domingo, 23 de junio de 2013

ROBYN HITCHCOCK & VENUS 3 19/06/2013 *Sala Apolo 2* LAS PUERTAS DEL DIABLO ESTÁN EN EL CORAZÓN.





Aun sin saberlo a ciencia cierta y con tres días de adelanto, como aquel que retando en duelo al destino: Chulea, vacila, y se la juega a una carta... total, ¿que más me puede pasar?
Primero porque los pocos ratos en soledad de que dispongo no los sé invertir en algo que no sea escribir; sobre cualquier cosa, que más da, si un viaje en automóvil con los pensamientos como único copiloto no dan mucho más que para analizar el paisaje, observar fijamente a otros conductores, escuchar música, o dejar que las locuras solitarias tomen las riendas de la incompostura. Por el camino entre locura y lucidez intento ordenar mis pensamientos (joder, que cinco horas de viaje dan para mucho!!). Lo que pasa es que generalmente al cabo de las horas se evaporan esas introducciones y exposiciones perfectas para una próxima entrada, disperso que es uno.
En cualquiera de los casos ponerme a escribir sobre un concierto al que ni tan siquiera se con certeza si voy a acudir, además de ser una soberana estupidez, para que negarlo, también tiene algo de inventiva porque... al margen de los detalles del evento de los que uno cree que tan solo florecerán todavía en caliente o al cabo de un día, me parece tan inútil o más soltar aquello de: Y ahí estábamos absortos todos nosotros, el público jadeante, la velada perfecta y... como moló el concierto. Tocaron tal y pascual, mi favorita, se le escacharró el ampli y nos dedicó unas hermosas palabras de agradecimiento para cerrar con dos bises que incluso tuvo que improvisar por el fervor de la gente:

  • Que sepáis que tan solo vengo de gira a España porque se come de cojones, bueno también por mi sufrido público
  • Y una mieeeeerda!!


Bueno oye, si a estas alturas del funeral tenemos el gusto de disfrutar de un sexagenario Robyn Hitchcock en plena forma, que narices!!; que sea por nuestra gastronomía. Que no todo van ha ser primas de riesgo e incompetencia lo que nos de la fama allende las fronteras.
Y otra cosa quiero decir yo antes de nada: No hay placer más churrigueresco que acudir a uno de esos conciertos de los que todo el mundo habla, pero que en realidad a pocos importan. De echo para que negarlo, Robyn Hitchcock como muchos otros artistas de esa escena imaginativa; lleva tantos lustros ejerciendo de intelectual imperceptible, que poco importa sufrirlo en solitario o en la justa compañía de hombre solos, parejas de novela, o abandonados.
Pensaba acudir para mi sorpresa con mi pareja al concierto, pero a última hora me ha hecho el salto de cama. Así que sin tener mayor importancia, ya que son muchos los conciertos a los que acudo solo por lo personal de mis últimas elecciones. Aquí me hallo recién llegado de tierras Alicantinas a donde mis razones laborales me han enviado; tres días después de inaugurar esta entrada por actos a la que pondré fin cualquier día antes del solsticio de Verano.





Sala Dos de Apolo contigua a su hermana mayor, y donde en los últimos tiempos he tenido el placer de descubrir aparte de su singular distribución y su acogedor tamaño, algunos buenos conciertos: New Model Army, Megafaun, Chuck Prophet y lo que el destino disponga; el precio intimidatorio de las cervezas (5 euros o lo que se pagaba hace unos meses por un Cuba libre), lo dejamos al margen, para no enturbiar el recuerdo.
Como suele ser habitual en este tipo de conciertos domésticos, la cantidad de público selecto que se dio cita cabía en dos palmas de mano abiertas. Y la suerte de encontrar aparcamiento a escasos metros de la sala me proporcionó la provechosa media hora para: Comerme una Pizza enrollada en las inmediaciones, concretamente en el 48 de Vilá i Vilá; una diminuta pizzería descubierta recientemente donde se puede saborear la mejor Mozzarella de Barcelona, una estupenda Modelo de barril y una buena conversación.
Como tengo la suerte de hablar con las paredes y hasta con aquellos que no respiran, también me dio tiempo de entablar cuatro apuntes con una pareja que repartía flyers a la entrada, sobre??.. Sobre la extrañeza de la música actual y el placer de acogernos a conciertos de viejos y aun por descubrir, músicos del pasado inexistente. Repartían flyers de la visita el próximo Otoño de Mr. LLOYD COLE en el Music Hall de Barcelona, lo cual me congratula por lo aventurero de estos jóvenes promotores (APE Music). Cita ineludible donde las halla.

Ya dentro del recinto y con Peter Buck (guitarra de los desaparecidos REM), acompañado por VENUS 3 sobre el escenario. Pudimos disfrutar del Rock Americano de tintes cabernosos, con el divertimento como perspectiva que practican estos cuatro veteranos.
No es que Peter Buck tenga unas dotes brillantes en lo que a la voz se refiere (mezcla de Alien Sex Fiend, estrella ebria, y voz cazallera según el tema); pero la verdad es que es encomiable la pasión que aun conservan estos músicos curtidos en mil batallas: Bill Rieflin, Steve McCaughey, Kurt Bloch; miembros de acompañamiento en las últimas giras de REM. Se lo pasan a su edad teta sobre el escenario, y eso es lo realmente meritorio del asunto, puesto que zambullirse en sus desvaríos garajeros, fronterizos, mestizos y Rockeros de baja alcurnia, tras años girando en escenarios gigantescos... Tiene en cierta manera, una curiosa reflexión sobre el mundo del Rock Establihment y el destino de los músicos de vocación.


Un set improvisado, barriobajero y relativamente corto; con Robyn Hitchcock apostado a la derecha del acceso a bastidores, entre las sombras de los focos. Que nos mostró la fantástica virtud de este grupo de amigos antes que socios, en el que convierten sus salidas de gira en desenfadados festines sobre el tablao. Cuando estas cosas se departen en comunión perfecta, la verdad es que todo lo demás poco importa: La inperfección de los acordes, la solemnidad del estrellato, lo inalcanzable de tus mitos, y cualquier cosa que a uno le pase por la cabeza cuando nos autoimponemos una barrera imaginaria entre el espectador y el artista. En este tipo de conciertos todo eso desaparece, y al final solo queda la sensación de una reunión entre viejos compañeros de viaje; músicos y seguidores.



Tal fue el desaguisado, que la aparición de Robyn Hitchcock sobre el escenario al cabo de unos quince minutos, se dotó de todavía más solemnidad y elegancia; (un dandy con cara de diablillo) al que los años parecen haber conservado en alcanfor. Lo suyo no es un saber llevar bien la vejez, como se suele decir de manera displicente, si no que ha ganado asombrosamente a lo largo de los años como los buenos vinos.
Desde que a finales de los 70 puso a cero el cuenta kilómetros con SOFT BOYS, hasta su posterior carrera en solitario del que guardo como oro en paño aquel primer Groovy Decoy/1982 con el que lo descubrí. A dado para que este Londinense establecido en el ámbito undrground Americano hiciera de brújula en listas Univesitarias, aquel hervidero de jóvenes bandas en la incipiente escena alternativa de aquellos años. También para aislarse de la tumultuosa escena Británica de la que tan solo tomaba prestadas, sus miserias y un ácido sentido del humor de puro costumbrismo.
Se ha permitido el capricho de revisar una infinidad de facetas de sus ídolos: Bob Dylan, Roxy Music, Lou Red, The Byrds, Syd Barret, y otros muchos más; todo ello sin dejar de construirse un universo tan personal y pragmático, que ahora con sus sesenta años recién cumplidos parece imposible concebir la música actual sin su presencia, y a pesar de que su existencia ha sido casi siempre sibilina.

En esta presente gira que lo ha llevado por cuatro o cinco ciudades de nuestro país, se intuía la puesta de largo de su sintético LOVE FROM LONDON. Sin embargo la compañía de VENUS 3 en perfecto concubinaje hacía presagiar otra suerte de destino; en un repertorio tan extenso el suyo, que reconozco en parte ese atractivo como el apetitoso cebo que me llevó hasta allí. Lo cierto es que con una banda eléctrica arropándole y su bagaje musical tan distinto, dejaba entrever por una rendija una noche tremendamente tentadora.
Ataviado con una de sus personales camisas entre lo excéntrico y lo elegante, armado con una armónica y las cálidas cuerdas de su guitarra compartió ese Español fronterizo que lo caracteriza; se despachó con una especie de aperitivo de desnudez tan exquisito, que de repente nos hizo olvidar el ruidoso y devenzijado set de Venus 3: La armónica saco humo y se despachó tres temas de las que supongo sonaron alguna de las incluidas en su personal homenaje a Bob Dylan, Robyn Sings/1996. Seguro sonó la reconocible “Visons of Johanna”, y “It's all over now, baby blue” creo, pues sinceramente no controlo esa parte de su repertorio, además “Sometimes a Blonde” de cosecha propia.

ROBYN SINGS/1999 (Bob Dylan live covers)

Se enchufó a los amplificadores con la banda de acompañamiento ya sobre el escenario, con una “Goodnight Oslo” en la que un magnífico y atemperado Steve McCaughey acariciaba el bajo haciendo a su vez del coro femenino que lo arropa en los últimos discos.
El excelente sonido de una banda tan bien engrasada hacía presagiar un noche repleta de caramelos venenosos, y así fue. El repertorio podría haber sido escogido al azar y aun seguiría siendo una apuesta singular y segura: La sincronía en los arpegios de guitarra de Peter Buck y Robyn Hitchcock bañados en un Rioja del que dieron buena cuenta a lo largo de la noche, la versatilidad con las baquetas en las manos de Bill Rieflin, y la magnífica personal voz con la que Robyn Hitchcock aúlla a la Luna, en la actualidad. Todo ese conjunto hizo de la noche un memorable viaje tripulado, a un lugar de la música donde la Psicodelia tan solo aduce a un estado de profunda imaginación, al margen de estilos, fechas, y posturas.
 
Sus canciones pueden sonar a ratos, hermosamente Pop como la reluciente “Sally was a Legend”; una de mis preferidas de la noche. Melancólicas y apaciguadoras como lo es la preciosa “NY Doll”, furiosas y primitivas como la vieja “City of Shime” o “Somewhere Apart”; donde se pueden palpar de mejor manera, su innegable influencia sobre otra serie de bandas. O cargadas de mestizaje fronterizo en clásicos de nuevo cuño como lo es esa “Ole Tarántula”, incluida en uno de los discos fruto de la asociación con Peter Buck & Co. hace siete años.

De su más reciente trabajo tan solo sonó “Be Still” con lo que se confirmó que su visita no revestía afán alguno por reivindicar su nuevo material. En realidad tampoco lo necesita, si bien es cierto que sus nuevos discos nos presentan a un autor sin freno a la hora de seguir redecorando su universo propio. Lo que es evidente sin ningún tipo de discusión al respecto, es que Robyn Hitchcock no ha parado de reformular una tabla de elementos que hacen del arte como síntoma expresivo, una manera de mezclar creatividad con vida. Lo mismo da que en ese camino se recreen elementos del pasado, se subraye el ROCK como el ingrediente primario desde donde salen todas las músicas modernas, o asuma con total naturalidad la abstracción de una modernez empeñada en dar nombre a todo aquello que no lo necesita, cuando su perpetuo anonimato así lo defiende.
En la desembocadura final de tal tobogán de placenteras sensaciones, de aquellas en las que es inevitable cruzar miradas entre los asistentes para confirmar tus sensaciones. Donde nunca llegarás a entender el porqué del nimio interés que despiertan estas importantes facetas de la música contemporánea, en gente que se llena la boca de apuntes, referencias, y respetos dejándolas olvidadas sin más. Se aduce a las faltas de presupuesto y a los precios, pero todos sabemos que no es así: Que a menudo nos empachamos en la trascendencia de la vanguardia olvidando lo esencial, la grandeza de las raíces.
Pero en fin, corramos un tupido velo y que esto no parezca una pataleta de caduco carcamal.


Retomando el hilo y poniendo fin a esta demasiado larga crónica, la noche acabó tal y como debía ser: Con la brevedad de algo que entusiasma en la delicadeza semiacústica de un “Up to our necks” de su Goodnight Oslo/2009, la mítica “King of Love” de aquellos primeros Soft Boys. Y claro como no podía ser menos con dos de sus habituales versiones, rememorando aquello con lo que predica ¿que sería de nosotros sin la simbología de nuestros antepasados? “Heroin” y “I'm waiting for the Man” de los eternos Velvet Undergound, junto a una olvidada “She said, she said” de The Beatles.


A las puertas del Apolo 2, aun sin querer marcharme de la escena del crimen, todavía me dio tiempo de compartir tabaco de liar y emociones con un compañero venido del Sur. Allí a las puertas del infierno coincidimos en la grandeza de Robyn Hitchcock, de aquellas conversaciones entre canción y canción, de lo nítido que sonaba el bajo de Steve McCaughey, la simpatía de jovenzuelo irreverente de Kurt Bloch, y de las diabluras que era capaz de hacer Peter Buck con una Rickembacker en sus manos.
En definitiva, que Robyn Hitchcock es un tipo que se hace querer por esa juventud latente y perenne que desprende sobre el escenario. Parece estar todavía presente en mi retina; con esos tics de niño inquieto aparentemente nerviosos de quien vive la música al instante, girándose e intentado comunicar con la mirada con los compañeros de viaje.
 
Parece mentira que sobre el escenario esté una persona de 60 años que ha permanecido la mayoría de su vida olvidado en el tiempo, y todavía sea capaz de transmitir esa emoción por tocar y observar los aspectos más imaginativos de nuestra existencia; más aun cuando reconoce que disfruta empapándose de la multiculturalidad del universo y... sobretodo de sus sabores.
Es por eso que aquello que nos alimenta el alma, también nos enriquece el organismo; tanto si son las notas musicales, su presencia y el instante del momento, como si aquella tortilla de patatas, el Queso Manchego, el vino y que se yo, nos mantiene conectados por vía sanguínea o sensorial. Alabado sea!!

ROBYN HITCHCOCK & VENUS 3/ OLE TARÁNTULA!!

sábado, 15 de junio de 2013

PLAYLIST TRIDIMENSUAL 1+1+1 *LA MUERTE A MANOS DE UN PRESENTADOR.


El pasado fin de semana murió apuñalado un Marroquí dos manzanas más arriba. Tan cercano el suceso, que mientras escuchaba estupefacto el asesinato en las noticias, parecía estar oyendo los lamentos y los gritos tras la puerta de mi casa.
Podía visualizar aterrorizado el frío metal hundirse en la carne de la víctima, mientras la vida del desdichado iba desvaneciéndose en una huida agónica. Como aquellos sueños de adolescencia que me despertaban entre sudores por una fuerte convulsión, y que siempre tenían el mismo desenlace: Persecución, forcejeo, y puñalada certera como la de Pedro Navaja. Esa fobia por el metal afilado y sanguinario me acompañaron sin saber porqué durante largos años, sustituyendo las caídas al vacío de mi infancia. Sin acabar por acertar jamás si mis pesadillas eran fruto de un miedo irracional o una simple escenificación teatral de mis miedos y de mi inseguridad.

Desde aquel entonces no puedo evitar estremecerme al sentir penetrar la aguja en mi brazo, cuando imagino un intervención y el bisturí afilado me aterrorizo; O cuando me corto en el trabajo, se me pone el vello de punta al visualizar la secuencia en cámara lenta. Pequeñeces si se comparan con la indefensión e impotencia que uno siente cuando la realidad da una patada a la puerta y se planta de golpe ante tus narices. Aquellas cosas que ves día si, día también frente al televisor y contra las que te has inmunizado a fuerza de verlas, escucharlas, o leerlas constantemente.
Tan banalizado está en la actualidad el asesinato, como lo estaba la muerte en boca de aquel cobrador de seguros de mi madre: “- los muertos!!, gritaba a la vez que picaba en el timbre de casa” quitando hierro a un asunto tan incómodo como es el de la muerte. Pero por más que silbemos distraídamente cuando la muerte de otros congéneres tiñe de rojo los píxeles de nuestras pantallas, ella sigue allí; impregnado de cotidianidad nuestra vida salpicada de excrementos decorativos.
Se comenta a la entrada del trabajo, se debate en los bancos del parque e incluso disecciona en la plaza mientras el carnicero decapita pollos y el pescatero disecciona Sardinas: La señora Fulanita declara ante el señor Menganito, mientras éste pesa la mercancía: - Creo que alguna vez lo vi pasear por el barrio cogido de la mano de su señora, era Española – Apostilla la señora con los ojos boquiabiertos.
La verdad es que a ella no se la veía afectada, porque vaya cruz casarse con un “moro”!! Relata buscando y encontrando inmediatamente la causa/efecto del altercado. Se sabe a ciencia cierta hasta el porqué de la reyerta, la nacionalidad de los ejecutores, y el origen de la disputa. Tan sumarísima es la resolución, que la sentencia de los allí presentes es bien sabida por todos: La inmigración y esa espeluznante importación de sus hábitos nativos.





A nuestras espaldas quedaron los barrios de la periferia a medio construir, las bandas de los Correas a los que nadie había visto pero a los que todo el mundo temía. Pellizco o pinchazo te susurraban al oído cuando te desplumaban en un callejón oscuro, los billetes de veinte duros con Manuel de Falla impreso y desdibujado en ese trozo de papel que escondíamos en el calcetín, y nuestra madre en los sostenes. Los timos de la estampita, los coches desvencijados y en llamas sobre los descampados perdidos de la mano de dios. Los correctivos que mantenían a raya la jerarquía del barrio; el tonto del mismo y el matón protector de pelotas o rastreros. En resumidas cuentas la jungla salvaje y primitiva con la que crecieron los barrios satélites de los 80; mi infancia a la que en ocasiones veo tan bien representada en la miseria hacia la que caminamos, y de la que nos quisimos escapar años atrás.

En realidad el paisaje no ha cambiado tanto como creemos y por mucho que nos separen a viejos y jóvenes, décadas y generaciones. Los barrios han mutado increíblemente, pero las vidas anónimas siguen ahí ocultas entre cuatro paredes.
Las decoramos con calles peatonales, columpios y plazoletas, pero los suburbios no nos han cambiado demasiado. Ahora que a todos nos toca de cerca el efecto supervivencia al que tan saludablemente nos ha invitado la crisis, parecen hasta cobrar sentido los más diabólicos de mis pensamientos: Imaginar un mundo ruinoso y desolado en el que los afortunados empleados saldrán a la calle escoltados por las fuerzas de seguridad. Acosados por los desprovistos de todo bien (trabajo, recursos, vivienda y dignidad); un mundo a lo Mad Max en el que el equilibrio natural de la economía global se cobra sus convenientes bajas.


Así que de manera premeditada o inconsciente la playlist ésta que me ocupa ha salido así, tan poco primaveral y soleada, más bien fría y decrépita. Como mi morbosa pasión juvenil por comprar El Caso o escuchar las historias de difuntos aparecidos que contaban las abuelas en el pueblo de mis padres, como ficciones imposibles.
No se si también afectado por una de la últimas películas con las que he satisfecho mi gusto por el desasosiego, EMERGO; quien transmite esa misma sensación de inquietud, aunque esté apoyada sobre el sobado método de filmación del found footage y plagada de clichés del género.
Y aunque en el alzado del telón de esta retahíla asome la cabeza DEVENDRA BANHART con esos pétalos en la boca: “ Mi amor no tiene vengansa, aunque te matará. Este viejo no se cansa, siempre te persigará”. O aunque los Escoceses CAMERA OBSCURA quieran teñir proporcionalmente en tiempo y calidad con melodías de Femme Fatal despeinada nuestros días de... ¡¡Por fin llega en Verano, Fermín!!
Al apretar el play de Excavation; puesta en largo del debut de BOBBY KRLIC aka. THE HAXAM CLOAK, se aviva de nuevo el fulgor de la auto aflicción. No es una postura forzada de placer masoquista por lo horrendo de las realidades mundanas o por regodearnos en la introspección más deprimente, si no un clic clac de contrastes que a mi modo de ver preciso para notarme aquí.

Electrónica Sexagesimal: The Haxam Cloak & Disclosure

Bobby Krlic ha diseñado un universo personal que inquieta y aterroriza; mis hijos cuando lo escuchan tiemblan de pavor. Y yo que soy un cabrón enfermizo, gozo desenterrando esos sentimientos que van del susto a lo desconocido, a la risa histérica y contagiosa; bofetadas tan parecidas a una ducha gélida tras un baño Turco. Como acometer las realidades, sin perder de vista la frivolidad de los placebos a los que llamamos necesidades.

El disco de este Británico es más parecido a una marea submarina que te arrastra sin aparente resistencia, que a un concepto electrónico experimental. De verdad que lo parece, puede que incluso vuestro primer cara a cara os exaspere por impaciencia o por la excesiva tensión que se palpa en su caminar. Pero desde luego, me parece tan temerario y desobediente como combinarlo con la frivolidad de “Stimulation”, debut de DISCLOSURE.
Un artefacto sonoro que desencadena un estertor compulsivo en nuestro tórax tan acorde con el Soul Train de las cadenas Americanas de los 60, o como los pantalones acampanados al peinado Afro. Un disco infeccioso de Funk electrónico que deja el esperadísimo trabajo de Daft Punk en un simulacro pseudoconceptual que se evapora conforme avanza, mientras uno se pregunta... ¿cuando demonios despega?
Este dúo de "niñatos" emigrado desde Sudoeste Inglés de Reigate han comprimido en su esperado album de debut, 18 cortes que van desde House más ochentero procedente de Chicago, al Funk sintético. O serios ramalazos que van en dirección a la pista de baile.

Lo increíblemente lúcido del asunto, es que no se andan con tapujos cuando dejan de lado esa despreocupada impresión de parecer comerciales; siendo su disco algo muy apetecible que da la espalda directamente a lo que piense la gente; para ser prácticos y honestos en su discurso.


Sin embargo y al margen de esta peculiaridad tan mía de combinar pasajes oscuros con sonidos etéreos, o destellos de Pop y Punk. Estas listas de canciones que se suceden espaciadas a lo largo del año, no son más que señuelos. Dejo a propósito de lado novedades y otros asuntos, que a mi modo de ver los tenemos demasiado a mano, así que no tendría mucho sentido volver a machacar con la misma cantinela o repetirme con algunos grandes discos que de sobras acabarán repicando en nuestros oídos.
Si hay algo realmente emocionante de escudriñar la red en busca de tesoros, es descubrir como las casualidades y coincidencias me llevan a topar con discos que tienen forma de libro; con sus paisajes imaginarios, su fórmulas inverosímiles, o su entrada lenta y pausada. No es cuestión de comercialidad en absoluto, tan solo un sano ejercicio de tonificación sensorial y neuronal.



Al Brokowitz/A Long Hereafter, Nothing Beyond_2013


Así más o menos es como llegué a AL BROKOWITZ. Y es que a veces uno no puede figurarse donde puede encontrar de repente esos brotes tan apetitosos; a mi por ejemplo me vale casi todo: Enlaces que te llevan a otros enlaces, intuiciones... en fin cualquier cosa es buena si lo que se quiere es aprender. Con ellos creo recordar, porque la memoria me falla últimamente una barbaridad, que fue al descubrirlos como seguidores del grupo de facebook de ésta bitácora. Y no es que tenga una malsana afición de voyeur, pero la verdad es que no deja de sorprenderme encontrar nuevos seguidores; teniendo en cuenta que cuando empecé ésto, no ambicioné ni lo más mínimo que alguien me siguiera.
Pues su disco familia, en este caso el segundo de estos veteranos Madrileños; es de aquellos de los que te absorben a los cuatro compases. El tempo y la variedad de su bestiario parece ser un auténtico libro de viajes repleto de caminos escondidos; de aquellos a los que la curiosidad ha impedido quedarse con tan solo una parte de la música. Con lo cual, etiquetarlos bajo el paraguas de un solo género musical me parece una fórmula tan corta de miras que me la ahorro, mejor escúchenla. Sobre todo porque recoge casi todos los fundamentos de la música para pilotos intrépidos: Tiene un magnetismo peligroso y embaucador para curiosos como yo, de aquellos en los que una sola canción se descompone en tres más. Donde los metrajes largos y sinuosos invitan a esperar pacientemente el desarrollo del monstruo, y donde cambia el panorama de una forma tan excitante como el de sus cambiantes palos, totalmente interconectados por un sibilino mensaje de profundidad.
Puede que no sea un disco fácil de escuchar según que expectativas, pero desde luego si es un memorandun para los que como yo tienen buena boca, cercano al Post Rock tal y como se desarrolla, antes que a un concepto propiamente dicho.


Pero no son éstos precisamente, los trabajos que más me han enganchado en este caluroso meridiano del año, aun siendo tres magníficas referencias con las que disfrutar de muy distinta forma.
Hace ya unos meses tras volver a recuperar un interés por sonidos lóbregos y asfixiantes a los que me encomendaron The KVB o Featureless Ghost, caí en un viaje mental no tanto de sensaciones como de recuerdo. Tanto, que he regresado sin billete de vuelta por pura inercia, a ese estado con el que descubrí el placer por esa música en mi tierna juventud. En ese plano existencial puede haber una clara conexión entre el sonido sintético de Hexam Cloak y lo que vengo ahora a referiros, los Franceses BLACKMAIL: Una triada de inconformes en busca de algo más que un mero sonido y que se cobijan en el selecto sello Yunk-Fü, su descubrimiento es del todo accidental; algo que los aun todavía más enigmáticos. Sobretodo si somos capaces de dilucidar donde acaban los géneros matrices, y donde empiezan sus ramificaciones (dilapidando toda la simbología que abrevia la música)


 Blackmail/Bones _ Yunk-Fü Records



Encontrar sobre el terreno una referencia clara y creíble de este proyecto surgido en tierras Galas por miembros de diferentes bandas, puede ser una tarea realmente complicada; sobretodo si tenemos en cuenta que también hay una banda Germana que se hace llamar Blackmail.
Por suerte sus estilos son tan contrastados que no hay margen de error a la hora de dilucidar quien es quien.
Blackmail podrían de esta manera pasar por una banda de cualquier punto de Europa. Su sonido con claras referencias a la electrónica Industrial sin embargo, tiene otros interesantes aspectos que la hacen personal: A parte de contener una colección de canciones de gran nivel, consiguen sonar personales manejándose en un género trillado hasta la saciedad, el Post Punk apocalíptico si no alguno más.

Claros referentes a la electrónica de principios de los 80, atmósferas tensas y herméticas, y lo que más me atrae de ellos: Navegan entre lo sintético y lo Rockero de su pasado, sin acabar de ser ni una ni otra cosa. Quizás porque pese a que los estilos musicales se acaban extenuando por la repetición de fórmulas, afortunadamente siempre hay un pequeño atisbo de genialidad en grupos, que sin importarles ese inconveniente apuestan por trabajarse a fondo la presencia a la hora de confeccionar un disco.
Una particularidad que hace de Blackmail un proyecto surgido de las tripas de la electrónica pero que camina por sendas tan subterráneas como lo hipnótico de esos ambientes que recrean sus canciones.
En el fondo esa forma de irradiación o de tratamiento sonoro no es que sea un invento de nuestros días. Ya lo hicieron los mecenas del Krautrock, lo puso en práctica Martin Hannet en sus producciones con Joy Division (principalmente en Closer/1980), y también sirvió de punto de partida a la primera oleada electrónica de finales de los 70. Una de las técnicas de sonido que mejor expresan la decadencia post industrial y que mejor transmite ese debate interior del ser humano respecto al progreso y a la deshumanización de nuestros días.
Quien sabe si eso que comento es una paja mental mía, pero lo que es evidente es que siempre ha sido un de los aspectos de la música que más me ha atraído: Esa manera que tienen algunos de transmitir los sonidos, sensaciones visuales, e incluso contextos sociales, que ya se impartían a mediados de los 60 con la Psicodelia y el Progresivo.
Y se que en la actualidad cuesta pensar en las tendencias como un motor contracultural, sobretodo porque detrás de la música no hay un público verdaderamente combativo. Pero si que me satisface observar como todavía existen pequeños sellos como Yunk-Fü, a los que le sigue importando esa filosofía artística que hermana electrónica y Rock, tradición y vanguardia.
Bones es un disco reptante que atrapa como un remolino que surge de las profundidades. En él se pueden escuchar los sonidos de la desesperación como cánticos de sirenas, te atrapan sin evitar sucumbir a una especia de rito mecánico e industrial, su estética es electrónica pero sin embargo suena tan subterráneo y Rockero que el desconcierto se acaba por convertir en una adicción.
Son discos de paso lento pero profundo, absorventes por sugestión con un comportamiento parecido al DELTA MACHINE de DEPECHE MODE.


Depeche Mode/ Delta Machine

Nunca he sido un seguidor confeso de la banda de Essex, viví de manera bastante distante la eclosión a finales de los 80 del 101, pese a estar rodeado de buenos amigos a los encantaba esa especie de nuevo florecimiento del Electro Pop. Pero hay algo que es incontestable, independientemente de si eres un fiel seguidor de la banda o como yo, un mero observador al que le atraen aspectos muy concretos de su carrera: Pocos son los pasos en falso que han dado, pudiendo tirar por el camino fácil (teniendo en cuenta su popularidad y ventas) y mucho mérito tiene saberse certero y abstraerse de las corrientes actuales para seguir construyendo su obra.
Es así cuando en la actualidad uno se decide ha escuchar al completo su último trabajo de forma escéptica, ya saben: Dejando a un lado toda la serie de prejuicios que uno pueda tener respecto a una banda que edita cada 4 años (como si estuviera en un constante regreso), el creer que lo suyo es tan y tan previsible, o que se yo; sinceramente pienso que Depeche Mode hace tiempo que dejó de atraer a la nueva hornada de adictos al ElectroPop de tintes épicos, quienes prefieren un SynthPop más desenfadado y menos críptico.
Puede que incluso yo me encuentre entre ellos, lo cual hace que mi satisfacción sea doble al comprobar que Delta Machine (por feo que sea el título y diseño, como siempre) Me halla acabado por dejar rendido a su atractivo. Sobre todo porque mi primera experiencia con él fue demasiado pretenciosa, lo que hace que me trague mis manías y talibanismos reconociéndolo como un disco que colocaría al mismo nivel que Music For the Mases/1987 o Speak & Spell/1981, dos de mis preferidos; algo que para algunos se puede antojar como una notable herejía, no lo dudo.
Pero también he de reconocer que me complace comprobar como bandas endiosadas hasta límites insospechados son fruto de un enjuiciamento cruel, y sin embargo siguen rindiendo culto a su sonido con empeño y cordura. Así que puede que sea eso, que me siento más cómodo en el orden opuesto del de la mayoría.

DELTA MACHINE es un disco que vuelve a recuperar el erotismo de Depeche Mode, aquello que más me gusta de ellos sin que me afecte ya el contoneo de David Gahan, al igual que me pasaba con Bernard Summer. Se que puede parecer una idiotez pero es así, no puedo verlos sobre un escenario. Por suerte los timones de la nave vuelven a estar en las manos de Martin Gore, el verdadero idealista de Depeche Mode; un personaje que en su humildad nos hizo olvidar al disciplinado de Vincent Clarke.
Y puede que el secreto de este disco esté en la elegancia de su sonido, un sonido electrónico purista que abandona hits llena pistas y se concentra mucho más en las texturas. Aquellas que lo convierten en un disco que se balancea con maestría entre el electro, el Soul, el Blues, incluso es capaz de impregnar de una sensación melodramática cada una de las canciones sin por ello perder la esencia de su personalidad. “Heaven” con los desgarradores coros de Martin Gore, la retórica industrial de “Secret to the End”o “Soft Touch/Raw Nerve” donde resuenan en los inicios unos efluvios de Nitzzereb, el paso arrastrado de “Slow”, o el minimalismo de “My Little Universe” que acaba emergiendo en un torbellino final.
Un disco que posiblemente no será aclamado por aquellos que los ensalzaron como una banda que supo animar las fiestas. Quizás sea éste, un disco de final de fiesta. Un perfecto escenario de regreso a casa de madrugada, de ambientes más profundos , de desencantos, o un disco que rompe con brillantez cualquier conexión aparente con sus últimos discos. Un disco que gana increíblemente con cada escucha y del que presiento largas, muy largas escuchas.


(Los rastros más evidentes del sonido más clásico de Depeche en su último album están aquí, en Broken, una joya)

Son éstos los paisajes mono-cromáticos que principalmente han teñido de ritmos oscuros esta Playlist de Verano disonante y alocado al que nos asomamos cual niño curioso en un balcón. El vértigo del desenlace al que nos abrazamos como desesperados cuando la realidad nos engulle sin ni tan siquiera digerir los sucesos del día a día. O quien sabe si mi tendencia por acotar con tecnicismos geocientíficos me regurgite irremediablemente a los orígenes de la música con la que crecí.



Nosotros, quien aquí escribe. Y esas otras voces que se enfrentan en la dualidad de quien se debate con la duda de ser un correcto samaritano, o dar rienda suelta a los tormentos de la vejez. Solo pueden argumentar en su defensa que lo que aquí se plasma, es tan solo fruto de purgar mi circuito interno tal y como lo haría un compresor. No quiero ni imaginar que sería de mi si mis allegados tuviesen que soportar mis devaneos de juventud transitoria; si ya asienten con cara de resignación, cuando emocionado les suelto una reflexión parabólica.
La ventaja de tener un blog es que uno nunca llega a saber a ciencia cierta si hay un interlocutor al otro lado de la pantalla del ordenador: Sueltas tus retahílas sin pensar demasiado en el efecto o el que pensaran y al final son solo eso, opiniones personales con las que nadie debería estar de acuerdo. Es por eso que el puñado de reseñas, el hilo conductor con el que enlazar la playlist, o la dirección que acaba tomando tal desvarío, no son desde luego vinculantes al contenido.

Este tercer trimestre del 2013 que nos acontece tiene como siempre cosas bien distintas y dispares como mi culo inquieto me dicta: Cosas realmente oscuras y tenebrosas de esas que abundan, moderneces presuntuosas y frívolas, y algún que otro viaje a las aguas profundas del Rock abigarrado.
En el fondo canciones que hablan por si solas mucho mejor de lo que yo lo pudiera hacer en deserciones infinitas plagadas de metáforas. Con esto solo quiero decir por enésima vez que una compilación jamás puede atender a explicaciones ni argumentos posibles, tan solo depende de la curiosidad que cada uno pueda tener por perder unos minutos de su vida y escarbar con los horizontes bien expandidos. Pero claro, eso sí; todos o algunos de ellos merecen cuanto menos unos apuntes a la carrera, ni que solo sea porque su presencia no se limite tan solo a un nombre/título en una tracklist de tantas que pululan por la intrared blogeril (esa donde siempre nos sentimos espiados).

Por ejemplo: no podría pasar por alto por nada en esta vida el regreso de los Hnos. Kadane (Bedhead, The New Year) junto a David Bazan (Pedro the Lion, Headphones) y Will Johnson (Centro-Matic, South Sant Gabriel), los cuatro juntos de la mano con un proyecto tan excitante como viperino; OVERSEAS como una cura de almas tras la muerte de Vic Chesnutt (gran amigo de ellos cuatro). 

Así es que este disco tiene sin posiblemente llegar a apreciarlo un halo especial cercano a lo divino; baja fidelidad, con alto grado de intensidad emocional. Como ya pasara con aquellos primeros proyectos de Bubba & Matt de crujidos y susurros, Overseas podría decirse que es la suma de eso con un plus de músculo y rugosidad, la que les dan sus otros dos socios. Una de mis mejores noticias de este año, y es que tanto Bedhead como The New Year me hicieron pasar hace 17 años, algunos de mis momentos más íntimos y recogidos; ¿se imaginan lo que supone tener noticias de ellos tras cinco años de silencio?

De las dos últimas obras insoslayables de The Drones y Thee Oh Sees ya di cuenta con cuatro apuntes sobre mi hipotético PS/2013. Con lo que me gustaría subrayar algunos hallazgos como los que nos llegan desde tierras Californianas de la mano de Aquariun Dunkard; filólogos de la lengua cantada en pos de la Psicodelia más subyacente: THE NON TRAVELLIN' BAND o KING KHAN son solo un ejemplo del mucho que daño que hicieron los nuggets cargados de PsychFolk, en los aburridos jóvenes de la Costa Oeste; algo que aunque no aporte demasiadas luces a determinada porción del pasado, por lo menos da un toque de color a un panorama que a ratos, apesta a monocronía.


The Blackwater Fever/ The Dephs

En otro bando están THE MEN o THE BLACKWATER FEVER, entre ellos no parece haber relación alguna; pero ambos desprenden un tufo a ciénaga que tira de espaldas. Sendas esquirlas que parecen estar salidas del mismo tronco podrido y pestilente aunque los separen miles de kilómetros de distancia.
Los primeros Australianos ellos; podrían ubicarse en la Chinchinagua: Un paraje imaginario situado en cualquier antro recóndito de los páramos del Valle de Hunter, o establecerlos adyacentes a las escenas de aquel antropófagista film, “Van Diemen's Land”. Y su trabajo más reciente “The Dephs” a su manera, cabalga de manera pérfida por un Rock metálico y plomizo con estructura descaradamente Bluesera. Un disco perversamente oscuro que nos sugiere de manera inevitable los sonidos heredados de bandas como Morphine, Soundgarden, Days of the New, The Doors... etc etc; son tantas las bandas que nos pueden venir a la cabeza. Que más que buscarles una manada o un sonido concreto; deberíamos asociarlos a un efecto, o a una sensación de cadencia oscura que acaba sugiriendo aquello que deseamos de forma instintiva, pendenciera y viciosa pero que jamás nos hemos atrevido a vivir: El atractivo del Rock y la vida al límite que tanto nos hechiza de él, y de sus personajes. En efecto, nuestra vida suele ser tan asépticamente razonable, que siempre hemos tenido todos (o casi todos) esa curiosa debilidad por lo prohibido.
En cualquier caso lo mejor de todo es que el disco es sublime, así de sencillo y taxativo. Y aunque su sonido nos recuerde a tantas y tantas cosas e incluso nos esboce una sonrisa al refrescarnos la memoria. Lo que acaba quedando es la imponente presencia del conjunto de sus canciones; uno de los discos más nutritivos que he tenido el gusto de echarme a la boca.



The Men/ New Moon

Para acabar semejante memorándum , no me perdonaría por nada en el mundo dejar cuatro rasgos característicos de otro disco la mar de interesante. Los Neoyorquinos THE MEN han regresado por la vía de la discreción con un extraño compendio de disparidades en su cuarto disco hasta la fecha.
Esta banda asentada en Brooklyn de la que parece desprenderse una doble personalidad indudablemente singular, reúne en este conjunto de doce canciones; momentos de Rock dócil e incluso cotidiano “Bird Song”, “Open the Door”, o “Half Angel half life”. Con otros de un caos descontrolado más propio de una banda de Punk/Hardcore/Psicodélico/Lofi, ciertamente desconcertante: “Supermoon”, “Seeds”, “Elecrtic”... En efecto puede que nos quedemos con una sola dimensión y no seamos capaces de separar tal contraste; o con ambas por criterios diametralmente opuestos. Pero lo cierto es que en todo ese viaje de excesos también puede pasar que disfrutemos como enanos con ese juego mal intencionado de la cosquilla y el pellizco; cuestión de desajustes personales recíprocos supongo, y... STOP. El disco rayado saltó.


Solo os pido por último que no perdáis la ocasión de indagar en cada uno de los proyectos que completan esta tracklist: Podrían haber entrado tantas más cosas... Pero no os penséis que me caí en un pozo del que no puedo salir; son muchas otras cosas las que me interesan, pero éstas las que lo componen.
Sean felices contra viento y marea, pero no se dejen abstraer por las cortinas de humo que difunden. Disfruten de la imaginación y de la realidad más asquerosa por partes iguales, el Ying y el Yang como se suele decir.

01_ DEVENDRA BANHART - Mi negrita
02_ CAMERA OBSCURA - Do it again
03_ MOON DUO - Trails (White Raibow RMX)
04_ THE HAXAM CLOAK - The mirror reflecting (part2)
05_ DISCLOSURE - When a fire starts to burn
06_ BLACKMAIL - Ol' shitty music
07_ DEPECHE MODE - My little universe
08_ SAVAGES - I am here
09_ SHEARWATER & SHARON VAN ETTEN - Stop draggin' my heart
10_ THE MEN - Bird song
11_ THE NON TRAVELLIN' BAND - Two hands full of fingers
12_ THE KVB - Human
13_ THE BLACKWATER FEVER - Don't fuck with Joe
14_ OVERSEAS - Hellp
15_ SEAN ROWE - To leave something behind
16_ PANTHA DU PRICE & THE BELL LABORATORY - Photon
17_ DIRTY BEACHES - Casino Lisboa
18_ MERCHANDISE - Anxiety's door
19_ FOALS - My Number
20_ BEACHES - The good comet returns
21_ SEPTEMBERGIRLS - Some for me
22_ SHONWALD - Mercurial
23_ THE HERE AND NOW - Keep me in your heart
24_ THE KNIFE - Wrap your armas around me
25_ OMD - Helen of troy (Demo version)
26_ AL BERKOWITZ - Sensitive, not dramatic
27_ THE DRONES - Nine eyes
28_ THEE OH SEES - Minotaur
29_ KING KHAN - It's a lie
30_ BONGLEY DEAD - Big Waltz (Demo version)
31_ YOUTH LAGOON - Third Dystopia
32_ RED CALVARY - At winter's end
33_ LOCAL CHANNEL - Paths
34_ ENTERTAINMENT FOR THE BRAINDEAD - Collision

domingo, 2 de junio de 2013

TRES PRIMAVERAS TIENE MI CRIATURA _ LA EPIFANÍA DEL PS/2013




Aquí me tenéis un Lunes de nubes y claros ante el teclado de mi ordenador, completando mi trilogía personal de Primaveras a tiempo completo; por lo menos en lo que a mi madurez se refiere, si dejamos de lado aquel primer Primavera de 2002.
Con los ojos legañosos, las piernas entumecidas, y el cuerpo aun maltrecho por los cinco días de frío, viento, caminatas, y una rodillera que se ha acabado por convertir en un complemento más de mi vestimenta. Me he animado por fin a rubricar este final de fiesta con un epílogo al que debo sin reparos agradecer el empujón de Atticus y Viola, teniendo en cuenta que no pensaba escribir ni una sola línea más de este último festival.

Pero como la noche de ayer se acabó por convertir en el colofón ideal de esta diatriba: Concierto en sala íntimo y familiar, de The Orchids que disfrutaban como veteranos rejuvenecidos, Julie Doiron pletórica por su embarazo, un Antonio Luque poco hablador, y Come; con cervecitas y charradeta incluida en una pizzería Argentina de los aledaños. La mañana del Lunes me ha desperezado con pocas energías, y con ganas de dejar para la posteridad sensaciones y contradicciones aun palpitantes.
Si dejara pasar el tiempo seguramente esto habría ocurrido jamás, aun sabiendo que lo publicaré con bastante retraso. Pero la verdad es que el fin de fiesta fue tan balsámico en la sala BARTS, (aquel viejo STUDIO 54 donde vio debutar en España a THE SMITHS en aquella gira del 84), que ni tan solo la desazón producida por no poder alargar la noche en APOLO con Merchandise y The Haxan Cloak va ha impedirme narrar la opinión que me ha merecido este PRIMAVERA SOUND de 2013.

Un Primavera Sound extraño y magnético que a todos nos ha puesto a prueba la mala leche de una climatología esquizofrénica y revanchista. Tanto que por momentos parecíamos estar en un Glastombury del Norte donde el barrizal era sustituido por un vendaval gélido y marino, en vez de en un plácido litoral Mediterráneo. Por suerte las estampas de una luna plena emborronada por las nubes en constante movimiento, y una noria a la que los feriantes de Abril dejaron allí abandonada a su suerte; a más de uno/a nos dio un juego de melancolía y desamor tan profundo, que acabó por erigirse como un complemento inolvidable.


Este Primavera Sound que se debate ante el crecimiento desproporcionado auspiciado por un sponsor merienda espacios como es Heineken, y aquella sensación de pequeña familia que tenía todo aquello por lo que nació este festival. Tiene tanto de desencantos como de fabulosas experiencias, en un amalgama de sensaciones contradictorias que están tan arraigadas en el público inconformista como el conformismo resignado de aquellos a los que todo les está bien, con tal de desconectar durante unos días.
Como bien es sabido en lo que se refiere a mi itinerario, poco hay que contar que ya no expusiera en los post que precedieron al FESTIVAL. Las bandas que me marqué como fijas han cumplido mis expectativas de tal manera que el margen de sorpresa solo es equiparable a presentir, y que tras ver el espectáculo uno solo pueda congratularse por la elección. En su mayoría bandas que se alejan lo más posible de una escena musical actual sobrada de inmediatez y escasa de actitud. Exceptuando a TAME IMPALA y NICK CAVE en la que que creo que todo el mundo hemos estado de acuerdo con aquello de que se puede generar expectación y demostrar a su vez una profesionalidad envidiable.
El resto de deberes que me tenía asignados no han echo más que confirmar mi sospecha de que el público que allí nos congregamos durante unos días, caminamos por sendas opuestas en lo que se refiere al difícil teorema en el que se debate la música alternativa tal y como la entendemos. Llegados a este punto, juzgar el criterio de la gente en particular o en general se me antoja estúpido e inútil; pues si a uno/a ya le florece el pubis, no voy a ser yo el que venga a sentar cátedra sobre el camino que cada quien quiera tomar a la hora de separar entretenimiento y riesgos emocionantes.


En un bando y otro se pueden alinear a unos y otros, como si de un cuadrilátero se tratase y todos saldrían victoriosos: The Oh Sees, The Dromes, Fucked Up, Dope Body, o Menomena como aquellas bandas que me ofrecieron esa dosis de víscera, que sin ser una sensación física de rabia; se percibe que algo flota en el ambiente cuando un artista lo da todo sobre el escenario e irradia felicidad en aquello que hace. Ya sea con unas dotes técnicas encomiables, o con la actitud de quien despierta los instintos más primarios del espectador.
THE DRONES
En otro frente tenemos a aquellos que me han dejado boquiabierto en el manejo de las melodías desde un contexto instintivo: El lenguaje de la música sobre un escenario, de unos tipos que se comunican con miradas, gestos, y notas musicales. En ese crucigrama sonoro no existen los manuales ni los itinerarios, puesto que lo que allí sucede solo ocurre en ese instante y jamás será igual: Mulatu Astatké, Orchestra Poly-Rythmo, Melody Echo Chambre, o Phosphorescent.
MELODY'S ECHO CHAMBRE

La excelencia sonora sin paliativos de artistas que llenan con su sonido espacios por grandes que sean, que sobre el escenario ejecutan con rigor casi artesanal su catálogo personal, y que además son capaces de recrear sin perfecciones las mismas atmósferas que nos transfieren sus discos tirando de profesionalidad: Dead Can Dance, Tame Impala, o Postal Service dieron esa sensación de peso sobre un escenario sin acusar en absoluto el tamaño del espacio, la presión del momento, ni las expectativas creadas. Algo que sin embargo si que acusaron Jesus & Mary Chain o The Breeders, y de lo que se podría extrapolar un laaargo y extenso debate sobre el forzar el regreso de depende que bandas.
DEAD CAN DANCE

No es que por lo general esté en contra de la descriogenización de aquellos mitos musicales que regaron nuestra juventud, al fin y al cabo tampoco es que me importe un comino si su regreso es puramente por dinero ¿a caso creen algunos que los artistas en activo sobreviven gracias a la fotosíntesis?
Sarcasmos a parte, ni esperaba encontrarme sobre el escenario a aquella banda que me hizo vomitar de placer en el vestíbulo de la sala Zeleste allá por 1992. Ni tampoco algo mucho más digno que aquel regreso al Summercase de 2006; por en medio ya es sabido que Jesus and Mary Chain ya pagaron sus excesos en algún que otro FIB y que nunca han sido una banda de mantener las formas sobre el escenario. Lo de los hermanos Reid siempre fue actitud constructiva y deconstructiva, vamos mala leche a raudales para abreviar; ah!! y sobre todo hacer canciones, grandes e inmortales. Tan inmortales y soberbias que con los años han ganado tanto, que se han merendado ha sus autores.
THE JESUS AND MARY CHAIN
Jin Reid se frotaba las manos en cada inicio de canción, como aquel que dice: Vamos allá niño, tócamela. Y el niño, William Reid; quien años atrás pagara sus excesos con el alcohol sobre el escenario las tocaba, y como las tocaba señores. Quizás el único que conserva aun intacta la maravillosa brillantez de sus puntéos entre el Pop, el Rock arrastrado y esa sensación de día soleado a punto de emborronarse. Y que paradójicamente salvó los papeles, lo que son las cosas ¿no? Porque la banda de acompañamiento (bajo y guitarra rítmica) era lo más parecido al regreso de los Centellas 50 años después.


Pero para que hacerse mala sangre, todos envejecemos y por supuesto ellos también, quizás incluso un poquito más. Las canciones por suerte si son tan cojonudas como las suyas no; un inconveniente en esto de la música para el que deberíamos estar preparados.
Algo parecido lo que les ocurrió a Breeders, un proyecto doméstico que no merecían el juicio sumarísimo de veteranos y jovenzuelos al que fueron sometidas en un escenario desproporcionado a costa de que la muchachada volviera a escuchar Canomball, el único hit por el fueron conocidas en este mundillo indie. Y mira que Pod/1990 le da mil patadas a éste (opinión personalísima la mía).



Pero no se crean que la vejez cruel y despiadada en esto del artisteo, cuenta en suerte con la misma sentencia en manos del inquisitivo espectador, en absoluto.
No hay más que ver a Nick Cave sobre el escenario y echar un vistazo a su trayectoria desde aquellos Birthay Party/1979 hasta nuestros días. Si para unos ha sido un descenso a tumba abierta sin redes ni guarda raíles; para el pendón desorejao de Nick, ni los postes cercenantes han supuesto un problema. Sobre todo si tenemos en cuenta que el Australiano no ha dado concesión alguna en su propuesta, ni cuando acentuaba su don de predicador libro en mano de sus primeros discos, ni cuando se acercó a un Rock más amable con Henry's Dream/1998 o Dizy Lazzarus dizy!!/2008. Tan solo en Murder Ballads/1996, se ve a un Nick Cave romántico y meloso que se deja querer para con el público más temeroso.
NICK "MALABABA" CAVE
Desde entonces y con toda la fama que le precede de malhumorado, egoísta y perfeccionista, al bueno de Nick Edwards Cave hay que acogerlo como quien es: Un tipo que eleva la música y los textos que van impresos en las notas, a un estado tan melodramáticamente teatral; que bien estaría canonizarlo como un oportuno antídoto contra el inmovilismo. Y aunque el concierto se quedase en un suspiro fruto del malhumor del divo al que pareció incomodarle la jarana que le llegaba desde el contiguo ATP, en el que tocaban Meat Puppets; para que darle más vueltas, el tipo sigue estando en un plano superior, por lo menos de quien busca en él una mala baba con actitud, mucha actitud; aquella que les faltó a Jesus. Aunque bien mirado, cuando se te acerca Jota de los Planetas para elogiarte y confunde a William con Jim es como para plantearte, que cojones pintas en semejante festín.
Concierto sobrio y comedido que dista mucho del que años atrás dio en piel de Grinderman, pero como no hay mal que por bien no venga. Me dio la oportunidad de parapetarme cerveza en mano del molesto viento que asola las planicies del Forun, y esperar a Atticus para ver bien de cerca y cómodamente a Phosphorescent. Una de las gratas sorpresas junto a Melody's Echo Chambre y que acaba por dar sentido, aunque sea en pequeñas dosis, de una de las particularidades más hermosas de este festival; la sorpresa de descubrir pequeñas propuestas a las que uno se abraza en busca de la intimidad de las minorías.
PHOSPHORESCENT

El caso es que mirando con el rabillo del ojo lo que he dejado atrás, ahora que la semana ha sido suficiente para digerir lo vivido y sollozar por el final de una de mis citas más trascendente del año, las cosas se ven con mucha más perspectiva desde la lejanía. Una de las lecciones mejor aprendidas con la edad; que no es otra que la de ver siempre el baso medio lleno: Porque ¿que sería de nosotros sin el vaivén caprichoso de las circunstancias? ¿Acaso nos iríamos a la cama colmados de satisfacción viendo que todo ha ido según el plan? Yo creo que no.
Y haciendo balance de estos cinco días vividos, ni me planteo por asomo sopesar los pros y los contras, si no lo maravilloso de convivir con tantas naturalezas distintas; las que te dan la razón y las que te la quitan. Porque aunque la cerveza fuera una auténtica basura, el público asistente tan asquerosamente pintoresco, y la programación de los conciertos una gincana suicida de horarios y distancias. Al final solo te quedan los momentos inolvidables que uno ha decidido espontáneamente asumir, riesgo le llaman.

DOPE BODY

Tras presenciar algunos grandes conciertos como los de Tame Impala en el que pude certificar que pese a la euforia desmedida de la presa, siguen siendo una banda de claros y oscuros muy alejada de los mega hits; algo que me congratula doblemente por aquello de que, no todo debe tan sencillo y previsible.
Desdecirme de los temores que me asustaban al afrontar el directo de Postal Service y comprobar que lo suyo es profesionalidad superlativa, viendo lo bien que manejan los tiempos de un único disco. O comprobar que la esencia del Primavera Sound sigue intacta, cuando uno decide apartarse del bullicio y perderse por los escenarios pequeños para saborear exquisiteces como las de Chris Cohen, la solvencia de Menomena, los salvajismos de la talla de Fuched Up o Dope Body, o andanadas de metralla como las que nos propinaron Neurosis en el gélido ATP.

STUDIO 54 VS. SALA BARTS


Solo me queda poner punto final con una de las tardes noches más plácidas de la pasada semana, y volver de nuevo al principio del post. Un Domingo urbano y cosmopolita en la rectilínea avenida del paralelo, viendo el bullicio de los transeúntes abstraídos del Festival, consumir sus últimas horas del fin de semana entre teatros. Y a los festivaleros más madrugadores a las puertas de la sala BARTS (antes STUDIO 54) agotados, sosegados y medio moribundos, expirar los últimos alientos con un tono más melancólico de lo habitual, pero aun visiblemente emocionados.
THE ORCHIDS

Los ecos resonantes que aun se entreveían por los pliegues de la guitarra tremulante de John Scally, Rick White, o Chris Brokaw en una sala repleta de recuerdos como lo es mi vieja Studio 54, porque para mi siempre será aquella vieja discoteca donde debutaron en 1984 The Smiths. Se podía sentir como se daban la mano con el semblante desdichado y taciturno de Nicholas Savage sobre la tarima montada el Sábado en el Parc de la Ciutadella, allí donde Eduardo Mendoza narraba las vicisitudes de Onofre Bouvila. Allí mismo corrían niños, olisqueaban canes y nos dábamos un respiro soleado en aras de un aperitivo/comida/merienda que nos cosiera de por vida un recuerdo, que a veces solo se graba mediante las glándulas gustativas y la charla: Vinos, fideuá, queso, berberechos, carne, y las famosas Cocretas de Poble Nou hacían a su vez de cómplices y testigos. De fondo la música de King Tuff y el cuchicheo del personal tumbado en el césped del Parque convinieron que me perdiera a Chucho, Guadalupe Plata, y a Merchandise; a los que tuve frente a frente hasta en tres ocasiones, pero... ¿quizás el destino, las casualidades, quizás... no debía estar predestinado?
El ¿que hubiera pasado si...? No existe en mi diccionario, mucho mejor el: No voy a ningún sitio en concreto, si no que es mi cuerpo inerte y automático el que se activa por los impulsos de la casualidad; que maravilloso vivir en el mundo de las casualidades caprichosas y del rumbo incierto.
            

Mi concierto vigía de este PS/2013, MULATU ASTATKÉ con un full concert levitante.
  


FOTO ROLL
 
MENOMENA

MULATU ASTATKE
ORCHESTRA POLY-RYTHMO
TAME IMPALA
JULIE DOIRON
TADIA ZEDEK Y SUS SECUACES, COME
ANTONIO LUQUE AKA SR. CHINARRO
WOODS