A mediados de marzo, con la pandemia arañándonos los tobillos y
mordisqueándonos las uñas de los pies. Se publicaba desde el anonimato de dos geniecillos,
que operan desde ya hace bastante tiempo en su sótano. Y con la perspectiva
desactualizada de la más rutilante de las actualidades, pero con la certeza de quien,
abstraído de modas siempre sabe como sacudir y transgredir.
Un disco venido a postularse como una de las grandes cimas musicales de
este 2020:
Profético, de psicodelia apocalíptica. Y con una puntería curativa en
lo musical maravillosa.
Podría hablaros de la historia cien veces contada:
Tito Buck encuentra a un friki por puta casualidad que pinta retratos
de Lou Reed por cada una de las veces que lo cita a en su canción – Luke Haines
el mismo que viste y calza – Y son 71, mas un extra track; alucinante si?
Y decide que quiere comprarle un retrato por 99 libras, conociéndose
ambos por reputa casualidad. Y surgiendo así, y de manera transatlántica, un
interés paralelo tan casual como rocambolesca pudiera parecer la historia.
Pero yo. Prefiero evocar otra historia, me apuesto que imaginada:
Lo puedo ver sentado en una terraza del Prat del Llobregat ante una
copa de vino barato, y su atuendo colonial de turista extraviado. Lo puedo ver
también presidiendo el escenario de la sala Bikini en mayo del 96. Y nos puedo
ver desde arriba de un foco estroboscópico: Absortos, encantados, y con la sensación
de acontecer el último descenso tumba abierta, a las entrañas del Britpop y,
por ende. A las del rock de bilis, digestión lenta, y síntesis esencial.
Allí bajó Luke Haines una vez concluidos los 9 intensos años de vida de
la banda del exThe Servants, y sus posteriores escarceos con Baador Meinhof y
Black Box Recorder.
Donde lo pudimos ver por última vez en el 98, como una gárgola de la
Plaça del Rei Barcelonesa en plena Mercé.
Y se nos perdió entre la constricción mínima del cantautor minimalista
y francotirador que siempre fue; con apenas alguna colaboración esporádicamente
brillante, como la de The North Sea Scrolls (Cathal Coughlan, Andrew Meuller).
De la misma manera que apareció: De entre la bruma londinense a principios de
los 90.
La escena musical siguió sacudiéndose y él. Él pasó a ese limbo
invisible, donde tantas estrellas momentáneas hibernan y otean sin apenas
trascender a la actualidad desde su programa de Radio (Righteous in the
Afternoon). Maldiciendo nosotros entre dientes. La orfandad que tantos mitos
nos han impuesto: descarriados, desorientados y abandonados a nuestro pasado
juvenil más rutilante y de mudada piel.
Pero siempre hay un aterrizaje en el claro del bosque.
Una aparición sacrosanta si se quiere:
Como si los fieles faltos de credo nos autobendiciésemos, o el mesías
volviera a santiguarnos diciéndonos en un idioma solo inteligible por los
viejos: - Niños y no tan niños, ya estoy
aquí. - ¿Veis como la mierda no es
solo mierda, sino una especie de pasta trémula que regurgitada y vuelta a
digerir, sabe a gloria y a Theobroma Cacao?
En este caso. Luke Haines vuelve con un Peter Buck fagotizado y
representado en una especie de alíen, excelso en psicodelia y proféticos
textos.
BEAT POETRY FOR SURVIVALIST es por así
decirlo: Lo más próximo a New Wave/1993, After Murder Park/1996, y el Fables of
Reconstruccion/1985. Todo ello metido en una trituradora, desfigurado,
recompuesto, y con una impronta más que generosa de los pliegues testamentares
de la Velvet Underground. A quien, dicho sea de paso, Luke Heines debe, venera,
y con el paso de los años más ha derramado de bondades, en sus últimas
composiciones.
Un disco sublime en su forma extraña y, sobre todo: En la manera
resbalosa, siseante y aterciopelada con la que el amigo Luke dota a sus textos.
Y rotundamente, cómo los canta.
Porque sí amig@s. Se puede recitar, cantar más o menos bien, con dotes extraordinarias
o raquíticas, e incluso entonar con más fortuna o pena. Pero muy pocos, son los
privilegiados que mastican, moldean y escupen la lírica con la musicalidad y
sonoridad que lo han hecho Morrissey, Leonard Cohen, Cathal Coughlan, Lee
Hazelwood, Scoot Walker o Lou Reed; por algún ejemplo aleatorio que me vine
ahora mismo a la cabeza.
Otro igualmente contemporáneo, es sin duda Luke Haines.
Y aquí, sobresalen con un esplendor tan distinto a todo aquello que
ahora se puede escuchar.
Estas canciones que vuelven en plena vorágine desequilibrada, parecen
dispuestas a filetear nuestros peores presagios miedosos, de la misma manera
que lo hiciera con su querida Inglaterra, 25 años atrás.
La compañía de
lobos que lo secundan en la distancia y por obra y gracia del amigo Buck. Son
ni más ni menos que: Scott McCauguey (Minus 5) y Linda Pitmon (Filthy Friends);
ahí es nada
Y es con la
lisercofábula de “Jack Parsons”, donde prácticamente empieza todo el
meollo del asunto:
Una melodía que
bien podría ser un boceto de REM, o esa invitación en clave de vals para
invitarte a salir a bailar, en forma de caja de ritmos y de guitarra. Donde
Luke Heines desarrolla gran parte de la idea musical por donde van a gravitar
sus textos. Y que predominan en casi toda la obra:
Trampantojos de
Theremines a modo de loco laboratorio, flautas desafinadas sacadas del doble
fondo de John Cale, guitarras con forma de armonios y mellotrones. Y las voces
de las apariciones de Enfield de fondo, para rematar.
Una maravilla que
Luke hace suya. Pero donde la paranoia narrativa engrana como los dientes de un
mecanismo tan perfecto como flexible. De la misma manera que un científico como
Jack Parsons abrazara el ocultismo, como otro modo de imaginar quimeras
ficticias que acabaran siendo paradojas de nuestro día a día. Y su propio lecho
de muerte.
“Apocalypse Beach” conecta con Major
Tom desde la almohada. Radiando bajo las estrellas a Donovan sin desaliento, una
nana de planeta imaginario que anuncia el fin de nuestros tiempos
¿no es perfecto
así?
“Last of the
Legendary Bigfoot Hunters” juega con la idea de un presidente (Teddy
Roosevelt) a la caza de un Bigfoot, como la parodia del ahora: Entre ritmos
orientales, flautas hipnóticas y un caminar tribal que en cierto modo recuerda
al Human Behaviour de Björk, pero ralentizado y con otras hechuras.
Y el gran hito: “Beat
Poetry Fort he Survivalist” Un canto precioso
y atemporal a la esperanza suicida de la generación Beat, en forma de hit. Y
posiblemente la mejor canción que ha regado, y regalado mis oídos este 2020.
“Witch Tariff” es otra de esas
canciones que sobresalen, de guitarras hirientes y voladoras. Donde se
destripan los pactos diabólicos de la industria musical y de las que la alargada
sombra de The Auteurs, sobrevuela instintivamente.
“Andy Warhol Was
Not Kind”
ataca desde el lado más rockero. Luke Haines arrastra los párrafos como
mantras, y Peter Buck teje una alfombra de glan árido y baterías garajeras.
Y puede que sea
aquí y a estas alturas, donde resulte inimaginable que esta joya de disco, se
haya elaborado a base cassettes, emails y corta/pega, sin apenas verse ambos en
el proceso de creación y montaje. ¡¡Alucinante!!
“Ugly Dude Blues” es una de las
pocas canciones 99% Peter Buck. Una alegoría a Mark E. Smith en toda regla
donde Luke Haines se limita a representar un Blues Punk con reverberaciones
Grindermaníacas.
La oscura y
tremenda “Bobby’s Wild Years” de quien no se desvela la identidad del
protagonista. ¿será Gillespie con esos fuzzs erosionantes propios de unos Jesus
& M Chain?
Misterio sin
desvelar, prudencia, e imaginación a raudales. Que se desbordan por cada beat,
salmo y melodía a lo largo y ancho de este magnífico trabajo dual.
Tanto como que
cada crónica leída en los extensos mares de la red, hablan de una canción sobre
Pol Pot. Y el propio Luke Haines ha confesado que es una trola para atraer a la
prensa a la madriguera. ¡¡Que guasón!! Y que pardillos nosotros.
Pero no sufráis y
dejaros hacer, siempre ha sido así, de hecho.
Una especie de
juego que bascula entre la imaginación, la onomatopeya musical, y el no saber
bien hacia donde te lleva: Si a la mente enferma de un chamán, o a la de un
genio que te demuestra que las realidades u obviedades de la vida, en verdad, solo
están en nuestras propias limitaciones.
Así que… Imagina a
Luke Heines y Peter Buck como a aquel Frank Pierce (Nicolas Cage) y su
compañero Larry (John Goodman) en Al Límite de Scorsese. Dispuestos a exonerarnos
con la medicinal “Rock’R’Roll Ambulance” que cierra el disco.
Esa medicina que a
todos nos cura y apenas si nos deja tocados de malancolía, como bendito efecto
secundario.
BEAT POETRY FOR THE SURVIVALIST es de esos raros
engendros que dejan la futura transgresión en una puta broma de fogueo. O en un
simulacro para arrejuntarnos en el Punto de Encuentro, y poco más: Todos
juntitos, dóciles, mansos y… Un poco agilipollaos si me apuráis.
Siendo
testigos de cera de todo lo acontecido este 2020:
Con
el elemento pasional y liberador de acudir a teatros, cines,
exposiciones, conciertos… y en general. A todo medicinal acto de
presenciar el arte desde primera línea de fuego.
Bajo
el mínimo de la hibernación más extrema y desnutrida.
Posiblemente
estemos asistiendo sin apenas ser conscientes.
A
la conquista definitiva de las televisiones de pago. Como un troyano
parásito, que acabará convirtiendo los escasos brillos creativos y
plastificados; entre un sinfín de productos intrascendentes y de
entretenimiento inmediato. En el placebo perfecto, para que nuestra
reclusión y falta de emociones acabe siendo la medicina paliativa
idónea.
Por
suerte. Y rebuscando con ahínco, y la perseverancia del explorador
empírico. Todavía se puede uno sorprender de la capacidad de
supervivencia que tiene el cine español, y lo inspiradora que puede
llegar a ser la falta de autoestima latente del ser humano.
Porque
si bien la ciencia ficción parece ser el único camino para
extrapolar nuestras desdichas, y no caer en la reflexión profunda.
Yo
me quedo con la maravillosa y laberíntica complejidad humana. A la
hora de abordar las infinitas texturas y el cromatismo multicolor que
dan las existencias más comunes, intrascendentes, y anónimas. Para
desarrollar tramas, y luego, recrearnos en nuestra complejidad.
Entiendo
que muchos prefieran imaginar mundos imposibles y heróicos, menos
traumáticos (teniendo en cuenta que la comedia ni está, ni se la
espera). Pero… ahora que la realidad supera a toda ficción. ¿que
hay de sentir como propias las miserias ajenas? Así, en la distancia
y como espectador. Como si de una experiencia terapéutica se tratara
y sin el resquemor de sentir como “demasiado” propias, las
miserias ajenas.
EL
PLAN de Polo Menárguez y basada en la obra de Ignasi Vidal. Traslada
la puesta en escena mínima del teatro de guerrilla a la pantalla.
Sin el más mínimo intento de convertir una obra, en un producto
visual artificioso o consumible de multisalas; algunos se lo
reprochan para penalizarla, ay la virgen!!.
Y
a mi, esa hora y cuarto escasa. Me resulta lo más parecido a un día
en mi parque temático preferido, sin colas, bullicios, ni ahijados
cojoneros pidiendo más que la boca un fraile. El sumun vamos!!
Antonio
de la Torre, Raúl Arévalo y Chema del Barco, nos deleitan con la
esencia de la interpretación para regocijo del guionista. En una
trama tan ambigua como la misma palabra - EL PLAN - puede sugerir.
Lo
que para los adolescentes de hoy sería, EN PLAN… Thriller? Drama?
Comedia? Enredo absurdo?
En
plan, déjate llevar, aflójate el cinturón, y disfruta.
Tres
vigilantes de seguridad (seguretas), en paro, desarmados por la vida
y… expuestos como lo somos todo hijo/a de nuestra madre.
El
destino del corto viaje está condicionado por la intriga del título;
es cierto. Pero conforme avanza la película, acaba por ser meramente
circunstancial y delega cualquier premisa en las angustias de cada
uno de los protagonistas.
Todas
ellas interconectadas y con detalles surrealistas que viran
constantemente con sopapos de realidad. Pero que dan para escudriñar
en aspectos muy distintos, y géneros que se entrelazan. Haciendo de
la misma, una de las cintas más disfrutables que he visionado el
presente año.
Ese
tipo de películas de “segunda división”, donde la historia
extrae lo mejor de los actores. Posiblemente, porque no se ciñe a
las condiciones que el negocio del cine impone para que las películas
de hoy no tengan término medio: O pretenciosas en exceso y forma. O
más simples y prescindibles que el mecanismo de un botijo y la
utilidad de un lápiz blanco.
Noche entrada, aúllan las
sirenas y rebotan sus luces contra pared, techo... en una carambola
mecánica repetitiva, es noche de licantropía.
Sus
padres estarán fuera todo el mes de Octubre en unas vacaciones
prometidas de bodas de plata, así que el piso sera todo suyo para
que la salida de los Viernes sea por fin su momento de liturgia,
íntimo y ceremonial que se merece: El equipo a todo volumen sonando
BEAT JUNKIES al compás de las luces, una barra de incienso que se
consume a sus espaldas llenando pulmones y pituitaria del perfume de
Benjuí, gestos y poses ante el espejo, y una botella de vino que
bebe mientras sigue un rito del cual solo se siente atrevido cuando
nadie lo mira:
Esta
noche volveré a caminar a oscuras buscando mi pequeño momento de
gloria, aquel por el que pasamos de nuestro anodino anonimato a uno,
más brillante y trascendente. La trascendencia de sentirse alguien
influyente e imprescindible para las almas cándidas que son
incapaces de encontrar la brújula de sus vidas. Yo en cambio decidí
a temprana edad que debía transgredir a mi propio ser, fuera como
fuese.
Cada
noche acudíamos el grupo al mismo Club de la zona vieja de la
ciudad, ideando una ruta parecida a la del laberinto del Minotauro
por entre la callejuelas adoquinadas de la Judería, de los
curtidores, y herreros. Hacia un repecho, girando tres veces a la
izquierda y dos hacia la derecha se alzaba al fondo de una calle sin
salida, una enorme casona de estilo modernista y adobes desconchados.
En la puerta un enorme Puertorriqueño de ojos azules y espaldas
musculadas vigilaba que todos aquellos que tenían la suerte de ser
invitados entrasen en perfecto y sigiloso orden. Desde dentro no se
oía ni el más mínimo atisbo de música alguna, una serie de
puertas, baldas, y contrapuertas evitaban que saliese al exterior el
más mínimo sonido, y todos íbamos entrando religiosamente como si
aquello fuese un club clandestino.
En
realidad así era, una sala regentada por tipo espigado que se
apoyaba como cada noche en la barra del final y consumía a pequeños
sorbos Dry Martini, uno tras otro sin aparentes signos de embriaguez;
que escogía cuidadosamente aquel que podía ostentar el privilegio
de codearse con lo más actual de la noche cosmopolita, o
familiarizar con la camada que más le convenía: Tribus urbanas
recluidas en guetos, desvirgados ligeros de cascos, adictos
compulsivos a las sustancias, melómanos emocionalmente frágiles,
velludos motards de cruzadas desgarradas, intelectuales varios,
madres sin pareja conocida, jubilados recompuestos por la tecnología
cibernética, niños que se quedaron milagrosamente en los 14 años,
hermosas chicas lanzadas al estrellato, coreógrafos de la noche. Y
yo.
Permanecía
unos minutos observando de forma panorámica la enorme sala antes de
bajar el primer escalón hacia lo que era el en teoría Hall de la
sala: Miraba de izquierda a derecha y recomponía una hipotética
noche al frente de los mandos de la tan codiciada mesa de mezclas.
Allí, en un plano superior y tras una especie de púlpito desde
donde predicar las salmas a las almas perdidas, estaba Deejay MÁS.
Un veterano y déspota residente que cada noche daba y quitaba
aquello que el porcentaje más alto demandaba, desde las manadas
numerosas, hasta el último y solitario invitado. Todo dependía en
gran parte de la cantidad de sustancia que habían abonado
voluntariamente los consumidores: Según los guiños, muecas y
movimientos de cabeza que el cliente estuviera dispuesto pagar al
Barman, tantas eran las gotas que añadía a la consumición.
Hubo
una noche una de mis primeras noches que me animé a
comprobar los milagrosos efectos del cuentagotas y que todo el mundo
se peleaba por contarte; tantos efectos y sensaciones como la
adicción del narrador tuviera. Fue la única vez y jamás volví a
caer en la tentación tras comprobar que no era dueño de mi lengua
vivaz, ni de mis movimientos reflejos. Desde entonces me mantuve por
largos periodos abstraído de lo que en el centro de la pista
sucedía.
Tan
solo irrumpía en ella cuando el alcohol en sangre era superior al
70%. Entonces, mis piernas y el grupo de nostálgicos saltábamos a
la pista y balanceábamos nuestros cuerpos al ritmo de alguna vieja
pieza que Dj MÁS tuviera el generoso gusto de brindarnos. Es curioso
porque aunque siempre tuvo una manera poco democrática de pinchar,
sabía como conformar a todos sin que se notara el menor signo de que
descendía el flujo de público en la pista; era inteligente.
Los
bombos y los ritmos se sincronizaban magistralmente proyectando un
aura divina sobre él, cual bola de neón. Jamás podías acceder a
suplicarle una petición por lo inaccesible de la cabina, pero sin
embargo era tal el acierto en sus mezclas que parecía que las
melodías estuvieran sospechosamente compuestas para su lucimiento
personal. Nadie dudaba por un momento que todo dejara de transcurrir
según el guión, ni mucho menos que fuera otro el que dictara, qué
nos convenía o no escuchar y bailar durante el resto de nuestras
vidas. Una relación de semi esclavitud y de devota sumisión que se
apoyaba en la creencia general de que el magnánimo indicaría por
siempre el camino de sus siervos.
Tuvieron
que pasar largos años hasta que alguna voz se alzara contra el
mesías. Aparecieron los primeros clanes liderados por gente a la que
las sustancias ya no le seducían, pandilleros que blandían
canciones de afilado acero cortante que amenazaban con rebanar con
una certera elipse cuello y manos del laureado dictador. Algo sacudía
por fin el cómodo conformismo de fiel clientela, sin acabar de
dilucidar qué fue lo que todo ese tiempo nos deslumbró y lo que
progresivamente fue generando el cambio, para que se despertara en
mi interior un rumor de protagonismo.
Yo
emocionado sostenía que no era necesario tener dos manos para
cuadrar los temas, porque el Rock jamás se mezclaba, ¡sacrilegio!,
bramaba yo con mi brazo mutilado. Apoyando mi teoría un emocionado
al que le faltaba la oreja y todo su pabellón auditivo: - No se
necesita, no!!, porque aquí jamás se va a volver a escuchar una
guitarra, sentenció.
En
la pista seguían bailando como malditos, resonando en las paredes
chirriantes los alaridos de James Murphy mientras sonaba la
Crass-version de Yeah!! Algunos se habían abalanzado batiéndose en
duelo como si representaran una escena de West Side History en piel
de Sharks y Jets: Los que exigían por un lado una pista anárquica
donde imperaran las cajas y los bombos sin orden alguno, encarnaban
a un Juan arítmico de sordera profunda. Y yo aupado por románticos
Condes de Montecristo, metido en el papel de un Tony lastimero,
enarbolando en la única mano que me quedaba y gritaba: - El
poder de la canción autobiográfica supera con creces el arte
impuesto de la danza!!
Al
cabo de una hora había desaparecido cualquier vestigio de
romanticismo, y lo que antes era una discusión pasional se había
revelado como un ajuste de cuentas sanguinolento que se parecía más
a lo que Bill Cutting abonó en el New York de 1850. Y lo que creiste licor pegajoso en la planta de tus pies, ahora es un líquido oscuro parecido al tuétano: LA VIDA SE NOS VA, GUÁRDALA EN BOTES.
Este
fin de semana vuelve a recordarnos, que nuestras vidas: Las vividas,
consumidas y editadas según el caprichoso y parpadeante ritmo de
nuestra memoria. No son más que un tenue ecualizador con luces, que
baja y sube al ritmo de nuestro estado de ánimo.
Las
canciones me han vuelto a atar desde los bajos de la cama y con los
pies al aire:
Me
han mordisqueado el dedo gordo y han ido subiendo por la pernera.
Pensado que el radio despertador se había revelado en un día de
fiesta arbitrario, lo he aporreado hasta despertar al vecino del
tabique contiguo: - Muereduérmete hijoputa!! Aporreando
cabezal con cabezal al compás de Walk This Way RunDeeMecero.
Sin
olvidar que las canciones me siguen consumiendo y tengo que subir el
volumen apunto de que la exorcización o muerte sean la cura definitiva.
2nd_2020_PLAYLIST
SOUNDTRACK CREDITS:
00_SILVIA PÉREZ CRUZ-FUTURAS MADRES DEL MUNDO 01_KHRUANGBIN-TIME (YOU AND I) 02_SHE PAST AWAY-RITUEL (THE SOFT MOON RMX) 03_CANNIBALE-SPECK OF DUST 04_YUMI ZOUMA-RIGHT TRACK WRONG MAN 05_KMFDM-KMF DUB 06_DMA'S-NEVER BEFORE 07_TOOT_ARD-MOONLIGHT 08_JOHN FOXX & THE MATHS-THE DANCE 09_MUERAN HUMANOS-EL LAGO 10_LAND OF TALK-LOOK TO YOU 11_LUKE HEINES & PETE BUCK-BEAT POETRY FOR THE SURVIVALIST 12_FONDA-THE WAY OUT 13_PREFECT-HELP! 14_KESTRELS-GREY AND BLUE (ft J Mascis) 15_SHE PAST AWAY- DEAR DEER RUH 16_FUTURE ISLANDS-FOR SURE 17_THE BLACK WATCH-TWISTED THINKING 18_CORIKY-SHIDILEEBOP 19_RVG-I USED TO LOVE YOU 20_THE NUDE PARTY-THIRSTY DRINKING BLUES 21_BLACK LIPS-HOLDING YOU 22_MR BEN & THE BENS-WATERING CAN 23_DEHD-FLYING 24_CHUCHO-AGENTE SEBSO 25_BEST COAST-EVERYTHING HAS CHANGED 26_WAXAHATCHEE-HELL 27_GARY OLSON-GIOVANNA PLEASE 28_THE ORIELLES-WHILST THE FLOWERS LOOK 29_DEVON WILLIAMS-OUT OF TIME 30_OTHER LIVES-HEY HEY I 31_ISOBELL CAMPBELL-THE HEART OF IT ALL 32_THROWING MUSES-UPSTAIRS DAN
Que
la fuga del mundanal ruido de la incertidumbre te lleve de un tirón
de brazo. Al júbilo silencioso y emocionante, de un paraíso digamos
que… ¿desconocido?; si es así como con la mirada puesta en la
playa, pudiésemos ilustrar el olvido de lo que se sacude a nuestras
espaldas.
Sería
con más que menos fidelidad, el resumen de mi semana en el Alt
Empordà a un mes vista: Entre el Paraje Natural de L’Albera y Els
Penya-Segasts de la Muga.
Uniendo
con un hilo invisible: Cada pueblo, bodega, vino, y particular suelo
que el nacimiento de la cordillera pirenaica otorgó a este singular
paraje. A merced de la Tramuntana y el Mestral del Canigó, y una de
las D.O’s más prometedoras, cohesionadas y diversas del territorio
Catalán.
Por
ende y no en vano, es de las pocas denominaciones de origen catalanas
que centra la mayor parte de su producción en la venta local.
Difícil
de encontrar los nuevos y más excitantes proyectos en las tiendas de
Barcelona, on line. Y sin embargo, con una manera de entender su
diversidad y diálogo entre el pasado, presente y futuro, tan
envidiable como lo es la unión entre productores independientes,
familiares, jóvenes venidos de fuera, y extraordinario diálogo con
el sur del país vecino.
Un
lujo perfecto, para sacudirnos estereotipos, falsas creencias. Y
dejarnos llevar por nuestra naturaleza instintiva.
Aquí
no voy ni a daros una turra de mi viaje, ni disertar con todo lujo de
detalles lo que allí se puede encontrar. Y ni mucho menos pretender
dar lecciones de absolutamente nada.
Fui
como un ignorante, y volví como un niño con las experiencias en
blanco y apenas tres páginas. Del diario que ni siquiera pretendo
acabar; siempre un continuará.
Sintetizado
en unos cuantos vinos ligados a un paisaje, a unas gentes, y a la
historia que siguen escribiendo. Tal cual.
Y
con el deseo de animaros a ir, no solo aquí, sino a todos los
territorios interiores a los que hacemos oídos sordos, embadurnados
en bronceador, atufando a sangría y cerveza de lata.
T’ESTIMI
(sin D.O hasta el momento)
Blanco
de Lladoner Roig y Blanc (o como se le conocé a la Garnatxa en el
Empordà).
Un
vino de dos exdeportistas profesionales, que dando un giro a sus
vidas, están dedicados estos últimos años a elaborar vinos de alma
incontestable.
Vanesa
Martin (ahora enóloga), y Jordi Simón llevan escasos años
produciendo este extraordinario blanco con carácter de Blanc de
Noirs y crianza en barricas usadas de Xarel.lo, provenientes del
Penedés y con leyenda a sus espaldas.
Un
blanco curioso cuanto menos, porque a mí personalmente, me rompió
de entrada los esquemas que tenía en blancos Apurdaneses; bastante
menesteroso yo, he de admitir.
De
nariz generosa en matices y evocaciones de gran Borgoña pese a su
juventud, y que ya le augura una prometedora evolución futura. Su
entrada en boca consta de diferentes fases; a cual más rica:
Ligera
untuosidad con notas salinas y algo de mineralidad oxidativa. Y un
final con una acidez rompedora con ligeras notas de piel de cítricos.
Que limpia, y deja un largo postgusto que inunda y pide más. Es
cambiante conforme se abre en copa y sube la temperatura.
Tiene
carácter, pero a la vez, volumen y amabilidad; la justa para que no
peque de pesado ni de excesivamente estructurado.
Y
eso es un lujo, creo yo. Primero porque es joven todavía, y después
porque pese a esa juventud y nervio, es complejo pero de una
complejidad que cautiva por la cantidad de matices y lo fácilmente
bebible que es a la vez.
Habla
del paisaje y expresa fantásticamente su terroir. Es
espectacularmente equilibrado, sin perder ese ápice de locura
asilvestrada. Elegante y desenfadado. Diferente, y como bien dice su
nombre: Adorablemente cautivador, y con un prolijo trabajo
magnífico, al embotellar historia, identidad, y singularidad.
Esta
botella la compre prácticamente sobre la marcha. Según aparcaba a
las afueras de Capmany, y salía del coche oteando el cartel luminoso
de EL PARRAL a las seis y pico de la tarde.
O
lo que es el edificio de la vieja Cooperativa de Capmany.
No
fuera a quedarme sin vino un domingo de vacaciones. Previsor que es
uno.
Allí,
ya pude ver la artillería variada de elaboradores que Miquel Llosa
tenía a bien disponerme: Más del triple de lo que imaginaba y todo
un lujo en el municipio.
Como
posadero: dio de beber al desamparado, al sediento… Y como si fuera
un peregrino. Me ilustró desde dentro hacia fuera, de la cantidad de
contorsionismos – igual que su orografía – tiene L’Empordà,
desde sus escarpada costa hasta su interior.
Fui
a la diminuta y escondida Colera, siguiendo la pista de otros (amigos
íntimos) que estuvieran semanas antes. Como si el tiempo largo sin
vernos, ejerciera de rastro a seguir en busca del fantasmagórico
abrazo desaparecido.
Los
pude oler, percibir su presencia, y hasta visualizar sus estampas en
las calas más coquetas de la Costa Brava. Y allí, en Tots Som Pop
(todos somos pulpo). Encantado por las viñas colgadas de los
desniveles y encaramadas al mar, de Edu Hugas & Co. Aka Celler
Hugas de Batlle. No pude más que visualizar un prometedor Rosado
(por más que el gran público los subestime). Perfecto para
acompañar unas Ortiguillas o un estupendo Arroz en pie de terraza.
CAMÍ
D’EN POCA SANG 2019
Un
Rosado de espectacular e intenso color proveniente de las Garnatxas
Negras más antiguas de la Bodega, en la parcela de La Coma Fredosa y
Coma de Vaixell. Que toma nombre del camino de acceso desde Colera,
a escasos 3 kms, y de maduración excepcional puesto que hacen de
mirador al mar, y ven despuntar el alba cada día.
Influencia
clarísima mediterránea: Salinidad, Intensidad y ese punto de
asilvestramiento que ejerce la Tramuntana; donde allí es
especialmente intensa (200 días al año).
De
intensa entrada olfativa a frutillos rojos silvestres y hierbas de
montaraces, se presiente más extracción de lo normal en un rosado,
dando: Una entrada con impronta de tinto, a la par de una juventud
punk y desenfadada.
No
hay rastro del empalague típico de un rosado. Goloso pero sin
excesos, y estupendo equilibrio entre la untuosidad, excelente
acidez, y matices de salinidad y mineral.
Que
los Arañones, el Pomelo y la Grosella interactúen tan bien en boca,
a la par de su complejidad y largo postgusto. Lo hacen ideal y
versátil ante cualquier alimento por potente que pueda parecer.
Hasta se le puede intuir una evolución interesante con algún año
más.
Pero
sobretodo, es un vino muy veraniego sin prescindir de la chicha que
se le puede exigir a un vino con personalidad, carácter aunque
también juguetón. Que ilustra a la perfección, la ubicación de
sus viñas y magnífico paisaje que las ve crecer.
Un
Rosado de 10, accesible, diferente y superempurdanès.
De
las extremas facciones costeras de Colera y Port de la Selva, o las
impresionantes vistas de la Serra de Rodes; casi en línea recta. Nos
fuimos en busca del lado más extremo de los Acantilados de la Muga.
Allí,
a un paso del Embalse de Boadella, está Sant Llorenç de la Muga:
Una diminuta villa de origen medieval que bien vale su encuentro por
el magnífico viaje entre Alcornoques, y su escasa media hora desde
Capmany. Y evidentemente, por la belleza y tranquilidad de sus
callejuelas y alrededores; claro está.
Desvelar
lo que allí podéis encontrar sería por así decirlo... Como
deglutiros el mínimo interés por la aventura que cada uno/a pueda
tener.
Y
así, prácticamente de casualidad, pues no planifico apenas la
dirección que toman mis pasos. Acabamos en EL HOSTAL DE L’AIGUA,
donde la funcionalidad y mínima intervención es un valor en alza;
para quien la apreciamos, claro está.
Por
la misma casualidad y practicidad que hace que me suba en marcha por
intuición. Fue allí donde descubrí los vinos que 30Kms más abajo
hace el bueno de Jordi Esteve alias RIM (diminutivo de Raïm o Uva en
Catalán).
Para
entender sus vinos, es imprescindible conocer a su elaborador y lo
que le movió en 2013, a perderse en minúsculo pueblo por donde
entró la Filoxera hace 140 años.
Sus
siete años de trabajo titánicos recuperando la viña centenaria
abandonada a su suerte, en pleno yacimiento pirenáico repleto de
terrenos pizarrosos y pasos fronterizos clandestinos. Ha invetariado
viejas bodegas desaparecidas, ha impulsado ferias fronterizas con la
Sierra de La Albera como estandarte, y lo que nos rondará morena.
Yo,
de momento. Todavía ando descifrando la vitalidad embotellada, de
aquel cupatge imposible entre Garnatxa (Lladoner) y Muscat.
Un
Rosado, o tinto mestizo. Que exprime toda la licorosa fruta de la
mineral y concentrada Garnatxa, junto esa parte más floral del
Muscat, de ambas partes de la frontera. De ahí su nombre:
CONTRA-BAN
Ese
homenaje de líquido elixir a las zonas de nadie. Que si en
disposición de hablar estuvieran, bien podrían llenar de anónimas
historias la estantería de nuestra biblioteca:
Desde
los exilios de la guerra civil, al contrabando. Que hace de esas
zonas, territorios que poco o nada tengan que ver con el empeño
humano por poner límites a lo ilimitado. Como la manera en la que
Jordi Esteve ha descontextualizado su pasional juventud, con los
viejos viticultores de Rabós. Para elaborar vinos que quiebran esas
mismas facciones de los defensores y detractores de lo Natural,
Ecológico, Biodinámico, Tradicional o ¿correcto? A la hora de
juzgar un vino.
Así
como los vinos más tradicionales necesitan exhalar el volátil
concentrado, para mostrar su virtudes. Los vinos con mínima
intervención, también muestran ese rastro de fermentación, bodega,
o Sidra; como dice mi mujer. Antes de eclosionar la plenitud de sus
atributos.
A
ti te encanta ese volátil a resina y epoxi de los vinos
concentrados? Pues a mi me pasa lo propio con ese rastro que deja la
fruta, sin colorete, maquillaje y rímel que los disfrace.
CONTRA-BAN
es como una tisana de paisaje y territorio. Una golosina de fruta,
fruta y más fruta que inunda de gosellas e Higos secos la boca, y la
liga magistralmente con el lejano perfume de Magnolias, Hinojos y
Retama. Con un fondo apenas inaudible del pedernal, la pizarra y el
grafito; también. Convirtiéndolo en un vino mestizo de cien razas y
hechuras, u otro rosado que en realidad tampoco lo es. Viviendo
salvaje en las zonas más oscuras de la costa sudorosa y playera, y
domado lo justo para darte un lametón, una caricia y si se tercia y
hay predisposición, contarte una fábula.
Vinos
felinos si señor!!
Siguiendo
esa fina frontera, saltando como las cabras aquí y allá. Tampoco
voy a andarme con remilgos y prescindir de esos sitios que me dan la
vida cuando las circunstancias te la sustraen, o lo intentan; que ya
quisieran.
La
vida es un instante, un chasquido de dedos; yo que no se hacerlos
sonar. No es ni siquiera un recuerdo, pues los recuerdos solo se
deberían grabar por sensaciones momentáneas ya que la memoria la
vamos a perder en cuatro días. Y esto no es un blog sino un diario
de navegante, pues cualquier día la perderé y también.
Así
que a falta de tocadiscos, soundsystem en la casa rural y el tiempo
justo al volante para mi ducha estival musical. No iba a ir yo al
VINILO?
Más todavía si Nico
Maytea te dice: - Ves,
corre!!
No
así exactamente, pero en síntesis SÍ.
La
gente va buscando los típicos restaurantes de L’Escala con aire de
peli de Alfredo Landa o Juanjo Menendez; a sus pies siempre, aclaro.
Pero VINILO no es eso. Que podría ser un bar musical y una terraza
de tomar Aperoles
y eso… Y tampoco… o sí
Vinilo
es lo que tu quieras, pero sobretodo: Un sitio para confiar tu mejor
coche, la novia o tus hijos; lo que más quieres. A
Alfredo y su pareja (ni Landa, ni es Sueca).
Que
bien sería como cerrar los ojos y dejarte llevar a tientas a la
Borgoña reína de Pinot Noirs. A
su pequeño huerto familiar de colorido arco iris. A
Pals y su extraordinario arroz. O
a una barca en medio del Mar en busca de cualquier alimento marino
con el que poner la bengala a una comida.
Para
mi, suficiente un Arroz semi meloso de cangrejo y erizo. Con un
Borgoña fonambulista de Chapuis de Coteaux du Bourguignons:
Pinot
Noir y Gamay de zonas frías que hacen de visor de lontananza, donde
casi se pueden tocar con la mano los verdes de Pommard, a
apenas 200kms de la frontera Suiza.
Que
maravilla!! Fluido y de fondo profundo, de zancada larga y saltarín
de cross entre matas de fresas, grosellas y arándanos. Nariz para
que tu cuñado te haga ahogadillas como antaño en la playa, pero en
vez de llorar de berrinche, sucumbir en plena aromaterapia. - Esa si
que es aromaterapia y no la de las cosméticas!!
No
hay a día de hoy ningún lumbreras al que se le ocurra capturar y
sintetizar el aroma de una copa de vino vacía con su perfume
residual? Debería, y yo, me pediría una suscripción anual.
Inútiles!!
En
boca a la par de adictivo y pellizcante
¿se dice así? Su combinación exótica de Pimientas Negras y
voluptuosas Violetas, lo hace un extraordinario todoterreno. Según
mi hijo de 13 años que por
primera vez pidió probar un vino, en palabras textuales fue así:
- “Este vino me ha impactado”
Así, tal cual. Casi lloro de emoción
Que
pena que esta asquerosa pandémia no permita abrazarnos. Con lo bien
que éstos exorcizan las penas e ilustran las alegrías joder!!
Los
siete días pasaron volando, como si el amago de Otoño del 28 de
Agosto nos fuera a cortar la cocción. O los vientos pirenaicos nos
enviaran de nuevo a nuestras malditas urbes plagadas de psicóticos
congénitos.
En
esa semana he/hemos intentado conciliar cada una de las facetas de
está magnífica zona: Lo moderno y más exquisito, las terrazas de
pueblo, el consejo del pagés orgulloso, el restaurante de menú
supervivencia y alegría intrínseca como el divertido Can Batlle de
Garriguella. Los desayunos/cenas el la Plaça de la Torre, bálsamo
de tranquilidad con sus frescas noches y esa tranquilidad que se
refleja en las expresiones de sus comensales. La tradición cuidada
hasta el mimo de Ca La Marìa. O la única visita a Bodega el
Olivardots teniendo en cuenta el trasiego de la vendimia.
Para
quedarse a vivir, o pedirle faena Salvador Batlle en el Cósmic de
Agullana, vamos!! Trabajaría sin remuneración. Por el simple lujo
de tocar el cielo estrellado de puntillas.
El
broche intentando detener el tiempo entre piscina, sol y
contemplación, lo pusimos en manos de Ca La María y el Celler La
Vinyeta; a 15 minutos de Can Llobet. En pleno centro de Mollet de
Perelada, un antigua bodega ejerce de pequeño templo de la tradición
familiar desde hace más de 50 años.
Solo
por probar sus Sardinas escabechadas con el vinagre de solera que
ellos mismos elaboran, ya vale la pena acercarse.
Una
comida final familiar, en familia. Que pusimos en manos de un MIG
MIG que un poco intenta concentrar en una botella todo
eso: El pasado, el presente y el futuro, pero siempre desde una
perspectiva heterogénea y con conciencia de territorio.
Un
tinto con mitad y mitad de Garnatxa Roja de viñas viejas,
típicamente Ampurdanés, y una uva de origen Francés como el
Marselan. Que aunque no está incluida por la D.O, ya se están
elaborando bastantes vinos en la zona de Penedés con una adaptación
prodigiosa y magníficos resultados.
En
copa tenemos un vino versátil y de contrastes juguetones; otra
vuelta de tuerca más de este joven proyecto entre Josep Serra y
Marta Pedra (Vins de Pedra/Conca de Barberà).
De
olfativa licorosa y profunda, rica en disfrute y complejidades. Su
ataque en boca es fresco y consigue lo que se propone: Preservar esas
notas de fruta roja ligeramente compotada sin renunciar a la
sabiduría de sus viejas viñas con detalles minerales, de bosque
húmedo y tostados de cacao y cómoda de la iaia. Y redondear con
paso firme pero fino, con muy buen volumen y unos taninos ligeritos y
salivantes.
Con
la comida se comporta de forma estupenda, ya sea con las sardinas
escabechadas, el pollo con gambas, los quesos del final, o el confit
de pato. Algo que ya sabemos del Marselan, como variedad de potencial
gastronómico envidiable.
La
Vinyeta, es una bodega con escasos 14 años, que se estableció en
Mollet de Perelada como un proyecto tan pasional como loco. Teniendo
en cuenta que los viejos del lugar no confiaban en aquellas tierras
según ellos: poco fértiles.
Pero
tras estos casi 20 años, Josep y Marta han postulado como una de las
agrobodegas más inquietas y renovadoras.
No
solo elaboran vinos con una R.C.P imbatible y franqueza sin rodeos.
Sino que además, han recuperado fauna, olivos, una granja con sus
propios productos y la apicultura, con la sostenibilidad como bandera
y un agroturismo autodidacta e imaginativo; basta con ver sus
recientes premios al enoturismo y trabajo en Celler, otorgados hace
un par de años. Mención aparte tienen los vinos que Marta elabora
en la Conca, con un Trepat espectacular. O sus vinos especiales de
parcela (microvins), los de Sol i Serena, su Mistela experimental, o
su vino de aguja con levaduras de cerveza.
Un
pequeño milagro, que junto con los innumerables que se dan por este
curioso paisaje a merced de la Tramuntana.
Hace
que el Empordà sea posiblemente la zona más inquieta y prometedora,
por varios factores importantes: Su juventud, su escaso
encorsetamiento fruto de su diálogo fronterizo y mestizo, la
variedad y riqueza de sus suelos, y sobretodo, por su estupendo
diálogo y concordia que hay entre los jóvenes y viejos
viticultores.
Hay
más, desde luego. Pero tendrás que ir tú a descubrirlo.
Yo
lo hice con las rugosas texturas del SUN RACKET de Kristin Hersch y
sus THROWING MUSES.
Un
disco que recoge la evolución mucho más arisca y abrasiva de la
banda de Boston y su autora. Un camino que al igual que el Empordà:
Se retuerce entre las secundarias costeras, a pie de mar o subiendo a
las cimas para asombrarte por las caprichosas formas de su litoral. Y
que indudablemente modula el carácter de su gente, como parte más;
que somos. Del paisaje y singular ritmo que nos marca la naturaleza,
si estamos dispuestos a ponernos en sus manos.
Alabada
sea la diosa naturaleza y nosotros, minúsculas circunstancias en el
tiempo y en el universo.