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lunes, 25 de enero de 2016

PLEASE, MEET THE BEST/2015 PLAYLIST



Como cada año, más o menos por estas fechas. Justo cuando nos sentimos de pleno engullidos por el año nuevo 2016; éste que nos posee. Llegan las canciones más molonas de la pasada campaña.
Sos regalos que se perdieron de camino a casa el día que Leandro -un enjuto empleado de la posta de San Gilberto de Sempringham- decidió un buen día de Diciembre hacerse un iglú, con la paquetería consignada en su dependencia. Y exiliarse a cara de perro sin dejar una miserable esquela a conocidos ni amigos.

Dicen los que le sirvieron el primer y último carajillo del día D. Que dejó señas de su partida hacia Penoute, en una mañana de impenetrable niebla, humedad descoyuntadora y recio frío; el que se te cuela por las perneras del pantalón.
A él poco le importaba -poco menos que un carajo y 3 ½- Le llamaba la tantalita como quien acude al poderoso reclamo del hambre , o del sexo. También la soledad, y ese irrefrenable deseo de mandar al cuerno las pilas incalculables de murgas, coplillas y sainetes que lo sepultaban cada día. Y si se estima incluir: También ese deseo interior de revolucionario aniñado.

Con los primeros rayos de sol a despuntar, los regalos se derritieron formando un inmenso glaciar de colorines. Se precipitaron ladera abajo, y desbordaron presas, derrumbaron puentes e inundaron aldeas y ciudades.
Ahora y aquí, treinta de esas porciones de año en forma de canciones. Nos vienen a dar la buena nueva del 2015, pasajero y todavía candente legajo de aquello que se nos fue. Un 2015 truculento, reluciente en desenlace y de nostálgico recuerdo. Un cardiograma sube y baja que elige treinta y un momentos memorables. Para que los gustosos de medir los años con canciones, que como diapositivas, nos devuelven lo mejor que nos pasó. Pulsen el Play, y dejen correr los más de tres cuartos de hora de música sanadora.

Yo, todavía digiriendo este nuevo cambio cíclico, no espero más que lo ya vivido: Surcar todavía los rápidos de tan arrebatadora cosecha, que nos arrastra montaña abajo. Y si se tercia, remontarla una y otra vez para rememorar sucesos, onomásticas y esos momentos que se enraízan en cada nota, compás o estribillo.
Ya sabéis que la vida no la miden los años ni los meses; ni siquiera los lustros. Que cuando se avanza todo acaba en el vórtice del recuerdo y la memoria maleable:
Se recuperan cual antojo, para viajar por ella y así cambiar la piel o el hábito. Rejuvenecer como el transformista que se transviste, el actor que interpreta y el guión cambiante según la edad y el antojo de quien la vive. Cada canción una imagen, un estómago anudado, un suspiro largo y hasta una persona amada.
Disfrútenla, y que nadie cambie nuestra visión imaginaria de las cosas.

 TRACKLIST:
00_RYAN ADAMS_wildest dreams
01_DESTROYER_times square
02_COURTNEY BARNETT_dead fox
03_FERNANDO ALFARO_la luna aplastada
04_BILL RYDER_JONES_ two to birkenhead
05_DIANE COFFEE_govT
06_TORUL_all
07_HIDROGENESSE_vuelve conmigo a italia
08_JOHN GRANT_black blizzard
09_YEARS & YEARS_king
10_FOALS_what went down
11_THE DEARS_we lost everything
12_BLACK RIVERS_voyager 1
13_ALABAMA SHAKES_guess who
14_ELVYN_ellie
15_DICK DIVER_private number
16_WHYTE HORSES_the snowfalls
17_ALONDRA BENTLEY_what will you dream
18_MC McCAUGHAN_come upstairs
19_UNLIKELY FRIENDS_satellite station
20_SHINIES_nothing like something happens anywhere
21_SLAVES_sockets
22_P.I.L_double trouble
23_THE SONICS_i got your number-courage
24_CAR SEAT HEADREST_something soon
25_GUN OUTFIT_scorpions vegas
26_PINKSHINYULTRABLAST_metamorphosis
27_SHARON VAN ETTEN_tell me (live)
28_HAPPYNESS_montreal rock band somewhere
29_EZRA FURMAN_watch you go by
30_ALEX BUREY_come over
31_FIN

lunes, 7 de diciembre de 2015

TANGUERINEMIND: LAST ÚLTIMA PLAY*LIST THIS AÑO




Corrían años y días como hormiguitas laboriosas. Unas sacando pecho de cabeza roja y afiladas fauces, otras diminutas cabizbajas agitando sus antenas mientras mordisquean la carne más mórbida y derretida. Cada bocado tocaba con un tono de campana de Shuválov el paso infatigable del tiempo: la aproximación a la caída al vacío del año, que se nos va.
Mientras tanto y seguro como estoy de que nos precipitaremos catarata abajo, sin más escalofrío que el de una despellejada mañana de Enero. Lo veo pasar y hago cuentas de que justo por estas fechas hace dos años, la vida me daba otro descuento.

Son esos trayectos continuos al hospital, para ver a mi convaleciente madre; durante semanas pasadas. Los que me han dejado anulado en práctica y teórica, de todo aquello que lubrica mis engranajes: ejercicios gimnásticos, piscinas, crónicas, escritos y papelotes...
En cambio sí me ha devuelto otras que tenía casi olvidadas: Hacer un recorrido en coche más largo que esos escasos 15 minutos hasta mi trabajo, para escuchar más música de lo normal; remedios que también curan. Volver a recorrer los pasillos de un hospital, la santidad inmaculada de enfermeras y asistentes... Y pensar que ya es casualidad que justo dos años más tarde, las circunstancias de la vida prestada, me hayan puesto otra vez ahí. Para darle más empaque a una conmemoración que no celebro, pero que siempre tengo presente.

Me han vuelto de golpe y sin quererlo, las pasiones por devorar mandarinas a tientas mientras conduzco hacia el hospital. Me gusta el tacto, el olor que impregna uñas y toda la estancia del vehículo.
Nunca fui un devoto por estos pequeños frutos cítricos , hasta tal extremo. Pero allí a oscuras, en la habitación de la 9ª planta y de madrugada, no hacia más que comer mandarinas como un poseso. Dicen que los cítricos estimulan la absorción del hierro y debía ser eso; la naturaleza humana y su sabiduría. Desde entonces, llegadas estas fechas, se me abre un apetito voraz por las mandarinas, y sobretodo por su olor adherente y penetrante. Las desgajo, me las como y después, aprieto fuerte con las manos las peladuras para que estallen cada uno de sus poros llenos de jugo. Instintos animales que me despiertan en otoño, justo en el vestíbulo de este frío invernal que por fin llegó.
No solo las mandarinas, también las naranjas, uvas, los Kiwis duros y prietos, y los tomates en cualquiera de sus formas. El oscuro de las uñas y el filo del cuchillo troceando deliciosas alcachofas. El tacto aterciopelado al hundir las uñas cuando desgranas una a una, las vainas con sus habas. Los jugos en tus dedos y el perfume a sangre vegetal.
Ritos seculares de los que no sabes si es el destino o la mecánica del hábito sonámbulo. Los que en el ejercicio de nutrir estómagos o sentidos, hacen a la música y a los alimentos, perfectos e intrínsecos compañeros de viaje.


Un lamento agónico: el de morir con las botas puestas, antes de levantar acta. Reivindicable, por el simple hecho de ser uno de los más satisfactorios y reconstituyentes. Será la evocación al deceso, al ver pasar las luces a toda velocidad como en una autopista de madrugada, o el renacer cuando está todo vendido.
El caso es que no voy a dejar pasar la oportunidad de dar constancia de algunos de mis caprichos. Tres, que podían ser más, pero que confío en vuestra intuición, arresto y valentía para escarbar con uñas y dientes, el resto. Empezando por esas capas profundas, inquietas y móviles que agitan la comodidad de las avenidas asfaltadas. Y acabando por las menciones obligadas.

Ahí abajo, aunque algunos piensen que es el paso sincronizado del metro bajo nuestros pies. Se esconden los auténticos machacas de todo este circo. Aquellos que hacen del camino cómodo, de la doma y los sabores estándar, algo menos condescendiente; romántico o suicida si se quiere.
En definitiva la esencia de ese término maldito que es el “indie” o “alternativo”. Y que por mucho que algunos renieguen, fue el meollo de todo el asunto hace un par de décadas; en serio, todavía quedan de los que no se avergüenzan y lo practican con dignidad.


MAD ROBOT_I DECLARE WAR

No es de extrañar que ahora que todo se mide por popularidad, cabezas de cartel o el puesto más alto en las estanterías del FNAC. Muchos se jacten de no ser “indies”; de ser algo mucho más democrático, amplio y complejo. Eso sí, por el camino se dejaron las melodías, los cuatro acordes y la definición del delantero matador.
La cosa es que a algunos todavía nos llama el grito de la selva, hartos un poquito del existencialismo.
Si amigos, la vida como los gustos son cíclicos, y quien no lo quiera entender, es que ha picado en el anzuelo; los Albert Rivera de la música también abundan como las moscas en un Ecoparc.

Los Valencianos MAD ROBOT con Mike Grau a la cabeza, y superviviente de los extintos Furious Planet, regresan dos años más tarde de su puesta de largo con Blacklisted/2013: Un disco gestado, de la más pura inconformidad por la escena musical actual. Paso al frente y de cara, para facturar algunos de los textos más lúcidos y explícitos, de ese mal ignorado e inspirado movimiento del Pop de guitarras nacional, que opera en la retaguardia y que tantas gratas sorpresas nos está proporcionando (Las Ruinas, Black Islands, Cuello, Mourn...).
Para eso han decidido hundirse un poco más en las angostas ruinas de los 90. Y coger aquellos escombros llenos de polvo con los que otros no quieren mancharse las manos; dar un paso más hacia el abismo como se dice. Quien no arriesga ni gana ni pierde, se queda igual. Con todo eso les ha quedado un disco laberíntico, lleno de aristas (defectos/virtudes), y una extraña mala baba que se quiere igual que jugar de chico a hacerse daño.

Canciones que transpiran una fórmula menos familiar y más primaria. Mecánicas que recuperan el invento del siglo. El mismo que hizo de Thermals, unos Weezer más inconscientes y naturales, o ese truco/trato entre los tiempos de los viejos Mustang y la era del hierro y la herrumbre, cuando las guitarras ácidas igual te hacían sufrir que bailar; se acuerdan del DIRTY de Sonic Youth? “Human Error”o “Death of Criticism” lo consiguen de largo. Posicionados en el incómodo territorio de la forja de los que la mayoría se alejan, por miedo a parecer demasiado reales. Mad Robot se balancean igual entre la amarga dulzura de “I am a Fake” o “Problematic”; dos temazos que ensalzan la ambivalencia de los REM más combativos. Y embestir con más fuerza si es menester, cuando se consigue que textos y música queden en un mismo plano; ese difícil propósito de no morderse la lengua y resultar poéticos. De rendir homenaje a difuntos y olvidados en la cuneta (Pixies en el título y cierre del disco “I Declare War” o a unos Dinosaur Jr con los pantalones más planchados y mejor peinados).
Girando un poco más la tuerca, apurando más si cabe la frenada en las curvas que vienen mal dadas: “Ready for Love”, “Go Extinct” o “Kill the Mainstream”, tienen ese mismo efecto de gancho en el mentón cuando golpea la vida y se tiene poco o nada que perder. Su, Mike Grau, Carolina Otero, Borja Boscà y Robero Timón por fin como una banda con piernas y brazos, hacen de la unión la fuerza. “Solo no puedes, con amigos sí” !!

PRESIDENTE_ILUSTRE VENTANAL DE ESTRATEGIAS

Sin dejar de lado el efecto lírico de las melodías cantadas. Hace un par de años dimos con el pequeño sello discográfico ENTORNO DOMÉSTICO. Allí descubrimos la efervescente escena musical de un país tan lejano y desconocido como Venezuela. Y fue por entonces el debutante Roy Valentín (uno de nuestros favoritos de aquel año), el que nos pusiera tras la pista de Heberto Añez Ochoa aka. PRESIDENTE.
Por entonces tenía recién publicado Chuca Chuca II: un ensayo sobre este desencorsetado proyecto, donde se juntan géneros tan dispares como la electrónica, el funk, el pop, o los ritmos latinos desde una perspectiva romántica, baladista y ciertamente glamurosa. Un sonido que vive, ejerce y reinterpreta algunos de los sonidos más sesenteros y cañís de épocas pretéritas. Un ejercicio que se remonta a tiempos y enfoques muchos más libertinos que los de ahora: La influencia vital de la Fania en Nueva York durante los 60, su mestizaje con el crisol cultural de la ciudad, estilos que en parte también aportaron Italianos y su explosión en Studio 54. En el fondo, Funk, sonidos disco, música latina y la música negra, están mucho más presentes en lo que conocemos hoy en día de lo que podemos imaginar; si no, que se lo digan a Daft Punk y a los LSD Soundsystem.

En cualquier caso y sin perder el norte. PRESIDENTE es más fácil que nos remonte a la elegancia lírica y sonora de Carlos Berlanga, a los devaneos de Golpes Bajos y Germán Coppini con los tropicalismos, o porqué no, a la poética surrealista de Battiato. Sintetizando influencias: todo lo que engloba a los solistas pop de los 60, su proyección a los 80, y como sonaría todo eso 30 años más tarde desde un punto de vista regionalista venezolano.
Algo que podría parecer un galimatías, pero que se resume con facilidad al escuchar “Blanco sobre Blanco” o “La Sociedad (de la tierra plana)”: Declaraciones de amor incondicional en toda regla, a la música y a su elaboración desde un enclave doméstico; como bien define su sello. 
 
La delicada y cálida prosa que pone reflejos de atardecer a temas que beben más del latin jazz -“¡Oh Belghi!” o “Neoclásico”- Cuando son las historias de niñez, de aprendizaje, y aquellas lecciones fraternales que nos da la vida; y que aquí se expanden caleidoscópicas. O igualmente si son las palmeras del paseo las que se flexionan hacia la electrónica, como lo harían “Los Países” y “Bonsái”; que cierran este enternecedor álbum de ocho canciones. En cualquiera de sus formas, Presidente, se mece entre lo clásico y contemporáneo. Rompiendo un poco con los moldes que imponen las barreras temporales y estilísticas, en esto de delimitar y cercar las edades musicales de Lulú.

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Ha tenido que ser ahí, al final de la calle. Cuando asaltados por la urgencia del final del año, acorralados de espaldas al precipicio, y liberados del peso de la conciencia, las canciones han salido por fin a mi paso. Zancadilleando un embelesamiento tan profundo como el empeño por soltar lastre que me ha acompañado todo este 2015.
Y he de admitir. Que después de ver pasar estos dos años, dejando que todo fluya según su curso, de manera natural. Los frutos caen por su peso cuando están bien maduros, y no cuando los tiempos lo exigen. Así que llegado a este punto, es ahora cuando de verdad estoy disfrutando de la música cuando toca, sin darle demasiada importancia a lo novedoso o los plazos que nos marcan los demás.

Van a ser muchas las que al final entren en esta última lista; más de las que imaginaba. Ahí van bastantes de mis discos preferidos de este año y volveré a comentarlas en breve, en el examen de fin de curso; no me importa, creo que se lo merecen. Otras muchas reseñas que se quedaran en el tintero, quien sabe si a lo largo del año venidero les daré su rinconcito en el blog.
De momento estos tres, puede que no los más deslumbranates. Pero de derrotados también se hicieron grandes héroes. Para darle un final digno, y sin más interés que el de alabar uno de los regresos más meridianos y necesitados:


ROBERT FORSTER_SONGS TO PLAY

Con tanta naturalidad con la que suena su título; el de su sexto álbum en solitario. Y el segundo en un espacio demasiado largo, desde que falleciera su compañero de viaje; el ex Go Betweens, Grant McLennan.
Recuerdo como si hubiera pasado anteayer, la vuelta a los estudios de The Go Betweens doce años después de su disolución con “The Friends of Rachel Worth/2000”, justo en la entrada del nuevo milenio. Como si quisieran dejar constancia de la impronta indispensable, de una de las bandas más discretas. Y tan omnipresentes como fueron en tantas y tantas generaciones de melómanos.

Me gusta cambiar el cuadro de la entradita cada mes. Ponerle un nombre y sus apellidos a un momento concreto del año; aunque no consten en ningún rincón de la cómoda. El de este mes pasado fue el Songs To Play del amigo Robert. Y llegó casi de inmediato a raíz de una entrevista que nos brindó nuestro dispensador Jorge Obón; él tiene un buen ojo, con el que casi siempre coincido (lástima que queden tan pocos).
Songs To Play es la antítesis de la estrategia comercial con la que en estos días -por ejemplo- nos torpedearan. Haciéndonos sentir un deseo irrefrenable por tener aquello que no necesitamos. Como el caer en la tentación del turrón de pastel de cerezas, cuando todos sabemos que el blando de almendras es el único e insustituible. El tragar en vez de saborear, cuando en esto de comer para subsistir, nos olvidamos de estimular nuestros sentidos y que en la buena materia prima está la clave de la exquisitez:
Diez temas hechos de la esencia, separando grano y paja para quedarse esta vez con la carcasa. De gallina vieja es buen caldo, de lo esencial y estrictamente necesario. Bocetos en definitiva, que capturan el mensaje al vuelo, con una lucidez apabullante. Las canciones de Robert Forster necesitan bien poco para envolverte y conectarte directamente con la época más huesuda de su antigua banda cuando suena la eléctrica “Learn To Burn”. Es un aviso para caminantes despistados, porque realmente son “Let Me Imagine You” o “Songwriters on the Run”, las canciones de Pop quebradizo y desnutrido que de golpe resucitan a The Go Betweens. Y no crean que se trata de buscar entre las fisuras y en los gestos , la necesidad de involucionar hacia épocas de Pop verdadero; ya saben, nostalgia del pasado con sucedáneos con los que contar batallitas.
Ni mucho menos. Song to Play, sin intentar lo más mínimo alargar la agonía, consigue transmitir esa misma sensación de suspiro largo con las que nos erizaban aquellas canciones del pasado. Es y no lo es, alargar un poquito más la leyenda de la discreción hecha virtud. The Go Betweens consiguieron que la timidez de una canción te quebrara el corazón, sin recurrir al escándalo. Pasaron como un ángel sin apenas trascender, y treinta años después siguen aquí con nosotros.


Lo fácil sería decir que este disco es indispensable por mantener viva la llama de aquella banda única. Pero lo cierto es que Song To Play son muchas cosas más:
Notar la presencia de Lou Reed, de sus tics, sus vicios y sus obsesiones en temas como “And I Knew” o “I Love Myself And I Always Have”; dos de las más grandes del disco. Podría ser también un sincero homenaje a dos figuras trascendentes como fueron Lou o Grant; con los siete años que separan ambas muertes. Se respeta escrupulosamente esa misma forma de concebir la canción dándole a cada instrumento el protagonismo: Violines espigados, bajos y congas que entran con discreción, apenas algún riff eléctrico y las cuerdas acústicas aterciopeladas. Los sonidos de un hogar que se despereza por la mañana, el olor a café, su musa Karin Baümler poniendo las voces y las cuerdas, su hijo ayudando y en definitiva. Un disco que destila por cada poro, comisura y arruga, cariño y familiaridad por los cuatro costados.
Cada canción podría ser una pequeño capítulo de una pequeña gran historia, sin embargo difieren en pequeños y sutiles detalles. Desde la desnudez de “And I Knew”, hasta la preciosidad de grávida ascendencia que es “Turn On the Rain”; una joya de Pop tremenda. Hay momentos en los que comparte la misma forma con la que Robyn Hitchcock concibió Love From London del 2013. La misma delicadeza, sensibilidad al tratar las canciones, el vacío existencial de sus canciones de instrumentaciones escuálidas. Solo que Robert Forster explora con mayor certeza esa retrotracción, para soltar lastre emocional. Y dotar de ese sentido ecuánime de cuerpo y alma, que antaño albergaban los grandes discos.


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En este montón de canciones de grandes trabajos, esta la mejor cosecha de este año. Desde las bandas emergentes como los Australianos DMA'S, ABLEBODY, DEAD PARTIES, NAP EYES, TINY FINGERS, SEA CAVES. Hasta otros más consagrados como el determinante disco de JOHN GRANT, GUN OUTFIT, el fundador de The Coral BILL-RYDER JONES, el regreso de los Canadienses THE DEARS o el mimbrado ejercicio de orfebrería folk del Británico BOBBY LONG.
En la casi treintena de canciones que lo nutren, hay mucho donde ahondar. Sumergirse a pulmón y dar este último estertor agónico del difunto 2015, con la envergadura que se merece. Aun están a tiempo de llevarse buenas y nutritivas sorpresas, con las que cocinar un buen plato de fin de fiesta.

00_TINY FINGERS - Eyes of Gold
01_HALF MOON RUN - Trust
02_DAMAGED BUG - The Mirror
03_BEAT CONNECTION - So Good
04_YACHT - Chrismas Alone
05_DEAD PARTIES - Disappear
06_SILENT FILM - Lightning strike
07_MAD ROBOT - Death of criticism
08_HEY COLOSSUS - Hey, dead eyes, up!
09_SONGHOY BLUES - Soubour
10_THE LEGENDARY SHACK SHAKERS - Cold
11_NAP EYES - No man needs to care
12_COOL GHOULS - Creature that i am
13_DMA'S - Your low
14_BILL RYDER-JONES - You can't hide a light with the dark
15_EZTV - Calling out
16_ROBERT FORSTER - A poet walks
17_WILD RACOON - Next Summer
18_GUN OUTFIT - Gotta Wanna
19_ABLEBODY - After Hours
20_HATCHAM SOCIAL - Hanging rock
21_JOHN GRANT - Global warning
22_NEV COTEE - Follow the Sun
23_PRESIDENTE - Blanco sobre blanco
24_ALONDRA BENTLEY - Mid September
25_DOMINIQUE A - Central Otago
26_SEA CAVES - Spanning the River
27_THE DEARS - Hell hath frozen in your eyes
28_BOBBY LONG - I'm not going out tonight

lunes, 2 de noviembre de 2015

TU LA LLEVAS!! #ESTO ES UNA... PLAY!!


Acabo de bajar del cielo muchachos, cual angel caído con alas como muñones. Subí allí arriba hace mucho tiempo: estaba mirando esas luces retro tan chulas que bañan los paneles lisos e impolutos de los quirófanos, y cuando oí algo parecido al Song of the Siren de Elizabeth Fraser, pensé que debía largarme allí arriba; os lo juro, ocurrió así.
El sol me las ha quemado como los pestañas ante la deflagración del disolvente; quemadas como churrusquitos y olor a castañas. Ayer dieron la vuelta a los dos mundos, y lo que antes era la oscuridad de averno, hoy es sol de Ipanema. Los han cambiado como un truco malo de magia con naipes: - “ahora lo ves, ya no lo ves”. Y yo... que soy de tinieblas animal de la noche, me he bajado allí #caída libre en espiral, rompiendo barreras de sonidos, cumulonimbus, capas espesas de contaminación; atmosférica y lumíca. De esta última ya no, se ha hecho la noche y por fin me alegro, porque he dejado de ver a gente de tirantes, manga corta y bermudas. Y ya era hora que alguno diera con sus pies en el suelo, relentes!!


A tal síntoma le he aplicado una fórmula magistral que ningún alquimista de tres al cuarto conoce. Atento a algún mensaje de aquellos que se otean entre atardeceres deslumbrantes y soles que se cuelan bajos, por la silueta de los edificios. Cada de vez en cuando llegan caídos como benditos también, del cielo. No son demasiados, lo admito; mejor así, en pequeñas porciones. Pero llegan mensajes como aquellas señales que esperaba Jodie Foster en Contact; salvadoras y revitalizantes.
Esta tarde de Domingo con la noche echada sobre nuestras espaldas como una pesada losa; a las seis y ya de noche... esto no puede ser bueno, no. Me he puesto un disco que esperaba como rocío en Mayo y todo a cambiado. Si no fuera por estas cosas y cuatro insignificancias más, me rajaría las venas a tiras para hacerme un disfraz de Bufalo Bill:

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CAR SEAT HEADREST_TEENS OF STYLE 
 

Cosas que suenan con esa luminiscencia propia de una Primavera adolescente, y que funcionan como aquellas inyecciones de felicidad con acné que curaban constipados de febril juventud #tose niño que el médico te oiga, que si no ni caso te hacen!!. Y tu tosías hasta que la garganta parecía un día en la Paris-Rubeaux; pavés y fango a partes iguales.
Car Seat Headrest curan todo eso y algo más. No son un medicamento genérico ni de un laboratorio con caché y corte Italiano. Suenan como aquellas voces salidas del pozo seco de la abuela, que en ecos te llamaban a gritos enlatados: ven mi niño ven, estamos aquí solos enterrados en vida y necesitamos un amigo. Y tu ibas, y te tirabas de cabeza al hoyo virollo en busca de algo así, como un poco el principio de todo.

Esta joven banda de Seattle, ha dado un salto cualitativo en cuestión de un par de años la mar de interesante. Una prospección al fondo del asunto, que ha pasado de los bocetos instrumentales caseros con cuatro cachibaches de un veinteañero. A un disco de Pop de guitarras salvajes y sin domar, propias de geniecillo.
Por la cabeza orbitan unos Nirvana en tono de ensayo, los Guided by Voices o unos Pavement deslumbrantes y soleados: Americana de guitarras, más popera que guitarrera, pero con esa imagen de chupa raída tan yanqui y surfera. “Sunburned Shirts” florea las aguas subyacentes y freáticas que discurren bajo nuestro pies, con ese perfume a azahar digno de los Beach Boys. Así es como comienza este Teens of Style; el definitivo tras tres años de composiciones compulsivas: Primero fueron “Nervous Young Man/2013” y “How to Leave Town/2014”. Y solo era cuestión de tiempo para que este jovencísimo Will Toledo; nada que ver con nuestro Willy Toledo. Nos deslumbrara con un álbum preparado para el asalto a nuestros corazones.


Once temas cocinados al estilo cosaco Bistró; rápidos, poco hechos y saciantes. Con la urgencia de quien deposita en la melodía todo el protagonismo, dejando de lado inútiles abalorios. No hay ni una sola que obvie esta premisa: Cuanto más gris, otoñal y lluvioso el día, más se hidratan las corrientes subterráneas.
Solo con leer los títulos de las mismas tan reveladores todos ellos, se intuye la consigna; diviértete!! “The Drum”, joder como me encantan esas guitarras tan vivas y sangrantes. De echo este tema es parte de una serie de demos que se compusieron en el 2011; imaginaos el arsenal que guarda el muchacho.
Something Soon” es tan terriblemente agitadora; parte de culpa de todo esto. Esa forma de ver la vida entre lo abstracto e infantil de Daniel Johnston, que culmina en algo que lo resume a la perfección: una canción. “Times to Die” lo dice claro y alto: - “Todos mis amigos se van a casar / Todos mis amigos están bien con Dios / Todos mis amigos están haciendo dinero / Pero el arte consigue lo que quiere y el arte consigue lo que se merece”. Un himno en toda regla que con Jacob Bloom al bajo, Andrew Katz a la batería, un Rhodes y las guitarras del muchacho, ahora suenan con mucha más coherencia que aquellas melodías maquinadas en el asiento trasero del coche de sus padres.

Los Borrachos (I don't have any hope left, but the weather is nice)”, pop veloz que se alarga casi hasta los siete minutos sin apenas resentirse. Tiene esa forma de ascenderte hacia los cielos tan salvaje, tan primitiva... y al borde de los tres minutos entran esas guitarras rizadas... y tchas!! tienes de repente otra canción. Es así, como un juego que no sabes bien donde te va a llevar; ni él lo sabe.
Oh! Starving” podría salir así, de repente en un final de fiesta al piano y con los comensales haciendo coros, y es así joder, perfecta. En el fondo supongo que no puede ser de otra forma, instantáneo y así de sencillo. Cuando todo surge tan espontáneo como la contracción del diafragma, el ritmo natural de la inspiración y ese bien preciado de la juventud compulsiva, las cosas suceden. Casi mágicas y salvadoras.

En los asientos traseros de los viejos coches se han engendrado desde siempre pequeñas y grandes historias.
Si los pespuntes de la tapicería de mi viejo Talbot Horizon ya desballestado pudieran hablar, no solo contarían historias de sexo sórdido. También las hubo de risas y carcajadas cortando a cuchillo el espeso humo del hachís. De finales trágicos y de melodías pluscuamperfectas. Allí es donde también las confeccionaron Roy Orbison, Johnny Cash y Jerry Lee Lewis en la gira infernal de Sun Records del 57; y nacieron piezas inmortales e instantáneas.
THEE MIGHTEES seguramente también las hicieron con una guitarra, su imaginación como única partitura y una cerveza en la otra mano; mientras rompían las olas.

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THEE MIGHTEES_SMILING


A la banda de Sheffield les queda un poco lejos el mar, de echo ni siquiera se les puede atribuir una posible estancia en playas cálidas; ni que sea por pura imaginación ensoñadora. Pero sus minúsculas arengas de no más de dos minutos, tienen la misma estructura musical que un chiringuito cualquiera de las playas de Axarquía: Unas cañas para protegerse del sol, cuatro tableros por mesa, un puñado de bancos, madera de encina y una caja llena de espetos.
Se comen con los dedos sin cubiertos y hacen equilibrio sobre las seis cuerdas eléctricas, como los descalzos pies sobre el pedragal de la orilla. Su escucha es como un baño en una tarde de calor y sentir el salitre resquebrajar tu piel bajo el sol. Los dedos todavía huelen a sardinas y la melodía imperturbable por su sencillez, aguijonazo e infeccioso sant vitus, te traslada. El otoño nos ha cambiado el reloj amigos, pero siempre habrá tiempo para que la depresión nos constriña hasta parecer un culo de pollo.
Nos resistimos, y aunque esta semana la sibilina lluvia se halla hecho dueña de nuestro día a día. Siempre es de celebración, descubrir una banda británica que lleva el sonido pop primordial a terrenos de surf, de powerpop o de tweepop, sin necesariamente parecer una pose de anuncio de telefonía. Son naturales como el gazpacho de la yaya y se han ido a hacer aquello que triunfa al otro lado del gran charco.
Seguramente el echo de ser Británicos pueble portadas de tabloides alternativos, cuando de este tipo de bandas que no se comen un colín las hay a montones. Pero hace gracia con que desparpajo se ventilan los cuatro cortes, sobre cuatro acordes siameses si resultar cansinos. Tiene ese tufo adictivo de las primeras composiciones de la Velvet tan Rock&roll naiff o de unos Feelies lampiños; boogie-woogie popero y saltarín... inofensivo y delicioso como un helado de lima.
Cream Cream” de echo recuerda ligeramente a ese pasado Fenme fatale. “Pop Culture Icon Eyes” podría ser perfectamente la demo casera de aquellos Jesus & Mary Chain empapados de Beachboyrockerismo, pero sin sus notas de distorsión; se quieren lo mismo. “Sometimes”, “Romantic Notion” o “Blue Raspberry Dragon Soop” los podría incluso hacer pasar por el mismo precepto teológico de los Parquet Courts. Pero en lo básico, y lanzando por la ventana cualquier similitud enfermiza de nuestro subconsciente, Smiling precisamente, es un disco de debut que sirve para dejarnos de gilipolleces y disfrutarlo con mucha vehemencia.


                                            
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THE PHANTOM BAND_FEARS TRENDING


De la misma forma que la Velvet Underground en su icónica banana, nos regalaron esas precisas piezas de Rock callejero con: “Sunday Morning”, “I'm Waiting for de Man” o “There she goes Again”. Y progresivamente mutaron hacia odas espirales, complejas y lisérgicas, cuando White Light/White Heat irrumpió en el 68. Cuando hablaba al principio de la sencillez deslumbrante de los cuatro acordes. Las entrañas intestinales y recargoladas de este combo escocés, me obliga a mirar en el reverso de la música como un pasaje, a viajes de autoinvestigación.
Mi reciente exploración en la espesura de esta banda de Glasgow; después de permanecer largos años en la recámara de mi disco duro, “Strange Friend/2014” y “The Wants/2010”. Me obliga después de traducir con soltura su mensaje, en su más reciente “Fears Trending”, y descubrir las enormes posibilidades de su sonido. A explicar qué son, y de que van sus manuales de autoayuda.

La historia es larga, y después de caer en el pozo de su último disco, lamento enormemente haberme perdido seis años, más los otros seis de anonimato.
Llegaron a tener hasta cinco nombres, mientras se divertían experimentando con herramientas, puestas en escena, incluso con la idea de componer sin un objetivo claro. Pocas son las bandas que dediquen este largo tiempo de aprendizaje, hasta saber qué son, y qué quieren en realidad. Llegados a este punto, tampoco se obsesionaron con la idea clara de alcanzar una meta.
Lo que sí descubrieron, es que sin proponérselo, el proyecto ya se había hecho mayor: le había salido bigote y barba, bello en el pubis y olía a feromona adolescente que tiraba de espaldas. Aquí empezó la vida de The Phantom Band; la de seis tipos dispuestos a crear sin una definición al uso demasiado clara.

Durante estos seis años y tras el discreto éxito de su anterior álbum, muchos han sido los que han intentado descifrar su estilo sin mal estribillo que echarse a la boca; y con lo que se llega a perder el personal cuando no hay un estribillo que tararear: Que si recuerdan a Stereolab; ni en la sombra oye. Que si ellos se autodefinían como “protorobofolk”, o si les asociaban automáticamente con algunos parientes cercanos como Twilight Sad o a mil bandas de pseudo pospunk de las islas; ni una cosa ni otra.
No voy a ser yo ahora el que venga a sentar cátedra sobre géneros, tendencias o castas musicales; válgame el señor. Más cuando su anterior disco estuvo más de un año criando malvas en mi disco duro; que no soy yo de tirar ná, y si ahí está, es que algo intuí en su día. Lo que también es cierto -y en esto me someto a 100 latigazos-, es que esto de la música va mu rápido. Tanto, que uno debe dosificar su dieta a lo que buenamente se digiere. Ya se sabe y si no lo digo: Que las digestiones pueden ser pesadas si se quiere llegar al ritmo que impone eso que nos rodea ¿industria, consumo, información sin control?
Por eso tampoco me amargo; nunca es tarde si la chicha es buena.

Lo dicho, FEARS TRENDING, además de hacer zoom sobre la banda y descubrir un disco único en su especie: Americana Gótica que lo parece pero que no lo es exactamente, folk secuenciado en el que las sombras no solo dan oscuridad sino también muchos cromatismos, transiciones que levitan en una progresiva que nos lleva hasta los 70... krautrock, Jetro Tull, santería...
También han conseguido sumirme en un mar de dudas, sin acertar del todo cual de sus cuatro trabajos me gusta más. Si lo del pasado en STRANGE FRIEND era la reválida, o si el de este año es un apéndice que ha nacido como aquellos brotes tardíos que llegan para matizar lo anterior.

De echo son dos discos que tienen claramente una consanguinidad que va, de lo más brillante y colorido, hasta lo más oscuro y tortuoso. Strange Friend/2014 era un disco que te capturaba desde el primer momento: La trotona y casi himno a lo Arcade “The Wind that cried the world” o “Clapshot”, eran dos aperitivos que hasta podían batirse en duelo con los aclamados The National si me apuras. Aunque sus tres primeros cortes eran un anzuelo a todas luces, y el disco derivaba en espesuras, bosques inmensos y viajes con mil rutas posibles.

Fears Trending/2015 nos devuelve a aquella banda entre dos aguas: lo poético y lo trágico. Los siete cortes que lo forman podrían ser, como decíamos antes, una secuela de su anterior disco: más elástico, afable y desinhibido. No solo por sus cortes iniciales, sino porque abren las ventanas para que entre un poco de aire fresco.
Sin embargo aquí, los teclados y esa electrónica que acompaña sus salmas de épica comedida, cobran un protagonismo especial. Hacen de diapasón con una falsa impostura interesante y algo equivoca: Es ese pequeño juego, el de estos Escoceses, de hacerse servir de elementos enfrentados para crear texturas y sensaciones, para jugar con los sonidos como en una paleta de colores; con sus mezclas imposibles, de degradados intrigantes y rojos intensos.
La voz de Rick Anthony domina las alturas y rellena las pocas grietas, huecos y resquicios, que escapan a la fascinante solemnidad de este disco. Es de echo, uno de los detalles con más carácter de la banda: como la de John Grant o Nick Cave, que se erigen absorbentes y reconocibles; hagan lo que hagan.
Su Sonido, más propio de las antípodas o del folk americano, oscuro y reptante, que de una banda Escocesa:

Tender Castle” prospecta en aquel folclore esotérico, parecido al que practicaban Gorky's Zygotic Minci o ahora Other Lives, y con un Alasdair Roberts como voz de lujo invitada; aullando a la luna. Solo que ellos, más indisciplinados a la hora de seguir un camino de castidad estilística, saben adaptarse al accidentado terreno de la imaginación “experimental”. Entrecomillo por las connotaciones indescifrables que tiene este término.
The Phantom Band no se andan por las ramas y tienen un lenguaje directo, aunque sus discos sean para entrar en ellos lentamente; como el paso pausado y firme de los elefantes hacia tierras de inspiradores alimentos. En “Local Zero”es evidente: Aunque su cacharrería de Moogs, secuenciadores, Akays y mil instrumentos con los que juguetear, sean tan vitales y tan protagonistas como la voz misma. Emanan ese don de rock progresivo y mecánico de los setenta, que roza la psicodelia sobria y muy meticulosa. “Denise Hopper” pone ofrendas de western meditabundo y melancólico: otra de esas monumentales canciones que se retuercen con plasticidad, formando vórtices ascendentes. Lo repiten en “The Kingfisher” apretando más todavía las clavijas del angustioso drama; todo delicia y redención negra. Profundidad de aquellas que trasladan a hondonadas, gargantas inaccesibles, a parajes amplios donde solo las barreras naturales ponen los límites. Incluso a esas marchas fúnebres de guerras míticas, al redoble de “Black Tape”.

Es curioso porque pese a nacer de las mismas sesiones de grabación que su anterior trabajo, es tan distinto y tremendamente complementario a la vez. Es la luz y el reverso oscuro de la luna, la noche y el día, la miel y la hiel. Comen de mil abrevaderos pero sin embargo, son de las pocas bandas de este segundo decenio que se mantienen imperturbables en su camino por reinventarse. Aun así, su esencia se mantiene intacta: Twilight Sad, Cherry Ghost, Low, British Sea Power... los puedo contar con los dedos de una mano. Lentos y discretos, pero firmes
 
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CINERAMA_VALENTINA RETURN


Antes de concluir con estos tres ladrillos que cimentan una de las dos PlayList otoñales. No voy a despedirme sin subrayar una deliciosa golosina que se ha publicado este mismo mes.
A David Gedge le profeso un enorme cariño. Si The Smiths y Joy Division me enseñaron a amar los textos por encima de la música, y B52's junto a Talking Heads, hermosos parajes lunares de melodías de magnífico histrionismo. Wedding Present fueron la comunión perfecta de Punk y Pop; el principio y lo que le seguiría cuando era un chaval. Con los años, ese amor vitaminado por los riffs más veloces que dio el “indie” acuñado a puño y letra, se transformó en un cariño fraternal por un músico de aquellos de uñas negras; de los que se ensucian, se remangan y están a las duras y a las maduras. Treinta años lo atestiguan, y tres décadas además fiel a su idea por la cual gira su música: Pop de guitarras áridas y abrasivas.
Su trayectoria, evolución y mutación siempre me ha parecido curiosa; he aprendido a amarla por encima de revanchas y añoranzas. Me ha enseñado a descubrir la brillantez de la melodía entre ruinas, escombros y miserias. Me ha parecido de echo, uno de los pops vas verdaderos en años: Canciones nerviosas e hiperactivas que casi siempre hablaban de su principal obsesión: las mujeres, el amor, las rupturas y el desamor. Solo que las suyas, nunca parecieron canciones románticas al uso.

Con Cinerama y aquel lujo de disco que publicó en el 98 junto a Marty-Wilson Piper (The Church), Emma Pollock (The Delgados) , su nueva pareja Sally Murrell a los teclados, y una sección de cuerda a lo grande. Más que una rareza me pareció una genialidad venida de un idealista del Pop de guitarras. Una especie de ensayo con la que demostrar que la canción Pop como concepto, tiene muchas lecturas.
Tanto, que tras un impás de siete años, Cinerama fue paulatinamente mutando hacia Wedding Present. Y Torino/2002 acabó siendo un disco con más rasgos de Wedding Present, que del Pop de cámara afrancesado que fue Cinerama.
En el 2005 tras la ruptura con Sally Murrell, David Gedge volvería a refundar Wedding Present con otros miembros muy distintos, pero con la misma filosofía que dejó en Seamonster/1991: Un Poprock de guitarras más megalíticas, y menos Pop.

Su último disco publicado fue Valentina. Un disco de tapado que atesora un medio tiempo muy interesante de la mayoría de las facetas de la banda de Leeds: Tiene un sonido puramente Pop de estribillos extraños, plagado de antihits que funcionan a las mil maravillas sobre el escenario y a fuerza de escuchas.
Pues tres años más tarde se saca de la manga ese mismo disco, reescrito por Cinerama. Lo que eran canciones de mal asiento, picajosas e incomodas, es ahora un disco más propio de un crooner a lo Sinatra o a lo Randy Newman; que más da. Si no fuera por el mismo título, nadie diría que son las mismas canciones; salvo por “You Jane”, “524 Fidelio” y “Mystery Date” que suenan inmensas de cualesquiera de las formas.

Arreglos de cuerda y metales bordados en sobre relieve. Pianos de Bossanova ultramar. La compañía es grata, y más si se arrulla con las féminas que lo acompañan a las voces y una orquesta sacada del mismísimo Puerto de Santa María. Producido y arreglado por Paco Loco y el ex Penelope Trip/Edwin Moses Vigil. Han hecho entre los tres, un disco digno de aquellos compilados guateque del sello siesta donde bajo pseudónimos, algunos ilustres músicos nos regalaron los oídos de golosinas jingle.
Que parece un soplo de aire cálido en tiempos de frío ya: Bacharach, la Lighuria, y un toque mediterráneo que nos traslada por momentos al EasyListening de los 60, o a emular a los galanes baladistas más icónicos de tiempos pasados.
Mantiene elegantemente un pie en el pasado y el presente. Y no es aunque se sospeche, un estéril intento de imitarlos. Sino un homenaje como lo eran el Nixon de Lambchop o el Rings Around the World de Super Furry Animals. Y sobretodo, porque demuestra cuan maleable puede ser una canción, cuantas lecturas posibles tiene. Y como las crisálidas en mariposa, la belleza de las mismas a veces, solo depende de mirarlas con el corazón más que con la simpleza de un crítico.
                                   
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Estos cuatro discos son solo un pequeño dispendio así, a la carrerilla. Con tanto como uno tendría de que escribir, si de verdad tuviera a mano una registradora donde grabar ese chispazo que aparece y desaparece en cuestión de segundos. Ese ejercicio de escuchar un disco de ida y vuelta y sacarle punta.
Pero por suerte o desgracia, aunque de forma más o menos aleatoria escojamos “ése”. Podrían ser otros, si el tiempo de esparcimiento fuera más generoso con nosotros: “Los que se han quedado a la espera de otra play con la que ventilar este año”. De echo estas listas aunque como anzuelo para pescar GRANDES y apetecibles productos, existen sobretodo, para esgrimir la canción como signo de disfrute espontáneo. Sino ¿que sentido tendría arrancar con SMALL BLACK y su noctámbulo “Boys Life”.
Arranque en clave de electropop estilizado y proletario para celebrar la visita de FRONT 242 y las fiestas 1984 de tierras Levantinas: El proyecto secreto de Tony Verdi y Xavi Cabanyol en ELECRO GENERATOR GROUP resucitando el mítico “Isolation” de Joy Division. De este despegue bailable y vespertino salen también por ejemplo los paisanos PARALELO, tras donde se oculta un veterano: Raul Q de Orte. Un proyecto sintetizado y autodidacta de fuerte calado autobiográfico y activista. En este contexto también los muy salvables “Vuelve conmigo a Italia” y “Pray For Rain”, de los también Barceloneses HIDROGENESSE y PURE BATHING CULTURE; pese a que los discos que los contienen, no me hallan dado demasiado la talla respecto a estos dos grandísimos “hits”. 
 
THE KVB redondean esta compilación con una versión clásica de los Rolling Stones, desde la misma perspectiva psicodélica 27 años más tarde. La que se presenta en un sample sobre la mítica banda la mar de curioso “STONED A PSYCH TRIBUTE TO ROLLING STONES” del sello Cleopatra. Con la intervención de bandas tan idóneas como: Clinic, The Allah_las, Lorelle Meets the Obsolete, Yeti Lane, The Vacant Lost y un largo etcétera, con resultados dispares pero muy recomendable; de lo de ahora y antes.

Al margen de un puñado de canciones con las que bailar y hacer luz, donde la oscuridad domina. Cada tema tiene un porqué (disco a destacar, artista, novedad, o simplemente porque mola). O un tomo reivindicativo que pese a no disponer ni de espacio, o tiempo con el que reseñar. Deberían si el tiempo me fuera más generoso, ser parte de otras tantas reseñas, para diseccionar cada una de sus buenas virtudes.
Es el caso de MAD ROBOT y DAGRAMS:
Dos bandas radicalmente distintas, y que pese a ocupar espacios diferenciados en cuanto a popularidad, tienen algo en común: los dos recomendados al margen del ruidoso bullicio de portadas. Los primeros con disco recién estrenado y en plena promoción I DECLARE WAR. Han conseguido a base de martillo y cincel dar un paso de gigante en el difícil equilibrio entre la superación técnica sin apenas medios, la coherencia en el difícil binomio letras en Inglés/textos sobresalientes, y lo mejor: Conseguir que indierock de guitarras resulte tan agitador en lo físico, como en lo espiritual a base de mucha militancia y crítica contra los mecanismos de la industria.

Al otro lado DIAGRAMS, un proyecto el de Sam Genders que cuanta más expectativa levantó con su anterior Black Light/2013; fue de echo uno de mis preferidos de aquel año. Más radical ha sido su regreso; polémico y criticado por cambiar experimentación por Pop de toda la vida.
Pero es que resulta que Chromatics en toda esa apariencia de disco inofensivo y aséptico. Contiene algunas verdaderas joyas, de ese Popfolk tan universal como exigente a la hora de destacar. Canciones honestas ante todo, que beben de muchos clásicos y que ganan conforme avanza el año. El año avanza y nosotros a paso contemplativo, nos conformamos con coger al azar lo que se tercia.
El año acabará, cierto. Y la música, ya saben, no entiende de tiempos, plazos ni chantajes. Seguro que de aquí al fin, todavía se nos aparecerán como la virgen de fátima. Sino que se lo digan a THE CLIENTELE, a ver quien es el guapo que les pone fecha de caducidad.
ABRACABRAZOS!!

00_SMALL BLACK_Boys life
01_ELECTRO GENERATOR GROUP_Icelation (Joy Division cover)
02_PURE BATHING CULTURE_Pray for rain
03_HIDROGENESSE_Vuelve conmigo a Italia
04_THE PHANTOM BAND_Denise Hopper
05_P.I.L_Double trouble
06_TRAAMS_Succulent thunder Anthem
07_MAD ROBOT_Kill the Maintream
08_THEE MIGHTIES_Romantic Notion
09_CAR SEAT HEADREST_Strangers
10_CINERAMA_Back a Bit...stop
11_DIAGRAMS_The Light and the noise
12_THE CLIENTELE_Never anyone but you
13_PARALELO_Europa y aliados
14_THE KVB_Sympathy for the devil (Rolling stones cover)
15_PETAL_Heaven

domingo, 16 de agosto de 2015

CON LA MÚSICA A OTRA PARTE!! LAST PLAY, LAST SUMMER #CAP.2



Ayer subí a la azotea, a tender la última colada antes de cargar bártulos a partir hacia tierras Trasalpinas. Me acosté anoche cegado por un flash de memorias dominantes, y llené compulsivamente de sábanas la lavadora: Metí una postura de jabón puro con flores blancas secas, romero fresco, albahaca y espliego. Un mejunje que se me antojó, macerado durante todo el día en agua de rocío. La que se condensaba en la claraboya del patio de luces.
Fue una mañana diáfana. Corría una estupenda brisa, y el gorgojeo de los gorriones en celo era la mejor ofrenda posible al osario de Cuqui Savigné: Allí, extendida en las losas teja del terrado, como una santa y casta. Cerré los ojos por un instante e inspiré controlando el caudal, el volumen y hasta rumor del torax. Era diferente, la mañana olía diferente, el silencio sonaba diferente y su presencia allí. Como esos pasos que desde entonces, me despiertan por la noche deambulando piso arriba piso abajo. Inundando cada rincón con el humo de su alma.
A cambio, para inmortalizar su perpetuo hito -la devuelta de las canciones a esa, mi azotea tórrida-, los rechonchos gorriones, habían anidado en las cuencas de su calavera. Otros, aleteando con fuerza, espantaron sus cenizas y las suplieron por el ondear de las sábanas y el frescor de la pócima. Yo, en cambio, con el pasar de los días y la consumación de la semana. Estoy ya a Martes y me cuesta horrores escribir algo con sustancia. Siguen pasando los días. Solo cuento cada día que pasa y casi que me importa un rábano en qué invertirlo: Tareas de trabajo, me da igual si duras o maduras, mosquitos que te despiertan de un mal sueño, más horas, sueño que te oxida las pupilas y cuartea el ceño, madrugones con la ciudad ya por fin desierta y deshabitada.
Repasar el itinerario y poner al día el GPS, escribir un poco más... ah!! alimentarme y beber (vino a poder ser). Así, puedo llegar sin estar, al día de la partida: Cinco de la mañana, café cargado, maletas y noche cerrada... mil y pico kilómetros por delante.
En casa poco: Tres cactus que piden poco para subsistir y otra Playlist más para poner música al viaje, y a quien quiera hincarle el diente. Ahí va, entre tanta canción claro, se me olvidaba. También obras donde depositar las horas muertas de este verano agónico. Curar articulaciones y mis huesos que como los de Cuqui Savignè, se resienten de las obligaciones. Esto no, esto es puro placer... placer carnal.



El rastro que dejan como el expolio de parajes, las canciones... Unas notas de piano que gotean sobre la conciencia cuando ALEX BUREY lo acaricia. Es todo ello como una invitación con forma de despedida; así empieza esta compilación. Con la premeditación y la alevosía de un joven Londinense, que a lo largo de este año nos ha ido desangrando melancólicas monodosis de plasma. Gota a gota cruelmente, hasta dar de bruces con “Come Over”: Una invitación tentadora hasta el día que se decida a regalarnos un manojo; un gran disco.
De mientras me consuelo en mi trasiego diario hacia el trabajo, desmigajando lo que para mi, y hasta el momento, es el disco más balsámico de este año, el:

PRIMROSE GREEN de RYLEY WALKER

Un conjunto de canciones frondosas y ramificadas que ahora ya, al cabo de sucesivas e interminables audiciones, parecen estar destinadas a acompañarme por la sinuosas carreteras del Piamonte la próxima semana. Las escucho y entornando los ojos puedo incluso confundir mi trayecto laboral, en perdidas y sonámbulas escapadas nocturnas por entre las viñas trepadoras de Monferrato.
De entre sus tallos verdes brotan y florecen yemas nuevas que se confunden con lo antiguo de su esencia: Folkrock de raíces profundas que quiebran las losas lapidarias para que corra el aire fresco, y con mucha elegancia se apareen con el Jazz, el Rock ácido y psicodélico, o incluso el Soul más taciturno. Todo bien ensortijado como una madeja donde las cuerdas de su guitarra llevan la batuta. Puede en un primer momento dar la sensación de que solo es el Folk Barroco de Bert Jansch el que marca el tempo del disco; el sonido acústico del trabajo así lo sugiere. Pero allí en lo hondo, de dentro hacia fuera, poco a poco se va deshilachando y a uno le pueden venir tranquilamente infinidad de referencias: Los malogrados Days of the New al escuchar “Sweet Satisfaction”. Tan lícito como volver la cabeza hacia el pasado porque claro, es evidente que todo vino de mucho antes.
En cualquier caso lo que Ryley Walker hace en este disco, es coger el soporte del Folk y trabajarlo de infinidad de maneras y formas, sin complejos y con una sensibilidad infinita brutal.
Por eso, ya es fácil empezar con “Primrose Rose” a modo de aperitivo para abrir boca, y alucinar con esa sensación de polvo, tejidos y paja en suspensión. Pensar de inmediato en Nick Drake y a otra cosa mariposa cuando le sucede “Summer Dress” y piensas en Ray Mazarek o es “Same Minds” la que te lleva estados más negros. Todo se conecta increíblemente por las cuerdas de nylon y alambre, incluso cuando la instrumental “Griffih Buck's Blues” nos lleva más hacia al folklore. O sencillamente flipar con el modo con el que combina multitud de paisajes sonoros (jazz, oriental, progresiva, folk...) y pare “Love Can be Cruel”; otra genialidad más de este disco.

Pasada la mitad del disco, todo fluye como el curso de un arroyo de montaña: Caprichoso, entre juncos que se flexionan como los quiebros y desniveles del terreno. Inmensa y tan grande como la naturalidad de su ejecución “On the Banks of the Old Kishwaukee”; que crece al unísono. Y que junto a “The High Road” y “All Kinds of You”, son algunas de las piezas menos obvias y que más detalles esconden tras su aparente normalidad. Un disco éste de mimbres y bordados, para enredarse por sus entretelas y acariciar su tacto rugoso. De esos que curiosamente habitan y sobrevivirán sin duda, en estos inhóspitos y yermos tiempos en los que la abundancia, no siempre es síntoma de riqueza.
Hay otros en cambio, que hacen de su música, algo tan expansivo como los campos de verde trigo. Como es el caso de nuestro amigo:


MIKAL CRONIN y su MCIII

Una continuación con tintes de historia, que avanza imparable sin el remordimiento de quien debiera rendir cuentas a lo pasado. Datado en 2013, cuando con aquel primer tomo de sus muchas aventuras musicales; incluida la de su compinche Ty Segall. Me agarró desde abajo con su PowerPop colorido y radiante, para enmarcar y colocar en el pasillo de los inmortales discos de aquel año.
Su disco, este MCIII -segundo tomo y tercero en su carrera, de lo que por ley debería ser el pop bien parido- es de aquellos para salir en cueros vivos corriendo campo a través; sí, yo así lo siento. Darle cuerda al viejo y betusto Garrard y sentir cuando suena “Turn Around”, el cosquilleo de las espigas en tus nalgas: Esos violines que se han incorporado a las inquietas guitarras de Mikal, le sientan mejor que una cerveza a un sediento; cosquillas y algún picotazo necesario.
Say”, “Gold” o “Ready” beben mucho de sus andanzas en el bajo con su amigo Ty; sobretodo para con el último trabajo del rubio Californiano. Otras tantas explosiones carbónicas, que como esas botellas agitadas hasta hacer de aspersor, no difieren en absoluto de su anterior y menos conocido disco. En realidad no es que los dos sean muy distintos en sonido ni en calidad. Pero si que es verdad que MCIII tiene un nosequé que lo hace más delicioso. Luego tiene esos temas intermedios que modulan la velocidad de crucero del disco: “I've been Loved” o “Alone” saltan con los ojos cerrados y el pecho abierto en canal al acantilado. Una caída libre desde las alturas de Siurana, que le dan a este imprescindible trabajo un preciosismo tan natural y Folky, como eléctrico. Ahí van “Gold” que anuda como nadie lo electrificado con distorsiones, que se cosen con las maderas nobles de su acústica cuando despega “Control”, como un masaje en las parietales. O “Different” con la que puedo ver en la templanza de la noche y las luces difuminadas por la humedad, a Cuqui Savigné vestida de blanco virginal hacia el altar. Un adiós de tristeza placentera para escuchar “Circle” con su pianola mítica y contemplar, ya está.

Y estas cosas son las que ahora en presente con la ropa de trabajo apestando a hierros y taladrinas en la lavadora, despojado del peso de las responsabilidades. Hacen que quien escribe hasta cansar, tenga la mente ya puesta en este tipo de discos. Que como los vinos cargados de taninos fenólicos y metabolitos fotosintéticos, me nutran el interior.
Me parece de bárbaros hablar de algo que me gusta como de un expendedor de barbitúricos en lata. Los sentimientos son algo más, diantres!! Son como cosas vivas que te dan vida; aunque sea a plazos y sin vencimiento. El otro día le contaba a un vecino sordo y ciego la hermosura de THERE'S NO UNDERGROUND de PAPERNUT UNDERGROUND. Un disco de finales del pasado año, que me apareció sin esperarlo tras el fondo de un cajón. Se había colado sí, por el fondo despegado del armario y una noche cantó a grito pelado eso de: “When She Said What She Said”. Algo así como un susurro de Cuqui al oído que te transporta a la suciedad atractiva del garaje despechado de los 70. Ese Pop desordenado hecho a pelo y por el caprichoso antojo de Iam Button (Death in Vegas) y Robert Halcrow (Picturebox). Un disco para enterrarse en él hasta que nos salgan setas de las orejas.


Mi vecino solo me puso cara de Bacalao; entre estupefacción y embobamiento. Le cogí las manos y se las metí entre mis orejas y los auriculares cuando sonaba SOUND & COLOUR de ALABAMA SHAKES, entonces ya lo entendió y sonrió: Brasas que cocinan sin quemar aquello que hace unos años ya nos cebaba como a polluelos. Este año con más mano izquierda, lo hacen igualmente pero con más sustancia. 

Me lo llevé cogido del brazo. Subimos donde la sala de máquinas ronronea a ratos, y me puse a bailar en un anclaje como el de las bobadillas. Creo que gimió algo y comenzó a balancearse con el Surf bacilón de BABEWATCH; que bien lo llevan cuando tocan “Atlas Shroome”. Con THE SUICIDE WESTERN CULTURE recuperó el oído y ya no paró de bailar toda la noche. Se sujetó a la baranda de la terraza para recuperar la vista con el POISON SEASON de DESTROYER, y se sentó a traducir el majestuoso ejercicio de Pop quebradizo: Imposible no entender la grandeza de la música al escuchar este disco, y ver como un disco tan grande como Kaputt/2011, se queda chico al lado de este Poison Season.
Aquí Dan Bejar sabe como nadie separar sus colaboraciones con New Pornographers y seguir construyendo como una hormigita, discos que se presienten inmortales. Aterciopelados, confortables y llenos de pequeñas e inesperadas simas que te llevan a otros tiempos: Aquellos en los que la palabra Pop significaba algo más que un estribillo resultón. Y que Blue Nile convirtieron en corriente artística, en poesía musicada y en literatura bestida de glamuroso chaqué.

A mi vecino Jacinto lo dejé allí, recostado y abrazado al esqueleto de Cuqui Savigné. Besaba su cadáver reluciente cuando la Luna nueva se puso sus gafas de sol, contemplando la tormenta de Perseidas. No solo habla, sino canta. La banda sonora perpetua de este mes de Agosto, deja pistas y salvas casi invisibles sobre un fondo celeste donde rascar con las uñas, descubrir, encantarse... Joan Shelley, Wolf Alice, Calvin Love, Amason, Menace Beach son solo algunos nombres.
El Lunes parto más tranquilo. A mi vecino le he dejado las llaves de casa para que me riegue la Albahaca; más indefensa y escuálida. Que se atiborre de música, el tiempo no es perdido sino pospuesto.
Saludos y no vemos a la vuelta, enjoy!

01 - ALEX BUREY_Come over
02_RYLEY WALKER_Love can be cruel
03_JOAN SHELLEY_First of august
04_PAPERNUT CAMBRIDGE_Rock'roll sunday afternoon city lights
05_JIM O'ROURKE_Half life crisis
06_BABEWATCH_Atlas shroomed
07_CALVIN LOVE_Automaton
08_THE SUICIDE WESTERN CULTURE_Still brething but already dead
09_KNOX HAMILTON_Work it out
10_THEE OH SEES_Turned out light
11_MENACE BEACH_Infinite donut
12_WOLF LIFE_Giant peach
13_AMASON_Algen
14_HOUNDMOUTH_Sedoma
15_FERNANDO ALFARO_La luna aplastada
16_ALABAMA SHAKES_Ginme all your love
17_DESTROYER_Times Squuare
18_MIKAL CRONIN_ii) Gold
19_SWERVEDRIVER_Lone star
20_CROCODILES_The boy is a tramp
21_SUNNY SWEENEY_Second guessing