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sábado, 16 de septiembre de 2017

NITE JEWEL: CONFITURAS ANGELICALES_ Sidecar_12/09/2017



Dirán que la mayoría de criaturas, cuando se avecina lo inevitable: El primer día de curso y ese insoportable olor a goma de borrar doblando la esquina, o el hedor a madera de los lapiceros baratos; que se te metía hasta el santo cerebro (esto igual ha cambiado la informatización de las aulas, pero da igual).
Como decía: Igual la mayoría no duerme esa noche, o se les sube el estómago anudándoles la garganta. Probablemente muchos sean incapaces de controlar su esfínter, y hasta se descompogan.

Pero luego están los otros (que también son bastantes). Los que se despiertan una hora antes; pero de pasión e impaciencia. Los que no esperan a que el curso arranque, sino que dan por sentado el inicio pistola en mano. De esos -aunque yo fuese de los cagaos que no comía dos días antes del cole- Ahora que ya se lo que me gusta y tengo esa condición por el poder que me otorga la madurez y el no dar explicaciones a nadie. Me he dado el gusto de iniciar un excitante Otoño de conciertos. Con uno de esos, que más que certificar mis gustos y claras preferencias, escarba en mi innata curiosidad por no poner límites a los puñeteros y esclavistas “hábitos”.
Ya saben. Eso que cultivamos toda la puta vida pensando que nos proporciona esa falsa sensación de seguridad, pero que al final se convierten en rutina, y cárcel en vida.

El primer disco que cayó en mis manos de esta menuda Angelina de origen Mejicano: ONE SECOND OF LOVE, del 2012. Fue revelador, más que por el sonido global del álbum, por una canción en concreto: “No I Don't”.
Una señal clara e inequívoca, de que tras su primera apariencia aterciopelada, sensual y hasta cierto punto mainstrean. Se escondía un basto territorio donde sumergirte, y no salir indemne.

En los cuatro años siguientes que se dio, hasta la publicación de su tercer disco. Hubo tiempo para pensar que en el camino se han quedado esas aristas de electro negro, que salpicaban aquel disco. Que irremediablemente se ha vuelto blanda, cómoda y algo autoindulgente.
Pero tras verla sobre el escenario a pelo. En un concierto de tan Petit comité. Que solo éramos una cincuentena en la ciudad de Barcelona, con el misma curiosidad y valor para zambullirnos en su idealista discurso. Solo me queda una respuesta por conclusión: Nos falta arresto, y andamos sobrados de exceso de autoprotección. Posiblemente por eso que decía antes: La seguridad y confort que te dan tus gustos, o te convierten a la larga en un burgués de las santas tradiciones, o en un ser superficial que va donde dijo Vicente.

Es una opinión, faltaría más. Pero siento que nos queda esa sorpresa inesperada de mirarnos al espejo, y sentir la estupefacción de perder las formas.
Ramona Gonzalez en toda su pequeñez y aires de diva de periferia. Dio este pasado Martes en un escueto set, más pruebas de versatibilidad y creatividad funcional. Que cualquier experimento verbenero o pecado de presuntuosidad; ya sea del material estándar que se cocina en la actualidad, o del más sacrosanto de los músicos que nos empeñamos en mitificar. Hecho fácil, al momento, instantáneo. Sin ni tan siquiera obcecarse con presentarnos su último e interesante disco, en una batalla teutónica y perdida de antemano.
Más que nada, porque ella sabe mejor que nadie, que su material da para infinidad de puestas en escena. No en vano, su poso callejero y heredado del Hip Hop, retroalimenta y mucho su actitud sobre el escenario. Solo que para su bien, sus canciones beben de muchísimas cosas más: Un Funk vestido de Soul exquisito que campó sobretodo a sus anchas. Pero también de la esencia electropopera de los 80 esa que descubre que su música, no solo evidencia ese R&B que siempre se cita, sino de una base electrónica orgánica capaz de adaptarse a su voz igual que lo hicieran Massive Attack en los mejores momentos del Blue Lines.
Y algo que la hace única y creo que es lo más importante: Su virtud y talento especial para normalizar estilos musicales que normalmente la escena musical acaba estandarizando, incluso convirtiendo en una parodia sin alma.


Una hora y poco más que recorrió su principales temas yendo al grano; los caprichos del PS como promotor así son, para bien o para mal. Acompañada de su fiel escudero Damon Riddick: Un virtuoso de los sintes multiplicado por si mismo. Y con ella combinando micro, un pequeño teclado y sus dotes para ejercer de dulce portavoz.
Con un entusiasmo propio de quien se siente cómoda en los espacios reducidos, pese a que su música por expansión bien podría convertirla en otra de tantas. Dicharachera, bromista y emocionada por su primera visita a Barcelona. Nos dio una lección de profesionalidad y pasión para tomar nota; teniendo en cuenta el escaso público que vino a verla (cincuenta sin exagerar, más dos turistas que por allí pasaban). Como lo cuento.
Por suerte, los pocos que habíamos: O éramos ávidos y aventureros, o incondicionales; 50, insisto. Tampoco creáis que para que la cosa funcione se necesitan muchos más. Con salas repletas he visto más vida en el museo de cera de la Rambla.
Sonó “In the Nite”, el corte que abre con sensualidad su último trabajo e inmediatamente “The Answer”: Una de las joyas más orgánicas y flotantes, que a todos nos puso en unísono balanceo. Dándose la mano con “Wo Ho” y entrando directamente por faena en una juguetona pieza de esas que campan por sus varios Ep's “Want you Back”: Un cambio de registro en pleno éxtasis Funk que nos llevó de viaje a esos años locos del Studio 54 y las diabluras de David Mancuso, con una cover de Nite Funk en su estrecha colaboración con Dân Funk a ritmo de “Let Me be Me”.
Volvimos a levantar el vuelo con la íntima “Part of Me”, basada en una de los primeros escritos de una Ramona adolescente. Pero sin descanso ya y con la química hecha, era cuestión de tiempo la vuelta a bailar. “I Don't Know” saltarina y la maravillosa y escondida “Nowhere to Go”; un tema perdido en los bits del Gran Theft Auto V. Luego “2 Good 2 be True” que abría aquel primer gran disco que nos la dio a conocer. Y a vueltas con el sonido Mantronix de “I Confess” de Omar-S y otra versión más, esta vez de Janet Jackson en una emotiva “Let's Wait a While”.
Para acabar recuperó el pulso con “What Did He Say” sin renunciar a sus inicios de aquel desconocido debut del año 2009. Y nos acabó poniendo en órbita con una espectacular versión de su “Running out of Time”. Más propia de Future Islands o de un clásico del Synthpop de los 80, que de su particular forma de interpretar el R&B, el Funk fibroso y depurado con todas sus negras y electrónicas referencias.

En realidad, bien pensado, son más las analogías que la distancia que separa a todos estos géneros. Porque hay más hilos conductores que los unen, que los que los separan. Al final solo es cuestión de no huir despavorido cuando es la sensibilidad por encima de los medios, la que hace grande la música, la creatividad y la libertad para avanzar y retroceder sin importar el tiempo.