miércoles, 30 de diciembre de 2015

MISS BESTIARIOS DEL 2015 2 de 4



30:EZTV_CALLING OUT


Esto de las corrientes nuevas como las oscilaciones del clima a ritmo de cumbia es fascinante. Años que dando patadas brotan un centenar de bandas calcadas, y otro que desaparecen por donde vinieron.
No me malinterpreten porque a mi tanto me da, la cuestión es no precipitarse, escoger con tino y sea lo que dios quiera. Nada es eterno, efímero para siempre o está del todo perdido. Pero así en tono jocoso. Me encanta la cantidad de propuestas poperas con tonos degradados... sí hombre, de esas que no se empeñan en remarcar estribillos, ondear riffs pegadizos y corear; hace unos años todos coreaban en grupo como celebrando una misa evangelista. Ahora también pero menos, este año esta más de moda flirtear con la pista de baile pero así, con el ceño fruncido, pareciendo interesante. Bien que hacen oigan.

Yo mientras, me conformo con el otro extremo, el rincón de pensar del raruno. El feo al que nadie saca a bailar ni le da conversación.
EZTV son un poco así, ni tienen coros, ni un mal single con el que engatusar a una veinteañera, ni siquiera un himno tarareable.
Su POP grande como el testamento que dejaron The Smiths en “The Hand That Rocks the cradle” o “Suffer little Children”; pop fondista para tenaces. Funciona con métricas trabajadas hasta el extremo, de guitarras que se tejen una con la otra sin estridencias ni protagonismos. De armonías que por momentos parecen como castillos de arena que se desmoronan. Pero que a base de escuchas, encuadres y concentración, se tornan en verdaderas hazañas musicales.
Sobretodo porque un debut de este talante tiene su miga. Segundo, porque no es que la historia se repita en cada canción. Es que cada una de ellas se sustenta como las torres humanas.
Te romperás el cráneo buscando el motivo por el que volver a escuchar el disco, y no solo no lo encontraras, sino que acabarás dentro de la madeja. Un disco que vale muchas escuchas y que resalta por sus carencias.



29:BOBBY LONG_ODE TO THINKING

Cuatro años desde su “A winter Tale” del 2011. Año en el que me lo descubrió el amigo Joaquím, y con él a Amos Lee. Mi constancia sobre sendas discografías es intermitente, pero siempre los tengo presentes, y cuando recurro a ellos jamás fallan. Haciendo eso que hacen muchos, marcando el hecho diferencial entre estilos trillados y constantes enriqueciéndolo año tras año. Ahí esta la diferencia entre lo vulgar y lo único: honestidad, sinceridad, y sentimientos que emanan como esporas.
Entre el margen de maniobra que da el Folk acústico que practica desde hace seis años este mancuniano de Wigan, hay pocas variantes. Pero cada vez es más evidente su gusto por la Americana de raíz, que de sus mecenas más cercanos: Bert Jansch o Kevin Coyne.

Su definitivo salto a la yanki Compass Records, es un cambio significativo en su carrera. Por lo menos en esa progresión desde aquel disco que escuché; bastante más personal y recargolado. En Ode To Thinking esta mucho más presente su actual situación. Posiblemente demasiado pulido en resultado final y más cargado de la emotividad Country que se le da allí.
En cualquier caso, un disco mucho más luminoso y que entra por la vía rápida. Pero que no tiene porqué avergonzarse de esa progresión “más accesible”. Entrecomillada porque no es cuestión de que los temas suenen más populares; siendo igual de grandes y además con gran sentido de colección, de álbum:
Más arreglos de guitarra y en las mezclas. Preservando el tono acústico pero más dinámicos y seguramente, el trabajo que lo puede lanzar por fin a un estatus de más popularidad.


28:TWERPS_RANGE ANXIETY

Cuatro año ya desde su primera incursión en estas tontas listas y míralos ya, si parecen unos hombres. Quedaron atrás los esbozos de canción, palpitantes y medio provisionales. Relucían como enanas entre tantos buenos discos; joder si lo fue aquel 2011.
Siempre tengo la sensación de dejar atrás momentos infinitamente mejores a los presentes. Y será que se necesita calma y tiempo para masticar, deglutir y saborear. Con TWERPS no suele pasar, incluso en el transcurso de todo este tiempo hay algo que sí han mejorado asombrosamente: la instantaneidad.

Sus canciones que vuelven sobre los pasos de la por descubrir, historia musical australiana. Y lo hacen, porque es toda una injusticia no saber antes que de Go Betweens, de The Clean, The Bats o del sonido Dunedin.
Territorios que se vuelven ahora otra vez a explorar, aunque solo sea porque la cultura musical o fuente seca de britanismos, lo precisa.
Pop que se canta como cuentos y pequeñas historias de la barriada. Tristes o alegres, con la misma métrica trotona de charranca y churromiamanga. El Pop de Twerps a conseguido a lo de estos años, sonar preciso, reluciente, infalible y hasta quirúrgicos, pero con hilo de trama grueso.

Es ese mismo Lofi de sus principios, pero aquí esta cada nota está en su sitio. Dando de Velvets en “Shoulders”, villancicos cumbayás. O poniéndole una capillita a Grant McLennan, en la calle más oscura y angosta de esta sobreiluminada city. “Fern Murderers”, “Empty Roads”, “Back to You” son suficientes los motivos para hincarle el diente.


27:UNLIKELY FRIENDS_SOLID GOLD CAWBOYS

La ilusión de disfrutar de las cosas como un niño de ocho años, es la misma que verte en la feria del pueblo ante el puesto de las fichas.
Suenan los primeros compases de “Ride Off the Sunset” y te ves ahí: cabalgando a lomos de atracciones giratorias. SOLID GOLD COWBOYS tiene ese mismo enfermizo efecto de retrotraerse hacia al pasado infantil que todos llevamos dentro, y nos poseyó una noche cualquiera de compostura. Perdimos los papeles, la novia y el trabajo. Pero da igual “Soft Reputation” hace gala con orgullo de las desgracias propias y ajenas. SOLID GOLD COWBOYS en manos de este cuarteto de Seattle es un canto a la felicidad absoluta, al “da lo mismo” y al PowerPop luminiscente. Singles como “Satellite Station” podrían cantarse en el lecho de muerte o en una sala de partos. Un cruce entre los Weezer adolescentes y los REM de It's The End Of The World o de Radio Free Europe.


26:RINGO DEATHSTARR_PURE MOOD Vs. TINY FINGERS_THE FALL

Una de dos, o me llevo a esa mujer, o nos organizamos si puede ser” como diría Luis E. Aute. Es lo que tiene lo bueno, el saber que no hay que dejar comida en el plato y el romper con los protocolos. Lo mismo que el alegrón de recibir de nuevo en los brazos a RINGO DEATHSTARR.
Hace cuatro años me emperré con ellos igual que con Yuck; cosas del shoegaze noiseado, que me puede. Se decía por entonces que era en quincuagésimo bluff de la escena indie, que si más de lo mismo, que si Bloody Valentine sí pero sus cachorros no, en fin. La historia que se repite una y otra vez.

Yo que no soy muy de seguir como penitente, discografías completas; ni las de mis parientes. No es que salte de año por asco, inconstancia o culillo inquieto; si no que me aburro. Pero escuchar “Heavy Metal Suicide” y oigan, hasta el número de cuenta les doy.
Su sonido más estructurado y menos previsible, no machacan quizás tanto en esas disonancias sonoras medio desafinadas a lo Bloody. Que está muy bien sí, ¿pero todo el día sopa?.

Pure Mood ataca con rabia las guitarras con músculo rítmico. Se van a lo práctico como lo hacía aquel Automatic del 89, solo que lo hacen sin renunciar a sus orígenes Americanos muy Smashingqueros (como pisoteo el diccionario oyes). Pure Mood tiene mucho gancho, y lo hace al rebufo y con nocturnidad como no queriendo y sí.
Justo en el momento que toca. Se agradece recibir con los brazos chicos un trabajo como este y en este justo momento; muy disfrutable si señor.


No por eso íbamos a darles la patada a TINY FINGERS. Un experimento sonoro instrumental, deudor de Mogway, Appliance, Jean Michel Jarre y lo progresivo llevado al terreno del krautrock cósmico.
Un trabajo que se engancha a la chepa sin piedad. Usa armas atípicas, porque hay que tenerlos muy bien puestos al hacer un disco 100% instrumental. Y conseguir que en el aire flote un tufo hit, sin serlo. Disco que se valora en toda su medida, desde la primera a la última; como un pequeño viaje por la vía láctea. Cuanto más lo escucho, más me pesa no haber tenido el arrojo de subirlo a lo más alto. Esa filosofía transgresora de atreverse con lo que no toca, como lo eran Tycho: Medusas en forma de canción que evolucionan, se enredan y juegan con las luces y lo siniestro. Psicodelia ambiental que se mezcla con jazz, con electrónica, y también incluso con un Drum & Bass monolítico y conceptual.
Cuando uno se entera además, de que está hecho en Israel, la sorpresa y la intriga se magnifica.


25:MC MCCAUGHAN_NON BELIEVERS

Debía estar y lo sabíamos. Por más que nos pesen las cajas de ritmos y los sintetizadores, tirando de la guitarra más Pop del exSuperchunk. NON BELIEVERS es una huida frontal y salvadora de parte de la esencia de la banda de North Carolina. Como un desarraigo con el pasado, regeneradora y con puesta a cero.
Si os fijáis, las canciones no han cambiado demasiado respecto a los últimos discos de la banda. Sí lo ha hecho el concepto a la hora de componer con lo elemental, enfatizar la melodía y dotar de una apariencia de Pop Lofi de laboratorio, su repertorio.
Por encima de la estética soleada e inocente de las canciones, brilla un tono que eso sí, se aleja del punk rock urgente. Y nos da una cara más dulce, juvenil, menos atada a su trayectoria. Por encima relumbra un álbum inmediato, directo que se deja acompañar en los directos por una banda adolescente que cautiva por su sencillez. Las canciones así lo piden. Y en ocasiones recuerdan al Magesty Shrending/2010 aunque el verdadero logro de este disco, sea sintetizar la esencia que quizás se perdió por el camino.
Come Upstairs” sobre escenario suena soberbia. Su despegue con “Your Hologram” sublime, de lo mejor del disco. Se le acaba cogiendo cariño porque las canciones se sienten desde el desnudo matinal, el de las arrugas al pasar la esponja. Tanto, que en ocasiones hasta se puede vislumbrar tras el vaho, la sonrisa maliciosa del Robert Smith de Fire en Cairo, o ese beso perfecto de los New Order. Entre lo salvaje, rabioso y romántico; tan fácil como sentarse a escribir canciones para tu querida.


24:DOMINIQUE A_ELÉOR

A Dominique A me une algo mucho más íntimo que la mera empatía músico/oyente. Lo vi por primera vez muy joven, todavía sin formar, tímido con miedo a meter la pata. Fue en el verano del 95 en la Plaça del Rei, en el BAM. Desde entonces me ha acompañado, casi siempre; por lo que me inspira su música.
En momentos descorazonados. Cuando iba a morir mi padre no podía parar de escuchar una y otra vez Auguri/2002. O cuando la nostalgia me ataca por la retaguardia.
Nunca me cansaré de racalcar lo injusta que me parece su mención en los círculos críticos, más por respeto que por admiración.
Y sobretodo me extraña lo desapercibido que ha pasado este trabajo; el mejor de cuantos tiene. Si nos atenemos a lo natural de sus arreglos, letras y la apariencia de sus canciones.

Canciones que nos hablan de amor y son tratadas musicalmente como tal. De viajes inciertos y lugares con personajes familiares, tempos literarios que van más allá del significado de una melodía; para canturrear o para mecerse.
Como gran parte de su carrera, en sus canciones no hay exigencia tal por dejarse oír. Nos canta como lo haría Aute, B. Callahan o Nick Drake; con franqueza. La fiereza de Vers Les Lueurs ha quedado atrás, y ahora son las cuerdas como brisas que acompañan, las que guarnen los 12 cortes que completan Éleor. Un disco que aprende a amarse desde el horizonte, desde la paz que da el dolor de amores y una especie de nudo que se aprieta a cada corte. Porque cada canción lleva impresa una astilla en alguna parte de nuestro recuerdo. Pocos discos este año con tanta desnudez y sinceridad.

23:HATCHAM SOCIAL_THE BIRTHDAY OF THE WORLD

Confieso padre, que muchas esperanzas vanas me han hecho desconfiado, poco constante. La presbicia que cada vez va en aumento, me hace ver las cosas de lejos. Parafraseos que nos recuerdan de un pescozón lo glorioso del pasado, agarrarnos a la conga de jalisco para no perder el hilo de la actualidad y el contar batallitas: - Te acuerdas de....?
Con Hatcham Social esto no me sucede. Y no crean que a veces no me he parado a pensar si mi devoción se debe a eso de acoger lo que otros desprecian. Más por cabezón que por criterio sensato o para no morir del asco como el señor Scrooge. Pero definitivamente, he de admitir que son en actualidad la única banda que me sorprende en cada entrega. Nunca previsibles ni atados a las exigencias del guión que marcan las modas. Son como el salmón que va contra corriente y que hace justo lo que jamás creerías que debe hacer; como el pez elefante.

Huyeron despavoridos en cuanto la etiqueta del Postpunk los cercó en su debut “You Dig the Tunnel, I'll Hide the Soil/2009”. Han pasado en siete años por cinco sellos. Los apadrinó Tim Burgess y no se ataron en absoluto a sus bendiciones. Siete años después y tras un disco grabado a pelo y sin filtros que hicieran bonito con el respetable. Se marcan un álbum que los acerca a esa idea de hacer justo lo creen que deben hacer; como el vilipendiado e inmortal This is Hardcore de PULP.
De echo comparten muchas cosas en común en lo que respecta a la amargura de sus melodías. De esa forma real, cruel y gris de ver la Inglaterra que les rodea. Desconcertantes y brillantes como los Monochrome Set más lúcidos. Y buscadores incansables de nuevas texturas como lo más granado de la New Wave. Un disco que nace desde la desconfianza, tiñe de grises sus escuchas, y crece de manera arrebatadora cuando uno se sumerge en su particular universo de ecos, rincones y pasajes secretos. Su mejor disco desde “About Girls/2012


22:PINKSHINYULTRABLAST_EVERYTHING ELSE MATTERS

Deberías saber que el Shoegaze no está muerto. Lo enterraron hace dos años por imposición más que por prescripción; como a mediados de los 90. Pero florece disfrazado en ocasiones de Pop, de reverberación o de Psicodelia; para que veáis la chuminada que son las etiquetas. Deberíamos estar ya por encima de eso, con tanta cultura, posibilidades investigadoras y mestizos como somos. Pero la vida es así, te conocen en el pueblo como el hijo de la meona, más que como Pedrito Sugrañes.
Seis años han tenido que pasar desde su debut con el Ep “Happy Songs for Happy Zombies”. Más que suficiente para por fin certificar que el tiempo, casi siempre, es el mejor elemento para trabajar melodías. Que por encima del ingente de bandas que machacan una y otra vez sobre un punto muy limitado de un estilo, o que se centran en agotarlo. Hay maneras diferentes de tejer enjambres de avispas zumbadoras y chinches suicidas: Basicamente consiguiendo que cada canción tenga una vida, y la de todas sea un disco para degustar como una pequeña excursión. Todo lo demás es hacer gala de conceptualidades para no moverse y girar en círculos.
Aquel ep pasaba del pop, al hardrock y dreampop más caústico de un plumazo. Lo hacía sin apenas inmutarse, porque sus canciones ya eran como un muro sónico; igual que las construcciones soviéticas. Tenían esa parte muy pop tras esa especie de bruma stalker ligeramente abrasiva, pero siempre resurgía esa sensación general tan popera.

En “Everything Else Matters” han conseguido poner el deampop en el escalón más alto. Momentos ceremoniales que nos trasladan a Berlin “Wish We Were”. Y que de repente estallan en un pop que bebe tanto del postrock, como de la pista de baile menos ortodoxa “Metamorphosis” o “Holy Forest”.
Concretan mejor aquello que intentaron Lush hace años, cuando intentaban equilibrar noise y pop; “Glitter” o “Lands End”. O desencallar el shoegaze de Pale Saints en su disco póstumo, sin perder el carácter fuerte de sus composiciones, “Umi”. Todo ello lo hacen manteniendo su condición de banda que bebe mucho del lado más oscuro del dreampop: Mahogany, State of Grace, Asobi Seksu, Depreciation Guild, ... y tantas tantas bandas que me descubrió la desaparecida revista Losing Today.


21:SHINIES_NOTHING LIKE SOMETHING HAPPENS ANYWHERE

Tan cerca pero tan lejos. Esta pequeña banda de Manchester puede, si uno solo se fija en el envoltorio, bastante que ver en idea, conceptos y fórmula con los Rusos de Pinkshinyultrablast. Los único que le une, es que tanto unos como otros han sabido dos discazos de entre la saturación que ofrece el mercado.
Un inconveniente, es cierto. Su fórmula se ha repetido hasta la saciedad, seguramente no pasarán a la historia y lo que es más, no se coscará ni el tato. Esto que digo ya hace mucho que pasa, con el pop de guitarras como con todo lo que huele a 90's. Pero al margen de ese hartazgo por tener que elegir e incluso analizar la complejidad de la música, el público en general tira por lo fácil; lo entiendo. Vivimos en una sociedad donde prima el concepto Lego en todo lo que consumimos a diario: Fácil, sin esfuerzos, cómodo y bonito y....yastá.

Si tuviera que vender a SHINIES lo haría diciendo de primeras, que pocas bandas se complican tan poco la vida y son tan disfrutables. Esa idea que practicaron los mejores RIDE, cuando fundieron el Pop, lo oscuro, y el noise y lo pusieron al servicio de su inspiración.

Nothing Like Something Happens Anywhere es un estupendo disco de debut. Tanto, que no tiene nada que envidiar a bandas que nos han vendido como santos griales. No los culpo no, solo que todo es bastante más sencillo. No creo en las campañas mediáticas; más dañinas que útiles.
Shinies practican un Pop harmonioso que se rige por algunos mandamientos del Shoegaze. Pero básicamente prima el POP con mayúsculas, flotante, medio sinfónico y en equilibrio con lo rudo y adornado. Transmiten la melancolía de años básicos y aventureros, cuando nos hacíamos a base de explorar y soñar. Como se dice de los vinos: Con volumen, estructurado y con final largo.

domingo, 27 de diciembre de 2015

MISS...BESTIARIOS DEL 2015_ 1de 4




Pasaré olímpicamente, vuelo rasante y pértiga al ristre de prefacios navideños (etc. etc. etc.). Más que nada, porque poco sentido tendría azuzar los fastos navideños; con luna llena incluida. Si para cuando lo publique, igual o son Santos Inocentes, o estaremos durmiendo la mona sobre un campanario.
Si amigos sí, este año voy con más retraso de lo normal. Y he pasado del obsesivo y marcial 2014: o publicaba más entradas que el año anterior o se me disparaban las arritmias. A aplazar las cosas -sean las que sean- por el simple capricho de no cumplir los trámites. Vamos una especie de rebelión/amotinamiento con las obligaciones, deberes y demás: paqué.

Eso sí, aunque las listas de lo mejor de cada año, cada día sean más previsibles, esclavas de lo formal, y complacientes con lo establecido; lo que se lleva. Aquí un menda -erre que erre- hará ese ejercicio mental que le recetó el médico: Eso de engrasar los mecanismos de la memoria, y someterse a examen. - Será esto lo mejor de este 2015??
Quien sabe. Si no lo es, que seguro que no. Por lo menos una pequeña guía para navegantes despistados, o un cardiograma de un momento poco concreto de nuestra vida. Los gustos cambian y se moldean como cada arruga, cana o manía; ¿que no es lindo acaso?


40. SHARON VAN ETTEN - I DON'T WANT TO LET YOU DOWN vs. GOLD CELESTE – THE GLOW

Tan injusto como separar listas por estilos, nacionalidades o colores. Lo es relegar el formato EP. a otro que no sea el mismo de un larga duración: por menos canciones que tenga, y un hilo conductor mucho más definido que el de un Lp. Por eso, y no es la primera vez, me parecería un agravio no contar con esta hermosura que se publicó a principios de año.
Sharon Van Etten por versatilidad vocal e inagotable talento, esta dada a hacer cosas grandes; si no al tiempo. “I Don't want to let you Down” es solo un ejemplo: Cinco cortes incluida toma inédita en directo, que no baja del notable alto. Algunas muy por encima de su laureado anterior disco. Seguramente las cinco canciones que más he escuchado con diferencia y del tirón, este año.

Para igualar condiciones. Un disco como el “The Glow”, de los Noruegos GOLD CELESTE; que iba a quedar fuera hasta el pitido final. Creo que merece estar ahí por mucho que nos remita a aquel “Innerspeaker” del 2010.
Tame Impala no, y dirán ¿rencor? Pues no. Porque si lo último de los Australianos me parece una frivolidad con aires de trascendencia grandilocuente infundada. La sencillez e inocencia de este trío de Oslo, la aprecio seguramente más, por aquello que tenían los Tame Impala y ahora no: Ese arte de hacer algo que ya se hizo mil veces antes, y conseguir que suene fresco, fiel y mantenernos atentos de principio a fin.

Seguramente su Pop flotante y colorido sea como balas de fogueo; incomparable. La fragilidad y ñoñería vocal algo cargante. E incluso la búsqueda de un superhit como el “Let It Happen” inútil.
Pero su disco entre la timidez y lo bucólico, con pies, cabeza y brazos. Adoro a aquella gente que se atreve a emular sin miedo a fracasar, y a los que no les importa correr el riesgo de ser comparados. Al final lo que mandan son las canciones; buenas, con sentido y sin tanto empeño por justificar lo espiritual.




39. THE DEARS_TIMES INFINITY VOLUME ONE

Cuatro años desde aquel masacrado “Degeneration Street”. Ese año los medios “especializados”; la troika de la escena indie. Decidieron por unanimidad que la banda de Montreal había tocado fondo.
Y a mi que me parece uno de sus mejores trabajos... este año ni siquiera han sido reseñados.

Con esto solo quiero decir que la vara que mide aquello que está vigente y no, los flujos comerciales... no es que sea injusta, sino que es cruel y despiadada. En 2003 debutaban con “No Cities Left”: Un disco que me cautivó por aquel dramatismo de cámara tan a lo Divine Comedy o Perry Blake. Y desde entonces, el grupo de Murray Lightburn y Natalia Yanchackhan ha cambiado mucho, es cierto. De ese primer pop de orfebrería victoriana hasta el presente, quizás por su postura poco definida; si es que de lo que se trata, es de estar del lado del diablo o el de su santidad. Han quedado relegados a eso que posiblemente escuchamos los marginales, digo yo.

La publicación a mediados de este año de Times Infinity, ya me parecía que iba a pasar sin pena ni gloria. Y es que bueno, tampoco lo han puesto fácil: si se hubiesen vendido a los sonidos de natillas de ahora, pues a lo mejor.
Así que bueno, puede que yo no sea el más adecuado o imparcial. Pero debo decir que Times Infinity me sigue pareciendo un álbum grande. No es cómodo ni aquello que la mayoría de gente pide ahora; lo era Degeneration Street y mira como les fue. Aquí están a medio camino de su vertiente más Pop, y de la más rockera y despechada; eso sí, sin las guitarras ya de Patrick Krief; mucho más sibilino y estilizado. “To hold and have” sigue siendo esa joya afrancesada que recuerda a su magnífico No Cities Left del 2003, igual que su dueto pimpinelesco en “You can't Get Born Again”.
Pero tal y como augura su título, el tiempo es infinito. No tener que rendir cuentas a un público determinado, hace que sus discos me suenen tan difusos como desencorsetados. Ni pretenden ni fuerzan la máquina, todo fluye: Sus dubitativos arreglos, su lírica regateadora, y un Pop rocoso por el que trepar sin miedo a conocerse a tientas el camino. Siempre hay momentos para descubrir nuevos huecos en la roca: “Face of Horrors”, “We Lost Everything” o la desgarradora “Hell Hath Frozen in your Eyes”. 


    38. CALVIN LOVE_SUPER FUTURE

Hay discos que buscan por todos los medios trascender. Que intentan capturar y envasar una parte muy concreta de la música (casi siempre del pasado con cierto envoltorio actual). Si buscamos al azar tantos que han intentado emular ese equilibrio entre lo sintético y bailable de Gary Numan o John Foxx; pocos los que mantienen el equilibrio sobre la ola perfecta.
Calvin Love tiene ese don casi inapreciable de mantener el equilibrio sin abusar del megatemazo. De echo en Super Future no los hay. No tiene ese gancho inmediato que te atrae como los agujeros negros a la perdición. Y sin embargo este Canadiense es capaz de rezumar estilo por los cuatro costados (David Bowie, Brian Ferry, David Byrne). Condensar entre bases pregrabadas, sintetizadores y guitarras contorsionistas, casi toda la esencia de una época donde la melodía no era esclava de estéticas. Pop sintetizado que explota como rock funcional y práctico, sin tener que rendir cuentas a la obviedad. En su música todo suena como una sensación placentera de viajar a pequeños extractos de épocas pasadas, sin tener que justificarse necesariamente.
Un disco magnético que sin saber porqué, te arrastra sin llegar a explicarte donde reside su magia.

37. CAR SEAT HEADREST_TEEN OF STYLE

Teen of Style es más o menos el primer disco o puñado de bocetos hecho canción. Ordenado, confeccionado y grabado con una intención más o menos clara: hacer daño.
Con 20 escasos años, Willy Toledo, o la reencarnación de Christopher Mintz-Plasse en supersalidos; no, je, no es quien piensan en el exilio. Ha grabado un montón de canciones, de echo, creo que ha grabado igual que pasara con los Guided By Voices. Todos y cada uno de los bocetos, borradores u ocurrencias que se le pasaran por la cabeza. De manera casera, autodidacta o a cara de perro.

Aquí se ha juntado con dos socios y por fin la cosa parece coger forma. Y luego, lo que ocurre cuando hay talento y poco que perder: El único disco de este año, enchufado, escuchado y sintetizado como las drogas letales del altiplano. Una especie de Pop trotón, surfero y desesperado, parecido al alarido de la madre selva. Puro instinto que resurge de manera brillante y pegajosa, por debajo de una maraña de guitarras, ecos sucios, desvaríos varios. Y que entre algún que otro despiste, reluce sobretodo en una chispa inequívoca de talento natural.
Solo hay que coger distancia y dejar que como los cuadros impresionistas, suenen: “The Drum”, “Something Soon” o “Times to Die”; por poner un ejemplo. A distancia prudencial, con espacio por donde expandirse. Las canciones de este trío de Seattle no son para pegar la oreja y despiezar, son más bien como la válvula de presión que se abre y silva con frenesí. Se les puede achacar el servir la carne casi cruda, el cocinar con lo que pillan, a deshoras y como les cuadra. Pero sus canciones suenan terriblemente puras, libres y sin presión alguna que les condicione.


36. CARLOS FORSTER_DISASTERS


Tras el torbellino la calma. Cada año hay un disco para hundirte en el fondo del colchón y aparecer en el piso de abajo: De noche, en silencio y a oscuras. Otros años fueron I AM DIVE, este por estadística y probabilidad debería haber sido el turno de LOW. Pero así como tantos de manera curiosa, los han agasajado y venerado. A mi, vete tu a saber porqué, me han dejado un poco k.o. Oye, que igual los he oído poco y en mal momento.
La cosa es así, y tampoco voy a pedirle cuentas ahora al cielo. Disasters sin embargo me viene acompañando casi todo este año. Un disco que he tenido tiempo de madurar, asimilar y sentir como una constante natural.

Las canciones de ex líder de FOR STARS y socio de M WARD y SHE & HIM, han vuelto cuatro años después igual que lo hicieron con “Family Trees”: descalzas y de puntillas.
Impulsos sonoros que se adhieren al rumor mundano del día a día. Que remontan hasta las montañas para alimentarse de la brisa, el crepitar de las ramas, y del grito apagado de la naturaleza. A medio camino entre Sigur Ros y Bedhead. Acompañado por exBeluah, el malogrado Tim Mooney (American Nusic Club) y algún colega de M Ward. Disasters/Acuarela esparce por ocho canciones y dos curiosas versiones de The Wire y Flaming Lips. Todo un repertorio de texturas que penden con ligereza sobre un tendedero casi al capricho del vendaval: Slowfolk, paisajes fílmicos, ambient espacial, ectoplasmas. Que entre el remanso de paz y armonía, o el suspense que a veces se asoma por las rendijas. Atrapa de forma hipnótica, mántrica y casi etérea; todo un misterio por resolver.


35.ALONDRA BENTLEY_RESOLUTIONS

Benditos discos salvadores, aquellos indefendibles por un argumento tan claro y definido como aturdidor. Y por los que claudicas sin forcejeo alguno. Ante la refulgencia seductora de una voz que ahí, como un estoque en el corazón, te enamora con ceguera.
La Británico/española Alondra, residente en la candelaria Murciana. La misma que dotó a Cherry y a otros como Josh Rouse. De esa templanza con la que traducir el horizonte mediterráneo, en melodías paisajísticas. Tiene ese don natural de convertir lo que seguramente y a simple vista, parecería algo tan neutro y pulcro, como inofensivo. En puro preciosismo hermafrodita.

Ni será el Pop electrónico el que la recluya, ni sus orígenes de cantautora, ni tampoco esa primera impresión de música mainstream tan pulida que peligra en desdibujarse. Sobretodo cuando uno averigua que es el señor Matthew E. White, el que anda detrás de este orgánico tinglado. Ya era un hecho el prolífico talento de esta chica. Pero pocos como el de Virginia para darle el sentido exacto, al íntimo temario de Alondra Bentley.
Diez cortes que remontan alto sin apenas sobresaltos: todo cuadra, encaja y fluye con el preciosismo exacto que merecen. Para hacer de este Resolutions, uno de los trabajos más puros y seductores de este final de año.
La sutileza con la que se ha tratado lo acústico y sintético es tal, que son capaces de hacer de su escucha un estado de ánimo, incluso de inventar lugares perfectos. Y si no fuese porque ha llegado con la mesa ya puesta, a buen seguro se coronaría como uno de los discos más redondos del año.
Crece con las escuchas. Primero destacan “What we you Dream”, “Remedy” o “Mid September”. Después es todo el álbum el que te conquista por la grandeza de su compostura, de su fragilidad y de su maravillosa dulzura.

34. MAD ROBOT_ KILL LIST

Mad Robot son la puñalada trapera a la conciencia destructiva de las modas. Su Pop de guitarras impulsivas y directas, es como el grito ahogado de aquellos que perdieron la mano de las modas.
Las guitarras volverán a reinar, aunque solo sea para que el “indie” caprichoso e inmovilista no vaya a la deriva. Ni porque se hable de los 90 de mala gana, en ese afán de parecer pioneros en tierra de castas. Ni siquiera porque por suerte, la música avanza a mejor velocidad de crucero por las corrientes freáticas, que por la superficie.

Con poco o nada que perder, han parido un disco duro, afilado, visceral e inteligente en textos. Que aun siendo en inglés. Pocas luces se necesitan para cabalgar a lomos de su lírica activista deudora y reivindicativa de The Thermals, Pixies o de Dinosaur Jr.
Ese momento brillante y explosivo en el que Pop, Noise y Rock pétreo se configuran para sacudir conciencias acomodadas. Y claro, la mejor medicina para no caer en la mediocridad de lo estandar, clasista o figurante. Dañino como pocos.


33. HORSEBEACH_II



El penúltimo salto desde los suburbios de la postindustrial Manchester; criadero de bandas por tradición y genética. Nos llega con tal discreción y timidez, que vale la pena detenerse y rastrear el ingente de bandas que opera en la segunda división Británica. Aunque solo sea para descubrir que el Pop sigue reluciendo igual que antaño.
Aztec Camera, Prefab Sprout, Blue Nile afectados por un manto de Dreampop reverberado, podrían ser un buen punto de partida. Aunque la verdad, es fácil perderse entre tanta y recurrente comparativa. Sobretodo, ahora que mucho de lo que se escucha, se queda a veces, en muchas intenciones y poca actitud.

Horsebeach no han inventado el secreto del sofrito, desde luego. Pero uno que vive de por vida infectado por este Pop vaporoso y blandito, necesita su dosis anual; que se le va a hacer.
Con todos los respetos, poco tienen que envidiarle a Beach House o a War on Drugs (alguno me colgará por esto). Solo que a mi lo menor, me pone más que lo ambicioso. Pop sin disfraces, tan simple y efectivo como el que se facturaba en Sarah, Creation o en el tan sobado C-86. Y que hace las mil maravillas con dos guitarras tan bien cosidas, como todo el temario que abarca este disco de debut. Hacerlo fácil, bonito y trabajado tiene más mérito. Sobretodo cuando viene de sellos sin pedigrí como el mancuniano Piccadilly Records.



32. TORUL_THE MEASURE



No me cansaré de clamar a los cuatro vientos. El pódium que por ley les pertenece a esta banda Eslovenos, como mejor disco de TecnoPop de la presente campaña; el mío por lo menos.
Sí, me da lo mismo que suene mejor synthpop o... pop electrónico. Para mi todo lo que concierne al Pop electrónico y oscurillo de los 80 será TecnoPop; y punto. Depeche Mode, Soft Cell, Escape with Romeo o Anne Clark. Todos forman parte de la misma familia apestada de la escena de baile oscurilla. Y claro, como apestados que nos consideramos los que venimos de esa época. A mi en lo personal, me importa un bledo el coqueteo que se tiene ahora con lo sintetizado, y las pestes que se echan de ciertas épocas y movidas de la música; me la bufa. Me urge decir que odio la facilidad con la que se entierra mucha música, poniendo por encima de la calidad de los discos, estilos que la gente entiende por caducos. Esa actitud de avanzar sin mirar atrás nos empobrece musicalmente, y es una pena.

De Torul me encanta esa forma tan cuché, estilizada y elegante de presentar el Pop. Sin abusar de los tópicos góticos, también homenajean con juegos vocales a bandas más rockeras. Pese a tener ya cuatro discos a sus espaldas y no ser este su máximo exponente discográfico. Si que es una buena oportunidad de comprobar la buena salud de la que goza el electropop centroeuropeo.
Se incluye “All”, un temazo del pasado año remezclado hasta la saciedad. Pero brillan sobre todo el repertorio “The Balance” y “Difficult to Kill”, sin dejar de lado su origen más electro e industrial. Un disco que te lleva al lado más oscuro, por los pasillos más bonitos, inofensivos y endulzados.



31. METZ_METZ II



Metz son la cura contra cualquier tipo de postureo, ese que gusta de lo sucio pero solo a ratos y con consentimiento. El agua del Carmen curadora de mareos, sofocos y lipotimias. Justo con el mismo microbio que te los produce; como las vacunas pero en forma de estertor convulso y automático.
El segundo disco de estos Canadienses dicho aquí y ahora, tiene lo necesario para no caer en aporreo machacante y sin destino. El suyo es claro; la frenopatía. En sus guitarras que como locomotoras saltan las traviesas de las vías. Se funde el noise, el hardcore, y un eslabón perdido que bien podría emparentarse tanto la EBM, como a la industria del metal pesado.

Temas como el single “The Swimmer”, “I.O.U” o “Acetate” son solo un pequeño pretexto para adentrarse en sus laberínticos pasajes de demencia. Necesaria, eso sí. El humano, como cualquier bicho viviente, necesita su dosis de crueldad y castigo autoinflingido; no íbamos a estar todo el santo día pastando por los prados en bolas picadas y coronados con margaritas. También hay que sentir el dolor, la suciedad y lo oscuro, como la noche que nos traga y nos da de comer. El noise además, para quien crea que solo es un síntoma de la destrucción, el desconsuelo y el odio, también tiene su corazoncito. Sólo, que su forma de mostrarte su amor y misericordia, es a base de subirnos el pulso; como una buena esnifada de popper.
Veis? Esto sale mucho más barato y es menos perjudicial para la salud; salvo el elevado volumen a que hay que escucharlo. Lo demás es lo que os decía: - postureo, de ese que gusta de lo sucio pero solo a ratos y con consentimiento

domingo, 13 de diciembre de 2015

THE GODFATHERS en el ROCKSOUND de Barcelona O: EL ATAQUE A LA TRIPA HERNIADA_07/12/2105





Treinta años ya al recotín, de trocotó y tracatá. Tres decenios que nos han visto pasar de emocionables impúberes, a jóvenes trascendentales y ahora. De vuelta de nuevo en un efecto involucionante digno de una madurez hambrienta de conmemoraciones. Los hermanos Coyne & Co. (The Godfathers) me han dado esa otra oportunidad, siete meses después de su primer ágape primaveral.
Tiempos de rascar con saña en la herrumbre de nuestra memoria juvenil residual. Y de agarrarse de las crines y al galope, a cualquier oportunidad de revivir tiempos gloriosos; mal que pese a quienes se empeñan en enterrarlos en lo más hondo.




Allí por el ochenta y picos, mucho antes de que la afección “indie” se acuñase para dar cobijo a ovejas descarriadas. Y cuando entre el término más pretoriano del Rock y la a menudo pedante New Wave. Quedaban minúsculos e indefinibles espacios donde se agolpaba el verdor floreciente del extraradio: Limbos perdidos a mil, donde rock urbano, punk y barruntes del futuro, dieron caldos de cultivo inverosímiles.
Esos mismos que te hacían amar por igual The Smiths, Echo & the Bunnymen o a los Joy Division. Sin perder tus orígenes primarios de The Clash, The Cult, Killing Joke o estos mismos Godfathers; nexo comunicatívo entre el GarajePunk primario, y el destello plateado del postpunk más bailable. Seguramente también bastante más desprejuiciado, y mucho menos remilgado y caprichoso que el cabareteo de hoy en día. Donde el trazo grueso de una tiza delimita lo moderno, de lo pasado de moda.

Los Godfathers pertenecen a ese tiempo, pero además, ahora que se han recuperado ciertos sonidos más subterráneos. No estaría de más darnos una cura de humildad y descender al pozo, para entender porque aquí y ahora. Ya no por ser un simple ejercicio de nostalgia calzarse aquellas viejas botas Chelsea Marteen's, y la vieja camisa remendada. Sino porque avanzar sin dejar de echar la mirada atrás por si rezagados y desmemoriados, no solo es necesario; también vital.
Así pues regresar a ese RockSound que allende nos dio tantas noches de gloria. Y hacerlo con los tuyos, y otros que vinieron antes. Era poco más o menos, como invocar a una especie extinguida de las catacumbas, mortuorios y criptas soterradas. Allí como llamados por el grito de tu madre a la hora de merendar, nos juntamos casi todos. Por algo The Godfathers tuvieron la virtud de hermanar distintas generaciones, de distintos pelajes y conseguir que todos bailaran sin miedo a parecer lo que no se quiere ser.

REPORTERA DICHARACHERA MIRIAM

Un enjuto Peter Coyne con cara de estar peleado con medio mundo y dispuesto a regañarte por tanto tiempo -para variar-. Subió al entarimado del RockSound; no llega a escenario el palmo y medio que lo eleva del público. Acompañado por su hermano al bajo, y una banda que no deja ni un resquicio del antaño elástico y pétreo sonido de la banda original.
Sudaban las paredes, hacía una calor atípica y el día parecía estar escogido a dedo (prefestivo para quienes salimos menos que el cometa Halley). Sonó de entrada “Cause I Said So” -un tema que permanece pasados los años más vigente y fresco que nunca- y todo saltó por los aires; apuesta a caballo ganador.

Los años no han pasado en balde por la voz de Peter; más rocosa, abrasiva y mucho más punk que en su viril juventud. Pero cabalga a lomos de esas guitarras de Steve Critall y Mauro Venegas, que se estiran hacia el cielo y un bajo -el de Chris- del copón. Todo se ajusta, se engrasa y se ordena. Lo hacen sin miedo.
Actitud a borbotones, no la han perdido. Agarra el micro retorciéndole el pescuezo y te escupe a la cara: “This Dawn Nation”, “This is Your Live” y la nueva “Till my hearts Stops Beating” intercalada estratégicamente. Pocas bandas con la facultad de bombear como la de estos veteranos, en espacios reducidos. Atrincherados en un palmo de terreno y acorralados por el respetable, zafándose con “Just Because you are not Paranoid”, “Unreal World” tan tremenda como la recordábamos: eléctrica. O “Walking Talking with Johnny Cash Blues” rozando el hill blues, con “Believe in Yourself” fundiendo pasado y presente.
The Strangest Boy”, “When I coming Down” y el remate final del que que le da título a “Birth, School, Work, Death” pusieron en punto de ebullición la sala. Nos vinieron a la memoria otras tantas bandas que le rinden pleitesía a esa salvaje miscelania entre el HardRock y los sonidos oscuros. Y pudimos darnos un baño de innumerables referencias, en una sesión final de Luis Le Nuit: Pocos como él para tirar de repertorios escondidos, dando fe del legado que nos dejaron, bandas que ahora parecen pertenecer al pleistoceno musical.

REPORTERO DICHARACHERO XAVI C.

Se sudó y de lo lindo en una noche sin tregua. Se derramó mucho alcohol, y aunque solo fuera por el mero hecho de envasar al vacío un pequeño instante de los gloriosos 90. The Godfathers consiguieron con apenas cuatro acordes temerarios, movilizar a la vieja guardia: anónimos Yodas, que nos hicieron padawanes cuando 80's y 90's se solapaban.
Historias cabalísticas que pertenecen a un tiempo poco documentado. Donde era más grande el hambre por devorar nuevas y viejas músicas, que catalogar al personal por castas, tribu o estética.

Volver a cruzarse con aquellos que hicieron de la corta vida de clubs microbianos (A Saco Hospitalet, Nivel, Beat, Sala Garatje, Texaco, Toque BCN, Compliche, Depo, Sidecar, Locualo... y otros que no recuerdo); o su espíritu. Un periodo mucho más extenso en lo emocional, que en lo meramente físico y real.
Hace que la visita de bandas como Godfathers y el trabajo soterrado de estas pequeñas salas. Sean un saludable caldo de cultivo, para esa “otra” escena alternativa que sobrevive a modas, tendencias y mareas crueles.

En el fondo, todos deberíamos saber que la cuestión exitosa de las canciones, bandas o estilos. Solo se debe a la química de la música y al inabarcable catálogo de sonidos exóticos por descubrir.
Solo ellos saben que están por encima de modas, décadas, generaciones. Y esos elementos tan circunstanciales como somos los seres humanos, en el tiempo.

SALUDOS PENDENCIEROS!!

lunes, 7 de diciembre de 2015

TANGUERINEMIND: LAST ÚLTIMA PLAY*LIST THIS AÑO




Corrían años y días como hormiguitas laboriosas. Unas sacando pecho de cabeza roja y afiladas fauces, otras diminutas cabizbajas agitando sus antenas mientras mordisquean la carne más mórbida y derretida. Cada bocado tocaba con un tono de campana de Shuválov el paso infatigable del tiempo: la aproximación a la caída al vacío del año, que se nos va.
Mientras tanto y seguro como estoy de que nos precipitaremos catarata abajo, sin más escalofrío que el de una despellejada mañana de Enero. Lo veo pasar y hago cuentas de que justo por estas fechas hace dos años, la vida me daba otro descuento.

Son esos trayectos continuos al hospital, para ver a mi convaleciente madre; durante semanas pasadas. Los que me han dejado anulado en práctica y teórica, de todo aquello que lubrica mis engranajes: ejercicios gimnásticos, piscinas, crónicas, escritos y papelotes...
En cambio sí me ha devuelto otras que tenía casi olvidadas: Hacer un recorrido en coche más largo que esos escasos 15 minutos hasta mi trabajo, para escuchar más música de lo normal; remedios que también curan. Volver a recorrer los pasillos de un hospital, la santidad inmaculada de enfermeras y asistentes... Y pensar que ya es casualidad que justo dos años más tarde, las circunstancias de la vida prestada, me hayan puesto otra vez ahí. Para darle más empaque a una conmemoración que no celebro, pero que siempre tengo presente.

Me han vuelto de golpe y sin quererlo, las pasiones por devorar mandarinas a tientas mientras conduzco hacia el hospital. Me gusta el tacto, el olor que impregna uñas y toda la estancia del vehículo.
Nunca fui un devoto por estos pequeños frutos cítricos , hasta tal extremo. Pero allí a oscuras, en la habitación de la 9ª planta y de madrugada, no hacia más que comer mandarinas como un poseso. Dicen que los cítricos estimulan la absorción del hierro y debía ser eso; la naturaleza humana y su sabiduría. Desde entonces, llegadas estas fechas, se me abre un apetito voraz por las mandarinas, y sobretodo por su olor adherente y penetrante. Las desgajo, me las como y después, aprieto fuerte con las manos las peladuras para que estallen cada uno de sus poros llenos de jugo. Instintos animales que me despiertan en otoño, justo en el vestíbulo de este frío invernal que por fin llegó.
No solo las mandarinas, también las naranjas, uvas, los Kiwis duros y prietos, y los tomates en cualquiera de sus formas. El oscuro de las uñas y el filo del cuchillo troceando deliciosas alcachofas. El tacto aterciopelado al hundir las uñas cuando desgranas una a una, las vainas con sus habas. Los jugos en tus dedos y el perfume a sangre vegetal.
Ritos seculares de los que no sabes si es el destino o la mecánica del hábito sonámbulo. Los que en el ejercicio de nutrir estómagos o sentidos, hacen a la música y a los alimentos, perfectos e intrínsecos compañeros de viaje.


Un lamento agónico: el de morir con las botas puestas, antes de levantar acta. Reivindicable, por el simple hecho de ser uno de los más satisfactorios y reconstituyentes. Será la evocación al deceso, al ver pasar las luces a toda velocidad como en una autopista de madrugada, o el renacer cuando está todo vendido.
El caso es que no voy a dejar pasar la oportunidad de dar constancia de algunos de mis caprichos. Tres, que podían ser más, pero que confío en vuestra intuición, arresto y valentía para escarbar con uñas y dientes, el resto. Empezando por esas capas profundas, inquietas y móviles que agitan la comodidad de las avenidas asfaltadas. Y acabando por las menciones obligadas.

Ahí abajo, aunque algunos piensen que es el paso sincronizado del metro bajo nuestros pies. Se esconden los auténticos machacas de todo este circo. Aquellos que hacen del camino cómodo, de la doma y los sabores estándar, algo menos condescendiente; romántico o suicida si se quiere.
En definitiva la esencia de ese término maldito que es el “indie” o “alternativo”. Y que por mucho que algunos renieguen, fue el meollo de todo el asunto hace un par de décadas; en serio, todavía quedan de los que no se avergüenzan y lo practican con dignidad.


MAD ROBOT_I DECLARE WAR

No es de extrañar que ahora que todo se mide por popularidad, cabezas de cartel o el puesto más alto en las estanterías del FNAC. Muchos se jacten de no ser “indies”; de ser algo mucho más democrático, amplio y complejo. Eso sí, por el camino se dejaron las melodías, los cuatro acordes y la definición del delantero matador.
La cosa es que a algunos todavía nos llama el grito de la selva, hartos un poquito del existencialismo.
Si amigos, la vida como los gustos son cíclicos, y quien no lo quiera entender, es que ha picado en el anzuelo; los Albert Rivera de la música también abundan como las moscas en un Ecoparc.

Los Valencianos MAD ROBOT con Mike Grau a la cabeza, y superviviente de los extintos Furious Planet, regresan dos años más tarde de su puesta de largo con Blacklisted/2013: Un disco gestado, de la más pura inconformidad por la escena musical actual. Paso al frente y de cara, para facturar algunos de los textos más lúcidos y explícitos, de ese mal ignorado e inspirado movimiento del Pop de guitarras nacional, que opera en la retaguardia y que tantas gratas sorpresas nos está proporcionando (Las Ruinas, Black Islands, Cuello, Mourn...).
Para eso han decidido hundirse un poco más en las angostas ruinas de los 90. Y coger aquellos escombros llenos de polvo con los que otros no quieren mancharse las manos; dar un paso más hacia el abismo como se dice. Quien no arriesga ni gana ni pierde, se queda igual. Con todo eso les ha quedado un disco laberíntico, lleno de aristas (defectos/virtudes), y una extraña mala baba que se quiere igual que jugar de chico a hacerse daño.

Canciones que transpiran una fórmula menos familiar y más primaria. Mecánicas que recuperan el invento del siglo. El mismo que hizo de Thermals, unos Weezer más inconscientes y naturales, o ese truco/trato entre los tiempos de los viejos Mustang y la era del hierro y la herrumbre, cuando las guitarras ácidas igual te hacían sufrir que bailar; se acuerdan del DIRTY de Sonic Youth? “Human Error”o “Death of Criticism” lo consiguen de largo. Posicionados en el incómodo territorio de la forja de los que la mayoría se alejan, por miedo a parecer demasiado reales. Mad Robot se balancean igual entre la amarga dulzura de “I am a Fake” o “Problematic”; dos temazos que ensalzan la ambivalencia de los REM más combativos. Y embestir con más fuerza si es menester, cuando se consigue que textos y música queden en un mismo plano; ese difícil propósito de no morderse la lengua y resultar poéticos. De rendir homenaje a difuntos y olvidados en la cuneta (Pixies en el título y cierre del disco “I Declare War” o a unos Dinosaur Jr con los pantalones más planchados y mejor peinados).
Girando un poco más la tuerca, apurando más si cabe la frenada en las curvas que vienen mal dadas: “Ready for Love”, “Go Extinct” o “Kill the Mainstream”, tienen ese mismo efecto de gancho en el mentón cuando golpea la vida y se tiene poco o nada que perder. Su, Mike Grau, Carolina Otero, Borja Boscà y Robero Timón por fin como una banda con piernas y brazos, hacen de la unión la fuerza. “Solo no puedes, con amigos sí” !!

PRESIDENTE_ILUSTRE VENTANAL DE ESTRATEGIAS

Sin dejar de lado el efecto lírico de las melodías cantadas. Hace un par de años dimos con el pequeño sello discográfico ENTORNO DOMÉSTICO. Allí descubrimos la efervescente escena musical de un país tan lejano y desconocido como Venezuela. Y fue por entonces el debutante Roy Valentín (uno de nuestros favoritos de aquel año), el que nos pusiera tras la pista de Heberto Añez Ochoa aka. PRESIDENTE.
Por entonces tenía recién publicado Chuca Chuca II: un ensayo sobre este desencorsetado proyecto, donde se juntan géneros tan dispares como la electrónica, el funk, el pop, o los ritmos latinos desde una perspectiva romántica, baladista y ciertamente glamurosa. Un sonido que vive, ejerce y reinterpreta algunos de los sonidos más sesenteros y cañís de épocas pretéritas. Un ejercicio que se remonta a tiempos y enfoques muchos más libertinos que los de ahora: La influencia vital de la Fania en Nueva York durante los 60, su mestizaje con el crisol cultural de la ciudad, estilos que en parte también aportaron Italianos y su explosión en Studio 54. En el fondo, Funk, sonidos disco, música latina y la música negra, están mucho más presentes en lo que conocemos hoy en día de lo que podemos imaginar; si no, que se lo digan a Daft Punk y a los LSD Soundsystem.

En cualquier caso y sin perder el norte. PRESIDENTE es más fácil que nos remonte a la elegancia lírica y sonora de Carlos Berlanga, a los devaneos de Golpes Bajos y Germán Coppini con los tropicalismos, o porqué no, a la poética surrealista de Battiato. Sintetizando influencias: todo lo que engloba a los solistas pop de los 60, su proyección a los 80, y como sonaría todo eso 30 años más tarde desde un punto de vista regionalista venezolano.
Algo que podría parecer un galimatías, pero que se resume con facilidad al escuchar “Blanco sobre Blanco” o “La Sociedad (de la tierra plana)”: Declaraciones de amor incondicional en toda regla, a la música y a su elaboración desde un enclave doméstico; como bien define su sello. 
 
La delicada y cálida prosa que pone reflejos de atardecer a temas que beben más del latin jazz -“¡Oh Belghi!” o “Neoclásico”- Cuando son las historias de niñez, de aprendizaje, y aquellas lecciones fraternales que nos da la vida; y que aquí se expanden caleidoscópicas. O igualmente si son las palmeras del paseo las que se flexionan hacia la electrónica, como lo harían “Los Países” y “Bonsái”; que cierran este enternecedor álbum de ocho canciones. En cualquiera de sus formas, Presidente, se mece entre lo clásico y contemporáneo. Rompiendo un poco con los moldes que imponen las barreras temporales y estilísticas, en esto de delimitar y cercar las edades musicales de Lulú.

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Ha tenido que ser ahí, al final de la calle. Cuando asaltados por la urgencia del final del año, acorralados de espaldas al precipicio, y liberados del peso de la conciencia, las canciones han salido por fin a mi paso. Zancadilleando un embelesamiento tan profundo como el empeño por soltar lastre que me ha acompañado todo este 2015.
Y he de admitir. Que después de ver pasar estos dos años, dejando que todo fluya según su curso, de manera natural. Los frutos caen por su peso cuando están bien maduros, y no cuando los tiempos lo exigen. Así que llegado a este punto, es ahora cuando de verdad estoy disfrutando de la música cuando toca, sin darle demasiada importancia a lo novedoso o los plazos que nos marcan los demás.

Van a ser muchas las que al final entren en esta última lista; más de las que imaginaba. Ahí van bastantes de mis discos preferidos de este año y volveré a comentarlas en breve, en el examen de fin de curso; no me importa, creo que se lo merecen. Otras muchas reseñas que se quedaran en el tintero, quien sabe si a lo largo del año venidero les daré su rinconcito en el blog.
De momento estos tres, puede que no los más deslumbranates. Pero de derrotados también se hicieron grandes héroes. Para darle un final digno, y sin más interés que el de alabar uno de los regresos más meridianos y necesitados:


ROBERT FORSTER_SONGS TO PLAY

Con tanta naturalidad con la que suena su título; el de su sexto álbum en solitario. Y el segundo en un espacio demasiado largo, desde que falleciera su compañero de viaje; el ex Go Betweens, Grant McLennan.
Recuerdo como si hubiera pasado anteayer, la vuelta a los estudios de The Go Betweens doce años después de su disolución con “The Friends of Rachel Worth/2000”, justo en la entrada del nuevo milenio. Como si quisieran dejar constancia de la impronta indispensable, de una de las bandas más discretas. Y tan omnipresentes como fueron en tantas y tantas generaciones de melómanos.

Me gusta cambiar el cuadro de la entradita cada mes. Ponerle un nombre y sus apellidos a un momento concreto del año; aunque no consten en ningún rincón de la cómoda. El de este mes pasado fue el Songs To Play del amigo Robert. Y llegó casi de inmediato a raíz de una entrevista que nos brindó nuestro dispensador Jorge Obón; él tiene un buen ojo, con el que casi siempre coincido (lástima que queden tan pocos).
Songs To Play es la antítesis de la estrategia comercial con la que en estos días -por ejemplo- nos torpedearan. Haciéndonos sentir un deseo irrefrenable por tener aquello que no necesitamos. Como el caer en la tentación del turrón de pastel de cerezas, cuando todos sabemos que el blando de almendras es el único e insustituible. El tragar en vez de saborear, cuando en esto de comer para subsistir, nos olvidamos de estimular nuestros sentidos y que en la buena materia prima está la clave de la exquisitez:
Diez temas hechos de la esencia, separando grano y paja para quedarse esta vez con la carcasa. De gallina vieja es buen caldo, de lo esencial y estrictamente necesario. Bocetos en definitiva, que capturan el mensaje al vuelo, con una lucidez apabullante. Las canciones de Robert Forster necesitan bien poco para envolverte y conectarte directamente con la época más huesuda de su antigua banda cuando suena la eléctrica “Learn To Burn”. Es un aviso para caminantes despistados, porque realmente son “Let Me Imagine You” o “Songwriters on the Run”, las canciones de Pop quebradizo y desnutrido que de golpe resucitan a The Go Betweens. Y no crean que se trata de buscar entre las fisuras y en los gestos , la necesidad de involucionar hacia épocas de Pop verdadero; ya saben, nostalgia del pasado con sucedáneos con los que contar batallitas.
Ni mucho menos. Song to Play, sin intentar lo más mínimo alargar la agonía, consigue transmitir esa misma sensación de suspiro largo con las que nos erizaban aquellas canciones del pasado. Es y no lo es, alargar un poquito más la leyenda de la discreción hecha virtud. The Go Betweens consiguieron que la timidez de una canción te quebrara el corazón, sin recurrir al escándalo. Pasaron como un ángel sin apenas trascender, y treinta años después siguen aquí con nosotros.


Lo fácil sería decir que este disco es indispensable por mantener viva la llama de aquella banda única. Pero lo cierto es que Song To Play son muchas cosas más:
Notar la presencia de Lou Reed, de sus tics, sus vicios y sus obsesiones en temas como “And I Knew” o “I Love Myself And I Always Have”; dos de las más grandes del disco. Podría ser también un sincero homenaje a dos figuras trascendentes como fueron Lou o Grant; con los siete años que separan ambas muertes. Se respeta escrupulosamente esa misma forma de concebir la canción dándole a cada instrumento el protagonismo: Violines espigados, bajos y congas que entran con discreción, apenas algún riff eléctrico y las cuerdas acústicas aterciopeladas. Los sonidos de un hogar que se despereza por la mañana, el olor a café, su musa Karin Baümler poniendo las voces y las cuerdas, su hijo ayudando y en definitiva. Un disco que destila por cada poro, comisura y arruga, cariño y familiaridad por los cuatro costados.
Cada canción podría ser una pequeño capítulo de una pequeña gran historia, sin embargo difieren en pequeños y sutiles detalles. Desde la desnudez de “And I Knew”, hasta la preciosidad de grávida ascendencia que es “Turn On the Rain”; una joya de Pop tremenda. Hay momentos en los que comparte la misma forma con la que Robyn Hitchcock concibió Love From London del 2013. La misma delicadeza, sensibilidad al tratar las canciones, el vacío existencial de sus canciones de instrumentaciones escuálidas. Solo que Robert Forster explora con mayor certeza esa retrotracción, para soltar lastre emocional. Y dotar de ese sentido ecuánime de cuerpo y alma, que antaño albergaban los grandes discos.


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En este montón de canciones de grandes trabajos, esta la mejor cosecha de este año. Desde las bandas emergentes como los Australianos DMA'S, ABLEBODY, DEAD PARTIES, NAP EYES, TINY FINGERS, SEA CAVES. Hasta otros más consagrados como el determinante disco de JOHN GRANT, GUN OUTFIT, el fundador de The Coral BILL-RYDER JONES, el regreso de los Canadienses THE DEARS o el mimbrado ejercicio de orfebrería folk del Británico BOBBY LONG.
En la casi treintena de canciones que lo nutren, hay mucho donde ahondar. Sumergirse a pulmón y dar este último estertor agónico del difunto 2015, con la envergadura que se merece. Aun están a tiempo de llevarse buenas y nutritivas sorpresas, con las que cocinar un buen plato de fin de fiesta.

00_TINY FINGERS - Eyes of Gold
01_HALF MOON RUN - Trust
02_DAMAGED BUG - The Mirror
03_BEAT CONNECTION - So Good
04_YACHT - Chrismas Alone
05_DEAD PARTIES - Disappear
06_SILENT FILM - Lightning strike
07_MAD ROBOT - Death of criticism
08_HEY COLOSSUS - Hey, dead eyes, up!
09_SONGHOY BLUES - Soubour
10_THE LEGENDARY SHACK SHAKERS - Cold
11_NAP EYES - No man needs to care
12_COOL GHOULS - Creature that i am
13_DMA'S - Your low
14_BILL RYDER-JONES - You can't hide a light with the dark
15_EZTV - Calling out
16_ROBERT FORSTER - A poet walks
17_WILD RACOON - Next Summer
18_GUN OUTFIT - Gotta Wanna
19_ABLEBODY - After Hours
20_HATCHAM SOCIAL - Hanging rock
21_JOHN GRANT - Global warning
22_NEV COTEE - Follow the Sun
23_PRESIDENTE - Blanco sobre blanco
24_ALONDRA BENTLEY - Mid September
25_DOMINIQUE A - Central Otago
26_SEA CAVES - Spanning the River
27_THE DEARS - Hell hath frozen in your eyes
28_BOBBY LONG - I'm not going out tonight