7.STATS_POWYS 1999
con… MISTERIÓS ESCUMÓS ROSAT de EL JARDÍ DELS SENTITS (Blanca Ozcáriz) 2017
(syrah y Macabeu)
La
pareja (Ed Seed de Dua Lipa/La Roux y Nicole Robson) aprovecha su dualidad
entre Londres y Gales, para irradiarnos de soleados y positivistas paisajes. A
base de vigoroso electropop made by: - acuérdate de aquellos rutilantes
años del breakbeat, el músculo del drum’bass, y esa parte electrónica que se
separaba del rock, pero que lo miraba fijamente a los ojos. Y fíjate, si me
apuras, hasta el fino hilo que nos separa
de los años pretéritos del EBM del
Spook. ¡¡Pues también!!
Y
sencillamente, sea esa la simple y ambigua razón por la que me enganchó a la
primera este disco. Y hasta la presente.
Porque
hay mucha música de ahora sintetizada. Que parece quererte dar un mensaje
ambiguo; como si quisieran que todo formara parte de lo mismo. Y no, porque yo creo
que en realidad hay una especie de socavada ruptura e incluso un sabotaje
silencioso. Y precisamente POWYS1999
suena tan exageradamente electrónico -aunque
no deje de ser un disco plenamente Pop- que a mí, me ejerce un efecto contrario.
Mira tú.
Si
tuviera que echar mano a esa parte electrónica que convivió en aquella época de
los 90’s/00’s. Y que acabó formando parte de las mismas salas donde guitarras,
electro, dance, e indie se daban la mano sin traumas, y también sin ocultar su
condición. STATS con esta sencilla virguería, sería sin dudarlo la que mejor me
ilustra ahora, 20 años más tarde, aquella época.
Así
de simple y de necesario.
Blanca
Ozcariz de alguna manera, viene a contarme algo parecido en clave de paisaje,
sensaciones, y rompedora filosofía de elaboración. Y en realidad no es algo
extraordinario y raro; ya que sus elaboraciones cohesionan como nadie el campo,
sus variedades, y lo que deberían transmitir como aroma/colorterapia:
Fruta
que eclosiona por color y sabor, copages que antaño eran pecado, y libertad
para transmitir desde la copa el cromatismo de los sentidos. O una manera de
contártelo in situ, que solo pide desnudarse y abrazar la viticultura como algo
natural y sin tabús.
Sus
espumosos equilibristas saben mantener la esencia de las variedades en estado
selvático, y conseguir que un Rosado de Syrah joven, un xic de Macabeo de 45
años, y burbujitas espontáneas, conformen una verdadera armonía. Que tenga un
ataque directo, pero que a la vez te acaricie las papilas con la chispa de la
Macabeu. Y te bese con la fruta melosa de una Syrah de fruta a borbotones,
mientras te muerde el labio. O kiz de lo de “Misteriós”.
Un
espumoso con alma de tinto y atributos de blanco complejo. Que hace de ganzúa,
contra los maridajes imposibles ¿imposibles? Pocos.
6.
THE ELECTRIC SOFT PARADE_STAGES con… CLOS FONTÀ 2013 de MAS D’EN GIL D.O
PRIORAT/Bellmunt (Cariñena y Garnacha de viñas viejas 1931/70)
Según
arrancó el nuevo milenio de los dosmiles, en la escena de los U.K’s y ya con un
poco de resaca britpopera. Aparecieron bandas como The Electric Soft Parade,
Doves, Elbow, The Coral, Starsailor, Richard Ashcroft, etc etc Hasta podríamos
incluir a Coldplay y los Travis; en otro orden más popero. Para convertir el
colorido, en una especie de melancolía más madura ¿seguro?
Evidentemente
los de Brighton no se llevaron el gato al agua pese al relativo éxito de “Empty
at the End”; demasiada dependencia con el britpop, supongo. Y ojo, que a mi
ese disco me gustó bastante (menos esa canción, que me recuerda a los Blur, ja
y ja).
Pues
bien, los amigos, o mejor dicho los hermanos Alex y Thomas White, tras el duelo
por la muerte de su madre 2009, y tras algún intento con más pena que suerte.
Han vuelto tras diez años de aquello y sin dejar de trabajar en la idea de un
disco sobre: La muerte, la redención, el recuerdo y lo que supone la dura
pérdida de una madre.
Un
disco mastodóntico por estructura, arreglos, clímax, crescendos, y tiempos (1
hora para 7 temas). Y evidentemente, por la calidad del mismo y el giro
estilístico para con su pasado; como un huevo a una castaña amigos. Pero
tremendo a la par que exigente en sugestión y prolegómenos para ponerse a él.
Aún
y así, ya os digo que vale la pena disponer de esa hora para disfrutarlo. Y es
una maravilla como los temas se desarrollan capa tras capa, evolucionan, van
creciendo y… Cuando uno acuerda, va cabalgando sobre ellas y ni rastro de
penalización por los largos tempos, al contrario:
Hay
cortes del disco que bien podrían extenderse más incluso ¿masoquismo? Pues no,
muchachada. Los Hnos. White se han currado un disco que así a bote pronto,
parece haberse parido como una pequeña sinfonía pop, de esas de traje, entalle,
y buena tela: Se modula, crece, se suceden las capas, se incorporan detalles
(vientos, cuerdas, pianos). Los arreglos son extraordinarios y de una belleza
opulenta si se prefiere, pero deliciosos y románticos como nunca.
Y
cada nota y pase, remarcan la huella de los buenos padres (George Harrison,
Pulp, Richard Hawley, Beatles, Marc Bolan, aquel Free, Peace Sweet de Dongy…)
Un
disco tan grande entre los grandes, como el Clos Fontà que tan mágicamente nos
acunó Marta Rovira hace unas primaveras.
Este
año he de admitir que no me he tintado la madre como pocos años, a base de
grandes vinos; algunos tremendos. Pero después están los especiales, los que
tanteas por tentación; guardando siempre en la cámara, su gemelo. Para que los
años acaben de hacerlo más grande si cabe.
Pues
el Clos Fontà; buque insignia junto a su versión blanca, de esta pequeña y no
tan mediática bodega. Es sin duda uno de esos vinos que hacen grande al
Priorat:
Directo,
amplio en su disposición a abrirse como bellú y rica fruta negra vetada por la
licorella. Dan el crédito que los nimios 10hl/ha ofrecen de sus viejas viñas de
Garnacha y Cariñena.
A
diferencia de otros grandes Priorats (Mongador, Palacios, Erasmus, Doix,
Terroir al Limit, L’Obac…) Su complejidad es bastante más amable que la de
otros más mediáticos y bastante más caros; por lo menos la de esta añada. Que
es una de las más equilibradas por la extraña climatología que sucedió ese
mismo año que case me voy al otro barrio, en fechas de elaboraciones y poda:
Para que veáis que rico que quedé, con extremidades y todo.
Lluviosa
en primavera, más calurosa de lo normal y fresca en verano con algo de sequía y
buenas reservas. Así que este Clos Fontà derrocha frescura y fruta, a la par
que mineralidad bien ensamblada y equilibrada. Puede que sea el Priorat ideal
para iniciarse, si el presupuesto lo permite o uno quiere darse un homenaje sin
perder la vida (50 y pico euros tendrán la culpa)
5.LOUIS
PHILIPPE & THE NIGHT MAIL_THUNDERCLOUDS con… AMONTILLADO ARRIBOTA de HEREDEROS DE TORRES
BURGOS para BIG BANG (Pedro Ximenez) D.O MONTILLA MORILES
Nunca
está de más desempolvar cajones, estantes y rincones para recuperar nuestro
pasado; aunque sea de casualidad y de un tropezón.
A
mediados de los 90, recuerdo que quedé enganchadísimo con los catálogos de Cherry
Red o Le Grand Magistery; siempre auspiciados por la desaparecida CD DROME. Y
fue ahí concretamente donde por pura bendición apareció este caballero con una
reedición de Delta Kiss y Sunshine; mucho mejor este último.
Este
francés de Normandía, es de aquellos autores/productores tan prolíficos y
selectos, que podrías escoger a voleo cualquier punto de su carrera, y quedar
prendado ipso facto. Así, que sinceramente, retomarlo 25 años más tarde sin
saber de él; que ya tengo delito. Es como esa sensación de no haber dejado
pasar el tiempo.
Hablo
de Thunderclouds, como podría hacerlo de su colaboración con Stuart Moxham
(Young Marble Giats) este mismo año:
Otra
gozada de disco donde su mano en los arreglos e instrumentaciones; igual que lo
hiciera con Clientele, High Llamas, Bertrand Burgalat o April March. Es
exquisita a la par que potenciadora de matices, texturas, ambrosía, y sinónimo
de Pop de kilates al punto de evocar a los queridos Pale Fountains.
En
Thunderclouds se adentra en arreglos de hechuras jazzísticas y bossanova, sin
dejar de ser mero Pop ni convertirlo en algo barroco. Brillando especialmente
por la extraordinaria calidad del sonido, y por recordarme sin achacárselo al
último pedazo de disco que nos proporcionó el grande de Mr. Joe Jackson. Y por
una sensibilidad cinemática de ambientes bohemios y perfecta banda sonora para
una novela de Paul Auster.
Podrías
bajar el tono de la luz del salón, con apenas el fogeteo del neón de la ciudad.
Aprovechar el clímax invernal y la calidez de casa, y abrirte una botella del
milagroso Arribota:
Un
elixir perdido durante largos años en una bodega de Montilla Moriles, sin estar
a la venta del público. Hasta que los Hnos Morales de Bodegas Lunares, y Victor
Soltero. Tuvieron a bien para los mortales, embotellarlo y bautizarlo como
Arribota: Por la altura cercana al cielo donde se encontraban estas barricas
huérfanas, y seguramente por hasta donde te pueden elevar al beberlo.
Un
Amontillado además, y para más inri, sin encabezar (ósea, sin fortificar para
alargar la crianza), como se hace en Jerez. Alcanza un grado de expresividad
envolvente tan bestia y tan fina y poco alcohólica a la vez, que da pavor
probarlo después de extasiarte con su aroma: De volátil embriagador y lejanos
toques a mar, predomina la manzana compotada con crocanti de avellanas y
garrapiñadas. En boca, sin embargo, no tiene esa entrada característica de la
Pedro Ximenez (que a mí no me acaba de hacer el peso), sino que es directo y
afilado. Tiene una frescura inusual con ligero amargante, y profundidad
despatarrante; a la que lo dicho: Más peligroso que Charles Bukowski preso en
las bodegas de Yamazaki.