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domingo, 26 de julio de 2015

FERNANDO ALFARO, su SAINT_MALO, Y LAS PERIPECIAS EN CAN SUMARRO 2015: (FERNANDO ALFARO, LA BIEN QUERIDA Y AMATRIA)

De mi última peregrinación el pasado Viernes 10 a los Jardines de Can Sumarro, a raíz de la 13ª edición del Petit Format que organiza el mítico Depo Club de L'Hospitalet. Debería, #en condicional, pues como sabéis los que os pasáis por aquí, la premura y la puntualidad nos son ninguna de mis virtudes. Haber publicado hace ya unos días, algo parecido a una crónica ágil, detallada e incluso breve.
La propagación sin embargo, de eso que por aquí llaman xafogor y sus consecuencias #ese líquido untuoso y pegajoso que nos adhiere al sofá, como los mocos a los dedos. Ha hecho que aquí, el menda lerenda. Dedicase todo el fin de semana a ver pasar el minutero, como quien se encanta con esa mosca circundando alrededor de la lámpara. No me justifico no, si acaso me proclamo con orgullo y vehemencia, poco dado a las obligaciones. E incluso aplicado en eso de gestionar la energía; la que dicen provoca el sudor y el calentamiento global, esa.
En contrapartida os compensaré. Y aprovecharé para explayarme con uno de los discos que mejor ilustra y justifica mi tan constante decúbito supino: La vuelta a casa de Fernando Alfaro y su humeante SAINT-MALO.


Se que suena a excusa, de verdad. Pero sospecho que la dichosa crónica con tintes en un telegrama -stop- donde las inclemencias climatológicas, el gentío y mis manías -stop- acabarán llevándose un protagonismo que no se merecen -stop-.
Y no es que la distancia de mi casa al sarao sea el primer de los escollos; con tal de escaparme de este agujero que es mi pueblo, lo que sea: Tener que ponerme en manos de un artilugio para que me guíe, pues si me llevan de la mano jamás memorizo el camino. Comerme un tentempié mientras manejo para no caer en desmallo. Y llegar a las nueve tocadas, para comprobar que los horarios de la web se los han pasado por los webs. (Constatar que el motivo principal de mi peregrinación está empezado o casi concluso) #eso, lo dejo entre paréntesis para dar constancia de mi berrinche sin necesidad de montar un numerito. Y bueno qué, los momentos son por así decirlo: como trozos que de prestado nos da la vida, se comen o se dejan; como las lentejas. Así que sin más, sorteando con movimientos camaleónicos al personal y dando fe del popular dicho: “tienes más peligro que un escalón de Can Sumarro”. Me acerqué para devorar los cuatro últimos temas de Fernando.
Visto con los verdes focos que lo iluminaban mientras tocaba un tema de su último trabajo, guitarra al ristre. Pensé por un momento que se había aparecido allí, todo pintado de verde: cara, brazos, camisa... Sonó Fuerte y cualquier disgusto se disipó, así es, era el Increíble Hulk; más domado, pero igual de lúcido que siempre. Un bocado de esos que te dejan con la miel en los labios; que se le va a hacer.

La suerte es que salir y despejarse no solo vive de conciertos, también de ver, charlar y conocer gente; una cuenta pendiente que tengo desde chico y mi insufrible autismo infantil. Volver a ver a la autora perdida de Music Rules Our World, Marta, y saber de su vida. Cosas que uno hace cada vez más de tarde en tarde, que te conectan y desconectan, y que como pasajeros de un tren nos hace variar de itinerarios.
En cualquier caso la vida pasa a toda velocidad, y no es cuestión querer detener el tiempo por más que nos aferramos.
Nos hacemos grandes como Fernando Alfaro y sus canciones. Al fin y al cabo hemos envejecido con ellas, y eso mola. Sí mola. Justo el adjetivo que merece.

Empezaron al rato LA BIEN QUERIDA; otra artista que me tiene robado el corazón. Y yo, más pendiente de Fernando recogiendo sus bártulos, que de Ana Fernández (la Bilbaina) y David Rodrigez (el catalán) de Beef y La Estrella de David. Un set semiacústico por así decirlo, donde la voz Ana fue la dominante por encima de cualquier instrumentación posible. Va sobrada, y aunque sus canciones de despecho no nos dejen bien parados, nos atraen como la mantis al lecho conyugal: Un masoquismo visceral que nos atrapa en una tela de araña con aires de andamiaje funcional y práctico. Lo justo para armar una estructura musical por donde se filtran corrientes que beben del romancero más folklórico, como del pop sesentero a lo Jane Birkin o el de Jeanette. Un disco, el de “Premeditación, alevosía y Nocturnidad/2015” que aún perdiendo ese punto más bailable y arrabalero de “Ceremonia/2011”, parece haber sido confeccionado para escucharlo con más atención y profundidad.
En clave acústica la verdad es que funcionó bastante bien, pues la carcasa al desnudo de sus canciones en realidad son puro Pop de autor. Luego están las bases electrónicas tan bien gestionadas por David, que aunque en directo le jugasen alguna mala pasada, lo solventaron con bastante honor.
Son canciones que pueden enfocarse de mil maneras y eso pasa principalmente porque Ana domina su medio -la voz- de manera impecable; algo siesa, pero siempre con el tono adecuado. Muchos descarriados por allí que preguntaban de quien se trataba. Y es que canciones como “De momento Abril”. “9.6”, “Luna Nueva” o “Muero de Amor” son de aquellas que irradian un tono electropop naiff que bien podrían beber del folklore más tradicional de nuestro país.

Acabado el set de La Bien Querida, y con el manto casi bucólico de su tonadillas más acústicas flotando todavía en el atardecer.
Cuando la luz se echaba ya a dormir. Y las criaturas de la noche (mosquitos, moscones y moscardones) zumban que te zumban hasta adherirse a la peguntosa piel. Para qué maldecir el clima, si ahí están los saciantes mojitos del Depo -eso si les hizo ganar puntos- hay que reconocerlo. Tanto, que junto a las deliciosas viandas que preparaban en una rulotte próxima, vimos con más lucidez que el cambio de programación, tenía hasta su lógica.

Saltaron sobre el escenario AMATRIA, y pese a no ser santos de mi devoción en momentos puntuales. Cuando despliegan ese sonidero de ritmos Funk, Eurodisco y zangolotinos. A uno no le queda más remedio que bailar.
Tengo que admitir que una banda puede no gustarte desde la perspectiva estilística, prensada y editada. Pero pueden tener mucha actitud sobre el escenario, saber venderse, dar una vuelta más de tuerca a su sonido, y acabar rendido a sus pies; da igual si son las situaciones las que lo precisan.
Pues eso, que a mi plim. Si me hacen bailar y disfrutar, lo demás son neuras para guardar las formas, y que hablen...

SAINT-MALO de ALFARO FERNANDO





Quince días más tarde, ahí queda ya a lo lejos ese vano recuerdo de ahogarte en tu propio sudor. De ver a la chiquellería corretear y hacer el pino a medias mientras te ahogas en tu humo. De calarte los dientes con el hielo picado y la menta, y de ver a Fernando hacer la fila para cenar, como los demás.
Ese recuerdo brumoso y neblinoso como esa humedad que emerge junto a la costa cada mañana, es ahora hasta más intenso incluso. Fue esa misma sensación de la eyaculación precoz #sentir el subidón a la vez que la frustración.
Una rara disonancia entre el deseo y el guarda para mañana. Con la única esperanza de que en Octubre pasee con banda este esperado trabajo y yo tenga mejor suerte; no queda otra. De mientras... las escuchas se suceden. No he necesitado muchas la verdad. La primera fue vía streaming y fue un pálpito, aunque no suelo dejarme llevar demasiado por las primeras impresiones; prefiero echar pulsos con sucesivas audiciones.
Pero sería de tontos, no admitir que tras aquel último concierto/regreso de Chucho; ese mismo que hace más de año y medio me giró del revés, me rajó, me cosió, me pespunteó y me sumió en un largo sueño de 12 días. La idea de volver a ver entrar en el estudio a la banda, no se nos pasó a más de uno por la cabeza. Fue un poco de todo: El tema nuevo al cabo de nueve años “Motor de Perro Negro”, ver sobre un escenario a la banda al completo, el cincelado rudo y amable a la vez de todo el temario... Como un aliento de sepulcro casi fantasmal. Y verlos ahí, mejor incluso que las cuatro veces anteriores.
Son ese tipo de bendiciones a las que uno se agarra cuando nada te compensa. Egoísta puede... mejor así.
Digerir las distintas transfiguraciones de Fernando and Co. Como justas evoluciones naturales de la vida y de uno mismo, o las zanjas que vamos tapando por el camino. Quizás sea lo más justo, sin entrar por supuesto en detalles y análisis de forense musical.

La cosa es que después de aceptar “La Vida es Extraña y Rara/2011”, como un disco despellejado, desnudo y cuarteado #Un disco donde las metáforas empíricas que con Surfin' Bichos y Chucho nos alucinaron, parece que se van un poco al garete.
Aquí todo es realidad. De la que se toca, incluso diría más. De la que tal y como hemos madurado con la edad, nos hace más cómplices y hasta protagonistas - Que ya no semos unos niños!!Saint-Malo es como una necesaria resurrección tras unos años de autoenjuiciamiento. Algo así como someterse a un jurado; el de uno propio, que es el más chungo, y superar un mar de dudas a nado y sin bombona de oxígeno.
El caso es que Fernando Alfaro ha salido reforzado. Y me atrevería a decir sin excederme, que es uno de sus mejores trabajos en años; sin subestimar en absoluto el resto. Y en esto no me voy a andar por las ramas y voy a ser franco:
Me parecen por encima de estilos, sonido o texturas las suyas. Unas de las letras más ágiles, directas sin por ello andar escasas de poesía; y refrescantes sobretodo. No las voy a comparar con nada de lo anterior. Si acaso voy a pensar que coge lo mejor de cada época: Lo periférico y subterráneo de Surfin' Bichos, lo sugerente e imaginario de Chucho, y lo autobiográfico de su última etapa. Un disco rebosante de Pop inocentemente feliz, donde lo trágico, melancólico y contemplativo se entrelaza. Dando algo que sin saber bien que es, te acaba dejando un muy buen cuerpo.
Sin estridencias ni las aristas de otros trabajos. Aquí cada cosa suena en su sitio, y con una mesura que hasta diría yo que reconforta y estimula. Lo cual no significa que al escucharlo uno no intente buscar conexiones con el pasado; que las hay.
Pero lo cierto y más agradecido, es que tampoco lo necesita; si lo que queremos es disfrutar de él. No sé, es como el hermano mayor que se fue de casa bien joven, y regresa al cabo de los años con un semblante que se te antoja rejuvenecido pese haber envejecido; ¿me explico?


SAINT_MALO llega en un momento idóneo. Salvador de estos calores que te hunden hasta el fondo de la tierra, buscando humedad, como las raíces. Y nos muestra a un Fernando plácido, contemplativo y aliviado.
Son puede, esas instrumentaciones y voces que se mecen como una vela latina en las corrientes de la costa. Tiene ese aire mediterráneo en cada nota, en las sensaciones que transpira y en el lenguaje de Fernando, mucho más natural y palpable. Se escucha como una travesía cotidiana empujada por la brisa y la marejadilla en plácidos subeybaja. Y desde el primer segundo, cuando echa a rodar “Velero”, sale a flote un efecto liberador que nos acompaña en todo el trayecto.
Saariselká Stroll” con constantes viajes a la infancia palpitante de quien no arrastra demasiado equipaje, o “Tempus Fugit”: Trabalenguas de automatismos que no se explican ni se entienden, pero que a los seguidores de Fernando nos hacen ya de criptogramas que se resuelven al vuelo. La verdad es que con los años, los textos del Albaceteño son cada vez más translúcidos.
Esos tempos contemplativos a los que me refiero, cuando la escucha bien vale salivar, amasar y deglutir. Un arranque donde el balcón marino de Barcelona; su actual residencia. Parece haberle aportado un sentido más diáfano de la vida que se pasa. El Pop omnipresente en esas canciones o en otras como “Bonita fiesta”, se torna crepuscular cuando llega “Me hiere, no me hiere”. Y es verdad, tiene un ritmo parecido al de una historia o incluso al de una vida con sus fases lunares definidas y otras con degradados.
Las intersecciones se suceden, veloces. Suenan pequeños himnos de bolsillo como “Arrancando las vías” para que a nadie se nos olvide que la prosa de Surfin' Bichos sigue indemne. Con “El Ascensor de Herodes” los claros de pop juguetón se alternan con las sombras del arbolado. Aquí vuelve de nuevo esa métrica tan familiar a golpe de impulso ventricular. Letras de una agilidad y brillantez onomatopéyica tan musical, que en verdad, la música tan permeable a las últimas colaboraciones con Joe Crepúsculo, acaba sonando prácticamente testimonial. De echo, es una de los grandes aciertos de este disco.

Pijama de Fantasma” y “La Luna Aplastada” son dos de las gemas de este trabajo; mis preferidas sin duda. Ese tipo de canciones que definen un día cualquiera, y que nos rememoran épocas donde la música salvaba vidas a la deriva. “La Edad Media” apuntilla el oscurantismo que sin embargo a todos nos da luz; toda una autopsia confesional que asusta.
Y que bueno el susto, nos revive y sobrecarga. Un poco cruel, porque no decirlo. Saint-Malo asciende a los cielos lentamente con pequeñas monodosis, nos alza y nos lanza al vacío siempre con bastante delicadeza; como para no hacernos daño. Pero las despedidas ya se sabe, son crueles y por lentas no menos dolorosas. “La Eternidad” la define así: hasta que la muerte nos separe. De novios con actos y entreactos que dosifican esta relación que nos une por las tripas, pero también por el corazón.
Eso fue todo” suena a luces encendidas y a shock de despedida. Acaba la orquesta con un redoble, aplausos y el batiburrillo de público y camareros blandiendo retirada vasos, botellas y cigarrillos.
Y cuando te vas a casa, solo normalmente. Por el camino rememoras y ordenas, nunca lo suficientemente. Para eso está la certeza de que nunca será igual, y también la magia del asunto.

domingo, 16 de octubre de 2011

PERRO Y HUESO


FERNANDO ALFARO EN:           
PERRO Y HUESO
SALA HELIOGÀBAL
14/10/2011



Eran las diez de la noche pasadas y los críos dormían , en el salón crepitaban los destellos del tubo catódico del televisor , no se que daban: Algún mensaje para la muchedumbre , panfletos , eslóganes y alguna noticia intrascendente para rellenar estadísticas de por medio. Pudiera ser que fuera alguna serie , o película salpicada de encantadores anuncios.
Sonó el timbre de la puerta y me preparé para descubrir tan sospechosa visita a esas intempestivas horas de la noche. Ante el umbral de la puerta Fernando Alfaro ataviado con un guitarra eléctrica , bien escudado por Xavi Molero a los tambores.
Parecía cansado tras una larga travesía , su mirada perdida con su timidez perenne , balbuceaba frases inconexas. Y allí mismo comenzó a cantar en una ofrenda translúcida de textos y rasgos de guitarra con los ojos entornados y el cuerpo encorvado , apaguemos el televisor , giremos el sofá y contemplemos estupefactos el curioso encuentro.

Esa es la misma sensación que sentimos todos los que el Jueves nos acurruquemos en Heliogàbal: Un pequeño bar donde se desarrollan pequeños trabajos sucios de lo artístico y lo intrascendental , campo de entrenamiento y ensayo para todo aquel que vende su mercancía a pie de calle.
Diez y seis años atrincherado en el barrio de Gracia cumple este espacio , donde caben todas aquellas propuestas que requieren del roce para traficar con el mensaje de mano en mano.

Sin darme cuenta ya han pasado once años desde que tuve la oportunidad de verlo y entrevistarlo , en su segunda visita a propósito de su exitoso TEJIDO DE FELICIDAD , es evidente que el tiempo pasa velozmente para todos nosotros. Pero es en estas ocasiones en las que mirando alrededor y a uno mismo frente al espejo donde se ve reflejado en nuestros ídolos musicales el inescrutable paso del tiempo. Envejecemos sin remedio aunque revivamos tiempos pasados con encuentros como el del Jueves en las angostas calles de Gracia.



Su regreso repite una vieja formula , que no es otra que la del inicio desde cero tal y como pasó en los inicios de Chucho allá por el 95. Solo que en esta ocasión sí parece ser una partida desde cero en lo musical y en lo extramusical , sus textos desde aquellas rabietas imaginarias que nos llevaran por: Hermanos Carnales , gente abollada , Fotógrafos y tormentas hasta el ciclón entre lo oscuro y lo luminoso en su mutación hacia Chucho conservaba aún bastantes rasgos y parentescos entre si.
Esta vez Fernando Alfaro parece haber roto por completo con algunos de sus miedos y obsesiones , en su nuevo disco aparecen textos en los que se hace bastante más afable y entrañable no precisamente para hacerlo ni mejor ni peor tan solo un poco extraño , ¿podía ser aún más extraño y enigmático el mundo de Fernando? Lo es.



Su timidez sobre el escenario siempre me ha parecido atractiva , si además ahondo sobre sus letras cargadas de simbolismos y lenguajes viscerales , me encuentro inmerso de lleno en un mundo particular del que difícilmente puedo escapar , seguramente lo que todos aquellos que han seguido su trayectoria encuentran en él. No se trata de querer entender su significado , si no de sentir sensaciones con la musicalidad de su prosa rugosa , sanguinolenta y violentamente poética.
No buscamos rimas fáciles ni estribillos pegadizos , si no efectos que nacen en la misma boca del estomago y que tienen más que ver con sensaciones irracionales y carnales que con la razón o emotividad al uso.

El pequeño “garito” se llenó en un santiamén , lo justo para que mi cuñado y yo nos ventilásemos una cerveza posiblemente en el peor Bar de Gracia , ya sabéis a lo que me refiero: Aquellos en los que el camarero te escudriña de arriba a bajo y te cobra “ipso facto” , o que cambian un estupendo video de HouseMartins por el canal latino de los 40 en la tele del bar.

Así , dando un pequeño paseo sobre nuestros pasos con una gran luna llena coronando Barcelona volvimos hacia Heliogàbal.
En la entrada ya se amontonaban aquellos que querían canjear su entrada vía internet como buenos previsores ellos , lo cual indica un buen grado de devoción por nuestro querido CHUCHO. Nosotros la verdad es que fuimos en total aventura , quizás esperando menos personal descreídos de nosotros.



Dentro del bar seguí escrupulosamente con uno de mis enfermizos ritos habituales , del que no voy a dar explicación: Analizar al personal allí presente.
Siempre que acudo a un concierto sin saber muy bien el porqué espero encontrar alguna cara conocida o viejo amigo , lo cual no ocurre casi nunca , salvo por la presencia en casi un 99% de mis conciertos de un hombre maduro de unos 55 años aproximadamente con pelo canoso y pinta de crítico del Periódico (esta es una de mis hipótesis). De echo , creo que en todos nuestros conciertos hay una de esas personas a las que jamás ubicaríamos en el concierto de tal o cual artista , pues bien , ese señor es uno de mis extraños personajes con pinta de señor serio y correcto que igual acude a un concierto de Pavement como a uno de Migala.
Pero esa noche no apareció , si que volví a ver extrañamente a un viejo amigo de andanzas Morrisianas al que conocí hace doce años en un viaje a Lisboa para ver a Morrissey. Desde entonces habíamos no vuelto a vernos , y en un año nos hemos visto dos veces , curioso ¿no?
Pero bueno también es triste que tres cuartas partes de la entrada hable de todo menos del concierto en cuestión.
El evento comenzó pasadas las diez de la noche. El día anterior ya lo tuvimos dando la otra cara de la moneda en un set más acústico , y la verdad es que no tenía muy claro acudir a verlo por el tempestuoso día entre semana. Pero mi salvador cuñado me empujó , y en eso le debo una.



La noche destapó el telón con una de mis preferidas “extintor de incendios” por la que me decanto quizás por esa letra redentora , en la que parece ilustrar a la perfección su nuevo renacer con una declaración de muerte abierta y sincera. La apuesta era una y singular por lo curioso del maridaje: Batería y guitarra eléctrica pero posiblemente la más adecuada para la crudeza y desnudez de sus canciones. Sonaron casi todas , exceptuando “el dolor del miembro fantasma” o “sin cobertura” , en cambio nos cayeron del cielo dos estupendos regalos finales: “Fuerte” de Surfin Bichos y “Perruzo” de Chucho.
Si en lo personal debo destacar alguna , a parte de la emoción de volver a escuchar algún tema de los Surfin' en directo. Son sin dudarlo un momento “Los Héroes podridos” , “hijo de perra” y “camisa hawaiana de fuerza” la que grabó íntegramente mi viejo Matías para sus dos hijos , esa sinergia generacional fue la que imperó entre la concurrencia. Porque casi todos los que nos hallábamos allí por edad , parecíamos haber sido rescatados de las catacumbas del”Indie” más añejo.

El regreso a casa fue feliz: Contentos , chisposos y locuaces con ganas de compartir la vivencia hasta con el vigilante del Parking muy jocoso él.
En el coche mientras conducía por una Barcelona iluminada por la luna e inusual para mi , surgían hipotéticas historias anónimas de todo aquel que se nos cruzaba en los semáforos.
Resulta infantil y emocionante rememorar esas sensaciones de regreso a casa , mientras un cuarentón conduce en el silencio de la noche. Algo que añoro una barbaridad , ya casi no salgo pero cuando lo hago lo disfruto como el primer día de mi lejana juventud , en el coche sonaba la maravillosa banda sonora de JIM JARMUSH en BROKEN FLOWERS: Mulatu Astatqe , Marvin Gaye , The Greenhorners , The Tennors , Dengue Fever o Holly Golightly , una imperdible banda sonora además de película que rubrica instantáneamente un perfecto regreso a casa , BUENAS NOCHES Y GRACIAS.

Gracias a las dos primeras fotos agenciadas del facebook de Manu E Litah , es lo que tiene quedarse sin batería de la cámara y tener que hacerlas con el móvil.

http://www.myspace.com/fernandoalfaroylosalienistas 

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