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jueves, 9 de agosto de 2018

WEEPING WILLOWS_TOMORROW BECAME TODAY_2016 LA CONDENA DE LOS AUSENTES




Ni se les esperaba ni se les vio llegar.
Hay trenes que pasan de madrugada, e incluso estaciones ya desérticas donde los convoyes ya ni se detienen.
La banda Sueca Weeping Wilows no fue aquí abajo un destino o parada con demasiados transeúntes. Y es ahora, pasados dos años de su invisible retorno; tras siete de su silencio discográfico. Cuando publican posiblemente, su colección de canciones más grande desde aquel lejano INTO THE LIGHT de 1997; su tercer disco de estudio.


Fue la aventura en solitario de su líder Magnus Carlsson, la que detuvo en vía muerta un bagaje de seis álbumes: éxito total en su país natal, Suecia, y puramente anecdótica para aquellos que nos detuvimos un instante en aquella cover del “There is a Light that Never Goes Out”.
Mucho antes, y después de flirtear con los sonidos americanos de los 60 (Soul, altcountry, rock&roll melódico); muy a su manera y para mi gusto, algo ñoño. Publicaron el disco que me cautivo por aquel todavía tierno y dubitativo 2002: INTO THE LIGHT (Grand Recordings, Virgin).
Una joyita de Pop transparente y deliciosamente ejecutado, muy por encima de la media que se producía en el Reino Unido. Y sin ese barniz perfumado, pulcro y gélido que tanto me ha echado para atrás del Pop Nórdico; exceptuando contadísimas ocasiones.
PRESENCE tres años más tarde mantuvo el nivel, y aunque casi plagiaron a The Smiths en su tema apertura: (Stairs). La verdad es que a la banda de Magnus, Ola, Anders y Niko, les quedó un disco sembrado. Uno de aquellos discos que jamás entenderé como no calaron más por latitudes occidentales, a no ser de que el Indie Entertainment estuviera más por la labor del triple salto mortal, que de la voltereta en la cama.



Yo jamás supe hacer el pino, subir la cuerda del gimnasio ni la cuña para frenar los esquís. Soy más volteretas, churromedia manga y trineos. Y ojo!! Con esto no quiere decir que me horroricen los cambios radicales y me de vértigo la evolución; al contrario.
Solo que creo que creo que: No se trata de atrincherse en la mágica juventud, ni desde luego querer subirse al tren directo a toda costa. Con el gusto que da cambiar el paso en medio del desfile.



Y para eso están discos como TOMORROW BECAME TODAY. Primero porque sin más, tiene un manojo de canciones que entran sin avisar ni tener que acomodarse; no sea que por eso del déficit de atención nos despistemos con el vuelo de una mosca.
Que esas mismas suenen a algo que: ya sea por moda, tendencia, estereotipo o que se yo. Nadie se atreva, o simplemente le acongoje la posibilidad de que no te escuche ni el tato por: clásico, repetitivo o exceso de formalismo. Y bam!! vas tú y demuestras ese dicho de… “No, si no es cuestión de moda, prestancia ni transgresión. Es simplemente M.O.J.O” Ese umami que tu no tienes y el sí; y ya. Todo lo demás, darle vueltas a algo tan simple como que todo suene en su sitio y que te enganche.
Lo curioso es que Weeping Willows llevan haciendo eso (o intentándolo), un porrón de años. Y a sido en el 2016 cuando todo ha encajado por obra y magia del Soul (algo que le ha quedado como los dioses a la banda embrión, y que a su envalentonado líder le ha salido como un nescafé en vez de un expresso dos años después). Que cosas no?

Así pues, obviado el reciente disco en solitario de Magnus (Soul escarchado a cascoporro). Yo me quedo y me macero por cada escucha que le cedo a Tomorrow Became Today.



Entré de puntillas, con un palo y a hurtadillas no fuese que esa impresión primera, solo fuese un pálpito fallido. Sonó esa misma canción que da título al disco: Esa orquestación que parece querer pecar de exceso de tul, satén y almidón. Y no.
Las canciones de este disco pueden parecer, pero son solo eso. Una sensación que se adueña, porque “Tomorrow Became Today” al final, es un baladón que emerge simplemente por estar compuesta magistralmente: con intención, premeditada ,excelsa y no ampulosa sin más. Sino eso mismo que sabe hacer Rufus Wrainright cuando está inspirado; convertir lo empalagoso en precioso.
Me atrevería incluso a afirmar que “Angels Sing for Us”; la que le sigue. Hace del creciente suspense y ese bucle que se repite como un mantra, el tedio de esperar que la canción explote (lo necesitas, lo esperas, tiene que ser así), pero no.
Es una hermosa canción, pero no es hasta “Wait for Love to Grow” esa Tomsjonada de Pop sinfín. Que no empiezas a cerciorate que Tomorrow Became Today no se va a quedar en ese temazo que fue “It takes a Strong Heart to Love” o "(We're in) Different Places" y que finalmente sucumbió al sopor general de The Times Has Come; su disco del 2014. Porque es ahí cuando definitivamente emerge este maravilloso homenaje sin disimulo alguno a los más importantes solistas de Soul melódico de los 50/60.
 


Esos indefinidos y innombrables solistas de pop melódico de los 60, que jamás llegaron a explicarnos qué diferencia realmente el Soul, el Funk, el Pop o el R&B. Pero que pasados los años todo confluye en la melodía o el Rock&roll; y poco más importa.
Aquí prevalece el Pop siempre sobre unos arreglos de cuerdas, vientos y pianos que transportan a aquellos años. Con la diferencia que sobre el temario y las ínfulas de Magnus, sobresale la autenticidad del sonido de Weeping Willows; junto a una de las mejores voces dentro de este musical estilo, junto a Marc Almond y Morrissey. Todo un acierto.
Sin embargo son las bellas canciones al final las que ganan. A día de hoy, no hay muchos más solistas capaces de hacer creíble al crooner Pop melódico sin caer en la ñoñería. Evidentemente porque el temario es excepcional, claro está:

La grandeza de “My Love is not Blind” predestinada a convertirse en otro clásico de su repertorio. O “My Last Love” que pone la rúbrica sobre la evidencia de un claro disco con diez canciones de arrebato amoroso y canto previsible, pero igualmente infalible.
Medios tiempos como “Go Find Your Happines” o el cierre de “I Wonder Where you Are”, que resucitan las mejores sensaciones de algunos fallidos como Gene o Geneva, convertidos aquí por momentos en Mickey Newbury’s flow. O ese creo que más que interesante acercamiento a la Americana o el altCountry, cuando son “I’d Do Anything for You” las que sobresalen por encima de ese “no solo pop vocal” y las convierten en otras de las “muy grandes de este disco”.

 
Con estos requiebros son con los que este disco cobra sentido. Con el manejo de diferentes influencias e inquietudes. Con su Pop de toda la vida. Y con este homenaje a algunos de sus guías y obsesiones, sin que eso afecte a la hora de componer grandes y personales canciones.
Hasta “Every Haunted Night”, que se invoca a Roy Orbison o porqué no, a Gene Clarck en “A Dream or a Memory”. Se prodigan en definitiva por más que rehuya al revival obvio a cambio del original, en canciones claves para que el disco resulte lo que es: Una maravilla. Una pequeña joya a tiempo pasado y quien sabe si son las ruinas de los andenes vacíos los que harán sonar con más fuerza a los espíritus. Para que a uno le prendan discos como este, que se alejan una estética un tanto superflua e instantánea que tanto impera ahora.
Por suerte siempre tendremos esa otra música con la que dar sentido a un malvivir demasiado estándar.