucho que no se quiera admitir: Microcanciones de 2 min. Máximo que se van a la raíz de la melodía, malabares acertados que juegan con el Rock, el Pop, y el Punk y que acaban por ser aperitivos casi perfectos: “Fin de año” y esa mescolanza atribuible al “Here” de Pavement. “Platinum” que suena primorosamente inmediata y desgraciadamente corta para lo buena que es. O “Yo soy Cantante” patada en la boca a la difícil coexistencia entre Artista/oyente/industria donde rezan: “La arrogancia que nos hace diferentes nos convierte en iguales, y eso creo que es lo que nos distingue de los animales. Hoy todos queréis oír mi voz, todos queréis oír mi voz. Porque hoy soy yo el cantante” aquí tal vez sí podemos darle la razón en aquello del krautrock tan a lo Aviador Dro. 


Cuando cohabitan con Stereolab a la hora de jugar con progresiones adictivas, siempre desde la evocación en “Isabel”. O con los pequeños caprichos electrónicos que salpican todo el disco, “Sevilla”, “She likes Comet Gain”, o “Sizes”. Dejan a La Boheme como uno de sus trabajos más infravalorados, pese a la buena acogida por los medios especializados desgraciadamente BEEF jamás vendieron apenas discos. Y lo verdaderamente triste es que ahondar en una de las trayectorias más genuinas de nuestro país es una deuda todavía pendiente. Aún sabiendo que su obra se a de acometer con perspectiva por lo variada y experimental. Por estar plagada como está de alambres de espino, de trampas y de riesgos
 

En TELEFILME y posteriormente en ANTI como actor secundario, quizás emocionado por la idea de incluir esos elementos electrónicos posteriormente en aquel “España a las 8”, en forma de sampleados. Descubrimos una faceta , quizás inherente a la forma de diseñar el sonido de Beef. Una inversión de papeles en los que vuelve a la electrónica seminal de finales de los 70: Sintetizadores analógicos , cajas de ritmo , samplers , delays , Korgs... . Las herramientas que se utilizan son radicalmente distintas pero afines en el objetivo: Experimentación y recreación en paisajes aparentemente fríos pero emocionalmente palpitantes. En su mayoría pequeños bocetos totalmente imprescindibles para entender la relevancia de la melodía en la construcción de una canción , y que después serían puestos en práctica en La Boheme.
Podemos encontrar maravillas como “Pop-corn videodrome” incluida en su Ep de adelanto CATRASTOFE BABY/1997, que sobre un ritmo de Casiotone juguetón recrean uno de los divertimentos más simples a la vez que excitantes.
TITO PINTADO (PENELOPE TRIP)

Los dos únicos Lp's propiamente dichos son “FADE IN/FADE OUT/1995” y “POCKET HORROR SYMPHONY/1997”. Un proyecto que como el propio título define se trata de un mero ejercicio de supervivencia creativa, con el inconveniente de no existir Internet. Una metodología muy habitual actualmente pero que antaño necesitaba de una gran dosis de imaginación y tesón. Y más teniendo en cuenta que David y Tito solo se veían las caras en Gijón el día de la mezcla de las programaciones de uno y las voces del otro, al entrar a grabar.
De esa alianza nació años más tarde ANTI, un proyecto común de Tito que mantiene un parentesco intrínseco con las golosinas que manufacturó TELEFILME , de la talla de: “Electric Farm” , “Hi-fi Ghost” , “Da Haus” , “California Punch” , la maravillosa “I will follow the leader” o “Ride the Tiger” junto a “Copyright of the heart”. Canciones que se acercan mucho a discos como el debut de OMD, Soft Cell, Yazoo, o Cabaret Voltaire con un tono bastante más mínimal. Pero unidos por el Pop electrónico al fin y al cabo.




El regreso a los estudios como BEEF en 2002 , supuso una clara confirmación de que la banda de Sant Feliu de Llobregat operaba al margen de cualquier escena aparente. Una historia más o menos conocida hasta nuestros días, como si la intranet universal que nos lidera, estableciera el año 0 del inventario musical el mismo día que comenzó a existir.
El cambio de siglo dispuso de esta manera un vacío existencial hasta cierto punto inquietante. Y no son pocas las bandas que perdieron el tren de la gloria, permaneciendo en un limbo existencial del que solo saben las cuatro ovejas descarriadas que mataban su juventud bebiendo cerveza y fumando porros. Mientras contemplaban la lontananza de la playa, sonando en el coche esta y otras músicas de la misma índole. En vez de estar bailando en cualquier discoteca “indie” del momento.
Esta es una licencia jocosa que me he permitido, pero lo cierto es que BEEF pagaron el peaje de no ser una banda simpática por así decirlo. Siempre salpicaron su trayectoria con un extraño sentido del humor negro y subversivo, pero más como una forma de atacar lo establecido que como un intento de ser divertidos.


Por suerte o por desgracia lo mejor estaba por venir, y cuando tras diez años de carrera BEEF parecían haber desaparecido del mapa musical, apareció VICTORIA PRINCIPAL/2005. El disco póstumo de la banda Catalana, que descendió de los cielos como una revelación divina: Con un enorme culo de melón en primer plano, emulando a un brillante sol veraniego coronando la portada de su último disco.
Sin pararme a pensar ni un instante diría que uno de sus mejores discos. Si no el mejor, sí el más sorprendente, directo, y a la vez plagado de recovecos, el primer disco en el que deciden cantar en Castellano (más vale tarde que nunca).
Un disco que aunque parece romper con todo lo anterior, no viene a ser más que una evolución natural; tan natural como todo lo que emana de cada una de sus canciones. Algunos pensaran que es una traición a toda una carrera caracterizada por una fidelidad casi monacal a su sonido: Rocoso, industrial, esquivo, conceptual en cuanto al metraje, hasta cierto punto austero y primitivo. Una banda que adopto su idiosincrasia a golpe de martillo, forjando una relación con aquellos que se animan a seguirlos casi masoquista. Porque Beef jamás cedieron ni un milímetro a la complacencia de seducir con caramelos en forma de hits, quizás sí con caramelos envenenados pero nunca de manera predecible.


Sin embargo y aunque este último disco dé una primera impresión frívola y bonita de ese grupo arisco. Victoria Principal mantiene un estrecho vínculo con su pasado, aunque cambie los mensajes surrealistas por otros más dulces y directos, pero aún más sangrantes. En realidad más como una confesión antes de la retirada como... - Pudimos ser así, o incluso más amables si cabe. Pero BEEF somos como somos, así que aquí nos tenéis.


El contexto social y político en el que nació ese último disco de la banda parece tener un efecto determinante a la hora de atacar unas letras desde la honestidad. Y aunque David como artista siempre tuvo una visión cínica de la realidad; dejando que la música llevara la voz cantante, y sus mensajes entrecortados solo fueran arengas. Esta vez revierte los papeles y enfatiza sobre las letras con un mensaje claro, aunque juegue audazmente con la sugerencia, la poesía y lo explícito cuando encarta: “Songs that seems true” es la antesala del disco, una canción optimista que sin embargo juega irónicamente con el título y el estribillo, para definir el disco y los sucesos del año en el que Socialistas y Peperos mantenían un pulso por el poder. En “Bar Frankfurt” vuelven a ser ellos mismos con una letra que nos remite a la visión críptica que tenían Surfin Bichos o Chucho, quizás de las mejores del disco.
Y con “C'mon Rajoy” vuelven a la carga para ser lo más explícitos posibles, en una letra premonitoria que se podría extrapolar como una profecía a la actualidad de nuestros días. Además es curioso porque esta canción mantiene una consanguinidad premonitoria con otra que aparece en el último proyecto de David Rodrígez: “El más Romano del Mudo” incluida en su MARACAIBO/2011 , dos de los vistazos más lúcidos y contemporáneos de nuestra actualidad feroz.
Pero lo mejor es que sobre el disco planea de manera omnipresente la misma sensación de caos que conseguían transmitir Poch y Derribos Arias, con una acidez extraordinaria que roza el dulce esperpento: Asumiendo su papel de psicótico revanchista y descarnado con el que visten a quienes no se muerden la lengua cuando arremeten contra el sistema, la hipocresía o la demagogia. Un papel que con los años parece haber asumido David con total naturalidad y donde no se priva a la hora de lanzar dardos envenenados en “Nos plagian”, donde arremete sin pudor alguno supuestamente sobre algunas bandas coetáneas de la actualidad, si nos ceñimos a algunas perlas refiriéndose a la escena NoisePop: “Me dí cuenta que éramos el único grupo de ascensión humilde, los demás eran futuros jóvenes empresarios ultramillonarios jugando a hacer Pop, el único vínculo entre nosotros era tener un Inglés de juzgado de guardia”
En todo caso si dejamos de lado sus puñaladas más directas, podemos encontrar la verdadera belleza de este imprescindible disco póstumo, en canciones como “La transición” donde parece querer mirar atrás de manera reflexiva sin arrepentimiento ninguno: “sé canciones concepto , escucha si te atreves , y juzga si te atreves. Suerte que ya estoy a salvo... (estribillo)” donde afloran verdaderas preciosidades de agrio Pop doméstico como: “Mediterráneo”, o algunas donde sobran las palabras como “Gringoakparty” o “Fiesta”.
Hay quienes califican éste, como un disco eminentemente Pop y donde David parece querer preparar el terreno para su proyecto en solitario LA ESTRELLA DE DAVID. Sin embargo seguimos encontrando la presencia inquebrantable de BEEF, donde el resto de la banda juega un papel de cómplices tan esencial como el de su cabeza más visible. Los paisajes que se dibujan en canciones del simbolismo de “Sniffin' Eno”, “La resolución”, “Canción Wai”, y sobretodo la majestuosa “Mi camastro es fuerte”, siguen siendo los mismos talleres donde se deconstruyen géneros inventados como el Post Rock que acuñó Simon Reynolds para dilapidar el Rock clásico. Y donde ellos le dan el sentido libre que se merece, con sarcasmo, sin prejuicios, y en constante avance.


LA ESTRELLA DE DAVID continua con el camino emprendido hace 18 años. Un disco muy diferente a su primera incursión en solitario que a mi personalmente se me atascó soberanamente.
Una nueva imagen de David Rodrígez que nos lo presenta como un ermitaño mudado a una lejana montaña en el limbo existencial, desde donde parece contemplar la cacería de hienas en la que se está convirtiendo nuestra sociedad. Él sin embargo en la placidez de alguien al que parece importarle un bledo todo el ecosistema creado alrededor de la música alternativa; nos ofrece algunos de los textos más jodidamente lúcidos del Pop actual: Pequeñas minucias concebidas para tararearse , para silvarlas o escucharlas como aquel que está esperando que el mundo se vaya a la mierda.

"Escalofrío” donde invoca al líder de masas al que agarrarse cuando el mundo anda perdido simbolizado en un Michael Jackson celestial. Y “Un último esfuerzo” como una retirada donde aislarse y mirar con el rabillo del ojo a nuestro pasado. Entre estas dos joyas de canciones nos encontramos un repertorio producido con delicadeza y cariño, con letras cercanas y autobiográficas con las que sentirnos cómplices: Instrumentaciones cálidas, casi acústicas, voces que acompañan a la débil y desafinada de David dando un tono familiar a todo el disco; da cariño y puñaladas con la misma dulzura ceremonial que Jack el destripador mutilaba a sus víctimas.
Lo dicho, “El Romano más grande del Mundo” es de aquellas que uno puede oír hasta el final de los días. “Enrique VIII” la mejor manera de definir el amor como el pasajero que llevamos dentro, y surge tal que un alien, ¿y Decathlon? No creo que hallan declaraciones de amor jamás cantadas como la que nos recita David, salvo las del mejor maestro Kiko Veneno.
En la actualidad David Rodrígez continua su carrera en LA ESTRELLA DE DAVID, y LA BIEN QUERIDA ejerciendo de colaborador, músico, y productor. También ha producido Los Punsetes, se ha inventado junto Joe Crepúsculo Junco y Diamante, y ha puesto a prueba a toda la escena “indie” con numerosos escándalos. Aunque yo personalmente creo que como una especie de Andy Kaufman a la Catalana, se ríe de los prejuicios, las poses, la falsa actitud, y de la falsa moral ¿Punk? No se, pero va a su aire no le sigue el juego a absolutamente a nadie, y tampoco vende una imagen de falsa simpatía, con lo cual, para mi lo importante es la música. Eso de lo que deberíamos disfrutar sin enjuiciar a nuestros heroes de fantasía.


Si han sido capaces de llegar hasta aquí, en esta monumental travesía de datos, apuntes, y reseñas pasionales. Sepan que han demostrado un encomiable interés por una de las historias mejor escondidas de nuestra música, sí, de esa que tenemos ahí al lado y que a veces nos perdemos por la proximidad.
Si todo esto les ha despertado un mínimo interés por esta introvertida banda y no su menos polémico líder, tienen varias opciones puesto que no voy a hacer un dispendio de su extensa discografía: Las instrucciones en comentarios.... UN SALUDO!!

  1. Un sample donde me he tomado la molestia de incluir, los que para mi son los temas significativos de BEEF, TELEFILME, y LA ESTRELLA DE DAVID.
  2. Si alguien tiene un interés especial en alguno de los discos de los que yo recomendaría: Victoria Final_BEEF, Sing & Tongues_BEEF o Maracaibo_LA ESTRELLA DE DAVID puede seguir los rigurosos pasos:

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Agradecimientos varios , saludos o cualquier otra cosa si que se publicarán siempre y cuando no figure email alguno 


 01- FIN DE AÑO (Beef/La Boheme)
02- EL MÁS ROMANO DEL MUNDO (La estrella de David/Maracaibo)
03- YO SOY EL CANTANTE (Beef/La Boheme)
04- PLATINUM (Beef/La Boheme)
05- 6 FT (Beef/Tongues)
06- COUNTRY JONES MUSIC PARK (Beef/Fi qasr Sheikh-al-dabant)
07- C'MON RAJOY (Beef/Victoria principial)
08- ELECTRIC FARM (Telefilme/Pocket horror symphony)
09- LA RESOLUCIÓN FINAL (Beef/Victoria principial)
10- MI CAMASTRO ES FUERTE (Beef/Victoria principial)
11- BASAURI (Beef/España a las 8)
12- MISERY (Beef/Misery and lies)
13- LUBRICA (Beef/España a las 8)
14- DECATHLON (La estrella de David/Maracaibo)
15- I WILL FOLLOW THE LEADER
16- LA TRANSICIÓN (Beef/Victoria principial)
17- ISABEL (Beef/La Boheme)
18- MECH (Beef/Fi qasr Sheikh-al-dabant)
19- PRISTEEN TAKE TWO
20- SONGS THAT SEEMS (Beef/Victoria principial)
21- REBELDE SIN CASPA
22- MARTINEZ (Beef/Fi qasr Sheikh-al-dabant)
23- MEDITERRÁNEO (Beef/Victoria principial)
24- ENRIQUE VIII (La estrella de David/Maracaibo)
25- ESCALOFRÍO (La estrella de David/Maracaibo)
26- COPYRIGHT OF THE HEART (Anti/Anti)