Bodega:
Celler Frisach (Corbera D’Ebre)
D.O:
Terra Alta
Variedad:
Garnatxa blanca 100%
Grado:13%
Fermentación:
En piel/vino brisado
Crianza
en sus lías de una año, sin filtrar ni estabilizar, sin sulfitos
añadidos
Pago:
Finca del Quart
Suelos:
Agilo_calcáreo pedregoso
Cultivo:
Agricultura Ecológica
Precio
aprox: 12/14 Euros
Veo
allí la bandera blanca, sobre un promontorio imaginario. Sobre el
asta la moharra, y un brillo radiante de sol; testimonio de la tregua
del invierno tenaz. La gente sale a la calle como a chorros en busca
del calor solar, y las ganas por quitarse de encima abrigos,
bufandas, gorros y pañuelos es tal, que acudimos a un striptease
general. Si no es verano ya, lo declararemos a golpe de estado, o de
sitio.
Y
nosotros, que pocas veces seguimos los ritos de la semana santa, ya
sean de devoción o paganas. Hoy como la iguana asoma la cabeza al
sol, hemos ido a dar constancia de los especímenes que asedian el
encantador barrio de la Barceloneta; en persona y carne y hueso.
Creo
que sería inútil y de interés más bien escaso, intentar explicar
lo que se cuece en los alrededores de lo que antes era el rompeolas:
Allí
donde muchos de mi añada tuvieron su primer contacto con el sexo.
Ahora hay de todo menos intimidad, poesía y misterio.
Lo
que si hay es gente venida de todos los puntos del mundo, vendedores
ambulantes, y una especie de sensación de estar inmerso en un
vórtice desnaturalizado, egoísta y depredador; por lo menos para
mi, que asomo la cabeza cada muuuucho tiempo por esos lares (ventajas
de vivir a una distancia prudencial de la gran urbe Barcino).
Pero
también hay otras cosas en el trabajo de campo, en el ejercicio de
voyeur con el que imaginar escritos.
Hay
providencias igual que el polen de las Acacias sacudidas por la
ventisca, que de repente se plantan junto a ti: Las miras, te miran…
Y va a sonar a risa, pero la casualidad de escribir sobre algo que
irrumpe de nuevo en tu vida. Tiene que ser por fuerza el destino; del
cual no creo lo más mínimo, pero sí en la fuerza del querer. Para
que en la carta de vinos del oasis: LA MAR SALADA. Sea de nuevo este
Terra Alta ecológico que descubrí hace un mes en el Celler El
Vinyet de la Rambla de Poblenou y del que quería escribir. El que se
cruce en tu camino, como queriendo refrescar algo más que una mera
chuleta en un cacho de papel.
Un
arroz con alcachofas, trompetas de la muerte, espárragos y gambita
blanca de la Barceloneta. No solo tiene que tener como partícipes a
los comensales de este Restaurante donde lo rico resalta sobre
cualquier atisbo de lujo extremo, de cutrez turística o de espejismo
culinario. También otras razones que hacen de un sitio, algo
distinto del tumulto cazador:
Lugares
por ejemplo, donde se respeta el producto, la zona, y la cocina de
toda la vida, simplemente porque sus platos son ricos. Y que hacen
que una comida en familia se convierta en una especie de prismático
por donde contemplar paisajes mediterráneos.
El
arroz como vehículo identitario de un barrio pesquero que defiende a
capa y espada su existencia. Y un vino blanco de Garnatxa que remonta
rio arriba hacia el mirador de Corvera D’Ebre: Como parte de una
historia pasada trágica, y la juventud de sus gentes con empeño por
reflejar un terruño donde son sus antepasados los que donaron el
testigo sin apenas mucho más.
Los
hermanos Ferrer: Joan y Francesc. Puede que sean de la nueva hornada
de bodegas emprendedoras, la que mejor y con más fuerza elaboran
vinos de identidad. Y que al igual que pasa con la música: Que no
solo interpreten géneros con instrumentos concretos, sino que lo
hagan con un lenguaje revelador sobre el origen y destino de sus
creaciones.
En
el fondo, a diferencia de la música, el vino tiene la ventaja de
contar con las viñas, la tierra y su climatología. Algo que en
buenas manos y con buenos intérpretes, habla por si sola y obliga a
que las cosas sucedan según el curso de la naturaleza: La verdadera
y única protagonista del asunto.
LA
FORADADA, es un vino especial y hasta cierto punto extremo, en
concepción. Un blanco de Garnatxa blanca 100%. Esa uva que debiera
ser (y es), la PrimaDonna de esta D.O que como la Conca de Barberá,
ha crecido a la sombra de los exitosos Priorat y Montsant.
De
echo, Terra Alta tiene esa suerte de privilegio, o mejor dicho: algo
que la hace distinta por situación y paisaje, y que ahora algunos
jóvenes viticultores comienzan a valorar verdaderamente como único
estandarte.
Este
blanco en consonancia con el resto de vinos que elabora esta joven
bodega, tiene como denominador común el carácter. Vinos que
intentan hablar de un tiempo e historia; como lo es su otro gran
tinto, SANG DE CORB, de larga crianza y elaborado con Garnatxa Negra,
Peluda 20% y Cariñena.
Sin
crianza y con una larga fermentación de un año en sus lías (mosto
y hollejos); o como aquí se denomina junto al de otras zonas del
país, un vino brisado. Una forma de vinificar propia de los tintos,
que aquí en Terra Alta, se viene haciendo desde siempre.
Si
bien BÀRBARA FORÉS abrió una ruta en su forma de acentuar blancos
(sobretodo), y tintos desde hace aproximadamente 25 años. CELLER
FRISACH es entre otras, parte de esas bodegas jóvenes dispuestas a
otorgar la importancia que se merece Terra Alta: Tierra perdida
ribereña del Ebro, de Templarios, Sangrientas Batallas y cicatrices
dignas de serigrafiar con sangre de tierra, con vino.
LA
FORADADA es la desnudez escuálida y nerviosa de la tierra, de su
vista en las alturas, y su paisaje en definitiva. Un vino blanco sin
un vestido que lo convierta en algo que no es. Dicen de ellos: vinos
difíciles, que no son para todos los públicos; pero se equivocan.
Son vinos para valientes que quieren ver sin filtros la verdad con su
terror y su hermosura.
Ese
filtro de oro viejo como si abriéramos el corazón de un albaricoque
maduro. La lágrima densa que escurre filo abajo por las curvas
sensuales de la copa: esa concentración de azúcar licoroso y su
profundidad. De un perfume complejo e imaginativo, vislumbra su
condición de vino brisado, con esa personalidad inherente y
necesaria que le han dado sus pieles sin tener porqué pasar por una
crianza en barrica para domarlo; y al igual arrebatarle parte de ese
encanto desbocado, sincero y revelador para intentar entender esta
zona alta.
Con
cierta mineralidad de piedra blanca entre lo salino y un recuerdo a
la albariza de Jerez. El envolvente es de azúcar tostado y cereal
recién cosechado, de melocotón de agua, mandarina con un toque de
hiervas (romero,tomillo, manzanilla) en miel o infusionadas. Su boca
mucho más directa y vertical hacia el final produciendo ese salibeo
de la acidez y su ataque.
Es
untuoso lo justo, sin pasarse y se agradece. Tiene un final largo y
ligeramente amargante muy sabroso y límpido. Un vino gastronómico
que invita a acompañar con comida por su ligera salinidad, cuerpo y
voluptuosidad, con toques oxidativos según el día. Pero
increíblemente versátil tratándose de un vino blanco con atributos
de tinto, que se podría manejar tanto con pescados, mariscos, quesos
o carnes blancas. Que está perfecto para consumir en estas dos
añadas 2015/16, y que promete una evolución en la botellas que bien
valdría guardar cuatro añitos y descubrir sus misterios. Se lo
merece, de verdad.