Los tiempos
cambian y nosotros con ellos. O somos nosotros los que nos empeñamos
en cambiar el curso del tiempo?
Notaste que
ya no te despierta por la mañana el cantar de los gorriones y sí el
berrido de las cotorras? Que las gastroenteritis se solapan con la
gripe, o el moquillo mañanero. Y que no es resaca sino achaque. Tu
madre no te daba Quina San Clemente con una yema de huevo?
A mi la mía
me llevaba a ver a la Virgen Cochita en busca del remedio contra la
querencia de mil males y recaídas. Era un niño enfermizo; todo un
hecho. Y pese a nacer rechoncho y con cinco quilos ochocientos, era
asiduo al practicante y sus inyecciones: Catarros, bronquitis,
ataques de crecimiento y hasta unas fiebres tifoideas; que lo no me
mate, me haga inmortal digo yo.
Y que pena
que en vez de someterme a las ventosas de yogures, mientras veía
inválidas caminar mientras lloraban y se orinaban, madres en llanto,
y vivas!! en forma de oda gospel. No existieran por entonces
semejante medicina de Popunk centrifugado, como el que BLACK ISLANDS
me sacude estos días de propósito mental de 2018.
Miro al
cielo con los ojos en blanco, la mente negra y el corazón podrido.
No me pongo en manos de la providencia, aunque según tomo conciencia
de lo que me acorrala la vida y sus esbirros, igual es la única
posibilidad; el sentido de la coherencia no, desde luego. Y estos,
los retumbes y redobles que sacuden conciencias a base de dejarse
caer cuerda abajo a las catacumbas y caminar por las grietas:
Canciones
que piden volumen alto, acompañan el grito a la salida del trabajo;
si lo tienes. Y que por pura inercia son y deben, su naturaleza al
tiempo que les toca vivir.
Black
Islands han vuelto tras casi cuatro años de su increíble debut con
Burguer Records. Y lo han hecho con la determinación intacta e
incluso reforzada, de quien convierte las trampas, zanjas y
obstáculos, en pura energía. Un regreso musculoso y fibrado que lee
el presente sin renunciar al cáustico Rock de los 80 “Made in”.
Para que de ahí salga algo que conecta de manera inherente nuestro
pasado rockero con más solera, la travesía hereditaria de los
noventa y... lo más importante: La feroz personalidad de quien lo
toca, cuando lo toca y cómo lo hace sonar. Haciendo que esa
indeterminada frontera entre el pasado, el presente y el futuro sea
tan solo una mera interpretación, con el único objetivo de ser uno
mismo.
Diez
canciones imparables donde la inocencia juvenil da tantos hachazos
como besos. Y que no desfallecen, y deslumbran por la intención de
no andarse por las ramas cuando la inmediatez es su mejor valor.
En la escena
actual nacional hay dos maneras de hacer las cosas o de bregar con el
momento, que también podría valer para la internacional supongo. De
echo creo incluso que es válido para todo en la vida:
Seguir el
curso y la inercia de las tendencias, mayoritariamente puestas en
manos de los lumbreras: Tipos que dedican su vida a convertir la
nuestra en una interfaz cómoda o en una smart live no táctil, sino
tan integrada en nuestros hábitos como la repetición de las cosas.
Y nuestro clientelismo claro: Gente que con tal de no calentarse la
cabeza y hacer de su vida un sino lúdico, se ponen en manos de los
primeros.
Es cómodo,
es una inercia e incluso un viaje de no retorno. Cuanta más gente
hay así, y es un hecho no confirmado pero real, más raros somos los
que pensamos distinto. Te llamarán vejestorio y no adaptado al
futuro; estás caduco. Vives anclado en el pasado, cuando el pasado
ahora, solo es un icono para molar y poco más.
Bueno, pues
tras este sermón reflexivo, ya que cuando escucho un disco, no solo
lo disfruto, sino lo interpreto e intento buscarle una causa/efecto a
lo que me genera.
DISCO NUEVO
de BLACK ISLANDS contiene esos efectos secundarios de toda medicina
que no solo pretende que bailes como un cabrón. Sino que además es
una piel nueva que sigue la marcha de bandas como Las Ruinas, Tigres
Leones, Pablo under Destruktion, Cuello, y bueno... Un montón más
que al margen de conexiones estilísticas, creo que se caracterizan y
complementan por una actitud común a la hora de proyectar
influencias, pasado, e identidad propia.
No solo hay
una novedad más que evidente, grabando el disco íntegramente en
castellano. También tenemos un empuje rotor que mueve todos los
engranajes, aprieta ajustando cada clavija o resorte, y engrasa cada
nota a una sola. Black Islands es una banda que funciona sincronizada
como pocas y que en este disco ha dejado constancia. Sus canciones
claro está, lo transmiten. Y si bien es cierto que lo principal, en
un disco, es que entre por las orejas directo al corazón. También
hay un latido invisible, que a ciertos especímenes nos lo facilita.
¿se acuerdan de Ramones, Motorhead o los Pixies también, por
ejemplo?
Pues supongo
que sabrán de que les hablo cuando escuchen “Juventud
Perdida”, “Reino Animal” o “Transfobia”:
Tres canciones que nos levantan un palmo del suelo tras la hedonista
“Playa Interior”. Y que hacen que una curiosa
especie de belleza optimista manchada de oscuridad y agitación, se
revuelva entre la ambivalencia y la contradicción.
La métrica
exquisita de “Exilio de Amor”, que convierte la
amargura en un pequeño himno de bolsillo. Su Pop de tonos grises con
reflejos soleados que juega con el paso cambiado, la parada en seco o
los textos que se cantan sin seguir ese estribillo predecible en
“King Kong, el último abrazo”; cuando cierran el
disco y se declaran inmortales por propia decisión, en un surf
caústico sobre olas de afiladas rocas. Dan vida a un disco que
rezuma la frescura de una banda que ha hecho de cada canción, un
grito puro y libre. El homenaje a Wedding Preset de “Chaqueta
de entre tiempo”, ya no por influencia, sino por la paleta
de colores que se utiliza en este disco (Parálisis Permanente,
Lagartija Nick, Surfin' Bichos, Jesus & Mary Chain, The Cure e
incluso los Burning).
Creo
sinceramente que una de las cosas más chulas que transpira todo el
disco en cada una de sus canciones; por la forma, la intensidad,
sinceridad y poesía juvenil. Es ese nexo entre toda una generación
de bandas que nos quedan muy lejos, pero que son parte innegable de
nuestra cultura musical; sobretodo la de aquí. Y que hacen que la
música pueda ser única e inmortal.
El
compromiso con los textos y la rítmica de “Reino Animal”,
que perforan las tripas. La belleza magnífica de “Hospital”
que catapulta al cielo, con la perspectiva que da la altura sobre lo
que hemos sido o lo que queremos ser. O el “Ora Pro Nobis”
que clama al cielo los problemas de la conciencia, la fe y signo de
la vida.
DISCO NUEVO
tiene bastante más mensaje y mala baba del que se aprecia a primera
vista. Y sin lugar a dudas, uno de los trabajos más fieros, directos
y prometedores del panorama nacional, en el presente año. Con una
manera tan fácil y a la vez efectiva, de conjugar tantas señales
que nos proporcionado numerosas décadas. Como de convertirlas en
canciones imperecederas y tonificantes.
Una cita
ineludible, obligada e ilustradora de nuestra música. En la CAPSA
del Prat, donde su magnífica acústica dará cuenta de dos bandas
imprescindibles para entender la escena alternativa con pasado,
presente y futuro.
LAGARTIJA
NICK & BLACK ISLNADS, el 3 de Marzo.