miércoles, 23 de agosto de 2017
VIAJAR CON ELF POWER ES VIAJAR, QUIZÁS CON EL CORAZÓN? (Switching Time/2017 y sus consecuencias)
Pasa a veces con los regresos de aquellas bandas que se perdieron en un rincón de nuestra memoria; allí donde nunca jamás se vuelve a sacar el polvo. O donde ya casi ni recordamos salvo por hazañas de juventud, aquellos sonidos en forma de conversación que nos sintieron jóvenes y que eludimos mentar por miedo...
Uno: A parecer unos carcamales que se obcecan en contar batallas como si éstas fueran míticas o inigualables.
Y dos: Porque en ocasiones nos damos cuenta que aquella juventud efervescente los magnificaba sin igual, y ahora, lo que nos sorprende es que aquello nos gustase de igual forma.
Pero hay una tercera opción, y a pesar en cualquier caso, que dichas bandas regresen pareciendo una sombra desdibujada de lo que fueron; o no. Cabe la opción que por activa o por pasiva, nos empujen a rebobinar nuestra maltrecha memoria y volvamos sobre nuestros pasos a aquellos balbuceantes sonidos como si surfeásemos sobre una tabla de Ouija. Algo, dicho sea de paso, que considero saludable si se tiene una cierta edad (igual con 20 pues no sirve). Pero que de alguna forma nos reencuentra con nosotros mismos. Aunque solo sea para certificar que eso que vemos ante nuestros pies es un precipicio, sí.
Que no, que no voy a sacar el bastón y a profetizar. Pero, ni todo ahora es tan bonico como nuestro inocente pasado. Ni me vais a quitar las ganas de hablar de cosas muy pasadas y que me siguen pareciendo tan y taaaan actuales...
Es curioso como en este caso, tras escuchar el regreso de una banda como ELF POWER tras 15 años sin haberlos vuelto a escuchar; pese a haber seguido publicando trabajos, de manera intermitente eso sí. Uno haya sido capaz de alcanzar de nuevo a entender la particular mecánica de su sonido a base de involucionar dieciocho años atrás.
Admito que las primeras tres escuchas de TWITCHING IN TIME; su álbum más reciente. No fueran las que de golpe me trasladasen a esa brizna de recuerdo residual. Pasando a veces como suele: que uno distorsiona más de lo que quisiera, recuerdos de juventud aun moza.
Así que su último trabajo por mucha insistencia que le haya puesto en su momento, me ha acabado aburriendo y me duele decirlo. Ya que mi recuerdo más palpitante de la banda de Athems era de fuegos de artificio, quimicefas musicales y santería pagana puramente psicodélica tirando a marciana. Tanto, que incluso su evolución hacia THE WINTER IS COMING/2000 y CREATURES/2002 que se aposenta en un folk espiritual de reminiscencias orientales, siguiera pareciendo parte del camino lógico al que la banda ya te había empujado y que ahora al cabo de los años debes reaprender.
Dicho esto y por puro nihilismo vehemente. He pasado lo que me restaba hasta coger las vacaciones, volcado en un experimento puramente casual con los 4 discos que me sirvieron de iniciación bajo el brazo. O en este caso, en la guantera de la furgoneta del trabajo.
Viaje arriba y viaje abajo de Sabadell a Moià: Una ruta en solitario que recorrí en su día en bici (pero desde Badalona), con 16 años. Y que he repetido por estas fechas de Agosto en numerosas ocasiones y con un significado parecido: solo, con el paisaje, mi música y recuerdos de casi toda una vida.
Hacerlo con parte de la discografía de ELF POWER. Que ilustraron una época de mi vida tan curiosa y trascendental (independencia, paternidad y desapego con algunas músicas en boga). Es como volver a repasar una parte de tu vida, que ya con 47 años te hace adquirir conciencia del momento que te toca vivir ahora y como ha ido (o has ido) cambiado.
Incluso lo más importante: alcanzar a entender de nuevo el universo particularísimo de esta banda. Donde bien podría incluir a Pavement, Sparklehorse, Olivia Tremor Control e incluso a Gorkys Zigotic Mynci y Beulah. No solo por influencias musicales, sino conceptuales o por ser una base importante de mi alejamiento del britanismo superficial para mi en aquella época.
Hay capítulos del microcosmos musical que a día de hoy, justo cuando todo se cree ya sabido, explotado y voceado. Siguen perteneciendo a un universo inexplorado y poco dado a la revisión.
Hablar como comprenderéis, de la banda liderada por Andrew Rieger y su pareja Laura Carter allá por el 1994 con dieciséis trabajos bajo el brazo, sería tan absurdo como innecesario. Sobretodo intentar analizar disco por disco su carrera.
Básicamente porque como os he dicho. Es imposible caer en su mundo, entenderlo medianamente y engranar con su mecánica, sin escuchar la historia de boca del protagonista desde el principio.
- Volví a introducir el CD en el reproductor después de 18 años acumulando polvo.
Con el polvo, el sedimento como las escamas de la piel que alimentan a los ácaros invisibles. Y que prácticamente te la mudan cada década, imposibilitando volver al pasado.
Aveces parece que nuestro camino no tiene marcha atrás. Vas dejando cosas, soltando lastre hasta que llega un momento de tu vida en el que te aferras al pasado por culpa del presente. Allí es cuando de verdad debes hacer un esfuerzo titánico y someterte a un intenso.
Pero con “Will my Feet Still Carry me Home” es fácil. Allí parecía que David Fridmann (Flaming Lips, Mercuri Rev), estaba tanteando lo que vendría a ser el mismo año Soft Bulletin; el disco que lanzó al estrellato masivo a Flaming Lips. Solo que en A DREAM ON SOUND todo parecía ser más libre, innato y natural.
ELF POWER siempre han tenido una cualidad y virtud imposible de emular por otros, su magia. Sus discos pueden ser más directos como este, o llenos de espesura como los siguientes. Pero siempre hay una explosión de luz, un destello. Un me importa un carajo ser, parecer o intentar cuando todo sale así, por combustión espontánea y fácil; sus canciones suenan fáciles.
“Will my Feet Still Carry me Home” es un susurro al júbilo con esa misma elasticidad que tenía Leandro, el niño de los del entresuelo. Que subía, caía y volvía a subir por aquel arco metálico lleno de barrotes del parque de la plaza. A ti se desollaban las rodillas cuesta abajo y jugando al pañuelo, pero a él todo le parecía resbalar y dar un plus de energía. Gimoteaba y trotaban los tambores de “High Atop the silver Branches” con un hilillo de voz inofensivo digno de quien solo parece querer ser un instrumento más de la fanfarria. Había otros que gritaban e intentaban ser elocuentes, pero aquí todo sucede por pura química; solo que sin fórmulas testeadas.
A DREAM IN SOUND como su propio nombre define: es un juego sin reglas, en manos de una criatura con mucha imaginación. Una orquesta de deshechos bien aprovechados, que generan una orgía en pleno juego de mamás y papás: Toco aquí, y que sientes? Te gusta?
Ella gemía de placer, se reía con una risa histérica y adictiva... y era tan excitante.
Pasaron los años creció y se fue con el hijo del carnicero alto y fuerte. Pero cada vez que sonaba “Jane” se emocionaba y rompía a llorar. Se consolaba en las fiestas del pueblo cuando era la orquesta la que tocaba “Olde Tyme Waves” a manos de un espigado arlequín con sombrero de copa. Pero al fin y al cabo solo eran los diminutos recuerdos del carrusel de canciones que nos ocupa, esa síntesis exacta y precisa de todo un largo discurso al que le sobran la mayoría de aclaraciones, asteriscos y metáforas.
Escuchas el tema que le da título al disco y ahí, prácticamente esta el retrato resolutorio. Tan solo un juego tan tontorrón y adictivo como dar vueltas en círculo en una piscina de plástico. Flaming Lips tuvo que montar una verbena sobre un escenario y Elf Power se consumieron en la íntima locura de cuatro inadaptados. Sin embargo su trayectoria por surrealista, absurda y a destiempo que parezca, es infinitamente más práctica.
Si eres capaz de ponerte “Wels” y no alcanzas un mínimo grado de empatía, posiblemente sea porque has perdido la vez.
Seguir hablando de cada una de sus canciones, saltando cual charranca de disco en disco una tarea inútil. Cuando al final, su exploración es un juego sin reglas o argumentos fijos. Pues en sucesivos álbumes hay una misma historia con distintos personajes.
Ni se sabe porque conforme avanzó el nuevo milenio, en un hipotético genocidio musical del pasado, infinidad de bandas se perdieron sin tan siquiera dejar huella. Cuesta entender porque a ti se te pasó por alto la maravillosa grandeza de WALKING WITH THE BEGGARS BOYS/2004, inundado de manglares de esperanzador Pop Folk luminiscente. “Evil Eye”, su título o “Invisible Men”.
Así, que ahora mismo intento averiguar que estaba yo escuchando aquellos años; maldito de mi. A donde fuimos aquel tiempo en el que uno no sabe si madurar enterrando la cabeza bajo un hoyo?. O dar por perdida la vida entre el amasijo de la noche; tampoco esto último te asegura la certeza de no perder por el camino los polvos mágicos.
Te vas dando cuenta eso sí, que tal como la idea de Andrew Rieger & Co. fue haciéndose más grande o igual madura. Perdiendo a lo mejor esa primera magia cínica y negra de nuestra existencia y avanzando por pasajes entre lo oscuro, reflexivo y espiritual. Su discografía empieza ya a coger forma de narración, que a lo mejor como digo (por separado) carece del sentido que le encuentro en conjunto o siguiendo el hilo. Tanto que tras echar a andar BACK TO DE WEB/2006 y darle fin, ni entiendo aunque admiro el revuelo que alcanzo THE DECEMBERISTS. Y porque ELF POWER con este disco por ejemplo, siguen siendo una banda ectoplasmática.
Canciones que parecen alargar el Folk doméstico con orígenes Balcánicos o de los Cárpatos, “Spider And the Fly”. Me encantan esas texturas de violines desafinados o Rabeles medievales, los fondos que parecen sacados de espléndidas Zanfonías y que dan a sus canciones vuelos míticos sin dejar de ser Pop. Y que sin embargo otras, tiendan a horadar tierra adentro igual que una lombriz tuneladora para que todo no sea tan fácil y cómodo.
Seguramente por esa serie de circunstancias que se cruzan en el firmamento, y que obedecen a destinos encontrados. Cuando normalmente, se escogen los caminos menos asfaltados y señalizados. Y son como decía mi padre “pastor”, las trochas que aprovechan el misterio de sus designios y el camino más accidentado para procrear en nuestra imaginación.
Un año antes de la muerte del grande Vic Chesnutt, la banda de Athems tuvo ese encuentro casi mágico. Una de esas cosas que pasan, y cuando escuchas el resultado no aciertas a entender porqué no pasó antes: Universos paralelos y conectados por hilos invisibles, o diría yo, la magia que ELF POWER ejerce sobre lo retorcido y complejo para traducirlo en un idioma universal.
DARK DEVELOPMENTS/2008 es mágico; así de simple y rotundo. Tienen ingredientes alejados de ambos artistas y que parecen suyos de toda la vida. El reggea trapecista de “Teddy Bear”, o la definitiva manera de empezar el disco con “Mysterio”. Desencanto, rabia y amargura con luz tornasol de aquellas que hacen llorar viendo el desenlace. Pero que sin embargo y pese a la rabia acumulada, emanan una cariño y luz tan enorme que su escucha produce felicidad. La pura fiesta celebrativa de “Bilocating Dog” o los pases de “And How” que parecen captar la misma felicidad luminiscente del último Robyn Hitchcock y los viejos Elfos.
Al cabo del año Vic Chesnutt se fue, sembrando más morbo indolente que interés por su legado; y ahí sigue.
Seguramente ya nada cambiará , y estás líneas entre lo farragoso y excelso no sirvan para avivar el interés por esta extraña banda; eso corre de cuenta vuestra. La posterior aparición en el 2010 del magnífico ELF POWER: Una puesta a cero con nombre propio, y un nuevo disco que horadaba entre la psicodelía subterránea y las miniaturas folkpop típicas del conjunto. Volvió a pasar inadvertido quizás, porque también es un trabajo desprovisto de los ganchos de sus primeros discos. Innecesario como ya deberíais saber, pues sus preciosos cortes como “Ghost of Johnn”, “Stranger on the Window” o la melancólica “The Taking Under” mantienen todavía el hilo de la conversación; que es lo importante.
Llegaría SUNLIGHT ON THE MOON/2013 y ahora, SWITCHING TIME; este mismo año. Dos discos tan intrascendentes que ni en los canales de descarga y difusión más IN aparecieron. No hay reproches, en absoluto. Cada día que pasa creo con más convicción que lo verdaderamente reseñable, atípico y por ello nutriente, debe costar y andar enterrado como las trufas.
No es que piense que hay un escalafón o una estirpe que hace que lo raro sea más bueno y lo “comercial” mierda. Pero no cabe duda que si todo fuera tan fácil de entender, asimilar o explicar, la vida sería taaaan aburrida y anodina.
Tras el intenso estudio, repaso o profanación de viejas cosas que andaban perdidas por casa. La de ELF POWER, no es que haya servido para que de repente SWITCHING ON THE MOON cotice al alza. Pero si para entenderlo infinitamente mejor o por lo menos, para confirmar que no existe el bueno o ni el mal disco. Solamente momentos y personas; todas diferentes por supuesto. A veces formas de afinar los sentidos cuando todo entra y filtros que distorsionan nuestro disfrute. En serio, hagan el experimento, verán que las cosas que nos pasan por delante pueden ser tan distintas como la luz del día.
domingo, 13 de agosto de 2017
LAS ROSAS_EVERYONE GETS EXACTLY WHAT THEY WANT_2017: AIRE FRESCO PARA LA TROPA
Todo se
afloja y mis piernas; como si un bajón de tensión tras cuatro
caladas mal dadas se apoderase de mi. Hace la misma mella que la lupa
del malparido sobre mi cabeza.
Ya no hace
falta que sean esas doce del medio día en punto, para que el niño
cabrón del ático se dedique a prendernos fuego, como a hormigas;
¿le habremos hecho algo? Nosotros, correteando en busca de una
sombra, el atisbo de las vacaciones o un mal trago para condensar,
evaporar y... claro, para sudar.
Cuando miro
hacia arriba, mientras puedo, solo pienso en montarme en mi auto y
correr carretera abajo, serpenteando con los chichones de la montaña
de Montserrat de fondo. Lo fue cuando arremetía la primavera en
Marzo, y la lupa del bribón atacaba de costado; pero con la misma
intensidad.
Y ahora casi
cinco meses después, son las mismas canciones y melodías las que me
empujan a pisar fuerte el acelerador.
La misma
sensación, el mismo territorio y prácticamente las mismas
carreteras: Quiebra y esquiva bordeando La Rovirola fuerte como si
quisieras lanzarte desde el tobogán de un parque acuático. Silva a
la vez que observas los restos quemados de la carretera de Sant Feliu
Saserra hacia Avinyó, fuma sus restos incandescentes y el sabor de
tierra seca. No llueve desde hace días, y si lo hace, nos lanza
barro desde arriba.
Será para
apagarnos o para sofocarnos?
Y suena más
fuerte todavía “Mr. Wrong”.
Es gracioso.
Los autos de ahora traen un invento parte ingeniosa y cuarto
diabólica, que sube el volumen del reproductor según pisas el
acelerador y se eleva el rumor del motor. Sin tan siquiera calcular
que la urgencia por plegar y el disco acertado, puede producir una
combinación un tanto peligrosa.
De todas
formas, mi gusto por conducir y escuchar música, siempre me ha hecho
descubrir álbumes que de otra manera jamás me hubieran calado del
mismo modo.
Es esa
extraña alquimia que produce la música, la carretera y los
paisajes: Una fórmula sin matemática exacta. Y que hace que un
disco tan aparentemente inofensivo como el debut de LAS ROSAS, se
convierta en una medicina tonificante.
Un disco que
además contiene con garbo y soltura, las guitarras más divertidas
del otro lado del charco. Alimenticias en divertimento, y taaan poca
posición forzada, que los amo desde la primera escucha precisamente
por eso: Porque últimamente aunque agradezco enormemente el rescate
de aquellos sonidos de los 70's (garaje, psicodelia, psycho, R&B
etc). En ocasiones me dan la sensación de querer parecer algo, para
lo que a lo mejor no estaban predestinados en pleno dos mil y largos.
La banda de
Jose Boyer sin embargo y pese a su omnipresente guitarra surfera, dan
a cada canción lo que se merece: Un soplo de menta, playa y salitre
en plena urbe.
Del rock
psicodélico vacilón, hasta su cara más tierna y melancólica; que
es precisamente la más rica y suculenta. Saben, y eso me parece
quizás el recurso más entretenido del disco, proponer el énfasis
adecuado a cada una de sus canciones. Sin sacrificar el hipotético
gancho de una canción en detrimento de su personalidad.
“Bad
Universe”, “Mexi” o “Rose”
hacen puro caramelo de sus influencias ramplonas menos sangrantes
aunque perfectamente válidas a Stiv Bator y esa generación de punks
deudores del glamour más araposo. Esa forma ingeniosa y casi de
juguete de quitarle importancia a la inspiración a la hora de
confeccionar canciones eficaces. Y llevarse hacia un terreno en el
que The Growlers o Allah-las acaban fallando por quizás aparentar de
más. Convirtiendo canciones como “Red Zone” en
pequeños clásicos de blues tropical, o tibiezas como “Secret”
en juguetes que por su simpleza enaltecen el arte de crear música en
pos del entretenimiento.
LAS ROSAS me
gustan porque hacen fácil aquello que otros desdibujan a base de
manosear. Sus guitarras son puro arte aún temiendo excederme en
piropos.
Acaso se
necesita más para que un disco suene con la golosería que lo hace
“Moody”? Ese tipo de tonadillas donde la mala
sangre se apiada de ti y de repente, sale de tus espaldas el típico
fulgor áureo como aéreas alas.
Dicen que la
felicidad y el atontamiento se dan la mano y hacen volar, y es
cierto; el amor también, como la baba licorosa.
Apostar de
firme por un lenguaje tan obvio y juguetear igual que un niño con la
arena; predecible y pura. Para que toda esa broma resulte un trabajo
lleno de huecos donde olisquear, arquear las cejas o dejarte llevar
cuando te topas con “Boys” o “Ms America”.
Dos cortes que realzan la sencillez al trote de unas guitarras
elásticas donde se pespuntea el surf con el R&B y el Pop de
influjo psicowestern arrabalero. No tienen nada que envidiar a otros
que por trascendencia, envestida o fanfarria, vienen a llevarse el
vellocino de oro. Como si se necesitase un carnet de socio por
referencias para entrar en el olimpo; de echo creo que tampoco lo
pretenden.
Y descubrir
que hay mucho más a parte de tus prejuicios: Rock, Blues, Glam,
Garaje, Pop y chulería de esa en la que el tontorrón de la clase
acababa quedándose con el personal: Matones, guapos, listillos y esa
profesora que siempre te señalaba.
LAS ROSAS
son: Jose Boyer, Christopher Lauderdale y Jose Aybar. Originarios de
Brooklyn y con un disco la mar de chulo y jugoso bajo el brazo.
lunes, 31 de julio de 2017
MAS IGNEUS (FA104) BLANC 2013_VINOS QUE NOS VIERON CRECER
D.O: Priorat (Gratallops)
Vi de Finca
Crianza de 4 meses en
roble Francés de grano fino
Uva: Garnacha blanca
14% volumen alcoh.
Como en la
mayoría de placeres que nos concedemos en la vida, con los vinos
pasa a veces igual que con las personas. Que en el gusto de
conocerlos y descubrirlos no es tan solo la empatía: con sus cambios
de humor, complejidad, mirada o perfume afable.
Conocer y
convivir nos cohesiona, pero cada cierto tiempo;más del que nos
imaginamos. Hay una llegada con su encuentro que sobre todo aquello
que creíamos vital y enriquecedor, nos marca de por vida como una
dentellada y su cicatriz.
Lo mejor de
todo no es el echo de la efeméride; que las esquivo con maestría
simple y llanamente por no perpetuar el pasado más que lo justo.
Sino qué nos convirtió, enseñó el camino o significó tal y como
somos en el presente exacto. Inconscientemente, sin apenas notar que
lo mejor es lo que no trasciende, y es más espiritual que terrenal.
Intentas
poner en orden tu vida: eso que solo se hace a partir de cierta edad,
viendo donde estamos y sin forzar la dirección de nuestros pasos.
Recapitulas, recuerdas y más recuerdas:
Puedo situar
con exactitud el lugar y el momento que bebí primera botella de
vino. No el día ni el año, pero sí que era un clarete de Navarra.
Cuando convertí en un hábito su sano consumo y estas primeras
añadas de MAS IGNEUS a principio del cambio milenario; apenas con la
treintena por montera y sin saber definirte como joven o adulto. E
incluso puedo disponer con precisión quirúrgica, la magnífica
ignorancia que bombeaba esos impulsos por abalanzarte con vehemencia
hacia lo excitante desconocido.
Pues son
esas cosas que pasan ya como la luz del día y la penumbra de la
noche; las costumbres. Y que te encuentran en un callejón, a solas,
cara a cara. Las que vienen a decirte: - Ves? Tal y como ahora
eres, todo, al capricho de las casualidades.
Mirando a
través de la copa de dorado pajizo. Entre la condensación y esas
gotas que se deslizan vidrio abajo de irisación verdosa. Puedes
incluso ver pasar suspirando los casi diez años que te ha llevado a
entender AHORA este delicioso y resplandeciente elixir.
Incluso darle más importancia que la que creemos darle, después de
llegar a Álvaro Palacios y su Ermita tras pasar por Scala Dei,
Marinent, Erasmus, Obac o Mogador e interpretar la significancia de
la avanzadilla mediática y el anonimato más secular.
MAS IGNEUS
pertenece a estos segundos: Pequeñas bodegas que han nacido de la
colaboración entre cooperativas (La de Poboleda) y quienes han
creído en el potencial de sus viñas, resistiendo no solo a la
incomunicación, sino al canibalismo de la exitosa fama. Puede
incluso que en ellos resida ese misterioso y silencioso secreto. Y
apostaría que si no es así, por lo menos, sí el mensaje cifrado
que nos debería enseñar paso a paso la grandeza de sus
vinos/gentes.
Ahora y tras
soltarse de la mano de ALTA ALELLA y emprender solos un camino
incierto y heróico más si cabe. Veo (me veo) como en esa minúscula
crisálida de ámbar resinoso, a mi mismo y la tierra que le da
cobijo confitada. Una mezcla de mineral pedregoso y esencias que van
desde las cáscaras de los cítricos apagadas y fulgurantes; según
la hora del día. O las hiervas que crecen entre las gargantas y
caídas libres de su orografía.
Su acidez es
tan explosiva que te hace salivar, y tan deliciosa que es capaz de
romper la volátil untuosidad, en algo muy distinto: la adicción
cósmica. Ese adjetivo que es incapaz de describir la turbadora
sensación que conecta directamente el paladar y el olfato con la
excitación sexual. La que nunca acaba de saciarte o de descubrirte
sus indescifrables misterios; se le dice complejidad?
Bueno, yo
apostaría a que no siempre, y en contadas ocasiones. Encajan todas
las piezas cuando se trabajas en entornos y con uvas tan exigentes.
Seguramente que igual que dicen algunos, la magia ya está en esas
uvas. Solo hay que darles el trabajo cuidadoso, y que la climatología
sea benevolente.
Esta añada
no tiene el peso ni la corpulencia de las primeras: vinos que no
disimulaban su graduación, corpulencia o incluso una crianza más
larga. 2013 parece ligero y punzante, pero en el fondo tiene el
carisma de la Garnacha intacto. No sabría ni siquiera si es el
cambio de barricas de Alier por otras de Castaño y Acacia, pues ya
no me fio de las fichas técnicas o las etiqueta si no lo complementa
con una nota de cata anual. Pero tiene un carácter único que ante
la duda, solo me queda descubrirme por sorpresa. Más todavía cuando
se trata de un viejo conocido, un compañero de viaje.
MAS IGNEUS
FA104 no enseña sus dientes con su pálido pajizo. De echo no abusa
en absoluto de la crianza con el objetivo de preservar la franqueza
de las viejas Garnatxas blancas del Priorat. En ese trance podríamos
entrever un vino indomable y astringente. Sin embargo, y con cuatro
años de botella bien llevado, su perfume eleva a pura lujuria algo
tan próximo y siempre subestimado como la tierra, el campo y las
hierbas que lo decoran.
Creen de
veras que las piedras no hablan? Que solo son las flores y el
exotismo tropical? Pues quizás deberían perderle el miedo a ese
lenguaje de la tierra con su paisaje de murallas graníticas
custodiando laderas imposibles. Allí y en su entorno se entiende
mejor el lenguaje centenario de Mas Igneus y su sorprendente conexión
con la sabiduría de Tondonia.
La de esta
Garnatxa es bastante más arrogante y directa. Evoluciona y cambia,
aparece la retama, la flor del tomillo y el limón escarchado. Tiene
la longitud de los rápidos montaraces, acaricia y sacude su acidez
mezcla de pizarras y caliza. Un vino expresivo y hermético si eso
pudiese combinarse en un término. Explosivo cuando amanece de sol
mediterráneo perdido entre hondonadas y trialeras imposibles. Un
Maquis.
viernes, 21 de julio de 2017
SLOWCOACHES_NOTHING GIVES_2016: TODO LO QUE ESCUECE CURA
Que los
planos se tuerzan justo cuando queremos trazar líneas nítidas y
rectas en este laberinto veraniego, es un hecho contrastado. Más si
cabe cuando con los brazos al cielo el lerenda (en este caso
quien firma), ve como en cuestión de cinco días cancelan dos de
esos conciertos salvadores a los que uno se aferra a las puertas del
infierno.
No son los
protagonistas, los motivos circunstanciales ni aquel abuelo que te
tangó la última botella de 3 lustros en un acto de humanidad lleno
de pedantería; que eso también pasó, pero es de otra fanega.
Que caigan
llamas del guardarropía de Sidecar y el repeinado líder de Orwells
ponga pies en polvorosa a la cuarta de canción, puede ser un
accidente; sí eso, un accidente. Que se nos venda como la
reencarnación de Daniel el travieso con la melena cardada, y se
presente con el look de Brett Anderson y se nos raje, eso... Yo a eso
lo llamo vendernos praliné tres colores por nocilla. Sí sí, mmedá
lo mismo que me digan inconsciente y rencoroso.
O se es
punky, o un domador de pulgas del circo cric. Ahora eso sí, los que
triunfaron fueron los organizadores y la sala Sidecar, de los que aun
estoy esperando una disculpa formal pública o por email.
Y que te
agarres como ángel salvador al bolo de Ron Gallo tres días después,
para que venga y diga que el zagal cancela por imposibilidad de
cuadrar fechas a un día de tocar el el FIB. Eso... yo a eso lo llamo
ser cenizo diplomado.
Menos mal
que mi socio Xavi, y quien aquí caza el mal de ojo al vuelo , nos
emperramos en dar el sentido real a las soluciones por encima de los
problemas. Y de lo que pudo ser un viernes desconsolado se hizo
tornasol:
Son la
gente, los líquidos por los que nos deslizamos, o el optimismo por
encima de la penumbra; que es relativa. La gente sobre los motivos:
Jackie, Georgia, Xavi, la amiga o la vedette. Pues no acostumbro a
maldecir el nivel de desgracia que debería hacer que me
compadeciese. Y prefiero pensar que hasta la vida es un accidente en
si misma, y nosotros la guerrilla que busca la contraofensiva; si es
con el estómago lleno mejor.
Porque
tampoco vamos a negar la complicidad del CELLER CAL MARINO con sus
platillos, vinos y jereces. Y la compañía y la oratoria que ayudó.
O la hierva camino de Singapur rematando de cabeza en fuegos
artificiales, con THE MEETUP y LOS BENGALAS untando de brillantina y
vainilla la noche.
De vuelta a
casa en virajes ortopédicos y luces que se traducían como
mensajería morse, atronaban SLAVES. Ese tipo de latigazos que
rubrican y ensalzan una noche como tal; singular.
Esos mismos
aguijonazos que suenan igual que las trompetas del apocalipsis, pero
más al estilo de Radio Prague. Confirmando de forma apoteósica el
objetivo, sea cual sea: El final de la jornada, el nuevo día o el
regate con grácil soltura de la enésima trampa del dios Xólotl.
Por eso,
cuando arrancó por primera vez “Living Out” al
rebufo del 2016, algo prendió la mecha. Algunos dirán que como
tantas veces a pasado, hay una generación en descomposición sin
marcha atrás que siempre se aferra al pasado: Fueron los 60, los 70
u ochentas, no se si los 90 van camino de convertirse en un mito para
infectados. Pero igual es el tiempo necesario para concluir con
certeza lo grande que fue algo. Hablamos de añadas, que igual son
décadas.
Los
muchachos de Leeds, SLOWCOACHES así pues, podrían ser ese eslabón
perdido capaz de aunar la rabia inocente de RAMONES y el vigor
prematuro de ASH: Punk con el miedo que da por pura actitud y esencia
por encima de la canción.
Un conjunto
de dentelladas con el revés de Serena Williams y el natural
atrevimiento de Kilian Jornet; magia y mala hostia.
NOTHING
GIVES le dio la extremaunción al 2016, como si las rebajas de
navidad nos obligaran a soltar lastre. Sólo que a veces, los que
como yo, saldan su deuda con las manillas del reloj a golpe de timón,
sucede. Y necesitamos el pescozón de los doce demoledores cortes que
dan cuerpo a este vigorizante disco.
Un debut de
largo el de este trío, que no da tregua de principio a fin. Con el
mérito incluido de defender como gato panza arriba lo que muchos ya
reniegan como Punk, Popunk o el fuzz que ahora prefieren etiquetar.
Sin saber del todo, si es que ya nadie esta preparado para el sentido
etimológico de la música o prefiere echar a correr cuando oye
hablar de las esencias más puras y virginales.
El caso es
que entrando a desbrozar. Nothing Gives tiene la ventaja sobre otros
elixires que brotan bajo la espesura. Que carece totalmente de
pretensión o de impostura con ánimos de caer en gracia. Suenan tal
y como lo haría cualquier banda lejos de la City, amamantados entre
Pubs, bancos de parque y depresión laboral. Música como arma
arrojadiza tal y como se escupe la creatividad por simple
supervivencia.
Quizás esa
sea la razón más evidente de la complexión de sus canciones: La
rabia, pero sin renunciar en absoluto a un sonido que hace especial
hincapié en el armazón y una sección rítmica martilleante. Esa
descarga que te destensa y afloja cada uno de los pernos que nos atan
a las obligaciones y esa maestría de driblar aguafiestas, compañeros
de trabajo impertinentes y obligaciones penitentes. Y que concluye a
la salida con refregón con sangre y todo de “Ex Head”,
impetuoso y hardcoriano. O “We're so Heavy”, como
bien dice su nombre le debe al inicio la oscuridad más propia del
black metal pero acaba inclinándose hacia al sonido americano.
No es un
simple disco confeccionado a golpe de guitarrazo y saturaciones;
sería lo fácil y predecible. Nothing Gives tiene la intención
clara de jugar con tics muy variados pero sin el más mínimo
titubeo. De la dureza a la melodía, y de la velocidad a una esencia
muy rockera, pero tan fresca como un chapoteo en aguas alpinas. Se la
juegan a una carta, y se nota cuando suenan temazos del calibre de
“Raw Dealings” o “Drag”; un
torbellino oigan.
Esa manera
de atacar las canciones por la vía directa incluye el kit de
supervivencia y un botiquín para lamernos las heridas. Gusta el
escozor y la obligación de subir el volumen, porque este disco lo
precisa. No valen tentaciones al desconsuelo ni lloriqueos.
Sus
canciones brotan con ímpetu bestial, y atornillan donde ya nadie
quiere apretar: Gimnásticas de pectorales y bíceps poderosos sin
aparentar más de lo que empuja la juventud de suburbio.
“Thinkers”
es ramoniana pata negra al más puro estilo Dee Dee. “Norms &
Values” se precipita igual que Mark E. Smith bañado en
espuma malteada, y salpica como su guitarra final; bestia, muy
bestia. Es una gozada para liberar tensiones, gritar y berrear,
golpear como baquetas el cambio de marchas y darle gas. Emociona ver
como la huida hacia sonidos placenteros solo tiene de cobardía y
comodidad lo que no de atrevimiento a la hora de enriquecer himnos
míticos. Basta con echarse a cuestas “54” con ese
golpe Made in Ramone puro e inmortal.
Tirarse
cuesta abajo con las cajas de plástico del pollero y hacerse mistos
los pantalones que tu madre te compró en “el barato” anteayer
cuando retumba “Levity”. Y sucumbir al desenlace
Punk fuera de toda norma, más que nada porque odio que no se llame
por su nombre a las cosas que en verdad no tienen nombre, pues son
parte de la semilla originaria. Hace falta envolver para regalo unos
tejanos raídos y una camiseta carcomida? No. Pues con la música
pasa igual.
Necesitamos
sangre, perder el pudor de parecer humanos defectuosos y
maravillosamente reales. Porque todo lo demás son inventos nos hacen
parecer productos prefabricados, en lo fiero, y en lo dulce.
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