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viernes, 23 de octubre de 2015

EL AZUL ES MI COLOR: BLUES Y SUS XXVI VECES EN CERDANYOLA. THE SUITCASE BROTHERS, JOHN NEMETH y LOS DELTONOS.





Dando un paseo por sus calles y plazas redescubro, es curioso. Tuve que pasar un año de exilio lejos de casa, para saber lo que se siente añorar; el mar, la playa, el brisa marina de fuera adentro. Pasar casi veinte años de tu vida en un sitio y ser casi un desconocido que habita, pero no existe: Un muerto en vida que solo para por casa para dormir de día y encerrarse en su ataúd, tanto, que hasta los vecinos al cruzarse le preguntan el santo y seña.

En mi pueblo de ahora me pasa lo mismo, aquí no hay mar, cierto, pero lo tengo a mano. Tampoco tanta gente, aunque en un año de convalecencia he sido capaz de saludar a más, que los 3 amigos de infancia que tuve en un periodo de 12 años #en el otro pueblo. Y de la misma manera, han tenido que pasar hasta 15 años para sentirme nativo, e incluso un poquito parte de aquí.
Y la verdad es que solo he necesitado 45 años para llegar solito a esta reflexión: No sé si por extraviado, descastado o simplemente porque siempre me he movido en un mundo paralelo en el que, sinceramente, no he sido mucho de intimar salvo lo justo e imprescindible: Cortés, educado y cordial eso sí; la educación como dice mi madre, siempre. Pero no mucho más que el automatismo justo de resultar agradable a tus convecinos, sin llegar a ser dicharachero ni huraño.

Lo que me lleva a una segunda conclusión/duda: Será que estoy ante un nuevo cambio de ciclo? Fue la transfusión de sangre o los mundos paralelos que plegué y desplegué estando en coma?: Uno era el de la práctica (con colores vivos, apetecibles, multifuncionales...). Otro el de la lógica (funcional pero útil, tradicional y mucho más humano)
Un dilema en bucle angustiante y que nunca te llevaba ni a destino, ni a conclusión alguna. O... fue la sangre del tío Calambre la que me ha hecho cogerle cariño a las malas hierbas, que años atrás arrancaba de mi jardín.

Desde entonces -puesto el reloj a cero- todo ha cambiado mucho. No solo conozco a un sinfín de personas, muchas mayores que yo, sino que soy capaz de hablar horas muertas sobre un mismo tema sin apenas aportar un giro o una resolución. Me sé el nombre de las calles, el microcosmos del ambulatorio, las bondades del comercio de proximidad y..... #redoble y platillos: QUE VAN POR LA XVI EDICIÓN DEL FESTIVAL INTERNACIONAL DE BLUES DE MI ACTUAL PUEBLO #CERDANYOLA DEL VALLÉS... Y yo sin enterarme, o enterándome de las virtudes de semejante evento, casi como quien paseando se tropezó.
Y entendedme, no es que ignorara su existencia; es de tontos vivir en un ciudad como Cerdanyola y no inhalar el perfume de música callejera que se respira durante estas dos semanas, y el resto del año. Pero uno, por miedo, pudor o pereza siempre lo vivió desde el burladero; salvando aquella ocasión en la que se “IndiePendizaron” y trajeron a Hefner y Mojave 3 (también lo digo, un lujo). Años de vacas gordas y orondas supongo, cuando la absorbida Caixa de Sabadell era el máximo patrocinador del festival. En esos 21 años por estos humildes lares pasaron bestias de pelaje tales como: Dr. John, Tete Montoliu, US3, Savoy Brown, Ronnie Earl & The Broadcasters, Los Enemigos, Lucky Peterson y un sinfín más.
Con la deserción en la galaxia financiera y trilera de esas malqueridas cajas de ahorros, que por lo menos, arrimaban el hombro en eventos culturales, fiestas y celebraciones de pequeños municipios. Ahora, la situación del prestigioso Festival de Blues de Cerdanyola vuelve a surgir de sus cenizas como el Ave Fenix; con el contador a cero -igual que un servidor-, y la imaginación colectiva como principal ayuda.

El Miércoles de esta pasada semana no había mucho que hacer, salvo maldecir La Gran Caída de Roma que me propiné a las puertas de la misma #semana. Ver el esplendor cromático y toda la escala de violáceos verduzcos en mi cardenalicia nalga, y dejarme de monsergas para acudir al remedio que todo lo cura: La Música.
Volvían por sus fueros aquellos que tres años atrás descubrí por pura casualidad, un domingo tarde que bajaba a por pan. Y allí ellos, a la fresca del Blues Veraniego de la Tía Felipa llenando la calurosa tarde de Blues primigenio; THE SUITCASE BROTHERS.
No era una grabación ni el Delorean de Doc, que nos había teletransportado a Texas, Tucson o al mismísimo Missisipi. Era pasear con el pan bajo el brazo y acabar punteando sobre los surcos la barra de cuarto.

Desde aquel día y tras ver a Victor Puertas sacar más jugo a su harmónica, que a un chancho en San Martín. No iban a pasar más de tres años para poder verlos con tranquilidad, y en un meridiano miércoles de los que ilustran las anodinas semanas otoñales.
Se pueden escuchar discos, ver vídeos por youtube o cualquier expresión cibernética con la que intentar acomodar nuestros oídos a su música. Pero nunca jamás por los jamases será lo mismo que ir a echar un rato de miércoles al Motor Music Records de Cerdayola; una nueva escuela de música que echa a andar. Y volver hacia casa canturreando con una sonrisa de oreja a oreja, fruto del buen rollo que provocan sus directos.

Sus representaciones en vivo tienen ese don especial de los buhoneros de elixires milagrosos que paseaban en sus carrozas por los pueblos; por estética, locuacidad y sobretodo por su sonido de raíces hondas. Desde su inicio, todo el temario que se esparce por su hora y media aproximada de vivo directo, tiene una justa lógica y estructura; la de un viaje desde lo más profundo, hasta el Blues más contemporáneo.
Por ese camino es por el que discurre el repertorio, repartido por sus cuatro discos hasta la presente; siempre bien ilustrado por su guitarra y voz más cuarteada, Santos Puertas (guitarras y voz). Se puede sentir el aire en la cara entrando por el ventanal escacharrado del viejo expreso Danford Falcon 4_4_0. Masticar el polvo e incluso oler ese intenso fragor de carbón saturando tus fosas nasales.
Composiciones propias y revisiones de viejos temas, que arrojan luz sobre algunas de las piezas más olvidadas del género, poniéndoles nombre y apellidos. Con el respeto primitivo de su Blues acústico y ese tono al que se remontan cuando interpretan: La guitarra de Santos en cualquiera de sus formas, y el virtuosismo de su hermano. Que extrae sonoridades inverosímiles a un instrumento tan aparentemente básico como lo es la armónica, sin amplificación ni electrificación que valga. No en vano, son uno de los dúos nacionales que más respeto profesan en la escena de raíz Americana. La que les ha valido numerosos premios, y el sinfín de colaboraciones de lujo en sus discos.
El del pasado año todavía humeante “A LONG WAY FROM HOME”, que fue el eje central de esa velada a la que asistí el Miércoles de hace siete días, y con el que me acercan inevitablemente a un Blues que por cierto, no domino en absoluto.
Esa es una de sus grandes virtudes, conseguir que el blues purista y hermético Americano más enraizado, se convierta en lo que fue verdaderamente: Un género nacido en los círculos rurales y más íntimos de la América nómada y melancólica.

Aquí han conseguido sumar a su tono primitivo rugiente, la de dos monstruos en vida: Jerry Portnoy y Paul Oscher, además de Dave Biller y Eric Przygocki. Uno de sus discos más ambiciosos y ¿maduros se dice?, hasta la fecha: volviendo sobre sus pasos a versiones legendarias, que sirven de perfectos paréntesis entre su nuevas composiciones.
Un espectáculo ante un puñado -el suficiente- de público con un tono familiar envidiable, rodeados de esa gente que los vio empezar hace ya casi diez años.

Hubieron montaditos, picoteos, bocatas y cervezas así, entre amigos; como mejor suena esta pareja. Arrancaron con “You'd Better Mind”, un tema de los 60 de Sonny Terry y Brownie McGhee que representa en esencia, parte de sus raíces. El legendario “One Dime Blues” de Blind Lemon Jefferson del 1927; que ahí es poco.
Sonó el “Honest I Do” también incluida en su último álbum con el que me hice al acabar la noche, y me dio un vuelco el corazón. Ese tema en boca de Jimmy Reed -al que llegué curiosamente por David Gedge de los Wedding- puede que sea de los primeros bluses a los que caí rendido, antes de enfermar sin remedio con el resto del repertorio de este bluesman universal.
Sonaron muchos más, fue una noche en progresión y entre tema y tema, interesantes anécdotas del anonimato más ancestral. La fragilidad y ternura por su sencillez del “Freight Train”, que una jovencísima Elisabeth Cotten compuso con tan solo 13 años. Una autora de principios del siglo pasado totalmente autodidacta, zurda y que tocaba la guitarra al revés sin cambiar el orden de las cuerdas. Se permitieron la “frivolidad” de llevar a su terreno el “Can't Help Falling in Love” sin apenas desentonar y mecernos, para luego subirnos en marcha a la locomotora de la Central Pacific; solo que en un contexto bastante más doméstico, en “Midnight Train to Canfranc”: 
 
Un Victor Puertas desmelenado dando rienda suelta a su repertorio más salvaje, mientras nos agarrábamos los presentes a los asideros del tren. Por un momento creí ver Ian Anderson en versión armonizada. Sonaron sendos temazos de su tercer y el más secular de sus trabajos; todas composiciones propias, viajes río abajo y remontando el Missisipi. Desde Nueva Orleans hasta Menphis, efluvios de mardi gras, Rock&roll sureño y Blues Made in Aquí, cuando Artur Regada todavía conspiraba con su contrabajo. Otro disco para enmarcar.
Hubo bises para amigos, compañeros de batallas y viejos heridos de guerra que se echaban a andar buscando la bendición. Salimos un poco flotando, con un buen humor de los que la sonrisa se eleva hasta a las orejas. Lo cual todo sea dicho, en un entre semana de lo más normal, nos dio el último respingo de luz. Justo cuando la oscuridad tenebrosa se nos va a tragar de aquí a unos días.


La cosa no quedó en eso; que yo pensaba que sí. Pero sin demasiado tiempo para atar cabos, con la quilla casi amarrada, fue JOHN NEMETH el que vino en nuestra ayuda el Sábado; que en realidad sería el vigía Xavi Corral el que me pondría en buena dirección: Sabias indicaciones para ponernos rumbo al Parc del Turonet y ayustar la braza mayor, para celebrar esos pequeños accidentes que se nos cruzan en el camino.
Un menú para resarcir ediciones fallidas, presupuestos escamoteados y reunir no solo a los amantes del Blues de Cerdanyola; que son muchos, sino a cualquiera que se de a escuchar buena música: Indigos, Carvin Jones Band, Miles Sanko, John Nemeth y Deltonos. Así, por la patilla rockera.
Como allí donde indicase Xavi C., voy a ciegas y sin pensármelo. Poca excusa iba a poner estando el sarao a 10 minutos de casa.
JOHN NEMETH nos dejó el tiempo justo para tomar un tentempíe y acercarnos con la tripa llena a la plaza de la C (de Companys). Darnos de bruces con un suculento puestecillo de vinilos -el de Josep Mª Cámara- y salivar oliendo ese cartonaje antiguo fragante que tanta chicha se apretaba en sus cajones: joyas en perfecto estado y embalaje a su precio, no el que marcan algunas tiendas oportunistas de ahora. Cayeron tres en la saca, como de otra manera no podía ser.
Tomarnos una cervecita al relente, y alucinar con esta bestia parda de Idaho sobre el escenario, y el tremendo trío que lo secunda. Un solo adjetivo para un formato básico sin órgano ni metales: ELECTRIFICANTE. Se bastaron y se sobraron para llenar de calor, contoneos de caderas, aullidos y mucha mucha felicidad, a los discípulos que allí nos congregamos.

Una especie de posesión infernal parece adueñarse de este menudo cuarentón. A sus espaldas seis discos de estudio versátiles y contorsionistas que a ratos levantan pesos pesados del Soul sangriento como el de James Brown o al más enternecedor Salomon Burke. Tiene momentos en los que le guiña el ojo al León de Belfast, pero lo suyo, en realidad es bastante más eléctrico e instintivo; mucho más bestia. Por eso agarrarse solamente a “Blue Broadway” o “Sooner or Later” -su tema más popular del pasado curso- que sonaron en los primeros compases, uno puede quedarse un poco como lamer el envoltorio.

Rythm & Blues que transige sin muchos problemas con otras bestias del Sur Salvaje, sin apenas perder su esencia. A veces se trata simplemente de eludir trompetas y trombones para electrificar, dando una sensación de Blues Garajero o de Funky de tacto grueso y contorneado. Sus discos suenan mucho más estilizados como el “Name of the Day/2010” y “Love Me Today/2009”, pero inteligentemente y acorde con lo que se celebraba en la población del Valles, lo que prevaleció por encima de todo fue el R&B y el Blues mestizo: “Just Like You”, “Country Boy” y piezas del que fuera su disco de debut y el más terroso, “The Jack of Harps/2002”.
Con “Mother in Laws Blues” salía humo de la electrificada armónica de Nemeth, primero con una sobria chaqueta de cuero y después a pelo sobre su gato canalla. Sobre su último “Menphis Grease/2014” giró gran parte de su repertorio; es un disco que conjuga a la perfección cada una de sus épocas con su tono de groove adictivo. “Three Times a Fool” y "Keep your Elbows on the Wheels", un r&b que conecta bajo tierra al funk, al blues y al Soul de forma casi imperceptible pero bien reconocible. Su voz puede, es un portento. 

La armónica entra a latigazos con una energía tan rockera e incendiaria, que puede confundirte; pero es Blues en esencia. Aunque “Bad Luck is my Name” o “Keep the Love a Comin'” expriman las dotes de su bajo y guitarra, que son bárbaros. Es el poder iridiscente que emana en forma de voz al límite del gospel, negra como una Mamba. Y la extensión hacia su armónica, la que lo convierte en una bestia ilimitada sobre el escenario

Sus numerosas nominaciones y premios a los awards son un mero detalle, insignificante si se compara con su talento. O con todos mis respetos, un portento natural que deja en simples aprendices de brujo a bandas como Alabama Shakes, Nick Waterhouse o JD McPherson; insisto, desde el respeto. Y tan solo a niveles de Sharon Jones o Gregory Porter; me inclino.
Lo de este hombre es pura radiación. Bajo su sombrero ese tipo tan normal y pasional conjuga Rock&roll/Blues/Soul sin acabar de prevalecer ninguno. Solo pura energía sinérgica de la que no te puedes bajar hasta el fin del show, y se hizo corta si señor. Su voz da para tanto; de dulce, abrasivo y elegante, que podríamos ver salir el sol con él. No hay más que echarle un vistazo a su última versión del “Crying” de Roy Orbison, que canta en su último y altamente recomendable “Menphis Grease”; una dulzura que mide su amplio registro y cualidades: Versatilidad, energía inagotable, y mucho swing con el que adaptarse cual hiperactivado Rhanpholeon, a lo que se tercie; siempre desde el rigor.

Al filo de las doce subieron al escenario los Cántabros DELTONOS. Curtidos en mil batallas por lo legal y judicial, venían a presentar su nuevo y aún caliente Salud!!; la que gozan después de 25 años de carretera y manta.
Una propuesta ideal para cerrar la noche y meter al personal en calor, que la fresca ya arreciaba. Blues rockero, callejero y subterráneo de letras que a todos nos hacen el más común de los denominadores, y que nos trasladan a épocas de tasca y garito. De echo, de las pocas que en la actualidad pueden traducir en la lengua universal de la música; junto a Josele Santiago, las realidad más cruda de nuestros días. De esas que unen generaciones y te enseñan a amar paisajes de extraradio, descampados y suburbios; más maquillados, pero igual de supervivientes.

Yo me recogí más contento que antes de que acabaran con tres buenos vinilos bajo el brazo: el Out of Blue de la ELO, una joya atemporal del ExGong Tim Blake; el New Jerusalem. Y los restos del naufragio de la Alemania Comunista de los 70, en forma de doble vinilo de unos visionarios KEINE MACHT FÜR NIEMAND; primeros atrevidos en ejecutar PunkRock y garaje cuando nadie asomaba la nariz. Todo a unos precios reales, no lo que se pide por ahí aprovechando el ataque vintage que tienen algunos.
Mientras me iba alejando apurando un pitillo hacia casa: los ecos rockeros y sacrosantos a las espaldas inundaban la noche. Se diluían entre la humedad y el silencio de las calles conforme dejaba atrás el Turonet; a una distancia prudencial de casa, la justa para tener la sensación de que allí no ocurría nada. Era una sensación rara, de melancolía, esas que recuerdan a las fiestas del pueblo de tu infancia... Y yo, no puedo remediarlo. Esa descomposición del jolgorio y la música en vivo, deshaciéndose progresivamente con el silencio y la circulación, me pone triste, nostálgico y me encanta; no lo puedo evitar. Llamadme bicho raro, pero son todas esas pequeñeces que se ilustran en momentos muy exactos, que no tienen definición ni adjetivo.
Al girar la calle me topé con un Talbot Horizon igual que mi primer coche, y casi me hecho a llorar.
SALUTE!!

sábado, 28 de julio de 2012

S.T.R.E.T.C.H _ You can't beat your brain for entertainment Anchor Records_1976




Ya son varias las ocasiones en las que esta pequeña bitácora ha ejercido un efecto catalizador sobre aquellos recuerdos que permanecían medio aletargados en mi sesera. Uno no sabe ya si todo depende de la edad (pretexto recurrente para medio excusarse del continuo goteo de batallitas). Aunque prefiero pensar que sea o no gracias a la edad; los recuerdos disfrazados de nostalgia son siempre para bien , un saludable ejercicio que nos ayuda a envejecer con perspectiva.
El pasado mes coincidiendo con el tercer aniversario del aquí presente , volviendo a construir otra de tantas compilaciones (aunque últimamente hallan cedido terreno a las actuales playlist de cada mes). Volví a sentir ese mismo fulgor candente que resurgía en mi con fuerza cada cierto tiempo; y que hacía que inesperadamente volviera desempolvar de manera compulsiva , todas aquellas canciones , grupos y discos que me han convertido en lo que soy.
Naces , creces , te instruyes y adoptas de manera intrínseca todos aquellos valores que tu familia transpira: Hermanas , Padres y aquellos que se van sumando a la manada te forman sin una clara intención premeditada. Todo es anecdótico pero a la vez imprescindible para acabar siendo quienes somos; en algún momento determinado creemos tomar las riendas de nuestro destino revelándonos contra todo lo establecido. Pero es tan solo un viaje a solas que todos tenemos la necesidad de recorrer , descubrir por si solos si es verdad que la autodeterminación nos va hacer únicos e inigualables.
Por suerte llegado el momento aminoramos la marcha y nos detenemos; miramos hacia atrás , y observamos que somos seres permeables. Digo por suerte , porque no es hasta entonces cuando asentimos con orgullo y damos las gracias de haber tenido a esas grandes personas a nuestro alrededor. Algunos ya hace tiempo que nos dejaron , otras se dejaron influir recíprocamente por nosotros y en su mayoría siguen pululando por nuestro universo personal.


Es por ello , que este Verano; aprovechando uno de esos momentos para echar el freno a tanta actualidad , tengo la necesidad de reivindicar aquellos que fueron mis primeros discos. Si no fueron discos literalmente hablando , si que fueron aquellos sonidos que me despertaron el interés por la música o por lo menos los que tuvieron el honor de marcarme el camino a seguir , (evidentemente fueron los primeros de la lista en el momento de adquirir mi propio giradiscos).
Algunos poco tienen que ver con todo lo que he ido descubriendo por mi mismo , pero sin embargo para que uno vea lo arbitraria que es la vida; aquellas señales indescifrables , con el paso del tiempo se revelaron como cruciales.

Si he de retroceder hasta el primer acorde que se clavó como un aguijonazo he hizo sacudir mis caderas , enarbolar raquetas , y mochos de fregona al más puro estilo roquero; fueron sin duda “Helter Skelter” de BEATLES y “If the cap  fits” de STRETCH. Este último , recuerdo verlo girar como la cara “b” de un Single en un pequeño giradiscos de maleta que amenizaba nuestro pequeño cubículo; formato pobre de familia numerosa de la periferia de Barcelona.


Cada vez que mi padre desaparecía en su interminable ronda de bares de fin de semana , y mis hermanas se quedaban a solas; el comedor de mi casa se convertía por unas horas en la pista de cualquier club de los bajos suburbios; eran tiempos en los que el Rock tenía su propio baile. Eran benditos salmos que retumbaban y que se acabarían propagando como la pólvora , conforme mis cuatro hermanas se fueron emancipando.
Pero hubo pocos discos discos que me marcaron tan visualmente como lo hizo aquella portada del “Loves got a hold on me” de STRETCH. Sus riffs , sus endiablado bajo , y la ácida voz de Elmer Gantry eran de aquellas que pertenecían inequívocamente a un universo satanizado por nuestros padres. Para ellas , eran una vía de escape perfecta a la potestad paterna tan machista de mi padre , para mi aunque encarnara la desagradable tarea del infiltrado en las filas enemigas , acabó siendo un periodo de prácticas de lo más educativo.

Con los años he aprendido a reconciliarme con el pasado más turbio y con el hambre de descubrir; y que tanto en lo negativo como en lo positivo , todo , nos forma de una manera u otra. Con las tardes tormentosas de mi padre de carácter osco e intransigente , con su analfabetismo , con su caída en el alcohol y también con su amor por la naturaleza en aquellos campos de Jaén.
Con mis hermanas y mis cuñados a la fuga de todo lo anterior mencionado; en tardes ejerciendo de vigilante sobornado , mientras el humo de hachís relajaba la escucha de Led Zeppelin , Pink Floyd o Lou Reed , o devorando Víboras y Makokis a hurtadillas mientras ponía la oreja a esas historias incendiarias que se contaban como leyendas.

Sin embargo no fue hasta pasados los años cuando tuve la necesidad de regresar sobre mis pasos y buscar aquel maldito disco. Pasaba las tardes del Sábado olisqueando entre los cajones de Kebra Records y Discos Revolver pidiendo consejo al iluminado Fermín; sin caer en la cuenta de una vieja tienda de vinilos de coleccionismo.
Aquellos años la música alternativa se había convertido en el alimento jóvenes hambrientos que como yo , se deshacían a la busca de aquel 7” perdido de The Smiths , James , Felt o Monochrome Set. No existían los apartados de música “indie” en aquel entonces; si acaso empezaban a dar sus primeros coletazos bandas como Inspiral Carpets , The Auteurs , Sundays o Pixies , hasta que en en 1994 estallara la fiebre “indie” con Suede , Radiohead y Oasis.
Para entonces , aquellas bandas alternativas de los 80 ya vendrían a formar parte del pasado; había que volver más hacia atrás para buscar el porqué de todo junto. Porque , todo tuvo que explotar en algún momento del pasado ¿no? En aquella calle Tallers permanecía aquella vieja tienda de vinilos , justo en frente del harén “indie” en el que se había convertido Discos Revolver. Permanecía imperturbable al paso del tiempo y aquel viejo que todas las tardes se apoyaba en la entrada de su tienda Rock & Blues Records , ya parecía haber vivido las mismas vorágines años atrás.

Realmente daba verdadero pánico adentrarse en aquel pequeño templo de la música. Pero un día decidí entrar , al fin y al cabo era posiblemente el único sitio donde podía dar con el rastro de aquel disco del 76; sus cajones atestados de aquellas fundas bien cuidadas , con el olor característico del cartón envejecido y de esos vinilos de 180 gr. daban para pasar tardes interminables acariciándolos. Pero fui directo a la S de STRECHT y allí estaba , incluso su primer trabajo  Elastique del 75; me imagino que sobrará detallar la serie de sensaciones que recorrieron mi cuerpo , todos habréis vivido esos mismos placeres al reencontrarse con un viejo amigo.
Me costó un buen pico pero valió la pena por volver a recuperar aquellas dos alumbradoras canciones y sumergirme en aquella desdichada banda Británica de los 70 que nació a la sombra de Fleetwood Mac.

Aquel cuarteto fue como el hijo bastardo de Mick Fleetwood , que los repudió aludiendo su completo desconocimiento de aquella banda , para finalmente eludir la gira en conjunto de aquellos tempestivos años. STRETCH aunque pudo desaparecer sin dejar rastro tuvo tiempo de grabar un segundo albun bajo el largo título de “You can't beat your brain for entertainment” , no se si fue el mejor disco de aquel proyecto del ex-Elmer Gantry's Velvet Opera”. Pera fueron ellos los que indicaron el camino a seguir; y me es indiferente si no fueron Joy Division o Velvet Underground , de veras que lo siento. Hay quién se empeña en plantar la bandera de su emancipación musical en lo más granado del santuario alternativo , pero el mio no fue así y lo orgulloso que me siento por ello.


La historia de STRETCH fue tan fugaz como la de aquellas estrellas que cazas al vuelo en un oscura noche: Que se pierden en el infinito sin saber muy bien el porqué de su fugacidad.
Su estilo a la hora de ejecutar el Rock más tradicional pudo parecer un paso atrás en unos años Psicodélicos y emergentes; por aventurarnos por enésima vez en descifrar las eternas claves de la insignificancia de algunas bandas , en aquel cielo plagado de estrellas rutilantes y vanguardistas excéntricos. Su perdición acaso pudo ser su alejamiento hacia el sonido Americano cuando todo el mundo quería ser Británico?¿ No fueron seguramente el parangón de la originalidad , ¿pero acaso la necesitaban? Lo curioso es que volviendo a escuchar aquel disco pasados 20 años , su excitante propuesta me sigue pareciendo totalmente contemporánea; justo lo que uno necesita en ese preciso instante al escucharlo de nuevo.


La verdad es que “You can't beat your brain for entertainment” , es uno de aquellos trabajos clásicos en el que lo más granado de la música cabalga a lomos del Rock: Blues , Folk , Rock duro , Psicodelia , glam como otros tantos , que se entretejen por las costuras de esa camiseta apretada tan abrasiva de tipo duro.
Las dos canciones que entraron a formar parte de mi ADN en esos años de imberbe , fueron tan solo pequeños orgánulos en medio de un entramado de cadenas genéticas. Los diez cortes o tajos , como se les quiera llamar , tenían tantas o más opciones de captar la máxima atención de cualquier pérfido como las de aquel Single: La glamurosa “Can't get enought” con esos primeros riffs tan a lo T Rex o primeros Rollings.
Los slides acústicos de “Fixin' to die” que abren el disco y que nos remiten al Nueva Orleans más rasposo , son un aperitivo premonitorio para captar la idea de lo que se cuece entre esos gruesos surcos: Todo un compendio de artilugios sonoros que se apoyan sobre cuatro patas de lo más convincentes.
Tanto cuando empuñan el hacha del Hard Rock más directo en “If the cap fits” , “Hold up the lights” o , “Puts your hands up” como cuando quiebran hacia Rock&Rolls bestiales como el de aquel single; “Love's got hold on me” , por citar el caso.Su sonido es de aquellos a los que se suelen atribuir tantos padrinos como mestizaje tiene la música actual. 

 
 
A lo mejor fue su osadía por bajar a los hornos crematorios para hacer música desde el estomago; restando importancia a su falta de originalidad. El caso es que STRETCH tenían poco que perder , por eso poco les importaba marcarse un blues tan clásico como el de “Feelin' sad” en el cierre del disco , o empañarse de Progresivo con “The way life is”. Porque en el fondo , lo ciertamente lo preocupante es su radiante vigencia pasados ya 36 años de su edición.

Pero en definitiva y dejando de marear más la perdiz , la música en general y de cualquier añada tiene tantos ciclos y frecuentes cambios de dirección. Que al final solo queda asumir su auténtica VERDAD: El secreto no está tanto en querer ser actual como en parecer original , si no en el alma que esta lleve impresa.
Y es básicamente lo que atesora este pedazo de historia: Alma sin ataduras y algún pedazo de mi mismo.

SALUDOS.