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lunes, 9 de junio de 2014

GOLD-BEARS_DALLIANCE/2014 #AQUELLOS AÑOS CUANDO ÉRAMOS BIEN JÓVENES *Aniversarios, pérdidas y reencuentros*




Tal día como hoy hora Zulú arriba, minutero asesino abajo, hace de esto ya cinco años, la picadura fue con nucturnidad y alevosía del todo letal. Fue una convulsión rítmica asintomática de aquellas que te dan cuando estás en la vigilia del sueño, y de los que uno parece como si estirara la pata cual agónico conejo. Y de la que hasta la presente no he podido encontrar antídoto alguno que me cure: Escribo luego existo, y existo para escribir.
 
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Sin atender en absoluto a las primeras tres reglas que me impuse: No intimar con mis hipotéticos lectores; si los hubiese. No dejar que mi intimidad me traicionase y porsupuestísimo, no justificar mis escritos. Creo que la mayoría las he incumplido en su totalidad, mas alguna que por añadidura he ido descubriendo por el camino y que también he dilapidado #Arsa ese chiquillo bonico!!. Alto!! con orgullo y satisfacción, pues en ese forcejeo con tus emociones no hay mejor capitulación, que la que se hace a base de experimentar sensaciones inimaginables contigo mismo, y nuevos escenarios jamás imaginados. 
 
Esa criatura a la que dejé apagar las velas en su tercer aniversario y que corría descarriado como cabra al monte, pues no tengo fidelidad suficiente para celebrar ni descerebrar cada año, ya tiene cinco #Y rima con ahínco. No es que la ocasión merezca tal celebración por desenlaces traumáticos que no vienen al cuento, y que me reservo para mi intimidad. Ni tampoco por ser un número redondo, que va. Pero fíjate tú que con esta inyección orgásmica que me confiere esta joven banda de Atlanta (Georgia); allí donde Dominique Wilkins,Spud Webb y Cia. hicieran estragos aquel invierno del 86. Atizan las ascuas de los recuerdos alegóricos que confieren esas insignificantes minucias, dotando de sentido el caminar abrupto de la vida. Atizan, avivan y crepitan con el rugir de las guitarras la sonámbula celebración, que busca consuelo en el estruendo ensordecedor. Ahí donde no entran ni se oyen los sollozos, las penitencias o las mortificaciones. Y donde hacemos de la medio valentía/cobardía, un don infantil al que agarrarnos.



Los Ositos dorados vuelven a estar allí arriba en el techo de las aulas. Pegados junto a bolas de papel ya resecas, a los restos de guirnaldas cursos pasados con las siluetas de los borradores, junto a los pupitres con olor a goma de borrar. Aquellos diminutos ositos de gominola duros como los mismísimos diablos, que humedecíamos con saliva para ponerlos en órbita contra el techo de las clases, y que parecen regresar con ánimos de revancha. Los tengo aquí enganchados, ahí en el corazón chupando como posesos lo malo y podrido. Insuflando con carreras nocturnas por las calles y callejones de todo mi sistema sanguíneo, haciendo diabluras con su POP revolucionario y ácrata.
Hace tres años me inocularon esa emoción perdida por el PopPunk sin sigilo que valga. Un virus con forma de disco veloz y atroz que asalta a golpe seísmo, colapsando el sentido de la prudencia. En ellos encontré la droga perfecta con la que espantar los fantasmas de la perfección, de la excelencia y hasta de la comodidad por pulir los defectos cuando me susurraban al oído “Are you falling in Love”; ¿estás enamorado?. Con riffs nerviosos e hiperactivos que se salen de los márgenes de la plantilla. Y con rallotes como los de mi niño chico, que cambian el color y la forma de las cosas para buscar la belleza de las melodías Pop ahí detrás del estruendo. No como la mala broma de Pains of Being pure at Heart, que se acaban disipando en una especie de truco con el que captar fieles de oídos susceptibles.

Su regreso al cabo del tiempo en forma de Dalliance/2014 vía Slumberland Records, lo hace con el mismo ímpetu y celeridad; pero con las consecuencias +/- del enamoramiento como estandarte. Si bien sus bofetadas han conseguido precisar el K.O técnico o por puntos con temas como “I Hope They're Right”, “Fathers and Daughters” o “Hey Sophie”, el salvajismo pre-escolar sigue intacto. Y sí Sres. sabios, me gustan por eso, porque odio con toda mi alma la postura de lisoja y de adulación hacia los cánones que nos imponen las modas y los paripés que con tanto estilo usurpan nuestra natural rebeldía de juventud. Y claro está, porque GOLD-BEARS son la clara consecuencia de nuestro Pop antepasado más primario.
Siento la simpleza de The Thermals en “Chest” y en “Yeah, Tonight”. La inocencia de Talulah Gosh en “Punk Song nº15”, la sentencia a muerte de la Velvet en “From Tallahasse to Gainesville”. Los amores quebrados por la inocente juventud de Wedding Present con “Hers Fears”. Y también puedo sentir los ecos perdidos de Ballboy con “Death with Drums” y “For You”. Esa brutalidad hiriente y sangrante que esculpía a golpe de Punk el Pop ferviente que crecía en los márgenes y las grietas irregulares de las quebradas aceras de las barriadas.
Dalliance es un endiablado disco de Pop instantáneo, con ese porcentaje poco prudente de Punk efervescente. Uno de aquellos trabajos de una sola toma que tanto escasean en la actualidad, y que nos remiten a la sencillez del pasado para capturar el instante del momento: Sin artficios, sin posturas forzosas ni rotulaciones ostentosas con las que parecer lo que no se es. Esa misma sensación de regreso a las pequeñas historias del pasado con las que nos hemos dado fuerzas en dos días de duelo; con sensaciones encontradas, aterrizajes forzosos al lodazal de la realidad, y con esa espectacular transmisión verdadera que nos enseñan los más pequeños de la casa. Y que por aquella magia de la naturaleza humana, nos protege contra toda la dureza de una semana de pérdida; la soportabilidad del recuerdo vendrá a buen seguro después.
Pero él nos quería así, riendo y no llorando. Haciendo piña como la base de un gran castell, y más fuertes que nunca. Así que esta celebración de quinto aniversario transcrita en una la semana más dura de este año de autos 2014, va a ser así: sin aplazamientos y orgulloso de que sean estas mismas canciones, las que me acompañaron en los numeroso vía crucis hacia un sitio para olvidar. Las que nos den la bienvenida al calor del verano, y a la abrasadora desazón de un solo objetivo, la felicidad.