lunes, 15 de diciembre de 2014

LOS 40 DISCOS INMORTALES DEL 2014 #DEL 30 al 21.


30#CHRIS FORSYTH & THE SOLAR MOTEL BAND / INTENSITY GHOST


De unos años para acá Aquarium Drunkard se ha convertido en uno de mis nuevos catecismos. Y es que son pocos los rincones donde los viajes de ida y vuelta al pasado y al presente, se hacen con una perspectiva tan autista en lo concerniente a las modas, y tan regeneradora por su gusto exquisito. Fue allí donde se publicó una de las primeras reseñas de Chris Forsyth y claro de inmediato, si nos atenemos al buen ojo de los mendas, no conviene pasar por alto los cánticos que por allí pululan.
Un disco de tan solo cinco cortes, y de un tipo que hasta la presente apenas si se conocíamos su existencia; salvo la reseña por parte de New Yorker de Solar Motel/2013. Pero claro, también es cierto que estamos muy pero que muy necesitados de sonidos que no sean la misma cantinela de siempre. Y lo mismo da que éstos vengan del pasado con un ligero y tonificante poso, o simplemente se tire de víscera y mala baba para ponernos a tono.
De echo, si nos ceñimos al tema que abre el disco, “The Ballad of Free Hollow”: Once minutos de progresiones mántricas y arabescos guitarrísticos; puede que alguno se vaya por la pata (en + o en -). Hay quien lo asocia con la psicodélia (afección la mar de socorrida). Pero a mi (que por opinar...), me vienen a la cabeza esos primeros malabarismos entre lo ambiental y conceptual de Maurice Deemback (Felt); en su debut en solitario con “Inner Thought Zone/1984”. Y es muy posible que “I Ain't Waiting” fuese la que me diera esa primera sensación.
El caso es que Chris Forsyth utiliza el género instrumental y experimental alejado de la conceptualización. Y nos regala los oídos con un repertorio que viaja desde el Folk, el Blues, el Rock progresivo y sinfónico. Y todo, en clave de Post Rock ambiental y cromatismo altamente sensitivo.

La habilidad de Chris Forsyth y los músicos que le acompañan, a la hora de dotar de elasticidad temas como “Yellow Square”, con ese caminar pausado pero firme. O los altos vuelos de “Intensity Ghost” que estallan para sembrar de brillos refulgentes su final con “Paris Song”: Un The End, que pone el broche final en una de las melodías más meditabundas y espirituales. A un disco/chacra que resulta realmente reconfortante y donde se amalgaman algunas de las mejores referencias históricas de la música Rock Progresiva.


29#CIRCASSIAN / CIRCASSIAN


No dejamos la espiritualidad ascendente de la música, para adentrarnos en una de las primeras bandas que me encandilaron este año.
Cuando a finales del verano decidí abrir un archivo de texto para ir anotando esos discos que consideraba vitales de este 2014, el primero fue el debut de Circassian. Una de esas bandas debutantes que me aportan esa dosis de emoción primeriza, que me marqué como pauta en los primeros pasos de esta bitácora. Y que dicho sea de paso, tengo un poco abandonada últimamente (la pauta, que no el blog). Bandas que para mi gusto, y teniendo en cuenta los pocos medios promocionales e infinidad de obstáculos que han de salvar. Están al mismo nivel creativo que cualquier banda consagrada.
Gracias a plataformas como Bandcamp y a las vitaminas musicales que nos proporcionan otros blogs. Descubrí a este cuarteto de veinteañeros con la psicodelia krautrockera como bandera. Algo bastante extendido entre las nuevas hornadas de “indie subterráneo”, pero que en el caso particular de estos chicos difieren por el aspecto cultural de su procedencia, que los hace distintos y especiales, la Griega. No por exotismo, pues su idioma vehicular es el inglés. Sino porque en vez de abrazar las influencias de la psicodelia anglosajona, lo hacen hacia oriente y las de Anatolia y sus ancestros Otomanos; curioso ¿no?
Pues no muchachos, basta con darse un paseo por su flamante debut y echar a volar en alas de “No proof=dedication”, “Source of Nations” o “Creatures of Nesf-i-Jahan”. Y no es por la simple rareza de sus referencias musicales. Porque los once cortes de su disco son de un absorbente e hipnótico que bien podrían estar entre mis 15 discos preferidos; si no fuera porque intento controlar a mis impulsos.
Y no dejo mis decisiones en manos de la trotona y surfera “Mevlana”, “Shunned House” o “Feels like Home”. Dos de los cortes más increíblemente espirales del disco, y que bien podrían incluso dejar a Ride, Tame Impala o Spacemen 3 en meras chucherías.


28# STEPHEN MALKMUS & THE JICKS / WIG OUT AT JAGBAGS


He de admitir que tras escuchar y retozar con el Pop perezoso de su “Mirror Traffic/2011”, había dado ya por perdida esa esencia disonante e histriónica de The Pavement. Y cierto, también lo admito, puede que sea un antojo egoísta, la del oyente que se empeña en seguir oyendo la banda de sus amores en los caminos divergentes de sus miembros, lo sé.
Pero la música, el recuerdo y la nostalgia son así. Nos hacen niños malcriados y crueles en la perspectiva que nos dan los diferentes caminos de la música; al fin y al cabo se trata de eso ¿no? de algo instintivo. También os digo una cosa: Entiendo esa manía rupturista de los líderes por seguir su propio camino, lo más alejados posibles de sus bandas. Pero al final se convencen de qué es lo que mejor hacían, y vuelven al redil.
Es así, y “Wig Out at Jagbags” tiene esa chispa paranóica y disparatada de los Pavement, por más que le duela a Stephen. Yo no creo que sea simplemente ese, el motivo por el que me gusta. Y apostaría que al margen de la genialidad de “The Janitor Revealed”, “Lariat”, “Houston Hedes”, “Surreal Teenagers”, “J Smoov”, o “Independence Street”. La grandeza de este disco es tan solo cuestión de inspiración y de compresión en un disco, que está perfectamente a la altura de “Brighten the Corners/1997” o “Wowee Zowee/1995”. Dos por cierto, de mis discos preferidos de la banda.


27#MERCHANDISE / AFTER THE END


Es cierto que ordenar tus gustos de un año no siempre se ajusta a la cordura, el criterio y la imparcialidad: Por un lado están las disecciones escrupulosas y racionales, y por otra la inclinación por ciertos sonidos o querencias. Nunca somos lo suficientemente cerebrales; ni siquiera es saludable. Así que en esta banda de Tampa (Florida), he depositado todas o casi todas mi debilidades.
Desde que el pasado año me robaran el corazón con sendos Ep's, que bien podrían haber sido un larga duración con todas las de la ley, por su nivel envidiable. Y teniendo en cuenta que era el debut de una joven banda: Su épico Pop salpicado de volantes, cenefas y bordados con infinidad de texturas, les daban a favor un plus diferenciador con respecto a la multitud de bandas con un mismo denominador. Porque pese a que Merchandise me guste por ese toque vocal apesadumbrado y romántico. Saben jugar en esa delgada línea entre el Pop brillante, culto y elegante, y esa raza turbia de goticismo. Por suerte sin pecar en estos inicios de una solemnidad demasiado evidente y etiquetable. Para certificar esto que digo, solo basta con echarle el corazón a “Become What you are” o “Axiety's Door”.

En esta nueva puesta de largo han apostado con Carson Cox a la cabeza, por un hilo conductor más definido: El Pop seductor sin tantas aristas, más adecentado y trajeado pero igual de reluciente y efectivo. Puede que se echen en falta esas guitarras sinfónicas y ribeteadas, linealidad o una actitud excesivamente aposentada. Pero lo cierto es que al escuchar “Telephone”, “Green Lady” o esa excelsa balada que es “Life Outside the Mirror”, todo me son elogios y salvas. A favor de ese punto de riesgo chulesco, al apostar por ese otro Pop que tan pocos besos se llevó en los 80: Esos primeros Aztec Camera, Prefab Sprout, Go Betweens, Bill Pritchard, Raymonde o porque no, The Smiths. Esos practicantes de Pop pagano y activista que alcanzaron más fama por los respetos de sus predecesores que por los de su propia época.
Así que para que mentir. Solo por haber escogido ese lado menos triunfalista y decantarse por ese puntito de decadencia Popera, ya me tienen ganado. Uno de los álbumes de Pop mayúsculo que más me han endulzado las tards este año, junto a los de Craft Spells, Electric Youth y Electric Litany.

26#TY SEGALL / MANIPULATOR


La causa efecto de este rubio melenas con genética de Daniel El Travieso se podría resumir en tres palabras: Instinto, hiperactividad y talento. Puede que para muchos resulte una simple pose fruto de las modas pasajeras. Pero lo que es innegable es que el muchacho no tiene límite en lo productivo y en los sanos fundamentos de los que se sirve a la hora revitalizar músicas pasadas. Por su mente inquieta e hiperactiva deben pasar muchas cosas; como una olla repleta de elementos que se formulan por la obra y gracia de la reacción espontanea. Y además de generar reacciones químicas de lo más incontroladas y destilar genialidades sin ataduras, lo cierto es que siempre cae de pie como los gatos.
Con tan solo 26 años y nueve años de carrera a sus espaldas, y la sensación de ponerse límite. Esta vez, tras dinamitar la costa californiana con seis trabajos en seis años, sin contar sus numerosos e incontables colaboraciones y bandas paralelas. Se saca de la manga Manipulator. Como un perfecto antídoto con el que curar las cicatrices de la pérdida de su padre y su tormentosa vida familiar, y de paso meterse en el bolsillo a aquellos que lo tachaban de sucio y maloliente. Un manipulador vamos.


Dieciocho canciones en las que Ty Segall, como viene siendo habitual, no desecha nada. Dieciocho pildorazos directos al espinazo que van de menos a más y en los que no se baja el acelerador ni un instante. Con la sensación de estar más elaborados, pero con el mismo tufo a garaje incendiario de guitarras espasmódicas, que tanto le gusta.
En este puñado de temas, que aun pareciendo excesivos, se devoran como un ciclón. Deja a un lado sus ritmos más pedregosos y abrasivos, para pasarle un trapo y sacarle el brillo al Glam más rockero y travestido de los 70. Un ejercicio en el que saca pecho de sus influencias más lascivas: T. Rex, Mike Ronson, Black Sabath, Neil Young o The Stooges. Todo batido de buena materia prima a la que él le da ese toque totalmente frenético y libertino, pero respetando claramente su esencia.
Se puede desconfiar todo lo que se quiera de su autenticidad o pensar que es una simple tendencia pasajera. Pero sería tan sospechoso como la poca equidad de sus fervientes seguidores, no reconocer que estamos ante uno de los trabajos con más temarráncanos por miligramo de acetato. Toda una colección de agujonazos donde lo acústico y lo eléctrico se equilibra a la perfección, y me atrevería a decir que me produce las mismas sangrantes sensaciones que el Doolite de Pixies; que ya es mucho decir.
Sí, puede que parezca un atrevimiento, pero deslizar la aguja sobre “Feel”, “Green Belly”, “The Clock”, “The Feels”, o “The Singer”, y no trotar como un condenado, se me antoja de un estrechamiento de miras bastante poco saludable.



25#GALLON DRUNK / THE SOUL OF THE HOUR


Gallon Drunk ya fueron una auténtica anomalía en los gloriosos años 90. Alcanzaron un momentáneo renombre con “Fron the Heart of town/1993” pero aun llamando la atención de ciertas publicaciones británicas, el suyo siempre fue un camino por los bajos fondos musicales. El Blues oscuro y asfixiante de sus composiciones contrastaba con el estallido del Britpop en las islas; fucsia y pastel sobre negro satinado. Súbditos del rock chamaníaco de Nick Cave, Tom Wits, y a medio camino del garaje de The Cramps. Gallon Drunk siempre funcionaron como aquella banda de trastero en la que asirse cuando las modas de papel cuché envolvían las pistas de baile y los rotativos.
Volver a tener noticias de ellos casi veinte años después del ostracismo más absoluto, me parece un regreso mesiánico con el que salvarnos de nuevo de las dogmáticas tendencias.

Como aterciopelado bellú, The Soul of the Hour puede resultar suave y amable: “Before the Fire”, “Dust in the Light”... o áspero y sangrante a contrapelo. Directos al bajo vientre cuando se ponen broncos y apartan de un empujón aquel Blues reptante, y acometen con violencia “The Speed of Fear” , “The Dumb of the Room”, o “Over and Over”. Un sedimento de todos sus años de carrera que se condensa en un álbum de siete canciones denso y concentrado. Aquel Blues barriobajero pero no exento de elegancia se convierte aquí en un retorcimiento de melodías afiladas, pero también balsámicas. Esa especie de pócima que tan bien representan Grinderman o The Drones. Y que evoca en definitiva, a un trago largo y sin hielo de whisky añejo.


24#SONDRE LERCHE / PLEASE


Cambiando radicalmente de contexto y de paisaje, este año se ha colado en la lista, para mi sorpresa. Uno de aquellos caramelos de fresa ácida rellenos de chicle. De esos que de niño mojábamos adictivamente en el sidral para saborear el chisporroteo del ácido ascórbico en el fondo de nuestro paladar.
Sondre Lerche, ese maquiavélico noruego vestido de inofensivo mozalbete. Que nos decoró la primera década de este reciente milenio, con pequeñas y escaliñadas joyitas pop y guiños a la bossanova más soleada, que le valieron la etiqueta de cantautor. Regresa tras tres años de silencio y un injusto abandono comercial. Lo hace bajo un título tan descriptivo y sucinto como Please. Un disco en el que cambia la guitarra acústica y los masajes corales, por una caja de ritmos y la acidez predicadora de Momus.

Todo una orquestación de cachivaches, percusiones y programaciones, de apariencia desconcertante. Que solo él es capaz de hacer gravitar en perfecta armonía para crear su Pop, entre lo futurista y lo agasajador. Un corazón hecho pedazos, que como un rompecabezas recompone tras una traumática ruptura en complejas tonadillas pop de coloridos sabor agridulce.
Abriendo el telón “Bad Law”, esa canción perfecta hecha de contraste que se debate entre la felicidad y la rabia. O la salida a escena de los actores en el primer acto “Crickets”, otra joya que nos remite a Louis Phillippe y ese tono afrancesado que destila gran parte del disco. Aunque es en los momentos más melancólicos y emocionales cuando más fácil es captar esa facultad de convertir lo austero, disonante y arcano en perfectas melodías: “At Times we Live Alone”, “Sentimentalist” o “At a Loss for Words”, son tres pedazo de canciones que aciertan de pleno en la diana. En cualquier caso “After the Exorcism” o “Legends” no le van a la zaga, aquí se va de la euforia al desencanto por ese tobogán emocional que es este disco. Uno de los más directos y rutilantes, si hablamos de Pop mayúsculo, y con sustancia de la buena y rica.



23#HAPPYNESS / WEIRD LITTLE BIRTHDAY


Creía de todo corazón que la travesía por el desierto en el que se debate la joven escena musical británica, iba a ser como la maldición de las siete plagas del apocalipsis. Y tampoco voy a decir ahora que todo lo que de allí sale sea anodino, acomodado y falto de riesgo, pero de aquí a los años gloriosos de las islas dista un trecho #Opinión totalmente personal y de arranque viejuno.
Por suerte para un servidor refunfuñón y cascarrabias, los brotes verdes y prometedores aparecen cuando uno menos se lo espera. Y el debut de una banda como Happyness, como poco es balsámica y de miras amplias. De aquellas que cruzan el atlántico para buscar sus simientes. Sí hermanos, Happyness no suenan a britania, sino más bien a suburbio yanki.
Comparados de inmediato con referentes sonoros como Beulah, Pavement, Yo la Tengo, Sparklehorse, Grandaddy... Y es que la añoranza por los noventa es tal, que venga dale y toma con las mismas puñeteras comparaciones!! Weird Little Birthday tiene más cosas en común con las sensaciones, texturas sonoras, origen o puede que estado de ánimo, que con una banda en concreto; que por cierto, tampoco patentaron ese sonido, faltaría. Una cadencia perezosa de medio día soleado que te solivianta en momentos contados con un estertor rabioso, “Refrigerate Her” o “Anything i do is all Right”. Pero que predomina en una textura que me estaría a mal relatarla por canciones. Es un disco para oírlo de pe a pa y disfrutarlo por completo en toda su longitud. Solo así se descubre su belleza marchita y luminosa a la vez, y se percibe su enorme calidad y el conjunto de su acierto.


22#THE ORWELLS / DISGRACELAND


Lleno de orgullo ferviente y felicidad desmedida la que me produce encontrar por fin, bandas como los Orwells. Un quinteto de veinteañeros encabezados por un grandullón y desaliñado Mario Cuomo, con más pintas de heavy reciclado que otra cosa. Y que resucitan el powerpop más punkarra con coronas de laurel y todo. Un empujón necesario en estos tiempos que corren en nuestra contra y que poniendo a caer de un burro a Artc Monkeys tras una gira de teloneros con ellos, ponen muy claro y sobre la mesa aquello de que las bandas de ahí arriba nos acaban haciendo bostezar; cierto!!
A ver, suena como una puñalada trapera pero leche, es cierto!! Y es que The Orwells de momento tienen aquello que atesoraban los primeros Artic y que ahora, en un ejercicio de madurez no tienen, actitud. Lo mismo que transmitían Strokes con su disco de debut, pese a que muchos les achacasen ser hijos de papá, y que se ve perfectamente reflejado en “Who needs You”. O ese poder asociativo en una mezcla perfecta de “The Righteous One” con el “The Happening” de Pixies, que me viene a la cocorota cada vez que la escucho. Eso se llama mojo, esa cosa indefinible que poseían las bandas de los 80 o 90 para equilibrar en su falta de medios técnicos un potencial de personalidad. Y que bandas de ahora no tienen, pese a disponer de medios para hacer que un disco suene cojonudo.
El caso es que al margen de estas dos canciones la mar de pegadizas e infecciosas, el Disgraceland de estos muchachos tiene en ese otro puñado de canciones, aquello que de manera natural irradiaban Ramones o The Clash. Nada de parecidos estilísticos, pero una actitud natural sin artificios ni trucos técnicos que hace que sus canciones suenen directas, sencillas, arcaicas... pero tremendamente frescas y salvajes.


21#THE WHITHERED HAND / NEW GODS


En nuestra última playlist ya hablamos de las virtudes de este disco y de la particular proyección de este modesto Escocés. Dan Wilson comenzó a tocar con treinta años de manera casi accidental tras la muerte de un amigo. En ese tiempo aprendió a tocar la guitarra que se compró y al cabo de trece años, en el 96, grabó su primer disco. Cinco años después regresa con un segundo disco de estudio grabado con una banda casual formada por miembros de Belle & Sebastian y otros músicos: Pam Berry de Black Tambourine, Eugene Kelly colaborador de The Pastels, BMX Bandits o The Vaseines, y también la ayuda de Frightened Rabbit o King Creosote.
Una de esas historias que parecen salidas de un testimonio televisivo, en la que un tipo desengañado por su adoctrinamiento religioso decide hacer girar su vida como el tambor de un oxidado Colt. Fruto de esta curiosa historia tiene lugar New Gods. Un echo al que quizás debamos darle las gracias al señor o al destino, por habernos dado la oportunidad de conocer a este renacido Dan. Y que con esa dedicación a tiempo partido sea capaz de parir un disco como New Gods, merece un aleluya hermanos; aunque sea por simple paganismo espiritual.
Once cortes en los que la luminosidad de su Pop envolvente nos broncea, con la misma intensidad que su cuarteada voz levita por su temario. Esa sensación confortable que produce el equilibrismo adolescente de sus canciones. Ese rozar el vacío y sentir la seguridad de sus armonías entre el Desert Songs, y los Promise Rings más domésicos. Las coordenadas certeras de Neil Young en ,Lover Over Desire”,California”... las intermitencias Dylanianas que se quedan entre los dientes con “Life of Doubt”. El levantar el vuelo con “Black Tamburine” con el planeo de Big Star. O esas instantáneas de IndiePop cuando “Horseshoes” desarropa este fabuloso disco lleno de reflexiones sobre el efecto del paso del tiempo: La añorada adolescencia, la serena madurez y avance imparable de la vida.
New Gods además de ser un disco monumental en su visión nostálgica de su sonido. En sus textos nos ofrece una visión de la vida muy íntima, rozando la confesión y un cierto desencanto que da la longitud, la experiencia propia y una filosofía libre de ataduras y con un alto grado de desapego.

martes, 9 de diciembre de 2014

SOLO PUEDE QUEDAR UNO, O LOS 40 DISCOS INMORTALES DEL 2014 #DEL 40 al 31.


Veinticinco de Diciembre funk funk funk!!. Veinticinco de Diciembre funk funk funk!! cantan, bailan y retumba por doquier el espíritu nadalenco. Es sonar el pistoletazo de diciembre y de manera automática se activa el mecanismo de “navidad On” en la imparable campaña hacia lo inevitable; el final del año.
Aparecen por sorpresa turrones y mantecados, te plantan la iluminación en las narices, regalos y más regalos, villancicos del diablo y claro, las listas con lo mejor? y más destacado del año que se nos va. Como si en una alarma apocalíptica enterrásemos como a la sardina lo malo y ponzoñoso, y quisiésemos guardar en bolitas de alcanfor nuestros mejores recuerdos para que perduren sin que se echen a perder. Y es que somos así, aunque suene a topicazo, cíclicos y costumbristas tanto si renegamos como si nos dejamos llevar por la manada.

Ya sabemos con seguridad, que las listas de los en teoría mejores discos del año no son jamás representativas; a veces incluso inútiles. Y que en general y en mi caso concreto, ni espero que coincidáis en mi criterio ni yo mismo suelo bucear en las listas de lo mejor? esperando encontrar coincidencias que me regalen el ego. Creo que las listas, tops, charts o como dios quiera llamarles, al margen de orientarnos. Son una buena herramienta para descubrir cosas nuevas dependiendo de quien las haga, y para el que las hace con la particularidad de no tener una redacción detrás, o un público al que contentar. Un puro divertimento para autoexigirse juicio y el reto de elegir entre todo lo que escuchamos, que es mucho.
Son cuarenta discos más diez nacionales. Una burrada para lo que solía estar acostumbrado últimamente, treinta y basta. Pero en este año en el que mi enfermedad y mi recuperación han marcado mi 2014, mentiría sin dijese que me he volcado con empeño en disco concreto.
Evidentemente no están todos ni deberían. Fuera se han quedado otro montón de grandes discos (algunos muy obvios), que no por no aparecer en la lista quiere decir que no me hallan gustado, en absoluto. Tan solo que en mi rareza para con el disfrute de la música, tengo mis propias reglas particulares (rarillo que es uno). A estas alturas de la cuarentena ya no tengo remedio ni solución. Y para mis gustos creo que ya no hay antídoto ni tratamiento.
Ponerlos todos y alargarla hasta 50, 100 o más carecería del efecto de quebrarnos un poco la cabeza. Plantarla y quedarme tan ancho sin escribir nada sobre ellos, una traición a mi gusto por escribir y explicar mi punto de vista. Al fin y al cabo es ese el objetivo de un blog personal, creo: Opinar por puro placer, compartir, y si de paso le alegramos el día a alguien o ampliamos nuestro radio de acción musical, mejor que mejor.

Así que sin más dilación ni excusas banales, vayamos a la chicha. Los 40 discos que más me han gustado, emocionado y entretenido a partes iguales. Y no, no voy a mentir diciendo que el orden podría variar de aquí unos meses. Son los que están y en definitiva, una radiografía de mi estado de ánimo en este 2014.
PD. Salut i força al canut!!


#40_THE MEN / TOMORROW HITS

El Verano del pasado año ya dimos buena cuenta de su alborotador “New Moon”; donde elevadores temas como “Bird Song” nos dieron un vuelco al corazón. Si se analizan con detenimiento el arranque de sendos discos con: “Open the Door” y “Dark Waltz” veréis que la estructura de sus canciones no ha cambiado en exceso. Canciones como “Half Angel Half Life”, “The Seeds” o “Bird Song” tienen mucho en común con las del actual disco.
Solo que la planta y saber estar de estos nuevos The Men, se asemeja a ese paso a la madurez que dan los revoltosos y anárquicos hijos. Esa compostura que acaban echando como decían nuestros progenitores, los niños, cuando por fin dan la razón a sus padres y abuelos al llegar a la edad adulta.

Tomorrow Hits es algo así. Si en sus anteriores discos mostraban cierta querencia por las raíces del buen Rock Americano, solo que más anárquicas y con una gran dosis de Folk garajero, hardcorismo y excesos primitivos. En este nuevo trabajo todo da una sensación de habitación ordenada, los deberes ya no tienen borrones y tachaduras , y los trazos son más exactos y visibles. No ocultan sino que refuerzan los cimientos de sus ancestros. Los homenajean incluso con orgullo y libertad: Esa especie de L.A Woman psicótico de “Pearly Gates”. Los pellizcos soleados de “Sleepless” o “Get what you give” dejan ver con claridad los efluvios Dylanianos, de Crazyhorses, la Credence, y ese aire sureño que yace sin complejos con sus arrebatos de rock desaliñado.
En Tomorrow Hits hay muchas cosas y de procedencia más clara, pero todas son jodidamente buenas. Sustratos con pedigrí y D.O que hacen de estos tipos unos auténticos hacedores de joyas desvencijadas que uno puede ir construyendo con su propia imaginación. Sino que se lo digan a las ocho joyas que se han marcado en sus ratos muertos Mark Perro y Nick Chiericocci, con ese entretenimiento que es Dream Police: Todo un compendio de aguijonazos de Krautrock postindustrial guisado con unos sintes analógicos de deshecho y unas guitarras distorsionadas. Como se suele decir, en la variedad está el gusto (buen gusto).





#39_WVWHITE / WEST VIRGINIA WHITE

En el mes de Mayo me di de bruces con este encantador engendro, justo cuando me hallaba en la fase de rehabilitación más escuálida y primaria. Verte impotente y con cuatro recursos para manejarse, te ayuda en parte a entender lo mucho que se puede hacer sin apenas recursos: La melodía aparentemente mal sostenida con cuatro calzos y un par de puntales, y el lúcido ingenio para crear algo tan bello como frágil.
Esa es la hermosa sensación que se alcanza a entender cuando uno engrana su mente con las melodías de WVWHITE. Un joven cuarteto de Delaware que soporta sobre el hilo conductor de un órgano pendulante, todo el material pesado de sus monumentales composiciones. Y que llega a alcanzar un climax que va desde los The Cure más primigenios, a la belleza árida de The Grifters, Mascis, Arches of Loaf, o Sonic Youth. Una sensación de psicodelia abrasiva que domina todo su disco de debut, que curiosamente consigue llevarnos a los dos extremos: La meditación y el consuelo de la enorme “Mastercraft”, o “Cockroaches”. Y el caminar plomizo y mántrico de “Alison Lapper, pregnat”, “Multiple Bathrooms”, “Ford Mustang”, o “Dutch Interior”.
West Virginia White tiene una belleza extraña con esas irregularidades hipnóticas con las que debutaron Jesus & Mary Chain o Pavement. Ese medianía que se balancea entre el desastre y la belleza, la melodía y la deconstrucción, el Pop y el Rock de guitarras noventero... Todo un encanto.



38#TIMBER TIMBRE / HOT DREAMS


La fama desmedida de bandas como Arcade Fire, a menudo no nos ha dejado ver más allá de los laberínticos y perimetrales setos Canadienses. Y es una pena, porque allí, en la otra América que dicen más civilizada y tan lejana ella. Crecen a la sombra de fenómenos como los Arcade F. y otros tótems, bandas como este cuarteto de Ontario; quien sabe si uno de los secretos mejor guardados de aquellos lares.
Además de haber paseado uno de los discos más interesantes del primer decenio del siglo XXI, y pasar sin pena ni gloria; “Creep on Creepin' On/2009”. Tienen que soportar el agravio penitente de mirarse en el espejo de semejante joya, e intentar superarlo.

En Hot Dreams suenan más livianos si cabe, y en algunos de sus cortes resultan familiares sus referencias; algo que en aquel disco no pasaba (tenía una personalidad arrolladora). Aquí se deslizan por un Trip Hop serpenteante “Beat the Drum Slowly”, o con toques de krautrock inquietante “Curtains?!”. Paisajismos que nos remiten a escenas de cine de espionaje sesentero “Bring me Simple Men” “Resurrection Drive PartII”, de crooner torturado “Rum from Me” “Hot Dreams”, O incluso a cowboys afectados por Roy Orbison & Johnny Cash “Grand Canyon”.
Pero aunque así sea, HOT DREAMS acaba siendo otro gran trabajo; seguramente el más sugerente y balsámico de este año. Más aun si tenemos en cuenta lo poco que se prodigan en publicaciones. Algo que les da un plus de intriga en cada una de sus apariciones, y un poso de buena añada que ni sus obviedades las ensombrece.





37#COMET GAIN / PAPERBACK GHOSTS

Es la irregularidad de la voz de David Feck; artífice principal de la tenacidad de popero laborioso. La que hace sin temor a equivocarme, que siempre acabe cayendo ante los encantos de sus melodías. Y su particular manera de esparcir las esporas de la esencia Pop más básica y mutante de nuestros días, la culpable de que cada uno de sus discos se conviertan en mi santo y seña de cada año.
De las pocas bandas a día de hoy, que siguen confiando en las artes más nobles y primitivas del estilo madre. De sus ociosas manos nacen sus inequívocas conexiones a la Velvet y su apego por el Pop afrancesado de los 60. De la otra oleada de Punk amable que congeniaba con el Rock&roll, el surf e incluso con el Northern Soul. Jamás se han cansado de reivindicar a aquellos Punks con corazón sixtie que predicaron sin complejos el verdadero amalgama de la música mestiza británica: Vic Godard, Television Personalities, Jam, Orange Juice... y ese sinfín de bandas que ampliaron el espíritu Punk hacia territorios pluscuamperfectos.

En Paperback Ghost desnudan sus rabiosas y ácidas golosinas Pop repletas de sucias guitarras. Y vuelven a ser esa banda Pop de antaño: Inofensiva y delicada en apariencia, pero con brillantes composiciones; esta vez todavía más lúcidas y expansivas.
Al ralentí suena mucho más delicada y expresiva la voz de David. Y solo basta con arrancar el disco para caer rendido a “Long After Tonite's Candles are Blown”. Dedicarle unos minutos de la vida y convertirla en una perfecta banda sonora para viajar, convirtiendo un atasco en una carretera secundaria, o una autopista en una pista forestal. “Wait 'Til December”, “You Haunted Heart”, “Confessions of a Daydream” o “Sixteen oh Four” tienen la culpa de todo ese amalgama de buenas y conciliadoras sensaciones. Puro regreso al Sarah Records Sound.


36#SPAIN / SARGENT PLACE
Fue creo, el primer disco del año en el que caí como en un largo sueño, acolchado, sensorial y elegante. Hacia años que no me adentraba en el paradisíaco universo de esta cultivada banda Angelina; ahora liderada en solitario por su vocalista Josh Haden (hijo del recientemente desaparecido bajista de jazz Charlie Haden). Y tuvo que ser con el tema más contrapuesto a su magnético repertorio, con el que entreabriera la puerta, “Sunday Morning”. Tras ella no hay ese sensual y bailable groove de Funk encorbatado y trajeado. Sino esa atmósfera de unos Morphine resacosos que hace del sonido de Spain una especie de híbrido entre el Soul, el Jazz, y el Slowcore más atormentado.
Joyas póstumas como la última base de bajo grabada por el maestro padre Charlie Haden en “You and I”, en una última lección de vida mano a mano con su hijo. Dan una idea de lo que nos podemos encontrar en esta susurrante y discreta joya discográfica. Esa magia evolutiva discreta y curativa que hace que de la sutilidad una marca de la casa, en la que se recuestan las canciones de esta banda: Esa misma hoja de ruta de bandas como Luna en su inicio “Love at first Sight”. El Blues aterciopelado y cálido de “The Fighter”, “Waking Song” o “In my Soul”.
Canciones que tienen la facultad de aminorar la marcha hasta producir una quietud reconfortante. Que transitan esa parte poco vistosa, austera y en cierto modo marginal de la vida. Spain sin embargo consiguen llevarla a un terreno entre lo espiritual y lo elegante, sin aspavientos ni estridencias, pero tremendamente medicinal. Necesaria diría yo.


35#ROBYN HITCHCOK / THE MAN UPSTAIRS
Todos recordamos a ese raro gentleman Londinense de melodías marcianas que parecían estar fuera de toda moda, movimiento o tendencia. Socio ideológico de Julian Cope, Jonathan Richman, The Blue Nile, los primeros Rem, o de Jazz Butcher... Músicos separados en ideología musical, pero unidos por el concepto artístico o literario de la canción. Navegantes en aguas turbias de pleamares continuas y tierras de nadie. Muchos hallaron el afecto a miles de leguas de su tierra natal, y Robyn fue en los primeros círculos universitarios Americanos donde alcanzó su status de músico de culto. Divorciado de modas, corrientes o géneros se hizo en el New Wave libertario su nuevo hogar.
Redescubrirlo 30 años más tarde con el pelo cano, sus pobladas cejas y ese mismo dandismo sobre el escenario, es cuanto menos un soplo adolescente que contagia sus bien llevados 61 años. Prescindiendo de la electricidad de Soft Boys o de The Egyptians, se me antoja lo más parecido a un desnudo puro y hasta poético. Escucharlo redimensionar a Bob Dylan o en compañía de otro descastado del éxito, Peter Buck; un ejercicio de sinceridad feliz, sin cuentas que rendir y disfrutando al hacer la música que no toca.
The Man Upstairs es otro de esos fetiches como el Robyn Sings o el Love from London, que se marca sin apenas instrumentación. En este mucho más sucinto: Una acústica, un piano (Charlie Francis), un cello (Jenny Adejayan), y la voz femenina de la Noruega Anne Lise Frokedal. Y con eso y unas cuantas versiones llevadas al formato umbilical del acústico, es capaz de acunarnos y emocionarnos; así de sencillo: Roxy Music, The Doors, Psicodelic Furs, Grant Lee Philips, Ferries y las suyas propias... sencillamente sublime por se clarividencia minimalista, y no por ello menos reveladora. Generalmente son esas las que te muestran al artista total, exhalando el primer o último aliento; aquel que enseña la pureza de la canción.


34#OUTRAGEUS CHERRY / DIGITAL AGE
The New Pornographers llevan años rindiéndoles pleitesía, tanto que llegaron a versionar sus temas hace cuatro años. De echo fue así como di con ellos y su “Seemingly Solid Reality/2010”; aunque esta veterana banda de Detroit lleva 20 años funcionando y 14 discos acuestas. Si sus posibilidades de éxito dependieran de sus horrorosas portadas, o de su fidelidad casi militante por la psicodelia setentera y yeyismos varios tan emparentada con Brian Wilson o los Soundtrack of our a Live . Diríamos que aunque el culto fiel aun sonido tiene su mérito, sobretodo si sus discos mantienen el aprobado alto, a veces no está de más cambiar de ruta para llegar al mismo sitio.
Si aquel “Seemingly Solid Reality” pecaba de los tonos pastel sixties. La luminosidad costera californiana o de ese Pop de alma rockera que los puso en común denominador con The New Pornographers; véase el sospechoso parecido de “Umbalanced in the City” con algunos de los salmos de Electric Version del combo Canadiense. Su vuelta a los estudios tras 4 años, todavía tan caliente que conviene cogerla con manoplas, varía el rumbo para mejor.
Una bocanada de involución hacia el punto cero del cuenta kilómetros, que les ha sentado la mar de bien. Nadie diría que llevan tantos discos a cuestas, cuando precisamente en este Digital Age, recuperan un sonido más propio del garaje de su ciudad natal: Sin filtros ni excesos alucinógenos, simplemente con un buen puñado de buen PopRock directo en vena. Deudor de Ramones, Stooges, Beach Boys o Yardbirds. Aunque a veces pasadas de reverb vocal, sus nuevas y vigorosas canciones encajan a la perfección con la esencia de su sonido y ese tono sucio y desatendido de la producción.
(You're a) Vortex”, “I think She's alright”, “The Digital Age”, “Princeless Thing” o “Megalomania Blues”. Son aquellas canciones que remiten a un tiempo pasado donde los cuatro acordes, la inocencia y inmediatez premiaban sobre la pretensión. Y en veinte años ellos no la han perdido, todo un lujo al alcance de pocos.


33#CHERRY GHOST / HERD RUNNERS
En los cuatro años en los que sigo a este autor de Bolton, y pese a tener una forma de componer tan fiel como insobornable. Cada disco: su “Beath this burning Satellite/2010” con el que lo encontré, el “Thirst for Romance/2007” al que me llevó y esta último capítulo cuatro años después. Me transmite algo diferente e igualmente genial a ese inmenso disco del 2010 por su discreción y belleza poco obvia.
En este Herd Runners del presente año sin embargo, se puede ver de manera más clara, un decorado que parece querer homenajear a los crooners más representativos del pasado: Marvin Gaye, Frank Sinatra, Tony Bennett . Un flamante nuevo disco que de manera inevitable ha pasado a engrosar mi vieja colección de vinilos. Con canciones de ensueño como si single “Clear Skies never Closer”, y con otras menos inmediatas pero igual de hermosas: “Sacramento”, “The World could Turn”, o “Don't leave me here Alone”. Pop de alta costura que recupera la artesanía musical de toda la vida.


32#THE NEW PORNOGRAPHERS / BRILL BRUISERS
Nunca han sido un grupo de masas, y pese a esa falsa comparación por su diversidad de talentos con Arcade Fire, por simple nacionalidad. Para mi, siguen siendo esa banda con canciones Pop de espíritu nuevaolero, que realza la facultad optimista de hacerte volar con cada una de sus canciones.
En esta ocasión más depurados, estilizados y sin las aristas impresionistas de sus anteriores discos. Siguen manteniendo su personalidad contra viento y manera. Quizás con la intención de llegar por fin a un público más caprichoso y estilizado, han publicado su disco más “mainstream” de todos; siempre entre comillas. Pero con esa andrógina apariencia de jigle publicitario, “Brill Bruisers”. Todavía conservan el destello con “Fantasy fools”, “Marching Orders” o “Dancehall Domine”. Además de haber sido capaces de crear uno de los discos más pegadizos, infecciosos y de hits socorridos del año. ¿se puede pedir más y reprocharles algo? Yo creo que no, visto el panorama.


31#JERRY DAVID DECICCA / UNDERSTANDING LAND
Con diferencia el disco más bello, estimulante y honesto que me ha acompañado este año. El ex líder de The Black Swans me ha enseñado las virtudes de su pasada banda, y además. El arte de bajar las revoluciones hasta el mínimo para apreciar la suave cadencia de sus canciones desnudas, puras e inmaculadas.
No es un disco acorde con las prisas de hoy, si acaso una medicina para curar la ansiedad y el estrés. Perfecto para viajar a espacios abiertos o abrir y despejar de altos rascacielos y edificios nuestro asfixiante hábitat. En sus notas y crepitar de sus instrumentos se huele el perfume de heno, a lavanda y a hinojo. La pureza de sus canciones tienen el arte de llevar lo que se suele definir como Folk, a una escala de ambient flexible y natural.
Con esas reminiscencias sonoras que daban Leonard Cohen, un Bill Pritchard bajado de revoluciones o Lee Hazlewood cuando masticaban sus letras, y un acompañamiento de lujo. Este escaliñado rockero de frágil compostura se ha marcado un disco de auténtico lujo. Sin estridencias (que ya no las tenía con su banda), la instrumentación imprescindible y el suspiro de sus canciones. Ejerce un encantamiento tan inocente como pleno si se deciden a entrar e esa baja fidelidad arrolladora. “29th of June”, “Colors in Sky” o “Want I Nothing”, son solo tres pequeñas briznas para dejarse llevar por la brisa y calidez de este íntimo disco.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

NORDVEST: CINE SOCIAL SIN PIROTECNIA.




Nacionalidad: Danesa
Año: 2013
Director: Michael Noer
Género: Drama social
Duración: 91 min.
Guión: Michael Noer y Rasmus Heisterberg


De tanto en tanto vale la pena apartar a un lado las bambalinas del cine más efectivista y artístico, para sumergirse en el cine Europeo reflejo de nuestros días. En ese caso, el cine nórdico tiene bastante que decir en los últimos años. Y en Norvest, una cinta del pasado año en la que el joven director Michael Noer (35 años), relata en clave de acción una de las consecuencias más cotidianas del tiempo que nos toca vivir: Crisis, desempleo, desencanto y vidas en ocasiones sin rumbo, del sector más indefenso de nuestra sociedad, la juventud.

Norvest es una película que trancurre en los suburbios de Copenhague, donde discurre la vida de Casper junto a su madre separada y sus hermanos: Un veinteañero que malvive a costa de pequeños hurtos por encargo para mantener a la familia. Su vida cambia súbitamente cuando se cruza en su vida un Björn; un proxeneta organizado que trafica con chicas y drogas. Y acaba involucrando a su hermano en un afán desesperado por ver cumplidas las expectativas de su desastrosa vida .
En este primer trabajo en forma de largometraje del joven director, se explica en clave de acción/reacción, una historia mil veces contada y no por ello exenta de lucidez: Perdedores, drogas y delincuencia en un tono más doméstico y de barrio. Eso sí, pese a ser una película iniciática de bajo presupuesto, Michael Noer resuelve lo que sería supuestamente una cinta documental sin más pretensión que una crítica social o el reflejo de una realidad demasiado común en nuestros días, con una solvencia convincente y muy ágil. 
 

Fácil de ver o como se suele decir entretenida, no desdeña en absoluto en credibilidad y realismo. Al apoyar una trama relativamente previsible si nos atenemos a como suelen acabar estos dramas. En una natural y seria interpretación de los dos hermanos, Gustav y Oscar Dyekjaer; que además de serlo en la película, lo son en la vida real. Sin cargar las tintas sobre el dramatismo y los detalles innecesarios que la harían posiblemente pretenciosa y aburrida (para según que público). Y con una carga aventurera comedida que mantiene al espectador pendiente, sin por ello sacrificar la credibilidad de la historia.
Micheal Noer hace un zoom preciso y veraz de las condiciones humanas y del propio drama de la encrucijada de sus vidas. Nos pone en las manos de las personas junto a sus miedos, su indefensión y el devenir de sus actos para entender uno de los dramas más extendidos en la periferia de las grandes urbes. Y aunque no acaba por mojarse demasiado. Se agradece el dejar en las manos del público las conclusiones y moralejas de problemáticas que no nos son ajenas. Sobretodo si sois de los que como yo, han pasado un tercio de su vida en barriadas donde estas pequeñas historias anónimas pasan a diario.



sábado, 29 de noviembre de 2014

THE BEAUJOLAUS DAY: CELEBRATION GOOD TIMES, COME ON!!




No, no pongan en duda ni por un momento mi capacidad de dosificar la euforia. Celebrar el alzamiento de telón y la salida al escenario, de en este caso los vinos jóvenes, es tan lícita como buscar en la mochila de nuestro viaje anual, los restos aprovechables de nuestros naufragios personales: Sacarles brillo con nuestro antebrazo, exhalar vapor de nuestra boca, y volver a frotar para que resplandezcan pese a lo morboso de rememorar caídas y levantamientos.
Si hacemos efectiva esa misma misiva o proposición de enmienda, lo importante al fin y al cabo no es el motivo de la celebración; bueno o malo, ya sea motivo de felicidad o de simple nostalgia autolesiva. O si en verdad, hay que buscar un motivo para reunirse en fraternal comuna para conocer aspectos de nuestras naturalezas humanas más allá del - “que majo es”.

Vuelvo a reincidir sin ser capaz de evitar acordarme donde estaba hace un año por estos días: Postrado en una cama de la UCI atravesado por mil tubos y cables, y a punto de salir de un coma en el que plegaba y desplegaba universos paralelos. ¿Porqué será que nos pone tanto imaginar un viaje al más allá o la simple posibilidad de fenecer? Será porque no sucedió lo fatal. Y si estamos aquí narrando estos detalles del pasado y la coincidencia del aniversario, es sin duda porque estamos para contarlo. Pormenores y mejor aun, celebraciones.
Eso sí, entre la posibilidad de ejercer de mártir o disfrutar de la compañía de los que compartimos cariño y herramientas para convertirlo en felicidad, me quedo con lo segundo.

A la llamada grito en boca y pie de guerra de nuestro principal ángel custodio el pasado 21 de Noviembre, Xavi. Pocas son las causas de fuerza mayor que me impididan acudir a la cita. Y es que aunque nuestros encuentros de catas formales y “rigurosas” de cada Jueves sean asiduas e instructivas, no hay mejor manera de estrechar lazos que una cena de hermandad.
Para semejante evento no es cierto que se necesite gran liturgia o un restaurante emperifollado, que va. El vino, ese líquido reflejo de la magia de la naturaleza, el fruto, y el hombre, ejercen un vínculo tan esotérico que es la chispa suficiente, para imaginar un ágape y echarlo a andar. Lo único que se precisa es hambre de aventura, una pizca de inconsciencia y la idea. Cierto es claro está, que los anfitriones tienen en gran medida esa facultad casi mágica del conjuro y los cuatro pases para llevarla a cabo. Pero al final, todo depende de ese mecanismo que se activa y te empuja fruto de la improvisación, el que nos hace la vida un poquitín más excitante y hasta sexual. Un aquí te pillo aquí te mato, como se suele decir.


Tampoco vamos a quitarle méritos al mecanismo que activa la chispa que nos echa a andar el corazón. Que no es otro que el arranque de la temporada de vinos jóvenes, o como se dice en mi tierra, del Vi novell: "Per Sant Martí mata el porc i enceta el vi".
Unos meses de aquí a Navidad, ideales para perderse por la geografía vitivinícola y disfrutar de la esencia juvenil y desenfadada del vino joven. Más aun si somos de los que apreciamos esa explosión de fruta, fermentación todavía palpitante y el echo de que estos pequeños tesoros duren lo que el salmón tarda en desovar; para la primavera empiezan a perder cualidades y vigor.
Pero para ser totalmente sincero, alentados por la promesa de profanar uno de aquellos Riojas que Carlos guarda como oro en paño. Y con el perfume todavía revoloteando de aquel Viña Tondonia del 67 al que dimos debida cuenta un día cualquiera. Pese a que por desgracia no acudiera por indisposiciones arbitrarias. Los que sí pudimos, lo hicimos con la presión y el reto de acompañar ese veterano de guerra, con vinos dignos merecedores de tan magno evento.


Con Xavi & su mujer Montse como inigualables anfitriones, quien en su arte imaginativo del maridaje nos prepararon una cenita arreglá pero informal; como cantaba Martirio. La cosa transcurrió en formato tapa con los siguientes presentes: Una miniensalada de salmón con sus retoños y todo, una crema de acelgas y mascarpone de Parmesano, unos raviolis de morcilla con cebolla caramelizada y textura de tomate fresco (que me inventé en casa). Y para rematar Presa ibérica con crema de ceps, Ternera con crema de escalivada y una tabla de quesos con todas las denominaciones en formación (Idiazabal de pueblo que nos trajo Edu de sus numerosos viajes al País Vasco incluido). Claro, y un Panettone de pasas con un Cava Mestres Visol para rematar.
 

Se imaginarán porqué digo así que uno no necesita reservar mesa en un buen restaurante, para gozar del MOMENTO. Basta con dar los tres pases maestros de la cocinera Montse “Sweet Solanet” en un alarde de Mary Poppins y Abracadabra chas!! No era el supercalifrasqui el que sonaba de trasfondo, sino u “White Horses” Stoniano.


El Beaujolais Noveau de Joseph Drouhin/2014 correteaba por el salón salpicándonos de yogur de fresa a los comensales, frutillas rojas y juventud chispeante. Allí en su casa se sincronizan relojes por esas fechas, y las calles del Beaujolais desperdigan vinos frescos por doquier.
 Un adolescente Titán del Bendito del 2009 intentó en su precoz madurez poner cordura al momento: Un vino de Toro de altos vuelos que elabora un tocayo francés, Anthony Terryn; viajante de tierras francesas, Chilenas, Americanas y Portuguesas establecido ahora en el viejo pago del Jara. Viñas de 50 años que dan un elixir con cerrajón que solo los dedos hábiles de un decantador saben descifrar la contraseña de sus perfumes a baya, a marrasquino, efluvios enfrascados que hacen pensar en un típico Toro tánico y austero. Titán del Bendito sin embargo y pese a sus escasos años de botella tiene botines y no va descalzo: Tiene una entrada deliciosa en boca, amable, de insaciable acidez y con fondo mineral de los cantos rodados donde crece, que se amancilla con cacaos, bálsamo, huya y hoja de tabaco fresco.
Todo un alarde de inmediatez y de prometedor envejecimiento por un precio bastante razonable.

 
Al tanto que correteaban alrededor de los platos en vertiginosa persecución. Tuvo que ser la serenidad de un adulto Jean Leon del 2003 el que hiciera entrar en razón a los cabritillos desbocados.
Jean Leon sigue siendo el rey, y pese a la adquisición de la bodega por Torres hace años, sigue ahí. Siendo el Penedés por antonomasia que conjuga clasicismo, elegancia y puro equilibrismo en la cuerda floja de una D.O que ha sufrido un sinfín de avatares. Una opción que nunca falla y que de manera estoica nos sigue dando uno de mis Penedés preferidos por un precio tentador. Los 11 años de botella le han dado una longitud refinada en boca, un toque afrancesado casi inigualable en tiempo y saber estar: Los toques de pimiento asado del Cabernet Sauvignon brillantes y pulidos, ese color a madera de rosetón maduro y una boca donde casi se puede notar el granulado del mineral, las fresas, el cassis...

Para la bien entrada noche con la seducción de sonidos, suspiros y felicidad conjunta. Tuvimos que acunar a los niños, reverenciar al cuarteado Jean, para que en plena ceremonia fuesen el Priorat Pasanau del 2004 Vell del Coster y un imponente Sot Lefriec del 2003 los que nos enseñaran con la perspectiva de los años, lo que significa el silencio.

Dos vinos de altos vuelos tan distintos a la vez que entrañables, en esa forma de detener el tiempo comprimido en un recipiente de oscuro brillo; como uno de esos trajes de vieja franela. De los que la impresión por austeridad y pocas palabras, nos recuerda a ese abuelo intimidatorio y sin embargo de bondadosa hechura.
Pasanau es uno de esos Priorats auténticos, extremos en el reflejo de la esencia de un paisaje: Sus pendientes extremas, el silencio de sus calles, el trazado de sus carreteras acordes con el capricho de su accidentada orografía, y su belleza exenta de rimel y colorete.

Explosión de volátiles en plena concentración de resinas, epoxy y pegamentos... Inhalas y se abren los alvéolos como las compuertas de una presa saturada de esencias. Los Priorats son así, impactantes, no entienden de prisas y plazos de entrega. Sigues charlando, comentas lo que suena en el reproductor, las bondades de menú nocturno, risas y más risas... Y cuando menos te lo esperas lo tienes ahí. Un vino ya abierto como los geranios al borde del precipicio invernal, y con los escasos rayos de sol necesarios para que se aferren a su floración recia y combativa. Es entonces cuando aparece la golosería de estos vinos; de sopetón y sin previo aviso. Una vez aireada esa intensidad que los ayuda a envejecer en la botella, aparecen las confituras, los frutas rojas maduras, los higos en almibar, las compotas y ese final largo y persistente que va desde el dulzor y el bálsamo, hasta el mineral y las maderas finas.
Todo un goce de sensaciones extremas y radicalmente distintas al resto de vinos que probamos.

SOT LEFRIEC es otra cosa, es como esa vertiente oculta y misteriosa del Penedés. Rompe con todos los estereotipos de esa zona, sin embargo mantiene en un hilo de tensión su tipicidad. Quizás porque sin pretenderlo estamos todavía pensando en determinadas zonas vinícolas de una manera un tanto clásica y predecible. Lo cierto es que igual que pasa con otros tantos vinos de bodegas relativamente jóvenes. Hay otro escenario realmente distinto al de hace algunas décadas: Vinos que se aferraban a una identidad clásica y conservadora, y que se cerraban en banda a las infinitas posibilidades que puede llegar a dar un territorio, sin por ello perder su esencia.

Sot Lefriec es una de esas puntas de lanza con el Cabernet Sauvignon y el Merlot como claves de su identidad, pero con la entrada de las viejas Cariñenas (Samsó o Mazuelo) ha otorgado a las nuevas generaciones otro rango de personalidad. Evidentemente no es solo por ese detalle intrascendente, sino por la verdadera trascendencia de su trabajo en la viña y en sus suelos: Baja producción para aumentar potencial, el análisis y la selección de los suelos y un tratamiento totalmente natural y meticuloso. Por eso y por otros tantos detalles que nos llevan a tiempos muy pasados en los que no había posibilidad de intervencionismo. Laurent Corrió y su mujer Irene Alemany elaboran uno de los Penedés más inigualables de la actualidad.
Un vino longitudinal y fondista que requiere tiempo, paciencia y mucha concentración para descifrarlo por completo. Aun y así resulta hipnótico y tremendamente seductor en la primera cita. Con aromas a moras confitadas, hierbas balsámicas, maderas tostadas y un sinfín más que aparecen mientras se le da tiempo. Boca elegante y muy refinada, estructura perfecta en la que son muchas las notas y evocaciones sin que ninguna sobresalga como para afirmar con rotundidad. Nadie diría que es un Penedés, y estos dos jóvenes avezados han conseguido una extracción tan redonda y generosa en sensaciones, que nadie apostaría con total certeza las posibilidades de evolución que tiene con el paso de los años.
De momento estos 11 que lleva a sus espaldas todavía le otorgan una acidez y tanicidad viva y refrescante, sin despreciar su excelente profundidad.


Mientras los niños ya dormían acurrucados en la panza de los bueyes; donde no nieva ni llueve. Y los más viejos nos enseñaban misterios tan profundos como el Abismo de Challenger. Sonaban los ecos de nuestras voces entre temitas de Nina Simone, Estopa, Serrat, Bregovic, Albert Pla... La música celestial que promueve el vino, la buena compañía y las amistades en una armonía multidisciplinar que te forma. No de una forma académica y estricta, no, más bien relajada a pie de barra de aquellas que uno quiere prolongar y eternizar. Aunque solo sea con un puñado de canciones, una anécdota o una lección testimonial.
FELICIDAD!!
Y es que el vino tiene esa virtud. Agudiza los sentidos que nos otorgó la madre naturaleza: La vista para contemplar, el olfato para evocar, y el paladar para ampliar rangos inescrutables antes. Pero lo más importante es que estrecha lazos y hace de su consumo, un alimento para compartir y disfrutar en compañía.

SALUT Y MUCHOS VINOS PARA CONOCERNOS