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domingo, 19 de abril de 2020

MORRISSEY_I AM NOT A DOG ON A CHAIN_2020: BANDAS SONORAS DE ENCIERRO, PERFECTAS




Éste, es el tercer fin de semana que amanezco a deshoras en medio de una especie de día de la marmota. Y que aparte de esa hipnosis de cafeinismo propio del desperezo matinal, mi cerebro solo obedece a una banda sonora sintomática: El nuevo y flamante nuevo disco de nuestro amigo Steven Patrick Morrissey.
Cada lustrosa mañana suena en mi salón, como un himno a la esperanza que perdí hace… catorce años ya? joder!!
Y soy el primero que entre la sorpresa y la justificación, siento que debería darme vergüenza. Con lo que este hombre me ha dado!!
Aunque no se si deberías atender más que lo justo a la reflexión que aquí expreso, copa en mano.



De un tiempo para aquí (ese en el que todo se señala menos lo propio), nos hemos olvidado de lo básico. Sí, lo básico.
Le damos tantas vueltas a la cabeza como iluminados se suben a la palestra. Que ni vamos, ni llegamos a ningún sitio.
Igual que ese perro histérico que persigue su propia cola mascullando un-...Como te goooooooja…. Y mira por donde, entra a escena Morrissey.
Un artista al que adoro desde que quedé con 16 prendado por su estética avanzada como la Ian Curtis; la que ves con retrospectiva y sigue molando incluso más que en su día. Y es lógico: Vestirse de serie en Zara, Desigual, o incluso en G-Star; si te da pa más el parné de la nómina. Tiene su cosa contraindicada del pret a porter y la poca imaginación: Que to cristo va, y piensa igual.
Con la de disfraces que nos hemos hecho con cuatro trapos de las gangas!!

Con la música tampoco creáis que la cosa difiere demasiado. De hecho, igual que lo que dice Eduald Carbonell sobre la especie humana y su advertencia de parar la uniformación - como síntoma de la globalización - que nos lleva a la puta extinción. En aras de la planetificación o biodiversidad de toda la vida.
En cualquier aspecto que considere el alelamiento borreguero de no buscar cada uno su propio yo. O dicho de otra manera: Hacer lo que te salga de la polla o del coño. En vez de asomarte al balcón de las redes sociales como si fuera un patio de luces donde cacarear mierda. Considero a Mr. Morrissey, un poco el paradigma del asunto, al margen de si le tienes manía, te gusta lo que hace, o no:
Lleva desde siempre haciendo un poco lo que le sale del ego; que lo tiene más grande que los del caballo de Espartero, vale. Que son más o menos los mismos que sentenciando su hegemonía dentro del magisterio vocal popero; obviando por higiene sus tres últimas entregas (versiones rejuntadas incluidas), con más pena que gloria.

No sé si es buena la media la verdad. Pero se me escapa la risa y se me afloja la vejiga cuando veo tanto culto a otros. Que dan menos signos de vida creativa y procreativa que los Pandas de Ocean Park en Hong Kong. Y sin embargo ahí están, hieráticos e indiscutibles; o por lo menos justificados.

El muchacho no.
Tiene ya sus sesenta bien plantaos y se reinventa a cada paso que da, en sorpresas, desaciertos, y romanticismos bizarros a partes iguales: Como los abuelos del barrio de mis padres, que cruzan las calles por medio y en diagonal, sin filtro que los detenga.
O el mismo que aquí confiesa:
Que se ve abalanzado y a trompicones hacia los cincuenta, y en vez de ganar en mesura, tira del “no filter/free emisions”. Anda que ya me vale!!
Una colección de canciones las que se ha sacado del alerón por sorpresa, y cuando nadie absolutamente le hacía puto caso salvo para crucificarlo. Que si bien los medios se han apresurado a criticar positivamente entre peros y condiciones - anoche estuve dando un garbeo por la prensa antes de acostarme, lo admito - Y el resumen básicamente es: MOLA PERO… ES QUE… BUENO VA…

En fin, que no hay cosa que me la ponga más dura que ese malditismo cultivado entre la aflicción, el rencor constante y una boca muy grande. Y el causa efecto que genera evidenciando que nos hemos convertido en unos mojigatos de dos pares de… ABRAZOS.
Y a todo esto. Cuanto más gira en mi disquera y el espacio que da el querer ampliar tu zona de confín. Más me gusta este disco copón!!

Y no es porque me haya ido a mi rincón de pensar donde tengo la capillita de mis Smiths, o a diseccionar mi discografía morrisiana para ver si son veinte los que tengo, o ya casi cincuenta. Comprobando si el pulso se mantiene en la comparativa. O decido regodearme en mi pasado melancólico, tan lícito como contraproducente que es.

I AM NOT A DOG IN A CHAIN es un disco cuanto menos curioso, que no transgresor como muchos dicen o revolucionario por la electrónica (comedida), que aquí se usa.
Morrissey ha publicado un álbum donde sobretodo, recupera ese acierto innato a la hora de generar melodías vocales imperecederas. Solo que esta vez, a prescindido de los elementos básicos de guitarras, bajo, batería. Y lo ha envuelto todo en una estética sonora de POP AOR hiperochentero, de hombreras, brilli brilli, tocados, y maquillaje sobrecargado de señora que va cada viernes a la peluquería.
Lo bueno es que en el fondo no ha cambiado nada en realidad . Pues aquí el señor, por mucho que la escena le reprenda, sigue siendo el puto amo a la hora de escenografiar el POP MELÓDICO en forma de canción. Dando un poco lo mismo el soporte que emplee, aunque a mi personalmente me guste infinitamente más su versión más guitarrera de “Your Arsenal”, “Southpaw Grammar” y “Ringlaeder of Tormentors”; pero infinitamente, vamos.
Lo cual, no quiere decir, que admito humildemente que me pierde este rollo de… no sabría como definirlo… ItaloPop sintético? Que hace que el disco en cuestión, suene un poco entre lo pasado de moda y petardo, pero tremendamente innovador para lo que es su línea musical. E insisto, sus dos discos anteriores me parecían directamente flojos pese a tener la misma deriva más hacia la pachanga, que al Pop ochentero que lo ha caracterizado.
A ver si va a ser que no le saben escribir la música o chochea.



Su catorceavo trabajo de estudio despega con “Jim Jim Falls”: Una canción al trote de una horripilante base, que podría pertenecer a cualquier BSO de SPY GAME o si me apuras, de James Bond. Pero que paradójicamente, alza el vuelo, y además, contiene una de sus letras más valientes en sus últimos 10 años: Si vas a ir corriendo a casa a llorar, no me hagas perder el tiempo. Si te vas a matar para salvar la cara, entonces hazlo”
Una de esas canciones que en cualquier otra circunstancia, o a manos de otro, podría parecerte uno de tantos truños. En la voz de Mozz, resulta no solo pegajosa sino un temazo en toda regla. Y ojo, no estamos aquí y ahora, comparándola con las diez primeras canciones que me vienen a la cabeza, de su longeva trayectoria.
A diferencia de otros discos con producciones similares, aquí hay una valentía y desarraigo similar al que experimentó en el 94/95; que es de los que mejores canciones nos a provisto.
Cuando Morrissey deja ese rencor enfermizo y vengativo, o esa autocompasión lastimera de divo. Y saca su arrogancia de Handsome Devil, es cuando vemos su mejor versión y la que todos recordamos de él.
Con “Love Is On Its Way Out” pasa más o menos lo mismo:
Una canción con unos arreglos por momentos horteras (marca de la casa Manzur), que por suerte su romanticismo parmasiano acaban corrigiendo, con una hermosa interpretación vocal: “¿Leíste los titulares? / ¿Viste el gas nervioso? Niños llorando / ¿Viste a los tristes ricos, cazando, derribando elefantes y leones?” Reza
En “Bobby, Don’t you Think They Know?, primer single de adelanto. No tiene la misma suerte, y pese a que la canción aún excediendo en tiempo y pomposidad barroca es muy chula en líneas generales. Le pesa una barbaridad la desbocada voz de Thelma Houston; empeñada en demostrarnos su impresionante chorro de voz a sus 73 años. Que para mi gusto personal, es excedida y desmesurada. Aunque creo que es de su agrado; sino acuérdense del amor procesado a Klaus Nomi, o la “That’s How People Grow Up” con Kristeen Young a todo trapo.

I Am not a Dog on a Chain” es otra de esas canciones que gana en escuchas, como todo el disco al que da nombre. De una estructura inédita en la carrera del mancuniano, es una de esas donde el lirismo vocal del autor refrenda de largo su especial talento a la hora de cantar y vocalizar; algo que a mi personalmente siempre me ha fascinado de él.
Cantar, pues sí, lo hacen muchos con más o menos suerte. Con letras espléndidas y auténticas tontadas. Pero casi ninguno como lo hace Steven Patrick Morrissey en la musicalidad de su entonación y pronunciación melódica. Quizás otros maestros también lo han sido Franck Sinatra o Tom Jones.



Tropezamos de repente con “What Kind of People Live in the Houses”; para mi la mejor canción del disco junta a la que le sigue, y desde “I Throwing my arms Around Paris”: ¿Qué tipo de personas viven en estas casas? que duermen con quien duermen solo porque tienen miedo de probar el cambio”
Knockaut World” es otra de mis preferidas. Una golosina de apenas tres minutos y algo, con una cadencia hipnótica e inigualable con su decadente letra. Donde de deshuesan y exponen al sol, la mayoría de enfermizos hábitos de nuestro presente/futuro más inmediato. Que bien podría enmarcarse entre las mejores melodías que ha compuesto, incluyendo su carrera con The Smiths, siendo susceptible a cualquier arreglo.

Darling, I a Hug a Pillow” parece un tributo a Kirsty McColl. Esos extraños metales del inicio y desconcertante asíntota. Contrastan con unos maravillosos arreglos de cuerda y un encantador final, que parece estar compuesto a medida para imaginar los coros de la siempre extrañada Kirsty.



Que decir de “Once I Saw the River Clean”
Pues que si se ha de buscar un futurible hit, dentro de los inexistentes o de falsa apariencia que ocupan este refrescante disco. Apuesto a que es este!!
Tan acorde como los fueron los cortes electrónicos del WHIPLASH de James. Y posiblemente al que no todos le harán la justicia que se merece, sino el tiempo.
The Truth About Ruth”, como una especie de fábula. Es de las pocas canciones que me dejan indiferente. Igual que “The Secret of Music”, que parece intentar emular a la oscura “The Teachers are Afraid of the Pupils” pero con peor suerte. Y que como si de unos pseudo Massive Attack se tratase, se queda tan solo en un ensayo poco aprovechado y algo fallido. Dejando un regusto agridulce, aunque “My Hurling Days are Done” agrade a ratos y no deje de ser otro de los grandes cortes de este disco.
Define en líneas generales a I AM NOT A DOG IN A CHAIN, como un trabajo rupturista, pero a medias. Un resquicio de esperanza y oxígeno perfecto para estos días de encierro. Y diferente, no solo en lo que se refiere a la carrera de mi adorado Morrissey, sino en la música que pulula en la actualidad de manos de iconos de nuestra juventud. Pero que jamás se debería usar como referente para suplir las carencias que tenemos respecto a nuestro pasado.
Más bien eso sí. Como un acto consecuente al tiempo que le toca vivir a un artista único e irrepetible. Que al margen del amor/odio que genera, mejor a sabido envejecer (evolucionar) sin apenas perder su condición de referente.
Díganme si no, cinco artistas de los 80/90 y 00’s con una regularidad y fidelidad más o menos notable. Si no te gusta o lo odias, ni lo intentes.

domingo, 3 de mayo de 2015

MORRISSEY Sala Razzmatazz 29/04/2015



Morrissey volvió a visitarnos meses después de aquella especie de anunciación en el Sant Jordi Club. Programarla en una sala de capacidad media, era como el querer tensar la cuerda y llevar a la prole más fiel a su terreno: Una sala Razzmatazz que siempre será para los románticones, Zeleste: Allí donde muchos de los cuarentones perdimos la virginidad en directo.
No era la mejor, lo sabíamos. Ni la que tiene la mejor acústica, también. Una vieja y gran nave maquina de hacer dinero en la que se ha invertido en estos últimos 20 años, lo mismo que Homer Simpson en peines. Pero sí la más apropiada para que todo melómano viajase hasta el mil novecientos ochenta y..., o a los 90 si se precia.
Colas inéditas que rodeaban la manzana, Morrissianos de pro como se dice, debutantes y viejos del lugar que se hicieron mayores gorgoriteando “Well I Wonder”, y un efecto difícil de explicar y fuera de toda lógica: Por amor despechado e incondicional, o por puro egoísmo cual amante atacado de infidelidad. El ex líder de The Smiths siempre genera un efecto dejavú sobre el público, que renace todo su pretérito repertorio; independientemente de lo que acabe sonando.



Tomando una copa de Champagne, concentrado en la sus sensuales emanaciones, el cosquilleo en cielo de la boca y absorto en la ascensión vertical de las burbujas. Parecía aquel buzo al que la falta de aire lo obligaba a ascender a toda prisa a la superficie. Las cosas sucedían alrededor pero atenuadas por un colchón que las asfixiaba hasta casi ahogarlas, en una especie de efecto explosivo en los oídos; ¿es así como se imagina en el cine?. En una cata semanal para digerir con espumosos, las controvertidas sensaciones que me produce ver a este hombre.
Habían pasado casi 24h clavadas cuando entonces, ya desenchufado del efecto despecho que produce compartir con demasiada gente, tus intimidades musicales. Pasado el calentón por no escuchar aquello que imaginabas, no estar ahí, como siempre; en primera fila. Y observar ¿como pueden ser tantos? a los que les gusta aquello que creías solo tuyo: esos discos contados que desaparecían sin volver a dejar rastro, aquello que solo oías en tu cuarto: odioso, narcisista y algo exhibicionista.
Hace gracia ver prácticamente 30 años después, en una travesía casi desértica solo alterada por las sucesivas crucifixiones en los tabloides. Como Morrissey, es capaz de renacer de sus cenizas pese al continuo descenso cualitativo de sus últimos discos.
Observar la cola de principio a fin y ver que están los de siempre, que hay nuevos adeptos; todos tan distintos y parecidos a la vez. No sé, quizás me equivoque, pero siempre me ha parecido un pequeño club familiar esto de seguir a The Smiths & Mozz. Porque por más que ahora se hable, escriba, y recurrente sea para publicar no/noticias, el de Manchester siempre será por suerte o desgracia un artista minoritario.


El recinto tardó en llenarse con todo el gentío, más de la hora anunciada para su comienzo. Una vez dentro, no cabía ni un alfiler. Como las grandes noches de antaño, pero con más público de lo que uno allá por los 90 pudiese imaginar. Desde aquellos años, en los que pocos eran los que mataban sus pocos ahorros con artistas del extraradio, todo ha cambiado una barbaridad. Ahora, lo raro es no encontrar a alguien que no se apunte a un bombardeo, ya sea por afición, gusto o por fichar en esto llenar de muescas la culata del revolver.
Sonaron los primeros compases del “Loudmouth” de Ramones y así, hasta más de media hora de fetiches audiovisuales sin demasiadas variaciones respecto a su anterior visita. Se coló eso sí, la afamada “Fade to Grey” de Visage y el difunto Steve Strange como curiosidad.
A escena con un pequeño cambio en la formación sin uno de los hermanos Walker al bajo; lástima, porque es mucho mejor bajista que Mando Lopez. Y ya en el escenario arrancó la velada directo a la yugular con “Suedehead”; mira que estuvo años de espaldas a uno de sus clásicos más atemporales. Ahora, en sus últimas giras, es de agradecer la inclusión de semejante temazo; puede que el más significativo de su carrera a grandes rasgos. Le siguió la que ha mi parecer es, la canción más representativa de su último disco, donde el binomio POP/VOZ se funden para auparlo como la voz pop más cualificada en esto del lirismo cantado. Ni Brett Anderson, ni Scott Walker ni el mismísimo David Bowie igualan en musicalidad a la hora de cantar historias.
Obligadas fueron por pura formalidad comercial algunas de su último disco: “ World Peace is None of Your Bussines” (intento en vano de emular algunas de sus odas melódicas), “Istambul” y “Kiss me a Lot”, (que aunque se acerca tímidamente a alguno de sus mejores singles, naufragan cuando se comparan). De todas formas son las que mejor aguantan el tipo, y es de agradecer, su último disco no me gusta en trazos generales, lo admito. Supongo que es cuestión de haber seguido su trayectoria desde el principio. Lo mismo que entiendo que sus seguidores más neófitos abracen sus nuevas composiciones, como quien se agarra al clavo ardiendo del único portador del glamour popero de la actualidad. A mi me perdonaran los que me conocen por mi crítica mordaz. Pero sinceramente, no entiendo la música sin la mínima capacidad de crítica sana y constructiva; lo demás me parece puro adoctrinamiento, y no me gusta.

Cuando suenan canciones del nivel de “I'm Throwing My Arms around Paris” o “Mama Lay Softly on the Riverbed” todo se va un poco a la mierda. Sí, siento ser tan asquerosamente sincero, pero es así. Y digo desde ya, que Ringlaeder of the Tormentors/2006 y Years of Refusal/2009 son dos discos que me ha costado mi tiempo acomodar a su discografía y a la idea que tengo de Morrissey, y sin embargo me han acabado gustando mucho. Pero dudo que con el paso del tiempo, este disco acabe de ponerse al mismo nivel; ¿mi edad? Puede que sea la culpable, no digo que no. Sino, ¿como se entiende meter “Smiler with Knife”, entre “Speedway” y “Stop me If You Think You've Heard this one Before” de The Smiths? Una especie de coitus interruptus, que se vio perfectamente ilustrado con la nueva e infame versión en directo de “First Of The Gang”; juro que no la distinguí hasta que cantó la primera estrofa.

Y en serio no lo entiendo, creo que la sencillez era una de las mejores virtudes de Morrissey en directo, y ahí la prueba del “What She Said”, que junto a “The World is Full of Crashing Bones”, fue de largo lo mejor de la noche. Hubo momentos que se rozó lo bizarro y el esperpento con la presentación de la banda y las estrofas finales de “ World Peace is None of Your Bussines”, la desmesura de “Meat is Murder” donde recuerdo la primera vez que la oí en el 99 de Coliseo Lisboeta; sencillamente mucho mejor. O esa estrofa de Frankly Mrs Shankly en medio de Speedway, que bajo mi más humilde opinión no encaja ni con cuñas.
Entre medio se coló una excelente “One of Our Own”, que aunque con un medio tiempo discreto, gana con las escuchas igual que aquel “I Not Sorry” del 2004. Pero creo que para entonces yo ya había perdido la pasión. Escuchaba “Smiler with Knife” y “I'm not a Man”, miraba a mi alrededor y me pregunta que coño hacía yo ahí; mezcla de decadencia y pura inopia. Vete tu a saber, que igual la distancia y la mala visibilidad, acostumbrado como estoy de verlo en primera línea de frente, tiene la culpa. Me hago viejo puede, caprichoso y exigente, debería dejarme contagiar de la emoción de mi querido sobrino que lo veía la primera vez,y yo sin embargo, parecía sufrir un gatillazo que ni con viagra.


Neal Cassady Drops Dead” intentó hacia el final enmendar la deriva de la experiencia. Esta canción es un claro ejemplo de aquellos temas que no me acaban de entusiasmar en su disco en lo musical, pero en lirismo interpretativo ganan una barbaridad al directo. Vuelvo a reincidir en “What She Said”, sencillamente brutal, seguida de “The Bullfighter Dies” que dan esa imagen de frontman Pop vocal, por la cual yo entiendo a Morrissey.
Meat is Murder y Suedehead, canciones que me encantan; no vayáis a pensar. Se me antojan en ocasiones un poco desgastadas, igual que Speedway. Sobretodo porque creo que Morrissey en su paso por The Smiths o en solitario, tiene una cantidad infinita de temas todavía por descubrir y olvidados. Así de repente me vienen a la cabeza... “Friday Mourning”, “I Can Have Both”, “Nobody Loves Us”, “Girl Afraid” de The Smiths, “Found Found Found” o “Driving my Girlfriend Home”
Supongo que toda esa legión de canciones, que acaban retumbando en días posteriores tras el malhumor, la digestión y la agitación. Pese a que su visita a Razzmatazz me parece de las más flojas e irregulares de las cinco que he visto. Al final siempre acaba quedando el rastro difuminado, y permanece la esencia.
Soy de los que ciertas bandas, artistas o canciones que han acabado por formar mi adn musical, no suelen ser ni de largo, lo que escucho más asiduamente. Es algo mucho más profundo o intimo que permanece como banda sonora sin necesidad de ponerlas ya.
Veo a uno de mis iconos musicales peligrosamente desgastado, agotado y desorientado, pero aun y así lo seguiría hasta el infierno. Difícil de explicar supongo, solo sé que desde entonces no puedo dejar de escucharlo. Lo mismo dan las sensaciones desprendidas de cualquiera de sus conciertos; si es amor o es odio. Solo sé, que desaparece todo: músicos, luces, público e instrumentos... y su voz sigue ahí. La voz que siempre sale a flote, cante lo que cante.

lunes, 13 de octubre de 2014

MORE MORRISSEY IN PLATFORMS Sant Jordi Club 10/09/2014





Veintinueve años y casi cinco meses es mucho tiempo y una larga distancia, para los pocos alumnos aventajados que no han perdido la memoria todavía en cualquier callejón de la urbe del tiempo. La gira de Meat is Murder que llevó a Morrissey y The Smiths de gira por Madrid y Barcelona en la primavera de Mayo (previa cancelación de San Sebastián) de 1985. Mide en largas distancias de fondista musical, una carrera por entre páramos, carreteras secundarias y caminos zizagueantes. De un autor controvertido, poético y singular al que el amor incondicional y el odio por partes iguales ha generado como un retroalimento de dulzura venenosa su mito, mitad leyenda mitad grandeza.
En los albores de una decadencia a grandes rasgos marcada por industria musical de boceto, y el culto a la estética, el romanticismo y el simbolismo de quienes lo veneramos desde tiempos a. Regresa con un nuevo disco, el décimo de su carrera en solitario tras la disolución de The Smiths en 1987: Discutible, revanchista como siempre, y de los más irregulares según criterio propio y a sabiendas que la perspectiva del tiempo nos dará su justa medida.


World Peace is none of your Business no es quizás el álbum deseado por sus seguidores más críticos: Insufrible en longitud, el menos popero de su carrera, reflexivo, de arreglos desacertados y a veces con la sensación de bagar sin rumbo. En fin, mil y un adjetivos que a uno le pueden venir a la cabeza. Sin saber con certeza, si es como aquella sensación de despecho del amante al que le acaban de poner los cuernos, lo que te hace anhelar con melancolía de un pasado que quedó atrás. O si es un juicio injusto a un artista de 55 años que no tiene que rendir cuentas a nadie, ni justificar su pasado; más cuando siempre ha sido de minorías, salvo cuando se le critica por sus declaraciones y sus actos.
En realidad nada ha cambiado demasiado desde que la prensa sensacionalista atizara inquisitoria, sus ambiguas letras con The Smiths. Y yo con 44 años, tampoco estoy por la labor de juzgar a nadie; con la de cosas por las que indignarse, tal y como está el patio. A Morrissey siempre se le ha reprochado con agravio comparativo hacia su anterior banda, no ofrecernos una continuidad digna y a la altura de The Smiths. Y creo que es un error de bulto, y una falta de tacto no dar la importancia que se merecen Johnny Marr, Andy Rourke y Mike Joyce. Vamos, es como si creyésemos que Morrissey sin estos tres elementos, debiera hacernos sentir por clausula contractual lo mismo que The Smiths.
Y no es solo una cuestión de calidad o de estilo, tan solo que son dos cosas diametralmente distintas. Morrissey era la figura más visible y significativa de The Smiths. En solitario es él y sus circunstancias, para lo bueno y para lo malo; aunque yo creo que porcentualmente es incomparable a su ex banda y sin embargo lo disfruto al 100%. Te puede gustar más o menos, pero tanto análisis sería igual de equiparable al de Frank Black, Peter Murphy, Lou Reed o George Harrison... y sus anteriores bandas. Algo verdaderamente absurdo y sin sentido.



Así que como se que este es un debate sin fin y solo acorde con el gusto del oyente. Yo, si me lo permitís, voy a ceñirme a mi experiencia personal. Que después de 30 años siguiendo su carrera al dedillo, y tras rememorar con ésta su primera visita en solitario: Esa primera vez que nos llevó hace quince años a Lisboa para cumplir mi sueño y el de otro puñado de Españoles por tierras lusas.
No voy a malgastar tiempo explicando algo tan íntimo y tan significativo para mi forma de entender la música. Máxime cuando es la primera vez en cinco años que decido escribir en esta triste bitácora, sobre uno de mis artistas de cabecera. Y convencido como estoy, de que serán ya los medios de rigor los que se entretengan en seguir hurgando en portadas sensacionalistas con las que alimentar la leyenda y sus egos de jueces supremos. Yo, si me perdonan mi personal parcialidad, prefiero disfrutar por lo que me queda, de su música, su lírica y su directo; que creo que es lo justo por lo que valorarlo. Puede que a lo mejor el tiempo y su retirada, sean los únicos que acaben dando su justa relevancia en la música de estas últimas décadas.



Amaneció el Viernes sobre Barcelona como una de tantas condenadas mañanas de mierda de este inicio de mes; raro raro inicio de Otoño el de este año: Encapotada, neblinosa, húmeda, fresca que sin ser fría te obliga a ponerte una rebequita... Vamos una mañana de esas a las que invita más a frenadol y trifásico de coñac, que a desayuno estándar. Menos mal que es bien sabido aquello de: “Donde nace niebla, con más fuerza luce el Sol”; os lo juro.
Y a las 19:30 como un tiro, tras sortear el típico tráfico infernal que circunvala la ciudad Condal. Que tampoco es cuestión de ansia o lo habitual, pero los que estamos acostumbrados a salas reducidicas y venimos de la conchinchina, mejor siempre con tiempo.
El justo para agenciarnos los bocatas (de tofu y seitán por supuesto... es coña) con sus correspondientes cervecitas, y al cobijo de un buen árbol. Una larga cola de 100 mts. hasta la entrada, y el tiempo para saludar a viejos camaradas mientras se escudriña al personal en busca de caras conocidas. Y perdonen si uno padece el mal transitorio del grupie histérico, pero a tortas con las canas rebeldes uno no puede evitar rememorar sus filias de arrebatadora juventud.
Al final como siempre suele pasar en el caso de viejas glorias que en boca de todos merecen el respeto. Allí los de siempre, en familia, y solo los incondicionales. Con un feo Sant Jordi club con estética de polideportivo y semi vacío a falta de minutos escasos.
Al final se llenó, eso sí, no se si por los elevados precios, pero allí solo se dieron cita menos de lo que se presupone cuando se trata de un artista de la talla de Morrissey. Lo cual dicho sea de paso, agradezco puede que de manera egoísta. Pues acudir a lo que sería el tercer evento musical de magnitud con mi señora y mi hijo de 12 años; (Pixies y Dominique A quedaron atrás como primeros experimentos). Y conseguir plantarse en primera fila, que es como se han de vivir estos conciertos, en las trincheras. Es de agradecer: el que no hubiera demasiados hypsters también (como mola a veces estar pasado de moda).


Sobre un entelado que cubría el escenario, se sucedieron media hora antes el aperitivo que Mozz suele seleccionar previos a sus sets; esta vez ilustradas con imágenes (como un signo del cambio de los tiempos): Ramones con una de sus primeras actuaciones, Nico dando voz al inmortal I'm not Sayin, New York Dolls con Looking for a Kiss, Charles Aznabour, Vince Taylor, una primeriza Siouxsie y su “Make up to Break”, un jovencísimo Brian Eno , y extractos de Brigitte Bardot, James Baldwin, Dame Edith Sitwell, Neal Cassidy, y Lipsinka entre otros fetiches. Y por fin su aparición con la banda que le acompaña de costumbre desde el 2006 aprox: Boz Boorer, Jesse Tobias, los hermanos Walker, y el nuevo teclista Gustavo Manzur; quien han compuesto algunos de los temas de su último disco.
El arranque con un determinante y explícito “The Queen is Dead”, apoyado por dos lienzos donde iban apareciendo imágenes, en este caso con la Reina Isabel alzando el dedo corazón; fue como un exfoliante regreso al pasado. Le sucedió “The Bullfighter Dies” al grito de: “la vergüenza de España”. Quien gana bastantes enteros, con el vídeo no oficial ilustrado con la crueldad que se merece: Una de las canciones destacadas del disco, pese a que la letra podía haber dado algo más de si para estar a la altura de esos oportunos riffs que tanto nos recuerdan a The Smiths. Y ante la duda de averiguar si sería la setlist de Lisboa (centrado en la práctica totalidad a su último disco), o el de Madrid (más variado) la duda acabó por despejarse conforme avanzaba el evento; más de lo primero que de lo segundo.

Los mejores temas de su última entrega (por lo menos los que a mi más me gustan), se alternaron inteligentemente con un magistral “How on is Now” y una añorada “Certain People I Know”. La primera, una de esas piezas capaces de captar nuevos adeptos con la increíble vigencia que ha ido ganando con el paso de los años, además de que su interpretación en directo supera con creces a la de The Smiths. Y uno de los singles de Your Arsenal que con los años a acabado por disipar esas primeras críticas, cuando Mozz y su nueva banda Rockabilly encabezada por el exPolecats Boz Boorer y Alain White, dieron definitivamente la espalda al Pop postSmiths.
Una primera parte del sucinto concierto, donde se concentraron los mayores aciertos de su extraño último disco. Un disco que sobre las tablas y con un Morrissey en un estado de forma pletórico, se entiende bastante mejor o por lo menos se argumenta con más justicia. Canciones como “Kiss Me a Lot”, “Neal Cassidy Drops Dead” o su primer single “World Peace is none of your Business” donde se concentran sus mejore textos; sobretodo en la segunda que es de lejos la que más gana en directo. Donde se aprecia con mayor lucidez la incomparable manera de cantar Pop que tiene el Mancuniano y la excelente forma de madurar, pese a quien le pese la dirección que ha tomado su carrera. Mención aparte “Earth is the Lonelist Planet”, que la verdad es que fue de aquellos temas que demuestran que tanto arreglo y detalle con el que se han guarnido algunas de las canciones; por lo menos sobre el escenario. Se defienden con solvencia a los mandos de un multiplicado Gustavo Manzur, y se puede hasta descubrir cierta magia. Evidentemente lo más relevante y llamativo que se puede extraer de este repertorio nuevo en directo, es que la mayor parte del peso del temario recae sobre su voz; con un grado más alto de exigencia. Que los medios tiempos prevalecen sobre el Pop agitador de su anterior disco, que se puede dosificar mucho más y que su voz luce muy por encima de sus anteriores visitas al FIB.



Canciones esperadas e incansables por mucho que hallan sonado en sus directos, “I'm Throwing my arms around the Paris”. De esos singles que ya se preveían como incombustibles o “Trouble Loves Me”: Heredera de un Maladjusted/1997 que estuvo largos años olvidado en sus giras, y que vuelve a recuperarse para demostrar que no es ese flojo disco como Kill Uncle que muchos piensan.
Son este tipo de temas lo que hacen realmente interesantes las giras sin disco de estos últimos años. Esta no obstante hay que admitir que es de las más personales y reflexivas, desde que a finales de los 90 se lanzara de manera suicida a giras de 150 o 200 conciertos por año. Una de las más exigentes por la profundidad de su implicación en temas de actualidad, no en vano podría acudir con facilidad a un repertorio más popular y consensuado. Sin embargo para alegría de sus seguidores más fieles, y desgracia de los que lo conocen por sus cuatro canciones más famosas. Desde hace aproximadamente 4 años, viene cambiado y recuperando canciones que hacia 10 y 20 años que no tocaba. El caso por ejemplo de “Asleep”, esa canción que tantas críticas le valió por considerarla una nana que proclamaba el suicidio, o “To Give (The reason i Live)”. Una de tantas “reivindicanciones” en forma de cover firmada por Frankie Valli y que no está publicada. Que se podía haber ahorrado dicho sea de paso, porque mira que tiene de infinitamente más acertadas de: Buzzcocks, Magazine, Patti Smith, Raymonde, o The New York Dolls. Y ya no digamos si hacemos un agravio comparativo con el set más variadito que dio un día atrás en Madrid; con incluso dos canciones más.



De todas formas me alegro que me halla dado la oportunidad de cogerle más cariño a su último disco, aunque las hay que ni pintándolas de rosa. El tramo final por ejemplo hasta llegar al final con Asleep, con “Kick the Bride Down the Aisle” o “I'm not a Man”. Que por mucho que quieran emular a grandes baladas de su pasado, no les llegan ni a la suela. Tanto que ni con la archiexplotada “Speedway”, o la cruel exposición de “Meat is Murder” en las tan explícitas y macabras proyecciones, consiguió evitar la sensación de que el final podría haber sido más generoso.
Y mira que yo a los conciertos de este hombre voy con un escepticismo y un pasar de crearme expectativas de órdago. Pero hombre, que se yo... un “Staircase of the University”, un “Dissappointed” o un miserable “One Day Goodbay Will be Farewell” creo que nos lo merecíamos. Y entiendo pese a mi emoción, el enfado de algún sector del público: En Lisboa 19 temas, en Madrid 20 y aquí 18 con el esfuerzo que supone dejarse 56 eurazos.
Y que conste que pese a tenerlo en un altar y seguirlo desde hace casi 30 años. Soy de los que cree que para valorar a un artista, hay que saber criticarlo con criterio, y no estoy a mi edad para mitificar absolutamente nada.


Por suerte cerró con uno de esos antídotos con los que disipar cualquier duda, “Everyday like Sunday”. Una de aquellas canciones que cualquiera podría estar escuchando hasta el acabose. Demostró a los descreídos que pese a los rumores de mal estado de salud; que uno no acaba de creerse del todo. Está en un estado vocal y de interpretación increíble. Que sin lugar a dudas es la voz total que siempre fue, con toda la tergiversia que pueda arrojar su discografía. Y que la banda que lo acompaña hace sonar los viejos temas de The Smiths y los nuevos, como nunca lo habían hecho. Lo que hace una vez más nos podamos convencer que es uno de esos cantantes en vías de extinción.
El personal salió en un estado de flotación y satisfacción visible a todas luces. Y rematar la noche con el salto a la palestra como uno de los deseos más inalcanzables de uno de mis amigos de toda la vida, Luis “Le Nuit”. Le deja a uno la sensación de que la pasión de juventud no se ha de perder con la edad. Y que aunque resulte para la mayoría un amor desmedido que roza la histeria, yo, la entiendo... Vaya si la entiendo.

PD. Solo me queda lanzar una inevitable y morbosa pregunta al aire - ¿Se imaginan por un momento como podría sonar el estupendo (por fin) nuevo disco de Johnny Marr, con Morrissey al timón de las voces? Solo de pensarlo, como escarpias se me pone la piel...

Goodbye, and thank you...