Año 2015
Director: Alfonso
Gómez-Rejón
Duración: 105 minutos
Nacionalidad: EEUU
Guión: Jesse Andrews
(basada en su novela)
Música: Brian Eno y Nico
Muhly
Fotografía: Chung-hoon
Chung
Género: Tragicomedia
Reparto:
Thomas Mann, Olivia Cooke, R J Cyler, Nick Offerman, Connie Britton,
Molly Shannon, Jon Bernthal, Katherine C. Hugues, Matt Benett....
Que
enero/febrero más difícil amigos!! Ya sabéis lo típico que es del
sufrido juntaletras: trasladaros sus penurias y buscar mil motivos
para justificar la semana larga sin ducharse, la barba enredada y la
dejadez más absoluta. Ese cumplir con no sabes quien, con el vacío
y el remordimiento de conciencia por no publicar (cuando en teoría
toca). Un asco vamos.
La otra
opción claro, está en refirmase con eso de: publico cuando me
sale de los entrecejos; que esto es mu trascendental e íntimo!!
La cosa es
que después de andar vagando como el que sale a comprar y pierde la
lista de la compra. Sí, la lista, e incluso la intención de hacerlo
verdaderamente. O simplemente que la verdadera razón para salir es
que a uno le de el aire sin destino alguno, y no parecer que es un
atracador esquizofrénico a ojos de la gente.
Por fin he
encontrado ese momento de esbarjo e introspección para
repanchingarme en el sofá y ver cine; que ya tocaba. Esos Domingos
en los que se suele/intenta aprovechar minuto a minuto el último
suspiro del finde: madrugar e ir al gym... no, mejor!! dormir y
montarse un vermuth del copón al sol... ay!! bueno... hacer la
comida tarde porque sí, y acabar viendo una peli mientras se pone el
sol y nos dejamos ir. En fin, supongo cual es la opción final, la
previsible, la cantada y la que hasta tu mismo sabías: Ver una
película con el pijama de la mañana, la llave echada de anoche y
llorar como un magdaleno en pos de los mortificadores Lunes, mientras
la lluvia disuelve cualquier atisbo brillantez.
Eso sí,
siempre te quedará ese fragante recuerdo si la elección ha sido
buena; en este caso así lo ha sido.
Se agradece
acertar con el cine, teniendo en cuenta la cantidad de placebos que
corren por la cartelera. Pero la vida es así: como una pista
americana o una gymkana en la que cada cual debe buscar su “qué”.
No esperéis a que os lo pongan en la bandeja del escritorio peladito
y troceado. Nuestro sino y de alguna manera, la gracia de vivir, es
buscarse cada uno su propia decoración existencial. Esa especie de
planetario muy muy personal que casi nadie entiende, y que cuelga del
techo de tu habitación como una pequeña galaxia en movimiento;
queda chulo ¿verdad?
Alfonso-Gómez
Rejón -un director novel venido de las series televisivas y algún
pequeño escarceo en el cine- ha tenido el gran acierto de vestir una
típica tragicomedia adolescente alternativa, como una historia
preciosa e imaginativa.
Y no importa
que de por medio tengamos una enfermedad terminal; con lo que suele
condicionarme eso a la hora de inclinarme por una peli. No me
malinterpretéis, no son prejuicios o desconfianza por esas fórmulas
fáciles a la hora de salpimentar una tragicomedia romántica: Amor a
raudales, relaciones difíciles y la muerte ahí, siempre
omnipresente. Pero que queréis que os diga, me condiciona y me
vuelve asquerosamente exigente y poco condescendiente; viejo que se
hace uno.
Greg es el
protagonista de esta historia: Un adolescente de instituto taciturno
y pudorosamente rebelde, que se ve empujado por su madre a entablar
amistad con Raquel. Una compañera de clase ignorada por ese desdén
que los bichos raros con los que tanto nos identificamos, tenemos por
la gente teóricamente “normal”.
De esta
especie de relación entre lo compasivo, moral y cortés, nace algo
que normalmente suele estar por encima de clichés, y esos prejuicios
que nos hacen medir nuestras relaciones; LA AMISTAD. Sí amigos, ese
ente inmaterial que da al traste con toda esa serie de tonterías que
tenemos los seres humanos cuando nos queremos rodear de lo que nos
conviene: ni el amor, ni los ideales, ni esa imagen que nos hacemos
de los demás... La AMISTAD por encima de todo.
Y lo cierto
es que en los primeros compases. El cinismo del protagonista y toda
esa serie de clichés, nos puede hacer pensar que estamos ante esa
típica película premiada en Sundance. Que hace que lo alternativo
sulfure, por ese tópico narrativo casi siempre adolescente en lo
que concierne a la vida, las relaciones y la realidad algo convexa de
los sucesos. Solo que Alfonso Gómez-Rejón esta vez, sí sabe
exponer los defectos y corregirlos con una aplastante realidad teñida
de magia.
Su manera de
estructurar una historia adolescente bastante voluble de antemano. Y
como moldea a lo largo del metraje, la sibilina metamorfosis que
cambian al protagonista, al amigo y a la compañera. Nos acaban
regalando un final bello con moraleja incluida, no falto de cierta
épica y emotividad lacrimógena.
Resulta que
la enfermedad no es la que acaba condicionando el guión; algo que se
agradece. Ni siquiera el desenlace más o menos previsible tiene
cierta relevancia. Tampoco esa manera cómica y frívola de definir a
los personajes, o la ligereza con la que se cuenta la historia.
Lo
verdaderamente plausible de esta película, es como se plantean una
serie de realidades a menudo crueles y terribles. Y que es lo que
queda en la superficie al final; satisfacción. Ese acierto del que
hablaba al principio y que al final define una película sea cual sea
el género: Saber dar equilibrio, divertimento y credibilidad, y
conseguir que lo trágico, lo cómico y los que se ven involucrados
en esta puesta en escena, queden salomónicamente al mismo nivel de
brillantez interpretativa.
Más aun
cuando se exponen términos tan complejos como la amistad, el amor y
el drama. Y el resultado son sonrisas y lágrimas, sin tropezar con
los errores típicos de estas películas. Lp dicho, una sobremesa de
domingo confortable de buen cine, sencillo y emotivo.