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lunes, 30 de abril de 2018

DEAD MEADOW_THE NOTHING THEY NEED_2018: DE LA MANO DE CARONTE





Un gran sol circular de centelleante vinilo asoma por la montaña tras tiempos de abundante lluvia.
Por las laderas abiertas en canal los surcos lloran todavía agua. Y son los latidos como gigantescas prensas industriales, los que a cada golpe atronador resuenan sus tripas escupiendo verdor, flores. A la familia invertebrada, y nemátodos en orgía copuladora.
Los corzos y los ciervos se unen con cantos, equipados con auriculares cuadrafónicos. Y de las entrañas del promontorio no solo es naturaleza la que brota a cada contracción, también lo son almas perdidas de un tiempo _aunque no tan pasado_ sí criaturas pertrechadas en lo más profundo de las simas.


Cánticos y plegarias rituales que fueron tragadas ya hace cinco años por la belleza marchita. Y a los que un pastor dice haber visto merodear por la noche, como el animal que canta a la luna con un aullido metálico, cortante y planeador.
DEAD MEADOW han vuelto para conmemorar su veinte aniversario como mejor lo saben hacer: Publicando otro disco inmenso, como los nueve que ya llevaban a cuestas. Con una mirada de corderitos melancólicos, pero con la perspectiva estática que el tiempo a dado al Stoner Rock, y otra forma de reinterpretarlo mirando a la luna hasta llorar de deslumbre.
De esos discos que dejan cualquier argumento teórico, en una alegoría inútil. En una nimiedad e insignificancia propia de quien quiere explicar la belleza, el nudo en la garganta y el vaciamiento interior. Cuando las sensaciones se crearon para no explicarlas, y experimentarlas sin el rigor de quien intenta estructurar y exponer todo lo que se hace.




Esa caída cuesta abajo entre las los surcos abiertos por las aguas. Los accidentes que se crean y metamorfosean sin criterio ni deuda. Y que suena al ritmo del martillazo que endereza o dobla el acorde acerado de las cuerdas en flexión imposible. Hace que “Keep Your Head” sea esa especie de procesión por el calvario, a latigazos de palanca, pedal y fuzz. Tan distinto de aquel “September” con el que finiquitaron el mastodóntico “Warble Womb/2013”, pero a su vez concentrado:
Una vuelta, capaz de comprimir en ocho temas. Una panorámica tan rica sobre su carrera, como conciso y determinante es el mensaje sobre su evolución.

La banda de Washintong D.C liderada por Jason Simon y Steve Kille regresa con una idea muy clara de su sonido. O por lo menos con la capacidad no solo intacta, sino que renovada. De como reunir un puñado de canciones directas al ipotálamo. De esas por las que un álbum es capaz de trascender sobre un estilo, sus distintas mutaciones, los derroteros de una banda, y chas!! De repente reinventar una historia sin tener por ello que dilapidar lo que quedó atrás.
En THE NOTHING THEY NEED hay mucho blues taciturno y oscuro, psicodelia a raudales sin abusos ni demasiados estereotipos, caminares rotundos heredados del Stoner Rock pero superponiendo armonías dignas del progresivo; he incluso reflexivas en ocasiones. Y un halo incluso que sino se acerca, si que se expande hacia el White Noise, el sinfonismo barroco y a la práctica: siempre caminando en la cuerda floja de PostRock y géneros hermanos; eso sí, con muchísimo matices, que es lo que hace tan interesante e hipnótico.
Una farfollada de palabrería que se podría resumir en dos adjetivos: Un disco tremendamente orgánico con ocho cortes demoledores.
Here with the Hawk” comprime el riff roquero con acierto quirúrgico. “I’m So Glad” es un blues árido y apocalíptico capaz de ilustrar en cinco minutos esos sucesos naturales del principio del texto. Las canciones pueden transportarte a territorios salvajes o al salvajismo urbano. “Nobody Home” exprime los wah wahs con una cadencia vacilona que roza incluso el funk.
This Shaky Hand is not Mine” lo convierten en un réquiem camino del ansiado y salvador monte Sinai: Cinco minutos de guitarras moldeadoras y fustigantes que desembocan en una oda silenciosa, “Rest Natural”. La megalítica “The Light” emerge, es la montaña: Imponente, sinuosa y concluyente en ese tipo de Rock plomizo con lirismos arrastrados o extasiados, hecho expresivo y hasta poético como una bajada de tensión. Con un final de una sensibilidad inaudita para una banda que sobre el papel, se imagina abrasiva y caústica.
Sin embargo “Unsettled Dust” emana una belleza digna de ese horizonte paisajístico que el ojo humano, y menos una fotografía, es incapaz de explicar. Dicen que una imagen vale más que mil palabras? Cuando es la música y sus evocaciones sensacionales, la única capaz de expandir la imaginación donde la palabra es incapaz de llegar. El infinito
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