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sábado, 28 de octubre de 2017

CELLER VALL LLACH: HISTORIAS DE TIERRA Y SANGRE_PORRERA Cap.1





Escucho en una mañana clareada de sol en sábado el “I've Changed My Plea to Guilty” de un viejo concierto del 2007 de un todavía reluciente Morrissey.
Una vieja cara B del 91 en su época más mullidita que ha envejecido fabulosamente; veintiséis años y ahí es nada la pedrada.
Veintiséis años que podrían ser perfectamente otra vida nueva más por vivir. Que me parece una eternidad por ridículo que eso parezca para alguien mucho mayor que yo; mi madre por ejemplo.
Sin embargo, hay momentos en la vida. Más cuando todo corre cuesta abajo sin frenos y con las manos atadas a la espalda. Que, uno -en la más inocente de sus treguas- intenta aplazar, ni que sea por unas horas el desagüe del tiempo. E incluso deshacer la madeja de la vida que tanto nos ha costado hilvanar, desviviéndola hacia atrás.

Había quien atribuía poderes espirituales al Pulque, la Ambrosía, el láudano de Sydeham, el Soma o la Absenta, para emprender un viaje sugestivo al pasado o alcanzar la inmortalidad. Nosotros sin embargo, solo necesitemos cerrar los ojos y viajar a tiempos remotos y no tanto, a lomos del perfume licoroso y almizclado de unas cariñenas de Porrera.

Hubo un timonel (Albert Costa Miralbell), hijo y relevo del inmortal Albert Costa, e ideólogo junto a Lluis Llach del CELLER VALL LLACH; proyecto vinícola y renacentista del Priorat esencial: El Priorat austero, social y heróico, espectador del más mediático de Gratallops; con sus cinco “pioneros”. Pero seguramente el Priorat igualmente real y salvaje que hizo de la filoxera, la penuria y la decadencia, una razón de ser, de existir y de revolucionar lo que ahora es el Priorat. Al margen de internacionalización de algunos de sus vinos más preciados en los mercados que colocan el origen en lo más alto de la cima.
También unos grumetes con horas de navegación, pero más ganas de reaprender por la mera cuestión de viajar a pie sobre las aguas; igual que los Basiliscus. Que de doctorarse en algo que solo entiende el límite de la sabiduría si se está en estado ya de putrefacción, o al borde de la muerte; así por lo menos lo entiendo yo.

Como nos decía él en una charla sobre las historias que hay detrás de un vino. Y que realmente deberían ser las que nos capten en esta adictiva cofradía: No solo por el valor estrictamente de calidad de un vino, sus variedades y la capacidad de éstas para sorprendernos y embelesarnos. Sino en otra virtud infinitamente más cautivadora: El territorio donde se produce la sincronía entre TIERRA (como lugar donde habitan gentes), TERRITORIO (donde la naturaleza, el clima y el pasado ancestral geológico hace único lo que allí nace), y LAS PERSONAS (que de alguna manera, por la tiranía de las dos anteriores y por su capacidad de supervivencia) No luchan por imponer su hegemonía, sino que conviven y se ponen al mismo nivel de las primeras.
Aunque sin duda, el valor diferencial y particular más emocionante de VALL LLACH, sea por si solo el fin del mismo:
Un proyecto entre dos amigos de la infancia y el pueblo de la madre de Lluis Llach (Porrera); teniendo en cuenta su abstinencia alcohólica y la obstinación de introducirse en un mundo, el del vino, desconocido para ambos. Y el fin de volver a Porrera con el objetivo de intentar dar a Porrera, todo el esplendor vivido hace 100 años tras la despoblación que sufrió el pueblo de 1000 a 300 personas escasas.


PORRERA tiene la particularidad de encontrarse bajo mayor influencia mediterránea. Que hace que el vino que allí se produce tenga el carácter único por sus terrenos de inclinaciones imposibles, pobre de tierra y rica en pizarra (licorella) y las viñas postfiloxéricas que se replantaron hace más de cien años: Garnacha , y Cariñena (en el caso de Porrera) principalmente. Pero también Cabernet Sauvignon, Merlot, algo de Syrah, o incluso la Cariñena blanca que ahora se está recuperando.
Pero sobretodo el paisaje que a mi, por ejemplo, ya que me ensartó hace cuatro años. Cuando tras un 2014 titánico en la recuperación de una grave enfermedad que padecí. Me enseñó la luz de las misteriosas tierras de Prades, Montsant, Siurana y mi descubrimiento final de Porrera, con su silencio, vinos y gentes.

Así pues. Esta interacción en el marco extraordinario de Padró i Solanet; donde se cimentó la idea del Tast Team. Tiene tanto de viaje sonámbulo a momentos que se estiman ya a estas alturas claves, para uno mismo. Como de sesión espiritista para los que formamos este grupo, donde la amistad ya supera con creces al colectivismo en pos del vino: Pegamento invisible que nos unió y une, y que bien podría asociarse al volátil hipnótico que emanó de las copas la noche en cuestión.
Siete vinos y una esencia con la cronología que dan las distintas añadas de Vall Llach (99, 05 y el Mas de la Rosa 2015). La medida del paso del tiempo en la primera añada del Embruix 1998. El nuevo Vi de la Vila 2014 de apabullante franqueza. Y dos de los tres vinos que elabora el anfitrión Albert Costa, con su espontánea juventud al tiempo que homenajea a la parte inolvidable de la historia:
Las mujeres ahora abuelas octogenarias o centenarias como La Catalina, que llevaron el peso de la vendimia en su origen. Esas infatigables personas poseedoras del incalificable poder de la austeridad, la inclemencia y la verdad más absoluta y natural del Priorat. La Joaquina, un blanco elaborado con escanya-vellas (uva que se plantaba delimitando las hileras para que las mujeres que vendimiaban pudieran comer durante la jornada). Y La Catalina, una tinta joven sin crianza de Garnacha del Montsant. Que junto al rosado La Matilda componen esa pequeña concesión que se dan a la locura y como no, al compromiso con estas tres ancianas que incluso decidieron el detalle de las etiquetas.
Los tres vinos por cierto, vinificados en ánfora y con el precioso final benéfico de destinar su recaudación a proyectos para la gente mayor del pueblo.


Ahora bien. Para entender el alma que atesoran los vinos del Priorat; y en concreto los de Vall Lach. Es primordial saber que estas plantas de Cariñena centenarias, por edad, climatología, composición geológica y el esfuerzo que esto supone para las viñas ahondar varios metros para encontrar el sustrato. Necesitan hasta cuatro plantas para producir una botella de vino, ojo.
Después está la idea clara, lógica y generosa que tuvo la bodega a la hora de impulsar de nuevo esta zona del interior de Tarragona. Que no era otra que pagar el Kgr. de uva acorde al trabajo que supone las exigencias del terreno y de la viña: 3eu/kg, cuando en el Penedés por ejemplo, se paga del orden de 30/35 céntimos.
Si tenemos en cuenta que en la Champaña se paga a 3'80eu/kg, cuando es una producción más intensa y fácil. Y en Vall Lach el arado es con mulos, la recolección de alto riesgo con desniveles del 80%, totalmente natural, su poca producción, y el objetivo de elaborar vinos de alta calidad dispuestos a competir con Burdeos, Borgoñas o Brunellos. Con un cuidado casi de jardinería. Entenderemos que no solo los vinos del Priorat no están sobrevalorados, sino que dan la importancia que se merece a algo tan subestimado como la agricultura con conciencia. Por lo tanto, cada sorbo de estos impresionantes vinos, tienen tanto de justicia económica, como de entender todo lo que hay detrás de cada botella: Historia, paisaje, trabajo, sacrificios, heroicidad y sobretodo, compromiso con una filosofía forjada a mano.

Todo esto no tendría sentido claro está, y se convertiría tan solo en un imaginario bonito. Sin el significado que tienen su principales emisarios; los vinos.
El desnudo de sus vinos sin crianza ilustrando el carácter rudo pero generoso de la zona: Los anisados y hierbas de montaña mentoladas, la pizarra mineral de su fondo, o la fruta oscura y fresca de sus garnachas.
El cara a cara con el EMBRUIX del 98 aterciopelado en toda su longitud. Esa sensación de entrar en la alcoba después de tantos años creyendo que su concentración y sobremaduración (hace dos días que se vendimió, la más tardía de la zona). Se ha convertido en talco de rosas rojas y nácar pétreo.
Que el suave deslizar descubre cristales de licor de cerezas, bayas y fresones de Sant Pol licuados. La licorella está omnipresente, pero con los años de botella estos vinos evolucionan fabulosamente. Todo un lujo tener a disposición estas botellas del cementerio, que el padre de Albert como buen notario que era, documentó para que no se comercializaran y se bebieran solo en pos del placer (300 de cada cosecha).

Antes del Embruix, el vino que a mi más me cautivó por melancolía emocional. Probamos un vertical y puntiagudo VI DE VILA 2014 con un pequeño porcentaje de Garnatxa. De esos vinos transmisores de una zona en toda su franqueza: Directo, equilibrando el clasicismo característico de los vinos de Vall Llach hacia una arrogancia agreste natural de la tierra que lo cría.

Sería como aquel viejo loco que corre montaña abajo, poseedor del instinto adolescente. Se bebe muy bien pese a los pocos años de botella. Diría que es la perfecta piedra de toque para entender a sus hermanos mayores, y con muchas menos condiciones para consumirlo: Se nota esa proporción de garnacha asomando la fruta, pero impone la Cariñena con su complejidad, estructura e intuitiva longitud. Taninos muy pulidos pero presentes, con todo en su sitio y por lo tanto puro caramelo.

La evolución de su magníficos VALL LLACH; su vino insignia recordado en una antigua cata como un brandy que detiene el tiempo. Es curiosa su conversión hacia el MAS DE LA ROSA 2015, donde la Cariñena al 100% lo convierte en un vino muy distinto a las de anteriores cosechas, donde había proporciones de otras variedades.
Un concentrado de Licorella complejo de claro reflejo de la zona. Longitud e impresionante estructura son sus principales virtudes, que lo hacen un estupendo vino de guarda. Ha desaparecido en gran parte esa presencia imponente que lo hacía un vino más licoroso y profundo, siendo ahora incluso más salvaje y excitante.
La necesidad de aire en parte por la Cariñena lo hace sinuoso, espectacular en posibilidades pero todavía exigente por su juventud: Con bosque de otoño, mucha fruta negra y mineral (grafito, pizarra, pedernal). Necesita tiempo para que el volátil de paso a los cacaos, la trufa y la fruta. En boca es contundente, aunque también es verdad que en la cata no se decantó y soy de la creencia de que a estos vinos les sienta divinamente la calma y el reposo; que sí aparecieron al final de la noche.

Así claro, al llegar al VALL LLACH 2005, un vino ya con 12 años y en pleno esplendor. Con un carácter radicalmente distinto a los nuevos Mas de la Rosa; es cuestión ya de gustos.
Sería del todo injusto compararlos, puesto que los vinos del Priorat según pienso yo, brillan en cada una de sus facetas (juventud y guarda). Influye y mucho la forma de vinificación, y por su puesto la zona (nada que ver Gratallops, Porrera o Falset). Porrera por así decirlo, es más rural, explosiva y primaria, si bien es cierto que Vall Llach tiene una vendimia muy tardía esperando que la Cariñena esté muy madura y sea toda elegancia montaraz. De esto se encarga Lluis Llach, que pese a ser abstemio, es un perfecto catador de uvas y el momento idóneo de su recolección.

Un vino de rasgos de auténtico Priorat en sus variadas pequeñas proporciones de Cabernet, Merlot y syrah, que acompañan a la Cariñena. Los años de botella le han dado una elegancia y afinamiento impresionante; un orgasmo embotellado. Aunque algunos diferían en las virtudes tan distintas de cada añada; mola.
Mola la sensación armónica que nos da el tiempo y el entrar a descubrir vinos exigentes y tan profundos. La manera como cambian y evolucionan en botella y en copa, por que odian las prisas; como yo.
Es impresionante ver que todavía tiene un recorrido tan grande, conservando una deliciosa acidez que se funde con distintiva mineralidad. Increíble la manera de abrirse tras dejar atrás el volátil resinoso que los conserva impertérritos. Y como aflora el soto bosque, la esencia de monte que le dan las hierbas aromáticas infusionadas en frutas rojas y negras, en brasa y en pizarra descompuesta. Un pulso al paladar y al olfato en forma de abrazo cariñoso y fraternal. Un corredor de fondo de elegancia indomable y corpulencia culturista; bello sin más.

Hablábamos del tiempo, de la evolución y el cambio hacia una tipicidad monovarietal muy presente en los vinos de riesgo de hoy.
Por eso es tan hermoso como interesante ver hacia donde caminan los Priorats de hoy día. Cuando nos enfrentamos a un VALL LLACH del 99; dieciocho años que podrían ser toda una vida, y lo son.
El Cabernet Sauvignon y el Merlot en cantidades más grandes, intentaban domar a una Cariñena por entonces más indómita. Así dieron después de todos esos años de guarda con un vino inigualable, aunque claramente más afrancesado. Que no es un defecto en absoluto en tanto que es una pura delicia, pero se aleja de lo que busca ahora Priorat: identidad. A mi sin embargo me encantó después del batallón de vinos, en un Jueves noche repleto de emociones y toboganes sensitivos. Y en el cara a cara con el ágape final, ya aposentados, nos dio un poemario de caras y muecas digno de Delicatessen; la peli.

Cabe imaginar en que se puede convertir un Mas de la Rosa 2015 observando la armonía que fluye del 99?
Pues imaginen hasta donde podría llegar una Cariñena vinificada ahora sin los volúmenes del Merlot. Con el vigor y el camino recorrido hasta hora en cuanto a aprendizaje, técnica y agricultura sostenida. Dicen los entendidos que es imposible hacer un vino malo en el Priorat, y me lo creo. Igual que también creo que nuestra forma de beber vino, el interés creciente por la cultura del vino y la racionalidad del campo, a cambiado y nos debería llevar a una sostenibilidad acorde con nuestra historia y nuestro pasado. Tanto si hablamos de vinos Top, como si lo hacemos de las pequeñas bodegas con productos excepcionales a precios asequibles también.
Hoy por ejemplo he descubierto un Cal Pla increíble, por poco más de 12 euros. También hay que valorarlos en la medida del camino que nos enseña a disfrutar de los grandes vinos, sin prescindir de los pequeños e indefensos productores.

Pitu Roca decía que la esencia del VI RANCI MARÍA DE CAL VALL con la que puso el lazo Albert: Una barrica de Garnatxa descubierta en casa de la madre de Lluis, datado del 1927. Y que se vinifica por el sistema de soleras en escasísima producción. Que se debería usar de perfume a pequeñas y delicadas gotitas.
Un vino muy cercano a un Oloroso Viejo VORS, pero con la personalidad inigualable de su procedencia tinta. Que te derretía la boca y pese a todo, ahí, la acidez que rompe con el hipotético empalague. Y en definitiva, una síntesis fiel de esa historia que abría la noche como conexión a unos vinos, una tierra y unas personas. Sin olvidar el conjunto llano y emocional de la historia por la que transitan, llena de anécdotas, obstáculos, y siempre premios como este, de su boca y manos.

Yo que quieren que les diga, aun entendiendo a la perfección el símil de Pitu, cuando bendice lo milagroso estos elixires inmortales; como los vinos del marco de Jerez o Montilla/Moriles.
Prefiero olerlo sentado esperando el día del juicio final, y en última instancia beberlo como si no hubiera un mañana, hallelujah!!
No se si sería tan frívolo para usarlo como perfume. Pero en todo caso, si lo hubiese, me haría cofrade de esta bendita hermandad:
La que nos hace tesoreros en infinita memoria y devotos por tan desinteresada generosidad; la de Albert. También es cierto, de decirlo bien alto y con la copa en la mano. Que la vida toda entera y a tropezones se ordena de manera cronológica, no por las tragedias, sino por LOS MOMENTOS:
Esas circunstancias temporales y compañías de viaje, que igual que NEO, en Matrix. Son capaces de detener las agujas del reloj, atraparlas a brazos llenos, y confitarlas ahí. En el corazón, en el alma si la tenemos, o en el córtex inferior en forma de muesca.

Es curioso, porque uno sabe que de eso no se va a olvidar. Que el entreno de los sentidos que potencian las catas tienen la magia de convertir una experiencia, un aroma o una sensación al saborear, en un recuerdo imborrable. Y doy fe que este a sido uno, y no será el último. Lo sabéis todos los que tenéis que saberlo sin nombraros, verdad?
*FOTOS & CONEXIÓN DE HUESO: Amadeu Gabaldà/Carlos Gonzalez *OTRAS FOTOS: un servidor *LOGÍSTICA: Solanet Family *FLUIDO SANGUINEO: Celler Vall Llach