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viernes, 22 de mayo de 2015

DAME XAREL.LO QUE QUIERO MORIR!





Eran las tres de la tarde.
Sol de justicia en la plaza.
La Cigarra está cantando.
Dos viejos están jugando, al dominó en un banco.
Derriten sus hojas los árboles, tiñendo de verde las losas.
Se hace el silencio en la calle, de al medio días esta que arde. Solo se atreve el borracho, de rockstar iluminado, por un spot de rayo cósmico, que desde el cielo le cae.
Solo le faltaría la música, con su métrica y su compás. Y así como si Gato Perez recién resucitado nos cantara un Pedro Navaja a la sombra de una morera. Cambiaríamos la luz del proscenio y las farolas, por la del increíble astro solar. Ese que un día hizo acto de presencia, para castigar insolentes e insolados. Y de verdad, puede que este no sea un Verano. Pero es tan ardiente la sensación, que nadie diría que no es un inoportuno spoiler, de lo que está por venir.

Son a menudo esas buenaventuras las que nos remontan a la calidez del pasado. Tan cercano y remoto como las pasadas del escáner , que ejercitan la retentiva, el rebobinado y el desempolvado de nuestro desván en el córtex temporal.
Hoy por ejemplo, domingo de tambores en paso militar (algo se celebra en la plaza de mi pueblo y nunca se el qué). He silenciado el estruendo con un disco de Chet Baker Sextet, concretamente subiendo bien alto el volumen de “Pent Up Hose”. Con él se cortan mejor las verduras para la pasta, y Daniel Humair toca infinitamente mejor los tambores que la casa de Aragón. He dado un sorbo largo a la copa de vino de un resto de la noche anterior. Y en un deslizar sedoso y perfumado de vino blanco por el gaznate, se ha levantado de repente, una leve brisa que ha volado las finas capas de la revoltosa cebolla.
Corrientes alternas que suben y bajan como pequeñas vagonetas contenedoras. Las poleas giran con el púm púm!! y así, de golpe, se activan como fogonazos los recuerdos. Al principio como evocaciones y después entre brumosas siluetas, en imágenes casi perfectas: Los jugosos y rechonchos berberechos al vapor estallando de jugos la boca, otro trago vino, pero nunca lo suficientemente exacto. He agarrado la botella vacía como una medium embarazosa, y lo he intentado de nuevo. Se hace llamar EL DESCEGRUT, EQUILIBRI y hasta que un gitano acompañado de su órgano, no ha saltado a la palestra cantando por soleás al medio de la plaza, no he gritado agarrado y arañando con las uñas negras los barrotes del balcón: “Dame Veneno!!!” “Dame veneno que quiero morir de placer!!”. Como decía Teresa Cauntrys – Xarel 10; y lo cierto es que la jodía no se equivocaba: Los perfumes, elixires y venenos en esencia, concentrados.




Sucedió y no fue hace tanto. Meses que se pasan como hojas cuarteadas y desprovistas de datos certeros y lúcidos. He tenido que empinar otra botella de Equilibri para buscar esa puñalada trapera al fondo del paladar. Agarrar las cuerdas tensas de su acidez galopante, y montarme a pelo cogido a sus crines.
Se presentó como el trío carabelas una noche ya pasada del mes de Marzo. Anunciaba muertes como el decapitado Germano. Días de incertidumbre, noches de dudas, miedos y pistoletazos de salida. Elixires para sofocar el calor, que ya empezaba a rodearnos con sus brazos. Apretando y exprimiendo poros. Condensando frentes y lumbares de sudoripación. Arreando con un triángulo perfecto de Xarel.los herederos de Cossetanos a nuestro cuerpo, lo que demandan los días calurosos, el perfume mañanero de Cinamones y las terrazas a rebentar.
Eduard sabe lo que me gusta, y debo abrirme en canal y sincerarme: El Xarel.lo bien hecho me puede.
Esa acidez vigorosa que se amalgama con pasos por boca glicéricos, sin excesos ni empalagos, que acaba dando con su exquisitez sabrosa. Esa que tan bien se entiende con los arroces, los quesos y en definitiva, con la grasa de algunos alimentos que ingerimos. Todo eso, y muchos más detalles que se escapan de las descripciones genéricas que acompañan al contraetiquetado de las botellas. Y que hacen que un vino sea la compañía perfecta por simple gusto, coincidencia o momento. Son en gran medida, los que me evocan el tránsito de las estaciones hacia el calor y la contemplación estival.



Hace ya un buen puñado de años me dejé arrastrar en esto del vino, por los Chardonnay criados en barrica. Eran años de iniciación y en esas tesituras, siempre me dejé aconsejar por mi instinto. Algo que repito hasta la saciedad: “los placeres de la vida siempre deberían surgir de nuestra intuición instintiva, sin importarnos el que dirán, ni si se ciñen a patrones académicos”. Lo bueno es lo que nos gusta, y punto. Luego está hacia donde nos lleve nuestra curiosidad, que es seguramente lo segundo más importante.
Con los años de probar y descubrir me acabé agotando, dicho desde el cariño; soy culo de mal asiento, y no entiendo el disfrute sin los hábitos cambiantes.
Penedés abanderó hace ya una década los grandes blancos Chardonnay. Vinos con presencia, muy dóciles a la hora de hacer crianzas perfumadas, y en aquella época prácticamente imbatibles. Los años han cambiado, y una nueva generación de jóvenes viticultores por fin se han aventurado en la difícil tarea de cultivar desde la esencia, aquellas uvas caprichosas de la zona: Garnachas blancas, Cariñenas blancas, Pansa Blanca y sí, Xarel.los. Esa uva que antaño solo se entendía como una parte del cupatge de espumosos. Desde hace un par de años estoy embelesado con ella y tantas otras, pero sobretodo con ella. Rubén Parera nos arrojó luz sobre la forma de entender la vid, las uvas y la tierra, como retrato de un territorio.
Y ahora mismo, hay un montón de blancos mediterráneos que sería un pecado capital dejar de probar. Sobretodo de la zona del Penedés, de Alella y de L'Empordà.


El qué primordial de enfrentarse a tres vinos, vamos de catarlos. Tres monovarietales del Penedés, tres Xarel.los tan diferentes entre si y sin embargo tan elocuentes en su elaboración. Me dan en todo este tiempo de encuentros vinícolas de los jueves. Unas lecciones tan magistrales a la hora de intentar entender aquello de lo que disfrutas. Que uno solo es capaz de postrarse ante el aprendizaje que da el debate sobre nuestros gustos, sus más secretos intríngulis e incluso esos pequeños detalles que se escapan al hábito vehemente de las cosas que nos ofrece la vida.
No es que sea una cuestión de mero examen, de análisis o de fórmulas matemáticas por muchos profesores que tenga la escuela. Es algo mucho más emocional y sensorial, un algo esotérico si de nuestros sentidos hacemos caso. Y de puro remanso, cuando nos dejamos caer del lado más fraternal del grupo. Nuestra mecánica es autodidacta, y es lo más divertido de todo esto. Porque si algo hay grande en compartir placeres, es hacerlo divirtiéndose y dejándose llevar por ese niño chico golismero que todos llevamos dentro.
En ocasiones por pecar con algunos de los vinazos que uno mismo a cara de perro, no podría costearse. Por descubrir zonas recónditas. Por contagiar de la pasión personal al que tenemos al lado. Jugar a los trileros con las catas a ciegas. Diseccionar esos entresijos que hacen mágicos los vinos, en sus parentescos y en su carácter opuesto. Ya sean de la misma zona, uva o país. El reto de dar sentido a una cata en cuanto se parte de un destino, y toda la idiosincrasia que lo envuelve. O simplemente por dejarnos asombrar de esa inabarcable cantidad de pequeñas joyas, que se alejan de las masivas estanterías a precios realmente tentadores.

Esta vez, la primera creo, sobre la punta de lanza del Penedés actual; sus asombrosos Xarel.los. Tres blancos opuestos en concepto, y casualmente con un tocayo de aquella copa que bebí en mi primera cata.

PARDAS XAREL.LO 2009

Una bodega que me tiene como leal siervo, desde el primer instante en el que probé su Cabernet Franc (uno de esos vinos que nunca falla a muy buena R.C.P). Esta vez también ostentó el privilegio de ser el punto de partida.
Viñas viejas de 35 años en suelos pobres y bajo rendimiento. Elaboración cuidadísima con extracciones tranquilas. Crianza de 8 meses en barricas principalmente de roble francés nueva y usada, de castaño y algo de inox. Bazuqueos cada diez días en la crianza y clarificación natural.

De color dorado subido, es el blanco de la casa más franco y accesible. Un vino fresco, inmediato y como el Cabernet Franc, de esos vinos que se adaptan a cualquier comida o momento.
Muy buena nariz a Membrillos, a Turrón con toques ligeramente minerales que recuerdan a su origen calcáreo (tiza, hueso de calamar, talco). Aparecen con la oxigenación y ese frescor tan radiante, notas de cáscar de limón, de hierba fresca e incluso de lavanda. En boca tiene un ataca delicioso ligeramente untuoso aunque predomina el frescor de su acidez muy bien integrada. Final con un sutil amargor que limpia boca.
Un vino equilibrado y generoso que eleva el listón como siempre, por su tentador y accesible precio. Sin por ello dejar de rayar el notable alto para codearse con vinos de precio superior.



NUN VINYA DELS TAUS 2012 (Cal Raspallet Viticultors)

Fue el último que probamos, pero por su elevado precio, el que más acusó la imponente personalidad del más joven debutante: EQUILIBRI 2009.
Un Xarel.lo de viñas de 55/65 años con crianza de 8/10 meses en barricas de Borgoña nuevas y de segundo vino. De cultivo biodinámico y con el respaldo de Ester Nin (Clos Erasmus) Al que le pesa como una losa sus 35 eurazos de precio. Joven seguramente, para ofrecer todo el potencial que seguramente puede ganar en la botella con más tiempo, y sin haberlo decantado previamente. Pero es que 35 euros son muchos euros para un blanco que se mostró realmente discreto y con una madera demasiado exuberante.

Y que conste que no soy de los que doy por erróneas las notas a madera. Creo que entre lo fragante a vainilla de las maderas y el desparpajo de una uva hay una difícil equidad; con variantes para todos los gustos y colores claro.
Con alto contenido de volátiles bien concentrado de maderas nobles; sus 13 grados lo atestiguan. Hace que un principio resulte algo saturado en nariz con un amalgama de cremas pasteleras, mantequilla, brioche, gofres... Cuando se va atemperando y acomodando a la copa resalta un ligero fondo marino. A medida que coge aire adquiere un final metálico tenue, algo sanguino. Me gusta desde luego más su perfume cambiante que su entrada en boca, donde para mi gusto sigue resaltando demasiado la madera sobre la uva. Ahí se balancea más hacia lo mineral, reminiscencias a ciruelas claudias, secante y una leve astringencia para acabar.
Creo que es un vino para trabajarlo más, algo extremo y puede que la falta de oxigenación jugase en su contra; su precio desde luego. Porque también hay que admitir que después de enfrentarme al fabuloso EQUILIBRI, del que juega muy a su favor su inferior precio; sin ser barato precisamente. Amplía tanto el rango expresivo de cualquier xarel.lo, que se me antoja invencible. Y eso claro, puede que me haga ser nada imparcial.


EQUILIBRI 2009 (Descregut Vins Inquiets)

Sin dudarlo ni un ápice, el triunfador de la noche; por mal que me sepa hacer ganadores de las catas. Soy más de disfrutar tanto de lo que me gusta, sorprende, exige o desconcierta; siempre creo que todo te enseña a conocerte.
Un proyecto joven jovencísimo que empieza a dar su primeros pasos y balbucea: paaaapa, maaama!! Con toda su jovialidad, tanto de la pareja que lo elabora (treitaipocos años de Marc Milà & Arantxa de Cara), como de sus añadas; esta es la segunda que lanzan al mercado después de la del 2006. Con todo y eso, la criatura tiene una verborrea, levas y es de espabiladaaaa... tanto que te recita a Keats y Yeats a las puertas del cementerio.

Un Xarel.lo realmente particular que ha reposado tres años en barricas de roble francés. Y que además se comercializa de manera limitada (1.600 botellas), con cinco años de botella. De ahí sus 20 euros de precio aprox, que doy fe que los vale eh?
Blanco para no abusar del frío si no se quiere matar su exquisita expresividad, y que se bebe como el caramelo cuando se abre cual flor en Mayo. Su primer envite visual cautiva por su dorado subido y amielado de su larga crianza. Este vino también tiene una primera entrada en nariz a madera (nueva esta vez). Aunque como pasa con los Tondonia, su presencia tan solo aporta ese toque de distinción y elegancia sin abrumar.

Tras ese vestíbulo tallado de roble ensortijado, la estancia. Se puede penetrar a tientas, sin guía ni lazarillo. Los efluvios a miel de romero, tomillo recuerdan al patio recién regado, a mañana, a prado. A flores blancas desconchadas de madurez (magnolias, gardenias). A cama peripuesta de sábanas recién lavadas y almidonadas y a cómoda de la abuela, te guían.
En boca es más intenso, marca el carácter del Xarel.lo. Fondo confitado, con castañas verdes de ratafía, y glicérico su paso por boca. Lechos de Hierva Luisa y tisana, té blanco, es todo armonía, complejidad y evocaciones agradables casi de infancia.
Un Xarel.lo extremo con un abanico de sugerentes recuerdos (todos buenos), casi indescriptibles. Sin duda uno de los mejores y más personales que he probado en años.
Ahora solo hay nublos y vientos, y yo imploro que llegue el calor aunque sea por el gusto de saciarme.