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domingo, 5 de marzo de 2023

THE ARCS_ELECTROPHONIC CHRONIC_2023: EL HILO FINO

 

A veces, me permito la licencia de aminorar el paso… hasta detenerme:

Miro, observo, contemplo. Y hasta disfruto de apartar con un puntapié esos quehaceres pensados, saludables. Y muchas veces, convertidos en rémoras consentidas y caprichosas.
Y pasa.
Que hay noches de tránsitos lunares donde el quiero y necesito. Implosionan generando esa especie de acericos donde clavar las miserias, igual que los alfileres en un queco vudú; solo que, sin desear mal alguno ni a nadie claro.

 

Y es entonces, que esas melodías atadas las unas con las otras en forma de álbum, destinadas a languidecer por algo parecido a la desidia romántica. Me gritan con un llanto sordo como el de las criaturas; bombeando tinta y memoria musical.
En el fondo, y de verdad. No sé si lo hago por ellas, o por mí. Pero, sí tengo la certeza, de qué discos han cimbreado este 2023 la comodidad perezosa y tonta que me ataca desde hace ya un tiempo.

 


 

El que más y con diferencia. Después de acontecer una velada en directo y comprobar con resignación, que mi organismo melódico/vital no necesitaba poses sino acciones.
El regreso ofrenda de Dan Auerbach y sus Arcs, en responso a mi querido Richard Swift. Borró de un plumazo, conduciendo solo y de camino a casa. La sensación de fallida, al ver a Black Angels y buscar la barra con el rabillo del ojo a la media hora del set. ¡¡bendición!!

 

Canciones escritas por Richard Swift años atrás, antes de su partida. Y huérfanas desde 2018, sin los ánimos ni la predisposición logística de grabarlas.
Así pues. Lo primero que nos encontramos al arrancar Electophonic Chronic, es la imponente presencia de Richard girando entorno a una manera de entender la música; la suya.


 

La primera vez que una canción de Ricardo Sigilfredo Olivarez Swift-Ochoa (aka Richard Swift) llamó mi atención, fue en 2006 con “Whitman”.
Con ella abría su último Ep “Walt Wolfman”. Y fue una canción a la que permanecí enganchado de manera enfermiza. E incluso embobado, en una idea que escarbaba más en las sonoridades y el envoltorio armónico, que en la canción propiamente dicha.
Para entendernos: Imagínate la música sin la atadura de un estribillo e instrumentación convencional. Y más como un espacio amplio donde la música actúa como un elemento lleno de capas (percusiones, voces cacofónicas, e instrumentos tradicionales que entran y salen al ritmo de la base rítmica). Y al final, casi por la inercia del ritmo, caes en la cuenta de que esa maldita música, es capaz de generar ambientaciones tan poderosas como la propia imagen.
Ahí puedes oler, masticar, y balancearte sincopadamente el jazz, el dub, el soul, el rithm’blues, y cualquier ritmo donde sus pulsaciones marcan la inercia.
De tanto en tanto, baja a la tierra, se pone al piano y te acuna y resetea. Y quizás esa era la magia de Richard Swift: Manejar los elementos usando los atajos propios de quien solo busca la esencia, y prescinde de cualquier cosa que maquille el ritmo, el flow, y la armonía base.

 

Sabido esto, se entiende perfectamente que desapareciera como solista en 2006; lo cual me dio una rabia enorme, y he tardado 15 años en entender. Y se dedicara a enriquecer a The Shims al piano y las voces, salpimentara Black Keys con su bajo rítmico, y de ahí su idea de The Arcs como laboratorio experimental.
Por camino produjo a Sharon Van Etten, Nathaniel Rateliff, Foxygen, Pure Bathing Culture, Kevin Morby, Tennis, Damien Jurado, Guster, Laetitia Sadier, y alguno más que me dejo.
Y en cada uno de ellos, una vez escuchadas sus canciones. Puedes notar su presencia de una manera tan poderosa y magnética. Como lo hace ahora, poseyendo a Dan Auerbach igual que un ente a su lacayo, previo pacto diabólico; entiendo.

 


Al escuchar la vuelta a los estudios de Dan, con sus Arcs. Acabas entendiendo un poco por qué disfrutaba más Richard, siendo parte de un sonido que el actor principal de la escena.
Y con la aparición de “Keep On Dreamin” antes de que acabara el pasado año; como adelanto de lo que sería esa deseada vuelta. La sospecha de que la misma, sería un magnífico tributo al color de la desbordante imaginación espacial de Richard, un presente confirmado.

 

 

 

Doce canciones que arremeten de entrada, con forma de pulsaciones de cálido funk caribeño, con este adelanto. Y complementadas con las imprescindibles visuales que Robert Schober ha ideado para cada tema del álbum.
Son, por así decirlo: La mejor forma de juntar el recuerdo perenne de Richard, y una justa reconciliación con mi últimamente olvidado Dan Auerbach; al que no prestaba la más mínima atención en su última deriva yoista.

 


“Eyez” admito que me cogió de la mano y me zarandeó; cuando quieres eso que alguien te da: ¿blandura y melodía? Afirmo sin rubor alguno.
Heaven in the Place” lo remarca, y aquí hay algo que me gusta horrores:
La manera nueva de cantar con el corazón de Dan. Logra que confirme la broma que fue el homenaje de raíz que se marcaron Black Keys hace dos años en esa parodia de versiones.
Y es que es una evidencia lo que cuenta el corazón para creerse de verdad lo que uno hace. Si es que lo que uno hace. Lo hace para quien escucha con ese audífono que todos llevamos ahí, insertado en las tripas.

 

 

El disco por sí mismo, pudiera parecer una especie de soul híbrido. Y a veces, por qué no, un agravio a ese terruño soulero, que aquí pudiera parecer una vedette de saldo con maquillaje barato para remover de la tumba a más de un clásico.
A mí, sinceramente:
Un ejercicio necesario y saludable para la malsana inercia de los proyectos personales de Dan. Y un laboratorio donde cada miembro, invierte los papeles y se lo pasan verdaderamente bien.
Por eso. Cada canción es un salto al vacío despelotado con una psicodelia aérea maravillosa. Que invoca a Richard y se hace presente; vaya si se hace presente. Notándose en un conjunto muy agradecido.

 

Dan Auerbach, el teclista Leon Michels, Nick Movson bajo en ristre, y el batería Homer Steinweiss que sustituye al fallecido Richard; pese a que se conservan numerosas pistas grabadas por el ideólogo del asunto.
Son los culpables de la…
Burrada de “Behind the Eyes” con una voz donde daría mi mano derecha si es Dan quien canta, o se nos ha colao un mini Van Morrison. Y una versión de tapadillo del “A Man Will Do Wrong” de Clarence Reid y Paul Kelly que aquí sí me creo. Alcanza el cenit más soulrockero y verídico del disco junto a “River”.

 

Y entre alguna que otra lisérgica instrumental para asimilar entre olisqueo y sorbo de vino.

Suceden las secuencias que me catapultan a descorchar y celebrar. La oportunidad de abrirse en canal para, y por el amor con la bella “Love doesn’t live here Anymore”; con falsete incluido.
Dándome la oportunidad enaltecer la apaleada Verdejo castellana. Con un Verdicchio primo italiano de Poggio San Marcello en Ancona, mientras los ecos de  Only One for Me” retumban fuerte de fondo.

 


 

La historia de un panadero reconvertido en viñador en 1972 Ferruccio Sartarelli. Que invirtió toda su energía en levantar una bodega volcada al 100% en el Verdicchio de calidad.
Y donde hija, marido y nieto/a elaboran cinco blancos. Y un Tralivio de viñas viejas en concreto, que me hizo perder el sentido en mi primer año en Bologna.
Así que el pasado verano, no podía volver a casa sin la tentación de probar su buque insignia Balciana.

 


Sin dar demasiado rodeos, Balciana es una jodida bomba de elixir con su15’5%, que mete miedo; para que negarlo. Y uno de los mejores blancos que he tenido el gusto de beber; así, sin meditarlo demasiado.
Junto a él podrían hacerle compañía el Grans Fassians del 97, el Mas D’en Compte del 2007, el Chateau St. Martin  2005 Michael Keller, o aquel Tondonia Rsva blanco del 82 que abrió Jordi Ferrer en casa de Xavi.

 

Pero al final, no hay ranking que valga si las sensaciones confluyen, se complementan, y esto del maridaje o conjunto emocional reúnen por ejemplo….
Ese vino rico, el picoteo que lo acompaña, la percusión de la cacharrería mientras cocinas, el sol que se cuela por la ventana del comedor y sin remediarlo… La música a la que invita todo esto joder. ¿bailas?
¿Mientras cocino, bebo, pico, troceo y remuevo? SIEMPRE.

 

Hay un color dorado licoroso que delata contundencia.

¿el aroma? Notas que recuerdan al Tokaji o una Riesling Auslese, ósea: Como si esa vendimia tardía y maduración al límite dejara un rastro ligero de podredumbre noble (Botritis) Que no.
Hay eso sí: Membrillo, ralladura de limón, almendras, y algo que pertenece a mi recuerdo y seguramente nadie entienda: Los panales de miel que venían en los botes de miel que comprábamos en Castellar de N’Hug.
Una sensación a cera de abeja que sospecho, viene del contacto de las pieles en la maceración; aunque es solo una cosa mía.


 

Boca potente y larga, claro, son casi 16 grados. Pero que no afectan a la sapidez de este vino que alberga una acidez calcárea sobrenatural. Por lo tanto, cuando se mezcla con comida… BoooM!! La cosa cobra una dimensión de complejidades juguetonas divertidísima.
Me acuerdo de esas primeras ciruelas claudias a las que apuras el hueso y esa acidez chispeante te recorre el paladar. El Pomelo rojo navegando entre el glicol y surfeando sobre esa acidez amarga final que invita a seguir bebiendo. Y un fondo largo de rodador como el de Fabian Cancellara o Viacheslav Ekimov, sellando un recuerdo palatar inolvidable.
Almendras amargas, orejones, mineralidad, cítricos y esa parte de amielada que no va asociada a la miel, sino a los aromas que desprende el panal y la parte floral de su cosecha.
Y poca escapatoria más  la que ofrece el conjunto del careo entre este Verdicchio di Jesi y un buen disco.
¿bandera blanca?
 

sábado, 10 de diciembre de 2022

MASTURBADORES DEL ALMA: LE STRIE 2009, LAS MONTAÑAS, UNA PLAYLIST, PICOS Y PALAS… MI VALLE.

 

 
Para algunos, perdido en el tiempo.

 

Para el que firma: Enterrado bajo las hojas secas de las acacias y la hiedra quemada por el sol.

 

Ahora que por fin el frío parece querer convencernos de su existencia. Ahora, y pese a que soy más de entretiempos que de extremos.
Voy a salir a pasear para tomar conciencia de que otro año más se va por el sumidero, coincidiendo con la nefasta efeméride del veinte del once, de deceso y resurrección. Y dar así, banda sonora a esta especie de candidez desoladora que tanto me sofoca del Otoño/Invierno.
Con canciones, por supuesto.

 

No sé, que me pasa. Que cuando siento abandonarlo todo y dejarme arrastrar por la corriente del curso. Casi siempre hay una razón por la que escribir algo -lo que sea- sin el más mínimo interés público. Pero con un efecto paliativo y desfibrilador para este vetusto chamizo.
Hablar de canciones. Esas que deberían ser el recuerdo de nuestro anuario. Aunque por ser tan egoístamente nuestras, dude cada día si compartirlas, o guardármelas para el día de mi velatorio.

Insisto y subrayo:

- Si el día de mi última función, no me da tiempo a dejar testamento, pósit bajo el monitor, o esquela. Y me viene de sopetón, por la espalda y sin avisar.

Solo deseo que suene fuerte y expandida, cualquiera de las 81 carpetas de playlist que guardo con sus 16 gigas de canciones.

Y las bailéis; a poder ser.

 

 

Pero mientras tanto no llegue ese día, veréis…
Yo solo observo.
Miro por el filo de balcón el horizonte de Collserola, la luna que a veces (solo a veces), se posa sobre la silueta de las casas colindantes. Y hallo alguna excusa benévola (siempre), para abrir una botella de vino de mil lugares y en este caso de mi Italia querida.
Un Nebbiolo (o como allí se le conoce: Chiavenasca) con un pin de Rossola, Pignola y Brugnola del municipio de Teglio (como los jugones de Barbacan); en la Valtellina.

 


Por allí andorreé este pasado verano y llevo notando como un guijarro en mis zapatillas. Ese testimonio que haga de alguna manera, merecer la pena el recuerdo y este texto peregrino.

Que por si alguien duda en algún momento la escasa relación de música, vino, cancionero y mochilas. Bien puede ahorrarse el tiempo de esta lectura/escucha, y enchegar la tele.

 

 

Quizás también, en coincidencia de veladas furtivas para salir a desenterrar difuntos criogenizados desde 1989 y 1967 en Burdeos e invocar difuntos ausentes, con mi vecino Carlos. Haya una posible coincidencia que desencadene de alguna manera lo acontecido; no digo yo que no.
Pero apostaría mis dos atrofiadas piernas, que es una especie de impulso para dignificar este blog. Necesitado como está, de un adecentamiento vigorizante y el desdén de su administrador. Estando como estoy, por darme más placeres que tareas.

 



 

 

Iba yo caminando absorto.

Tanto que me dejé a mis hijos en el vestíbulo del Forte Montecchio. Y seguí caminando en dirección a Teglio como el que quiere perder de vista la lúxury rancia a pachuli de Como y Bellagio.
Sentirte diminuto, intimidado, y sin embargo, al abrigo de las mastodónticas montañas de la Valtellina. Es de esas sensaciones placenteras que solo se dan cuando estás a merced del paisaje: Te dejas, te llevas, te avientas, y notas por fin. Que toda esa abrumante sensación de peso que ejercen sobre ti las grandes urbes; con sus seres inhumanos empujando y apartando. Son la verdadera enfermedad que arrastramos como una condena diaria.
Aquí no, como digo yo.
 


 

 

La liturgia de desnudar el cuello de la botella. Ejercer la presión y puntería precisa sobre el corcho que ha sellado durante trece idóneos años sus secretos. Desbordar sobre el fondo de la copa su melena de carmesí y teja insolada, para asomarse a ciegas al precipicio. Y que solo sea el olfato (igual que el oído), el que hilvane y conecte los sentidos sin necesidad de ver.
Luego de que el alma borbotée haciendo de tus ojos ciegos, dos proyectores luminosos sobre fondo negro. De paisajes, territorios, fondos cobaltos, esponjosas nubes… Y silencios eternos, solo rotos por las melodías.
Es; y perdonad lo empalagoso y pretencioso del asunto. El único consuelo que hallo, cuando me asaltan los nubarrones, las tardes ventosas, y la alopecia arbórea que tapiza las calles de ocres y palidez amarillenta.
No puedo (ni quiero) evitar acordarme de mamá. De que ese mismo día de hace nueve años yo entraba en la UCI. Y un mes después salía catapultado entre la euforia, la desesperación y un largo año en el que perdí también a mi suegro y un poco de esperanza, también.

 

Así que, y pese a que, Gal Costa primero. Y después Wilko Johnson.
Nos han recordado la tragedia de la pérdida, y después el vacío de la ausencia.
Solo me queda brindar por la vida con música:

 

Dormido en la copa, desperezándose, aliviado del cautiverio. Entorna los ojos; cegado por la luz de la mañana, se incorpora, agárrase al borde de la copa. Y levante el vuelo mientras asiendo sus crines, te dejas llevar arrastras.
Su color de vino viejo y tejas desconchadas por el sol, te enseñan envueltos en su volátil licoroso: El verdor de las hierbas de monte, la raíz del regaliz, un poquito de cacao.

 

Pasan el día, la noche, y el amanecer. Y aparece la fruta roja melosa de arándanos, fresitas silvestres, arañones, todas ellas infusionadas en licor de aguardiente.
Te cargas de valor y das un sorbo, mientras de la mano oteas el Pizzo Coca a un lado, y Piz Combul al otro.
Y Gal Costa te canta al oído: - Cuando me miras me convierto en arena. Dobla tu cuerpo para ella, para mi montaña.
Y yo… ¡¡Me santiguo cruzando los dedos!!

 


Su boca es un pecado salivante donde todo lo que se intuye en su perfume, cobra sentido:

La explosión aromática de las hierbas medicinales de monte cuando corres entre ellas con el rocío de la mañana. Esa parte balsámica y licorosa de la fruta roja, que seguramente obedezca a una parte de uva sobremadurada y pansificada excepcionalmente en la vinificación de esta añada. La ausencia de madera y maquillaje alguno pese al año y medio de crianza.
Y la dentellada final de amargor, igual que ese chupetón furtivo que  deja la marca delatora en tu cuello.

 


 

Después dejo la copa vacía en el fregadero y sigo con mis quehaceres. Echando freno incluso, a la retahíla de monodosis con forma de canciones debidamente pautadas por el Dr. Naide.
Vuelvo a la copa como un drogadicto; ¿como?
Pues en las copas vacías como sudarios, regreso una y otra vez para buscar esos pétalos secos de rosas que se perdían entre las páginas. Macerándome entre el azúcar residual, la esencia, y el volumen de la música que retumba en mi pecera.

 

 

Las cuarenta y tantas melodías que se entretejen las unas con las otras, en este último testimonio del 2022. Son y serán por siempre mi escapulario.
Esa mochilita que me acompañará en reproductor de bolsillo, en el coche… Desperdigadas en el maligno Spotify y talladas con mimo y escrupuloso orden en otra carpeta más.
Canciones para oídos traviesos y sin manías.
Disfrútenlas sin compasión ni condición.
La vida es disfrute egoísta y poco más.
Yo de mientras, me pondré y no se cuándo. A ordenar mis preferencias de este raro año.
Una de las pocas tareas que me encomiendo por puro vicio y misantropía.
 
00_LOTTE KESTNER_Colors that did not exist
01_CIRCUIT DES YEUX_Sculpting the exodus (Claire Rosesay Remix)
02_ZOLA JESUS_Sewn
03_SALVANA_Ingrávida
04_DEPRESIÓN SONORA_Veo tan adentro
05_PARARRAYOS_Tibidabo
06_BIZNAGA_Domingo especialmente triste (feat Triángulo del Amor Bizarro)
07_JETSTREAM PONY_Strood McD F.C. (reissue)
08_SR. CHINARRO_Falsos autónomos
09_MORRISSEY_Rebels without applause
10_EZRA FURMAN_Forever in sunset
11_SEA POWER_Green godness
12_BIFF BANG POW_Sheb never understood (reissue)
13_GAL COSTA_Quando você olha en tu mirada (ovituario)
14_INVISIBLE HARVEY_Hay tanta menta en tu mirada
15_PANDA BEAR & SONIC BOOM_Livin'in the after
16_BUILT TO SPILL_Elements
17_ROBYN HITCHCOCK_The inner life of scorpio
18_WILL SHEFF_In the thick of it
19_THE BATHERS_Time regained
20_MARTIN FAWLEY_This is gonna change your mind
21_WOULD-BE-GOOD_Saturn's child
22_TOGETHER PANGEA_What it's like
23_WEIRD NIGHTMARE_So far gone
24_ELK CITY_That someone
25_BNNY_Time walk
26_QUASI_Doomscrollers
27_JULIAN COPE_I'm bloody sure you're on dope
28_FAYE_In the dark
29_RUSSIAN CIRCLES_Conduit
30_COURE_Pentaóxid
31_THE UMLAUTS_Non è ancora
32_PLOHO_Plattenbauten
33_VATICAN SHADOW_Corruption in the system
34_I START COUNTING_Million headed monster
35_SUNFLOWER BEAN_Who put you to this
36_DRUGDEALER_Madison
37_NILE MARR_You pull me in
38_POSTER PAINTS_Circus moving on
39_DARREN HAYMAN_A room within a room
40_SPARXSEA_Forever love
41_THE WORLD IS HAUNTED_Going down
42_MADRUGADA_Nobody loves you like i do
43_DAVID BOWIE_Rock'n roll suicide (Live Moonage Daydreamer) reissue
44_MICHEL CLOUP_Vieillir
45_THE UMLAUTS_Another fact (another party)