sábado, 22 de junio de 2019

LA TORTUGA ROJA & CASTAWAY ON THE MOON: SOLOS, EN SILENCIO Y LA FELICIDAD



Hay penículas para reír con contagiosa e hilarante melodía, para desangrarse llorando e incluso para poner el piloto automático y desconectar en pos de abrumadores efectos visuales e imágenes a toda velocidad.
Hay gustos, tantos como colores y tonalidades en la paleta; gustos para todo y tutti.
Y de eso, la industria del entretenimiento sabe un montón y nos tiene desde hace un montón, un plan preparado para alabar el: “una imagen vale más que mil palabras”; cierto?…. O no…

También hay placeres solitarios -además de la masturbación- para construir nuestro propio imaginario a capricho personal: Sin entrometidos, influencias externas o condiciones.
Para quienes matamos el tiempo juntando letras y soltando lastre; nuestra mejor aliada. LA SOLEDAD
La misma que te empuja en una hipotética hipérbole. Y adentrarte remo en mano al infinito mar, con una caña de sedal laaargo laaargo. Buscando en el lecho marino, todo aquello que otros extraviaron, ignoraron o no quisieron por desprecio.

Estas dos cintas en efecto, no son en absoluto de rutilante actualidad.
La primera: la Francesa LA TORTUGA ROJA.
Ya cuenta con tres años, y sinceramente. Me extraña una barbaridad que no se le haya hecho apenas mención en éste, nuestro mundo blogeril de formato casero; por lo menos que yo sepa.
Y la segunda: Coreana CASTAWAY IN THE MOON. Incluso con unos cuantos años más; diez, en concreto.



La primera la vi hace dos años y sinceramente ya sea por pereza. O porque cada vez me cuesta más ponerme a escribir sobre cine sin caer en las típicas exposiciones, tecnicismos o coletillas. Para acabar convirtiendo esto del placer cinéfago, en una materia con prospecto y bondades paliativas; que en serio, me aburre soberanamente.
Pero fue recuperar este último filme del Coreano Lee Hey-jun en una tarde modorrosa de invierno, alabada como comedia y mis ganas por poner el piloto automático… Que mi sorpresa por su inflexión a la hora de tratar la opresora debacle actual (esa que ya nos metieron con vaselina hace años y a la que ya estamos sojuzgadamente acostumbrados). Y ese punto de bizarrismo Coreano, tan omnipresente en sus maravillosas películas. Para exponer en clave de “comedia”, la desesperación humana, la soledad y una poesía de júbilo final.
Me ha hecho reconsiderar la conexión – aunque aparentemente antagónica en cuanto a estilos – perfectamente compatibles en alegatos humanistas, liberadores y reflexivos. De dos de las películas, que más me han emocionado últimamente.

Así que digo yo… Sería una injusticia que entre tanta serie y falta de chicha cinéfila; por lo menos a grandes rasgos. Que el avance del tiempo pierda en el olvido a semejantes joyas.

LA TORTUGA ROJA: Es para quienes crecimos enterrados entre pilas de cómics, tebeos e imaginativas ilustraciones. Lo más cercano a imaginar o visualizar en la gran pantalla, una historia de Frederik Peeters o Jean Giraud.
No solo porque sus ilustraciones en movimiento se apoyan en las texturas del lápiz y la tinta coloreada. O porque las mismas exploten la sensibilidad y la extraordinaria belleza de su paisajística y desoladora fotografía. Sino porque todo ese minimalismo gráfico, conecta con intrínseca naturalidad la tradición ilustradora francesa con los estudios Ghibili. Quienes la auspician, cuando se temía por su continuidad tras la muerte de su fundador Hayao Miyazaki.
Pero al margen de ese invisible tapiz visual que entreteje a clásicos como: La Tumba de las Luciérnagas, Mi Vecino Totoro o el Viaje de Chihiro. En el respeto originario de la animación hacia el papel. Es, la historia:
Que emerge como la verdadera y más mágica de las narrativas, donde la desolación, la fábula mágica, la naturaleza, el amor, y los ciclos de la vida. Se despliegan con una armonía casi Zen sobre una preciosa banda sonora y sin ni un solo diálogo.
Como una alegoría entre la ausencia de textos y las imágenes, y donde sin embargo. Esa misma historia es capaz de dar la plenitud que otras producciones animadas han sido incapaces de lograr sin un aparatoso despliegue de medios. Y que la historia gráfica tampoco es capaz de conseguir sin la complicidad del lector.
Aquí pues, es un todo. Un regalo para grandes y pequeños por su mensaje poético, por la libertad sin condiciones a la hora de que el espectador construya su propia moraleja o lección de vida. E ilimitada a la hora generar sensaciones, sí, sin un solo diálogo.
¿no es mágico?
Y en la que un náufrago a su suerte en una remota isla desierta. Descubre en el abandono más absoluto, su insignificancia y el abrumador susurro de la naturaleza. De su instinto superviviente, a la desesperación. De sus miedos, la resignación, la rabia, el consuelo… Y la exuberante poesía del silencio, cuando solo la música y las imágenes son capaces de transmitir tanto como la danza y la expresión de dos cuerpos.
En realidad esta película animada es como un viaje por la vida. Un alegato a la existencia, y la poca trascendencia del ser humano en el universo si se es engranaje y no conductor.

Las dos cintas se dan la mano cuando nos presentan a dos seres humanos desprovistos, desesperados y solitarios. El siguiente sin la sensibilidad y aflicción del protagonista de La Tortuga Roja desde luego.
Pero con la misma ternura y piadosa empatía para con el espectador, lo juro.

CASTAWAY IN THE MOON nos presenta al típico inútil milenial, ahogado en la propia mierda del sistema: Endeudado, arruinado y dependiente de la tecnología al borde del suicidio (tan inútil que ni suicidarse sabe) . De una manera grotesca y esperpéntica, según los cánones culturales del cine coreano y asiático, así a lo bruto.
Pero no tan lejos del náufrago de La Tortuga Roja, por inverosímil que nos parezca. No amigos, no.
Uno podrá ser todo lo melodramático y poético que se quiera. Pero Kin Seong-Geun también tiene su drama personal, por muy materialista que nos parezca y carente de misericordia. Y poca broma con el suicidio en Corea, donde las tasas de suicidio de estudiantes y ejecutivos por las exigencias sociales son alarmantes.
Que la alegoría a la madre naturaleza de la gran tortuga es infinitamente más emotiva, que el anhelado sobre de Fideos Instantáneos con salsa de Judías de Kin; puede ser, no lo dudo.
Pero a la práctica, el ejercicio de crítica existencialista a la sociedad actual donde se dota al individuo de un poder infinito; siempre y cuando le sigas el rollo al sistema. Y la verdadera insignificancia del mismo ante la madre naturaleza y nuestro origen primitivo. Es exactamente igual, y nos lleva más o menos a las mismas conclusiones.

Pero al lío que me desvío.
Kin Seong-Geun no logra suicidarse y va a parar a un islote colindante a Seúl y sobre el río Han, a escasos metros de la ciudad. Pero ah problema!! el personaje en cuestión no tiene ni pajolera idea de nadar. Igual que yo hace escasos seis años; con lo que supondréis mi empatía y comprensión con el susodicho.
Así que el largometraje narra las peripecias de dicho lerdo en su afán por por escapar y/o sobrevivir rodeado de inmundicias y mierda varia que la corriente arrastra al islote desde la gran urbe. A lomos de un ritmo narrativo y odisea algo ridícula muy cercana a los Hnos Coen. Lo que de principio parece una chorrada de dimensiones simplonas, se acaba convirtiendo en una oda a la soledad y a nuestra propia realidad, por absurda que parezca.



Por el camino da tiempo a sentirnos identificados; tan poderosos y capaces como nos creemos. Pero a reconocernos ya, como víctimas reales de los prácticos interfaces amigables y apps que tan fácil nos hacen la vida. Donde es visible a diario, como la gente se va olvidando ya de hacer cosas con las manos y a usar su instinto para sobrevivir al día a día.
Aquí a risas a costa del inútil, condescendencia y al final cariño. Hay espejos en los que mirarnos y también un idilio amoroso invisible y en la distancia, con una Hikikomori. Que acaba siendo un alegato a la libertad y una reflexión al fin y al cabo, sobre la levedad del ser. O si se quiere, el verdadero origen de la felicidad lejos de muchos bienes materiales.
Suena utópico y superidealista, pero en el fondo es la única culminación hacia lo más parecido a la tan manoseada felicidad.
Que supongo que cada uno a lo suyo con SU felicidad; dios me libre. Pero que queréis que os diga.
Yo que crecí sin apenas lujos ni caprichos, de familia de campesinos y pastores. Cuando mi padre dejó las ovejas y se vino a Barcelona con sus 5 hijos sin saber leer ni escribir, para acabar dedicándose a hacer Barricas y criar Canarios. Lo poco y escaso es lo que más nos ha unido como hermanos. Buscar nuestra armonía con curiosidad infantil y sin ningún tipo de complejo ni vergüenza por ser ignorantes luego, curiosos.
Lo que más me place en la vida es darle la vuelta a las piedras que pisamos para ver que sucede ahí debajo. A aprovechar los sentidos de la naturaleza: Oler e interpretar, observar lo insignificante más que lo deslumbrante, escuchar el murmullo y no los gritos, tocar y herirte un poco si hace falta porque en la cura está la superación. Y absorber cual esponja marina para liberar y oxigenar.
No se si es la felicidad, pero si el vivir.

viernes, 14 de junio de 2019

DUELO EN EL PÁRAMO: THE INTELLIGENCE EN LA SALA UPLOAD 5/06/2019

 


Con el hallazgo a día de hoy, de algunas víctimas desfarriadas por el Fórum; tras la resaca del mastodóntico Primavera Sound.
Barcelona amaneció igual que en el Mecanóscrit del Segon Origen, vacía de pasión y riesgo.
Y es lo que tiene darlo todo como si no hubiese un amanecer, cuando insaciables festivales como el Primavera pasan por una ciudad como Barcelona, achacada ya de por si, por los males del postmodernismo: Que engullen como en un remolino, a todo aquel que precisa de la comodidad del pack para darse en tres días. Un atracón con lo que se supone “es todo aquello que uno necesita para estar al día”.

Pero claro. Hay una especie de suerte con todo esto de la música:
Que por muchos medios donde hacer escala para descubrir, ¿informarse? O imaginar que estás al día, que haya. Siempre y digo suerte hay infinidad de interesantísimas propuestas, que ya por estar al margen del barullo, dan una garantía de emociones muy por encima de la media.



Es el caso por ejemplo, de THE INTELLIGENCE:
Una banda con campo base en Seattle desde 1999 y nueve álbumes + su reciente vuelta, de nombre “Un-Psychedelic in Peoveycity/2019) Juno Records. Es parecido y medio hermano de los todavía en boca de todos (Ty Segall, Thee Oh Sees o Mike Cronin), y sin embargo increíblemente desconocidos para las masas enfervorecidas.
Bandas que todo el mundo de intachable modernidad conoce. Pero que en realidad pocos son capaces de seguirles la pista, o por lo menos el ritmo de pedalada y mensaje sin condicionantes que reparten de manera compulsiva cada añada (el último fenómeno son los King Gizzard & The Lizard Wizard).
Digamos que dentro de la escena alternativa psicogarajerapunk americana, son en realidad, los que avanzan sin frenos ni contrapartidas para con el business entertainment. Y por lo tanto, de los pocos que realmente transmiten lo más parecido a lo que se cocía a finales de los 70/primeros 80 en el mal llamando indie Británico.

Experimentación con sonidos, regresos al principio de la New Wave Americana, Punk pasado por la batidora del Garaje y los Nuggets más ácidos. Pocas manías para de un salto embarrarse con el Pop, el Glan o el Krautrock lisérgico o mecánico…
Eso podría decirse que son THE INTELLIGUENCE: Un todo o nada de diversos sonidos, pero una reconocible manera de construir su música. Que los hace únicos en su especie, pese a emparentarlos con cosas como: Magazine, Clinic, Monochrome Set o vete tu a saber, así,de oídas.
Y por excusar a la marabunta. El inconveniente para quien quiere acomodar su sesera y oídos, en algo más afable, predecible o popular; nada nuevo en el horizonte.

Así pues, cuando Lars Fingerg subió al escenario y se encontró con 30 escasas personas de público, entre risas no pudo más que saludar con un “good morning”. Como si la banda se presentara a dar un set en una terraza mañanera a modo de aperitivo.
No tuvimos las cuatro cabras descarriadas, la suerte de ver a las guitarras y voces acompañándolo, ese guitarra de The Shins Dave Hernández; quien sí a vuelto a tocar en su nuevo álbum. Aunque quien lo suplió, dio la talla sobradamente.

El enésimo desaguisado de otro de tantos festivales; en este caso el SON GALICIA: Quien se ha apropiado del concierto cambiado su ubicación inicial del céntrico Rocksound, al inóspito Upload en el anacrónico Pueblo Español de las afueras de la ciudad.
No logró que la profesionalidad de la banda, y un público dispuesto a levantar la noche a base vítores. Nos regalara una especie de live dedicado y a medida, la mar de chulo, entretenido e igualmente revelador.

En el fondo, los que venimos de épocas heroicas donde lo alternativo: ni era tan mediático, ni movía a miles de personas. Acabamos satisfechos incluso, de confirmar que las modas y las masas, en realidad siempre han ido tarde cuando de lo que se trata es de mojarse para pescar.
 


El sonido cacofónico de la sala se suplió con la contundencia de un Kaanan Tupper a la batería, y el onduloso bajo de Drew Church. Quienes ejercieron su capacidad de metrónomos, para acompañar los salmos de Finberg a lomos de esas guitarras taaaan!! trepanadoras.
Destriparon parte de su último disco, quien camina bajo una atmósfera menos cáustica que su anteriores entregas. Pero que en cambio contiene una parte lisérgica tan hipnótica la de aquellos “Going Up” o Porcupine de los Echo & The Bunnymen, insolados de surf matropolitano.
Más como una sensación o ambiente, que como un estilo que se asemeje estrictamente.
Pero realmente, el chipotle de la noche lo pusieron el basto ingente de agujetas que como canciones tienen: Empezando con “I’m Closed”; que arrancó la velada. Siguiendo con “Janitors”, “Thank you God for Fixing the Tape Machine”, “We Refuse”, “The Galaxy”, “The Entertainer” y la psicótica “Like x7” . Y acabando con un vacilón “Dim Limelighs, dentro de otro de los discos que más protagonizaron la noche: Su demoledor “Everybody’s Got it Easy But Me/2012”.
Tanto, que incluso demandó de un bis por la locura desatada en la platea, y el alumnado desbocado.
Nos señalaron y enumeraron en fila de a uno, con la licencia incluso de pedirles canciones dedicadas; que es lo que tiene no poder mimetizarse con el gentío. Y pensar incluso que esa canción, ¡esa canción! Te la estaban cantando a ti!!
No había sentido jamás nada parecido lo juro.
Pude hacer amigos y todo (que es lo que tiene llegar una hora antes por el porsiaca). Amigos desconocidos, pero todos de la familia de las treinta criaturas con más luces que la feria de Abril, a la redonda.
Que no harán estos ajustadores y alicatadores del alma con más gente que en una boda gitana. Y no digo con cien más, pero con el doble?
Igual nos dejaban por dentro mejor dispuestos que un parque acuático, para que las neuronas, células, ocurrencias y glóbulos se tiraran desde oídos y cerebro, como en un tobogán.
Por lo menos.

martes, 21 de mayo de 2019

MILAGRITOS DEL NIÑO JESÚS!! CELLER MASSÍS_ BLANCO 2011

 



En busca de lo anómalo, del salirse de los márgenes y huir del fast pleasure. Tengo un vicio incorregible de buhonero reciclado por investigar, no solo en el pasado propio, sino en el ajeno.
Y es curioso desde luego, como al hacernos mayores tenemos una indecente obsesión por rehacer el camino andado.

Por allí y por aquí nos dejamos un montón de cosas perdidas en nuestra desmemoriada capacidad por retener solo recuerdos. Sin llegar a cerciorarnos del como ha afectado el paso del tiempo, a nosotros mismos y como la erosionada química del paso del tiempo cambia radicalmente nuestro criterio.
Cambiamos y evolucionamos. Lo cual no quiere decir que seamos más sabios, ni el resultado de la fórmula sea de matemática exactitud.

Pasa con la música: Esos ritmos que te contorsionaban bajo la luz ultravioleta y espasmódicos flashes que ralentizaban nuestras noches sin fin a ritmo del House ochentero ahora mal reciclado, o el Chicagosound discotequero embadurnado de Soul Neoyorkino made in Mancuso.
Todo emerge como modas de éxtasis juvenil, aleluya!! rebeldes con baberos, rodilleras y chichoneras. Y nuevos e irracionales fascistas que autodenominan liberadores; aunque aquí sea lo rancio, igual que quien te vende un made in China por vintage.
En el trabajo de campo hay que estar bien atento para que no te la den con queso. Ya sabes que en esto de ser exclusivo, diferente y molón hay más trampa que cartón. Y que la auténtica modernidad está en descender a la sima de nuestro pasado/origen, sin arneses, líneas de vida ni que el iluminao nos lleve de la mano. Joder!! que sin riesgo no aventura que valga!!

En los vinos por ejemplo. Cuando la tendencia de querer bebernos a toda costa un Vega Sicília, nos olvidamos de un básico con identidad y tiro porque me toca. Nos quedamos ojipláticos con los precios de los Priorat sin tener idea del proceso, la dificultad ni que hace que ese vino valga un pastizal y a coro: Oooooh!! que maravilloso, complejo y mineral; sí eso, mineral y balsámico!!
El… me mola más la etiqueta que el líquido elemento, un poquito de Paco Rabanne en este floral blanco, vainillazo al tinto… Y a tragar!! Hazme una foto corre!! Con la copa de vino, que viste mazo.
Sería un no acabar con la tontería humana animada por el barullo, oigan. Al final lo que no busque uno, tropezón y los dientes al aire, no hay quien lo cure salvo el alpargatazo de una madre. Que que razón tenía, pero por lo bajini.

Yo ya he optado por fin por guiarme por la intuición/instinto. Que hay que cultivar y entrenar muchachos, siiiiiii ¿que no saben que el ser humano es el único bicho viviente que nace con el único instinto que te dan las hostias?
Pues eso, no esperen a que se lo cuenten o sigan a la manada por la inercia.
Investiguen, no teman a la cagada que de allí nacieron los inventos. No desconfíen de los viejos; o sí…? Y sobretodo, ensúciense. Y hagan su propio ensayo y error, no para encontrar la solución sino estimular su perdida inconsciencia.



La mía por ejemplo. Al abalanzarme como un poseso, como la lerda de Remedios Cervantes en Atrapa un millón. Y jugármela con una botella de vino de 9 euretes rebajaos,  que se moría de pena en mi tienda de confianza del barrio; El Solanet. Desde hacía seis años mínimo.
Un blanco de horripilante etiqueta que ya compré en su día y, o no entendí o no me sorprendió en absoluto.


Celler Massís es una bodega en la costera zona del Garraf, que Benjamín Romero (Bodegas Contador, La Rioja). Adquirió para elaborar blancos en esta curiosa e incipiente microterritorio, donde dentro de Penedés, se dan unos blancos mediterráneos con singulares propiedades minerales, salinas y complejidades; siempre que estén en buenas manos claro.
En este caso dudo que fuera una intención, pues este es uno de sus vinos básicos que desgraciadamente fracasó; seguramente por la desacertada etiqueta y el poco interés a la hora de comercializarlos.

Pero hete aquí, que por cosas de la fortuna, este blanco de Garnatxa y Xarel.lo de ocho meses de crianza en barricas de Roble Francés: mitad nuevas y de un solo vino la otra mitad. Ha evolucionado en estos siete años aprox. fabulosamente en vez de irse a pique; pese a su tapón de silicona que presentía una vida juvenil y corta.
Con un precioso color ámbar parecido al de los Amontillados o a los jereces de viejas soleras, este heroico resistente haría las delicias de todos aquellos amantes de las bondades oxidativas de Xerez, Còtes de Jura, Vins Rancis o Fondillones de Alicante.

Con el fresco justo, en nariz todas aquellas flores blancas se han marchitado, y aparecen secas pero increíblemente envolventes cuanto más se atempera y se acomoda a la copa.
Hay un toque a caramelo de miel y hierbas, que predomina sobre lo que era en su día la fruta; ahora madura o en compota: Orejones, manzanas al horno, algo de frutos secos, salinidad persistente, o será el toque mineral que da esta zona a merced del mar?
En boca es suave y licoroso, pero de final contundente y largo. Con una acidez todavía vivaz, perfecta para no hacerlo pesado e ideal para maridar; muy gastronómico. Largo, con toque amargo final. Tiene una retirada amontillada pero desde luego muy particular y distinta, más agreste. Y la verdad es que cuanto menos frío y menos prisa se tiene, más adictivo y disfrutable es.
Maravilloso!! una lujuria de complejidad, texturas y recuerdos que te dislocan, y de las que agradezco tener a mano la virtuosidad de unas Zalto para capturar todos esos aromas; aquí es donde disipa cualquier duda pese a su precio.
Sino, hagan la prueba con un simple cava con larga crianza; otro mundo.

Solo por este tipo de sorpresas vale la pena huir de donde todo el mundo va.