lunes, 13 de octubre de 2014

MORE MORRISSEY IN PLATFORMS Sant Jordi Club 10/09/2014





Veintinueve años y casi cinco meses es mucho tiempo y una larga distancia, para los pocos alumnos aventajados que no han perdido la memoria todavía en cualquier callejón de la urbe del tiempo. La gira de Meat is Murder que llevó a Morrissey y The Smiths de gira por Madrid y Barcelona en la primavera de Mayo (previa cancelación de San Sebastián) de 1985. Mide en largas distancias de fondista musical, una carrera por entre páramos, carreteras secundarias y caminos zizagueantes. De un autor controvertido, poético y singular al que el amor incondicional y el odio por partes iguales ha generado como un retroalimento de dulzura venenosa su mito, mitad leyenda mitad grandeza.
En los albores de una decadencia a grandes rasgos marcada por industria musical de boceto, y el culto a la estética, el romanticismo y el simbolismo de quienes lo veneramos desde tiempos a. Regresa con un nuevo disco, el décimo de su carrera en solitario tras la disolución de The Smiths en 1987: Discutible, revanchista como siempre, y de los más irregulares según criterio propio y a sabiendas que la perspectiva del tiempo nos dará su justa medida.


World Peace is none of your Business no es quizás el álbum deseado por sus seguidores más críticos: Insufrible en longitud, el menos popero de su carrera, reflexivo, de arreglos desacertados y a veces con la sensación de bagar sin rumbo. En fin, mil y un adjetivos que a uno le pueden venir a la cabeza. Sin saber con certeza, si es como aquella sensación de despecho del amante al que le acaban de poner los cuernos, lo que te hace anhelar con melancolía de un pasado que quedó atrás. O si es un juicio injusto a un artista de 55 años que no tiene que rendir cuentas a nadie, ni justificar su pasado; más cuando siempre ha sido de minorías, salvo cuando se le critica por sus declaraciones y sus actos.
En realidad nada ha cambiado demasiado desde que la prensa sensacionalista atizara inquisitoria, sus ambiguas letras con The Smiths. Y yo con 44 años, tampoco estoy por la labor de juzgar a nadie; con la de cosas por las que indignarse, tal y como está el patio. A Morrissey siempre se le ha reprochado con agravio comparativo hacia su anterior banda, no ofrecernos una continuidad digna y a la altura de The Smiths. Y creo que es un error de bulto, y una falta de tacto no dar la importancia que se merecen Johnny Marr, Andy Rourke y Mike Joyce. Vamos, es como si creyésemos que Morrissey sin estos tres elementos, debiera hacernos sentir por clausula contractual lo mismo que The Smiths.
Y no es solo una cuestión de calidad o de estilo, tan solo que son dos cosas diametralmente distintas. Morrissey era la figura más visible y significativa de The Smiths. En solitario es él y sus circunstancias, para lo bueno y para lo malo; aunque yo creo que porcentualmente es incomparable a su ex banda y sin embargo lo disfruto al 100%. Te puede gustar más o menos, pero tanto análisis sería igual de equiparable al de Frank Black, Peter Murphy, Lou Reed o George Harrison... y sus anteriores bandas. Algo verdaderamente absurdo y sin sentido.



Así que como se que este es un debate sin fin y solo acorde con el gusto del oyente. Yo, si me lo permitís, voy a ceñirme a mi experiencia personal. Que después de 30 años siguiendo su carrera al dedillo, y tras rememorar con ésta su primera visita en solitario: Esa primera vez que nos llevó hace quince años a Lisboa para cumplir mi sueño y el de otro puñado de Españoles por tierras lusas.
No voy a malgastar tiempo explicando algo tan íntimo y tan significativo para mi forma de entender la música. Máxime cuando es la primera vez en cinco años que decido escribir en esta triste bitácora, sobre uno de mis artistas de cabecera. Y convencido como estoy, de que serán ya los medios de rigor los que se entretengan en seguir hurgando en portadas sensacionalistas con las que alimentar la leyenda y sus egos de jueces supremos. Yo, si me perdonan mi personal parcialidad, prefiero disfrutar por lo que me queda, de su música, su lírica y su directo; que creo que es lo justo por lo que valorarlo. Puede que a lo mejor el tiempo y su retirada, sean los únicos que acaben dando su justa relevancia en la música de estas últimas décadas.



Amaneció el Viernes sobre Barcelona como una de tantas condenadas mañanas de mierda de este inicio de mes; raro raro inicio de Otoño el de este año: Encapotada, neblinosa, húmeda, fresca que sin ser fría te obliga a ponerte una rebequita... Vamos una mañana de esas a las que invita más a frenadol y trifásico de coñac, que a desayuno estándar. Menos mal que es bien sabido aquello de: “Donde nace niebla, con más fuerza luce el Sol”; os lo juro.
Y a las 19:30 como un tiro, tras sortear el típico tráfico infernal que circunvala la ciudad Condal. Que tampoco es cuestión de ansia o lo habitual, pero los que estamos acostumbrados a salas reducidicas y venimos de la conchinchina, mejor siempre con tiempo.
El justo para agenciarnos los bocatas (de tofu y seitán por supuesto... es coña) con sus correspondientes cervecitas, y al cobijo de un buen árbol. Una larga cola de 100 mts. hasta la entrada, y el tiempo para saludar a viejos camaradas mientras se escudriña al personal en busca de caras conocidas. Y perdonen si uno padece el mal transitorio del grupie histérico, pero a tortas con las canas rebeldes uno no puede evitar rememorar sus filias de arrebatadora juventud.
Al final como siempre suele pasar en el caso de viejas glorias que en boca de todos merecen el respeto. Allí los de siempre, en familia, y solo los incondicionales. Con un feo Sant Jordi club con estética de polideportivo y semi vacío a falta de minutos escasos.
Al final se llenó, eso sí, no se si por los elevados precios, pero allí solo se dieron cita menos de lo que se presupone cuando se trata de un artista de la talla de Morrissey. Lo cual dicho sea de paso, agradezco puede que de manera egoísta. Pues acudir a lo que sería el tercer evento musical de magnitud con mi señora y mi hijo de 12 años; (Pixies y Dominique A quedaron atrás como primeros experimentos). Y conseguir plantarse en primera fila, que es como se han de vivir estos conciertos, en las trincheras. Es de agradecer: el que no hubiera demasiados hypsters también (como mola a veces estar pasado de moda).


Sobre un entelado que cubría el escenario, se sucedieron media hora antes el aperitivo que Mozz suele seleccionar previos a sus sets; esta vez ilustradas con imágenes (como un signo del cambio de los tiempos): Ramones con una de sus primeras actuaciones, Nico dando voz al inmortal I'm not Sayin, New York Dolls con Looking for a Kiss, Charles Aznabour, Vince Taylor, una primeriza Siouxsie y su “Make up to Break”, un jovencísimo Brian Eno , y extractos de Brigitte Bardot, James Baldwin, Dame Edith Sitwell, Neal Cassidy, y Lipsinka entre otros fetiches. Y por fin su aparición con la banda que le acompaña de costumbre desde el 2006 aprox: Boz Boorer, Jesse Tobias, los hermanos Walker, y el nuevo teclista Gustavo Manzur; quien han compuesto algunos de los temas de su último disco.
El arranque con un determinante y explícito “The Queen is Dead”, apoyado por dos lienzos donde iban apareciendo imágenes, en este caso con la Reina Isabel alzando el dedo corazón; fue como un exfoliante regreso al pasado. Le sucedió “The Bullfighter Dies” al grito de: “la vergüenza de España”. Quien gana bastantes enteros, con el vídeo no oficial ilustrado con la crueldad que se merece: Una de las canciones destacadas del disco, pese a que la letra podía haber dado algo más de si para estar a la altura de esos oportunos riffs que tanto nos recuerdan a The Smiths. Y ante la duda de averiguar si sería la setlist de Lisboa (centrado en la práctica totalidad a su último disco), o el de Madrid (más variado) la duda acabó por despejarse conforme avanzaba el evento; más de lo primero que de lo segundo.

Los mejores temas de su última entrega (por lo menos los que a mi más me gustan), se alternaron inteligentemente con un magistral “How on is Now” y una añorada “Certain People I Know”. La primera, una de esas piezas capaces de captar nuevos adeptos con la increíble vigencia que ha ido ganando con el paso de los años, además de que su interpretación en directo supera con creces a la de The Smiths. Y uno de los singles de Your Arsenal que con los años a acabado por disipar esas primeras críticas, cuando Mozz y su nueva banda Rockabilly encabezada por el exPolecats Boz Boorer y Alain White, dieron definitivamente la espalda al Pop postSmiths.
Una primera parte del sucinto concierto, donde se concentraron los mayores aciertos de su extraño último disco. Un disco que sobre las tablas y con un Morrissey en un estado de forma pletórico, se entiende bastante mejor o por lo menos se argumenta con más justicia. Canciones como “Kiss Me a Lot”, “Neal Cassidy Drops Dead” o su primer single “World Peace is none of your Business” donde se concentran sus mejore textos; sobretodo en la segunda que es de lejos la que más gana en directo. Donde se aprecia con mayor lucidez la incomparable manera de cantar Pop que tiene el Mancuniano y la excelente forma de madurar, pese a quien le pese la dirección que ha tomado su carrera. Mención aparte “Earth is the Lonelist Planet”, que la verdad es que fue de aquellos temas que demuestran que tanto arreglo y detalle con el que se han guarnido algunas de las canciones; por lo menos sobre el escenario. Se defienden con solvencia a los mandos de un multiplicado Gustavo Manzur, y se puede hasta descubrir cierta magia. Evidentemente lo más relevante y llamativo que se puede extraer de este repertorio nuevo en directo, es que la mayor parte del peso del temario recae sobre su voz; con un grado más alto de exigencia. Que los medios tiempos prevalecen sobre el Pop agitador de su anterior disco, que se puede dosificar mucho más y que su voz luce muy por encima de sus anteriores visitas al FIB.



Canciones esperadas e incansables por mucho que hallan sonado en sus directos, “I'm Throwing my arms around the Paris”. De esos singles que ya se preveían como incombustibles o “Trouble Loves Me”: Heredera de un Maladjusted/1997 que estuvo largos años olvidado en sus giras, y que vuelve a recuperarse para demostrar que no es ese flojo disco como Kill Uncle que muchos piensan.
Son este tipo de temas lo que hacen realmente interesantes las giras sin disco de estos últimos años. Esta no obstante hay que admitir que es de las más personales y reflexivas, desde que a finales de los 90 se lanzara de manera suicida a giras de 150 o 200 conciertos por año. Una de las más exigentes por la profundidad de su implicación en temas de actualidad, no en vano podría acudir con facilidad a un repertorio más popular y consensuado. Sin embargo para alegría de sus seguidores más fieles, y desgracia de los que lo conocen por sus cuatro canciones más famosas. Desde hace aproximadamente 4 años, viene cambiado y recuperando canciones que hacia 10 y 20 años que no tocaba. El caso por ejemplo de “Asleep”, esa canción que tantas críticas le valió por considerarla una nana que proclamaba el suicidio, o “To Give (The reason i Live)”. Una de tantas “reivindicanciones” en forma de cover firmada por Frankie Valli y que no está publicada. Que se podía haber ahorrado dicho sea de paso, porque mira que tiene de infinitamente más acertadas de: Buzzcocks, Magazine, Patti Smith, Raymonde, o The New York Dolls. Y ya no digamos si hacemos un agravio comparativo con el set más variadito que dio un día atrás en Madrid; con incluso dos canciones más.



De todas formas me alegro que me halla dado la oportunidad de cogerle más cariño a su último disco, aunque las hay que ni pintándolas de rosa. El tramo final por ejemplo hasta llegar al final con Asleep, con “Kick the Bride Down the Aisle” o “I'm not a Man”. Que por mucho que quieran emular a grandes baladas de su pasado, no les llegan ni a la suela. Tanto que ni con la archiexplotada “Speedway”, o la cruel exposición de “Meat is Murder” en las tan explícitas y macabras proyecciones, consiguió evitar la sensación de que el final podría haber sido más generoso.
Y mira que yo a los conciertos de este hombre voy con un escepticismo y un pasar de crearme expectativas de órdago. Pero hombre, que se yo... un “Staircase of the University”, un “Dissappointed” o un miserable “One Day Goodbay Will be Farewell” creo que nos lo merecíamos. Y entiendo pese a mi emoción, el enfado de algún sector del público: En Lisboa 19 temas, en Madrid 20 y aquí 18 con el esfuerzo que supone dejarse 56 eurazos.
Y que conste que pese a tenerlo en un altar y seguirlo desde hace casi 30 años. Soy de los que cree que para valorar a un artista, hay que saber criticarlo con criterio, y no estoy a mi edad para mitificar absolutamente nada.


Por suerte cerró con uno de esos antídotos con los que disipar cualquier duda, “Everyday like Sunday”. Una de aquellas canciones que cualquiera podría estar escuchando hasta el acabose. Demostró a los descreídos que pese a los rumores de mal estado de salud; que uno no acaba de creerse del todo. Está en un estado vocal y de interpretación increíble. Que sin lugar a dudas es la voz total que siempre fue, con toda la tergiversia que pueda arrojar su discografía. Y que la banda que lo acompaña hace sonar los viejos temas de The Smiths y los nuevos, como nunca lo habían hecho. Lo que hace una vez más nos podamos convencer que es uno de esos cantantes en vías de extinción.
El personal salió en un estado de flotación y satisfacción visible a todas luces. Y rematar la noche con el salto a la palestra como uno de los deseos más inalcanzables de uno de mis amigos de toda la vida, Luis “Le Nuit”. Le deja a uno la sensación de que la pasión de juventud no se ha de perder con la edad. Y que aunque resulte para la mayoría un amor desmedido que roza la histeria, yo, la entiendo... Vaya si la entiendo.

PD. Solo me queda lanzar una inevitable y morbosa pregunta al aire - ¿Se imaginan por un momento como podría sonar el estupendo (por fin) nuevo disco de Johnny Marr, con Morrissey al timón de las voces? Solo de pensarlo, como escarpias se me pone la piel...

Goodbye, and thank you...
 

martes, 7 de octubre de 2014

THE BUG / ANGELS & DEVILS_2014: O LA TEORÍA DEL ERROR






El historial de mareas, pleamares, simas y corrientes submarinas siempre nos vuelve a recordar, que tras los cambios climáticos y lunares, las modas son solo eso: modas pasajer@s y caprichosas. Porciones de bajeles hundidos que emergen y acaban siendo devueltos al puerto que los fletó cuando arrecian los temporales.
Massive Attack claudicó su legado en los albores del cambio de milenio, con uno de sus álbumes más memorables, Mezzanine. Años en los que aquello que con tan poca precisión se acuñó como Trip Hop, y que democratizó los ritmos electrónicos para todos los públicos; en una comunión entre el Rock, la música negra y la electrónica de angora. Consiguió sin apenas trascender en el desmemoriado tiempo y por primera vez; sentar a la misma mesa a tanto a especímenes de distinto pelaje, como a integristas musicales.
Con el cambio de siglo se hizo el silencio, y cuando volvieron a salir de sus guaridas, el Trip Hop ya era una denominación tabú. Han tenido que pasar más de diez años para para valorar en sus justa medida el legado que nos dejaron bandas como Massive Attack, Portishead o Tricky, y volver oír hablar de electrónica en clave de Rock, Jazz, Blues, Reggae, o Pop. Y es que los polos opuestos siempre tienden a volver a encontrarse. Y son tan imaginarias como inexistentes las fronteras musicales, que ya a nadie en su sano juicio se le ocurriría ya acotar por estilos la universalidad de la música.



Kevin Martin, es quien se esconde tras THE BUG. Resultado fallido y cortocircuitado de mil proyectos cooperativistas, producciones, y empresas diversas. Un picapedrero que entre tramoyas y bastidores lleva más de veinte años generando música desde la colorista y más diversa multiculturalidad: Desde King Midas a God y pasando de Ice a Curse of the Golden Vampire.
The Bug sin embargo y con total certeza, es el proyecto más personal e identitario de su larga carrera. Tanto, como los seis años que separan su anterior y más destacado trabajo “London Zoo/2008”, de éste su último “Angels & Devils” también en Ninja Tune. Una obra conceptual con dos caras bien diferenciadas, tal y como atestigua su título. Que rescata sin pudor alguno y con muchas intenciones, gran parte del naufragio musical de los 90. Llevándolo incluso a una vuelta de tuerca necesaria en tiempos de calma chicha.


Entrar a este fibrado álbum por la trastienda nos puede deparar algún que otro sobresalto. Lleno de trampas, socavones y la justa iluminación de las luces de emergencia. Se corre el riesgo de sucumbir a las fantasías más angostas, submundanas y abrasivas de Kevin Martin: Hip Hop caústico, psicótico y apocalíptico, Punk futurista y mucha con bilis concentrada en sus beats. Con lo cual, siempre es más prudente dejarnos amilanar y seducir por los cánticos que Liz Harris nos susurra desde la entre abierta puerta principal. Como buenos y educados niños preguntando si se puede, y a lomos de la flotante “Void”, que nos invita a sucumbir a sus encantos.
Se pueden imaginar estancias acolchadas propias de sueños lisérgicos, blancos impolutos... Pero también está esa especie de viaje que transpira toda la obra. Por el cual se camina canción a canción desde ambientes evocadores, atmosféricos y oscuros en sus primeros cortes: “Fall” con Copeland a las voces, y que junto a “Ascension” nos invoca a los Massive Attack de Mezzanine o algunas facetas más profundas de sus primeros discos, con Dubs saltarines de calado como el de “Mi Lost”.
Se impone la electrónica más elemental y primaria en otros tránsitos: “Pandi” y esa brisa postindustrial desnaturalizada del primer tecno de los 80 con pedigrí. Aunque hay numerosos elementos y tics que afloran en las composiciones de Kevin, que inevitablemente nos conectan a sus influencias más universales en la técnica que practica. Por eso supongo que me resulta curioso y excitante ver con la facilidad que pasa con un tema del más puro trance meditativo, como es “Save Me”; con Ecks Gonjasufi en el atril. A engarzar en una casi plegaria redentora, como un tránsito de la armonía natural al caos autodestructivo, que desencadena en la segunda mitad del disco. Y que de alguna forma ilustra desde la raíz esta vez más urbana, el camino y la síntesis del paisaje en nuestra actualidad; visto por el espectador Kevin Martin.


La explícita clarividencia con la que actúan sobre el oyente, los siguientes seis temas. Son como el mejor desenlace; con suspense, luces, sombras, y un final de violencia desmedida. Al estilo de Quentin Tarantino.
Me encanta como suenan estas últimas hornadas de Hip Hop, donde la electrónica cruda, huesuda, el Punk en segundo plano y la experimentación, hacen de perfecto soporte a los rotundos rapeos de Death Grips, Flowdan, Warrior Queen o Manga. Tanto como escuchar a Dead Kennedys, Hüsker Dü, o The Clash; por incompatible que pueda parecer. Ese Hip hop secante y tétrico que en el fantástico sample MATERIAL INTONARUMORI ya nos enseñaba en el 99, ese otro Rap orgánico, simple y visionario a manos de Ramm ell zee, Lori Carson, Kool Keith, PhonosycographDISK, o Juggaknots entre otros.
Por eso supongo, en mi más ignota de las ignorancias, que el efecto viral y catártico que me produce “The One”, “Function” y “Fuck A Bitch”, en mis instintos más bajos. Es la consecuencia natural acción/reacción que debe generar el Hip Hop, si de verdad cumple con la misión que le encomendaron Public Enemy o Beasty Boys, en tiempos de revuelta.
ANGELS & DEVILS es un disco determinante por intenciones y convicciones. Extremista por contrastes de frío/calor y tonificante por el resultado, que aun siendo como es de una electrónica de tocador accesible y popular. Cumple con éxito y solvencia la tarea de guía iniciática hacia otros pastos con más riqueza y diversidad que el simple SynthPop de salón, copa y cuché. Una de esas obras que por su medianía, me concilian cada cierto tiempo con lo que para mí son aquellos ritmos sintéticos que me despertaron la curiosidad hace treinta y tantos años.
Y créanme que no hay porqué ser un académico temático para disfrutar de un buen pica pica. Se dice que en la variedad está el gusto, y en el riesgo de lo impredecible la aventura.

miércoles, 1 de octubre de 2014

PASEANDO ENTRE LAS LANGUE CON JUANCHO ASENJO (Barolos, Barbarescos y demás criaturas)

Jordi Fontanet photo.



De MOMENTOS trascendentes en nuestra vida hay tantos, tan diversos e inolvidables, como los aros que circunscriben el tronco de un viejo Roble. De buenos y de malos, de traumáticos o de eufóricos, de aleccionadores y también de revanchistas... Con 44 años ya a mis espaldas tiendo a creer, quizás por recientes sucesos, que la vida hay que devorarla desde la perspectiva que a uno le da el disfrute del instante, por si no hubiese un mañana. Que hay que saborearla al segundo, poderla absorber de todo aquel que se cruza en nuestro camino; en el consenso y en los desacuerdos. Pero sobretodo y si se tiene ocasión, compartirla y contagiarla como si de una pandemía de generosidad se tratase.
Y puede que esto suene un tanto épico y desatado. Tampoco voy yo ahora a teñir de filosofía barata de tres al cuarto, ni a disimular la euforia.

Pues bien, lo acontecido el pasado Viernes por la noche en VAdeBACUS Restaurant tuvo mucho de eso. Lo más parecido a un buen concierto de Rock donde el maestro Juancho Asenjo ejerció de solista inspirador, en la que los instrumentos perfectamente afinados de la orquesta de acompañamiento se transmutaron en quince hermosas botellas de Barolo, Barbarescos, Barberas + un blanco Timorasso. Y donde los suertudos asistentes tuvimos el privilegio de no solo oírlas con los cinco sentidos, sino de poderlas hacer sonar en celestial armonía como una auténtica banda. Conscientes de que ante todo, somos un pequeño grupo de amigos que se reúnen dos veces por mes, para en autodidacta pasión disfrutar del vino en cualquiera de sus formas posibles. Y que no cejamos en la idea de impulsar nuestra amistad/afición con nuevas metas.
Eran muchas las ganas y el tiempo invertido por el grupo y en particular por Carlos, en fructificar este encuentro con Juancho Asenjo. Teniendo en cuenta la dificultad de la distancia que nos separa, y su ajetreada agenda.



Para los desconocedores de los entresijos del vino y sus laberínticas galerías subterráneas. E imaginando una posible duda de... ¿Quien es Juancho Asenjo?, sin el menor interés en extenderme en muchos de los elogios que otros con mayor acierto ya se han encargado de sembrar por la red.
Simplemente escribiendo el nombre en google nos saldrán infinidad de datos: Conocedor infatigable e insobornable del mundo del vino ( desde el terruño del campesinado, hasta las más altas esferas del mundo de la gastronomía y la restauración). Divulgador heroico de la cultura vinícola Italiana; teniendo en cuenta del hermetismo y poca permeabilidad del país Transalpino a la entrada de foráneos en su universo vinícola, y con el plus que le otorga ser el único no Italiano nombrado Cavaliere. Un guerrillero de trinchera y cuerpo a cuerpo cuando se trata de acercar con un lenguaje directo y didáctico, su pasión al público más general todo lo que confiere la historia, el terruño, y la identidad del vino. Un Punk por principios y convicciones además gran conocedor por propia experiencia del mejor PunkRock y PowerRockero de finales de los 70's/80's y... Bueno... en efecto, hay algo que está muy por encima de su trayectoria y su sabiduría.

En las distancias cortas, una PERSONA de una honestidad y generosidad incalculable, y un conversador pasional y entrañable con el que se podría estar charlando de cualquier tema hasta el despuntar del alba. Desde Vinos, historia, teatro, música, deporte, política, cultura en general... hasta esa perspectiva tan lúcida y equitativa que contagia y comunica como nadie.
Con él se aprende algo mucho más importante que todo lo citado: La virtud de ver las cosas desde un ángulo tan amplio e interesante, que le hace a uno replantearse muchas de sus creencias. No es que te las rebate, sino que las refunda con el análisis imparcial y amplio que le han dado sus años de viajes, vivencias y conocedor de personas; distintas y variadas

Ahora, mejor sería entrar en faena y relatar a grandes trazos lo que dio de si las casi seis horas que nos ofreció Juancho. Puesto que podría extenderme con desmesura en elogios, y seguro que algo querréis saber sobre los vinos del Piamonte; todo de memoria y empujado por su hipnótica charla, y hala!! sin tomar un puñetero apunte (con lo dado que soy al divagueo; toma palabra inventada!!).
Una Master Class sobre los Vinos del Piamonte, su historia, particularidades geológicas, y la tremenda identidad de sus vinos. Que tuvimos el honor de disfrutar bajo los cuidados del equipo de VAdeBACUS, quienes proporcionaron la acondicionada sala de catas para 13 personas y su esmerado servicio. Y una posterior cena con una charla sin paragón, mientras disfrutábamos de la excelencia de sus elaborados platos: 
 Sushis: Maki de bogavante y mango. Gunkan de pulpo. Seguimos : Carabinero a baja temperatura con polvo de carquiñoli y chocolate con curry y aceite de trufa. Vieira con jamón ibérico y salsa de pimentón rojo asado. Risotto de ceps, espárragos verdes y trufa negra. Bonito vuelta y vuelta con fresones al modena y cebollitas glaseadas. Chuletón de ternera Asturiana con patatas ratte y su mojo verde. Para acabar postres. Nuestro mojito en texturas. Chocolate. Cuatro tipos de chocolates mousse de chocolate negro y blanco, brounnie de chocolate y bombon de chocolate negro relleno de chocolate blanco y naranja.. Ya veis, a la altura del regimiento de vinos.

Se mascaba el nerviosismo, el pequeño reto que suponía organizar el acto de inicio dubitativo y solemne. Y que Juancho se encargó de destensar conforme avanzaba su interesante lección de historia, territorio, y elaboración. Partiendo en primera instancia del origen vinícola dentro del balcón Mediterráneo que conformaban la antigua Roma y Grecia, su disposición de los cultivos como alimento, y la búsqueda de ese origen primordial en muchas de las actuales bodegas: El echo de los viñedos de altura para aprovechar los contrastes térmicos, el tamaño de las tinas, el podado para clarear las viñas de fuera hacia adentro para que alcancen el vigor necesario, la orientación de las vides Sur, Sudeste u Oeste, y hasta el tipo de Roble (nuevo, Francés, Eslovaco, de segunda crianza..) para que las crianzas expresen su verdadero terroir.

Pudimos viajar con la imaginación a la idiosincrasia del territorio de Barolo, sus influencias con Francia y Suiza, y el trascendente legado de la Casa de Saboya en todo el Piamonte. Y el resurgir de de un origen que fue devastado por la filoxera, hasta que la replantación de Barberas y Nebiolos volvieran a hacer suyos los paisajes.
Donde antaño, el ser agricultor en las Cascinas que se descuelgan ladera abajo en los numerosos municipios que conforman el valle, representaba un verdadero milagro de la subsistencia: Clima extremo, vendimias tardías y un valor paupérrimo, que por entonces se le daba a los cultivos de su orografía montañosa. Hizo que no hubiese una Piamontesa dispuesta a casarse con un agricultor del Valle, por la vida austera y miserable que estos llevaban; de echo esa naturaleza humana, es la que le da el mayor signo de identidad a sus vinos.

Las seis botellas que se escogieron para la cata pretendían sobretodo, ilustrar la importancia de la composición geológica en el carácter de los vinos. Teniendo en cuenta que Barolo en las pocas hectáreas de territorio que atesora, tiene uno de los mayores contrastes en composición mineral imaginable. También la importancia de remarcar la peculiaridad de los vinos del Piamonte: Vinos de alta graduación y con mucha volatilidad, con un componente alto de tanicidad y densidad, y que además tradicionalmente se elaboran con largísimas maceraciones que incluso se potencian mediante procedimientos mecánicos. Y que como todo buen vino Italiano tienen una lenta evolución en la copa (necesitan oxígeno a raudales). Lo que los hace vinos especialmente diseñados para largas guardas, y en los que se pretende preservar tanicidad, frugosidad y acidez por largo tiempo hasta cruzarse en el camino.
Claro, como podéis imaginar, el verdadero valor de estos vinos se aprecia mejor con añadas del 2000 para abajo. Y catar vinos del 2008, 2009 o incluso 2006, vinos relativamente jóvenes, es una verdadera experiencia para la destreza del paladar. Y a sabiendas de que en España no estamos demasiado acostumbrados a este tipo de vinos; cuestión de gustos claro.

Empezando de menor peso mineral a mayor y por consiguiente, de mayor suavidad, amabilidad y menor contundencia tánica (de izquierda a derecha), por los tres primeros. Hasta hacer cima en un Barolo de Serralunga, el Boscareto Principiano del 2008: Todo un impácto de tanicidad, intensidad de capa y lágrima, mineralidad y austeridad, que fueron evolucionando desde una primera impresión de tierra húmeda, hasta una complejidad mucho más oscura y fresca.
Los tres primeros si embargo, facilitaron la introducción con composiciones más arenosas y arcillosas, capas de color más degradadas y oxidativas, mayor maduración y maceraciones más cortas (más modernos, para entendernos), y haciendo mención especial al Barolo de La Morra, Torriglione Gagliasso del 2006. Que cautivó de inmediato al personal con ese toque a ahumados tan personal, y en especial a las parejas que nos acompañaron: Mucho más frugales, grosellas, cálidos, menos terrosos y con una evolución hacia el tofee, el regaliz o lo vegetal, mucho más claro y asequible.
En cualquier caso y lo más espectacular fue apreciar la evolución de ellos seis. Empezar desde el primero hasta los últimos, en los que se te agarraba el tanino a las encías. Y volver hacia atrás, para ver que los vinos del Piamonte van mutando, y acomodando el paladar a su impresionante tipicidad. Conforme van cogiendo aire y desaparece la fuerte volatilidad de su graduación, aparecen otros vinos muy distintos.
A mi personalmente me encanta esa primera bofetada de alcohol que dan, y toda esa carga frugal, balsámica y licorosa que llevan consigo. Después desaparece ligeramente y cambian radicalmente, se puede oler la piedra y brotar el tanino, pero el primer golpe te da una muy buena lectura de su estructura, equilibrio y de lo que serán en un futuro.



Tras el didáctico ejercicio de aprendizaje pleno en detalles, anécdotas y rememorando ese pasada visita fugaz que me llevó el pasado año a La Morra en boca de Juancho. Un conocedor de las intimidades más arraigadas de aquellas heroicas familias, que contra viento y marea han construido lo que se llama la capilla sixtina del Piamonte. Territorio de paisaje espectacular, que ha hecho que la disposición de viñas en perfecta simetría luzca ante los Alpes, como ese todo que uno espera encontrar al asomarse por la mañana al balcón Transalpino.

Proseguimos con la fenomenal cena que nos tenían preparada Toni, Vicente y el chef Alex Clavijo: Pequeñas miniaturas de mil sabores y texturas, para que la hora de los Barbarescos llegara con otro acertijo más. El de los tres Pelisseros con tres vinos de la misma bodega, pero diametralmente distintos los unos con los otros por disposición, orientación hacia el sol, pago y caracteres. Como tres trillizos de la misma madre (Nebiolo), parto y momento, pero con miradas y brillo distintos:
TULIN, NUBIOLA y VANOLU, los tres del 2011; en arrogante acto infanticida. Nos pusieron en perspectiva a la hora de entender los vinos por el trabajo que dejan tras de si. Y poder masticar y paladear los pequeños detalles de elaboración que hacen de una misma uva y zona, vinos totalmente distintos... La magia en definitiva, de la tierra y la piedra, la climatología, la evolución de las plantas conforme cambia, la búsqueda infatigable por el cual el hombre interactúa con la naturaleza a la hora de ilustrar en un vino, el estilo concreto de una zona.




Así la noche acabó transcurriendo entre charlas, por las cuales Juancho Asenjo da siempre ese contrapunto preciso con el que aprender aun más de la verdadera magia de beber vino. No solo beberlos sino entenderlos, algo que va más allá de meros tecnicismos y sensaciones perceptivas. Y que te hace entrar en comunión, con toda la liturgia de la creación del vino y de su significado cultural en el tiempo que nos toca vivir.
 
Degustamos el oro precioso de William Deutz en un Millesimé con el que generosamente homenajeó Carlos el encuentro: Del 99, con un equilibrio y delicadeza con la que se caracterizan los grandes Champagnes. Y la untuosidad y el carácter varietal de un blanco Timorasso, con el que se escoltó al carabinero en el inicio de ágape, antes de que los grandes Barbarescos entrasen en escena: Otra de las razas históricas que se extienden por el Piamonte, y que junto a Barolos y Barberas han postulado al Piamonte como una de las pocas D.O Italianas impenetrables a cualquier uva foranea.
Sensibles a la oxidación y a la botritis, los Barbarescos son uno de esos milagros de la naturaleza y claro está; auténticos retos donde la sincronía entre la pericia humana y la tierra, alcanzan su máximo esplendor. Así que con semejante desfile de intrínsecos a la par que diferentes ángulos con los que empaparse de Piamonte, solo nos faltaba rematar con una de las vilipendiadas uvas de la zona, la Barbera como antesala a los Barbarescos: 
 
Una Barbera Superiore D'Asti de Franco M. Martinetti; el Montruc del 2009. Que tuvo que bailar con los imponentes Barbaresco de Neive Serraboella del 2006, el de Treiso Vallegrande Ca' Del Baio 2011, y que pese a todo ello ni se amilanó. Demostrando una vez más que aunque se crea que Barberas y Dolcettos, solo eran uvas menores con las que relanzar la zona. 
 
A día de hoy gracias a Giacomo Bologna, M. Marinelli, Sandrone, los Hnos. Conterno, o Giuseppe Rinaldi entre otros muchos avezados, desde los 80 la Barbera de Asti, Monferrato o Alba son vinos de alto nivel a precios más asequibles.







El broche final lo pusieron un Barbaresco Vallegrande del 2011; un vino cálido y vegetal con bastante recorrido todavía por delante y tanino para domar. Otro Barbaresco más, Costello di Verduno de la familia Burlotto en una de las añadas, la 2010, de las más curiosas por climatología de las últimas décadas: Más accesible y maduro que su compañero y un tanino más liviano, mucha fruta y muy floral; un vino de aquellos de coger afición si no la hay.

Al terminar otro 2010 de Michele Marinetti, hijo del mítico Franco Marinetti y una de las familias más reputadas y aventureras a la hora de trabajar el viñedo en constante investigación; el Barolo Marasco. Un temperamental vino que coronó la noche por su misteriosa complejidad y amabilidad en boca. De cuando pituitaria, papilas y vista andan ya medio sumisas a la ambrosía desplegada aquella inolvidable noche de Septiembre. Y las lenguas aun sueltas espadachinas en charlas sinfín no adolecen de cansancio, ni las carrozas se convierten en malas calabazas que nos aguaran la velada. Se habló, se escuchó, se aprendió, se arregló un poco el mundo, y fue de tantas y diferentes cosas que el global de sensaciones tan solo se puede expresar en intangible gratitud.

Quizás la música y el disco de gustos compartidos, que sonó en mi coche mientras tenía el honor de acompañar a Juancho, Carlos & Family camino a casa, y el abrazo de despedida final, puedan dar un apunte/idea final de la emoción del MOMENTO.


 
FAMILIA FELIZ!! Menos ROSA y CARLOS (EL FOTÓGRAFO)