Se me perdió en el forro roto de mi viejo abrigo, uno de mis discos más esperados y necesitado. Y es en caliente y con apenas dos escuchas atentas y el posterior bucle. Cuando la necesidad de huir, mejor captura las reacciones que te produce la música:
La sensación es así: querer y no tener, para desear.
Sí señor!! Eso mismo.
Cuando de repente te nace de dentro, esa necesidad de escuchar melodías que dibujan tiempos mejores, tiempos pasados. Discos como los de estos Filadelfianos afincados en San Francisco con 10 Lp’s a sus espaldas y con casi un cuarto de siglo andorrenado. Son prácticamente la fórmula perfecta para levar anclas y echarse a la mar.
Si Scott Vitt, Eric Harms, Adam Weaver y Matty Rhodes nacieron en 1998 como un evidente homenaje a los Spacemen 3. Su trayectoria, evolución e inquietudes los ha llevado por los caminos diversos del Krautrock pinkfloyesco, el folkrock, Shoegaze, e incluso el Countryrock; eso sí, siempre perfumado con la esencia psicodélica que a veces todo lo difumina.
Una revisión en clave de Shoegaze espacial y Pop hiperluminoso, que recoge la mayoría su vaivenes estilísticos. Pero con un marcado carácter guitarrero lleno de texturas y capas, y un ritmo imparable que no decae ni una sola vez.
Un disco, en definitiva, que se escucha como un tiro. Y que paradójicamente y por mucho que nos evoque. Suena necesario y extinto en estos últimos tiempos por más raro que parezca.
Lo de Asteroid N4 es algo parecido a lo que le pasa a la banda de John Andrew Fredrick, THE BLACK WATCH: Llevan 32 años cocinando discos de altos vuelos a base de un talento infalible para las armonías. Y sin embargo y pese a publicar de manera prolífica, no los conoce ni el Tato. ¡¡Que injusta es la vida joder!!
Esta vez no tienes excusa que te salve para fenecer ante semejante colección de temazos.
“All Mixed Up” surfea sobre un hammond que le da esa impronta sesentera de yeyismo bailongo y familiar; nada británico aprovecho a remarcar. Pero lo mejor viene después con “Hand Grenade”, donde se quedan en pelotas picadas y no esconden su querencia hacia los Spacemen 3 o si es el caso de tu juventud, por unos Spiritualized/The Warlocks en “No One Weeps”, vestidos de Blues oscuro y reptante.
Estratégicamente engarzada entre éstas, hay una de esas joyas magistrales que enaltece la sabiduría de los de Ian McCulloch y Steve Kilbey.
En “I Don’t Care” lo vuelven a hacer subrayando el tino de estos tipos con las armonías, y hasta lo mejoran con falsetes o coros desde donde se divisa con claridad la inmensidad del Mar.
Northern Songs suena a viaje desde el primer momento. Es diáfano y de espacios abiertos. “Juniper” bebe de los mejores House of Love, recuperando ese tono susurrante con guitarras afiladas y atmósferas plenas.
Donde los primeros acordes de “Northern Song” ponen rumbo a las antípodas (The Bats, The Church…); una delicia de canción que inequívocamente reivindica aquella psicodelia edulcorada y soleada los 60’s. Convirtiendo la segunda parte del disco en una diablura de disfrute:
Creo…que aquí me voy a quedar ¿me acompañan?