sábado, 15 de diciembre de 2018

VIAJES , ENCUENTROS, Y CARTOGRAFÍA CARDINAL by Johnny aka Juanjo





Me imaginé una sola vez acompañado en el inmenso espacio, ese que por grande superpoblado y megainformado, hace solitarios a navegantes fuera de ruta.

La misma que en los 80’s, con las manos en el bolsillo y el cuello acurrucado sobre el pasamontañas que te compró tu madre, te hacía salir a la calle con la certeza de no encontrarte nadie con quien hablar de música.

Te zambullías en las cubetas, cajas de cartón de los encantes y mercadillos llenos de burrisoles, y te ennegrecías de polvo las yemas de tus dedos buscando una portada atractiva.

Sin apenas dinero para poder comprarte un escuálido Popular 1 o alguna otra revista con bandas escritas en clave. Solo quedaba la intuición, el vuelo sin motor, o la caída libre.



Había sabios, de amigos muchos que te contaban sus viajes a ferias de Barcelona o Girona como los de Marco Polo. Descubridores como Colón que siempre eran los primeros en escuchar sus cánticos de sirena. Los que adquirían un Melody Maker y hasta lo entendían e interpretaban.

Cajetas y carretas de cassettes repletas, con compilaciones regrabadas miles de veces, y si con suerte te ensartaban, indultadas y condecoradas con una hermosa portada casera.

Todavía conservo un cajón lleno y pese a que llevo poco equipaje en mi viaje. De los cassettes, sin mal nicho donde hacerlos sonar, no puedo desprenderme aunque lo pretendiera.





Han pasado los años; treinta desde aquellos tiempos.

La rareza de nuestros amores han fluctuado en modas, en celebraciones indies e incluso en multitudes que emprendieron tu mismo viaje.

Pero en realidad y pese a la llegada de internet, el consenso de lo alternativo como moneda de cambio, y el comercio masivo de TODO lo que se pueda vender y te haga distinto o exclusivo. La soledad sigue siendo más o menos la misma; si nos referimos a la pasión por lo indefendible o la ilusión casi infantil de acometer el disfrute como un juego entre muchos amigos y de lema: Cuantos más, más risas y múltiplos de historias son.

Me embarqué en un viaje sin retorno dentro de una pequeña cápsula y una miserable bitácora de manual. Y no fue hasta pasado un año, en Octubre del 2010, cuando me crucé extraviado con Txarls. Y un año más tarde (en las navidades del 2011), cuando tomé tierra en el Espacio WoodyJaggeriano de Johnny, saltando de liana en liana y de blog en blog.



Desde entonces, o por lo menos desde donde puedo más o menos señalar, no he vuelto a viajar solo por la blogsfera: Esa galaxia casi invisible donde se narran las historias más auténticas del subsuelo y el fondo marino en forma de noche cobalto.

Sin pretender que fuera una consecuencia con intención o ni tan siquiera un plan previamente urdido. He descubierto que la soledad esa de la que he hablando, cuando costaba encontrar interlocutores que hablaran tu misma lengua en décadas (y sin referirme a gustos, por supuesto), no es tal. En realidad no se trata ni de buscar.

Hay señales en el basto espacio que trascienden al inaudible murmullo, incluso al escándalo. Algunas que ni siquiera entiende la mayoría y que con una mirada o gesto otros sí.



Y Juanjo probablemente, es esa especie de navegante galáctico digno de aventura gráfica, sin rumbo fijo; que no a la deriva. Y como otros. No se si por el destino, que no creo en él, o por los designios de quienes se sienten solos y buscan. Nos ha agrupado en una nebulosa donde el gas y el polvo, son en realidad ideas, letras y notas musicales.

Un pequeño ecosistema que inevitablemente se alimenta de la vida del narrador. De la segunda persona, o de esa voz en off que acaba saliendo al centro del escenario de una patada, la que te dan tus pasiones y escritos. Y que te demuestra que en realidad, cuando escribes sobre estas cosas, hablas de tu vida sin quererlo.

Y no es cuestión de encadenarse ni al pasado ni al presente, no. Sólo consiste en cogerse de la mano y viajar en compañía. Por más solitario que parezca y por años luz que aparentemente separen nuestras coordenadas.



1050 DISCOS CARDINALES es ese cardiograma a base de pulsos vivenciales y melodías en forma de discos.

Un viaje con 1050 paradas únicas, pero también 1050 motivos para abandonar la comodidad de nuestros gustos y explorar nuevas rutas necesarias si uno no quiere ser esclavo de su zona de confort.

En definitiva, una invitación a explorar territorios excitantes donde no hay mejor enigma que el compartido a viva voz. Dejarse derretir entre las rejas del tiempo y colarse entre sus grietas.

Manual para algunos. Atalaya para otros, que sabiendo de gustos propios quieren encantarse con ajenos y que para su sorpresa acaban siendo comunes. Un quitarse el cerumen de las orejeras y los blinkers del mortífero exclusivismo actual . Para zambullirse a pulmón en un libro de oxigenantes branquias por hojas, con el que recorrer una particular y singular travesía musical histórica y a la vez autobiográfica.





El 29 del presente mes de Diciembre del 2018 a las 18:30. En la mítica DISCO100 de Barcelona, en pleno Barri de Gràcia. Tendremos a Juanjo surcando vinilos de aquellos que ilustran toda una vida: la suya, la nuestra y la de quien se quiera acercar a compartir carne y hueso, y un mucho de emoción narrativa en forma de libro.

Allí estaremos como bien dice él: los suficientes. Ni uno más, ni uno menos.

Viajeros como es mi caso y la de muchos otros. Que dejamos de hacer esta travesía por un mar y espacio de música inabarcable y felizmente todavía por descubrir, en soledad. Y donde las millas de distancia y la oscuridad, no impide encontrarnos como polillas en la noche. Para compartir y disfrutar de aquello que nos une: pasión, amistad y generosa complicidad.
Os esperamos!!



sábado, 8 de diciembre de 2018

NIÑOS Y NIÑAS!! LA ÚLTIMA PLAY DEL 2018, JUGÁIS?




Se acerca y viene decidido. Otra Navidad, otro final, otra historia que se repite y de la que te han contado ya el final infinidad de veces.

No es el desastre, es otro año y sinceramente importa una mierda tu cumpleaños porque sabes que la decadencia, menos cuando se es un niño, se mide en el año y no en el cumpleaños; cierto?




Cuando llegan estas fechas tienes pocas opciones.

O te dejas arrastrar por la corriente y pones los ojos en blanco; lo cual no es muy saludable. O te vuelves de golpe un niño chico; en mi caso un poco más chico si cabe.

Recuerdo que antes de crecer y se me llenase la cara de acné purulento. Cada noche que desplegaba esa cama adosada a la pared para irme a dormir, la que tanto furor causó en los 80’s. Soñaba despierto en la vigilia mientras escuchaba la radio a oscuras, que bajo ella tenía una trampilla con un pasadizo subterráneo que me llevaba hasta los almacenes Ferràn que estaban a 200mts de casa:

Ya sabéis, ese primer comercio tipo “hiper” de los 80, con un porrón de metros cuadrados dedicados a la electrónica, juguetes... Y cualquier cachivache que hiciese que una familia humilde de barrio viera allí como una instantánea: EL PARAÍSO; o lo más parecido. En otro escalafón estaba el Carrefour del Prat del Llobregat (donde mi madre sisó mi primera anorak; por ignorancia e inocencia claro está). La primera gran superficie abierta en España hace 45 años.



Sencillamente la abundancia; para que adornarlo tanto. O tener lo que no tienes.

Al final, y de tanto desearlo y no tenerlo, la verdad es que agradezco no saber lo que es tener lo que deseas, y conformarte. Y sinceramente, para jugar lo que es jugar, como criaturicas que todavía somos, nos cabe todo en un bote de Colón como el que tenía de chico repleto de soldaditos de plástico.






Una treintena de canciones que te las puedes llevar a cualquier lado. Las puedes incluso memorizar y canturrear.

Da para jugar en grupo sin acusar la multitud y en cualquier caso hacer cuentas sin trifulcas ni demasiadas discusiones. Y además, la música y las canciones en concreto, tienen ese poderoso influjo que ejerce de coordenadas para agrupar almas perdidas entre el tumulto; compañeros de juego en definitiva.

Entre ellas no encontrarás seguramente ritmos de moda. Hace poco un amigo me dedicó el piropo de: “eres un romántico”. Y yo lo cogí al vuelo como quien no está de moda. Todo un cumplido, pues no hay mayor satisfacción que no hacer las cosas siguiendo a la mayoría. Quien si no iba a arar el campo en busca de oxígeno, lombrices y sustrato? Lo decía Fernando Alfaro: “Acaso te crees que son los exitosos los que remueven la comodidad de los butacones de la cultura?”



De todo este montón de canciones (juguetes) con los que estimular los sentidos. Yo he escogido unos cuantos que resaltar. Básicamente, porque creo sin dudarlo que son joyas preciosas que harán las delicias de los jugones de ésto, que es la ludoteca de la vida:





THE RALLIES_AN INTRO



Originarios de Tacoma, y con un fabuloso Lp a sus espaldas de hace un año. Y que pasó sin más pena que gloria sino, intuyo, fuese por este Ep en forma de anzuelo.

Nos han traído un cuento de aquellos con desplegables, para oler entre sus páginas y hasta acariciar como el bellú de fucsia con las mejillas, en las cuatro preciosidades de Powerpop melódico que incluye.

All of Us” es rendición absoluta. Una de esas canciones sucesoras de otras tantas que te vendrán a la memoria. Y que quiebran corazones de frágil enamoramiento, porque sencillamente, evocan esos momentos pasados de tu vida que son los que te enterrnecen como el dátil que se funde en tu boca. O el alto en el camino de “I you Do”; más californiana, que de la costa este.

Con estas dos ya es más que suficiente para hacer constar su talento para tejer melodías pluscuamperfectas. Y la espera que se hará larga no lo dudo hasta que nos entreguen más material en forma de largo. El resto, ya os lo digo, le sigue a la zaga. Repostería de la buena.




THE DEVONNS_THINK I’M FALLING IN LOVE



Su ubicación en Chicago no podría ser más acertada; cuna de la música negra.

Solo disponemos de dos pedazo de canciones que son más o menos, como esa tortura maldita de la cita postergada por nuestro amor de la vida. Mezcla de sufrimiento y placer al recordar esa noche infinita en la que nos conocimos, nos besamos, bailamos y nos derretimos.

Un Soul de satén tan bien ejecutado y de una fidelidad tan maravillosa, que nadie diría que se ha escrito en el 2018. Y un maná regalo de los dioses, que solo sucede cada mucho tiempo.

Tras él, está Mathew Ajjarapu más Khalyle Hagood (bajo), Khori Wilson (batería) y Cam Cunninghan a la guitarra. Han grabado este single con el respaldo nada más y nada menos de Paul Von Merteens (Paul McCartney, Marvis Staples, Elton John) y Ken Stringfellow, guitarrista de The Posies, Minus 5 y REM; entre otros. Quien ha producido los arreglos de cuerda de los dos temas en cuestión.

A tener en cuenta, aunque solo sea una anécdota si la comparamos con el talento innato de este chaval para construir exquisiteces como las que nos ocupan. Y que sea una simple afición mientras se preparaba la carrera de medicina en la facultad todavía le da más mérito.







MIKE KROL_POWER CHORDS (adelanto 2019)



Apostamos porque este joven angelino dará que hablar el año que viene. Que es cuando publicará su cuarto álbum de estudio, y segundo en Merge Records.

De la escuela garajera californiana. Sus efervescentes vitaminas Made in garajepunk 70’s están más emparentadas con Mike Cronin que con la escena psicodélica de la zona, donde los proyectos crecen como las setas en otoño. Y no siempre pasan la criba de calidad/personalidad tolerable por un casi cincuentón como yo.

Sin embargo Mike Krol tiene algo que lo hace distinto al resto. Y seguro que en gran medida es su facilidad tan ramoniana para para hacer microcanciones directas en vena. Y que parezca haber encontrado la fórmula para que las mismas, acaben siendo canciones con más entidad y minutaje. Acercándolo a la impronta Pop que con tanto acierto nos legaron bandas como los Undertones.






Creo de verdad que estos últimos latigazos de este convulso 2018, nos ha traído verdaderas joyas. Que bien sea por el calentón y la emoción, o sencillamente porque el desangre nos empuja a agarrarnos con desesperación a lo que será recuerdo. Han variado el pronóstico tan magistralmente, que va a costar asociarlos a la añada.

En realidad pienso que el tiempo con sus vallas y delimitaciones, en realidad es poco más que una etiqueta; igual que estilos, décadas o corrientes. Cada vez tengo menos necesidad de asociar los hechos a efemérides y sí a consecuencias.

Somos como la hoja que se lleva el viento, flota en el aire, y está a merced de las corrientes invisibles y variables. Somos accidentes de paso, intrascendentes pero necesariamente seres vivos con la urgencia que da tener que alimentar; el espíritu a ser posible.

Lo demás son ritos impuestos por las costumbres del más alto estamento. Y nosotros? Nosotros estamos para romperlas. No es cierto?


01_DEAD COMBO_In a Melltron
02_DOG POWER_Love Potion
03_RICHARD SWIFT_Nancy
04_THE MEN_Wasted
05_LIONS OF DISSENT_Honey from hell
06_JOHNNY MARR_The tracers
07_WE WERE PROMISED JATPACKS_Hanging in
08_THE LOW ANTHEM_Cy twombly by Campfire
09_THE GOOD, THE BAD & THE QUEEN_Lady Boston
10_BILL RYDER-JONES_Mither
11_ALL INDIA RADIO_Monsters
12_CALVIN LOVE_Wildflower
13_GEISTFORM_Panorama
14_LA ESTRELLA DE DAVID_La canción protesta
15_TROPICAL FUCK STORM_Two afternoons
16_DR DOG_Virginia please
17_THE OCEAN PARTY_Back on
18_J MASCIS_Cut stranger
19_THE RALLIES_All of us
20_MIKE PACE & THE CHILD ACTORS_Escape the noise
21_ANDY KETCH_I wish that morning sun was rising
22_MIKE KROL_Little drama
23_DOT DASH_Unfair weather
24_SEA PINKS_Bioluminiscence
25_THE BLACK WATCH_Georgette georgette
26_THE CHILLS_Complex
27_MORRISSEY_Back on the chain gang
28_KAELAN MIKLA_Nornalagio
29_TALKING BUSH_I cannot dance
30_THE DEVONNS_Think i'm falling in love

jueves, 22 de noviembre de 2018

CREPES_IN CAHOOTS_2018: VERDES PASTOS Y RETOZOS EN LAS ANTÍPODAS





Salimos de madrugada con la fresca; ahora que imaginamos en sueños la humedad y el sopor veraniego.
Oigo un grillo y hasta puedo imaginar el trajín de los entoldados ribereños por la noche a orillas del Yarra. El chocar de las cervezas y las carcajadas cacofónicas resonar en la oquedad de la noche. También las sudorosas noches sinfín con melancolía.

Odio el frío, es un hecho. En cuanto el tiempo cambia, mis destrofiadas rodillas gritan como cabronas, se endurecen como cantos rodados, y me arrodillaría pidiendo sol, si no fuese porque cada menisco parece un clavo que se me hunde hasta las entrañas.
Tiempos de felpa intentando remedar la toalla en la playa de tórridos soles y deshidrataciones gaseosas. De vermutes densos y negros como la madre contenedora tina de la bodega del barrio que la cobija. Y de sopores que demandan ayuno, y solo embriagez preciosa.
De esas que solo piden mirar al sol de frente y cara a cara, para que el deslumbre y lagrimeo te noquee. Siendo el sofá el que te amortaje juntando la sobremesa con la noche ¿tan rápido es el impás verdad? Que para qué poner una película, si solo será la anestesia definitiva.


No hay mayor placer en la vida, que no hacer nada… por el simple hecho del deber y la omisión concienzuda. Dejarse arrastrar por la corriente igual que las fiestas de Lizarra, río Ega abajo con los brazos en cruz y de cara a las estrellas de la Virgen del Puy. O las tempestades que se empeñan en teñir el cielo de plomizos y los torrentes de sangriento rojo lodazal. Que sean las arbitrariedades las que modulen tu paso, lo cambien y rompan filas porque sí, y no porque te lo propongas. Que lindo!!
Cuando echa a rodar un disco y te atropella en pleno paso de cebra. Cuando las canciones francotiran sin piedad, modales, ni alfombras rojas por las que desfilar moviendo las caderas. Es casi mejor alzar los brazos y cerrar los ojos; que sea lo que dios quiera.




Estos últimos meses del ya bendito decapitado 2018, parecen querer rompernos el pronóstico igual que un cambio climático musical. Y me ha salido al paso un primor de disco, que igual por mi ahogada añoranza a base de chubascos aquí, en mi exilio barbastrino. Agradezco su aparente ligereza, igual que un vejestorio su ungüento para el reuma.
Son CREPES, un quinteto mozo de Melbourne. Los que con un segundo disco empeñado en resucitar los viejos clamores de la pista de baile, han proclamado en mi casa el jolgorio sin más armas que el sentido práctico de sus composiciones. Uno de esos conjuntos de tonadillas escapistas y atinadas, que no pretenden más que hacerte disfrutar sin álgebra ni parábolas sesudas que valgan. El mismo arte de unos primerizos The Charlatans o Stones Roses, pero con un poso de santo y seña Australiano que hace que su segunda entrega sepa beber de tantos manantiales como oficio pongan para difuminarlos.

Sus atributos? Hacer que el excedente y exceso de bandas como Tame Impala o Pond, sea para ellos un lastre inútil cuando hay mejores lecciones en el sentido práctico de Devo, Gary Numan o el sixtyPop Beatlemano o de los Kinks más melódicos. Para que al final solo parezca un SynthPop de pedigrí y con una riqueza la mar de interesante.
Y probablemente es que tenga que ser solo eso: Canciones que brillen, capaces de hacerte olvidar del sinfín de referencias y a la vez congratularte de que por fin sea así. Chaveas con un enfoque a la altura de eso tan feo y sobrevalorado como “el buen gusto”y sin embargo tan natural.

As you Go” arranca con cuatro acordes tan y tan típicos y malditos… Sí sí, son los Doors. Mismo caminar, tics y sensaciones de softpop o funky de polipiel. Guiños sin rubor que seguramente porque la mayoría se empeña disimular tornándolos modernos, la cagan. Ellos, no, Crepes no suenan modernos en absoluto, pero tampoco un revival tan simplista como para repetir la enésima cagada de hacer un clon, pero en versión mala.
Van a tiro fijo, y posiblemente se queden con lo infalible de “High Time”, de una orgánica que declina en el arreglo útil como un pulltap’s. La línea de guitarras magistral de “Dark Demos” y la sensualidad con la que manejan teclados, coros, línea de martilleante rítmica. Que sorprende porque no es que hayan inventado la bicoca, pero es que lo hacen tan bien los jodidos.
Como aquel “Give Me Back My Man” de los B52, irrisorio antaño, ahora una pequeña joya del New Wave más bailable y hedonista.
The Drag” pellizca como la misma chicha de los tintos jóvenes con crocante acidez final. Coqueteando con con la elasticidad reververada, y rozando el larguero del hit ·INDIE” mayúsculo.
Con la única diferencia que les otorga la deferencia con el pasado. Cuando entrecomillan con un separador de plástico coloreando antológico, y se marcan este “I Was a Kid”. Que para mi, es su mejor y más nutritiva baza. Lo que los diferencia en definitiva, de otras muchas cosas que hacen que la escena actual se me antoje anodina, lineal; que me aburra soberanamente, vamos.
Se pueden hasta permitir la frivolidad de “Bycicle Men” y caer de pie como el gato de tu vecina. Y es que no solo se guardan para los postres los pastelillos de almendra, borrachos y garrapiñados. Como la flipada “Life is Past”, que te cala los dientes con esos slides enfermidos. Sino que remata con vinos dulces viejos, criaderas sin fecha actual y hermosuras del calibre de “On My Down” y “The World Ain’t Too Far Away”.
Dos canciones que por si solas, ya obvían la horrible portada y un nombre que posiblemente pasarías por alto por simplista. Si no fuese porque estamos ante uno de los álbumes de POP poliédrico más balsámicos, masajeadores y entretenidos del presente año.
Se me ocurre, y se os ocurrirán infinidad de adjetivos más, seguro. Pero yo me quedo con lo oportuno del ungüento. Y el acierto de este tan distinto segundo disco que ilustra a la perfección el término “a granel” o excepcional en la música de nuestros días. 



viernes, 2 de noviembre de 2018

EL TIEMPO PASA, Y HAY DISCOS QUE LO DETIENEN: BRITISH SEA POWER_LET THE DANCERS INHERIT THE PARTY_2017





Parece que hay algo en mi organismo, que hace que lo que sucede, me sobrevuela, o aparece por sorpresa. Me produzca un efecto cada vez más, a medio o largo plazo: Cuanto más veloz es todo, menos prisa tengo para que el efecto sea inmediato.
No pasaba cuando tenía veinte años, e incluso no hace tantos. Ahora que no hay rincón del planeta que no se convierta en una plaza de abastos con buffet libre. O que parece que todos tengamos una urgencia casi apocalíptica por llegar los primeros, digerir y cagar los placeres de la vida y por supuesto, que todo el mundo se entere. A mi me ha dado por escampar cada caja del trastero, evento o suceso, y mirarlo como quien siembra su huerto y lo deja crecer.

El disco de mis adorados BRITISH SEA POWER fue un ejemplo bien claro de esta causa/efecto.
Un álbum de doce canciones, que regresaba tras seis años de interrupción desde su magistral VALHALLA DANCEHALL/2011. Aunque entre medias hubieran otros tres discos más que a mi no acabaran por encandilarme. Y que sin tener la menor intención de penar, expiar pecados o maldecir mi desatención. Ya me he convencido de que las cosas no deben pasar cuando o como uno quiere.

Ni siquiera apareció entre mis discos favoritos de aquel 2017, casi siempre condicionado por un temario muy intimo y personal que parece ser, es mi galga auditiva con la que me dejo follar o me vuelvo un amante quisquilloso.
Pero hete aquí, la música y otras muchas cosas deben estar igual de supeditadas a los bioritmos lunares; en el fondo somos igual que las plantas, seres vivos concebidos bajo el influjo de la luna.
Solo así entiendo, y acepto. Que un año más tarde. Lo que me pareció descafeinado y excelso en armonías blandas. Cuando buscaba (igual), riscos y escaladas libres. Se me aparezca un buen día al volante (como suceden todas estas cosas), como la virgen de Fátima dando hostias correctivas y misericordia a partes iguales.


La banda de Brighton nunca fue una banda revivalista de PostPunk al uso, aunque por aquel 2003 de su debut, cayeran en el mismo cajón de Interpol, Arcade Fire, Killers, Editors o los primeros Franz Ferdinand. Pero con esa misma futilidad, quedó relegada igual que una infinidad de bandas a esa división mucho menos mediática y efectivista.
Abstractos, irregulares en su mensaje, poco dóciles y más consanguíneos con bandas como Gorky’s Zigotic Minci, Desert Hearts o los poco entendidos Life Without Buildings. BRITISH SEA POWER han publicado siete discos, y ni uno solo que no se revalorice con igual intensidad, interés y complejidad atemporal.

LET THE DANCERS INHERIT THE PARTY no es una excepción aunque sea la antítesis de aquellos primeros escarceos neo postPUNKS del nuevo milenio.
Sin embargo en su genuflexión hacia sonidos más dóciles, armoniosos y melancólicos. Han convertido su enervación primeriza en suavidad panorámica, con la misma inocente intención de perpetuar a bandas como Psychidelic Furs, Talk Talk, o Echo & the Bunnymen. Siendo a día de hoy, y perdonen lo rotundo de la afirmación, la única banda capacitada para crear ese mismo clímax.
Discos que igual hay que escucharlos con más atención, o al contrario, con el audífono del corazón para hallar esa magia vaporosa tardía de la que os hablo.

Sus primeros adelantos “Bad Bohemian” o “Keep on Trying (Sechs Frounde)” presagiaban otro disco más en la línea de Vallhala Dancehall, como hits infalibles. Pero lo cierto es que pasado ya más de un año, es la belleza del conjunto la que hace de este trabajo como una de las obras cumbres del Postpunk melódico de esta década.
El brillo mustio y mohoso de “Sait Jerome” por ejemplo, supera cualquier expectativa creada por bandas con más pedigrí que ellos. Su simbiosis con “Praise for Wathever” alcanza cotas de maná nostálgico fuera del alcance otras que han intentado en la actualidad resucitar aquella magia de los 80’s o 90’s. House of Love, The Church, Comsat Angels, Cocteau Twins, Easterhouse, la épica de New Model Army o el esoterismo de The Mission.
Y con todo y eso, sus canciones más terriblemente espléndidas sucumben a un conjunto armonioso, poético y orgánico. Esa cúspide inalcanzable por Depeche Mode, Suede o si me apuras Nick Cave, cuando intentan emular las sensaciones que te generaba escuchar canciones que se han convertido en tu cardiograma emocional. Ellos sí, y sin la más mínima ínfula.
Solo así se entiende que acabes rendido en otras sobre el guión, menores. Como “Want to be Free”, “Electrical Kittens” o “Don’t Let the Sun Get in the Way”, que no hacen mas que dar sentido global a la colección. No solo por eso, sino porque en realidad son tan o más grandes que las más evidentes.
What Do you’re Doing” es una preciosidad levitante entre el falso mainstream y la realidad de una gran canción sin fecha. La primera que nos eleva con solo de guitarra sin más; tan significativo por eso… Son esa especie (supongo), de señales y jeroglíficos pertenecientes a una época, de la que pocos ya, saben volver a recrear. “A Voice of Ivy Lee” vuelve a incidir, consciente de que la bravura otrora de los de Brighton aciertan de pleno cuando deciden que el revival ochentero tiene más de pulso que de excesos. Una realidad que a veces chirría, pese al jolgorio, en buenas nuevas como las de Protomartyr, Shame o Idles y que aquí se sostiene sobre el hilo de aquel “Lovely Day Tomorrow” con el que los conocí hace 15 años.

Que la banda de Jan Scott Wilkinson y los hermanos Hamilton, haya lanzado el corsé hace tantos años bien lejos, y regrese sin la más mínima presión de trascender. Hace que cada uno de sus nimios discos sobre el papel, sean, en profundidad un espléndido lienzo donde recrear el espíritu.
Y que canciones como “Electric Kittens” emerjan ahora, como defensoras de la oda romántica a ultranza de incomprendidas FROM DE SEA TO THE LAND OF BEYOND/2013 o SEA OF BRASS de hace tres años, una celebración sólo por tipicidad. Con la medio desdibujada e invisible estampa de un promontorio apenas devorado por la urbe, donde “Sait Jerome” y “Praise for Wathever” son la cúspide de atípica elegancia. Todo eso es, a mi parecer, lo más excitante de la música y los devenires:
Dejarte asaltar por aquello que no es obvio, que pierde la tanda por timidez, y que no es evidente. De las apariciones

miércoles, 31 de octubre de 2018

FUEGO REAL: THE LIMIÑANAS EN LA [2] DE APOLO_BARCELONA_18/10/2018




Han pasado ya la semana y largo, seeeeeeee. Tantos, que a las puertas del homenaje a los difuntos con el olor a castañas y los generosos ya en la pituitaria. Todavía cavilo si colgarlo, o colgarme.
Y si es verdad que el desdén reinante en mis días de aquí pa’llá hacen que esto parezca de todo menos un blog bitacoriano ágil, audaz y puntual como un clavo. Es sencillamente… por pereza sí, lo confieso.

No una pereza de esas de dejadez y pasotismo, no. La mía es una pereza o mejor dicho, un piano pianissimo más parecido al del yayo del bar de Can Valls de Sant Martí Sapresa. Que nos servía los cafés a su ritmo: Sin la prisa que llevamos siempre a cuestas los de ciudad.
Toda una lección de bioritmo cotidiano magistral, que ahora, 15 años después, la elogio y valoro de manera cuasi dogmática.

Por eso, y pese a que ya han pasado más días de los que la rigurosidad internética exigen. Tampoco voy a dejar que el fantabuloso recuerdo de uno de mis mejores directos en años, se desvanezca en la nebulosa de mi… “espera que ahora voy, y nunca vengo”, de mi adorable hijo de 16 años.
No, si algo hay claro de este blog al margen de recomendaciones espaciaaaaaadas, top lists del año, compilaciones musiqueras y alguna que otra cosilla más mía que de interés público. Es el diario más o menos vivencial de este periodo de mi vida (mu chulo), y a sabiendas de que con los años la vagancia se me acentúe, no sea que no tenga donde mirar para contárselo a mis criaturas.


Y así fue, y no exagero lo más mínimo. De tantos conciertos memorables e inolvidables a mis espaldas: Siniestro Total’85, Ramones’90, Morrissey’99, Jesus & Mary Chain’90, Pavement por tres veces, James 2001 y montón más que me sería imposible enumerar. El que nos regalaron el dúo de Perpignan con Marie y Lionel a la cabeza junto al séquito que lo convierten en ocho (bailarín vacilón incluido ¿el del video de Dimanche? Pues sí). Será el mejor de este 2018 seguro. Y sin dudarlo ni un segundo, uno de los diez mejores de mi vida.
Que igual me excedo y entra en escena sin reflexionarlo sensatamente, eso de la sugestión del momento. Y las muchas ganas que tiene uno de que de una maldita vez, todo suceda como antaño: Con actitud, como si no hubiese un mañana y… Sobretodo, y pese a que sobre el papel, THE LIMIÑANAS pueda parecer más una banda de atmósferas y estética sonora. Sonaron sobre las tablas con el rigor contundente y pasional que se le presupone a quien venera a bandas como The Cramps, Velvet Underground, Lords of New Church, The Brian Jonestown Masacre, Joy Division & derivados, Jesus & Mary Chain... Y en definitiva, todo ese rollo alternativo que bebe de la vertiente arrastrada del rock americano y puramente oscura o enfermiza, que de la estéticamente tradicional y bonica. No se si me explico.
Resumiendo y abreviando: demenciales, hipnóticos y glamurosos. Pero glamurosos con vicio, sabéis? Que igual debe ser una enfermedad no diagnosticada, pero a ver, ¿creéis que Nick Cave mola solo por sus canciones? Y una mierda!!
A eso me refiero.


El repertorio que desplegaron, ya con las intenciones claras tras telonear a ALLAH-LAS y casi reventarles el concierto a los pipiolos, o tomar contacto en las fiestas de Sant Boi junto a FLAMIN’ GROOVIES. Era el mismo capaz de generar la energía suficiente que eleva aparatos del demonio, y a ti mismo dos palmos del suelo. El que se basta de la sinergia instrumental de siete músicos en el escenario sobre un público, que bien pudieran ser bielas en baile. O el que agitan a la platea como átomos en fricción. Es el Rock amigos!! Sí, así, en genérico.
Porque a THE LIMIÑANAS les queda muy chico y ajustado el tirar de etiquetas. Y pasando por el reputado filtro sesentero francés marca Serge Gainsburg, todas y cada una de las etiquetas, géneros o bandas a las que te puedan recordar. Se quedan en un mero Loop de aires Krautroqueros de lo más kisch y sucio, con una personalidad tan de ellos. Que al instante, dejas de pensar en esas mierdas y las aceptas como benditos atributos bien llevados.

Seguramente porque desde el minuto cero y las casi dos horas de concierto, tiran sobretodo de artillería rockera; esa que nunca falla.
Que sí, que aparecen de aquí y de allá los fantasmas del sacrosanto olimpo.
Pero es ese tul de Pop psicotrópico a veces tan de Stereolab bien empapado de Garage azabache, el que acaba haciendo que no sea nada exactamente y sí lo mejor de cada uno. El argumento perfecto que debería hacernos olvidar con nostalgia las bondades de Black Rebel Motorcycle Club, o en lo que deberían haber sido ser los Black Angels.
No le des más vueltas y vive ahora y ya lo que toca, que nada dura para siempre!!

La pseudosurfera y road negroide movie “Overture”; instrumental con la que han abierto todos sus sets. Y que nos encomienda de inmediato a aquellos rare grooves anónimos de las series Blow Up 1 y 2, o de los artefactos de Keb Darge en el Legendary Wild Rockers. O la “Melamore” de su anterior disco, convertida en una andanada de rock caústico casi apocalíptica. Dan buena cuenta de que su formato/aspiraciones sobre el escenario, va más allá de mero ejercicio psicodélico tan manido ahora, como falto de texturas.
Aunque siga pensando que canciones como “Down Underground”, “I’m Dead” o “Stella Star” de épocas pretéritas, con Iván Telefunken a las distorsiones y órganos, ejerciendo bien en el centro de la escena de chamán poseído, no tenga precio ni competencia. La riqueza musical que han ido adquiriendo a lo largo de sus casi diez años de carrera, junto a toda la tropa que se les ha ido uniendo (Pascal Comelade, Peter Hook, Bertrand Belin, Anton Newcombe, Emmanuelle Seigner) o el susodicho. Hacen que la experiencia musical de un simple dúo, se convierta en un cajón de sastre sin limitaciones sonoras ni condiciones creativas.
En parte me recuerda al invento de Ian Button (Death in Vegas), y ese concepto sonoro sin limites llamado Papernut Cambridge. E inmediatamente entiendes esa especie de conexión atada a la batería mantra de Marie. Por donde todo fluye como un estado de pura hipnosis y en directo amigos, en directos crece como un suflé bien proporcionado.
The Gift”, “Dimanche”, “Istambul Sleepy” son así, consecuencia y una parte ínfima de la punta de lanza de un repertorio extrañamente todavía por descubrir. Y la aparente sencillez con la que muestran su manera de confluir y hacer suyas versiones como la demencial “Gloria” de THEN, o la “Mother Sky” de CAN. Entre otras regeneradoras de los Bunnymen, Beach Bitches o Lords of New Church.
Mientras, hay fenómenos que llenan salas y en tres discos rinden más pleitesía a las apariencias y al porte que a la efectividad. THE LIMIÑANAS son apenas unos desconocidos para aventureros sin miedo a mancharse. Y que entienden el directo como parte vital de expresión artística y contagiosa de esta enfermedad nuestra.
Posiblemente sea esa desde siempre, la diferencia entre el riesgo y la comodidad. Lo alternativo o lo aburrido.