martes, 21 de mayo de 2019

MILAGRITOS DEL NIÑO JESÚS!! CELLER MASSÍS_ BLANCO 2011

 



En busca de lo anómalo, del salirse de los márgenes y huir del fast pleasure. Tengo un vicio incorregible de buhonero reciclado por investigar, no solo en el pasado propio, sino en el ajeno.
Y es curioso desde luego, como al hacernos mayores tenemos una indecente obsesión por rehacer el camino andado.

Por allí y por aquí nos dejamos un montón de cosas perdidas en nuestra desmemoriada capacidad por retener solo recuerdos. Sin llegar a cerciorarnos del como ha afectado el paso del tiempo, a nosotros mismos y como la erosionada química del paso del tiempo cambia radicalmente nuestro criterio.
Cambiamos y evolucionamos. Lo cual no quiere decir que seamos más sabios, ni el resultado de la fórmula sea de matemática exactitud.

Pasa con la música: Esos ritmos que te contorsionaban bajo la luz ultravioleta y espasmódicos flashes que ralentizaban nuestras noches sin fin a ritmo del House ochentero ahora mal reciclado, o el Chicagosound discotequero embadurnado de Soul Neoyorkino made in Mancuso.
Todo emerge como modas de éxtasis juvenil, aleluya!! rebeldes con baberos, rodilleras y chichoneras. Y nuevos e irracionales fascistas que autodenominan liberadores; aunque aquí sea lo rancio, igual que quien te vende un made in China por vintage.
En el trabajo de campo hay que estar bien atento para que no te la den con queso. Ya sabes que en esto de ser exclusivo, diferente y molón hay más trampa que cartón. Y que la auténtica modernidad está en descender a la sima de nuestro pasado/origen, sin arneses, líneas de vida ni que el iluminao nos lleve de la mano. Joder!! que sin riesgo no aventura que valga!!

En los vinos por ejemplo. Cuando la tendencia de querer bebernos a toda costa un Vega Sicília, nos olvidamos de un básico con identidad y tiro porque me toca. Nos quedamos ojipláticos con los precios de los Priorat sin tener idea del proceso, la dificultad ni que hace que ese vino valga un pastizal y a coro: Oooooh!! que maravilloso, complejo y mineral; sí eso, mineral y balsámico!!
El… me mola más la etiqueta que el líquido elemento, un poquito de Paco Rabanne en este floral blanco, vainillazo al tinto… Y a tragar!! Hazme una foto corre!! Con la copa de vino, que viste mazo.
Sería un no acabar con la tontería humana animada por el barullo, oigan. Al final lo que no busque uno, tropezón y los dientes al aire, no hay quien lo cure salvo el alpargatazo de una madre. Que que razón tenía, pero por lo bajini.

Yo ya he optado por fin por guiarme por la intuición/instinto. Que hay que cultivar y entrenar muchachos, siiiiiii ¿que no saben que el ser humano es el único bicho viviente que nace con el único instinto que te dan las hostias?
Pues eso, no esperen a que se lo cuenten o sigan a la manada por la inercia.
Investiguen, no teman a la cagada que de allí nacieron los inventos. No desconfíen de los viejos; o sí…? Y sobretodo, ensúciense. Y hagan su propio ensayo y error, no para encontrar la solución sino estimular su perdida inconsciencia.



La mía por ejemplo. Al abalanzarme como un poseso, como la lerda de Remedios Cervantes en Atrapa un millón. Y jugármela con una botella de vino de 9 euretes rebajaos,  que se moría de pena en mi tienda de confianza del barrio; El Solanet. Desde hacía seis años mínimo.
Un blanco de horripilante etiqueta que ya compré en su día y, o no entendí o no me sorprendió en absoluto.


Celler Massís es una bodega en la costera zona del Garraf, que Benjamín Romero (Bodegas Contador, La Rioja). Adquirió para elaborar blancos en esta curiosa e incipiente microterritorio, donde dentro de Penedés, se dan unos blancos mediterráneos con singulares propiedades minerales, salinas y complejidades; siempre que estén en buenas manos claro.
En este caso dudo que fuera una intención, pues este es uno de sus vinos básicos que desgraciadamente fracasó; seguramente por la desacertada etiqueta y el poco interés a la hora de comercializarlos.

Pero hete aquí, que por cosas de la fortuna, este blanco de Garnatxa y Xarel.lo de ocho meses de crianza en barricas de Roble Francés: mitad nuevas y de un solo vino la otra mitad. Ha evolucionado en estos siete años aprox. fabulosamente en vez de irse a pique; pese a su tapón de silicona que presentía una vida juvenil y corta.
Con un precioso color ámbar parecido al de los Amontillados o a los jereces de viejas soleras, este heroico resistente haría las delicias de todos aquellos amantes de las bondades oxidativas de Xerez, Còtes de Jura, Vins Rancis o Fondillones de Alicante.

Con el fresco justo, en nariz todas aquellas flores blancas se han marchitado, y aparecen secas pero increíblemente envolventes cuanto más se atempera y se acomoda a la copa.
Hay un toque a caramelo de miel y hierbas, que predomina sobre lo que era en su día la fruta; ahora madura o en compota: Orejones, manzanas al horno, algo de frutos secos, salinidad persistente, o será el toque mineral que da esta zona a merced del mar?
En boca es suave y licoroso, pero de final contundente y largo. Con una acidez todavía vivaz, perfecta para no hacerlo pesado e ideal para maridar; muy gastronómico. Largo, con toque amargo final. Tiene una retirada amontillada pero desde luego muy particular y distinta, más agreste. Y la verdad es que cuanto menos frío y menos prisa se tiene, más adictivo y disfrutable es.
Maravilloso!! una lujuria de complejidad, texturas y recuerdos que te dislocan, y de las que agradezco tener a mano la virtuosidad de unas Zalto para capturar todos esos aromas; aquí es donde disipa cualquier duda pese a su precio.
Sino, hagan la prueba con un simple cava con larga crianza; otro mundo.

Solo por este tipo de sorpresas vale la pena huir de donde todo el mundo va.

 

viernes, 17 de mayo de 2019

MADRUGADA_ RAZZMATAZZ 2 (8/05/2019): AMANECE QUE NO ES POCO

 


Sentados el uno junto al otro… En el coche, fumando y con la mirada un poco al infinito, hablaron.
Hablaron de las madrugadas sin frenos ni cinturones de seguridad.
De los repechos de la vida, e incluso del vértigo del pasado cuando los quieres envasar deteniendo así, el pixelado de la edad. De esos cientos de sentimientos que como estelas de vapor de agua condensada te sobrevuelan en nítidos cielos azulados, como aviones sin aeropuerto. Y que igual que en un simulacro de evacuación, te acaban atropellando por el pánico sin posibilidad alguna de asimilar.

Cosas que ocurren casi por casualidad. Y que en un regateo frente a las desgracias, inconvenientes y achaques, te abandonan frente al área chica, perplejo ante Siver Hoyen (frontman). E indefensos al capricho del oleaje de aquello que amaste. Te lo encuentras como en una estación en tránsito, y solo te queda hacer buena tu condición de esparrin.
Sin tanta ínfula y ceremonia: El efecto de la inesperada visita, de una de esas bandas que te cobijaron hace 18 años y su impresionante efecto.



La veterana banda Noruega a resucitado veinte años más tarde, y con ella: Un espíritu que se diluyó injustamente como las acuarelas en los márgenes de las modas, dejando por lo que se pudo ver en la sala barcelonesa. Un magnífico rastro de incondicionales huérfanos de aquellos sonidos que nunca tuvieron estilo o raza donde ubicarlos.
O esas oportunidades de aleatoria buenaventura que suelen ponerte de nuevo en el buen camino, justo cuando mirando a tu alrededor crees con desconsuelo que nada volverá a ser ya como antaño.

Pero hay una especie de suerte para los que peinamos canas; y no es que no creamos en el presente ni en el futuro. Sino que el pasado fue tan intenso e identitario, que hay una fuerte necesidad por repasar y releer la narrativa de tu vida. Y así asegurarte de que cada cosa que salió a tu paso, dejó una huella imborrable que solo con los años eres capaz de interpretar.
Algo así como la madre que espera en vela la vuelta de su hijo de madrugada, para dormir tranquila; como si fuésemos ya unos vejestorios que solo así se reconcilian con el legado.

Y a luego? A luego está la síntesis que se define con una mirada, la instantánea e inamovible imagen de tu estampa, y el deshielo que ya presientes como inolvidable.

SIVER HOYEN tiene esa capacidad depredadora y encantadora de absorber el murmullo distraído del público con su abovedada voz. Y MADRUGADA, la exquisitez de hilar blues oscuro y arrabalero, épica rockera, e incluso un Pop que a menudo flirtea con lo gótico y el folk americano más árido. Con una precisión y fidelidad sonora muy por encima de media actual.
Una ventolera de otra época, deslocalizada. Que bien podría venir tanto de los páramos de Tucson como de Storkmakners (Noruega); su lugar de origen. De la que nadie diría que han pasado casi diez años de silencio desde su disolución en 2007, tras la muerte de su guitarra Robert Buras.

Aquella cálida noche bastó con encaramarse a las polvorientas jácenas de la sala 2 de Razzmatazz. Para contemplar los primeros acordes cristalinos de “Vocal” y a ellos dos, allí, deglutiendo semejante hermosura.
Unos primeros compases con “Belladonna” y “Higher” - acto seguido - de los que solo cabía esperar una hipotensión emocional ante el repentino envite rockero. Sobretodo, para quienes hicimos escala en el sosegado y más popular THE NIGHTY DISEASE/2001.
Afortunadamente la noche merecedora de uno de los retornos más necesarios. Iba a descubrir la extraña invisibilidad en el fasto alternativo populista, de una de las bandas más interesantes y sin embargo, menos conocidas por el gran público; de hecho, la reputada Pitchfork solo reseña uno de sus cinco Lp’s.
Y aunque ya deberíamos saber los justos, que el crédito no siempre lo da el prestigio o la éxito masivo.
Siempre será una suerte de desgracia, que un repertorio como el de los Noruegos siga a día de hoy siendo, uno de los secretos mejor guardados. Teniendo en cuenta lo mucho que se desvive la gran marea por Nick Cave, The National, Mark Lanegan o hasta Interpol.

fotografía: Ruta 66


Con Siver Hoyen sobradísimo de voz, matices y magnetismo, junto a los fundadores Frode Jacobsen al bajo y Jon Lauvland Pettersen a las baquetas. Y maravillosamente acompañados por los estupendamente engrasados Cato Thomassen a la guitarra solista, y Christer Knutsen a la guitarra, teclados, armónica y voces.
MADRUGADA está ofreciendo una gira, llamémosla: de celebración de su debut, y merecida reivindicación.
Dos horas y media que dan una idea aproximada del potencial de su repertorio, inacabable. Y que se permiten el lujo de separar el disco celebrado, con otro montón de faroles por canciones. Sin decaer ni un solo instante, e incluso paseándose al filo del precipicio con espléndidas intensidades rockeras o poéticas y taciturnas baladas.



El simbolismo mecedor de “Shine”; una de las canciones más tremendas del vadeo entre 90’s y el milenio actual. Hizo temer la imposibilidad de alcanzar un grado de melancolía tan emotivo. Pero “This Old House” se encargaría de incluso tender puentes entre la oscuridad y el radinate sol a lo Jayhawks, como con “Electric”, o “What’s on your Mind”; mudándose de The Sadies.
Y explotar con ritual ascendente el extraño magnetismo de “Strange Colour Blue”, como si fuera el hit de cualquiera de las más míticas bandas de nuestro pasado, igual que un rejuvenecido Neil Young.
Ese halo fronterizo y a la vez electrificante subidón, que saben modular con precisión quirúrgica cuando se hacen gigantes sobre el escenario, atizados por Siver: Sonando “Salt”, “Norwegian Hammerworks Corp.”, o arrancarte el corazón al final, con "Quite Emotional" y “The Kids are On High Street”; elegantes sin igual. Dan una idea de la enorme sombra de esta banda tras 18 sin visitar nuestro país, y su capacidad para llenar salas más grandes de fieles. Si no fuera porque el éxito y la relevancia, no suelen ir de la mano cuando las modas modulan la información.

Pero supongo que esa precisamente, es la magia del arte y sus fenómenos: Nunca tendremos la certeza de llegar a todo y ni falta que hace. Si se lo que se quiere es vivir una aventura sin necesidad de un desenlace.
EL CAMINO ES LA PROPIA AVENTURA.
Y en ese trayecto. Encontrarte por el camino con “Majesty”; que barbaridad levitar y casi llorar. Ir a ponerle unas velas a tus juveniles aventuras con la redentora “Valley of Deception”. Y penar los pecados de tu duda al paso de “Honey Dude”; igual que si fuera una ofrenda bajo el balcón, todo serenata!!
Hasta sacarla a bailar como Vincent Vega a Mia Wallace mientras te ponen en la sinfonola “What’s on your Mind?
Que piensas? Te corroe el recuerdo?
Bueno es


viernes, 3 de mayo de 2019

COMO EL QUE NO QUIERE LA COSA, CASSETTES DE CAMPAÑA… Y #1

 



Suenan a muertos las campanas de la iglesia y en la plaza, los libros se mojan entre stands de librerías y entoldados de partidos en campañas de cabezas huecas.
Parece todo tan premonitorio con Jesus en los cielos y nosotros haciendo equilibrio sobre el filo de un navaja. Que solo me queda echarme al monte en campaña de campiña, pero chapoteando barro igual que notas musicales. Todo tan excesivo verdad?

Falling” canta Ron Hayes de HAPPY NOTHING, encomendándonos a los Psychidelic Furs: Una banda sonora casi por casualidad, que si mi lírica coge ritmo, igual para cuando se publique, aún estaremos bajo el influjo depresivo de los vaivenes tormentosos de la actualidad climática.
Apenas he tenido que enumerar las canciones para que el orden lógico tenga ese tono gris plomizo. Y el rescate de los Irlandeses FONDA sea ideal pese a que esta “Dreaming” tenga ya unos cuantos años; como si importara.
Dejarse salvar en brazos de “Amps II Eleven”: Una canción que ensalza el Pop poder al nivel de algo celestial, cuando la banda de Ohio HERZOG alimentan nuestro desazón. E incluso tirarse a los brazos del Rock clásico Ramoniano/Pretenders que tan a bien han tenido los EX HEX regalarnos como un ramo de espinosas rosas, ahora que todo es tan liviano y efímero.
Cosmic Cave” obliga a buscar refugio entre las coladas que el lecho del rio dejó como la techumbre de la gruta. Y calar fuego con los fósiles de árboles y cadáveres para secarnos la tormenta que sobre las espaldas nos cae, con los abrasadores BUTCHERETTES y ese “give/UP” de slides gogo’s.
- Adelante!! dentro hay una rave muchachos!! Por fin Brandon Welchez y sus CROCODILES han estado por la labor de ir al meollo con Love is Here, y su adictiva línea de bajos en “Heart Like a Gun”. Hasta Johnny Marr se a unido a la fiesta después de largos años haciendo el canelo. Y vestido de lentejuelas de ha marcado un “Amatopia” na ná na; como si sus padrinos Pet Shop Boys, New Order y Visage le hubieran comprado el alma. O se hubiera echado de novia nueva a CLARA LUCIANE en un ataque de ochentismo tremendo, y encandilado por “On Ne Meurt pas D’Amour” hubiera muerto de amor.

Pero al otro extremo de la cueva, afuera, todo sigue igual: llueve sobre mojado. La realidad sacude fuerte y THE SPECIALS han venido 40 años después, con Terry Hall (sí?, sí) escupiendo demoledoras letras. Como la de “B.L.M”; sin piedad y sobrados de flow.
La realidad es así amigos. La puedes maquillar con poesía hasta hacerla desaparecer; en tu mente por lo menos. Pero luego sigue estando ahí, con esa mueca de sonrisa falsa Profidén.
Así que no te queda mucho más que colgarte la guitarra en bandolera y montarte una patrulla con BOB MOULD, JEFF ROSENSTOCK y BALLARD, para andar seguros por este mundo de dioses malévolos.
Ellos son una garantía de que el exceso no te sature la pituitaria de aromas artificiales y edulcorante. O amargos como la hiel.
Y modular la rabia es bien, si por ello no has de sacrificar la belleza.

Te podemos asegurar que el trayecto se te hará corto por largo que sea. Si en la mochila llevas el “A Week of Wednesdays” de THE ARTISANS: Una gloriosa compilación de Pop lumínico igual que la de BUSINESS OF DREAMS, recomendada con todo lujo de detalles en nuestra última entrada. Hidratarte incluso por el camino, con el premiante y cristalino nuevo disco de THE ROVES. Donde cada canción es toda una declaración de intenciones de pureza, honestidad y Soul rockero con la misma impronta de “Hey Little Man”.
AND THE KIDS y BALLARD vuelven a hacer lo propio con la deliciosa “Champagne Ladies”, o la fina piel de “Sensitive Skin”. Como ves, no me he podido resistir en rescatar temarios de “no tanta” actualidad. Pues el tiempo es puramente eventualidad cuando las canciones trascienden al mismo.
Eso le pasa a CASS MCCOMBS. Si nos ceñimos a que su nuevo disco vuelve sobre sus pasos a unos territorios, donde las atmósferas están exentas de ese empeño por deslumbrarnos.
Su “Sleeping Volcanoes” es tenue. CITIZEN HELENE son sutiles en el título donde reza “How Can You Find Someone to Love” de terciopelo Easy Listening y DOMINIQUE A?…
dominique A es un universo paralelo donde aunque todo parezca yermo y desierto, su sola voz nos puede hacer perfectamente de guía en el camino con “J’Avais Oublié que tu M’Aimais Autant”. Tan definitiva en su título (olvidé que me amabas tanto), como el contraste de la épica “Waterford Crystals” de DARK BLUE. Que en momentos de desfallecimiento nos puede llevar en volandas igual que aquellas míticas de Suede; pero con una voz de barítono más propia de Stuart Staples o Matt Beminger.

Ver que tras una larga travesía y por sorpresas que te pueda deparar la bipolaridad humana. Es posible que tras unos arbustos surja el majo de DAVID MEAD, y nos susurre dulcemente al oído “Poster Child” en un alarde de magia. O alcanzar definitivamente el cielo, con JOE JACKSON predicando a la vida en un claro del bosque la de “Dave”, como sigo misma.
Líricas finales que nos encadenan a un puñado de oradores de la melodía en clave de melancolía. Como la de la exRiloKiley JENNY LEWIS con su mayestática “Hollywood Lawn”. Y que encaja como botón en ojal con la preciosa voz de Amy Boone, que tras recuperarse de ese fatal atropello. Nos han devuelto la esperanza en el verdadero placer de la tristeza balsámica.
Eddy & Polly” es de un masoquismo absoluto. Pero es que el mal amor es nuestra tortura favorita junto a la melancolía.
De eso sabe una barbaridad el Canadiense JACKSON REED, y la prueba está en su disco del pasado año “Dark Areas of Description”: Una delicada maravilla que enaltece el menos es más. Como también los Daneses LOWLY, a la hora de recostar su pop preciosista sobre un manto pulsos electrónicos en “Children”; por ejemplo.


Llegamos casi al final. Allí donde las cumbres hacen de balcón o de muralla; según las esperanza de cada cual.
Canta Jo Bevan a la esperanza, sin duda. Cuando sus compañeros de DESPERATE JOURNALIST demandan con humildad su atril a una de las mejores bandas Británicas de la actualidad al sonar “Girl of the Houses”. Como si lo hiciera cualquiera de su maravilloso último álbum.
Al igual que aquel día en el que nos encontramos a Ben y a Jacob. Su GOLDEN DAZE es de aquellos discos de Pop preciosista bien elaborados: con sensibilidad más que fragilidad, y cromatismo arcoiris en vez del estoicismo de género que se atribuyen otras bandas jóvenes de ahora. Su disco es una gozada cuando se escucha, y “Lynard Bassman” la mejor tarjeta de visita. Algo, que ROBERT FORSTER no necesita ¿no? Es un hecho.
Pese a todo eso, no es extraño observar como es capaz de sorprenderte, teniendo en cuenta que desde aquella entrada en su reunión del 2000. Donde su personalidad estaba cada vez más presente en las últimas composiciones de GO BETWEENS; la cara más particular en su dualidad con Grant. Y su “Inferno/19”, tiene esa impronta según mi forma de verlo. Siendo “I’ll Look After you” una de mis favoritas, y el disco más Go Betweens desde que retomara su carrera en solitario tras la muerte de Grant.

Para cuando pongo fin a este Post en el que he decidido pasar por cada una de las canciones, como una travesía. Hay un non stop de noticiarios, escrutinios y análisis políticos.
Una disección tan teórica que poco tiene que ver con los verdaderos protagonistas de sociedad y la convivencia: LAS PERSONAS. Suponiendo que no halla ningún problema suficientemente importante para que no seamos nosotros mismos, los más capacitados para solucionarlo. Y que creo, que nos falta permeabilidad para disfrutar de nuestras diferencias, nutrirnos y volvernos más avanzados sin necesidad de tanta tecnología. Y de la misma manera que con la música, el arte o la cultura.
Sin embargo. Es escuchar a PANDA BEAR y la poesía sintética de su “Cranked”. Y pensar que es una ilustración perfecta para dibujar la decadencia, la velocidad y el equilibrio entre pasado, presente y futuro. El disco de STEVE MURPHY lo resume perfectamente, igual que lo hicieran Cabaret Voltaire a principios de los 80 con “Mira Electronics”. Volviendo a lo básico de las estructuras puramente electro, y con un catálogo de manual muy necesario ahora.

Y el contraste final con la suma de dos bandas militantes en su reincidencia de sonido y discurso como THE TWILIGHT SAD y THE WEDDING PRESENT. Perfectamente útiles dentro del contexto musical variado del que deberíamos alimentarnos.
Así lo veo yo. Incapaz como soy de coger una linde igual que en vías espirales. Y con la obsesión de no centrarme en nada en absoluto. Sino aprovechar los requiebros propios y ajenos para mutar y conocernos (lo justo), para que la vida sea esto:
UN VIAJE EXCITANTE SIN PLANTILLAS NI GALGAS

domingo, 14 de abril de 2019

THE NUDE PARTY, SEAZOO… Y AHORA BUSINESS OF DREAMS: TRIÁNGULOS DE LAS BERMUDAS POP, LISTOS… PARA DESAPARECER.





Solo pido que llueva a borbotones para que el sol salga aún con más fuerza. Y en el propósito por invocar a los apóstoles paganos y padres de las tradiciones menos litúrgicas, solo veo Pop en los destellos y reflejos más casuales de la luz matinal.

No es cuestión de vivir/disfrutar del día, las semanas o la vida. Son los instantes; tantos e incontables en una porción de día más o menos mesurable. Que poco o nada importa el mañana si se diese el caso de que cada nota y melodía, pudiese ser como la escasa vida de un espermatozoide fruto de un multiorgásmico éxtasis.



Un ramillete de floridas tonadillas recogidas camino de la escuela, por esos campos de Los Cañones; visores del litoral Badaloní de aguas planiformes. Que paradójicamente han cobrado todavía más sentido al entrar de pantorrillas en el primaveral 2019; aunque sean unas del pasado año y otras tantas, de este.

Pero es que la verdad, poco creo ya en la idoneidad de escribir sobre la hipotética actualidad, cuando todo fluye a una velocidad de vértigo. Estando como estamos en este mundo para detener el tiempo.




SEAZOO por ejemplo, no entró en mis listas del pasado año pese a lo mucho que molaba “Shoreline”. Una canción con cierta electricidad, pero que Ben Trow canta igual que lo hiciera Neil Hannon en “The Pop singer’s fear of the Pollen Count”: Con ese deje new wave victoriano tan británico, a pesar de ser Galeses.

Una nimiedad si la comparamos con la atizadora “Dig”: De esas canciones que todavía raramente se dan a día de hoy. Donde solo en las ciénagas dan rienda suelta a las guitarras elásticas y sempiternas sin miedo a parecer de otro tiempo.

Los fogonazos de Beulah, Olivia Tremor Control o inclusive los Pavement más poperos. Que aterrizan desde la distorsión popi de Yo la Tengo o la Velvet. Y decoran este disco de Altpop con algo más de lo que se intuye cuando se cita al Pop como referencia , pero que igual que el Rock. Se queda corto cuando la inspiración momentánea, hace circular pequeños guiños de otros costales que lo engrandecen.



En eso, Galeses, Escoces e Irlandeses son especialistas al igual que los de las Antípodas, cuando al igual que en la viña: las particularidades identitarias nos descubren bandas que parecen “una más”; pero no.

El debut de este joven quinteto, por suerte, es uno de esos discos sin pretensiones; ni siquiera una portada bonita. Pero con un espíritu palpitante heredado de los 90, que además está plagado de canciones sencillas, apetecibles y notables.

La dulzura de “Cyril” o los gráciles casiotones que campan a sus anchas en “Roy’s World” o en “St Hilary Sings”. Dan ese aire a los treinta y pocos minutos escasos, de inmediatez. Aunque también sería de necios subestimar el talento urgente de las composiciones de Ben, cuando “Bad Day at the Polythene Plant” cierra el disco y a uno le llega la sonrisa de oreja a oreja bailando como un memo.




Después hubo también un día regresando de casa de la mama hacia el trabajo:

Mañana fría de Enero y humedad penetrante.

Que de un solo acorde se convierten de sopentón en Cocoa Beach, viendo en el Sonny’s Porch a los zagales de THE NUDE PARTY en pelotas picadas.

No amigos, no es una ilusión. “Feels Alright” tiene esa capacidad Velvetiana ahora festiva, para que el buen humor y el positivismo sean un estado perenne de narcótica mirada. Estos mendas han parido un segundo disco tan glorioso para paliar las mierdas de la vida. Que bien podría, sino curar la enfermedades terminales, hacernos por lo menos más dulce la huida de este mundo ahora infecto.

Los himnos nihilistas “War is coming”, “Paper Trail Money”, o los ramalazos rollingstonianos de la bendita “Records”. Son la sucesión de melodías más diabólica posible. El Twist surfero de “Live Like Me”, o las arrabaleras “Wild Coyote” y “Astral Man” que solo hacen que preguntarme que… ¿de verdad, de verdad necesitamos venerar como a Lola Flores, a Alex Turner?

Por favor!! la vida sigue.




Y nosotros, los precisos que andamos desbrozando tanta miseria humana como la propia, sin más ilusión que atisbar un claro en la espesura. Es ver un riff casi extinguido con los anteojos del alma, y arrancarnos por bulerías. Sabiendo como sabemos; o deberíamos. Que la vida es más efímera que la espuma de una cerveza en pleno mes de Julio.

Yo ya veréis que tengo mis ratos.

Veces que decaigo en un romanticismo Baudelaireano, como que me pongo palote con unas guitarras bien ácidas; es la edad, supongo. Que a las puertas de los 49, noto el aliento en el cogote de la cincuentena, como la escena de la ducha de Psicosis o la musiquilla de Tiburón.

Así que me he agarrao al segundo disco de BUSINESS OF DREAMS, como Robert Crumb a un culo.

Ripe for Anarchy (Slumberland Records_2019) es, se dice así? El disco de la maduración?




La banda Corey Cunningham; originario de Tennesse. Cita a Sandra Cisneros y su poema “One Last Poem for Richard”, para dar título a RIPE FOR ANARCHY.

Una disco que me va al pelo, pues su cancionero va (tras la muerte del padre del autor), sobre vivir el momento y liberarse de la contaminación a la que nos somete la actualidad del mundo.



Cuando me vaya, no llores por mi, concéntrate en el momento, sé libre” Dice así el tema de apertura “Chasisng That Feeling”: Un indie pop de manual que vuelve a arar sobre unos páramos actuales, necesitados de Pop honesto.

Sin embargo, aunque el disco trate de manera premeditada de homenajear a Grant McLennan, Field Mice, o incluso tiña con exceso y menos acierto que Dan Bejar en Kaputt una producción llena de mullidas brumas, igual de forma inconsciente. Hay un trasfondo que es más tangible, conforme avanza el disco. Que a mi me recuerda a cosas muy chulas aunque menos evidentes, como a: The Lucy Show o a ese binomio lírico/experimental que tejieron bandas como Eyeless in Gaza y Comsat Angels: “Keep the Blues Away” o “The Hatchet Song” tienen esa impronta por ejemplo.





Aunque lo cierto es que la impresión más inmediata, es la de Pop de luminosidad no exenta de melancolía y plomizos. Que remite a una colección de referencias ancestrales tanto indieAor, como de exquisitos y delicados detalles encantadores.

La expansiva tan “Tango in the Night” fleetwoodmaquera de “Naive Scenes”. Otras que espolvorean de talco perfumado cada nota de “La La La La”o “My Old Town” convirtiéndolas en verdaderas odas popis. Miradas al pasado más pretérito con tamizados de The Zombies/Stone Roses hacia el final, con la preciosa guinda “I Feel Dread”. O la quebradiza “Don’t Let Our Time Expire” que separa como con pétalos de flores secas, un álbum que engaña totalmente por su apariencia enclenque y pálida. Pero que puede ser perfectamente el disco Indiepop con pedigrí, de este presente 2019.

miércoles, 10 de abril de 2019

DOMINIQUE A_ LA FRAGILITÉ TOUR_ Sala Apolo_03/04/2019

 


Esta mañana he madrugado, y he bajando andando por La Cruz, hasta la playa de Merón.
Ha refrescado, pero a las seis me desvelé y desde abajo; camino abajo. Algo me ha llamado como una voz de ensueño desvelado, desde el pasado, y sugiriendo que siempre o casi siempre hay una cuenta pendiente que solventar con el ayer o incluso con el subconsciente. Cuando la llamada ininteligible e incluso inaudible, te solicita.

Acudí en busca de Dominique aun no habiendo escuchado ninguno de sus dos mensajes en forma de disco; como a quien no le apetece sucumbir en la introspección básica y despoblada, cuando es el corazón el que manda y pide bombeos y arañazos en forma de percusiones y guitarras.
Pero hazle caso siempre siempre a la llamada interna de tu corazón; no se a ciencia cierta si no falla o es la adecuada, pero es seguro la fuente de nuestra naturaleza.

Yo me vi allí en la playa: solo, plantado ante una platea de sillas y sepulcral silencio como un séquito de tortugas Carey con la pasión de antaño intacta. Quizás esperando lo que la medicina quiere pero no de verdad tus células, neuronas y grasa intelectual.
Había como un oleaje, y ese sonido de la arena cuando se humedece y se roza entre si hundiéndose bajo tus pies descalzos.
Un vacío de estrago con Dominique A solo, con la guitarra y un escenario apantallado que solo precisó de una decena de canciones para generar eso:
La sensación de sentirme sumergido en el denso líquido salado de las profundidades marinas, oscuras. Cayendo en una sima oceánica de cota incalculable y sin embargo, tranquilo y en paz.

Siempre me ha sofocado el agua y el no hacer pie ni poder calcular la inmensidad bajo mis extremidades, de medidas y escalas 50x50 de mi dormitorio de soltero; no se si culpa de ese monitor hijo de puta de 4º de EGB, o de mi cobardía.
Pero es curioso como ahora, que hace escasos cuatro años que por lo menos se avanzar sobre el agua e incluso zambullirme y disfrutar de ese universo acolchado y líquido casi autista. Me ha ocurrido, que escuchando “Le Soleil” y un repertorio inspirado en la expresión corporal y visual. Me he sentido allí, mar adentro, a oscuras y sumergido con la seguridad que te da comparar la música con un líquido elemento, y la caída libre hacia las profundidades. Pero con la confianza que te da la buena compañía y vaciarte e incluso abstraerte de todo el ruido de estos días convulsos; ya como cotidiano. Y volver a los orígenes.

Cuando eras capaz de desconectar escuchando la sinuosidad y paciencia de las notas, la voz, las luces… y con tiempo de observar a cada compás, cada uno de los detalles de la escena o del público.
Un efecto que solo se da en ciertos conciertos y con determinados artistas. Y que poco o nada tiene que ver con lo que la mayoría imagina cuando cree que va a presenciar una actuación en vivo.
Una fuerza en definitiva, que nace de la expresión poética de la voz y un solo instrumento. Y que posiblemente sea la única esencia verdadera de la música y de un artista que como su madre lo trajo al mundo, se declara ante su público.
Tout sera conme avant”, “Music-hall”, “Hôtel Congress” o la simbólica “Le Grand Silence des Campagnes” en una confesión orgullosa y dolorosa sobre la actualidad social y política de su país y su autocensura en pos de la periferia ignorada y muda por las metrópolis. Hasta llegar a “Inmortels”; una de las pocas mediáticas junto a “Vers le Bleu”.

Dos horas largas de concierto que para mi suerte y sorpresa, limpió sin dejar rastro cualquier atisbo de ese otro Dominique Ané de repente rockero, voluptuoso y hasta cierto punto más “masivo”.
Su actual gira con los contrastados Toute Lattitude: de lienzos de crujidos electrónicos y oscuridad. Y el delicado y primario La Fragilité, donde persevera en su compromiso por las canciones desprovistas de maquillajes y exigentes en la austera sensibilidad de sus inicios de hace 25 años. Ha dado para reinventar nuevamente al autor francés, con una sobria puesta en escena radicalmente opuesta a la de su última gira de 2012, con el ambicioso Vers les Lueurs.
De un merito incalculable, pues la idea no hace más que explorar desde un ángulo más minimalista y expresivo, su faceta más característica y primaria. Y sin embargo de nuevo, vuelve a enseñarnos como la sola canción es suficiente para abrir infinitos aspectos de lírica, sonido, texturas y tratamientos escénicos con los que potenciar su carácter poético innato.
Nada nuevo sobre el horizonte, ya que sus 25 años de carrera y la fidelidad del público cuando más esquiva es su propuesta. Da para certificar, que afortunadamente todavía existe otro universo paralelo y secreto. Muy alejado de las tendencias masivas y mucho más exigente y creativamente transgresor que el que anega listas, portadas y festivales; por suerte digo.

La idea de utilizar fondos sonoros y luces con los que modular el ritmo y la tensión de un directo. Donde su sola voz (a veces reververada), y dos guitarras (acústica y eléctrica). Y conseguir el clímax mágico, basado en un repertorio tan curioso como acertado a la hora de gestionar los sentidos del espectador. Está al alcance de muy pocos artistas; y son muchos los conciertos que llevo a mis 48 años.
La sala Apolo volvió a ser esa superficie donde muy pocos artistas son capaces de silenciar el murmullo de los espectadores, con aticismo. Podría aseverar incluso, que ante mis cientos de conciertos colgados ya de mi recordatorio. Solo Tindersticks en la aquí ilustrada gira de Falling Down a Mountain/2010, John Grant a su piano de cola cantándonos “Where the Dreams Go To Die” en 2013, y esta vez Dominique A a pelo. Me han generado esa introspección digna del arte sacro; si empleamos esta metáfora para la “música moderna”.
La exquisitez del sonido y su reververación cuando arrancó con “La Poésie”, una especie de congojo melancólico y extenuante. La furia austera de “Antonia” con la rendición del público en masa.
La visuales e inspiradoras “J’avais oublié que tu m’aimais autant”, “La Splendeur”, o “Gisor” de pop impresionista. O la poesía de “Au revoir Mon Amour” descompuesta por la oscuridad inquietante de “Corps de Ferme à L’Abandon”. Convirtió el set en un constante tobogán de sensaciones y emociones tan curiosa como exfoliante; igual que un objetivo que reacciona a la exposición lumínica.
Y fue definitivamente, una de esas experiencias que estimulan algo más que esa típica devoción a un artista al que admiras. Y que sabes pasada ya una semana, que te ha abierto otras ventanas de las que no tenías noticia.
Realmente, lo mejor que te puede pasar conforme creces y maduras con el ritmo de quien pasea por el campo, sin ningún objetivo ni premisa. Solo esperando que la belleza te asalte en el encuadre más insignificante.

Suena “Éleor”, y para tu suerte/desgracia descubres ¿donde narices estaba tu alma el día que se te pasó por alto?. Y lo mismo con aquella versión de Éttiene Daho en “Surface”. E incluso en la crudez esquelética de “L’Horizon”o “A Pour le Peau” de éxtasis desgarrador que te sorprende al girar la esquina renaciendo la actitud reivindicativa.
Hasta que tras dos salidas consecutivas y ya con algún icauto marchándose. Suena a oscuras, en acapella y de plástica desnuda, “Le Courage des Oiseaux”; colofón y estallido de aplausos y vítores. Tras una treintena de canciones que te ilustra veinticinco de carrera y se expone ese “grandes éxitos” que todo artista tiene, pero que ni de lejos son los “éxitos· a uso ni losque tu te imaginabas.
¿Puede ser todo ello de alguna manera más maravilloso?
Creo que no.