sábado, 5 de septiembre de 2015

VIVIENDO COMO VINOS!!



La del pasado Jueves, la noche, de bodas de reecuentros o como si la quisiésemos bautizar LA DEL NUEVO CURSO. Ya sabéis lo que os digo. Esos nudos en los estómagos que ni el Cola Cao apetece, ese extraño tacto sobre la piel de nuestros brazos, tantos y tantos meses desnuda. Cuando de repente nos echamos la rebequita,
El cuerpo en Verano, no solo se dilata, sino que se expande como las galaxias en busca de libertad. Los pies se liberan de esos calcetines de bellú, cálidos y confortables. Se estiraza fuera de las lindes de los zapataos, o haya su paraíso en sandalias, chanclas o descalzo. Al cuerpo le pasa igual, ya no es por el sofoco del calor, sino por el gustirrinín de la desnudez... y cuando llegan los primeros frescos de Agosto o Septiemmbre, cuesta horrores echarse sobre las desnudas extremidades algo. Dan repelús, tanto, que el cuerpo necesita aclimatarse a la nueva situación. Ya no hablo del trauma asociativo (fuera calores, terracitas y sol, con la vuelta al trabajo y a las rutinas) ¿se le llama depresión? Sino del ser humano en si mismo, como un organismo que va por libre al son que tocan los estímulos.

Los mismos que nos damos en las catacumbas como bautismos regeneradores. Después de las Vacaciones y dos meses sin atarnos los unos a los otros. La vuelta, es como la redacción que nos pedía la profe de sociales explicando nuestro VERANO. Son doce meses sí, pero los de verano como vacacionales siempre son especiales, de chicos, grandes o adolescentes enamoradizos. Historias de Verano, sí. Historias que como las de una canción, imagen, paisaje o amor, siempre determinan y clavan la bandera sobre la cumbre para que como las chinchetas sobre el corcho, no extraviemos los recuerdos.
Llenamos las sala de esporas contagiosas tan solo a falta de alguno, del que exigiremos sin demora un justificante de sus tutores a la vuelta. Y fueron los Valles Californianos de Santa Barbara los que nos trasladaron por una hora a sus viñedos. Los de una pequeña Bodega apartada de las rutas obligadas del Russian Valley o las localizaciones de Entre Copas. VICENT ARROYO WINERY, en el Valle de Napa. Cayó bajo los influjos de la Tortilla de Patatas de Montse Solanet y Xavi.
De su labia y de su pasión; doy fe igual que de los fuegos artificiales que emanan sus miradas. Muchos otros hemos caído a lo largo del camino, sino, probablemente ahora no estaría escribiendo esto así ni de esta manera. De allí viajaron polizonas tres botellas acomodadas entre ropa y sostenes. Y como un pasaje sensorial a otros territorios desconocidos. De eso que creemos conocer como nuestros sentidos, como algo familiar que nos guía por la oscuridad. Nos pusieron en situación, tirando abajo barandas, luces de gálibo o escalones iluminados. Es así cuando con el sentido que se exprime de la sesera palatar, a uno lo dejan fueran de sus inmediaciones; las te dan cierta seguridad.

Viajar y salir lejos del territorio físico, espacial o sensitivo de uno tiene esa función obligada. Descubrir que la tierra no acaba en un acantilado, y que la razón de ser tiene otras formas distintas a las que conocemos. En ese punto los sentidos y la facultad de adaptarnos que tenemos los humanos alcanza su sino verdadero: la de regenerar, exfoliar y expandirse desde dentro.
Por eso, el vino, como un alimento social que intercede para que los humanos, nos conozcamos, descubramos la química de los alimentos, lo asombroso e ilimitado de nuestros sentidos, y las posibilidades que nos brinda; valga la redundancia. Es el que dota de sentido existir para no ponernos los límites en hábitos, costumbres. Y una cultura -la de ahora- tan tendenciosa y domadora de imaginaciones autodidactas. Volver a Italia a explorar zonas, variedades y subzonas me sorprende y divierte. Descubrir que el Cava no es Champagne, ni un Moscato de Asti el niño pavo de la familia. Y que no hay vida que se complete con la sapiencia absoluta.

Oler hasta saturar la pituitaria un Chardonnay Californiano intentando descifrar el origen de su diferencia con Franceses o Catalanes. Esos efluvios a campos recién regados, a heno, el toque marino a puerto que lo emparenta con su tipicidad y su localización. Y ese paso fresco exótico pero sin apenas desmesura, albaricoques y melocotones olorosos, algo de salino al final... diferente al fin y al cabo. Tienen una entrada ten seductora y desenfadada que los hacen únicos, incluso por ese exceso de vainillas solo en ocasiones, que gustan tanto de beber.
O probar por primera vez un ZINFANDEL como una experiencia curiosísima. Su nariz floral a fresas, extravagante para quien no lo conoce e incluso desconcertante a la vez que adictivo. Ese enfrentarse a algo desconocido, y serte familiar como la fisonomía de un anónimo, pese a que el vago recuerdo te confunde. Y sin embargo, percibir algo que te obliga a desentrañar el misterio de ese final en el paladar a compota, a caja de puros, a mineral. Es un tinto con tres recorridos muy marcados (el olfativo, el primer ataque y el final). En este caso, el Vicent Arroyo es un vino fácil, vivaz y con unos toques de fruta madura que combinan perfectamente con ese pellizco a piel de bota, cuero y mineral justito.

El final en vista de la afluencia, acorde con la gran familia que nos reunimos; presentes y mujeres. El broche final con lazo y envoltorio imaginario; el del buen ambiente que se respiraba después de los meses de estío. Un PETITE SIRAH sí, ese mítico vino cien veces referido por Paul Giamatti en el popularzado film de Alexander Payne; ENTRE COPAS/2004.
Un vinazo inversamente proporcional a la discreción de su etiquetado, que vende las cosechas antes de embotellarlas. Y que sin embargo deja los egos para quien arrastra problemas de autoestima, ellos son así. El mundo del vino en su microcosmos minituarizado al margen de modas, tendencias y listillos, es así. Saben del terruño y de la identidad?; actitud vamos. Pues es eso. Medir la generosidad por ese estímulo que da la gente de manera informal y natural que tienes a tu lado. Y hacerlo además sin escala ni patrón de medida que valga, solo por pura armonía.
Ese Petite Sirah extraído directamente de la bota y vendido porque tercia, de la nimia reserva para consumo particular de la familia. Era pura bendición y nació de eso, de la conexión entre personas con el tinto vino de intermediario. Dirán que es el alcohol el culpable de la generosidad. Pero tal y como MisDesastresNaturales me puso en camino hace unos días, ya lo decía Ch. Bodelaire en el 64: Hay que estar siempre ebrio. Todo consiste en eso: es el único problema. Para no sentir el horrible paso del Tiempo que quiebra vuestros hombros y os curva hacia la tierra, tenéis que embriagaros sin tregua. Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como gustéis. Pero embriagaos.Y si alguna vez, en las escalinatas de un palacio, en la hierba verde de una cuneta, en la soledad sombría de vuestra habitación, os despertáis, con la embriaguez disminuida ya o desaparecida, preguntad al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, preguntadle qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj os responderán: ¡Es la hora de embriagarse! Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo, ¡embriagaos sin cesar! De vino, de poesía o de virtud, como gustéis.

Ese pequeño asesino de milenarias uvas Sirias, ancestral por naturaleza propia. Ese Petite Sirah del Rancho de Greenwood nos conquistó. El rastro que cerrando los ojos y poniéndome en manos de mi niñez, siempre me recuerda a la casa de mis abuelos. Algo seguramente que se escapa de cualquier descripción fiable con la que orientar a propios y extraños, y que es 100% personal. Estancias de viejos muebles, suelos de roble cuarteados y dominados por el paso del tiempo, las vidas que acogió y los elementos. El cacao desde el núcleo de la propia semilla, sin con lo que disfrazarlo; entre lo amargo, balsámico y tostado. Perfecto, con la maduración idónea, cuatro años de botella que como maná dieron en contrapunto a la velada.
Con la boca se escapó cualquier paternalismo con los Sirah de aquí o del Ródano, muchísimo más crepuscular y mimoso. La madera presente y amable pero integrada con maestría, armonioso, con la fruta apareciendo y desapareciendo, las pimientas, el bálsamo... todo ahí, en su sitio.


Después llegó la distensión, el afloje de de cuerpos, el no estar todavía afectados por el canibalismo laboral y cotidiano de nuestro día a día; yo no, desde luego, todavía me queda una semana Allelujah!!. Parmesano Reggiano de 28 meses de Vaca Rossa, y un Pecorino Toscano curado en paja para hacer pucheros como una criatura desconsolada.
Bachi Giovanni tiene la culpa. Cierto como la tierra que piso descalzo:
Un abuelete de setenta y pico años, con los mismos años que familiares junta en celebraciones y fastos conmemorativos; como él mismo nos decía. Y que hace de la simple venta de sus excelentes quesos, fiambres y moscardas artesanales, algo tan divino y fraternal como el arrullo a sus nietos (que tiene unos cuantos). Recorrer ciento y tantos kilómetros desde Granarolo della Emilia para ir a buscar sus pequeños tesoros gastronómicos, es algo que hago desde que hace cinco años el trabajo me llevara e a tierras del Pádamo. Volver a casa y compartirlo pues eso, la extensión del placer propio como algo que igual que la felicidad, se ha de liberar; las amarguras no.
Allí no hay simple queso no, hay amor, mucho amor. Y algo que no se encuentra en cualquier lado de Italia, la Mostarda Mantovana. Una confitura de frutas variadas (naranja, manzanas, frutas del bosque, fresas etc.) que va desde el dulzor de la miel de Campanine, la mostaza de Dijon, y el subidón del wasabi en la nariz. Una combinación explosiva que como las montañas rusas extremas, te sube al cielo y te baja al infierno con un chasquido de dedos. No es picor no, es contraste. Y con los quesos curados amigos, es una pura delicia. Es la excusa perfecta para empezar y no acabar. 
Y el colofón a un Jueves injertado y acuñado ahí, en medio de la semana. Como la bitácora de un navegante con final feliz:

Levantarte con las legañas a punto de vaciarte la cuenca de los ojos. Preparar las lentejas a tu octogenaria madre y llevárselas a casa junto a una buena botella de vino. Ver que la receta tan simple como inimitable, la vas perfeccionando día a día con la ayuda de las materias primas de calidad (lentejas secas del frutero, albóndigas de pollo y costillas del Solanet, laurel fresco, reducción de sofrito, mucho perejil y cariño claro). Sin cariño nada llega a buen puerto, por muy típico que suene. Que tu madre, aunque solo sea por simple amor de madre, te ponga en un altar.
Visitar a mi peluquero después del café y hablar de moda, diseño, arte y vejez de una sola vez (en un barrio del extraradio marginal tiene su qué). Es mi barrio, siempre será “MI BARRIO”, por años que lleve en mi actual residencia. Un sitio selvático y agreste que nos puso en la lanzadera y nos disparó allí donde nos llevase nuestra curiosidad.
Cuarenta y cinco años más tarde aquí. Tirando cohetes de felicidad, con un día con 25 horas, subidos a una barandilla de la mano de mi pareja, y a punto de saltar al vacío. Con cena de final de fiesta solos, como nos conocimos. Y con esto de fondo “Who's in Control” ¿Quien tiene el control?

domingo, 16 de agosto de 2015

CON LA MÚSICA A OTRA PARTE!! LAST PLAY, LAST SUMMER #CAP.2



Ayer subí a la azotea, a tender la última colada antes de cargar bártulos a partir hacia tierras Trasalpinas. Me acosté anoche cegado por un flash de memorias dominantes, y llené compulsivamente de sábanas la lavadora: Metí una postura de jabón puro con flores blancas secas, romero fresco, albahaca y espliego. Un mejunje que se me antojó, macerado durante todo el día en agua de rocío. La que se condensaba en la claraboya del patio de luces.
Fue una mañana diáfana. Corría una estupenda brisa, y el gorgojeo de los gorriones en celo era la mejor ofrenda posible al osario de Cuqui Savigné: Allí, extendida en las losas teja del terrado, como una santa y casta. Cerré los ojos por un instante e inspiré controlando el caudal, el volumen y hasta rumor del torax. Era diferente, la mañana olía diferente, el silencio sonaba diferente y su presencia allí. Como esos pasos que desde entonces, me despiertan por la noche deambulando piso arriba piso abajo. Inundando cada rincón con el humo de su alma.
A cambio, para inmortalizar su perpetuo hito -la devuelta de las canciones a esa, mi azotea tórrida-, los rechonchos gorriones, habían anidado en las cuencas de su calavera. Otros, aleteando con fuerza, espantaron sus cenizas y las suplieron por el ondear de las sábanas y el frescor de la pócima. Yo, en cambio, con el pasar de los días y la consumación de la semana. Estoy ya a Martes y me cuesta horrores escribir algo con sustancia. Siguen pasando los días. Solo cuento cada día que pasa y casi que me importa un rábano en qué invertirlo: Tareas de trabajo, me da igual si duras o maduras, mosquitos que te despiertan de un mal sueño, más horas, sueño que te oxida las pupilas y cuartea el ceño, madrugones con la ciudad ya por fin desierta y deshabitada.
Repasar el itinerario y poner al día el GPS, escribir un poco más... ah!! alimentarme y beber (vino a poder ser). Así, puedo llegar sin estar, al día de la partida: Cinco de la mañana, café cargado, maletas y noche cerrada... mil y pico kilómetros por delante.
En casa poco: Tres cactus que piden poco para subsistir y otra Playlist más para poner música al viaje, y a quien quiera hincarle el diente. Ahí va, entre tanta canción claro, se me olvidaba. También obras donde depositar las horas muertas de este verano agónico. Curar articulaciones y mis huesos que como los de Cuqui Savignè, se resienten de las obligaciones. Esto no, esto es puro placer... placer carnal.



El rastro que dejan como el expolio de parajes, las canciones... Unas notas de piano que gotean sobre la conciencia cuando ALEX BUREY lo acaricia. Es todo ello como una invitación con forma de despedida; así empieza esta compilación. Con la premeditación y la alevosía de un joven Londinense, que a lo largo de este año nos ha ido desangrando melancólicas monodosis de plasma. Gota a gota cruelmente, hasta dar de bruces con “Come Over”: Una invitación tentadora hasta el día que se decida a regalarnos un manojo; un gran disco.
De mientras me consuelo en mi trasiego diario hacia el trabajo, desmigajando lo que para mi, y hasta el momento, es el disco más balsámico de este año, el:

PRIMROSE GREEN de RYLEY WALKER

Un conjunto de canciones frondosas y ramificadas que ahora ya, al cabo de sucesivas e interminables audiciones, parecen estar destinadas a acompañarme por la sinuosas carreteras del Piamonte la próxima semana. Las escucho y entornando los ojos puedo incluso confundir mi trayecto laboral, en perdidas y sonámbulas escapadas nocturnas por entre las viñas trepadoras de Monferrato.
De entre sus tallos verdes brotan y florecen yemas nuevas que se confunden con lo antiguo de su esencia: Folkrock de raíces profundas que quiebran las losas lapidarias para que corra el aire fresco, y con mucha elegancia se apareen con el Jazz, el Rock ácido y psicodélico, o incluso el Soul más taciturno. Todo bien ensortijado como una madeja donde las cuerdas de su guitarra llevan la batuta. Puede en un primer momento dar la sensación de que solo es el Folk Barroco de Bert Jansch el que marca el tempo del disco; el sonido acústico del trabajo así lo sugiere. Pero allí en lo hondo, de dentro hacia fuera, poco a poco se va deshilachando y a uno le pueden venir tranquilamente infinidad de referencias: Los malogrados Days of the New al escuchar “Sweet Satisfaction”. Tan lícito como volver la cabeza hacia el pasado porque claro, es evidente que todo vino de mucho antes.
En cualquier caso lo que Ryley Walker hace en este disco, es coger el soporte del Folk y trabajarlo de infinidad de maneras y formas, sin complejos y con una sensibilidad infinita brutal.
Por eso, ya es fácil empezar con “Primrose Rose” a modo de aperitivo para abrir boca, y alucinar con esa sensación de polvo, tejidos y paja en suspensión. Pensar de inmediato en Nick Drake y a otra cosa mariposa cuando le sucede “Summer Dress” y piensas en Ray Mazarek o es “Same Minds” la que te lleva estados más negros. Todo se conecta increíblemente por las cuerdas de nylon y alambre, incluso cuando la instrumental “Griffih Buck's Blues” nos lleva más hacia al folklore. O sencillamente flipar con el modo con el que combina multitud de paisajes sonoros (jazz, oriental, progresiva, folk...) y pare “Love Can be Cruel”; otra genialidad más de este disco.

Pasada la mitad del disco, todo fluye como el curso de un arroyo de montaña: Caprichoso, entre juncos que se flexionan como los quiebros y desniveles del terreno. Inmensa y tan grande como la naturalidad de su ejecución “On the Banks of the Old Kishwaukee”; que crece al unísono. Y que junto a “The High Road” y “All Kinds of You”, son algunas de las piezas menos obvias y que más detalles esconden tras su aparente normalidad. Un disco éste de mimbres y bordados, para enredarse por sus entretelas y acariciar su tacto rugoso. De esos que curiosamente habitan y sobrevivirán sin duda, en estos inhóspitos y yermos tiempos en los que la abundancia, no siempre es síntoma de riqueza.
Hay otros en cambio, que hacen de su música, algo tan expansivo como los campos de verde trigo. Como es el caso de nuestro amigo:


MIKAL CRONIN y su MCIII

Una continuación con tintes de historia, que avanza imparable sin el remordimiento de quien debiera rendir cuentas a lo pasado. Datado en 2013, cuando con aquel primer tomo de sus muchas aventuras musicales; incluida la de su compinche Ty Segall. Me agarró desde abajo con su PowerPop colorido y radiante, para enmarcar y colocar en el pasillo de los inmortales discos de aquel año.
Su disco, este MCIII -segundo tomo y tercero en su carrera, de lo que por ley debería ser el pop bien parido- es de aquellos para salir en cueros vivos corriendo campo a través; sí, yo así lo siento. Darle cuerda al viejo y betusto Garrard y sentir cuando suena “Turn Around”, el cosquilleo de las espigas en tus nalgas: Esos violines que se han incorporado a las inquietas guitarras de Mikal, le sientan mejor que una cerveza a un sediento; cosquillas y algún picotazo necesario.
Say”, “Gold” o “Ready” beben mucho de sus andanzas en el bajo con su amigo Ty; sobretodo para con el último trabajo del rubio Californiano. Otras tantas explosiones carbónicas, que como esas botellas agitadas hasta hacer de aspersor, no difieren en absoluto de su anterior y menos conocido disco. En realidad no es que los dos sean muy distintos en sonido ni en calidad. Pero si que es verdad que MCIII tiene un nosequé que lo hace más delicioso. Luego tiene esos temas intermedios que modulan la velocidad de crucero del disco: “I've been Loved” o “Alone” saltan con los ojos cerrados y el pecho abierto en canal al acantilado. Una caída libre desde las alturas de Siurana, que le dan a este imprescindible trabajo un preciosismo tan natural y Folky, como eléctrico. Ahí van “Gold” que anuda como nadie lo electrificado con distorsiones, que se cosen con las maderas nobles de su acústica cuando despega “Control”, como un masaje en las parietales. O “Different” con la que puedo ver en la templanza de la noche y las luces difuminadas por la humedad, a Cuqui Savigné vestida de blanco virginal hacia el altar. Un adiós de tristeza placentera para escuchar “Circle” con su pianola mítica y contemplar, ya está.

Y estas cosas son las que ahora en presente con la ropa de trabajo apestando a hierros y taladrinas en la lavadora, despojado del peso de las responsabilidades. Hacen que quien escribe hasta cansar, tenga la mente ya puesta en este tipo de discos. Que como los vinos cargados de taninos fenólicos y metabolitos fotosintéticos, me nutran el interior.
Me parece de bárbaros hablar de algo que me gusta como de un expendedor de barbitúricos en lata. Los sentimientos son algo más, diantres!! Son como cosas vivas que te dan vida; aunque sea a plazos y sin vencimiento. El otro día le contaba a un vecino sordo y ciego la hermosura de THERE'S NO UNDERGROUND de PAPERNUT UNDERGROUND. Un disco de finales del pasado año, que me apareció sin esperarlo tras el fondo de un cajón. Se había colado sí, por el fondo despegado del armario y una noche cantó a grito pelado eso de: “When She Said What She Said”. Algo así como un susurro de Cuqui al oído que te transporta a la suciedad atractiva del garaje despechado de los 70. Ese Pop desordenado hecho a pelo y por el caprichoso antojo de Iam Button (Death in Vegas) y Robert Halcrow (Picturebox). Un disco para enterrarse en él hasta que nos salgan setas de las orejas.


Mi vecino solo me puso cara de Bacalao; entre estupefacción y embobamiento. Le cogí las manos y se las metí entre mis orejas y los auriculares cuando sonaba SOUND & COLOUR de ALABAMA SHAKES, entonces ya lo entendió y sonrió: Brasas que cocinan sin quemar aquello que hace unos años ya nos cebaba como a polluelos. Este año con más mano izquierda, lo hacen igualmente pero con más sustancia. 

Me lo llevé cogido del brazo. Subimos donde la sala de máquinas ronronea a ratos, y me puse a bailar en un anclaje como el de las bobadillas. Creo que gimió algo y comenzó a balancearse con el Surf bacilón de BABEWATCH; que bien lo llevan cuando tocan “Atlas Shroome”. Con THE SUICIDE WESTERN CULTURE recuperó el oído y ya no paró de bailar toda la noche. Se sujetó a la baranda de la terraza para recuperar la vista con el POISON SEASON de DESTROYER, y se sentó a traducir el majestuoso ejercicio de Pop quebradizo: Imposible no entender la grandeza de la música al escuchar este disco, y ver como un disco tan grande como Kaputt/2011, se queda chico al lado de este Poison Season.
Aquí Dan Bejar sabe como nadie separar sus colaboraciones con New Pornographers y seguir construyendo como una hormigita, discos que se presienten inmortales. Aterciopelados, confortables y llenos de pequeñas e inesperadas simas que te llevan a otros tiempos: Aquellos en los que la palabra Pop significaba algo más que un estribillo resultón. Y que Blue Nile convirtieron en corriente artística, en poesía musicada y en literatura bestida de glamuroso chaqué.

A mi vecino Jacinto lo dejé allí, recostado y abrazado al esqueleto de Cuqui Savigné. Besaba su cadáver reluciente cuando la Luna nueva se puso sus gafas de sol, contemplando la tormenta de Perseidas. No solo habla, sino canta. La banda sonora perpetua de este mes de Agosto, deja pistas y salvas casi invisibles sobre un fondo celeste donde rascar con las uñas, descubrir, encantarse... Joan Shelley, Wolf Alice, Calvin Love, Amason, Menace Beach son solo algunos nombres.
El Lunes parto más tranquilo. A mi vecino le he dejado las llaves de casa para que me riegue la Albahaca; más indefensa y escuálida. Que se atiborre de música, el tiempo no es perdido sino pospuesto.
Saludos y no vemos a la vuelta, enjoy!

01 - ALEX BUREY_Come over
02_RYLEY WALKER_Love can be cruel
03_JOAN SHELLEY_First of august
04_PAPERNUT CAMBRIDGE_Rock'roll sunday afternoon city lights
05_JIM O'ROURKE_Half life crisis
06_BABEWATCH_Atlas shroomed
07_CALVIN LOVE_Automaton
08_THE SUICIDE WESTERN CULTURE_Still brething but already dead
09_KNOX HAMILTON_Work it out
10_THEE OH SEES_Turned out light
11_MENACE BEACH_Infinite donut
12_WOLF LIFE_Giant peach
13_AMASON_Algen
14_HOUNDMOUTH_Sedoma
15_FERNANDO ALFARO_La luna aplastada
16_ALABAMA SHAKES_Ginme all your love
17_DESTROYER_Times Squuare
18_MIKAL CRONIN_ii) Gold
19_SWERVEDRIVER_Lone star
20_CROCODILES_The boy is a tramp
21_SUNNY SWEENEY_Second guessing

viernes, 7 de agosto de 2015

LA VIDA POR UNA CANCIÓN_LET'S PLAY, LET'S SWEAT!!





Cuqui Savigné tardó demasiado tiempo en salir de su agujero. Y lo hizo de noche, justo cuando el sol irradiado fuese tan potente, y el contraste térmico con la profundidades tan brutal, que hiciera estallar los acuíferos como géiseres en aspersión. Escarbó con uñas y dientes los terrones resecos. Empujó con el anverso de su alma, hacha o azadón. Y trepó por acometidas, bajantes y tendederos llenos a rebosar de impolutas prendas perfumadas de higiene. Ni rastro de menstruaciones carmesí ni rodales de salitre sudorosos estampados como síndomes.
Se agarró al alfeizar y trepó hasta la azotea buscando un espacio despejado. La luna ahí arriba colgada de un fondo estelar. Y abajo los aullidos de quienes en el silencio de la noche, demandan palabra para cuando el tronío del día los ignora -despedidas a pie de portal, tocan las palmas contenedores de metal, rugen camiones al cargar- Y allí arriba, en el terrado, Cuqui Savigné tapiza de aluminio todo el terrado: Busca señales arriba, en el cielo oscuro o en la claridad de la mañana. Mensajes errantes que desatasquen meses de sordera, años de letargo, días de sueño profundo y mortificados entierros. Baños de luna cerrando los ojos, y esperando otra vez que el incandescente astro vuelva a catalizar los arrullos de las Tórtolas, el trinar de los gorriones o el chirrío de Urracas traviesas, reclamando melodías de soda.

A la mañana siguiente, despuntando la claridad yacía dormida bajo la sombra de cien alambres. Las sábanas del terrado se mecían con esa brisa que solo tu sabes lo poco que duran. Y sobre esos cien alambres, se habían posado de alas negras y picos anaranjados, miles de Estorninos que no traían hambre solo de sesos, sino de música. Canciones aladas de mil razas y especies que atraídas por la radiación del argentado metal, se la comieron viva mientras tarareaba, y ellos, trinaban.
Ahora mismo se han hecho dueñas de la azotea y desde aquí abajo, desde el patio de luces y su acústica cacofónica, se oye el festín allí arriba. Es música celestial. Y aunque lo trágico de la fábula y el chascar de los huesos os erice el bello, a mi, se me antojan marimbas vespertinas.

Aullaba a la luna, a los escotes, y el vacío de mis tripas era el que despertaba cada mañana. Un sometimiento a la abstracción musical fruto del ayuno cognitivo sin remedio a corto plazo #seis meses. Que me ha tenido tan en otro mundo, como al de un seso sorbido y laminado en una bandeja de plata. Hasta que una heroína diera su vida por un montón de salvadoras canciones.
Dicen que después de una experiencia traumática, muchos meses después, el orden de prioridades varía como las estancias de Cube; y quizá sea cierto. Por más que a punto de arrojar la toalla; un poco desesperanzado por la falta de sustancia, de tuétano con la que armar el corazón. Cuqui Savigné se ha encaramado para sacarme de la ciénaga haciendo reclamo de canciones#con sus discos. Cuarenta lo menos, que publicaré a lo largo de estas semanas, antes de que haga las maletas en veinte días en busca de fondos de escritorio con los que expandirme.
En ellas además de buenas canciones, que es un poco de lo que se trata, habrá también miguitas de pan de esas para seguirlas y ahogarse en frondosos discos. No creáis que el ahogo por así decirlo, es de los que sofoca y angustia, no. Dan placer y mucho, aunque sea poco y tarde. Dan para sonorizar un viaje, la asquerosa realidad de nuestro día a día o como yo, para tirarme al monte y soñar.
Que soy muy mucho de sueños, sesteos que no sextetos, y de contemplar panza arriba.
Tomen papel y lápiz...

EZRA FURMAN_PERPETUAL MOTION PEOPLE

A este pendón desorejao le debo parte de mi existencia bloguera. Con su disco de debut junto a The Harpoons “Inside The Human Body”, di mis primeros gateos hace seis años casi en este muro de las lamentaciones. Eran tiempos en los que mi única intención era hablar de música; que cosas ¿no? con lo que se me ha llegado a ir de las manos.
Su cabecera no es casual no, y un detalle superfluo éste, que se resume en tres aspectos vitales: Es el disco que mejor ilustra mi estado de ánimo actual, y por otra... Me encanta retomarlo tras unos cuantos años de olvido, porque es un poco la idea que tengo de la música que acaba calándome (imaginación, desparrame y sustancia con la que deleitarme con el paso de los años). Algo que además comparten ambos discos por muy distintos que sean;y no voy a entrar en pormenorizar del porqué he pasado por alto el resto de su discografía.
Escucho música a borbotones, pero poca es la que aguanta el paso del tiempo. En el caso de Ezra Furman al igual que sería el disco de debut de Violent Femmes, el señero de LA's y otros tantos, su forma inigualable de escupir canciones como gestos naturales, solo se da un ocasiones. Algo que no es ni bueno ni malo, es así, mágico.


Trece canciones malditas como su numero, que coquetean con el Vodevil, el glam y hasta con ciertas reminiscencias del R&B de Nueva Orleans más callejero. Todo ello sazonado con el estilo inconfundible del señor Ezra, donde todo parece improvisado, compulsivo y poco hecho.
Imposible no escuchar “Haunted Head”, y no imaginarse a David Bowie desplegando turbantes en un club nocturno de un crucero de lujo. Recostarse en “Hour of Deepest Need” y no visualizar a un Beck lampiño sobrado de talento. Saltar y volver a saltar en la cama elástica de sus composiciones sin nadar antes en un océano de bolas, de toboganes inflables, y querer repetir hasta vomitar. Perpetual Motion People es un poco así. Como un juego de niños engachoso y viciante: Arranca cacharreando con las pianolas hawaianas de “Restless Year”, y todo parece querer girar entorno a una broma de mal gusto hasta que suena el bajo distorsionado. Pero para cuando se llega al corte 9 -“Body Was Made”-, la sensación de que tras ese torbellino de matasuegras, confeti y collares hawaianos surge algo bastante más serio y salvaje, es evidente.
Como bufan los saxofones madre!! Por el camino fakires e ilusionistas nos atraviesan con espadas y puñales: “Wobbly” tiene ese nudo herbáceo a modo bisagra, donde brotan tanto Punk como Folkrock de raíz. Más de un sesudo se ha quebrado intentando situar a Ezra en un contexto estilístico concreto; recurrir a Gordon Gano es de lo más socorrido. Pero la verdad es que el muchacho, para sus 28 añitos, goza más de la libertad de crear, que de estar por monsergas con las que acuñarse y cercarse.
Tip of a Match” tira campo a través, recurre al Rock cuando le place. O se alimenta de los vientos para crear un ambiente cabaretero o de Mardi Gras, para que exploten de colores “Lousy Connection” o “Can I Sleep in Your Brain”. Cantos a la libertad expresiva totales, capaces de amancillarse con “One Day I will Sin no More” o la preciosa “Watch you go By”, y no sonrojarse con las citas a Bob Dylan, Jonathan Richman o Lou Reed cuando es la idea más que la etiqueta, lo que les conecta. A Ezra Furman desde luego, la sin vergüenza de mostrarse tal y como uno entiende la música y lo teatral; todo junto y sin visillos.
Discos estos como los de Courtney Barnett, Joanna Gruesome, Speedy Ortiz o Rolo Tomassi, encabezados por féminas ellos cuatro. Y que desde primeros de este año, han sido los que han agitado mis días. Son algunos pocos que crujen la monotonía de escuchar cosas que me parecen -y perdonen mi arrogancia- aburridos, estandarizados, y tan bonitos, guapos e indefensos ellos, que me mortifican; sin citar necesariamente.
Que a veces no se trata de estilos, géneros musicales o movidas de actualidad. Solo es que todo parece tan pulido y diseñado para contentar a todo el mundo, que yo, que me considero pelín raro, me aburro como un preadolescente en una reunión familiar y sin móvil.
Cierto es que estos cuatro están conectados por una querencia a la guitarra emborronada, caustica y desaliñada. Aunque a mi sin embargo, me parecen cánticos de avanzadilla, angelicales y hasta de pura ambrosía. Ni tampoco es que se trate de ser un melomaníaco de los 90; como si esto fuera ahora una nueva estirpe. Solo pienso yo, que entre tanto bombardeo y corre que te pillo para no perder la vez. ¿porque no un chup chup a fuego lento y un buen potaje? Con guitarras, con botones o con bemoles.

Bocados a manzanas verdes como los de la banda Galesa Joanna Gruesome. Que se andan descalzos por la inocencia vocal del Pop, y chapotean sin complejos en los cuatro buenos consejos que los viejos nos daban sobre el Punk y el Power Pop. Por allí arriba siempre fueron un poco sinvergüenzas, algo asilvestraos y hechaos pa'lante.
Con una nueva solista (Alanna Mcardle), este quinteto de Cardiff se ponen por montera diez concisas y precisas mojadas. De no más de dos minutos escasos, ahí cumplen con creces con el tiempo necesario de una perfecta melodía de PopPunk, que entre veloz, y duela. No hace falta más, para qué. Es así, ni alargar, experimentar con polvos ni envoltorios de deslumbrante celofán. Que además dan pie a indagar en su anterior disco (Weird Sister/2013); toda una ricura. A mi lo que más me gusta de ellos es ese envoltorio poppy tan frágil y a la vez rasposo que tanto me recuerda a los Boyracer de Sarah Records. Pop a fin de cuentas, con mucho espíritu Punk pero sin esconder su ternura y militancia.

De COURNEY BARNETT se ha escrito largo y tendido; yo no. Pero sí lo hizo mi amigo Johnny, y la verdad es que lo resumió a la perfección aquí. Un disco de una madurez y desparpajo que alivia cualquier congestión de estilos que se repiten, sin aportar mucho más que un tono de móvil. Ella no necesita inventar nada, porque no se trata de eso. Pero sí relee algunos pasajes gloriosos del rock de guitarras americano, para darle otros enfoques y enriquecerlo. Vamos, lo que se debería hacer con cualquier estilo posible, en vez de publicar sin ton ni son para alimentar el hambre consumista de festivales, medios y niños caprichosos.
De todas formas, si me dan a elegir sobre esta hornada de nuevas agitadoras. Yo, que tengo una extraña querencia por las disonancias sonoras; ya saben: Aquellos surrealismos musicales que algunos llaman experimentación, y que para mi son tan solo notas desordenadas que cada uno teje a su manera y en su cabeza, a su antojo. De eso SPEEDY ORTIZ sabe lo suyo, o por lo menos lo lleva a buen puerto en su tercer álbum, “Foil Deer”. Sonoridades que hacen de puente entre el grunge más conceptual y bandas como las Throwing Muses de House Tornado/1988 o los primeros Bettie Serveert. O un paseo equilibrista por un alambre de espino, donde la que abre “Raising State” seduce, a la vez que ya avisa con su aperitivo “Good Neck”. El Lp se retuerce, contorsiona y se oscurece como una amenazante tempestad a medida que avanza. Despuntan a veces refulgentes rayos de luz que se abren paso como “The Graduates” o “My Dead Girl”, entre relampagueantes “Homonovus” o “Swell Content”. U otras más oscuras como “Puffer”; negra y penetrante como los sonidos de Bristol, pero más chirriante e inquietante incluso que sus anteriores trabajos.
Es un disco astilloso hasta herirte ¿difícil de escuchar? En absoluto, si te amamantaste con Sonic Youth, o esos primeros y malavaristas Pavement. 


Eso sí, para cosas pétreas como el calicanto, los Británicos ROLO TOMASSI. De Shefield concretamente, como Pulp ahora... bastante más fieros y Hardcore: This is Hardcore, de verdad de la buena.
El tema escogido para esta compilación es un poco trampantojo; suave parece, duro no es; lo que le acompaña mucho más.
Un disco -Grievances- tremebundo como un megalítico infierno de afonías llevadas al extremo. Y de sangrante noise vocal en dosis pautadas para resistir el envite. Pero sin embargo, con una melodía ciertamente épica que amansa; sí, curioso y extraño. De esas cosas que dan canguelo hasta que asomas la nariz y abres las orejas. Todos esos detalles son los que me han llamado la atención hasta engancharme a su propuesta. Y los que hacen que después de cuatro Lp's hayan alcanzado cierto equilibrio en su sonido: más profundo y calculado. Además tienen una vocalista que tira por tierra cualquier estereotipo del gremio de los compañeros del metal, o de aquellos que se prostituyen con Evanescence #risas(jajaja).
Si esto no va con vosotros también hay curas onirísticas con la vuelta de Carlos Foster (For Stars) tras 11 años de silencio. Un segundo trabajo -Disasters- tejido entre colaboraciones con M. Ward, She & Him o Cake, que roza la divinidad. Referencias al Folk ambiental o espacial de auténtica banda sonora donde Grandaddy, Dakota Suite o Sigur Ros, podrían repartir cartas en el asunto y quedarse tan anchos. Discos como digo yo, que más que un adjetivo estilístico o referencial podrían catalogarse como un estado propiamente dicho.



Para acabar el subrayado de esta primera tangada del verano. No pienso largarme, sin detenerme en los dos últimos discos recomendados en el tablón de destacados del blog. El primero, el de viejos conocidos de la escena de Seattle, reunidos entorno al recurrente nombre de: UNLIKELY FRIENDS (amigos inverosímiles)
Fue a principios de Marzo cuando cayó en mis manos “Golden Telephone”: Una resplandeciente pieza de PowerPop de toda la vida, de aquellas que no tienen fecha. Un mes después publicaban en Jigsaw records, SOLID GOLD COWBOYS; un esperado disco de debut, sin más pretensión que el divertimento.
Desde entonces no he dejado de alucinar con este disco, in crescendo. Desde la primera escucha y ese aire neófito que le dan a sus canciones de exoesqueleto tradicional (estrofa, riff, estribillo, coros). Hasta la mecánica inmediatez con la que dan cuerda a esta especie de juguete, que tanto me recuerda al diabólico tambor electrónico que le regalaron a mi hijo de dos años: Un engendro del diablo al que jamás se le acabaron las pilas ni la energía para escupir melodías infecciosas y pegadizas, a cada golpe nervioso del pequeñajo.

Unlikely Friends son algo así: Básicos, parcos y con un sentido de la practicidad tan estupendamente profano, que ruboriza. Pero sobradamente iluminados para confeccionar en escasos dos minutos, Pop infalible de aquel que todo el mundo cree saber la fórmula pero pocos los sembrados que la llevan a buen puerto. Todos hablan del PowerPop como el remedio a la incapacidad de quien no da más de si. Nadie capaz de admitir la dependencia a los cuatro acordes perfectos de Woody Holly, Ramones en la alta alcurnia de la filigrana. Pero... aunque todo se engalane y se travista con el relevo generacional y el paso de las décadas; hay algo que nunca cambiará: El Pop, no cualquiera, el que brilla como metal precioso. Ese nunca nos dejará en la estacada.
Pegar la oreja a las vías y escuchar el columpiarse, el balanceo de las cuerdas en “Satellite Station”. Uff, me vienen tantas cosas a la cabeza... The Smiths, Teenage Fanclub, They Might be Giants. Tienen esa impronta de Daniel Johnston, por lo menos su idea de cantar lo que sienten de verdad. “Please Lorraine” te echa a volar, las guitarras marchan en escuadra, del brazo. Sucede que cuando hincan estandarte en lo alto de la loma con “Soft Reputation” se encienden las bombillas de la noria, huele a algodón de azúcar, a manzana de caramelo y a sirope. Es tan alarmantemente optimista, que podría ser el starter de todos mis madrugones y el telón de cualquier fin de función.
Para eso “Sunken Eyes” o “Gold Coat Marauders”, en estas todo acaba bien y te besa siempre la chica.


DICK DIVER_ MELBOURNE FLORIDA

Tirando del hilo de la inocencia aquella, donde primaba la idea y no los medios. El mensaje sin distorsiones que lo ahogaran o cambiaran la impresión primera; la que vale.
Eras verdaderas a fin de cuentas, de Pop arponero, desarrapado, de jersey de pico y de fenefa. Si hombre!! donde habitaban enjundiosos más bien tímidos como Go Betweens, The Church o The Bats.
Allí abajo en el pretextato, donde yacientes los recuerdos se entierran en salmuera. Solo se desperezan cuando la edad en un alarde de azar, acude al rescate y se juega a los chinos los mejores y más memorables. Los que van adjuntos a años benditos, noches inolvidables, incluso los que se preservan de manera egoísta por concubinato puro y duro.
Es así la memoria del melómano: interesada y autocomplaciente. Acudir a la trastienda de nuestro cerebro, es como voltear el globo terráqueo y huir despavorido a mundos donde los mandamientos del mercado se los llevó el oleaje. Territorios soñados, inventados e incluso cartografiados a capricho. En los que el paganismo musical rige el día a día de sus pobladores. Hablar de las antípodas es ponerle nombre al exotismo arcano y a la distancia que no se mide, se imagina.

Allí meciéndose en una hamaca que cuelga de dos Nuytsias, se las apañan los Australianos Dick Diver para marcarse un tanto con Melbourne Florida; su tercer disco hasta la fecha. Ni mejor ni peor que los anteriores (Calendar Days ya era la rehostia), pero sí donde afinan mejor la puntería.
Y si lo que antes parecía un Pop escuálido donde se marcaban huesos, vasos sanguíneos y vértebras. Ahora, sin por ello tener que engordar sus castizas cinturas, parecen haber desplegado su colorido collar como los Lagartos King, y ampliado dominios. Eso, o es mi nostalgia la que juega al escondite con sus cadencias tan familiares. La asociación con The Go Betweens no es casual. Ellos elevaron la inferioridad de condiciones a algo brillante, sin tener que vender su alma al orden pretoriano de las tendencias; Dick Diver tampoco.
Si tiramos unas líneas y conectamos algunas de las bandas llegadas de allí, de Australia. Las que en los últimos años me han renovado la sabia: Twerps, Lower Plenty, Popstrangers, The Drones... la mayoría comparten unas ideas que se escapan del mero estilo. Refugios subterráneos que recorren la misma ciudad pero desde otra perspectiva. Pop que busca los pliegues que no el terso bronceado de mantequilla, las cabañas de la playa en vez de las terrazas, y que huye de los paseos comerciales como alma que el diablo lleva a perderse por callejuelas. Una simple presión en el Play y suena “Wastle de Alphabet”, me encanta esta estrofa -
When we makeup, in your makeup
I start to laugh, I'm mister natural
I fluff your TV at night,
You got a hard, hard bed,
say their names, say their names,
waste the alphabet
Un despegue que juega al despiste, a maquillaje y rimel corrido. Melbourne Florida tiene trucos por doquier, fruto de los años de aprendizaje. Filtran por las rendijas del Dunedin ochentero, un temario Pop accidentado. Cuando alcanzas “Year in Pictures”, te derrites: Aquí, igual que con “Blue Time” y “Private Number” no son casuales las remembranzas a la banda de Robert Foster y Grant McLennan. No se trata de parecidos razonables, solo de pulso.
Se pasea por salón, fantasmal, translúcido, el tío Lou. Suena “Boomer Class”, rebobinas y vuelves a deleitarte con esa guitarra cristalina de “Private”, las notas como gotas del piano y el rugoso saxo tapizando el fondo.
En primeras escuchas puede parecer terriblemente Pop, en ocasiones frágil; esa voz de Stephanie lo consigue. Los sintes de corte retro de “Competition”, o ese caminar patoso y en ocasiones tranquilo, dan una impresión que no luce los atractivos de las top model. Insistiendo crece, se ramifica.
El último disco de este cuarteto de Victoria se brota peligrosamente según se riega; le pasa algo parecido como al de Happyness: No es cuestión de dificultad, sino de dejar que vaya creciendo, es peligroso, lo aseguro. Pequeños himnos como “Tearing the Posters Down” lo son, porque como esos minúsculos pioneros de la New Wave: La melodía, armonías y las cadencias se esconden y aparecen de repente sin forzarlas. Naturales como el viento que baja de la montaña y se empapa con el sudor de los árboles.
BUEN VERANO, MEJOR MÚSICA.

A lot of movies, and television

Changing the life, things at a time

More than the haircuts, more than the style

Hey empty wet streets, hey all that stuff



Eleanor walks across the set

Says why this part, why this part, why this part of anywhere?



Blue time



If I was China, if I was Spain

All their monuments, and slang that's not slang

All of the weather, all of the time

Cars in the rivers, and the rivers in the cars



Waiting at the lights, I'm laughing in my head

You can go your own way, they never did

Why this body, why this time?

Why this part, why this part, why this part



2008, with what's her name

Keys forgotten in the lock

We become our fans, ruined to it

You become your voicemail voice



Blue time



You're fucked probably

Now we're totally zone or no zone

Go or don't go

Take it from me, take it from me

Zone or no zone
Blue Time


01_CARLOS FOSTER_Outdoor Miner
02_TORUL_All
03_DRESSMAKER_Love
04_JOANNA GRUESSOME_Last Year
05_SHEER MAG_What You Want
06_ALPHATRA_La Fuite
07_Mc McCAUGHAN_Barely There
08_PORCELAIN RAFT_All in my Head
09_WILD PARTY_Outright
10_SPEEDY ORTIZ_Raising the Skate
11_OWN BOO_Without A trace
12_UNLIKELY FRIENDS_Satellite Station
13_SHINES_Spent Youth
14_GIRL BAND_Lawman
15_BRONCHO_I Don't really want to be soccial
16_DICK DIVER_Tearing the posters down
17_PINKSHINYULTRABLAST_Metamorphosis
18_DRESSMAKER_Another Love
19_ROLO TOMASSI_Opalescent
20_EZRA FURMAN_Hour of deepest need