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martes, 10 de noviembre de 2015

EZRA FURMAN & THE BOYFRIENDS, Y ESA COSICA LLAMADA FELICIDAD/SALA SIDECAR 04/11/2015




felicidad.
(Del lat. felicĭtas, -ātis). 1. Estado de grata satisfacción espiritual y física. 2. Persona, situación, objeto o conjunto de ellos que contribuyen a hacer feliz. 3. Ausencia de inconvenientes o tropiezos.
Empeñados como estamos de buscarle a todo un significado, definición o explicación más o menos lógica. Con la felicidad fallamos y volvemos a fallar. Aunque teniendo en cuenta las últimas lindezas de la R.A.E y lo que hasta hace cuatro días definía como felicidad: Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien.
Está claro que un término tan subjetivo e intangible como la felicidad, el sentirse feliz o... creer que uno es feliz. Es tan variable y personal, como el ideal de belleza absoluta. Y claro, si ahí afuera no hay nadie en quien depositar tu incertidumbre ¿tendrá uno que salir a la calle a buscarse la tal felicidad?
Es evidente que no me obsesiona algo tan abstracto como la felicidad, ni el empeño premeditado de buscarla. Pero sí tengo muy claro que la música desde chico, es de esas cosas que me la proporcionan en más altas dosis. Desde que garabateaba tracklist de mis imaginarios discos en las contraportadas de los libros de texto del cole, hasta las mismas canciones de inglés inventado, pasando por los miembros de las bandas; extraídos de los créditos de la pelis de la tele. Desde entonces el pulso y las constantes de mi día a día desde que abro los ojos hasta que voy a dormir, son la música y todo lo que arrastra la misma. Ver una banda en vivo, seguramente sea la forma más expresiva, natural y comunicativa de interactuar con la misma y ponerte al plano/nivel del artista.
Y la música en vivo, claro está, es si se quiere. Esa parte íntima del autor que sin ni el mismo saberlo, pone al servicio del convaleciente y enfermizo oyente. Como ese mismo y viral medicamento para que, si bien no lo cure, por lo menos le palíe las recaídas de infelicidad y amargante realidad.


Como en las catacumbas que bajo el suelo raso se amontonan los osarios de feligreses y mártires de la causa.
En la sala Sidecar; si así se le puede llamar a ese diminuto refugio soterrado bajo los pies de una antaño temida Plaça Reial. Todavía, igual que algunos búnkers como el Jamboree o el Karma, se puede resistir al relumbre de esas preciosas terrazas plagadas de camareros pulcramente ataviados y cazadores de incautos turistas. Y casi se me van los días entre el desahogo y el suspiro largo de placer, cuando la semana que dejamos atrás me ha colmado de eso que decía, FELICIDAD.
La del Miércoles pasado después de casi necesitar cuatro días para digerir la de DRONES. Y lo que quedaba, rumiando el pasto de satisfacción; soy lento y estas cosas no me gusta tragarlas y defecarlas a la carrera. Me he pasado casi toda la semana reenganchado al mediador PERPETUAL MOTION PEOPLE. Con él me he resarcido de los casi siete años que separaban aquel demoledor “Inside The Human Body” de los Harpoons; su otra banda. Y lo repetiré miles de veces: entre sus inicios infructuosos con The Harpoons y su actual carrera, bastante más autosuficiente dista un abismo... o no. Lo que quiero decir es que no cambio ese disco por ninguno de los actuales con respeto, y por mucho que me encante el último. Lo aclaro, porque todo el mundo parece haberse olvidado de ese fabuloso disco.


Ese Miércoles puse todos los medios para que la noche, que se prometía como el reverso necesario a la lugubrez y tensión de The Drones. Se transformara en la distensión y luz allí abajo, en las tripas de Sidecar: Me abrí una botella de RÉ que guardaba de hace unos días de mi paso por Poblet; para ponerle una nota musical a la noche, antes de salir de casa ante un bocata de Jamón con Parmesano. Y salí buscando la tan ansiada felicidad. Su último disco así lo expresa por cada uno de sus puntos cardinales.
Me planté a las 21:00 en punto ante las puertas de Sidecar: Una cola discreta teniendo en cuenta que a esa hora ya debía estar a punto de empezar. Y todo indicaba que la cosa iba a ir con calma chicha #fuera prisas y angustias. Algunos feligreses pese a dar por echo que Ezra no iba a agotar entradas, y lo pequeño del garito que tampoco daba para pelearse por el mejor sitio, no se movían ni un milímetro.
Era gracioso incluso rozaba un punto el surrealismo: El ir y venir de plaza Real, sus restaurantes emperifollados; allí siempre es festivo. Y diez personas guardando sus posiciones en formación de a dos. Yo le pregunté a un miembro de la sala, respuesta: - uff va para largo, aun no ha llegado... Así que me pedí un Canadian con hielo y me salí a la terraza a beberlo con tranquilidad mientras devoraba un pitillo y observaba entre lo estupefacto y gracioso del tema. Fue llegando más gente, los minutos pasaban y el Whisky se consumía proyectando un filtro ámbar sobre la entrada. Cuando ya todo el mundo había entrado pasadas las nueve y media. Entonces, llegó Ezra Furman con paso tranquilo, una sonrisa socarrona y ataviado con un modelito de lo más chic.

Le di dos tragos. Cuando noté ya las sienes ablandarse a la mezcolanza del destilado, el tinto, y las cervezas a las que seguro no podría resistirme ahí abajo. Todavía pasaría un buen rato una vez dentro; casi media hora más con tiempo de echar un vistazo al merchandaising, a la gente (como me gusta escudriñar al personal, dios). Y a la gruta, que es como mejor se podría definir Sidecar: rincones donde antaño, cuando el Britpop empezaba a bramar, todavía se podían escuchar chirriar las guitarras y las armonías de los viejos somieres. Era un buen sitio para perderse en los 90, si señor; bastante más cutre que ahora, pero auténtico.


Echados a una banda; la de los lavabos y esa diminuta barra tan genialmente dispuesta. Sobre las diez y pico calculo, porque lo he de admitir, la verdad no sabría deciros a que hora empezó exactamente. Y es lo que tiene haber salido de casa con tiempo y agarrar una caravana de casi una hora, para después ver que llegas justo y te sobra una hora; son joder!! esas cosas que hacen mágica la vida
Allí salió Ezra Furman con el resto de la banda secundándolo, y el coscorrón en el quicio de la puerta de camerinos de rigor. El escenario es lo más parecido al del vídeo del Never Enough de los Cure. Ezra con esa sonrisa entre lo hilarante, inocente y pendenciero posaba para los flashes de mil y cientos móviles; menos de los que cabían en la platea. Pero yo creo que entre el calor y la defensa pretoriana de los que hicieron la fila con rigor, allí algo fecundó. Después Tim Sandusky (el saxo), maraca en mano, alucinando con el acolchado insonorizante del techo; que le rozaba el flequillo. El bajo a lo Höfner de Jorgen Jorgensen (jorge para los amigos) muy chulo; sonaba de la hostia. El resto con mención especial al bataca Sam Durkes, que le da un plus a las percusiones y yo, que por más que las busco en el disco no las encuentro, oigan. El caso es que en resumidas cuentas y después de que Ezra sobre el diminuto escenario, nos abriera el corazón hasta puntos de ternura, rabia y despecho. Se despachó a gusto porque rima; y ya está.


Si en su primera época con The Harpoons, era el acompañamiento y la puesta en escena lo que no estaba a la altura de las circunstancias y posibilidades de sus primeros discos. Ahora en solitario o con sus compinches The Boyfriends, pasa justo lo contrario. Su puesta en escena es justo aquello que uno echa de menos en el disco, y no será porque suene mal precisamente. Y lo más probable, sea que la banda encima de un escenario y con el público a un palmo tocándole los riffs; como pasó en Sidecar. Es cuando de verdad suena a delirio puro. Y da tres leches que Ezra se quiebre la voz sin conservadurismos que valgan, porque siguen sonando como una locomotora.
Gran parte de culpa la tienen los tres músicos anteriormente citados; sobretodo el primero. Y claro está, aunque Ezra en la mayor parte del directo tire más de su arte escénico, que de su talento musical; que todos sabemos que lo tiene. Sabe como nadie medir la tensión y el tempo de una actuación en las distancias cortas.
De la química entre saxo y solista, se podrían sacar millones de vacunas contra el aburrimiento y el desinterés. No solo eso, volaron de un plumazo esa especie de oboes y clarinetes que campan por el disco, para convertirse en saxos con sexo tenor al más puro estilo Madness; rugosos y crujientes.


Para abrir boca “At the Botton on the Ocean” en clave New York Dolls; que por cierto pulularon toda la noche en muchos de los temas de la velada. En “American Soil” o “And Maybe God is a Train” también. Algo que por cierto, hasta que no vi ese arranque de concierto, jamás me lo hubiera imaginado con ese fulgor de glam de bajo fondo transformista. El saxo ciertamente ayudaba a teñir la noche de neones, lentejuelas y swim desafiante.
Llegados a un punto de inflexión, cuando sonó “Can I Sleep in Your Brain”; una de esas joyas que te encuentras hacia el final de su último disco, y que jamás esperas oír en un concierto con estos derroteros. Te baja hasta lo hondo, se pone enternecedor con esa mirada de cordero degollado tan a lo Emilio Aragón #y usted no lo es, y te vuelve a subir; es así, de cambios de humor, insinuaciones y flirteos. “My Zero” funciona de largo como un resorte: es un tema que todavía no entiendo como se me pasó por alto hace dos años, porque fue de las que más me gustó. Supongo que me costó digerir el cambio estilístico de hace tres años y pagó la criba, con tanta música que hay donde hurgar.
Era el momento preciso para despegar con el repertorio más cabaretero y vodevilesco de su nueva hornada: “Body Was Made”, “Ordinary Life” bajando el pulso a una sala ya despatarrada y rendida por completo. “Haunted Head” es la rehostia bendita en directo: con sus coros vacilones, su saxofón poseído por el mismísimo diablo y la presencia ni que fuera en espíritu de David Bowie #el de Hunky Dory concretamente. Para luego invocar a Johnny Thunders o Marc Bolan; que se yo: “Tip of the Match” es el tema que más remite a la banda neoyorkina en su último álbum. Aquella noche parecía flotar constantemente en el ambiente; Nueva York, Chicago, la conexión sureña vía Menphis.
Wobby” con el saxofón echando leña a un pogo constante entre músicos; sería por la falta de espacio, o porque hubo un dialogo festivo de los que se ven poco. Ezra Furman saltó al público y por un momento convertido en una loca groupie daba rienda suelta al desparrame. “Lousy Connection”: hay que ver lo que llegar a ganar este tema sobre las tablas; la que más me descolocó cuando la escuché por primera vez, y ahora no me la puedo quitar de la cabeza. Es una de esas melodías/estribillo que sintetizan aquello de optimismo/felicidad, en un algo sin forma, color ni definición... un estado. Y que conectado vía espiritual con la Rumba Psichobilly de “Walk on the Darkness”, sería como el todo de la noche. Curioso el fenómeno, porque uno en un ademán de serenidad miraba a su alrededor, y todo el mundo estaba enloquecido. En ese preciso instante si Ezra Furman hubiera pedido a gritos que el público se despelotase, todos lo hubiésemos hecho sin rechistar; lo juro. Vamos, que iba decidido a comprarme la horrible camiseta fucsia del mercha; suerte que no había de mi talla, porque ya más frío, mira que era bizarra la jodía.


Acabamos a ritmo caribeño con “Anything Can Happen” y “Restless Year”; que yo juraría que esta última la tocó mucho antes y la lista de canciones se la pasó por las pantecontepantes. Pero vaya, da un poco lo mismo, creo que el personal asistente (80 personas escasas), estaba más feliz que un chancho en un lodazal.
Dos bises que me parecieron por definición la más puta genialidad de la noche; por gusto y formas: “Tell Em All to go to Hell” que además ensamblaron tan bien como el Moon Cresta de las recreativas cuando... ey!! sonaba el “Rock & Roll” de la Velvet Underground y todo encajaba; ya lo decía Jenny: - Nunca pasa nada hasta que pasó, y descubrió el Rock & roll. Desde entonces nada fue ya igual. Seguramente la definición más fiel y legítima de la felicidad; EL ROCK&ROLL.

viernes, 7 de agosto de 2015

LA VIDA POR UNA CANCIÓN_LET'S PLAY, LET'S SWEAT!!





Cuqui Savigné tardó demasiado tiempo en salir de su agujero. Y lo hizo de noche, justo cuando el sol irradiado fuese tan potente, y el contraste térmico con la profundidades tan brutal, que hiciera estallar los acuíferos como géiseres en aspersión. Escarbó con uñas y dientes los terrones resecos. Empujó con el anverso de su alma, hacha o azadón. Y trepó por acometidas, bajantes y tendederos llenos a rebosar de impolutas prendas perfumadas de higiene. Ni rastro de menstruaciones carmesí ni rodales de salitre sudorosos estampados como síndomes.
Se agarró al alfeizar y trepó hasta la azotea buscando un espacio despejado. La luna ahí arriba colgada de un fondo estelar. Y abajo los aullidos de quienes en el silencio de la noche, demandan palabra para cuando el tronío del día los ignora -despedidas a pie de portal, tocan las palmas contenedores de metal, rugen camiones al cargar- Y allí arriba, en el terrado, Cuqui Savigné tapiza de aluminio todo el terrado: Busca señales arriba, en el cielo oscuro o en la claridad de la mañana. Mensajes errantes que desatasquen meses de sordera, años de letargo, días de sueño profundo y mortificados entierros. Baños de luna cerrando los ojos, y esperando otra vez que el incandescente astro vuelva a catalizar los arrullos de las Tórtolas, el trinar de los gorriones o el chirrío de Urracas traviesas, reclamando melodías de soda.

A la mañana siguiente, despuntando la claridad yacía dormida bajo la sombra de cien alambres. Las sábanas del terrado se mecían con esa brisa que solo tu sabes lo poco que duran. Y sobre esos cien alambres, se habían posado de alas negras y picos anaranjados, miles de Estorninos que no traían hambre solo de sesos, sino de música. Canciones aladas de mil razas y especies que atraídas por la radiación del argentado metal, se la comieron viva mientras tarareaba, y ellos, trinaban.
Ahora mismo se han hecho dueñas de la azotea y desde aquí abajo, desde el patio de luces y su acústica cacofónica, se oye el festín allí arriba. Es música celestial. Y aunque lo trágico de la fábula y el chascar de los huesos os erice el bello, a mi, se me antojan marimbas vespertinas.

Aullaba a la luna, a los escotes, y el vacío de mis tripas era el que despertaba cada mañana. Un sometimiento a la abstracción musical fruto del ayuno cognitivo sin remedio a corto plazo #seis meses. Que me ha tenido tan en otro mundo, como al de un seso sorbido y laminado en una bandeja de plata. Hasta que una heroína diera su vida por un montón de salvadoras canciones.
Dicen que después de una experiencia traumática, muchos meses después, el orden de prioridades varía como las estancias de Cube; y quizá sea cierto. Por más que a punto de arrojar la toalla; un poco desesperanzado por la falta de sustancia, de tuétano con la que armar el corazón. Cuqui Savigné se ha encaramado para sacarme de la ciénaga haciendo reclamo de canciones#con sus discos. Cuarenta lo menos, que publicaré a lo largo de estas semanas, antes de que haga las maletas en veinte días en busca de fondos de escritorio con los que expandirme.
En ellas además de buenas canciones, que es un poco de lo que se trata, habrá también miguitas de pan de esas para seguirlas y ahogarse en frondosos discos. No creáis que el ahogo por así decirlo, es de los que sofoca y angustia, no. Dan placer y mucho, aunque sea poco y tarde. Dan para sonorizar un viaje, la asquerosa realidad de nuestro día a día o como yo, para tirarme al monte y soñar.
Que soy muy mucho de sueños, sesteos que no sextetos, y de contemplar panza arriba.
Tomen papel y lápiz...

EZRA FURMAN_PERPETUAL MOTION PEOPLE

A este pendón desorejao le debo parte de mi existencia bloguera. Con su disco de debut junto a The Harpoons “Inside The Human Body”, di mis primeros gateos hace seis años casi en este muro de las lamentaciones. Eran tiempos en los que mi única intención era hablar de música; que cosas ¿no? con lo que se me ha llegado a ir de las manos.
Su cabecera no es casual no, y un detalle superfluo éste, que se resume en tres aspectos vitales: Es el disco que mejor ilustra mi estado de ánimo actual, y por otra... Me encanta retomarlo tras unos cuantos años de olvido, porque es un poco la idea que tengo de la música que acaba calándome (imaginación, desparrame y sustancia con la que deleitarme con el paso de los años). Algo que además comparten ambos discos por muy distintos que sean;y no voy a entrar en pormenorizar del porqué he pasado por alto el resto de su discografía.
Escucho música a borbotones, pero poca es la que aguanta el paso del tiempo. En el caso de Ezra Furman al igual que sería el disco de debut de Violent Femmes, el señero de LA's y otros tantos, su forma inigualable de escupir canciones como gestos naturales, solo se da un ocasiones. Algo que no es ni bueno ni malo, es así, mágico.


Trece canciones malditas como su numero, que coquetean con el Vodevil, el glam y hasta con ciertas reminiscencias del R&B de Nueva Orleans más callejero. Todo ello sazonado con el estilo inconfundible del señor Ezra, donde todo parece improvisado, compulsivo y poco hecho.
Imposible no escuchar “Haunted Head”, y no imaginarse a David Bowie desplegando turbantes en un club nocturno de un crucero de lujo. Recostarse en “Hour of Deepest Need” y no visualizar a un Beck lampiño sobrado de talento. Saltar y volver a saltar en la cama elástica de sus composiciones sin nadar antes en un océano de bolas, de toboganes inflables, y querer repetir hasta vomitar. Perpetual Motion People es un poco así. Como un juego de niños engachoso y viciante: Arranca cacharreando con las pianolas hawaianas de “Restless Year”, y todo parece querer girar entorno a una broma de mal gusto hasta que suena el bajo distorsionado. Pero para cuando se llega al corte 9 -“Body Was Made”-, la sensación de que tras ese torbellino de matasuegras, confeti y collares hawaianos surge algo bastante más serio y salvaje, es evidente.
Como bufan los saxofones madre!! Por el camino fakires e ilusionistas nos atraviesan con espadas y puñales: “Wobbly” tiene ese nudo herbáceo a modo bisagra, donde brotan tanto Punk como Folkrock de raíz. Más de un sesudo se ha quebrado intentando situar a Ezra en un contexto estilístico concreto; recurrir a Gordon Gano es de lo más socorrido. Pero la verdad es que el muchacho, para sus 28 añitos, goza más de la libertad de crear, que de estar por monsergas con las que acuñarse y cercarse.
Tip of a Match” tira campo a través, recurre al Rock cuando le place. O se alimenta de los vientos para crear un ambiente cabaretero o de Mardi Gras, para que exploten de colores “Lousy Connection” o “Can I Sleep in Your Brain”. Cantos a la libertad expresiva totales, capaces de amancillarse con “One Day I will Sin no More” o la preciosa “Watch you go By”, y no sonrojarse con las citas a Bob Dylan, Jonathan Richman o Lou Reed cuando es la idea más que la etiqueta, lo que les conecta. A Ezra Furman desde luego, la sin vergüenza de mostrarse tal y como uno entiende la música y lo teatral; todo junto y sin visillos.
Discos estos como los de Courtney Barnett, Joanna Gruesome, Speedy Ortiz o Rolo Tomassi, encabezados por féminas ellos cuatro. Y que desde primeros de este año, han sido los que han agitado mis días. Son algunos pocos que crujen la monotonía de escuchar cosas que me parecen -y perdonen mi arrogancia- aburridos, estandarizados, y tan bonitos, guapos e indefensos ellos, que me mortifican; sin citar necesariamente.
Que a veces no se trata de estilos, géneros musicales o movidas de actualidad. Solo es que todo parece tan pulido y diseñado para contentar a todo el mundo, que yo, que me considero pelín raro, me aburro como un preadolescente en una reunión familiar y sin móvil.
Cierto es que estos cuatro están conectados por una querencia a la guitarra emborronada, caustica y desaliñada. Aunque a mi sin embargo, me parecen cánticos de avanzadilla, angelicales y hasta de pura ambrosía. Ni tampoco es que se trate de ser un melomaníaco de los 90; como si esto fuera ahora una nueva estirpe. Solo pienso yo, que entre tanto bombardeo y corre que te pillo para no perder la vez. ¿porque no un chup chup a fuego lento y un buen potaje? Con guitarras, con botones o con bemoles.

Bocados a manzanas verdes como los de la banda Galesa Joanna Gruesome. Que se andan descalzos por la inocencia vocal del Pop, y chapotean sin complejos en los cuatro buenos consejos que los viejos nos daban sobre el Punk y el Power Pop. Por allí arriba siempre fueron un poco sinvergüenzas, algo asilvestraos y hechaos pa'lante.
Con una nueva solista (Alanna Mcardle), este quinteto de Cardiff se ponen por montera diez concisas y precisas mojadas. De no más de dos minutos escasos, ahí cumplen con creces con el tiempo necesario de una perfecta melodía de PopPunk, que entre veloz, y duela. No hace falta más, para qué. Es así, ni alargar, experimentar con polvos ni envoltorios de deslumbrante celofán. Que además dan pie a indagar en su anterior disco (Weird Sister/2013); toda una ricura. A mi lo que más me gusta de ellos es ese envoltorio poppy tan frágil y a la vez rasposo que tanto me recuerda a los Boyracer de Sarah Records. Pop a fin de cuentas, con mucho espíritu Punk pero sin esconder su ternura y militancia.

De COURNEY BARNETT se ha escrito largo y tendido; yo no. Pero sí lo hizo mi amigo Johnny, y la verdad es que lo resumió a la perfección aquí. Un disco de una madurez y desparpajo que alivia cualquier congestión de estilos que se repiten, sin aportar mucho más que un tono de móvil. Ella no necesita inventar nada, porque no se trata de eso. Pero sí relee algunos pasajes gloriosos del rock de guitarras americano, para darle otros enfoques y enriquecerlo. Vamos, lo que se debería hacer con cualquier estilo posible, en vez de publicar sin ton ni son para alimentar el hambre consumista de festivales, medios y niños caprichosos.
De todas formas, si me dan a elegir sobre esta hornada de nuevas agitadoras. Yo, que tengo una extraña querencia por las disonancias sonoras; ya saben: Aquellos surrealismos musicales que algunos llaman experimentación, y que para mi son tan solo notas desordenadas que cada uno teje a su manera y en su cabeza, a su antojo. De eso SPEEDY ORTIZ sabe lo suyo, o por lo menos lo lleva a buen puerto en su tercer álbum, “Foil Deer”. Sonoridades que hacen de puente entre el grunge más conceptual y bandas como las Throwing Muses de House Tornado/1988 o los primeros Bettie Serveert. O un paseo equilibrista por un alambre de espino, donde la que abre “Raising State” seduce, a la vez que ya avisa con su aperitivo “Good Neck”. El Lp se retuerce, contorsiona y se oscurece como una amenazante tempestad a medida que avanza. Despuntan a veces refulgentes rayos de luz que se abren paso como “The Graduates” o “My Dead Girl”, entre relampagueantes “Homonovus” o “Swell Content”. U otras más oscuras como “Puffer”; negra y penetrante como los sonidos de Bristol, pero más chirriante e inquietante incluso que sus anteriores trabajos.
Es un disco astilloso hasta herirte ¿difícil de escuchar? En absoluto, si te amamantaste con Sonic Youth, o esos primeros y malavaristas Pavement. 


Eso sí, para cosas pétreas como el calicanto, los Británicos ROLO TOMASSI. De Shefield concretamente, como Pulp ahora... bastante más fieros y Hardcore: This is Hardcore, de verdad de la buena.
El tema escogido para esta compilación es un poco trampantojo; suave parece, duro no es; lo que le acompaña mucho más.
Un disco -Grievances- tremebundo como un megalítico infierno de afonías llevadas al extremo. Y de sangrante noise vocal en dosis pautadas para resistir el envite. Pero sin embargo, con una melodía ciertamente épica que amansa; sí, curioso y extraño. De esas cosas que dan canguelo hasta que asomas la nariz y abres las orejas. Todos esos detalles son los que me han llamado la atención hasta engancharme a su propuesta. Y los que hacen que después de cuatro Lp's hayan alcanzado cierto equilibrio en su sonido: más profundo y calculado. Además tienen una vocalista que tira por tierra cualquier estereotipo del gremio de los compañeros del metal, o de aquellos que se prostituyen con Evanescence #risas(jajaja).
Si esto no va con vosotros también hay curas onirísticas con la vuelta de Carlos Foster (For Stars) tras 11 años de silencio. Un segundo trabajo -Disasters- tejido entre colaboraciones con M. Ward, She & Him o Cake, que roza la divinidad. Referencias al Folk ambiental o espacial de auténtica banda sonora donde Grandaddy, Dakota Suite o Sigur Ros, podrían repartir cartas en el asunto y quedarse tan anchos. Discos como digo yo, que más que un adjetivo estilístico o referencial podrían catalogarse como un estado propiamente dicho.



Para acabar el subrayado de esta primera tangada del verano. No pienso largarme, sin detenerme en los dos últimos discos recomendados en el tablón de destacados del blog. El primero, el de viejos conocidos de la escena de Seattle, reunidos entorno al recurrente nombre de: UNLIKELY FRIENDS (amigos inverosímiles)
Fue a principios de Marzo cuando cayó en mis manos “Golden Telephone”: Una resplandeciente pieza de PowerPop de toda la vida, de aquellas que no tienen fecha. Un mes después publicaban en Jigsaw records, SOLID GOLD COWBOYS; un esperado disco de debut, sin más pretensión que el divertimento.
Desde entonces no he dejado de alucinar con este disco, in crescendo. Desde la primera escucha y ese aire neófito que le dan a sus canciones de exoesqueleto tradicional (estrofa, riff, estribillo, coros). Hasta la mecánica inmediatez con la que dan cuerda a esta especie de juguete, que tanto me recuerda al diabólico tambor electrónico que le regalaron a mi hijo de dos años: Un engendro del diablo al que jamás se le acabaron las pilas ni la energía para escupir melodías infecciosas y pegadizas, a cada golpe nervioso del pequeñajo.

Unlikely Friends son algo así: Básicos, parcos y con un sentido de la practicidad tan estupendamente profano, que ruboriza. Pero sobradamente iluminados para confeccionar en escasos dos minutos, Pop infalible de aquel que todo el mundo cree saber la fórmula pero pocos los sembrados que la llevan a buen puerto. Todos hablan del PowerPop como el remedio a la incapacidad de quien no da más de si. Nadie capaz de admitir la dependencia a los cuatro acordes perfectos de Woody Holly, Ramones en la alta alcurnia de la filigrana. Pero... aunque todo se engalane y se travista con el relevo generacional y el paso de las décadas; hay algo que nunca cambiará: El Pop, no cualquiera, el que brilla como metal precioso. Ese nunca nos dejará en la estacada.
Pegar la oreja a las vías y escuchar el columpiarse, el balanceo de las cuerdas en “Satellite Station”. Uff, me vienen tantas cosas a la cabeza... The Smiths, Teenage Fanclub, They Might be Giants. Tienen esa impronta de Daniel Johnston, por lo menos su idea de cantar lo que sienten de verdad. “Please Lorraine” te echa a volar, las guitarras marchan en escuadra, del brazo. Sucede que cuando hincan estandarte en lo alto de la loma con “Soft Reputation” se encienden las bombillas de la noria, huele a algodón de azúcar, a manzana de caramelo y a sirope. Es tan alarmantemente optimista, que podría ser el starter de todos mis madrugones y el telón de cualquier fin de función.
Para eso “Sunken Eyes” o “Gold Coat Marauders”, en estas todo acaba bien y te besa siempre la chica.


DICK DIVER_ MELBOURNE FLORIDA

Tirando del hilo de la inocencia aquella, donde primaba la idea y no los medios. El mensaje sin distorsiones que lo ahogaran o cambiaran la impresión primera; la que vale.
Eras verdaderas a fin de cuentas, de Pop arponero, desarrapado, de jersey de pico y de fenefa. Si hombre!! donde habitaban enjundiosos más bien tímidos como Go Betweens, The Church o The Bats.
Allí abajo en el pretextato, donde yacientes los recuerdos se entierran en salmuera. Solo se desperezan cuando la edad en un alarde de azar, acude al rescate y se juega a los chinos los mejores y más memorables. Los que van adjuntos a años benditos, noches inolvidables, incluso los que se preservan de manera egoísta por concubinato puro y duro.
Es así la memoria del melómano: interesada y autocomplaciente. Acudir a la trastienda de nuestro cerebro, es como voltear el globo terráqueo y huir despavorido a mundos donde los mandamientos del mercado se los llevó el oleaje. Territorios soñados, inventados e incluso cartografiados a capricho. En los que el paganismo musical rige el día a día de sus pobladores. Hablar de las antípodas es ponerle nombre al exotismo arcano y a la distancia que no se mide, se imagina.

Allí meciéndose en una hamaca que cuelga de dos Nuytsias, se las apañan los Australianos Dick Diver para marcarse un tanto con Melbourne Florida; su tercer disco hasta la fecha. Ni mejor ni peor que los anteriores (Calendar Days ya era la rehostia), pero sí donde afinan mejor la puntería.
Y si lo que antes parecía un Pop escuálido donde se marcaban huesos, vasos sanguíneos y vértebras. Ahora, sin por ello tener que engordar sus castizas cinturas, parecen haber desplegado su colorido collar como los Lagartos King, y ampliado dominios. Eso, o es mi nostalgia la que juega al escondite con sus cadencias tan familiares. La asociación con The Go Betweens no es casual. Ellos elevaron la inferioridad de condiciones a algo brillante, sin tener que vender su alma al orden pretoriano de las tendencias; Dick Diver tampoco.
Si tiramos unas líneas y conectamos algunas de las bandas llegadas de allí, de Australia. Las que en los últimos años me han renovado la sabia: Twerps, Lower Plenty, Popstrangers, The Drones... la mayoría comparten unas ideas que se escapan del mero estilo. Refugios subterráneos que recorren la misma ciudad pero desde otra perspectiva. Pop que busca los pliegues que no el terso bronceado de mantequilla, las cabañas de la playa en vez de las terrazas, y que huye de los paseos comerciales como alma que el diablo lleva a perderse por callejuelas. Una simple presión en el Play y suena “Wastle de Alphabet”, me encanta esta estrofa -
When we makeup, in your makeup
I start to laugh, I'm mister natural
I fluff your TV at night,
You got a hard, hard bed,
say their names, say their names,
waste the alphabet
Un despegue que juega al despiste, a maquillaje y rimel corrido. Melbourne Florida tiene trucos por doquier, fruto de los años de aprendizaje. Filtran por las rendijas del Dunedin ochentero, un temario Pop accidentado. Cuando alcanzas “Year in Pictures”, te derrites: Aquí, igual que con “Blue Time” y “Private Number” no son casuales las remembranzas a la banda de Robert Foster y Grant McLennan. No se trata de parecidos razonables, solo de pulso.
Se pasea por salón, fantasmal, translúcido, el tío Lou. Suena “Boomer Class”, rebobinas y vuelves a deleitarte con esa guitarra cristalina de “Private”, las notas como gotas del piano y el rugoso saxo tapizando el fondo.
En primeras escuchas puede parecer terriblemente Pop, en ocasiones frágil; esa voz de Stephanie lo consigue. Los sintes de corte retro de “Competition”, o ese caminar patoso y en ocasiones tranquilo, dan una impresión que no luce los atractivos de las top model. Insistiendo crece, se ramifica.
El último disco de este cuarteto de Victoria se brota peligrosamente según se riega; le pasa algo parecido como al de Happyness: No es cuestión de dificultad, sino de dejar que vaya creciendo, es peligroso, lo aseguro. Pequeños himnos como “Tearing the Posters Down” lo son, porque como esos minúsculos pioneros de la New Wave: La melodía, armonías y las cadencias se esconden y aparecen de repente sin forzarlas. Naturales como el viento que baja de la montaña y se empapa con el sudor de los árboles.
BUEN VERANO, MEJOR MÚSICA.

A lot of movies, and television

Changing the life, things at a time

More than the haircuts, more than the style

Hey empty wet streets, hey all that stuff



Eleanor walks across the set

Says why this part, why this part, why this part of anywhere?



Blue time



If I was China, if I was Spain

All their monuments, and slang that's not slang

All of the weather, all of the time

Cars in the rivers, and the rivers in the cars



Waiting at the lights, I'm laughing in my head

You can go your own way, they never did

Why this body, why this time?

Why this part, why this part, why this part



2008, with what's her name

Keys forgotten in the lock

We become our fans, ruined to it

You become your voicemail voice



Blue time



You're fucked probably

Now we're totally zone or no zone

Go or don't go

Take it from me, take it from me

Zone or no zone
Blue Time


01_CARLOS FOSTER_Outdoor Miner
02_TORUL_All
03_DRESSMAKER_Love
04_JOANNA GRUESSOME_Last Year
05_SHEER MAG_What You Want
06_ALPHATRA_La Fuite
07_Mc McCAUGHAN_Barely There
08_PORCELAIN RAFT_All in my Head
09_WILD PARTY_Outright
10_SPEEDY ORTIZ_Raising the Skate
11_OWN BOO_Without A trace
12_UNLIKELY FRIENDS_Satellite Station
13_SHINES_Spent Youth
14_GIRL BAND_Lawman
15_BRONCHO_I Don't really want to be soccial
16_DICK DIVER_Tearing the posters down
17_PINKSHINYULTRABLAST_Metamorphosis
18_DRESSMAKER_Another Love
19_ROLO TOMASSI_Opalescent
20_EZRA FURMAN_Hour of deepest need

domingo, 13 de diciembre de 2009

EZRA FURMAN & THE HARPOONS

EZRA FURMAN & THE HARPOONS__ INSIDE THE HUMAN BODY__ MINTYFRESH RECORDS

Erase una vez un chico con cara de chistoso y de buena persona por partes iguales , erase una vez cuatro paredes de su habitación en el campus de Tufts University y erase una vez un grupo de amigos , que entre borrachera y borrachera soñaban con tocar en una platea.
De esas tres circunstancias y de un cúmulo de casualidades que no vienen al cuento , surgieron un buen puñado de canciones. Todas ellas irradiaban esa dosis de espontaneidad y descaro que rara vez y solo cada tantos años se da en la música actual. Y es que a estas alturas y en los años que corremos donde todo está empaquetado y decorado para cautivar al consumidor , disfrutar de un buen desaliño es tan difícil como utópico.
Inside the human body es de esos discos solo comparables con los primeros Violent Femmes , a los L'as o a Darren Hayman y sus Heffner , y para saber de que hablo solo basta escuchar su single “take off your sunglasses” una experiencia solo comparable a cabalgar desnudo y a pelo sobre un caballo en plena playa cual Farra Fawcet ¿o solo yo he tenido alguna vez esa fantasía?
El resto de la historia poco importa , ni el single es la típica palmera solitaria en medio del desierto ni el disco es una mera pose. Simplemente es pura actitud , desde el primer al último tema. Es pura actitud , instante e inmediatez y ni un ápice arreglos , envoltorios ni perfumes que despisten la mirada.
Folk-rock made in USA , desgarbado y desaliñado que surge de las mismas entrañas de las universidades , esas que otrora tantos genios nos dieron , que pese a ser su tercer disco y haberlo paseado este año en varias ocasiones por nuestro país (Primavera y BAM) seguro que eres de esos despistados que ante tal nombre pensabas que te perdías el concierto de cualquier banda del Submundo (con todos mis respetos a los músicos del submundo, la ultratumba y la subterraneidad).
Espabila porque esto es como dejar pasar la charanga ambulante , ni tiene horario ni espera a nadie.
http://www.ezrafurman.com/
http://www.myspace.com/ezrafurman
http://www.megaupload.com/?d=HH6AVJ48  pass: CCP
 
LIVE AT  THE FADER SIDESHOW 2007

Watch the full concert at baeblemusic.com