viernes, 19 de diciembre de 2014

LOS 40 DISCOS INMORTALES DEL 2014 # DEL 20 AL 11



 20#HALLELUJAH THE HILLS / HAVE YOU EVER DONE SOMETHIG EVIL


Cinco discos a sus espaldas en nueve años de carrera y pese a la buena acogida de su último trabajo en su tierra, Hallelujah The Hills siguen siendo unos auténticos desconocidos en Europa. Es evidente que aquí donde por el camino de la fama se perdieron las raíces, la quinta salva en pos de la acción no abre brechas. Y no será porque no puse mi granito de arena en una detallada crónica.
Bandas como la de estos Bostinianos de sangre irlandesa que no se muerden la lengua, no abundan demasiado. Que además usen el grunge como lenguaje universal, menos todavía. Como si en ese empeño por parecer impíos y tremendamente avanzados, renegásemos de aquellos términos generalistas que aglutinan a la manada en una danza colectiva.

El caso es que tras esa engañosa fachada de combo colectivo, de las trompetas y los casiotones, o de esa fanfarria guitarrera que domina en su último disco. Hallelujah The Hills esconde algunos de los textos más brillantes de este año, y una manera de trabajar tan rica y variada como firme de convicciones. Una forma curiosa la suya de esculpir Rock directo y emocional, a base de picar piedra y no intentar disimular los filos, asperezas y defectos del sacrosanto mineral. En su último trabajo dan un portazo a la disyuntiva de las texturas folk y se lanzan de pleno a la acción militante tanto en lo musical como en lo lírico.
Incendiario y con tintes de pogo colectivo arranca “We are What we say we are” (somos lo que decimos que somos). Ryan Walsh habla claro y además con un toque poético que delega en su revolucionaria música esa estética de banda política (que no lo es). Son algo más (comprometidos quizás), con su estilo inconfundible y con el riesgo de lanzarse al vacío en cada disco. “Destroy this Poem”, “I Stand Corrected” o “Pick Up an Old Phone” son tres de las cumbres de este magnífico disco.
Entrar por la puerta trasera al resto de canciones: Escucharlas mientras se transcriben los textos bien detallados en su página. Y aceptar el camino repleto de riscos, desniveles y la maleza que acompaña el trayecto. Es tan solo una opción libre, como libres son las sensaciones que transmiten sus pistas y ese aspecto de himno manifestante que desbordan sus canciones.


19#FUTURE ISLANDS / SINGLES


Es muy posible que al oír citar Baltimore, la ciudad natal de Future Islands. Nos vengan de inmediato la imagen de Omar recortada en mano de la serie The Wire. O pensemos en el querubín encanto de Victoria Legrand de Beach House. Cualquier cosa menos el sonido de TecnoPop ochentero que despliega este trío, y mucho menos las dotes escenográficas que hace gala su líder Samuel T. Herring. Algo así como la plasticidad exorcizante de nuestras canciones preferidas. Esas que nos hacía sentir como estrellas de la música ante un espejo, raqueta o mocho de la fregona en mano cual Carlton Banks emulando a Tom Jones.
Su líder es así, entre lo bizarro, lo natural y extremo. Siente lo que significa interpretar una canción como si no hubiese mañana. Algo que choca con la en teórica idea que se pueda tener de su minimalista sonido (un teclado, una caja de ritmos y un bajo). Pese a esos insignificantes inconvenientes, ellos saben transmitir el significado de sus letras de desamores pasionales, sus despechos y su romanticismo como nadie. Y tras ocho años de travesía por el desierto sin apenas merecer una simple crónica, van y publican Singles/2014.

Un disco que no viene a ser el mejor de su carrera para aquellos que los seguimos desde su inicio (para mi, “On the Water/2011” es mucho mejor). Pero que sin lugar a dudas los convierte en dignos hacedores, de canciones de aquellas que se te enganchan en el subconsciente de por vida. Ni más o menos comerciales que las de sus anteriores discos, pero sí más eficientes en cuanto a éxito popular.
Es difícil no caer a los encantos de “Seasons (waiting on you)”, sobretodo si fuisteis de los que vieron su actuación en el Show de Letterman. En cualquier caso, y para los que penséis que Future Islands no hacen nada que no hiciesen Yazzo, Human League o OMD hace años de manera despectiva. Creo que en la fidelidad de su sonido y en la constancia al no variar su estilo, ya me merecen un respeto además de que por desgracia me gustan; vaya por dios!!
Singles me parece un disco cojonudo aun siendo el más accesible de ellos. Ahí están “A Song for our Godfathers”, “Doves”, “A Dream for you and me” para demostrar que no han cambiado su modus operandi a cambio de cierto éxito. Que defienden un género vilipendiado y en ocasiones tachado de falto de méritos artísticos con orgullo. Y que pese a que por su música puedan parecer un pastiche ochentero, son posiblemente una de las bandas más sinceras, fieles y honestas, de eso que algunos llaman a desgana “Indie Pop”.



18#DANNY & THE DARLEANS / DANNY & THE DARLEANS

De esta banda de Detroit poco podemos decir que ya no se dijera en la crónica que relatamos de este disco. Uno de los que más me han hecho practicar el air guitar en los solitarios días de enclaustramiento de este penoso año. Medicina vital y antídoto ideal para los peores días, Danny Croha nos ha transportado a los mejores años del Garaje Rock, de los nuggets más salvajes y el yeyismo más zarapastroso.
Kinks, Sonics, Dr Explosion, Sparkles, The Hives y todo aquello que se os pueda pasar por la mente, hasta los Rolling Stones fíjate tú!! Pero lo mejor no es a todo lo que recuerda, sino la eficacia del diabólico repertorio. Todo un viaje temporal tan auténtico por sonido, producción y por calidad de los temas, que bien podría ser una joya perdida de la época. “Boo-da-Iye”, “Don't ask the Question” o “How many Times” así lo certifican.



17#VIC GODARD & SUBWAY SECT. / 1979NOW!

Vic Godard sexagenario e irreductible frontman del Punk Británico más amplio de miras. Nos tenía preparado el mejor regalo posible para estos últimos días del año. La profanación y reanimación desfibrilador Soulero en mano, de aquellos temas que se escribió en el 78. Cuando un inquieto Punk con alma negra, dio su primer y clarividente paso para grabar en cassette. Y con cierto acojone, enseñarlas en aquella breve gira con una joven Siouxsie Siux; promiscua y desgarradora punk.
Esos temas nunca acabaron de ver la luz pese a que Vic Godard dirigiera más tarde su carrera en solitario hacia los ritmos del Northern Soul y su nueva faceta de crooner. Durante ese trayecto también descubrirían las posibilidades del Northern Soul The Style Council y Orange Juice. Y justo en las manos de uno de sus súbditos más aventajados, Edwyn Collins. Es donde ha recaído la producción y parte de la idea de grabar por fin estos reveladores temas.
Y la verdad, tras escuchar este descomunal disco, solo puedo pensar en la solemne desgracia que hubiera sido que se perdieran en el olvido.

El disco suena de principio a fin tan tremendamente vitalizante y regenerador. Que nadie diría que Vic Godard es ese señor mayor que se subió con los pipiolos Mates Mates en un escenario de les festes de Gracia el pasado 2012. Allí ante la mirada de jovenzuelos que seguramente jamás habían oído hablar de Vic Godard, y que parecían creer estar viendo a su vecino jubilado sobre las tablas guitarra en mano, y dando caña a unos chicuelines de veinte años. Que es mismo, grabaría dos años después semejante puñado de joyas del mejor Northern Soul popero de este milenio.
Un disco del que se pueden escoger al azar cualquier pista: La optimista “Born To be a Rebel”, el excelente groove con humeante hammond en “1979 now intro”, o esa incendiaria “Holiday Himn”. Tremenda como uno de los mejores temas del disco “Caught in Midstream” o gloriosa “You bring out the Demon in Me”. Donde se nota que la cabeza de Edwyn como sabio consejero de su amigo, está intacta.
Lo que son las cosas. Tiene que venir un damnificado de dos terribles derrames cerebrales, y un músico jubilado que dedica su tiempo a repartir cartas. Y poner las cosas en sus sitio, benditos sean!!



16#THURSTON MOORE / THE BEST DAY

Con la última entrega de Thurston Moore me ha pasado algo parecido a lo de Stephen Malkmus. Me gustaría saber de veras, si nuestro traicionero subconsciente nos remite al pasado,sin control alguno sobre nuestros actos. O si simplemente es la alargada sombra de bandas como Sonic Youth, que tienen un recorrido mucho más longevo del que pensábamos; al margen de su separación.
Su sonido rocoso, levitador y chirriante vuelve cinco años después a generar la misma clase de sentimientos sensacionales. Y aunque yo nunca me he definido como un seguidor fiel de toda su trayectoria. Aquí y ahora, Thurston a pulsado la tecla que más me gustaba de ellos: La del Rock directo y sin excesivos ambages experimentales. Aquella que me conectó por medio de “Sister/1987” a toda su inicial carrera.
Abandonando el tono de excelsa melancolía y melodías relucientes de “Demolished Thoughts/2011”. He de confesar que la remembranza de “Speak to the Wild”, que me sugirió la amarga voz de Adrian Borland (The Sound), fue la que me atrapó al momento. Junto a ese tono familiar entre lo luminoso, lo amargo y lo espiral que caracterizó a su antigua banda en los periodos más inspiradores. No siendo un disco que exactamente siga los preceptos de los Sonic, comparte ciertos aspectos: “Forevermore” y sus once minutos hipnóticos de metal pesado que alcanza en su grandeza un áurea casi ceremonial. El Rock&roll duro galáctico y sureño en el que convierte “The Best Day”. O “Grace Lake”, donde la guitarra y esas ascensiones de montaña rusa nos despeñan hacia descensos sin arnés. Uno de los temas más bellos y resplandecientes del disco.
Todo un abanico de claros y oscuros, ascensos y descensos, férrea tensión que se mantiene en todo el trayecto y que intercambia escenarios a placer: A veces urbanos y angostos, otros arenosos donde casi notas el polvo del camino en los ojos y las fosas nasales. Abrasivos, pero solo llevados hasta el punto en el que el dolor y el placer se confunden. Un disco para animarse a repasar de nuevo su trayectoria al completo.



15#HAUSCHKA / ABANDONED CITY


A veces para escuchar depende que discos, hay que entrar en un estado de semi Vipassana. No digo con esto que tengamos que poner un empeño forzado para entenderlos, al fin y al cabo dicen que la música responde a aspectos puramente sensoriales y personales de cada individuo. Influye quizás el contexto en el que se oye: Según nuestro estado de ánimo, si es en un espacio abierto, cerrado, o en la amplitud de un salón mientras uno hace sus menesteres. En la más pura soledad, o rodeado de gente que habla distraídamente.
Según sea éste, el cerebro la interpreta de una manera u otra. El gusto... no sé, yo soy de los que piensa que no hay gustos, sino pasión o simple entretenimiento musical.

Y diréis, ¿que tienen que ver estas memeces trascendentales con un disco?. Puesto que la mayoría los escuchamos y no nos comemos la cabeza más allá del: Me gusta, o no nos gusta.
Yo quiero imaginar que Volker Beltermann después de llevar publicados once discos en diez años, y seguir siendo un perfecto desconocido para la amplia masa. Cuando va un paso más adelante y decide diseccionar el instrumento que aprendió con 8 años, y descomponer sus notas para volver a reformularlas. No pensó en el como ni en el porqué. Tan solo quiso ir un paso más allá de la simple expresión del instrumento en cuestión, EL PIANO. Quizás por puro inconformismo y curiosidad.

Dicho esto sería fácil compararlo con Andrew Bird o Owen Pallet. Pero este alemán sin embargo está en una escala superior en cuanto a la amplitud de sonoridades que es capaz de extraer del piano. Y el riesgo que conlleva limitarse a temas instrumentales, teniendo en cuenta el alcance de sus texturas sonoras: Capas una sobre otra como una sabrosa musaka, latidos disonantes que se entretejen los unos con los otros y el resultado: Un disco bello hasta no poder más, que una vez dentro te atrapa como la tela de una araña con sus sinfonías de siniestra seducción.
Tangos imposibles como “Thames Town”, requiems melancólicos que invitan a sollozar en “Who Lived Where”. Melodías saltarinas que imitan a la naturaleza en el caso de “Agdan”, con ese extraño aspecto de construcción electrónica. Bellezas incalculables que nos transportan a ciudades japonesas, a lugares recónditos, y que se contraen y expanden en cortes de la delicadeza de “Sanzhi Pod City” o “Craco”. Abandoned City así, se puede calificar de un disco que esta a medio camino de las composiciones clásicas, de Michael Nyman, y de una experimentación tan arriesgada como reconfortante al comprobar sus resultados. Una banda sonora otoñal perfecta, radiante de vida y de autonomía. Basta con entrar sin miedo en ella y dejarse llevar.



14#BRYAN FERRY / AVONMORE


Las modas van y vienen como las vidas de quienes las crearon y las vivieron. Hubo un Glam travestido y barriobajero, y otro glamurosamente marciano como el de los primeros Roxy Music. Un palmo por encima de la amnesia colectiva que a menudo pretende maquillar e reinventar, están los creadores de las mismas. Bryan Ferry es uno de esos creadores: Tipos que acabaron haciendo suya esa elegancia como un estilo tan propio, que ni los géneros musicales que manejaba le hicieron mella.
Por suerte para los mortales de a pie, hay todavía cierta inmortalidad que intenta recordarnos que quien tuvo retuvo, y Avonmore es una de ellas.
No se si por simpática o telepática concordancia, pero el señor Ferry parece haberse contagiado de la audacia de su colega David Bowie. Y tras intentar en vano actualizar su cancionero con Olympia: Un disco reivindicativo en el que se diluye un poco su carisma, quizás por querer parecer lo que no es. Regresa con este nuevo trabajo en el que desde la portada hasta el último acorde, nos devuelve su versión más clásica y eficiente. Teniendo en cuenta edad y el tiempo que ha pasado desde sus años dorados

Podría tacharse de conservador, cómodo o incluso oportunista. Pero que quieren que les diga, si Avalon/1982 fue el disco que más éxito le reportó. Y aunque yo fuera más de los que flipó con For the Pleasure/1973. Tampoco voy a ser yo ahora el que le cuestione haber sacado a estas alturas un disco que está entre los Roxy Music más populares y la cúspide de Bryan Ferry en solitario. Entre otras cosas porque me gusta un montón, y ese rollo de seductor farfollero me encanta. Creo que Avonmore (por cierto, vaya tela de título), da muchas lecciones todas aquellas bandas noveles que intentan explicarnos que es el Pop sensual vestido de bailable Funk refinado. Y que por mucha voluntad que le pongan, acaban sonando a eso, a una marca blanca para ir tirando.
Aquí se pueden encontrar entre los ocho temas nuevos (más dos versiones, para variar), un puñado de canciones que están a un nivel tan alto como sus discos más significativos. Esa directa puesta con “Loop De Li”, “One Night Stand”, “Midnight Train” o “Driving Me Wild”, tres temas certeros predestinados a sonar a piñón en nuestro dial. Y luego esas otras, quizás las mejores y menos vistosas. “Soldier of Fortune” co-escrita con Johnny Marr; con una temblorosa voz que merece un punto y aparte. O esa versión que apareció en el disco de Tod Terje donde resucitaba a Robert Palmer y su “Johnny & Mary”, y que aquí nos la mete doblada (pa eso es más suyo el mérito, que del Dj Noruego; de buen rollo).
Vaya por delante que nunca he sido un admirador confeso de Bryan Ferry. Y quizás sea por eso por lo que obvio un irregular trayectoria en solitario, e incluso su esa pose forzada de dandy sobón hasta cierto punto ridículo. Pero resulta que esa desfachatez es la que me gusta, justo ahora, ¿o se van a pensar que la pose solo es patrimonio de los hypsters? Digoo!!




13#THE WAR ON DRUGS / LOST IN THE DREAM


Está claro que el disco por antonomasia más laureado, vitoreado y agasajado de este 2014. Es mirar cualquier lista sea de la tendencia que sea (más al sur de las raíces, o al norte del demodé), y está en todas como Le Petit Nicolás. Como es de suponer, cuando un disco acaba poniendo de acuerdo a tribus tan dispares y distintas, basta con esperar un instante y empezar a escuchar algún valiente que se atreve a criticarla. A la hoguera con él!!
Claro, y es lo que pasa cuando un disco entra como la seda, apetece follando, durmiendo o charlando. Y viene a ilustrar los aspectos más melancólicos, sugerentes y amables de la música; siempre sin caer en la radiofórmula y manteniendo ese milímetro de distancia en esa delgada frontera, claro. ¿Quien no cayó rendido a los cantos del Infidels de Bob Dylan, el Tunnel of Love de Springsteen, o al Tango in the Night de Fleetwood Mac; guardando las distancias.
Sí vale, que ahora queda muy mal admitirlo y reniegas. Pero empiezas a hacerte viejo amigo!! y la llamada de la melancolía te reclama!! Ah!!

Ya sea por la necesidad que tienen las más dispares de las generaciones, de escuchar cosas que parezcan 100% ochenteras; con pedigrí y certificado. El caso es que “Lost in the Dream” nos da todo eso y mucho más. Un disco que pese a no ser esa obra maestra que algunos dicen, sigue siendo con bastantes yardas de ventaja el disco que más consensúa a chicos y grandes.
Tiene tantas ventajas como inconvenientes es ese aspecto de temas ascendentes que despegan lentamente. Con ese puntito de Soft Rock ambiental cómodo de oír. Y esa voz tan y tan familiar de Adan Granduciel, después de la deserción de Kurt Vile. Se entra fácil con “Under de Pressure”, y después de sus ocho minutos se le pueden ir a uno las ganas de escuchar el resto del disco. Si no es así y superas “Red Eyes” o “Suffering”; totalmente acertadas con el título y las más cansinas del disco para mi gusto. Puede que ya sea demasiado tarde para escapar. “An Ocean in Between the Waves” ( y entra en escena Mike Scott), “Eyes To the Wind”, o “Disappearing” te acabarán abduciendo. Y seguramente estarás inmerso de pleno, en ese sonido espiral del disco que tan contrastadas opiniones produce. Yo para mojarme diré que me gusta. Es cierto que no inventan nada y que según el momento harta por esas sensación de suspense que nunca acaba de despegar.
Pero al margen de cualquier punto de vista, me parece un trabajo valiente y muy meditado de la banda. Pocos discos de la escena “alternativa” abordan estos aspectos tan aparentemente domesticados de la música, y salen tan airosos de ellos.




12#CURTIS HARDING / SOUL POWER


Todos querían Soul, rebregarse como la hiedra que se contorsiona en busca de la luz. Y el joven Curtis Harding sabe como nadie llevar a cabo esa magia inmortalizada en canciones como “Next Time” o “Castaway”. Que tanto me recuerda a aquella deconstrucción que hizo Mark Ronson con el “You keep me hagin' On” de The Supremes y el “Stop me if you thing you've heard this one before” de los Smiths en la voz de Daniel Merriweather. Fórmula perfecta entre el sonido de Phil Spector, el Pop y el Soul más amable. Y que el muy puñetero de Curtis se sabe ahí caballo ganador.
Lo que pudiera ser un disco de Soul facilón de manual, no lo es tanto cuando nos vamos internando en los doce cortes que conforma su inteligente debut. Doce pellizcos precisos sin formulaciones extrañas, que nos llevan hacia un Soul digestivo y reconstituyente salpimentado con Funk, R & B, Rock&roll. Y porqué no, con esa tenue fragancia que hace de él, un trabajo que bebe también de los sonidos actuales, aunque siempre deudores del pasado.
Pedazos de Blues vacilón como “Drive my Car”, esos guiños de metales jamaicanos en “I need a Friend” o esa postura garajera de “I Don't wanna go home”. Hacen de complemento perfecto con “Beautiful People”; más acorde a sus colaboraciones con Cee-Lo Green. O esa pequeña joya de orfebrería guitarrística que es “Freedon”. Consiguen en conjunto un disco de elaboración exquisita que deambula infinidad de referentes de hoy y de siempre. Y que sin embargo y pese a estar jugueteando con la comercialidad, acaba por ser un disco tan exquisito como consensuado a la hora de atraer a cualquier oyente posible.
Y aprovecho de paso al poliédrico Guzz por conocernos en persona en aquel concierto de Chuck Prophet. Y conectar así gustos y sugerencias musicales. Esta es una de ellas.




11#GOLD-BEARS / DALLIANCE


Discos, hay discos del más variado pelaje: Puras razas, cruces, clones y mutaciones. De buenos, de pasables y de golosos para endulzar tragos amargos. Y cuando nos acercamos a la primera decena de discos que han marcado mi año; probablemente aquellos que lo han moldeado de verdad . Allí están relucientes y salvadores.
En este artefacto ruidoso de Pop enérgico y de vital medicina curativa, está el disco que me ha ayudado a superar uno de los años más aciagos de mi vida; enfermedad propia y pérdida de familiares muy cercanos incluida. Con él liberé presiones y amargura en mis constantes viajes al hospital. Como si fuese el precio que ha de pagar uno por haber salido de allí mismo cinco meses antes. Y en Gold Bears tuve el disco de Pop antonomásico con el que evitar caer en el come come de la cabeza.
Pop de esos de antes. De los que cada canción se debate entre la efervescencia y la melancolía de años pasados. Aquellos en los que este menospreciado género hizo de farolillo de juventud. En las canciones de Gold Bears no hay demasiada pretensión por parecer algo que no son, tampoco frivolidades. Sin embargo tienen ese algo que los diferencian de ese otro Pop más insustancial. Dan el carpetazo al Tweepop sobrecargado de ñoñería autocompasiva, y amasan Powerpop y Punk de melodías incandescentes. De fogonazos al fondo de las tripas y del alma, que tan bien supieron transmitir los primeros Wedding Present, Talulah Gosh o Another Sunny Day. Un disco que no baja ni un milímetro su intensidad, que corre veloz como si volviera a salir el sol. Canciones dibujadas con cuatro líneas, en un croquis de puro instinto: “Memo”, “From Talahassee to Gainesville”, “Her Fears” o “Chest” son toda una patada en la entrepierna. Once canciones de salvaje y ferviente POP.
 

lunes, 15 de diciembre de 2014

LOS 40 DISCOS INMORTALES DEL 2014 #DEL 30 al 21.


30#CHRIS FORSYTH & THE SOLAR MOTEL BAND / INTENSITY GHOST


De unos años para acá Aquarium Drunkard se ha convertido en uno de mis nuevos catecismos. Y es que son pocos los rincones donde los viajes de ida y vuelta al pasado y al presente, se hacen con una perspectiva tan autista en lo concerniente a las modas, y tan regeneradora por su gusto exquisito. Fue allí donde se publicó una de las primeras reseñas de Chris Forsyth y claro de inmediato, si nos atenemos al buen ojo de los mendas, no conviene pasar por alto los cánticos que por allí pululan.
Un disco de tan solo cinco cortes, y de un tipo que hasta la presente apenas si se conocíamos su existencia; salvo la reseña por parte de New Yorker de Solar Motel/2013. Pero claro, también es cierto que estamos muy pero que muy necesitados de sonidos que no sean la misma cantinela de siempre. Y lo mismo da que éstos vengan del pasado con un ligero y tonificante poso, o simplemente se tire de víscera y mala baba para ponernos a tono.
De echo, si nos ceñimos al tema que abre el disco, “The Ballad of Free Hollow”: Once minutos de progresiones mántricas y arabescos guitarrísticos; puede que alguno se vaya por la pata (en + o en -). Hay quien lo asocia con la psicodélia (afección la mar de socorrida). Pero a mi (que por opinar...), me vienen a la cabeza esos primeros malabarismos entre lo ambiental y conceptual de Maurice Deemback (Felt); en su debut en solitario con “Inner Thought Zone/1984”. Y es muy posible que “I Ain't Waiting” fuese la que me diera esa primera sensación.
El caso es que Chris Forsyth utiliza el género instrumental y experimental alejado de la conceptualización. Y nos regala los oídos con un repertorio que viaja desde el Folk, el Blues, el Rock progresivo y sinfónico. Y todo, en clave de Post Rock ambiental y cromatismo altamente sensitivo.

La habilidad de Chris Forsyth y los músicos que le acompañan, a la hora de dotar de elasticidad temas como “Yellow Square”, con ese caminar pausado pero firme. O los altos vuelos de “Intensity Ghost” que estallan para sembrar de brillos refulgentes su final con “Paris Song”: Un The End, que pone el broche final en una de las melodías más meditabundas y espirituales. A un disco/chacra que resulta realmente reconfortante y donde se amalgaman algunas de las mejores referencias históricas de la música Rock Progresiva.


29#CIRCASSIAN / CIRCASSIAN


No dejamos la espiritualidad ascendente de la música, para adentrarnos en una de las primeras bandas que me encandilaron este año.
Cuando a finales del verano decidí abrir un archivo de texto para ir anotando esos discos que consideraba vitales de este 2014, el primero fue el debut de Circassian. Una de esas bandas debutantes que me aportan esa dosis de emoción primeriza, que me marqué como pauta en los primeros pasos de esta bitácora. Y que dicho sea de paso, tengo un poco abandonada últimamente (la pauta, que no el blog). Bandas que para mi gusto, y teniendo en cuenta los pocos medios promocionales e infinidad de obstáculos que han de salvar. Están al mismo nivel creativo que cualquier banda consagrada.
Gracias a plataformas como Bandcamp y a las vitaminas musicales que nos proporcionan otros blogs. Descubrí a este cuarteto de veinteañeros con la psicodelia krautrockera como bandera. Algo bastante extendido entre las nuevas hornadas de “indie subterráneo”, pero que en el caso particular de estos chicos difieren por el aspecto cultural de su procedencia, que los hace distintos y especiales, la Griega. No por exotismo, pues su idioma vehicular es el inglés. Sino porque en vez de abrazar las influencias de la psicodelia anglosajona, lo hacen hacia oriente y las de Anatolia y sus ancestros Otomanos; curioso ¿no?
Pues no muchachos, basta con darse un paseo por su flamante debut y echar a volar en alas de “No proof=dedication”, “Source of Nations” o “Creatures of Nesf-i-Jahan”. Y no es por la simple rareza de sus referencias musicales. Porque los once cortes de su disco son de un absorbente e hipnótico que bien podrían estar entre mis 15 discos preferidos; si no fuera porque intento controlar a mis impulsos.
Y no dejo mis decisiones en manos de la trotona y surfera “Mevlana”, “Shunned House” o “Feels like Home”. Dos de los cortes más increíblemente espirales del disco, y que bien podrían incluso dejar a Ride, Tame Impala o Spacemen 3 en meras chucherías.


28# STEPHEN MALKMUS & THE JICKS / WIG OUT AT JAGBAGS


He de admitir que tras escuchar y retozar con el Pop perezoso de su “Mirror Traffic/2011”, había dado ya por perdida esa esencia disonante e histriónica de The Pavement. Y cierto, también lo admito, puede que sea un antojo egoísta, la del oyente que se empeña en seguir oyendo la banda de sus amores en los caminos divergentes de sus miembros, lo sé.
Pero la música, el recuerdo y la nostalgia son así. Nos hacen niños malcriados y crueles en la perspectiva que nos dan los diferentes caminos de la música; al fin y al cabo se trata de eso ¿no? de algo instintivo. También os digo una cosa: Entiendo esa manía rupturista de los líderes por seguir su propio camino, lo más alejados posibles de sus bandas. Pero al final se convencen de qué es lo que mejor hacían, y vuelven al redil.
Es así, y “Wig Out at Jagbags” tiene esa chispa paranóica y disparatada de los Pavement, por más que le duela a Stephen. Yo no creo que sea simplemente ese, el motivo por el que me gusta. Y apostaría que al margen de la genialidad de “The Janitor Revealed”, “Lariat”, “Houston Hedes”, “Surreal Teenagers”, “J Smoov”, o “Independence Street”. La grandeza de este disco es tan solo cuestión de inspiración y de compresión en un disco, que está perfectamente a la altura de “Brighten the Corners/1997” o “Wowee Zowee/1995”. Dos por cierto, de mis discos preferidos de la banda.


27#MERCHANDISE / AFTER THE END


Es cierto que ordenar tus gustos de un año no siempre se ajusta a la cordura, el criterio y la imparcialidad: Por un lado están las disecciones escrupulosas y racionales, y por otra la inclinación por ciertos sonidos o querencias. Nunca somos lo suficientemente cerebrales; ni siquiera es saludable. Así que en esta banda de Tampa (Florida), he depositado todas o casi todas mi debilidades.
Desde que el pasado año me robaran el corazón con sendos Ep's, que bien podrían haber sido un larga duración con todas las de la ley, por su nivel envidiable. Y teniendo en cuenta que era el debut de una joven banda: Su épico Pop salpicado de volantes, cenefas y bordados con infinidad de texturas, les daban a favor un plus diferenciador con respecto a la multitud de bandas con un mismo denominador. Porque pese a que Merchandise me guste por ese toque vocal apesadumbrado y romántico. Saben jugar en esa delgada línea entre el Pop brillante, culto y elegante, y esa raza turbia de goticismo. Por suerte sin pecar en estos inicios de una solemnidad demasiado evidente y etiquetable. Para certificar esto que digo, solo basta con echarle el corazón a “Become What you are” o “Axiety's Door”.

En esta nueva puesta de largo han apostado con Carson Cox a la cabeza, por un hilo conductor más definido: El Pop seductor sin tantas aristas, más adecentado y trajeado pero igual de reluciente y efectivo. Puede que se echen en falta esas guitarras sinfónicas y ribeteadas, linealidad o una actitud excesivamente aposentada. Pero lo cierto es que al escuchar “Telephone”, “Green Lady” o esa excelsa balada que es “Life Outside the Mirror”, todo me son elogios y salvas. A favor de ese punto de riesgo chulesco, al apostar por ese otro Pop que tan pocos besos se llevó en los 80: Esos primeros Aztec Camera, Prefab Sprout, Go Betweens, Bill Pritchard, Raymonde o porque no, The Smiths. Esos practicantes de Pop pagano y activista que alcanzaron más fama por los respetos de sus predecesores que por los de su propia época.
Así que para que mentir. Solo por haber escogido ese lado menos triunfalista y decantarse por ese puntito de decadencia Popera, ya me tienen ganado. Uno de los álbumes de Pop mayúsculo que más me han endulzado las tards este año, junto a los de Craft Spells, Electric Youth y Electric Litany.

26#TY SEGALL / MANIPULATOR


La causa efecto de este rubio melenas con genética de Daniel El Travieso se podría resumir en tres palabras: Instinto, hiperactividad y talento. Puede que para muchos resulte una simple pose fruto de las modas pasajeras. Pero lo que es innegable es que el muchacho no tiene límite en lo productivo y en los sanos fundamentos de los que se sirve a la hora revitalizar músicas pasadas. Por su mente inquieta e hiperactiva deben pasar muchas cosas; como una olla repleta de elementos que se formulan por la obra y gracia de la reacción espontanea. Y además de generar reacciones químicas de lo más incontroladas y destilar genialidades sin ataduras, lo cierto es que siempre cae de pie como los gatos.
Con tan solo 26 años y nueve años de carrera a sus espaldas, y la sensación de ponerse límite. Esta vez, tras dinamitar la costa californiana con seis trabajos en seis años, sin contar sus numerosos e incontables colaboraciones y bandas paralelas. Se saca de la manga Manipulator. Como un perfecto antídoto con el que curar las cicatrices de la pérdida de su padre y su tormentosa vida familiar, y de paso meterse en el bolsillo a aquellos que lo tachaban de sucio y maloliente. Un manipulador vamos.


Dieciocho canciones en las que Ty Segall, como viene siendo habitual, no desecha nada. Dieciocho pildorazos directos al espinazo que van de menos a más y en los que no se baja el acelerador ni un instante. Con la sensación de estar más elaborados, pero con el mismo tufo a garaje incendiario de guitarras espasmódicas, que tanto le gusta.
En este puñado de temas, que aun pareciendo excesivos, se devoran como un ciclón. Deja a un lado sus ritmos más pedregosos y abrasivos, para pasarle un trapo y sacarle el brillo al Glam más rockero y travestido de los 70. Un ejercicio en el que saca pecho de sus influencias más lascivas: T. Rex, Mike Ronson, Black Sabath, Neil Young o The Stooges. Todo batido de buena materia prima a la que él le da ese toque totalmente frenético y libertino, pero respetando claramente su esencia.
Se puede desconfiar todo lo que se quiera de su autenticidad o pensar que es una simple tendencia pasajera. Pero sería tan sospechoso como la poca equidad de sus fervientes seguidores, no reconocer que estamos ante uno de los trabajos con más temarráncanos por miligramo de acetato. Toda una colección de agujonazos donde lo acústico y lo eléctrico se equilibra a la perfección, y me atrevería a decir que me produce las mismas sangrantes sensaciones que el Doolite de Pixies; que ya es mucho decir.
Sí, puede que parezca un atrevimiento, pero deslizar la aguja sobre “Feel”, “Green Belly”, “The Clock”, “The Feels”, o “The Singer”, y no trotar como un condenado, se me antoja de un estrechamiento de miras bastante poco saludable.



25#GALLON DRUNK / THE SOUL OF THE HOUR


Gallon Drunk ya fueron una auténtica anomalía en los gloriosos años 90. Alcanzaron un momentáneo renombre con “Fron the Heart of town/1993” pero aun llamando la atención de ciertas publicaciones británicas, el suyo siempre fue un camino por los bajos fondos musicales. El Blues oscuro y asfixiante de sus composiciones contrastaba con el estallido del Britpop en las islas; fucsia y pastel sobre negro satinado. Súbditos del rock chamaníaco de Nick Cave, Tom Wits, y a medio camino del garaje de The Cramps. Gallon Drunk siempre funcionaron como aquella banda de trastero en la que asirse cuando las modas de papel cuché envolvían las pistas de baile y los rotativos.
Volver a tener noticias de ellos casi veinte años después del ostracismo más absoluto, me parece un regreso mesiánico con el que salvarnos de nuevo de las dogmáticas tendencias.

Como aterciopelado bellú, The Soul of the Hour puede resultar suave y amable: “Before the Fire”, “Dust in the Light”... o áspero y sangrante a contrapelo. Directos al bajo vientre cuando se ponen broncos y apartan de un empujón aquel Blues reptante, y acometen con violencia “The Speed of Fear” , “The Dumb of the Room”, o “Over and Over”. Un sedimento de todos sus años de carrera que se condensa en un álbum de siete canciones denso y concentrado. Aquel Blues barriobajero pero no exento de elegancia se convierte aquí en un retorcimiento de melodías afiladas, pero también balsámicas. Esa especie de pócima que tan bien representan Grinderman o The Drones. Y que evoca en definitiva, a un trago largo y sin hielo de whisky añejo.


24#SONDRE LERCHE / PLEASE


Cambiando radicalmente de contexto y de paisaje, este año se ha colado en la lista, para mi sorpresa. Uno de aquellos caramelos de fresa ácida rellenos de chicle. De esos que de niño mojábamos adictivamente en el sidral para saborear el chisporroteo del ácido ascórbico en el fondo de nuestro paladar.
Sondre Lerche, ese maquiavélico noruego vestido de inofensivo mozalbete. Que nos decoró la primera década de este reciente milenio, con pequeñas y escaliñadas joyitas pop y guiños a la bossanova más soleada, que le valieron la etiqueta de cantautor. Regresa tras tres años de silencio y un injusto abandono comercial. Lo hace bajo un título tan descriptivo y sucinto como Please. Un disco en el que cambia la guitarra acústica y los masajes corales, por una caja de ritmos y la acidez predicadora de Momus.

Todo una orquestación de cachivaches, percusiones y programaciones, de apariencia desconcertante. Que solo él es capaz de hacer gravitar en perfecta armonía para crear su Pop, entre lo futurista y lo agasajador. Un corazón hecho pedazos, que como un rompecabezas recompone tras una traumática ruptura en complejas tonadillas pop de coloridos sabor agridulce.
Abriendo el telón “Bad Law”, esa canción perfecta hecha de contraste que se debate entre la felicidad y la rabia. O la salida a escena de los actores en el primer acto “Crickets”, otra joya que nos remite a Louis Phillippe y ese tono afrancesado que destila gran parte del disco. Aunque es en los momentos más melancólicos y emocionales cuando más fácil es captar esa facultad de convertir lo austero, disonante y arcano en perfectas melodías: “At Times we Live Alone”, “Sentimentalist” o “At a Loss for Words”, son tres pedazo de canciones que aciertan de pleno en la diana. En cualquier caso “After the Exorcism” o “Legends” no le van a la zaga, aquí se va de la euforia al desencanto por ese tobogán emocional que es este disco. Uno de los más directos y rutilantes, si hablamos de Pop mayúsculo, y con sustancia de la buena y rica.



23#HAPPYNESS / WEIRD LITTLE BIRTHDAY


Creía de todo corazón que la travesía por el desierto en el que se debate la joven escena musical británica, iba a ser como la maldición de las siete plagas del apocalipsis. Y tampoco voy a decir ahora que todo lo que de allí sale sea anodino, acomodado y falto de riesgo, pero de aquí a los años gloriosos de las islas dista un trecho #Opinión totalmente personal y de arranque viejuno.
Por suerte para un servidor refunfuñón y cascarrabias, los brotes verdes y prometedores aparecen cuando uno menos se lo espera. Y el debut de una banda como Happyness, como poco es balsámica y de miras amplias. De aquellas que cruzan el atlántico para buscar sus simientes. Sí hermanos, Happyness no suenan a britania, sino más bien a suburbio yanki.
Comparados de inmediato con referentes sonoros como Beulah, Pavement, Yo la Tengo, Sparklehorse, Grandaddy... Y es que la añoranza por los noventa es tal, que venga dale y toma con las mismas puñeteras comparaciones!! Weird Little Birthday tiene más cosas en común con las sensaciones, texturas sonoras, origen o puede que estado de ánimo, que con una banda en concreto; que por cierto, tampoco patentaron ese sonido, faltaría. Una cadencia perezosa de medio día soleado que te solivianta en momentos contados con un estertor rabioso, “Refrigerate Her” o “Anything i do is all Right”. Pero que predomina en una textura que me estaría a mal relatarla por canciones. Es un disco para oírlo de pe a pa y disfrutarlo por completo en toda su longitud. Solo así se descubre su belleza marchita y luminosa a la vez, y se percibe su enorme calidad y el conjunto de su acierto.


22#THE ORWELLS / DISGRACELAND


Lleno de orgullo ferviente y felicidad desmedida la que me produce encontrar por fin, bandas como los Orwells. Un quinteto de veinteañeros encabezados por un grandullón y desaliñado Mario Cuomo, con más pintas de heavy reciclado que otra cosa. Y que resucitan el powerpop más punkarra con coronas de laurel y todo. Un empujón necesario en estos tiempos que corren en nuestra contra y que poniendo a caer de un burro a Artc Monkeys tras una gira de teloneros con ellos, ponen muy claro y sobre la mesa aquello de que las bandas de ahí arriba nos acaban haciendo bostezar; cierto!!
A ver, suena como una puñalada trapera pero leche, es cierto!! Y es que The Orwells de momento tienen aquello que atesoraban los primeros Artic y que ahora, en un ejercicio de madurez no tienen, actitud. Lo mismo que transmitían Strokes con su disco de debut, pese a que muchos les achacasen ser hijos de papá, y que se ve perfectamente reflejado en “Who needs You”. O ese poder asociativo en una mezcla perfecta de “The Righteous One” con el “The Happening” de Pixies, que me viene a la cocorota cada vez que la escucho. Eso se llama mojo, esa cosa indefinible que poseían las bandas de los 80 o 90 para equilibrar en su falta de medios técnicos un potencial de personalidad. Y que bandas de ahora no tienen, pese a disponer de medios para hacer que un disco suene cojonudo.
El caso es que al margen de estas dos canciones la mar de pegadizas e infecciosas, el Disgraceland de estos muchachos tiene en ese otro puñado de canciones, aquello que de manera natural irradiaban Ramones o The Clash. Nada de parecidos estilísticos, pero una actitud natural sin artificios ni trucos técnicos que hace que sus canciones suenen directas, sencillas, arcaicas... pero tremendamente frescas y salvajes.


21#THE WHITHERED HAND / NEW GODS


En nuestra última playlist ya hablamos de las virtudes de este disco y de la particular proyección de este modesto Escocés. Dan Wilson comenzó a tocar con treinta años de manera casi accidental tras la muerte de un amigo. En ese tiempo aprendió a tocar la guitarra que se compró y al cabo de trece años, en el 96, grabó su primer disco. Cinco años después regresa con un segundo disco de estudio grabado con una banda casual formada por miembros de Belle & Sebastian y otros músicos: Pam Berry de Black Tambourine, Eugene Kelly colaborador de The Pastels, BMX Bandits o The Vaseines, y también la ayuda de Frightened Rabbit o King Creosote.
Una de esas historias que parecen salidas de un testimonio televisivo, en la que un tipo desengañado por su adoctrinamiento religioso decide hacer girar su vida como el tambor de un oxidado Colt. Fruto de esta curiosa historia tiene lugar New Gods. Un echo al que quizás debamos darle las gracias al señor o al destino, por habernos dado la oportunidad de conocer a este renacido Dan. Y que con esa dedicación a tiempo partido sea capaz de parir un disco como New Gods, merece un aleluya hermanos; aunque sea por simple paganismo espiritual.
Once cortes en los que la luminosidad de su Pop envolvente nos broncea, con la misma intensidad que su cuarteada voz levita por su temario. Esa sensación confortable que produce el equilibrismo adolescente de sus canciones. Ese rozar el vacío y sentir la seguridad de sus armonías entre el Desert Songs, y los Promise Rings más domésicos. Las coordenadas certeras de Neil Young en ,Lover Over Desire”,California”... las intermitencias Dylanianas que se quedan entre los dientes con “Life of Doubt”. El levantar el vuelo con “Black Tamburine” con el planeo de Big Star. O esas instantáneas de IndiePop cuando “Horseshoes” desarropa este fabuloso disco lleno de reflexiones sobre el efecto del paso del tiempo: La añorada adolescencia, la serena madurez y avance imparable de la vida.
New Gods además de ser un disco monumental en su visión nostálgica de su sonido. En sus textos nos ofrece una visión de la vida muy íntima, rozando la confesión y un cierto desencanto que da la longitud, la experiencia propia y una filosofía libre de ataduras y con un alto grado de desapego.

martes, 9 de diciembre de 2014

SOLO PUEDE QUEDAR UNO, O LOS 40 DISCOS INMORTALES DEL 2014 #DEL 40 al 31.


Veinticinco de Diciembre funk funk funk!!. Veinticinco de Diciembre funk funk funk!! cantan, bailan y retumba por doquier el espíritu nadalenco. Es sonar el pistoletazo de diciembre y de manera automática se activa el mecanismo de “navidad On” en la imparable campaña hacia lo inevitable; el final del año.
Aparecen por sorpresa turrones y mantecados, te plantan la iluminación en las narices, regalos y más regalos, villancicos del diablo y claro, las listas con lo mejor? y más destacado del año que se nos va. Como si en una alarma apocalíptica enterrásemos como a la sardina lo malo y ponzoñoso, y quisiésemos guardar en bolitas de alcanfor nuestros mejores recuerdos para que perduren sin que se echen a perder. Y es que somos así, aunque suene a topicazo, cíclicos y costumbristas tanto si renegamos como si nos dejamos llevar por la manada.

Ya sabemos con seguridad, que las listas de los en teoría mejores discos del año no son jamás representativas; a veces incluso inútiles. Y que en general y en mi caso concreto, ni espero que coincidáis en mi criterio ni yo mismo suelo bucear en las listas de lo mejor? esperando encontrar coincidencias que me regalen el ego. Creo que las listas, tops, charts o como dios quiera llamarles, al margen de orientarnos. Son una buena herramienta para descubrir cosas nuevas dependiendo de quien las haga, y para el que las hace con la particularidad de no tener una redacción detrás, o un público al que contentar. Un puro divertimento para autoexigirse juicio y el reto de elegir entre todo lo que escuchamos, que es mucho.
Son cuarenta discos más diez nacionales. Una burrada para lo que solía estar acostumbrado últimamente, treinta y basta. Pero en este año en el que mi enfermedad y mi recuperación han marcado mi 2014, mentiría sin dijese que me he volcado con empeño en disco concreto.
Evidentemente no están todos ni deberían. Fuera se han quedado otro montón de grandes discos (algunos muy obvios), que no por no aparecer en la lista quiere decir que no me hallan gustado, en absoluto. Tan solo que en mi rareza para con el disfrute de la música, tengo mis propias reglas particulares (rarillo que es uno). A estas alturas de la cuarentena ya no tengo remedio ni solución. Y para mis gustos creo que ya no hay antídoto ni tratamiento.
Ponerlos todos y alargarla hasta 50, 100 o más carecería del efecto de quebrarnos un poco la cabeza. Plantarla y quedarme tan ancho sin escribir nada sobre ellos, una traición a mi gusto por escribir y explicar mi punto de vista. Al fin y al cabo es ese el objetivo de un blog personal, creo: Opinar por puro placer, compartir, y si de paso le alegramos el día a alguien o ampliamos nuestro radio de acción musical, mejor que mejor.

Así que sin más dilación ni excusas banales, vayamos a la chicha. Los 40 discos que más me han gustado, emocionado y entretenido a partes iguales. Y no, no voy a mentir diciendo que el orden podría variar de aquí unos meses. Son los que están y en definitiva, una radiografía de mi estado de ánimo en este 2014.
PD. Salut i força al canut!!


#40_THE MEN / TOMORROW HITS

El Verano del pasado año ya dimos buena cuenta de su alborotador “New Moon”; donde elevadores temas como “Bird Song” nos dieron un vuelco al corazón. Si se analizan con detenimiento el arranque de sendos discos con: “Open the Door” y “Dark Waltz” veréis que la estructura de sus canciones no ha cambiado en exceso. Canciones como “Half Angel Half Life”, “The Seeds” o “Bird Song” tienen mucho en común con las del actual disco.
Solo que la planta y saber estar de estos nuevos The Men, se asemeja a ese paso a la madurez que dan los revoltosos y anárquicos hijos. Esa compostura que acaban echando como decían nuestros progenitores, los niños, cuando por fin dan la razón a sus padres y abuelos al llegar a la edad adulta.

Tomorrow Hits es algo así. Si en sus anteriores discos mostraban cierta querencia por las raíces del buen Rock Americano, solo que más anárquicas y con una gran dosis de Folk garajero, hardcorismo y excesos primitivos. En este nuevo trabajo todo da una sensación de habitación ordenada, los deberes ya no tienen borrones y tachaduras , y los trazos son más exactos y visibles. No ocultan sino que refuerzan los cimientos de sus ancestros. Los homenajean incluso con orgullo y libertad: Esa especie de L.A Woman psicótico de “Pearly Gates”. Los pellizcos soleados de “Sleepless” o “Get what you give” dejan ver con claridad los efluvios Dylanianos, de Crazyhorses, la Credence, y ese aire sureño que yace sin complejos con sus arrebatos de rock desaliñado.
En Tomorrow Hits hay muchas cosas y de procedencia más clara, pero todas son jodidamente buenas. Sustratos con pedigrí y D.O que hacen de estos tipos unos auténticos hacedores de joyas desvencijadas que uno puede ir construyendo con su propia imaginación. Sino que se lo digan a las ocho joyas que se han marcado en sus ratos muertos Mark Perro y Nick Chiericocci, con ese entretenimiento que es Dream Police: Todo un compendio de aguijonazos de Krautrock postindustrial guisado con unos sintes analógicos de deshecho y unas guitarras distorsionadas. Como se suele decir, en la variedad está el gusto (buen gusto).





#39_WVWHITE / WEST VIRGINIA WHITE

En el mes de Mayo me di de bruces con este encantador engendro, justo cuando me hallaba en la fase de rehabilitación más escuálida y primaria. Verte impotente y con cuatro recursos para manejarse, te ayuda en parte a entender lo mucho que se puede hacer sin apenas recursos: La melodía aparentemente mal sostenida con cuatro calzos y un par de puntales, y el lúcido ingenio para crear algo tan bello como frágil.
Esa es la hermosa sensación que se alcanza a entender cuando uno engrana su mente con las melodías de WVWHITE. Un joven cuarteto de Delaware que soporta sobre el hilo conductor de un órgano pendulante, todo el material pesado de sus monumentales composiciones. Y que llega a alcanzar un climax que va desde los The Cure más primigenios, a la belleza árida de The Grifters, Mascis, Arches of Loaf, o Sonic Youth. Una sensación de psicodelia abrasiva que domina todo su disco de debut, que curiosamente consigue llevarnos a los dos extremos: La meditación y el consuelo de la enorme “Mastercraft”, o “Cockroaches”. Y el caminar plomizo y mántrico de “Alison Lapper, pregnat”, “Multiple Bathrooms”, “Ford Mustang”, o “Dutch Interior”.
West Virginia White tiene una belleza extraña con esas irregularidades hipnóticas con las que debutaron Jesus & Mary Chain o Pavement. Ese medianía que se balancea entre el desastre y la belleza, la melodía y la deconstrucción, el Pop y el Rock de guitarras noventero... Todo un encanto.



38#TIMBER TIMBRE / HOT DREAMS


La fama desmedida de bandas como Arcade Fire, a menudo no nos ha dejado ver más allá de los laberínticos y perimetrales setos Canadienses. Y es una pena, porque allí, en la otra América que dicen más civilizada y tan lejana ella. Crecen a la sombra de fenómenos como los Arcade F. y otros tótems, bandas como este cuarteto de Ontario; quien sabe si uno de los secretos mejor guardados de aquellos lares.
Además de haber paseado uno de los discos más interesantes del primer decenio del siglo XXI, y pasar sin pena ni gloria; “Creep on Creepin' On/2009”. Tienen que soportar el agravio penitente de mirarse en el espejo de semejante joya, e intentar superarlo.

En Hot Dreams suenan más livianos si cabe, y en algunos de sus cortes resultan familiares sus referencias; algo que en aquel disco no pasaba (tenía una personalidad arrolladora). Aquí se deslizan por un Trip Hop serpenteante “Beat the Drum Slowly”, o con toques de krautrock inquietante “Curtains?!”. Paisajismos que nos remiten a escenas de cine de espionaje sesentero “Bring me Simple Men” “Resurrection Drive PartII”, de crooner torturado “Rum from Me” “Hot Dreams”, O incluso a cowboys afectados por Roy Orbison & Johnny Cash “Grand Canyon”.
Pero aunque así sea, HOT DREAMS acaba siendo otro gran trabajo; seguramente el más sugerente y balsámico de este año. Más aun si tenemos en cuenta lo poco que se prodigan en publicaciones. Algo que les da un plus de intriga en cada una de sus apariciones, y un poso de buena añada que ni sus obviedades las ensombrece.





37#COMET GAIN / PAPERBACK GHOSTS

Es la irregularidad de la voz de David Feck; artífice principal de la tenacidad de popero laborioso. La que hace sin temor a equivocarme, que siempre acabe cayendo ante los encantos de sus melodías. Y su particular manera de esparcir las esporas de la esencia Pop más básica y mutante de nuestros días, la culpable de que cada uno de sus discos se conviertan en mi santo y seña de cada año.
De las pocas bandas a día de hoy, que siguen confiando en las artes más nobles y primitivas del estilo madre. De sus ociosas manos nacen sus inequívocas conexiones a la Velvet y su apego por el Pop afrancesado de los 60. De la otra oleada de Punk amable que congeniaba con el Rock&roll, el surf e incluso con el Northern Soul. Jamás se han cansado de reivindicar a aquellos Punks con corazón sixtie que predicaron sin complejos el verdadero amalgama de la música mestiza británica: Vic Godard, Television Personalities, Jam, Orange Juice... y ese sinfín de bandas que ampliaron el espíritu Punk hacia territorios pluscuamperfectos.

En Paperback Ghost desnudan sus rabiosas y ácidas golosinas Pop repletas de sucias guitarras. Y vuelven a ser esa banda Pop de antaño: Inofensiva y delicada en apariencia, pero con brillantes composiciones; esta vez todavía más lúcidas y expansivas.
Al ralentí suena mucho más delicada y expresiva la voz de David. Y solo basta con arrancar el disco para caer rendido a “Long After Tonite's Candles are Blown”. Dedicarle unos minutos de la vida y convertirla en una perfecta banda sonora para viajar, convirtiendo un atasco en una carretera secundaria, o una autopista en una pista forestal. “Wait 'Til December”, “You Haunted Heart”, “Confessions of a Daydream” o “Sixteen oh Four” tienen la culpa de todo ese amalgama de buenas y conciliadoras sensaciones. Puro regreso al Sarah Records Sound.


36#SPAIN / SARGENT PLACE
Fue creo, el primer disco del año en el que caí como en un largo sueño, acolchado, sensorial y elegante. Hacia años que no me adentraba en el paradisíaco universo de esta cultivada banda Angelina; ahora liderada en solitario por su vocalista Josh Haden (hijo del recientemente desaparecido bajista de jazz Charlie Haden). Y tuvo que ser con el tema más contrapuesto a su magnético repertorio, con el que entreabriera la puerta, “Sunday Morning”. Tras ella no hay ese sensual y bailable groove de Funk encorbatado y trajeado. Sino esa atmósfera de unos Morphine resacosos que hace del sonido de Spain una especie de híbrido entre el Soul, el Jazz, y el Slowcore más atormentado.
Joyas póstumas como la última base de bajo grabada por el maestro padre Charlie Haden en “You and I”, en una última lección de vida mano a mano con su hijo. Dan una idea de lo que nos podemos encontrar en esta susurrante y discreta joya discográfica. Esa magia evolutiva discreta y curativa que hace que de la sutilidad una marca de la casa, en la que se recuestan las canciones de esta banda: Esa misma hoja de ruta de bandas como Luna en su inicio “Love at first Sight”. El Blues aterciopelado y cálido de “The Fighter”, “Waking Song” o “In my Soul”.
Canciones que tienen la facultad de aminorar la marcha hasta producir una quietud reconfortante. Que transitan esa parte poco vistosa, austera y en cierto modo marginal de la vida. Spain sin embargo consiguen llevarla a un terreno entre lo espiritual y lo elegante, sin aspavientos ni estridencias, pero tremendamente medicinal. Necesaria diría yo.


35#ROBYN HITCHCOK / THE MAN UPSTAIRS
Todos recordamos a ese raro gentleman Londinense de melodías marcianas que parecían estar fuera de toda moda, movimiento o tendencia. Socio ideológico de Julian Cope, Jonathan Richman, The Blue Nile, los primeros Rem, o de Jazz Butcher... Músicos separados en ideología musical, pero unidos por el concepto artístico o literario de la canción. Navegantes en aguas turbias de pleamares continuas y tierras de nadie. Muchos hallaron el afecto a miles de leguas de su tierra natal, y Robyn fue en los primeros círculos universitarios Americanos donde alcanzó su status de músico de culto. Divorciado de modas, corrientes o géneros se hizo en el New Wave libertario su nuevo hogar.
Redescubrirlo 30 años más tarde con el pelo cano, sus pobladas cejas y ese mismo dandismo sobre el escenario, es cuanto menos un soplo adolescente que contagia sus bien llevados 61 años. Prescindiendo de la electricidad de Soft Boys o de The Egyptians, se me antoja lo más parecido a un desnudo puro y hasta poético. Escucharlo redimensionar a Bob Dylan o en compañía de otro descastado del éxito, Peter Buck; un ejercicio de sinceridad feliz, sin cuentas que rendir y disfrutando al hacer la música que no toca.
The Man Upstairs es otro de esos fetiches como el Robyn Sings o el Love from London, que se marca sin apenas instrumentación. En este mucho más sucinto: Una acústica, un piano (Charlie Francis), un cello (Jenny Adejayan), y la voz femenina de la Noruega Anne Lise Frokedal. Y con eso y unas cuantas versiones llevadas al formato umbilical del acústico, es capaz de acunarnos y emocionarnos; así de sencillo: Roxy Music, The Doors, Psicodelic Furs, Grant Lee Philips, Ferries y las suyas propias... sencillamente sublime por se clarividencia minimalista, y no por ello menos reveladora. Generalmente son esas las que te muestran al artista total, exhalando el primer o último aliento; aquel que enseña la pureza de la canción.


34#OUTRAGEUS CHERRY / DIGITAL AGE
The New Pornographers llevan años rindiéndoles pleitesía, tanto que llegaron a versionar sus temas hace cuatro años. De echo fue así como di con ellos y su “Seemingly Solid Reality/2010”; aunque esta veterana banda de Detroit lleva 20 años funcionando y 14 discos acuestas. Si sus posibilidades de éxito dependieran de sus horrorosas portadas, o de su fidelidad casi militante por la psicodelia setentera y yeyismos varios tan emparentada con Brian Wilson o los Soundtrack of our a Live . Diríamos que aunque el culto fiel aun sonido tiene su mérito, sobretodo si sus discos mantienen el aprobado alto, a veces no está de más cambiar de ruta para llegar al mismo sitio.
Si aquel “Seemingly Solid Reality” pecaba de los tonos pastel sixties. La luminosidad costera californiana o de ese Pop de alma rockera que los puso en común denominador con The New Pornographers; véase el sospechoso parecido de “Umbalanced in the City” con algunos de los salmos de Electric Version del combo Canadiense. Su vuelta a los estudios tras 4 años, todavía tan caliente que conviene cogerla con manoplas, varía el rumbo para mejor.
Una bocanada de involución hacia el punto cero del cuenta kilómetros, que les ha sentado la mar de bien. Nadie diría que llevan tantos discos a cuestas, cuando precisamente en este Digital Age, recuperan un sonido más propio del garaje de su ciudad natal: Sin filtros ni excesos alucinógenos, simplemente con un buen puñado de buen PopRock directo en vena. Deudor de Ramones, Stooges, Beach Boys o Yardbirds. Aunque a veces pasadas de reverb vocal, sus nuevas y vigorosas canciones encajan a la perfección con la esencia de su sonido y ese tono sucio y desatendido de la producción.
(You're a) Vortex”, “I think She's alright”, “The Digital Age”, “Princeless Thing” o “Megalomania Blues”. Son aquellas canciones que remiten a un tiempo pasado donde los cuatro acordes, la inocencia y inmediatez premiaban sobre la pretensión. Y en veinte años ellos no la han perdido, todo un lujo al alcance de pocos.


33#CHERRY GHOST / HERD RUNNERS
En los cuatro años en los que sigo a este autor de Bolton, y pese a tener una forma de componer tan fiel como insobornable. Cada disco: su “Beath this burning Satellite/2010” con el que lo encontré, el “Thirst for Romance/2007” al que me llevó y esta último capítulo cuatro años después. Me transmite algo diferente e igualmente genial a ese inmenso disco del 2010 por su discreción y belleza poco obvia.
En este Herd Runners del presente año sin embargo, se puede ver de manera más clara, un decorado que parece querer homenajear a los crooners más representativos del pasado: Marvin Gaye, Frank Sinatra, Tony Bennett . Un flamante nuevo disco que de manera inevitable ha pasado a engrosar mi vieja colección de vinilos. Con canciones de ensueño como si single “Clear Skies never Closer”, y con otras menos inmediatas pero igual de hermosas: “Sacramento”, “The World could Turn”, o “Don't leave me here Alone”. Pop de alta costura que recupera la artesanía musical de toda la vida.


32#THE NEW PORNOGRAPHERS / BRILL BRUISERS
Nunca han sido un grupo de masas, y pese a esa falsa comparación por su diversidad de talentos con Arcade Fire, por simple nacionalidad. Para mi, siguen siendo esa banda con canciones Pop de espíritu nuevaolero, que realza la facultad optimista de hacerte volar con cada una de sus canciones.
En esta ocasión más depurados, estilizados y sin las aristas impresionistas de sus anteriores discos. Siguen manteniendo su personalidad contra viento y manera. Quizás con la intención de llegar por fin a un público más caprichoso y estilizado, han publicado su disco más “mainstream” de todos; siempre entre comillas. Pero con esa andrógina apariencia de jigle publicitario, “Brill Bruisers”. Todavía conservan el destello con “Fantasy fools”, “Marching Orders” o “Dancehall Domine”. Además de haber sido capaces de crear uno de los discos más pegadizos, infecciosos y de hits socorridos del año. ¿se puede pedir más y reprocharles algo? Yo creo que no, visto el panorama.


31#JERRY DAVID DECICCA / UNDERSTANDING LAND
Con diferencia el disco más bello, estimulante y honesto que me ha acompañado este año. El ex líder de The Black Swans me ha enseñado las virtudes de su pasada banda, y además. El arte de bajar las revoluciones hasta el mínimo para apreciar la suave cadencia de sus canciones desnudas, puras e inmaculadas.
No es un disco acorde con las prisas de hoy, si acaso una medicina para curar la ansiedad y el estrés. Perfecto para viajar a espacios abiertos o abrir y despejar de altos rascacielos y edificios nuestro asfixiante hábitat. En sus notas y crepitar de sus instrumentos se huele el perfume de heno, a lavanda y a hinojo. La pureza de sus canciones tienen el arte de llevar lo que se suele definir como Folk, a una escala de ambient flexible y natural.
Con esas reminiscencias sonoras que daban Leonard Cohen, un Bill Pritchard bajado de revoluciones o Lee Hazlewood cuando masticaban sus letras, y un acompañamiento de lujo. Este escaliñado rockero de frágil compostura se ha marcado un disco de auténtico lujo. Sin estridencias (que ya no las tenía con su banda), la instrumentación imprescindible y el suspiro de sus canciones. Ejerce un encantamiento tan inocente como pleno si se deciden a entrar e esa baja fidelidad arrolladora. “29th of June”, “Colors in Sky” o “Want I Nothing”, son solo tres pequeñas briznas para dejarse llevar por la brisa y calidez de este íntimo disco.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

NORDVEST: CINE SOCIAL SIN PIROTECNIA.




Nacionalidad: Danesa
Año: 2013
Director: Michael Noer
Género: Drama social
Duración: 91 min.
Guión: Michael Noer y Rasmus Heisterberg


De tanto en tanto vale la pena apartar a un lado las bambalinas del cine más efectivista y artístico, para sumergirse en el cine Europeo reflejo de nuestros días. En ese caso, el cine nórdico tiene bastante que decir en los últimos años. Y en Norvest, una cinta del pasado año en la que el joven director Michael Noer (35 años), relata en clave de acción una de las consecuencias más cotidianas del tiempo que nos toca vivir: Crisis, desempleo, desencanto y vidas en ocasiones sin rumbo, del sector más indefenso de nuestra sociedad, la juventud.

Norvest es una película que trancurre en los suburbios de Copenhague, donde discurre la vida de Casper junto a su madre separada y sus hermanos: Un veinteañero que malvive a costa de pequeños hurtos por encargo para mantener a la familia. Su vida cambia súbitamente cuando se cruza en su vida un Björn; un proxeneta organizado que trafica con chicas y drogas. Y acaba involucrando a su hermano en un afán desesperado por ver cumplidas las expectativas de su desastrosa vida .
En este primer trabajo en forma de largometraje del joven director, se explica en clave de acción/reacción, una historia mil veces contada y no por ello exenta de lucidez: Perdedores, drogas y delincuencia en un tono más doméstico y de barrio. Eso sí, pese a ser una película iniciática de bajo presupuesto, Michael Noer resuelve lo que sería supuestamente una cinta documental sin más pretensión que una crítica social o el reflejo de una realidad demasiado común en nuestros días, con una solvencia convincente y muy ágil. 
 

Fácil de ver o como se suele decir entretenida, no desdeña en absoluto en credibilidad y realismo. Al apoyar una trama relativamente previsible si nos atenemos a como suelen acabar estos dramas. En una natural y seria interpretación de los dos hermanos, Gustav y Oscar Dyekjaer; que además de serlo en la película, lo son en la vida real. Sin cargar las tintas sobre el dramatismo y los detalles innecesarios que la harían posiblemente pretenciosa y aburrida (para según que público). Y con una carga aventurera comedida que mantiene al espectador pendiente, sin por ello sacrificar la credibilidad de la historia.
Micheal Noer hace un zoom preciso y veraz de las condiciones humanas y del propio drama de la encrucijada de sus vidas. Nos pone en las manos de las personas junto a sus miedos, su indefensión y el devenir de sus actos para entender uno de los dramas más extendidos en la periferia de las grandes urbes. Y aunque no acaba por mojarse demasiado. Se agradece el dejar en las manos del público las conclusiones y moralejas de problemáticas que no nos son ajenas. Sobretodo si sois de los que como yo, han pasado un tercio de su vida en barriadas donde estas pequeñas historias anónimas pasan a diario.