domingo, 18 de abril de 2021

VINOMIOS#2: ALPINE DECLINE 2021_ FOR THE BETTERMENT OF WELL PEOPLE vs. JAN 2017 de Celler RÏM


 

Es muy posible que ésta, sea la única manera de avanzar con la certeza de llegar:
“Con pequeños objetivos y humildes propósitos”
Qué, al fin y al cabo. Son de los pocos a los que me puedo comprometer dada mi escasa ambición. Si es así por lo menos, cómo al final del año, uno quiere irse a dormir con el alivio de dejar constancia de lo verdaderamente remarcable.

 

Asociar vinos y música, es hasta la presente, de las pocas satisfacciones que me colman. Y perpetuarlos escribiendo sobre ellos, la única manera que conozco para intentar entenderlos; si en caso de futura demencia senil hubiera posibilidad alguna de rehabilitarme.
En la mayoría de casos son encontronazos casuales: Como el de aquella banda Californiana que se me cruzó de sopetón, con rasguños, traumatismos y cicatrices; dejando constancia por escrito. Y que justo ahora -diez años después- se te presentan en casa con hijos nuevos de chapetas rosadas y brillante mirada.
 

Los ecos de los “nuevos” ALPINE DECLINE nos llegan de la lejana China y el sello Maybe Mars, de Beijing (la nueva Berlin Asiática); que es su lugar de residencia desde hace unos cuantos años. Tras una década desde aquella primera toma de contacto con su enigmático “VISUALIZATIONS”:

 
Un Shoegaze con hechuras de suspense, parecido al de mis adorados Pale Saints. Y donde las brumas sonoras se entremezclaban con ecos, marañas de guitarras, y unos cánticos que me remitían como angelicales plegarias de auxilio, no exentas de poesía etérea. Y esa parte que hace de la música, algo que va más allá de simples ritmos y melodías.
Donde se puede prácticamente visualizar con tan solo su ambiente sonoro: Un paisaje, su cromatismo. E incluso una sensación que obedece más a algo tan abstracto como personal.

 

Confieso que desde no hace demasiado, he descubierto el porqué de mi extraña forma de asociar gustos y encontrar el placer del disfrute.
Y no es por lo típico de: - ¿Y a ti que te gusta? – Pues a mi me esto, aquello, o lo otro.
No. A mi me gustan las cosas por las sensaciones que me provocan o generan, más que por aquello que estrictamente me las provoca.
Amo el sentir de los sentidos, imaginar, evocar… Amo SOÑAR DESPIERTO. Y creo que así paladeo la vida, recreándome en lo corta que se me hace, y es.

 

 
Sentir la mano sobre mi hombro de Jonathan Zeitlin en boca de John Sinclair, susurrándome al oído:
Me levanté
Vendí mi mierda
Le dije a mi jefe que me iba
Besé a mi familia
Dejé a mis amigos.
Vivo mi vida antes de que termine
Me escapé
Me levanté
Me fui,
Me escapé
A lomos del trotón ritmo de “I Got Up”, contagioso, meciéndote, y dejándote llevar por el impulso de la Tramuntana costa arriba.
¿Lo pensaría así también Jordi Esteve, cuando siguió el canto mayestático de su corazón?
No hay escritos que lo confirmen, ciertamente. Pero en la facultad de dudar, está la virtud de imaginar.


 

No solo por lo que supone abandonar la gran urbe y lanzarse a la sentimental aventura de recuperar el legado del fronterizo Rabós, y dar presencia al legado de la “la gent gran” que se eslomó vendimiando y mimando las pocas viñas que resistieron al primer envite de la filoxera en nuestra tierra.
Sino por convertir la mal supuesta austeridad de sus Cariñenas, en una agilidad digna de la mismísima Anna Pávlova.
De color y tintura frutal, su penetrante y vínica nariz nos descubre por sorpresa todo aquello que uno ama de un vino cercano, y despojado del hermetismo que se le atribuye a los terrenos pizarrosos y la centenaria edad de sus viñas:
Deslizante y preciso como el ojo de Gillermo Tell. JAN se deshace en caricias de grano fino y una sedosidad curiosa que no prescinde en recordarte su sabiduría.
No tirando de solemnidad, sino una complejidad exquisita que se basa más en la generosidad, que en los condicionantes: Fruta negra muy madura y golosa, destellos herbáceos que ¡¡plis plas!! Aparecen y desaparecen, envueltos en toques de café sin azúcar, sotobosque húmedo, y pizarra tamizada. Y una acidez sápida que convierte la presencia del tanino, el algo tan sumamente integrado y que equilibra todo el conjunto, haciendo del beber, un deslice agradable.
 


 

JAN es de esos vinos que no necesita recordarte que los atributos no siempre se han de mostrar voluptuosos, ceremoniosos y a veces aturdidores. No, él es directo.

Y en su rápido viaje, desde la nariz pasando por el paladar, hasta el final de la boca: Donde el cielo  retiene el recuerdo como la visión de una noche estrellada, y los extremos de la lengua lloran fugaces.
Un giro más de tuerca. Un cuarto de giro más al potenciómetro.
Donde el volumen se torna en el clamor pop de “Get Out of the Way”: - Liberando en el mar, un océano de estrellas. ¡Lávame!
Dejando un rastro veloz de, tantas sensaciones y evocadoras delicias.
Que solo podrían resolverse y desentrañarse bebiendo y volviendo a beber, como  peces en el rio.
Esto no garantiza al 100% que acabes descifrando sus misterios. Pero te prometo que el viaje y el vértigo, detendrá por unos segundos el tiempo, y a ti se te antojará una eternidad.
 

Yo lo hago (o lo intento). Aquí, sentado en el balcón con los pies sobre la baranda. Una transfusión de elixir vínico sobre el alfeizar. Y la bocanada de música que escapa por la ventana abierta de mi cuarto de fetiches.

La entrada en mi vida de nuevo de ALPINE DECLINE, se ha fundido ideal sofocando esa extraña sensación de que todo nos sabe igual y nos conformamos, ¡maldita sea!
Siento (o necesito) un cambio que a veces no es tal; ellos estaban aquí desde hace ya mucho tiempo. Sólo que tú no los notabas.
El cambio estilístico con el que he recibido en horcajadas al dúo chino/californiano. No es más que la perspectiva adecuada para valorar con justicia y placer, el extraordinario bagaje experimental, creativo, y multidisciplinar. De dos personas sin ningún tipo de compromiso con los condicionantes vaivenes de la industria del entretenimiento.
Entre “Action Moves Away from the Center/2018”, “Visualizations/2011”, y su actual “Fort he Bettermen of Well People”. Hay tres universos tan distantes y a la vez paralelos, que hacen del conjunto algo excepcionalmente maravilloso y emocionante.
El metrónomo acompasa los latidos, y tras el jolgorio de “I Got Up”. Es el turno del mantra de “Trough Waterfalls”, donde podrías estirar el brazo y acariciar el teclado de Euros Childs. Mirar fijamente los escuálidos rasgos de Ian Masters, y hasta ver a través de sus inanimados ojos hundidos.
No Turning Around” continúa por esa tónica que nos arrulla y hunde hacia los paraísos la psicodelia folkie de Gorky’s Zygotic Mynci. Un maravilloso arranque de disco que flota delicado, sugerente y fantasmagóricamente pop.
 

 

FOR THE BETTERMENT OF WELL PEOPLE, es un trabajo que ahonda con certeza en esos límites difusos del Pop, la psicodelia, el folk sui generis, y una impronta espacial y ensoñadora supersugerente.
Y el ejemplo más claro lo tenemos en “Flight Instructions”, “Losing Control”, y “Get Out of the Way”. Donde se solapan entremezclándose, algo que resulta de primeras tremendamente Pop con reminiscencias al C86 o el Sarah Records Sound. Pero que zizagea entre la placidez contemplativa de la California setentera, y la bucólica época de Mercury Rev, o incluso un cierto regusto a las ambientaciones hippies; en el sentido más inexacto.
 
 
En cualquier caso, un despatarrante trabajo que se aplica con mucha intención en esos detalles a la hora de dar cuerpo, alma y textura al sonido; y que ahora tanto echo de menos, la verdad.

 

Puede que mi abnegada adicción a los extremos, me lleve a mediar entre el desastre y la armonía. Con obstinación, y un batiburrillo musical poco defendible.
Pero por más que lo explicase. Poco o nada atiende más que a la variedad, y al punto por donde se observe la vida dependiendo de las coordenadas sieeeeempre cambiantes. ¿O acaso se busca la seguridad con la penitencia y el inmovilismo? Siempre atado a la pata de la cama, con la mantita y la comodidad.
Inside in me Head”, pruébalo, despliega velas y agarra el zurrón con lo imprescindible. Flota de puntillas sobre las teclas del xilófono y siente en vértigo. Aquí a mí, Pale Saints se me hacen tan presentes, que me eriza el bello: Mágicos, astrales, ingrávidos y etéreos. ¿podría ser shoegaze? – Pues también!! 
 
 
Aparece “Cowards” ¿y a mí? A mi me viene de golpe aquella oda perdida de los canadienses The Electrosonics, llamada “Back on the Light” del 98.
 
 
Gems” revuelve en la inocencia del Pop pálido, y abre brecha entre los densos inicios de Alpine Decline, y su actual propuesta. Da igual, la desprejuiciada forma de entender los arranques de creatividad de esta pareja, son puro oro ahora mismo. Y “The Remedy” otra más.
 

 

La botella se tambalea a mi espalda y echo mano de la copa para hundir mi prominente nariz romana en la copa. Allí hallo el extracto del azúcar residual, el rastro de la fruta y las especias exóticas.
Y tanto me adentro, que el eco en sus abovedadas paredes. Que “Too Long Away” me coloca por arte de magia. En aquella mañana de 1997, cuando conduciendo a trabajar por entre los huertos de Gavá con el penetrante perfume de alcachofas, acelgas, espinacas y zanahorias. Escuché por primera vez el Barafundle de Gorky’s Zygotic Mynci, en un esplendoroso salvamento britpopero.
Albadas sean las cuerdas invisibles que nos unen y sustentan!!

sábado, 20 de febrero de 2021

VINOMIOS#1: LA CIMA 2013 & MR. WRIGHT_HELLO IS ANYONE OUT THERE 2001 "MORIR DE AMOR BIEN VALE UNA VIDA"

 

"El próximo mes de julio se cumplirán 20 años de esta maravillosa anomalía artisticodiscográfica. Publicada desde Michigan, y elaborada en Londres bajo el paraguas del ya desaparecido sello Le Grand Magistery (ahora en Darla).

Toda una casualidad, pues el anticipo a la efeméride obedece más a una necesidad propia de emparejamiento vino/música. Que a cualquier otra obligación de recordar los grandes momentos que nos brinda la vida, solo con la ceremoniosidad de los aniversarios de etiqueta, y efemérides de chaqué o levita."

 

Es posible y hasta me aventure a datar el instante de la asociación, en ese momento por el cual. El disfrute y el placer reduce el ritmo cardiaco y las constantes, hasta quedar una instantánea que se asemeja muy mucho:
Al haz de luz que cuela por la puerta del balcón e incide justo en la mesita de mi salón, las motas de polvo y micropartículas flotando en el aire, y la contra luz tras de la copa. EL ÉXTASIS

 

El éxtasis melancólico del invierno y los grises con claros de sol, es una de esas enfermedades que todavía no figuran en ningún listado de la OMS. Pero que los llamados “vinos tranquilos”: Aquellos que necesitan de postrarse a los tempos que ellos mismos dictan, para reflexionar, observar su fantástica evolución en la copa, e intentar en vano descifrarlos.
Son los mejores compañeros para sumergirse en el deleite de unificar los elementos y las evocadoras conexiones invisibles, qué mejor estimulan nuestros sentidos.

 

 

HELLO IS ANYONE OUT THERE es esa minúscula cima, que Kevin Wright publicó en 2001, tras FANCY MAN/97 y STAR MAN/98; dos preciosos discos de pop frágil, despojado y sin el más mínimo rastro de opulencia.

Hello is anyone es otra cosa distinta. Y no hablo de cambiar esa parte más juvenil, básica y simple del pop, por algo más imponente y trascendental; aunque sí más majestuoso y evocador.
Su paso por Always en 1990 y siguientes dos discos en solitario siete años después. Obedecían a esos patrones, que hacían de muelle entre el dunedin sound y la new wave más popera del reino unido. Sin embargo, su última referencia en Le Grand Magistary. Ilustraba a la perfección esa manera en que la música de espaciadores Lo fi, deja en los silencios y planos largos, tiempo suficiente para imaginar algo más visual y evocador que lo que transmite la propia melodía.
 
 

 

“Ocean Boulevard” sintetiza en delicadeza y armonía. Los doscientos kilómetros que separan Dominio do Bebei de la costa gallega. Y muchos más, si seguimos el curso del rio Bebey hasta la desembocadura del Miño en el Atlántico.

El primer y sápido sorbo de LALUME 2017; un blanco de Teixadura salido de las viñas del Valle de Avia, Arnoia y Miño. Deja un inequívoco rastro de su proximidad al mar:
Cristales minúsculos de sal que acentúan su estupenda acidez, y un frondoso ramillete de hierbas de montaña para acompañar un rico desayuno de fruta blanca escarchada.
El primer vino de este proyecto del hermano de Adolfo Domínguez al que metí mano. Concluyó en lo que viene a ser un esperanzador sábado soleado en medio de un invierno extraño.
Puso luz sobre la “foscor”, vamos.
Y a partir de ahí. No encontraba momento para que la llegada del siguiente finde semana, coronase a otro gran vino; como vengo haciendo igual que en un rito de liturgia puramente pagana, para suplir mis carencias del calor humano que provoca compartir vinos en compañía.

 

 

LA CIMA 2013 no fue premeditada, aunque las coincidencias te lleven a pensar que en realidad todo es un plan perfectamente urdido por el destino.
Yo no creo en el destino, la verdad. Pero sí que creo que las cosas suceden porque el instinto te lleva por impulso, a sitios o situaciones que de alguna manera están intrínsecamente ligados al subconsciente. Otra cosa es el partido que cada uno le saque a estas pajas mentales, claro. Y yo, por pasión… que queréis que os diga a estas alturas. Lo doy todo.
De DOMINIO DO BEBEI, lo que puedo destacar de primera impresión es: El excelente trabajo de viña y paisajístico, y la precisión con la que elaboran.
Puede que no sea una bodega que delegue en la tipicidad y ese punto silvestre que podamos tener del carácter atlántico de Ribeira Sacra, como marca de la casa. Pero hay que admitir que el equilibrio, la esencia del territorio, y el encanto dispuesto a engatusar al más reacio, es innegable.
Así que no voy ahora a comparar SILICE VITICULTORES o XOSÉ SEBIO, con BEBEI; pues sinceramente no le veo sentido a comparar cosas realmente diferentes.

 

LA CIMA 2013 es una Mencía con una pizca de otras variedades (brancellao, sousón, garnacha). Una Mencía aprovecho a destacar, que no tiene nada que ver con cualquier idea preconcebida tengáis con las Mencías del Bierzo.
Y es cuando los compases de “Sailor on the Sea”, parece como si me empujasen a otear desde lo alto de las gargantas de la Ribeira Sacra. Buscando sin éxito el mar tan presente, en todo el temario de Kevin Wright.

 


 

Canciones que, azuzadas por la temblorosa voz de Mr. Wright, echan a andar torpemente como un potro recién nacido. Y acaban galopando in crescendo, igual que La Cima se abre lentamente… mutando, desvistiéndose y volviéndose a vestir. De caricias frutales, licorosas y rojo apasionado. Para luego aventar la hierba del monte para que nos llegue de sopetón, mezclada con el bosque húmedo y las rosas marchitas.
Uno, sube el volumen de la tremenda “Darling Honey”, empujado por esa oleada de violines tocada por la magia de The Gemso Orchestra y Yann Faurie. Esperando despertar del encanto a la bella hada, con la perezosa “The Night Watchman”.

 


 

“Coming Home” podría ser la perfecta compañera en un paseo por sus viñedos centenarios de altura, y trotando a ritmo de Divine Comedy.
Las canciones del señor Wright saben cómo nadie ralentizar el tiempo igual que un beso largo y eterno. Y La Cima, es esa pareja perfecta que se deshace en generosidad placentera.
Me atrevería a predecir que es uno de los vinos grandes del presente año. Que más placer e inquietud por descifrar su misteriosa aunque amable complejidad, me ha suscitado.

 

Un vino que pese a pertenecer a esas zonas frías y atlánticas, donde se presienten vinos cargados de ese floral de violetas o profundos recuerdos de tierra húmeda, lóbrega y ahumada, o la de la piel curtida. Aquí la parte floral, aunque está muy presente, recuerda más a la de las flores marchitas que guardamos entre las páginas nuestros libros. Y su fresco paso por boca lo hace tremendamente apetecible.
Después tiene esa fabulosa capacidad de mutar hacia una complejidad siempre cariñosa, y sin exigencias de prestidigitadores licenciados. Acabando por ser sumamente elegante en nariz, y dándonos señales de balsámicos, mentolados y eucaliptos. Que se enredan con una parte mineral muy bien domada junto a los taninos firmes, y un crisol de recuerdos marcados por la levedad:
Pan tostado, fruta muy madura, el fino mineral de pizarras, arcilla y arena que marca su rastro en su paso por boca. Vuelve la parte herbácea medicinal, más flores secas ligeramente lácticas o lo que pudieran ser polvos de tocador…

 

Todo es tan sutil y tan bien integrado con su frescura y postgusto realmente gastronómico (comiendo es una gozada con cualquier cosa por ligera que parezca). Que vale la pena -aun siendo realmente difícil por lo adictivo de sus atributos- darle tiempo e intentar afinar nuestras capacidades detectivescas e imaginativas.
La mano de Sara Pérez (Clos Martinet, Venus), y la de René Barbier (Clos Mogador) como padrinos y consejeros en el nacimiento de DOMINIO DO BEBEI en el 2000. Es en estas primeras añadas de La Cima, inequívoca y primordial.
Puedes cerrar los ojos, y sentir esa misma idea de entender el territorio y como debería hablar de él, un vino.
Agitas, hundes la nariz buscando recuerdos, sospechas, estampas de niñez; lo que da el olfato, que lo quite la demencia. Y te empapas de la melancólica “Missing you Still”, en la más legítima de las abdicaciones al amor incondicional; como si ambos estuvieran hechos el uno para el otro.
Danzas en círculos y elipses con la ensoñadora “Winter on Harrow Road”: Esa canción ideal, de arreglos exquisitos, rememorando en poesía a nuestro Lou Reed más tierno.

hello is anyone out there streaming 

 

HELLO IS ANYONE OUT THERE tiene esa escasa virtud de detener el tiempo. De alargar los orgasmos con una linealidad de capas crecientes. “I Saw the Light” lo clava en una instantánea sublime, salida seguramente de la simbiosis de la naturaleza, y su creación. Pura metamorfósis.
Con “New Day” y “Voyage”, Kevin Wright pone el broche a una obra para escuchar como quien escucha narrar una preciosa historia.
Uno de esos trabajos que rebosan en belleza absoluta, sin apenas alzar la voz y susurrándote al oído.
Deudora de oradores musicales de la talla de Leonard Cohen, Scott Walker, Nick Drake. Hijo putativo de Louis Philippe y Momus.  Y dejando el leve rastro de otros recomendables álbumes:
“Metropolitan/Siesta Records_2004”, un fabuloso dúo con Anna Nyberg de *Scarlet’s Well en “The Dreamers/Day for Night_2007” y finalmente “Diary of a Fool/Series Two Records_2009”.
Desde entonces no se ha vuelto a saber de él; desaparecido como el misterioso Lee Mavers de The La’s.

Pero no tengo la menor duda, de que éste, sería uno de mis diez discos imprescindibles, para entender el POP mínimo de máxima sensibilidad. Con La Cima, si el presupuesto y los autohomenajes os lo permiten. Aunque sea una vez en la vida, que son dos días.

 

*Scartet`s Well: Banda paralela de Bid (Monochrome Set)