jueves, 31 de julio de 2014

#TARDES A PIE DE NEVERA (y van dos): INSPIRAL CARPETS_2014





Con la puerta del combi abierta de par en par, y la inmensidad de la llanura Manchega ante nuestros todavía ensangrentados ojos. Me he dado una garfada de rocío matinal y una ducha de relente refrescante. El único momento en el que calor de sangre fría se deja acariciar; aun medio tontorrón legañoso y un poco manso. A partir de las nueve ya empieza a gruñir a morder, y es imposible.
He recién conocido a un viejo cantante de orquesta, con el que me desvelo y charramos un rato hasta que el rabioso sol se incorpora para mordernos los brillos. Me dice que cantaba en una orquesta llamada Oasis ya disuelta, pero que alguna noche se envalentona ante un público más distante, desconocido y menos exigente; el de la nevera. Que estaba harto de que todo su pueblo lo parase por la calle, y que un buen día decidió abandonar mujer e hijos en busca del anonimato.

Allí sentados con las piernas colgando sobre el embellecedor de las patas del engendro frigorífico, nos quedamos mudos escuchando el silencio, los respingos de quien duerme, y algún imprudente que habla en sueños. Él me cuenta su vida de noches infinitas, de extenuantes jornadas y de famoseo bizarro, y yo lo escucho en silencio. Allí donde se encuentra lo pasado y lo contemporáneo, donde chirrían los goznes del gran baúl de los recuerdos. Y con un rumor memorabílico tenaz y rebelde que no quiere callarse, viajamos los dos casi cada mañana sin seguir un itinerario preciso o concreto.
No emprendí este camino con los bolsillos vacíos, y fueron pocas pero necesarias las cosas con las que llené mi zurrón. Algunas están ahí de forma física y tangible, otras en cambio son vapor de pensamientos; se llevan pero no pesan ni apenas se sienten, vienen y van como los pensamientos: Música de ahora y de ayer para canturrear, algún libro y muchas películas para ver, que descongelamos apenas sacándolas un minuto del gran sótano congelador.



Después de ver estos últimos años como volvían a la vida bandas y artistas criogenizados desde tiempo inmemorial: Pixies, The Woodentops, House of Love, James, Morrissey, The Blow Monkeys, Peter Murphy... y alguno más que se me escapa. Veteranos que parecen venir al rescate o simplemente animados por el revivalismo de incombustibles décadas. Algunos con más maña que fuerza, o con aquel proverbio de “más vale el viejo por sabio” como argumento.
De todos ellos, y sin el más mínimo interés por cuestionar o ensalzar la vigencia/necesidad de sus propuestas, ni la intención de abrir un debate tanto o más absurdo que las mismas modas pasajeras. De todo cuanto ha caído en mis manos. Si hay algo que me ha devuelto mi inocencia juvenil veinteañera, me ha saciado como el agua fresca que premia un largo camino territorios desertizados, y me ha proporcionado ese glorioso instante del sueño húmedo; siempre breve, imaginativo y morboso. Es la descabellada idea de INSPIRAL CARPETS, cuando un buen día deciden publicar un nuevo disco tras veinte años de silencio; y no por ello morir en el intento.

Porque vayamos a ser sinceros. Si a alguien en una pirueta malabar se le ocurriese viajar a esa pérfida época puente entre los oscuros 80's, y el tsunami del BritPop. La llamada Escalidelia de Madchester, donde el fulgurante Indie de finales de los 80 echaba el resto en la pista de baile entre Anfetas y LSD , a manos de: Stone Roses, Charlatans, Happy Mondays, A Guy Called Gerald, Lightin' Seeds, 808 State, Jesus Jones, The Shamen, The Soup Dragons, Paris Angles y largo largo etcétera que se desvaneció progresivamente hasta caer en el olvido; salvo The Charlatans, que se supieron reciclar tras la muerte de su organista Rob Collins.
De todos ellos sin excepción posible, The Inspiral Carpets quizás sería la más improbable de reinventar en la actualidad; cuando ya de por si eran una rabiosa y dulce anomalía por aquellos entonces.

De las pocas bandas que parecían ir por libre, y que hicieron de su insignificancia una valía jamás reconocida. Se dice que en su debut vendieron más camisetas de La Vaca Extasiada que discos; y es cierto. Desecharon el Hammond por una especie de Farfisa más estridente, como un elogiable homenaje a Ray Mazarek. Pasaron de una psicodelia corrosiva a unas guitarras mordientes y abstractas más propias del garaje y de los años gloriosos del Mod. Redujeron su inquebrantable personalidad a un pequeño puñado de hits esquivos, de manera totalmente injusta: “Joe”, “This is How it Feels”, “She comes in the fall”, “Caravan”, “Dragging me Down”, “Saturn 5”. Donde sus letras de historias reales, del proletariado, de la juventud perdida entre la miseria e industrializada Manchester postTatcheriana los asoció a otra banda de reivindicativas letras, JAMES. Y que desaparecieron sin apenas dejar huella en detrimento de los mitificados Stone Roses, y los incombustibles Charlatans.


Veinte años parecen ser una eternidad, sobretodo para una banda forjada en un movimiento tan breve y fugaz como lo fue aquel desencantado Madchester de finales de los 80. Pero a ellos no parece haberles hecho apenas mella el pasar de los años, y al escuchar su trabajo de regreso uno tiene la sensación de que han estado todo este tiempo congelados, gravitando alrededor de su Saturn 5 en una cápsula del tiempo.
No es, aunque algunos lo sospechen, una mera trampa melancólica que la edad nos tiende. Uno de esos arrebatos al que agarrarnos para recuperar la emoción, pálpito o aventura por rescatar aquellos idealistas momentos a los que la novedad ha concinado en una residencia para desechos; ¿y si así lo fuera? tampoco pasaría nada. Inspiral Carpets jamás fueron actuales y como tal , su regreso solo obedece a simple placer de volver a encerrarse en los estudios y plasmar con una visión más serena, su madurez como músicos. Algo que los honra, porque en vez de intentar adaptarse a los tiempos que corren e intentar atraer a otro tipo de público, han continuado como si aquí no hubiese pasado nada ¿20 años?¿que son 20 años si su pasión sigue intacta? Doce cortes los que completan este INSPIRAL CARPETS 2014, donde se sintetizan las mejores virtudes de la banda de Manchester. Y un disco que se podría haber publicado perfectamente tras su The Beast Inside/1991 sin apenas desentonar, y mejorando lo presente.

Sin estridencias, campañas mediáticas, grandes eventos ni suspense comercial, vuelven por sus fueros: Pequeños locales, al rebufo de sus pocos incondicionales y felices, se les ve muy felices si señor. Tanto, que tras la renuncia de Tom Hingley (con quien grabaron sus 4 álbumes en los cuatro años que estuvieron en Mute), regresan con su vocalista fundador Stephen Holt; aquel quien cimentó la banda a base de demos y cassettes en 1986. Todo un pulso personal de Clint Bloon por demostrar que la banda jamás se disolvió, tras la poca relevancia que produjo el barroquismo de Clint Boon Experience a finales de los 90. Y una posterior retahíla de compilaciones, gira de reunión en 2003 y posterior DVD de rigor.
Como una caja de los truenos que se abre, retumba “Monochrome”, una las canciones que mejor ilustra el debut con el que comenzaron su trayectoria, y del que se podría sospechar como un anzuelo de caramelo envenenado para embaucarnos. Pero no es así, los doce cortes que completan la obra son todos ellos señuelos que bien podrían ser en su totalidad doce codiciados singles.
Sin tener ese halo de hits coreables hasta el desgañite. Tanto en “Spitfire” que es el single de adelanto escogido, hasta “Let you Down”, donde el poeta maldito John Cooper Clarcke hace un cameo recitado en la recta final del corte 11, tienen el mismo porte de tema adictivo que cabalga a lomos del órgano Clintboniano. A medio camino podemos tomar aire con “Flying like a Bird”; su tema más reposado. Hacer un guiño a The Charlatans con “Forever Here” que tanto recuerda al “Believe you Me” de los Londinenses. Hasta el asombroso parecido vocal entre el repescado Stephen Holt y Tom Hingley, quien tenía una poderosa voz en directo, hace prácticamente inapreciable el cambio de vocalista sobre la línea sonora del disco. Ponerlos al mismo nivel sobre el escenario ya es otra cosa, ya que Tom (quien desbancó a Noel Gallager en las audiciones, tras el abandono de Stephen en 1989), tiene torrente inalcanzable en los famosos arpegios vocales de su época dorada.
Pero lo que si han conseguido con este nuevo trabajo y vocalista, es recuperar su esencia garajera de sus inicios. Que unido al sonido envolvente y barroco del órgano de Clint Boon (principal artífice de esta prometedora reunión), dan como resultado un conjunto más fibrado, directo y fresco a todo el disco. Ya digo, basta con escuchar el infeccioso “You're so Good for Me”, “Calling out to you” o “Changes”, para ver a una banda por la que no solo no han pasado los años, si no que además se presiente mucho más reforzada y segura que en los últimos trabajos de mediados de los 90. Se que puede parecer algo desmesurado fruto de una alucinación quijotesca (ya se sabe, el calor y el exceso de frigorías mitigantes). Pero es que por triste que parezca, son tanto los sonidos estandarizados, estéticamente perfectos, clónicos e incluso porqué no, ausente en eso que se llama combatividad creativa. Que uno no puede por más que hacer pucheros de felicidad cuando escucha resonar “A to Z of my Heart” o “Human Shield”. Dos de esas canciones donde se estructura el inconfundible sonido de esta olvidada banda y que tanto recuerda al épico “This is How to feels” del 89: Ese sacudir de sus mortajas el Garaje Británico, los Grooves subterráneos de los Pubs del barrio, y ese perfume inconfundible que hizo que la falta de futuro en Inglaterra forjara un sonido único y transmisor.
INSPIRAL CARPETS bebe de todo eso, pese a haberles tocado vivir unos años un tanto artificiosos. Pero sigue estando ahí si se escarba y se profundiza en su sonido aparentemente despreocupado y sin excesos ni pedanterías, se pueden entrever sus numerosas conexiones con los Small Faces, The Jam o The Fleshtones... Y que veinte años más tarde vuelvan a conseguir transmitir ese mensaje, créanme amigos, tiene mucho mucho mérito. Aunque esto final sea una apreciación personal, y serán los espectadores del sinfín de festivales que los vean (PALM FESTIVAL incluido), los que tengan la última palabra; pues no hay un gran disco sin un buen directo.

lunes, 21 de julio de 2014

#TARDES A PIE DE NEVERA: THE HUNT (LA CAZA)_2012





Nacionalidad: Dinamarca
Género: Drama psicológico de tinte social
Metraje: 111 min
Director: Thomas Vintenberg
Guión: Thomas Vintenberg y Tobias Lindholm
Fotografía: Charlotte BruusChristensen
Música: Nikolaj Egelund
Reparto: Mads Mikkelsen, Thomas Bo Larsen , Annika Wedderkopp, Alexandra Repaport, Lars Ranthe, Anne Louise Hassling, Susse Wold, Ole Dupont, Lasse Fogelstrom...



Sí sí, fue ayer cuando lo vi!! En la levedad de una calurosa noche de Julio, con los párpados temblorosos y los automatismos del estado de la vigilia. Sentirme flotar sobre un calmado mar que no es mar sino sudor. Despertar de un respingo tras un fuerte ronquido apneoso, y verme caminar por un paraje Albaceteño envuelto en guiñapos empapados en el sudor y resquebrajados por el salitre.

Al fondo en el infinito medio desdibujada por la calima del inmenso torturador SOL, una nevera. Un combi gigantesco de blanco inmaculado fulgurante por los letales rayos del astro solar. Los inabarcables campos de cereal segado, las alpacas de forraje, las cigarras cantando el réquiem y el plomizo paso de mis pies para llegar por fin y tocarlo: - No, no, no es un espejismo, es real y se oye un suave ronroneo como el de un gato. Abrirlo y comprobar con alivio que el engendro funciona. Sortearlo por izquierda y derecha, por el reverso y por los costados: - No hay rastro de cable alguno, imposible!! Abrirlo y darme una bofetada en todo el gerundio. Introducir la cabeza, entornar la puerta, volver a desencajarla para introducir el torso, extremidades en un ejercicio de contorsión sin igual, y hallarme dentro cómodamente dispuesto y en compañía.

  • Es un lugar realmente acogedor si señor!!, entri entri que veurà el meu piset, exclamaba un viejito encorvado y con una pequeña parálisis en la boca; mientras, se limpiaba la baba con un pañuelo de hilo Inglés.

La comunidad residente, debidamente distribuida por las baldas de grueso vidrio, era variada y amable. Todos adultos con la piel tersa por el frío, pese a su avanzada edad. Y con una luminosidad en sus retinas, fuera de toda duda: Las hueveras de arriba hacían de mirador. En la zona más alta y menos fría, las señoras masajeaban su senos firmes y puntiagudos; por el escalofrío supongo. En la zona intermedia, una zona de recreo que usaba la condensación de las paredes como fuente ornamental. 
En el congelador de la parte inferior unas pistas de Bobsleigh y Skeleton. Y en los compartimentos de plástico para guardar la fruta, dos amplias salas de cine; por la acústica sabes. - Esto si que es un cine de Verano pardiez!!, exclamé lleno de júbilo.

Este verano he decidido quedarme a vivir aquí; ahora que de verdad ha llegado el verano y se derriten las calles. Me tratan de lujo y la lista de asuntos pendientes es tan extensa que pienso devorar películas, hacer reposiciones musicales y contemplar mi creciente degeneración, aprovechando que la memoria se refresca, y hasta que se me escarchen las mucosas. Así que es muy probable que desde ahora (ya mismito) hasta el acabose estival, me dedique a narrar mis vicisitudes a pie de frigorífico, con el único fin de saciar mis caprichos y confraternizar con los habitantes de este lugar. Y pummmto!!
El primer gusto que me he dado, es tumbarme al fondo del compartimento y recostarme sobre un mullido cogollo de Tudela mientras daban THE HUNT (La Caza). Una peli que tenía apilada bajo cartas de impagados, folletos del mediamarkt, informes médicos, recetas... etc etc y más etc. Allí donde se pierde la verdadera importancia de los asuntos, se olvidan las melodías y se evapora el tiempo para el disfrute personal (y sí, muy egoísta). Una peli además que me ha vuelto a interconectar con un pasado lejano. Aquel en el que vi hace 16 años su primer film conocido bajo el auspicio del DOGMA95, CELEBRACIÓN/1998. Y que con sus paisajes invernales helados, hace por un instante que me olvide del aire abrasador que nos tuesta o empapa, según la latitud.
THOMAS VINTENBERG & MAD MIKKELSEN

Desde entonces no he vuelto a tener noticias de Thomas Vinterberg. Y mira que aquella película ha permanecido y me ha acompañado durante largos años, como una de las películas que #A mi, más me ha gustado. Mucho más inclusive que las primeras cintas de Lars Von Trier con las que llegué a él (Europa, Rompiendo las Olas, Los Idiotas). Con esa manera más emotiva de desgranar las personalidades humanas, sus relaciones, incongruencias y demonios propios, que tuvo en su obra magna The Celebration su máximo esplendor. Y de hacernos enfrentar a la hipocresía del comportamiento humano y al control sibilino de la opinión y consiguientes actos.
De ese planteamiento argumental y violento desenlace, se puede extrapolar tanto o más a otros aspectos de nuestra sociedad. Que más bien podría ser un ensayo científico/sociológico, que la de un argumento situacional por donde transita una historia.

Pues tras visualizar LA CAZA sin saber (lo juro), que pertenecía a este joven director Danés del que no tenía noticias desde entonces (no hay ruegos ni preguntas). Son muchas las conexiones emocionales que tienen en común y comparten.
Esta vez no es un adinerado padre que intenta darse un baño de masas, obviando la podredumbre que había implantado en sus vástagos. Pero el suceso al que se enfrenta Lucas (un educador infantil de un pequeño pueblo), hará de alguna forma también destapar las personalidades que todos llevamos ocultas en nuestro adentros: Prejuicios, hipocresía, juicios absurdos, y una permeabilidad hacia echos o rumores, según nuestros ideales bastante destructiva. Algo que se da a diario a nuestro alrededor y que moldea la opinión pública de la gente creando corrientes. Igual que la de una comunidad de vecinos o la de una pequeña barriada.


Lucas y Klara tienen una relación de amistad de aquellas de cuento. La amistad que une a Lucas, un profesor divorciado y solitario con el padre de la niña, y las continuas discusiones de sus padres. Hacen que surja un apego especial entre Klara, Lucas y su perra Fanny. Que acaba de confundir los sentimientos de amor inocente que despierta Lucas en la desconcertada niña.
A partir de ahí y tras unas declaraciones de la niña a la directora del colegio, la historia da un un giro de 360 grados. Poniendo sobre la mesa un tema tan complejo, polémico y discutible como la pederastia y el mito sobre aquello de que “los niños nunca mienten”. Una pequeña obsesión que persigue a Thomas Vinterberg; ya liberado del Dogma95 desde hace un tiempo. Sobre los abusos, la moral, la familia y el comportamiento humano en toda su filmografía. Pero que el director Danés sabe manejar con tremenda emotividad y psicología, pese a los numerosos fallos de exposición en algunos momentos como: La entrevista del hipotético psicólogo a la criatura, el manejo de la situación por la directora, y la posterior investigación policiaca. 
Con todo y con eso, consigue centrar la atención del espectador en el eje de la historia y en su disfrute particular, que no es otro que: De que somo capaces de hacer los humanos cuando nos formamos una opinión (quizás deseada), en un entorno de presión popular y de prejuicios generalizados. ¿Sabríamos alzar la voz para razonar y hacer ver a los demás, que las cosas no son tal y como se ven? ¿que estamos sujetos a un entorno cultural y social, donde todo se desdibuja y cambia según el prisma con el que se mira?
Probablemente no, a veces es mejor dejarse llevar por la manada (que siempre suele tener razón, ja!!)



En cualquier caso y filosofadas propias de cada uno a parte, la cosa está en que Thomas Vinterberg nos lleva a su terreno. Y logra dotar a todo el metraje de ese suspense y malrollismo rencoroso que supuran las pelís Nórdicas de suspense. Donde son capaces tanto de quedar como amigos después de apuñalarse por la espalda, como de quemar en la pira al más pintado. Thomas Vinterberg lo hace desde un punto de vista muy acorde con una sociedad, donde las maneras parecen estar por encima las miserias íntimas y personales. Sacando a relucir situaciones que en realidad pertenecen al género humano, no a una cultura o país en particular.
La película es cierto que no logra la misma brillantez y crueldad hiócrita de Celebración, y hay momentos en los que peca de precipitación a la hora de trabajar el climax del largometraje. Pero hay que ser justos en reconocer que la interpretación de Mads Mikkelsen nos hace dejar en un segundo plano todos estos inconvenientes. Eso, y que realmente consigue transmitir durante gran parte del film, una sensación asfixiante de suspense, ira, y angustia constante. Junto a uno de sus principales objetivos: Generar debate sobre algunos aspectos oscuros del compartimento humano, y llevarnos a preguntar si en realidad actuamos con criterio o serenidad a la hora de enfrentarnos a nuestros tabús.

Una película bastante digna y recomendable dotada de muy buenas interpretaciones. Una atmósfera realmente lograda y con chicha para darle al coco a la par que para extrapolar en infinidad de situaciones que nos rodean. Que además vuelve a demostrar, que a veces no es necesario urdir situaciones inverosímiles para generar situaciones de angustia y suspense. Pues la realidad de cada día ya es lo suficientemente escabrosa; aunque supongo que si han visto Celebración como yo, pueda generarles algunas dudas.

SALUD Y BUEN CINE!!

miércoles, 16 de julio de 2014

THE JAYHAWKS_ Sala Apolo_14/07/2014 *ARMONÍAS Y SINTONÍAS CON LAS QUE ENCENDER LA LUNA




Hay señales en lo alto de cielo y en la cima de las montañas que nos reclaman con aquellos lenguajes secretos que solo los animales indomables entienden. De esos códigos secretos de frecuencias imperceptibles y de signos aun por descifrar, que solo los más aguerridos y melancólicos percibimos sus llamadas. Y no son cánticos fúnebres o de maleficio, si no de avistar allí en la cumbre una meta. El divisar el fin de un largo trayecto, el silencio, el viento en nuestra cara, el solo triunfo de llegar, y el sentido de una carrera de fondistas en la que solo ganan los perseverantes.
THE JAYHAWKS son por así decirlo ese corredor de fondo solitario, que traza un itinerario sin un claro destino. El correr por correr, y un camino incierto para cambiar a medida que se hacen los kilómetros y la orografía de la vida nos moldea a su capricho: Sin resistencia, con naturalidad, encajando los obstáculos y convirtiéndonos en lo que somos, por la simple, natural y maravillosa erosión de la vida.
Los que levantemos la vista más allá de Islas Británicas, oteando en el horizonte buscando otro acicate. Encontremos (encontré), en SMILE/2000; cuando tuve la suerte de descubrirlos por un inesperado regalo de una amiga. El motivo conciliador y concluyente para cuando por fin, en un equilibrio casi perfecto, se desplegaba reluciente ese hermoso tapiz de infinidad de tejidos: Los ecos de B. Dylan, ese falsete familiar donde Jeff Lynne de verdad el quinto Beatle, la raíz costumbrista del Folk, el Rock arisco y a la vez amable, y el Pop luminoso por cual soy casi cofrade. Esa forma de aunar lo pasado, lo presente y lo atemporal. THE JAYHAWKS son desde luego para mi, de las pocas bandas por las que se puede transitar distraídamente, y masticar en cada uno de sus discos momentos tan distintos y a la vez inconfundibles, como lo es la vida de uno mismo y los cambios a los que nos ha sometido.


Después de dar durante un mes con mis huesos en un hospital este pasado invierno. Bajar hondonadas, subir cumbres y poner el contador a cero en numerosas ocasiones, por culpa lenta recuperación que ya se alarga por siete meses (y lo que me queda).
No hay nada que me apetezca más, que cargar baterías con Jayhawks; a los que veo por primera vez.
De echo, son este tipo de artistas como Robyn Hitchcock, Dengue Fever, Lloyd Cole, Cass McCombs, Megafaum o Chuck Prophet los que más me he disfrutado y me ha motivado ver estos últimos años. Artistas a los que sigo, pero que no miden mis preferencias estrictamente; no se si me explico: Quizás si me guiara por mis gustos que son variados (aunque siempre hay un par que rigen nuestros hábitos), vería otro tipo de bandas. Después están los que seguimos, pero nunca con suficiente profundidad... Pues esos son los que nos despiertan ciertos aspectos desconocidos de nuestra percepción de su obra, y claro!!, de nuestros sentidos.
Si además, te dejas rodear, arrastras, tientas a alguien que los ignora por completo, o que apenas si los conoce. La sensación de compartir algo mágico es mucho mayor. En esta ocasión con mi pareja, un de los pocos compañeros del trabajo con quien me retroalimento musicalmente, y la incombustible Marta aka Atticus; quienes dimos habida cuenta de unos deliciosos rollitos de la STRADA, junto a los compañeros de CrazyMinds
Más alguna que otra alma conocida necesitada de melancolía que se atrevió a dejarse arrastrar; ahora que soplan aires de ritmos monocromáticos... sin acritud, claro!!.


Mi primer desvirgue Jayhawkiano de ayer reunió todos los ingredientes para ser una velada medicinal y curativa. De aquellas que hacen desaparecer cualquier temor hacia las leyendas urbanas sobre lo que llaman Country o Alt Country. Pues la banda de Minessota si algo ha sabido hacer a lo largo de su trayectoria, es expandir ese santo y seña hacia territorios mucho más ricos e ilimitados: Con momentos en los que aparecían remembranzas sonoras hacia The Eagles, The Byrds, Dylanescos en alguna ocasión, corales que pueden remitir hacia algunos aspectos Beatlemanos, o incluso un hermanamiento contemporáneo con Wilco; más allá de aquel proyecto llamado Golden Smog. Aunque The Jayhawks tienen una clara ventaja, y es que pueden sonar a muchas cosas, pero se hacen dueños de un estilo inconfundible que los lleva a pasearse por Folk, Rock y Pop sin apenas transgredir en la mezcla, y con una identidad generacional única.

Con casi media hora de retraso respecto al horario que indicaba la promotora, y con una sala repleta de incondicionales a los que se acomodó la sala Apolo no sin cierta lentitud; quien sabe si por unas expectativas superadas. La aparición de la banda sobre el escenario nos hizo presagiar riqueza de matices; nada nuevo sobre su orfebre y mimado sonido. Con una Mandolina de acompañamiento con la que ampliar los armónicos más que cuantiosos que ya domina la banda. En la que los arpegios corales e instrumentales del piano de Karem Brotberg, y las segundas voces del batería Tim O'Reagan forman una triada arrolladora y verdaderamente amplificada. La compañía sobre las tablas de Kraig Johnson a las guitarras de acompañamiento y a Marc Perlman, con ese bajo que lo duplica en tamaño y en sinuosidad. Unido al ya incontestable liderazgo de Gary Lauris como auténtico director de ceremonias y dominador absoluto de los tiempos. Hicieron que como se intuía, la banda sonase aun mejor que sobre el acetato; pese a la ausencia con respecto a la gira del 2012 de Mark Olson.
Todo él, como un paradisíaco viaje por los tres discos que en teoría se conmemoraban: (Sound of Lies, Smile, Rainy Day Music, más alguna del Hollywood Town Fall y algún cover); tres de mis preferidos por cierto. Y con un Gary Lauris fenomenal en el manejo vocal y de las tres guitarras que usó para maridar con una soltura increíblemente natural, sus transiciones entre el Folk y el Rock setentero: La maleabilidad con la que se flexionan, estiran y araña las precisas notas de la guitarra.
La entrada en escena de la Hamer Fliying V cuando los solos precisan de esos lamentos agudos de los que tanto abusaron metaleros; en sus manos son puro bálsamo hiriente. O la Gibson SG y la Rickenbacker cuando baja el tono de sus interpretaciones, y acompañando con su armónica.

Todas esas virtudes que en escena hacen de este desencantado arquitecto de oficio, un artesano de armonías sin igual. Una especie de “Gran Héroe Americano” sin capa y con más magia que superpoderes, porque no me vayan ahora a negar el tremendo parecido que guarda G. Lauris con el personaje de Tv de los 80; eso sí, con mucho más despegue y mejor aterrizaje que William Katt. Tan concentrado y ensimismado con hacer brotar de sus seis cuerdas sus melodías de encantador, que en una primera mitad del concierto pareció perderse en su universo arquitectónico de planos, cotas y escalas, hasta que sonaron los acordes de “Angelyne”: bello erizado y lamentos de melancolía amorosa, que se colaron por el último de los rincones de la sala Apolo.
Para alguien como yo, que es la primera vez que tiene el gustazo de echarse a la cara a tremendo ejecutores. Esa sensación de abstracción y poca sintonía entre el líder, Gary, y el resto de la banda, no fue un gran inconveniente. Las canciones sonaron tan grandes, perfectas y ampulosas, que todo fue un dejarse llevar.
Siguieron un patrón más o menos parecido al resto de sets que han ofrecido en tierras Laponas, salvo algún cambio de orden. Una apertura con la archiconocida “I Gonna Make you love me” para empezar a trotar; ese piano de Karem, que bien suena, y que gorgoteo tan rico en armónicos.
Las primeras canciones sonaron con un poco de eco y resonancia, pero “Think about It” tras “The Man who loved Life” puso inmediatamente las cosas en su sitio: Ese tono powerpopero y hasta cierto punto GLAMuroso tan deliciosamente salvaje con el que se abre como una flor Sound of Lies/1997, y con el que encadenaron hasta “Trouble”; que tanto me recuerda a D. Bowie, Beatles, incluso al grandullón de J. Lynne.
La setentona “Take with you” que junto a “Waiting for the Sun” recuperaron de su viejo Hollywood Town Hall/1992. Aquí si que acabó entrando su popular “Smile”, que aun no acabando por ser mi preferida, fue el hit con el que los descubrí; de agradecidos es. Sonó de este mismo afamado disco para mi sorpresa “Somewhere in Ohio”; mayúscula y soberbia interpretación de Tim O'Reagan, que me hizo olvidar que es una de las canciones a las que más manía llegué a cogerle.

Kraig a los mandos
 Bajaron ligeramente el pie del acelerador con “Haywire” y “Bottomless cup”, para descubrir la otra fabulosa voz de Tim O'Reagan al mando de las voces, hasta llegar a la tremenda “Dying on the Vine”. De ahí hasta final todo fue un ascender, elevar el alma y disfrutar de los momentos más inolvidables del concierto: El escuchar sin esperarlo “Blue” de su Tommorrow the Green Grass/1995; una de mis más adoradas canciones. Llorar a moco tendido y con el personal en un abrazo colectivo con “Save It for a Rainy Day”, “Big Star”, “I'd rum Away”, y hasta una magistral versión del “Revolution Blues” de Neil Young en la voz de Kraig Johnson que por un momento me pareció ver una aparición de Mike Scott; como me acordé de ti Johnny!!
La vuelta tras un ligerísimo receso cerveza en mano, brindis en alto y al personal jaleando un futbolero “oé oé oé”, más propio de las gradas de la premier; sorprendió tanto a Lauris & Co., que casi se unieron al surrealista momento. Por suerte Gary puso inmediatamente orden con los primeros compases de “All the Right Reasons”. Tan delicado y conmovedor el corte de su Rainy Day Music/2000, que el público recobró de nuevo la cordura.
Una cordura tan solo aparente, porque amigos, no hay bálsamo más reparador en esta virulenta adicción por los directos, que alcanzar la catarsis colectiva con placeres comunes. Puede que esa búsqueda y encuentro de los orígenes, al que nos lleva la madurez sea el detonante... puede. Pero ¿hay de verdad alguien en este mundo que se resista a una Rockanrolera y desconocida “Fools on Paradise”?, Joder!! es que no hay palo que se les resista. ¿Algún esquivo orejas de yeso que se resista a acunarse esa noche, con el eterno tarareo de “Tailspin” sacudiendo su camastro?
Acepto que las dos versiones de GOLDEN SMOG fueran un elixir aptas solo para pilotos experimentados. Pero si hay alguien a día de hoy que se resista al veneno acaramelado de JAYHAWKS; aunque sea a esas canciones que siempre has escuchado y ni pajolera idea de quien las tocaban. Si de verdad te pasa eso, es que tienes un ligero problema hormonal. Pero tranquilo, que se cura con el tiempo... SALUD Y BUENAS VIBRACIONES.
Thaks SHUZBUT