Cierren los
ojos, descálcense, y quítense la ropa hasta quedar como su madre
los trajo al mundo. Respiren lentamente hasta que sus extremidades
caigan por su peso, y dejen la mente en blanco. Caminen, caminen
ayudados por el impulso de los dedos de sus pies, hasta que sus
puntas no hagan pie. Ahora ya están en el borde del precipicio; allí
donde el año toca su fin y la incerteza cobra sentido.
En el fondo
todos sabemos que al paso por el meridiano que separa años de
fechas, épocas, y sucesos, no notaremos ni frío, ni calor. Sin
embargo lo esperamos con nerviosismo y nos empeñamos en hacer
balance de lo bueno, lo malo, y todo lo demás.
Para mi por
ejemplo, será un año raro por distintos motivos. Evidentemente y
como es de suponer por aquellos que hayáis estado al tanto de mi
inactividad este último mes: Mi ingreso hospitalario, y esa lucha
inconsciente por superar una enfermedad que casi me cuesta la vida,
debería eclipsar cualquier otro acontecimiento. Pero es tanta la
mierda que nos ha llovido del cielo, que mi muerte habría pasado
sin relevancia alguna, por un año en el que nos han jodido tanto que
casi diría que hemos desarrollado un tejido áspero e insensible
para tragar sin apenas rechistar.
Sí, es
cierto que nos quejamos en las conversaciones tabernarias, en los
zaguanes, y en las miserias cotidianas. Pero la imposibilidad por
defendernos con un mínimo de éxito en un estado al que llaman “de
derecho” es tal, que a uno solo parece otorgarle legitimidad la
violencia y la insumisión.
En fin
tampoco voy a fustigar conciencias con un discurso, a mi no me van
esas cosas y creo más en la búsqueda personal autodidacta; pensar y
y buscar encuadres o perspectivas cambiantes como motor de nuestra
existencia (sin filosofadas por favor!!). La lista puede ser un
reflejo del inconformismo y si alguno echa en falta uno u otro disco,
pues bien aventurados aquellos que gozan con aquello que temían.
Como pueden
observar no están ni David Bowie, tampoco Artic Monkeys, John Grant,
Arcade Fire, My Bloody Valentine, Deerhunter, Kanye West, Bob Dylan,
Darkside... en fin ya saben a que me refiero. A todo aquello que
debería estar si la calidad se midiera por el revuelo mediático que
generan a su alrededor. Y no crean que son por ello discos que me han
desagradado, todo lo contrario; algunos los he disfrutado muy mucho,
y a otros les pronostico un disfrute más a largo plazo (al fin y al
cabo el gusto debe cambiar saludablemente cada cierto tiempo).
En cambio, y
no crean que es solo por una mera cuestión de principios, cada vez
me inclino por buscar en la música aquello que nos movía años
atrás: Quizás por una búsqueda enfermiza de la ilusión juvenil
perdida, tanto en lo aparentemente normal como en lo morbosamente
transgresor, solo se buscar y disfrutar con aquello que me solivianta
y excita. Aquello que se desvía sigilosamente como una anomalía, lo
que es tan normal que interfiere entre lo manido para buscar otra
dimensión paralela (y siempre discreta). La devoción por aquello
que ahora no toca, por los estilismos perdidos en los sedimentos de
las rocas.
Quien sabe
si solo es el romanticismo que insufla nuestra madurez como una
utopía o como un espejismo. Solo se que es como una segunda juventud
o como una puesta a cero, la que da sentido a que esté ahora
escribiendo y compartiendo experiencias. Y si no fuese así, estaría
haciendo macramé con las cicatrices de mi pierna derecha.
PD. Felices
fiestas, entrada de año, y deseos futuribles.
- SEA DWELLER /Sings of a perfect Disaster
Esta banda
Italiana residente en Roma publicó su trabajo el pasado año, pero
no ha sido hasta este cuando han editado por fin su disco en formato
CD de manera oficial.
Sobre el
terreno nada que resaltar salvo su origen; profundizando en su
discurso de paisajes emborronados y cadencias susurrantes. Un
destello de autenticidad tan extrañamente ausente en las cadenas de
producción actuales, que fácilmente al escucharlos nuestro
subconsciente nos remita a una pasada época; donde rendir culto a
las minorías y a la introspección no era sinónimo de agotamiento y
repetición. Ellos saben crear texturas, moldearlas y hacer que su
fidelidad una paleta de un cuadro impresionista, citarnos el otrora
sonido 4AD, y el Shoegaze más balsámico.
- ZONAEA / As the Stars Collapse
Pensar en
una lista de previsibles candidatos sería como reconocer nuestro
servilismo y acatamiento a las normas de la moda. Y como yo en lo
personal reniego con cariño y por naturaleza, a todo aquello que
inunda la red de redes, prefiero lanzarme al encuentro de algo que
realmente agite mi alma. Ya saben sonidos que hagan trabajar por poco
que sea mi marchito espíritu.
Como una
baliza salvadora allí estaban estos veteranos de Charleston, Zonaea.
Cirujanos del sonido que como nadie saben modular, tensar y estirar
las notas, dando con la clave de la atmósfera como principal virtud.
Siete
canciones que rememoran el Post Rock más cáustico y seminal, donde
se reúnen alrededor del fuego conocidos como: Sonic Youth, Polvo,
Explosion in the Sky, o Archers of Loaf. Todo un gustazo de disco
donde redimir nuestros oídos famélicos, del peligro que suponen las
guitarras y la sabrosa angustia tortuosa del buen Rock de los 90.
- BETUNIZER / Gran Veta
Si con
Zonaea un servidor se ha dado un atracón de clavos, rebabas, y
caminos sinuosamente abruptos. La excepción que confirma la regla de
que en el ámbito nacional algo está sacudiendo el paripé de
gustar sin incomodar, es sin duda la aparición de bandas como los
Valencianos BETUNIZER.
Rápidamente
les han colocado la etiqueta de Post Hardcore, y yo que me quedé
anclado en las etiquetas de finales de los 80. Prefiero buscar el
secreto de su ADN, en las disonancias y la abstracción argumental de
su métrica, y por supuestísimo en el espoleo de sus letras; quienes
nos soliviantan debidamente nuestros sedados intelectos.
Y háganme
caso y no sean caguetas, “Gran Veta” es lo más parecido a
una terapia de choque contra la apatía y el acomodamiento. Ni que la
palabra Hardcore les de miedito, ni que la alargada sombra de Steve
Albini campe a sus anchas por todo el temario; si todo fuese tan
cómodo y plácido sería a la música, como desproveer de Wasabi
una buena ración de Sushi, Makis, y Sashimi.
Pura insipidez vamos.
27.
WHITE DENIM / Corsicana Lemonade
Sería de
burros no reconocer lo mucho que nos han enseñado a lo largo de su
carrera estos Tejanos, en lo que concierne al arte de moldear cual
pila de arcilla el Rock progresivo, el Avant Rock o como cojones
lo queramos definir.
En todo ese
tiempo hemos gozado como cochinos sobre el barro con el virtuosismo
de sus cuatro miembros. Y viajado por decorados tan variopintos como
el de la Psicodelia, lo experimental, la luminosidad de su Funk
Popero, sus bucles interminables, el Blues, el Rock Garajero, y hasta
una cierta obsesión por construir y deconstruir todo lo
anteriormente citado.
Su último
trabajo sería por así decirlo el mejor punto de partida para medio
entender su idiosincrasia. Uno de los más accesibles, sin por ello
perder ni un ápice de majestuosidad a la hora de dotar cada una de
sus canciones de matices imprevisibles. Un Rock caleidoscópico que
se pasea con una chulería natural por el Jazz, el Blues, y el Funk
correoso; y que además lo hace con diez pedazo de canciones de lo
más digestivas y apetecibles. Uno de sus mejores trabajos, que
demuestran que se puede experimentar, gustar, y ampliar fronteras sin
perder su esencia.
26.
DISAPPEARS / Era
A esta banda
de Chicago fundada por el ex Sonic Youth Steve Shelley, la descubrí en 2010 con su debut “Lux”.
Inmediatamente me llamó la atención, ese Rock directo con claras
reminiscencias al Garaje en canciones como “Not nothing”, o
“Magics”. Desde aquel primer disco pétreo y primitivo, hasta
nuestros días las cosas han evolucionado claramente hacia un sonido
más complejo y experimental.
Lo que nos
lleva a calificar su último trabajo “Era” como el más ambicioso
y suicida, claramente al margen de cualquier coartada comercial. En
él se pueden encontrar a partes iguales amplias odas al Krautrock
más espacial en cortes como “Ultra”, “New House”, o “New
House”. O bien claros homenajes a aquella escena oscura de los 80,
donde las chorreras y lo gótico quedaban en un segundo plano para
incidir en la experimentación, en otras como “Era”, o “Weird
House”. Es ahí donde se dejan acariciar en un claro homenaje a los
atmosféricos Bauhaus de “In the Flat Field” y “Sky's gone
Out”.
- EELS / Wonderful Glorious
He de
admitir que en muy contadas ocasiones me he dejado llevar por las
anárquicas propuestas de Mr. Mark Oliver Everett aka Eels, vaya se
puede decir que no soy fiel seguidor de su trayectoria.
Quizás por
eso, al meter uno las narices en su última y más concentrada obra,
la sorpresa se hace aun más mayúscula si cabe. Un disco que puede
suponer para algunos una simple golosina para conformar a aquellos
que no están dispuestos a asumir los riesgos de una carrera plagada
de trucos y tratos. Sin embargo y con todos mis respetos, no puedo
más que rendirme a la magia de toparme con un disco donde cada corte
es una joya bruta de Rock futurista.
Algo por
cierto, bastante escaso en los tiempos que corren. Y que además
demuestra que se puede reinventar el concepto del Rock, sin caer en
el recargolamiento ni en la pedanteria de retorcer lo que por si solo
funciona.
- I AM KLOOT / Let it all In
No son pocas
las ocasiones en las que me asalta la duda, de si estoy aplicando
correctamente el criterio a la hora de enumerar y argumentar los
motivos por los que elijo tal o cual disco. Sobretodo cuando se trata
de hacer una lista y darle un orden, con lo relativo que es todo en
esta vida.
En el caso
que me ocupa sería de embustero recalcitrante, no admitir los lazos
sentimentales que me unen a los Mancunianos I am a Kloot. Uno
de los motivos junto a Doves y Elbow, por los cuales no
me tiré a un barranco en aquellos años de travesía por el
desierto. Sin embargo y aunque admita mi devoción, he de ser
consecuente con mis impulsos y meditar con más calma lo básico por
lo que figuran ellos y no otros:
Que ya nadie
hace discos como estas tres bandas. Que el tiempo que se toman en
publicar cada uno, es directamente proporcional a su calidad y a su
buen hacer. Y sobretodo, que acaban siendo tan emotivos como los
viejos guisos de nuestras madres y abuelas (apetecen siempre,
resucitan a un muerto, alimentan, y nunca nunca pasan de moda).
- PINKUNOIZU / The Drop
Si
hay un motivo indispensable por el que valga la pena clasificar
aquello que más te ha gustado del año, y poner en tela de juicio tu
personal criterio. Es descubrir entre tanto titular y campeón, a
proyectos de otras latitudes como el de los Daneses Pinkunoizu; que
además confirman el buen momento que respira la tierra de John
Lauridsen (Trentemoller, Iceage, Death Valley Sleepers).
Una historia
digna de husmear que se va a las antípodas de la música, rescatando
los pulsos electrónicos de finales de los 70. En las premisas de su
creatividad se pueden encontrar la mayoría de las condiciones
básicas del Krautrock, el SynthPop, y de la experimentación. Con la
diferencia de que lo suyo no es un simple homenaje a Kraftwerk,
Stereolab, o a Neu!, si no que es la libertad a la hora de construir
lo que hace que su segundo disco un excitante viaje por distintos
paisajes: Ahí está el Tecno Pop frágil, el Folk desolado, los
loops adictivos, y la sorpresa de encontrarse con virajes propios de
unos niños curiosos que poco entienden de reglas.