domingo, 19 de abril de 2020

MORRISSEY_I AM NOT A DOG ON A CHAIN_2020: BANDAS SONORAS DE ENCIERRO, PERFECTAS




Éste, es el tercer fin de semana que amanezco a deshoras en medio de una especie de día de la marmota. Y que aparte de esa hipnosis de cafeinismo propio del desperezo matinal, mi cerebro solo obedece a una banda sonora sintomática: El nuevo y flamante nuevo disco de nuestro amigo Steven Patrick Morrissey.
Cada lustrosa mañana suena en mi salón, como un himno a la esperanza que perdí hace… catorce años ya? joder!!
Y soy el primero que entre la sorpresa y la justificación, siento que debería darme vergüenza. Con lo que este hombre me ha dado!!
Aunque no se si deberías atender más que lo justo a la reflexión que aquí expreso, copa en mano.



De un tiempo para aquí (ese en el que todo se señala menos lo propio), nos hemos olvidado de lo básico. Sí, lo básico.
Le damos tantas vueltas a la cabeza como iluminados se suben a la palestra. Que ni vamos, ni llegamos a ningún sitio.
Igual que ese perro histérico que persigue su propia cola mascullando un-...Como te goooooooja…. Y mira por donde, entra a escena Morrissey.
Un artista al que adoro desde que quedé con 16 prendado por su estética avanzada como la Ian Curtis; la que ves con retrospectiva y sigue molando incluso más que en su día. Y es lógico: Vestirse de serie en Zara, Desigual, o incluso en G-Star; si te da pa más el parné de la nómina. Tiene su cosa contraindicada del pret a porter y la poca imaginación: Que to cristo va, y piensa igual.
Con la de disfraces que nos hemos hecho con cuatro trapos de las gangas!!

Con la música tampoco creáis que la cosa difiere demasiado. De hecho, igual que lo que dice Eduald Carbonell sobre la especie humana y su advertencia de parar la uniformación - como síntoma de la globalización - que nos lleva a la puta extinción. En aras de la planetificación o biodiversidad de toda la vida.
En cualquier aspecto que considere el alelamiento borreguero de no buscar cada uno su propio yo. O dicho de otra manera: Hacer lo que te salga de la polla o del coño. En vez de asomarte al balcón de las redes sociales como si fuera un patio de luces donde cacarear mierda. Considero a Mr. Morrissey, un poco el paradigma del asunto, al margen de si le tienes manía, te gusta lo que hace, o no:
Lleva desde siempre haciendo un poco lo que le sale del ego; que lo tiene más grande que los del caballo de Espartero, vale. Que son más o menos los mismos que sentenciando su hegemonía dentro del magisterio vocal popero; obviando por higiene sus tres últimas entregas (versiones rejuntadas incluidas), con más pena que gloria.

No sé si es buena la media la verdad. Pero se me escapa la risa y se me afloja la vejiga cuando veo tanto culto a otros. Que dan menos signos de vida creativa y procreativa que los Pandas de Ocean Park en Hong Kong. Y sin embargo ahí están, hieráticos e indiscutibles; o por lo menos justificados.

El muchacho no.
Tiene ya sus sesenta bien plantaos y se reinventa a cada paso que da, en sorpresas, desaciertos, y romanticismos bizarros a partes iguales: Como los abuelos del barrio de mis padres, que cruzan las calles por medio y en diagonal, sin filtro que los detenga.
O el mismo que aquí confiesa:
Que se ve abalanzado y a trompicones hacia los cincuenta, y en vez de ganar en mesura, tira del “no filter/free emisions”. Anda que ya me vale!!
Una colección de canciones las que se ha sacado del alerón por sorpresa, y cuando nadie absolutamente le hacía puto caso salvo para crucificarlo. Que si bien los medios se han apresurado a criticar positivamente entre peros y condiciones - anoche estuve dando un garbeo por la prensa antes de acostarme, lo admito - Y el resumen básicamente es: MOLA PERO… ES QUE… BUENO VA…

En fin, que no hay cosa que me la ponga más dura que ese malditismo cultivado entre la aflicción, el rencor constante y una boca muy grande. Y el causa efecto que genera evidenciando que nos hemos convertido en unos mojigatos de dos pares de… ABRAZOS.
Y a todo esto. Cuanto más gira en mi disquera y el espacio que da el querer ampliar tu zona de confín. Más me gusta este disco copón!!

Y no es porque me haya ido a mi rincón de pensar donde tengo la capillita de mis Smiths, o a diseccionar mi discografía morrisiana para ver si son veinte los que tengo, o ya casi cincuenta. Comprobando si el pulso se mantiene en la comparativa. O decido regodearme en mi pasado melancólico, tan lícito como contraproducente que es.

I AM NOT A DOG IN A CHAIN es un disco cuanto menos curioso, que no transgresor como muchos dicen o revolucionario por la electrónica (comedida), que aquí se usa.
Morrissey ha publicado un álbum donde sobretodo, recupera ese acierto innato a la hora de generar melodías vocales imperecederas. Solo que esta vez, a prescindido de los elementos básicos de guitarras, bajo, batería. Y lo ha envuelto todo en una estética sonora de POP AOR hiperochentero, de hombreras, brilli brilli, tocados, y maquillaje sobrecargado de señora que va cada viernes a la peluquería.
Lo bueno es que en el fondo no ha cambiado nada en realidad . Pues aquí el señor, por mucho que la escena le reprenda, sigue siendo el puto amo a la hora de escenografiar el POP MELÓDICO en forma de canción. Dando un poco lo mismo el soporte que emplee, aunque a mi personalmente me guste infinitamente más su versión más guitarrera de “Your Arsenal”, “Southpaw Grammar” y “Ringlaeder of Tormentors”; pero infinitamente, vamos.
Lo cual, no quiere decir, que admito humildemente que me pierde este rollo de… no sabría como definirlo… ItaloPop sintético? Que hace que el disco en cuestión, suene un poco entre lo pasado de moda y petardo, pero tremendamente innovador para lo que es su línea musical. E insisto, sus dos discos anteriores me parecían directamente flojos pese a tener la misma deriva más hacia la pachanga, que al Pop ochentero que lo ha caracterizado.
A ver si va a ser que no le saben escribir la música o chochea.



Su catorceavo trabajo de estudio despega con “Jim Jim Falls”: Una canción al trote de una horripilante base, que podría pertenecer a cualquier BSO de SPY GAME o si me apuras, de James Bond. Pero que paradójicamente, alza el vuelo, y además, contiene una de sus letras más valientes en sus últimos 10 años: Si vas a ir corriendo a casa a llorar, no me hagas perder el tiempo. Si te vas a matar para salvar la cara, entonces hazlo”
Una de esas canciones que en cualquier otra circunstancia, o a manos de otro, podría parecerte uno de tantos truños. En la voz de Mozz, resulta no solo pegajosa sino un temazo en toda regla. Y ojo, no estamos aquí y ahora, comparándola con las diez primeras canciones que me vienen a la cabeza, de su longeva trayectoria.
A diferencia de otros discos con producciones similares, aquí hay una valentía y desarraigo similar al que experimentó en el 94/95; que es de los que mejores canciones nos a provisto.
Cuando Morrissey deja ese rencor enfermizo y vengativo, o esa autocompasión lastimera de divo. Y saca su arrogancia de Handsome Devil, es cuando vemos su mejor versión y la que todos recordamos de él.
Con “Love Is On Its Way Out” pasa más o menos lo mismo:
Una canción con unos arreglos por momentos horteras (marca de la casa Manzur), que por suerte su romanticismo parmasiano acaban corrigiendo, con una hermosa interpretación vocal: “¿Leíste los titulares? / ¿Viste el gas nervioso? Niños llorando / ¿Viste a los tristes ricos, cazando, derribando elefantes y leones?” Reza
En “Bobby, Don’t you Think They Know?, primer single de adelanto. No tiene la misma suerte, y pese a que la canción aún excediendo en tiempo y pomposidad barroca es muy chula en líneas generales. Le pesa una barbaridad la desbocada voz de Thelma Houston; empeñada en demostrarnos su impresionante chorro de voz a sus 73 años. Que para mi gusto personal, es excedida y desmesurada. Aunque creo que es de su agrado; sino acuérdense del amor procesado a Klaus Nomi, o la “That’s How People Grow Up” con Kristeen Young a todo trapo.

I Am not a Dog on a Chain” es otra de esas canciones que gana en escuchas, como todo el disco al que da nombre. De una estructura inédita en la carrera del mancuniano, es una de esas donde el lirismo vocal del autor refrenda de largo su especial talento a la hora de cantar y vocalizar; algo que a mi personalmente siempre me ha fascinado de él.
Cantar, pues sí, lo hacen muchos con más o menos suerte. Con letras espléndidas y auténticas tontadas. Pero casi ninguno como lo hace Steven Patrick Morrissey en la musicalidad de su entonación y pronunciación melódica. Quizás otros maestros también lo han sido Franck Sinatra o Tom Jones.



Tropezamos de repente con “What Kind of People Live in the Houses”; para mi la mejor canción del disco junta a la que le sigue, y desde “I Throwing my arms Around Paris”: ¿Qué tipo de personas viven en estas casas? que duermen con quien duermen solo porque tienen miedo de probar el cambio”
Knockaut World” es otra de mis preferidas. Una golosina de apenas tres minutos y algo, con una cadencia hipnótica e inigualable con su decadente letra. Donde de deshuesan y exponen al sol, la mayoría de enfermizos hábitos de nuestro presente/futuro más inmediato. Que bien podría enmarcarse entre las mejores melodías que ha compuesto, incluyendo su carrera con The Smiths, siendo susceptible a cualquier arreglo.

Darling, I a Hug a Pillow” parece un tributo a Kirsty McColl. Esos extraños metales del inicio y desconcertante asíntota. Contrastan con unos maravillosos arreglos de cuerda y un encantador final, que parece estar compuesto a medida para imaginar los coros de la siempre extrañada Kirsty.



Que decir de “Once I Saw the River Clean”
Pues que si se ha de buscar un futurible hit, dentro de los inexistentes o de falsa apariencia que ocupan este refrescante disco. Apuesto a que es este!!
Tan acorde como los fueron los cortes electrónicos del WHIPLASH de James. Y posiblemente al que no todos le harán la justicia que se merece, sino el tiempo.
The Truth About Ruth”, como una especie de fábula. Es de las pocas canciones que me dejan indiferente. Igual que “The Secret of Music”, que parece intentar emular a la oscura “The Teachers are Afraid of the Pupils” pero con peor suerte. Y que como si de unos pseudo Massive Attack se tratase, se queda tan solo en un ensayo poco aprovechado y algo fallido. Dejando un regusto agridulce, aunque “My Hurling Days are Done” agrade a ratos y no deje de ser otro de los grandes cortes de este disco.
Define en líneas generales a I AM NOT A DOG IN A CHAIN, como un trabajo rupturista, pero a medias. Un resquicio de esperanza y oxígeno perfecto para estos días de encierro. Y diferente, no solo en lo que se refiere a la carrera de mi adorado Morrissey, sino en la música que pulula en la actualidad de manos de iconos de nuestra juventud. Pero que jamás se debería usar como referente para suplir las carencias que tenemos respecto a nuestro pasado.
Más bien eso sí. Como un acto consecuente al tiempo que le toca vivir a un artista único e irrepetible. Que al margen del amor/odio que genera, mejor a sabido envejecer (evolucionar) sin apenas perder su condición de referente.
Díganme si no, cinco artistas de los 80/90 y 00’s con una regularidad y fidelidad más o menos notable. Si no te gusta o lo odias, ni lo intentes.

domingo, 12 de abril de 2020

HÈRZU de ETTORE GERMANO (Riesling)_2016: SE ME CAEN LOS DIENTES!!

 



Juancho Asenjo nos habló de las bondades paisajísticas de la D.O Barolo (Serralunga, La Morra, Monforte, Barolo, Castiglione Faletto...), en una cata vertical y horizontal con 15 vinazos, allá por Octubre del 2014.
Pero fue un año después, cuando en mi tercer viaje estival a Italia una extraña razón hizo que me desviara de regreso hasta La Morra. Aun teniendo 1200 kms de camino por delante, a los que se le sumaban 200 más, de Savona a La Morra.
Como si una especie de voz interior me gritara - ves!!


No es la primera vez que me pasa, digo, eso de que algo en mi interior me empuje a hacer algo sin atender a lógicas, sentido común o porqués.
Me ha pasado con personas que he tenido la necesidad de conocer, libros, música, lugares, películas, sabores, olores y hasta ropa.
Y no crean como es de suponer, que se trata de impulso o de serlo. Pues soy de los que igual me da por algo, como me deja de dar así, por las buenas, sin ningún tipo de explicación ni manía. Porque es el momento y ya está.
Con los vinos Italianos igual sí.
Ya sea por el placer de que te descoloquen con aquellas cosas que crees que deberían ser siempre así, y no. O la excitación de huir de lo cotidiano o de los corsés de nuestro día a día.
Pero disfruto como un enano con esa parte selvática y ruda o a veces contorsionista, que parece ajustarse a la cambiante y extrema orografía del país hermano. Incluso a los mismos italianos arrogantes y de amor propio desmedido, cuando hablan de lo suyo. Y su honorable y poética generosidad.


Tanto es así, que no son pocas las escalas que he hecho con la excusa de interiorizar ese paisaje, con la igual absurda idea de entender sus vinos en el 2015 y en el 17:
Las numerosas escapadas hasta Alba desde Treiso, para tomar café con la coartada de comprar dulces. Las compras en la Enoteca La Torre… Y esa necesidad imperiosa y obligada de pasar por el Piamonte, como si todos los caminos a cualquier punto de Italia, tuviesen que pasar por allí. Y detenerme en cualquier punto de sus ensortijadas carreteras secundarias, contemplando absorto las vistas de irregulares montañitas con sus faldas tapizadas de viñas y presididas por vigilantes torres.

No sé si este preámbulo tiene sentido alguno. Pero me sería imposible ahora mismo disfrutar de los vinos que me bebo, sin imaginar el origen, su geología y la madre de las gentes que los elaboran. La madre identidad, que es la que un poco nos debería conectar universalmente y sin fronteras, con el sentido propio de la existencia. La tierra.
Con este Riesling que tenemos entre manos, por ejemplo: Me vienen de inmediato y de rebote, los inaudibles gritos de llamada que me hiciera mi consorte Carlos. Cuando me dio a probar un vino de la Mosela, y como así conocí a Lluis Pablo en una comanda de vinos alemanes.

Ahora hará cinco meses de su partida, allá donde esté, brindando con nosotros. Y de alguna manera, aún no siendo uno de sus vinos Dönnhoff, Zilliken, Lowenstein, Friedrich Becker, Bürklin Wolf, Grans Fassian, o Kühling Gillot…
Este HÈRZU, hace de pivote entre dos zonas vinícolas que están directamente ligadas a dos personas que me han inspirado, enseñado y sobretodo, guiado.

Si bien es cierto que en el heterodoxo mundo del vino es un error afirmar con contundencia determinados aspectos y tipicidades, pues afortunadamente, siempre hay maravillosas sorpresas que te rompen los esquemas.
En el caso del Rielsing, como también podría pasar el Jerez. Bien escasos son los sitios (por no decir ninguno), que igualen en personalidad y tipicidad a los Riesling de la zona de Mosela; y sobretodo a los de los pequeños productores de calidad.
Encontrarás Riesling en Alsacia, alguna cosa se ha intentado por España, en el Norte de Italia (Trentino, Alto Adige, algo en Lombardía). Pero difícilmente encontrarás alguno que se acerque ni de lejos, a los anteriormente citados; incluyendo otros productores que han llegado al mercado español con precios accesibles.
Todo, absolutamente todo lo verdaderamente mágico en el universo Riesling de Mosela. Estaba en el catálogo que manejaba Lluis Pablo, además de infinidad de microproyectos de valía realmente independiente y excitante. Y la proyección de su sonrisa y mirada felina de pura pasión, que sinceramente, era lo que no tenía precio.


Pero vean que en la vida, conforme uno crece, aprende y se atrinchera en rotundas afirmaciones y concluyentes argumentos para defender lo que uno cree VERDADERO y ÚNICO. Debería ser únicamente con la condición de equivocarse, y si no es así: por lo menos, para cerciorarse de que no hay ni verdad absoluta, ni único punto de vista para cualquier aspecto digno de debate en la vida.
Así que… Parte de esta parrafada sinsentido, solo tiene como objetivo o debiera: Reconocer que, no hay cosa más emocionante que equivocarse y aprender del error. Igualita que esta botella de Riesling del Piamonte que me llevé de Bologna, casi desconfiando o escasa esperanza. Y que me ha tapado la boca a base de agasajos sensoriales y parabienes deliciosos. Que bello el equivocarse!!



Ese líquido cristalino como un pedacito de sol que te recoge de la mano y te lleva, de nuevo a esos espacios donde la mente por cuenta propia genera burbujas mentales para evadirse de la SOLEDAD. Y que en particular, en esta aventura intuitiva del viñerón Ettore Germano, ha dado en la diana de pleno. Y se ha acercado fantásticamente por lo menos, en sensaciones, verticalidad, e incisión mineral que te conecta al territorio de manera excepcional.
Y pensar que lo abrí entre tantas botellas que tenía reservadas para tiempos venideros, y que están cayendo a fuerza de buscar la proyección mental, pensando que sería la baja más aceptable. Ay!!

Solo a un joven viticultor inconsciente, el más joven de la 4ª generación Germano. En un territorio donde ya de por si había un pulso absurdo entre la vieja guardia (Mascarello, Rinaldi, Cappellano, o el relevista Cavalotto)), y los jóvenes innovadores (Voerzio, Sandrone, Conterno). Sería lo suficientemente visionario y atrevido, para plantar en los 90’s en un pago tan particular como el que acuna a este Riesling.
De tierra arcillosa, pedregosa y calcárea de origen marino. Y excelente drenaje por desniveles extremos, con orientación sudeste y particular microclima extraordinariamente frío. Nace este anómalo Riesling a 600 mts aproximados de altitud, en el pago de Cigliè junto al río Tanaro. Y en la cara externa del valle de Barolo, con una orientación mediterránea que desde luego, no es casual.


HÉRZU tiene un color pálido pajizo de una lágrima licorosa que presiente en gran medida sus estupendos atributos en nariz, y en boca.
Sobrecogedor y tremendamente complejo en nariz pese a que sus evocaciones nos son familiares y reconocibles a primera instancia. Es una gozada infinita el juguetear, intentando descifrar el abanico de matices que ofrece: Los inequívocos hidrocarburos tan típicos de los Riesling y ni rastro de notas de jabón de marsella, presentes en Rieslings de bajo perfil; que alivio!!
Con una impronta inicial de flores blancas (Magnolia, flor de limonero, gardenia, jazmín) y fruta de hueso (Nectarina, albaricoque e incluso plátano por su untuosidad); que sería lo propio de un Riesling Trocken más evolucionado y menos joven. Éste tiene una particularidad, y es que sus notas salinas y calcáreas marcan tremendamente este aspecto muy de fondo, rompiendo con los excesos florales, y acaban siendo más texturas que evidencias.
Aparecen las ralladuras de cítricos como detalle sobre esa primera fruta, ahora más madura. Ya no hay tanto aporte de volátil floral, y ves que su conjunto ha cambiado haciéndolo pura droga; saben esos puntos salinos que estallan las papilas y te hacen salivar como un crío? Pues eso.

En boca es otro festival porque realmente esa salinidad cumple el mismo cometido que intuye su perfume.
De gran estructura y longitud, aquí entran en escena la particularidades de la zona de Serralunga D’Alba: Complejidad y cierto hermetismo al desarrollarse; aunque el tapón rosca creo, juega un papel importante a la hora la evolución de este vino con cuatro años y punto óptimo de consumo.
Así que diría que por contra a sus hermanos, los vinos de Mosela. Este Riesling con cuatro años aprox. tiene un punto de maduración, para mi, ideal. Tengo la duda si con más años de botella (como suelen agradecer los Riesling Alemanes), este Hérzu no convertiría en intrusiva esa licorosidad; perdiendo su grácil acidez.
Esta licorosidad es más perceptible en su paso por boca, lo hace largo y persistente, le da volumen. La salinidad y mineralidad típica de Serralunga se va a la parte posterior de la lengua, salivas y pides más; esto es pura química perniciosa, para qué engañarnos.
Pasa cuando los vinos aunan las mejores cualidades de territorio, clima y elaboración. Lo que diferencia a los grandes vinos de los estándar, como es el caso del HÉRZU.
El equilibrio entre la fruta madura untuosa, la salinidad (mineralidad), y su precisa acidez, es claramente el punto fuerte de este vino blanco. Hace que las evocaciones se diluyan y se tornen juguetonas. LA CODICIADA COMPLEJIDAD, que si es afable y contorsionista hace las delicias de los enoadictos; además de que el vino sea rico rico. No hay otra.
Diría que con el paso del tiempo aparecen al final algo de anisados. El caso amig@s, es que Hérzu da mucho mucho. Tanto en sus aromas bien encapsulados en una copa ZALTO (inmejorable para disfrutar estos blancos minerales y complejos). Como cuando todas esas notas olfativas mucho más ricas y complejas, dan un retrato igual de exquisito y sápido que un orgasmo gustativo.
Que igual os parece una gilipollez, no digo que no. Pero os puedo asegurar que todo este lujo de detalles no se le puede atribuir a otros. Como decía Juan Rivas y Germán Coppini en “Como un tonto”: La tristeza está prohibida.
Un poco la puesta en escena de las sensaciones que me produce, lo más ajustado a la felidad según mi diario.


domingo, 5 de abril de 2020

COMET POND_AND TO THINK_2019: VIAJANDO EN SUEÑOS




Ha sonado el despertador tres veces y al final, son los camiones de limpieza con su zumbido los que me han despertado.
Me preparo un café con leche de sésamo bien cargado mientras me desperezo. Y mientras las tostadas invaden la estancia a desayuno, me acerco a la ventana para ver que las calles siguen vacías.

Los camiones ya se han marchado, el silencio. Las aceras pulcras e inmaculadas, los perros ya ni ladran, el jolgorio de los niños. Se acuerdan del jolgorio de los niños? Se reirán, pero es lo que más echo de menos.
Ellos definían el inicio del día, antes incluso de que despuntara el sol. Después las abuelas, los camiones de reparto y hasta el camión del butano. Que pese a que ya hace un sinfín que ya no cantan su ronda, los podía imaginar.
Ahora solo hay silencio. Y la Primavera afligida, ha hecho un receso para alargar el invierno; como si el decorado del escenario quisiera ajustarse como un traje a medida de Gorina, a esas caras lacias de los escasos transeúntes.

Desde luego el mundo se ha parado. Por lo menos el figurante que convertía las ciudades en mercadillos.
Y ahora, el SILENCIO: alargando las sílabas igual que silva el viento que todo se lleva.
Solo el silencio y la soledad.
Es como si los móviles, táblets, televisores y radios se hubieran tragado todo el tumulto escandaloso, histérico y ensordecedor de las calles. Y todo estuviera allí ahora, y no cesa: Las redes sociales echan humo, las baterías no dan a basto y las estadísticas bailan sin cesar como las luces de un ecualizador rítmico en plena fiesta.



Es un contraste curioso: Ver el vacío apocalíptico de las calles y sin embargo, escuchar el griterío digital de la tecnología pidiendo una caída en masa de repetidores, centrales y antenas.
He llegado a sospechar que son los campos magnéticos los que nos hacen insoportables, y no la reclusión. Da risa eh? Lo que dan de si las horas muertas, no?

Sí, pero no.
Está la noche:
La esbelta y estilizada noche dueña y señora de su hechizo. Sin mal borracho o vehículo que rompa su influjo.
Yo, no sé si será por los meses que pasé de convalecencia, por mi timidez congénita, o por lo mucho que odio el escándalo.
Pero deseo con vehemencia la llegada de la noche cerrada; a eso de las doce en adelante.
Ahí me excito y me encanto con el absoluto silencio nocturno, mientras fumo como un carretero y bebo lo que pillo. Y es cuando automáticamente se me activa el mecanismo por el cual puedo interiorizar la música celestial.
No la que suena a plena luz del día para acallar la histeria y marcar los pasos de baile de la desconexión o tareas domésticas. Sino la que induce a la concentración, y posteriormente a la fotosíntesis espiritual. No es fabuloso?

Porque sepan ustedes que cada melodía obedece a una necesidad, o debiera. Acaso se imaginan a las 12 de la noche contemplando el silencio de la noche, mientras resuena en su cabeza bachata? Yo no.
Si acaso a Héctor Lavoe cantando “Triste y Vacía”. Pero a mí, personalmente, COMET POND y su “And To Think” del pasado año todavía sangrante. Colman mi idea más o menos concisa del recogimiento, y mi escasa capacidad para zambullirme en la delicadeza de los acordes, sus teclados de bellú y guitarras entrelazadas.

El joven cuarteto de Massachusetts me confirmó la sospecha al iniciar este 2020. Que jamás hay que embalar los años pasados, ni atrancar puertas a cal y canto.
Que por más que se hagan los caminos, siempre estaremos incompletos. Y que no hay prisa por llegar sino templanza para sonreír ante lo inesperado.

AND TO THINK; su segundo y más completo trabajo. Corrige la brevedad de su pasado debut, con casi el doble de canciones; ni una sola sobra.
And To Think da para airear cualquier signo de ansiedad o duda existencial: Dreampop con guiños al Shoegazing, al slowcore e incluso al Folk árido y la lánguidez perezosa que ahora tanto tememos. Y aunque todo indique que “New Forgotten” podría enmarcarse en cualquier compilación de Sarah Records. O “And To Think” pudiese extraerse de un descarte de los Californianos Allah-las. La trotona “Tuff”, con Jori Dudzikowski; la parte fémina de la banda. Tiene esa curiosa virtud de convertir el frágil pop, en una especie de caramelo envenenado.

Desde ahí en adelante. El disco se despliega suntuoso y tremendamente encantador:
Boston Slug” captura ese deje entre lo tremendamente melancólico, y un diálogo entre banjo y pedales que la hace majestuosa. “Owen” plasma categóricamente, la diferencia entre lo insulso y el cómo, de tejer melodías de aparente sencillez y rutilante hermosura final: Aquello que se ha intentado miles de veces y por la planitud de muchos, se ha desvirtuado.
Aquí hacía infinidad de tiempo, que la parcela del Slowcore estaba desierta. Y que una banda con tan escaso bagaje consiga enriquecer el legado de Mazzy Star, Bedhead o mejorar el par de Bill Ryder-Jones o Happyness, con piezas como “Listen” o la preciosa “Everyday”. Debería dar por lo menos para abrazarlos sin demasiados reparos.

Todo el disco está envuelto entre ecos de sábanas de terciopelo. Sin atender demasiado al exceso de flacidez de sus sonidos, me seda desde brazos a piernas canciones como por ejemplo: “Funny” de recurrente mueca Malkmus, deliciosa hasta relamerse. Consigo que se me aflojen las extremidades de licoroso vino blanco en mi paladar, ayudado por la exquisitez de este Sait Veran de la Borgoña, con la misma sapidez socarrona de “Distract Me”.
Cántame asiendo el cono ese que ha barrado el paso a la calle como un megáfono. Por donde la gente se cruza pidiendo abrazos en sus ojos, y cualquier mirada induce a la conversación: - Te acuerdas de aquel día que saltábamos, y nos fuimos con las toallas para ver despuntar el alba? Sonó “Blue Ghosts”? Pudiera
Jugueteando con la espuma de las olas a punto de alcanzarte, me dijiste que me querías. Pero ya ni me acuerdo como sonaba. Y solo son canciones como estas las que me lo recuerdan “Dreaming (again)”


Ni hecho a propósito puede ser tan idóneo el final de este precioso disco.
De esos pocos, en los que casi puedo meterme entre sus acordes difusos y abovedados, pero a la vez precisos cunado reverberan en el pecho y de rítmica cardíaca. Slow” y “You Now”; los dos temas que cierran esta quincena de joyas. Son majestuosos y en gran medida, dignísimos deudores de los primeros Ride y aquel shoegazing que quebró cualquier rigidez de género. Haciéndolos ahora mismo: símbolos sempiternos de la música moderna.