lunes, 30 de marzo de 2015

MAS VALE PLAY EN LA MANO QUE PARÁBOLAS VOLANDO!!




Todo a su debido tiempo, respondió mi subconsciente. A la interpelación de las manillas del reloj esputó un aplazamiento, un dejarse llevar por la corriente un: - “One moment please, que me acicalo”. Mas por ayuno voluntario o simpático reflejo que por propio propósito. Seis días recostado en la cama: apolillada, mohosa y hasta maloliente. Y el solo rugido de sus tripas, que fueron las capaces de tocar diana en el batallón y lograr, un sollozo.
En todo ese tiempo tuvo sueños húmedos surcando piscinas olímpicas. Se vio en romerías calle arriba de rodillas hacia la ermita en promesa, virgensita mía que me quede como estoy!! Quieto, inmóvil... parao. Dejando pasar el tiempo con un goteo incesante de segundos, minutos, horas y días. Días que se hicieron semanas y que iban camino de ser ya meses. Tiempo para desangrarse, vaciando con silencios el jolgorio de la calle (el camión de la basura que irrumpía en la noche, los niños al colegio los padres a los bares, los vendedores de tarifas al ataque, y mi vecino hombre-lobo aullando saetas). Él en cambio, se daba la vuelta, pegaba fuertemente la oreja sobre la almohada y seguía el ritmo de sus latidos; acolchados entre los sesos de su cráneo. A veces tan tenues y acompasados que parecían querer detenerse. Otras se aceleraban como el traqueteo del batidor de un telar, pero nunca lo suficiente para despertar el mínimo solivianto.

La sincronización de su mismo ser fue tan profunda y polirítmica; como la de esas viejas máquinas de vapor. Que abriendo y cerrando válvulas con forma de ventrículos y aurículas a ritmo tribal, generaron una sinfonía parecida a la de Zun Zun Egui o Skylar Espence: La sangre bombeaba a velocidad de vértigo, los poros de su piel se abrieron como esporas en ebullición y una convulsión recorrió su cuerpo, dando con una especie de baile de san vito sobre el lecho.
Levantose y corriera hacia el baño en un gesto instintivo por aliviarse de lo pospuesto por tantos días de encamamiento. Y agarrándose como un poseso en jarras a la taza del water; con la cara desencajada, las vasos dilatados y un ritmo cardíaco, tal cual estuviese poseído en cuerpo y alma por Keith Moon. Defecó una gloriosa Playlist; como se suele decir en el argot de los melomaníacos, una buena mierda.


Vamos camino de ventilarnos el primer trimestre del año, y por fin el parto de la burra a dado a luz un fardo de canciones generoso y capaz de producir la resurrección. Visto desde lo alto del techo, cualquiera diría que no habría dios capaz de atizarme como una descarga eléctrica, para ponerme manos a la obra.
Pero es que, ya sea por vagancia, por simple distracción o porque todavía no he encontrado suficientes motivos para seguir con el ritmo de otras veces. La cosa es que después de un 2014 enfermizo y obsesivo a partes iguales. Llegué a cumplir el objetivo marcado -volver a recuperar la normalidad del trabajo/familia y estado de forma- eso sí; aunque solo sea en forma de placebo. Y como quien llega a la meta exhausto, me temo que he acabado desfondado y disfrutando de ver pasar el tiempo sin la más mínima presión por cumplir ningún objetivo.
Salí del lavabo pálido, descompuesto, con el pijama por las rodillas y con las canillas temblorosas. Me afiancé a una gran taza de Cola Cao, y mojando galletas hasta los nudillos. Recobré algo de compostura entre las cacofonías de mis tripas y bombeo percutivo de mi corazón. Y con el nuevo trabajo de la policultural banda de Bristol sonando a toda castaña en el salón, auné suficientes fuerzas para volver al trabajo: Más de treinta canciones, repartidas entre restos del pleamar de 2014, y esas cosas chulas que me motivan a la hora de compartir (buenas nuevas, prometedores hallazgos y discos con chicha) entre novedades y descubrimientos... ahí, ahí van.. Tres reseñas que no más, para dar el empujoncito y el resto lo dejo ahí, a disposición de vuestras ociosas manos. Que sé que tenéis el arresto necesario para hurgar, descubrir y disfrutar.


ZUN ZUN EGUI_SHACKLES GIFT (Bella Union)

Son una banda de cromatismos culturales variados y variopintos procedente de Bristol; como no podía ser de otra forma. Ahí, entre estibadores, suburbios bulliciosos y ese cruce multicultural que se da en la ciudad portuaria del sudoeste del Reino Unido. Fue donde el guitarrista de origen Mauritano Kushal Gaya, y la Japonesa Yushino Shigihara se conocieron y empezaron a tocar juntos en el 2008 hasta formar la banda por la que se les conoce ahora. El nombre viene inspirado por un viaje al país vasco del segundo. Y aunque en ocasiones su polifónico sonido puede tener ciertas reminiscencias al folklore vascuence, su sonido tiene un espectro bastante más amplio y global; en lo que a la sonoridad puramente tribal se refiere.
Hay quien habla sobre sus influencias de la exótica, el free jazz y los africanismos. Pero posiblemente como es mi caso, se conecte mejor a su sonido vía Talking Heads, al new wave o al esoterismo de Peter Gabriel. Por sonoridad vocal puede, o porque el destino final de su temario se entrevé incierto, experimental y altamente psicótico.

Lo cierto es que si uno decide asomar la nariz a su último disco: El que más amplio espectro abarca; de los dos que han publicado. Puede que como yo, acabe dando gracias a dios por la existencia de bandas como esta. Y no es que hayan descubierto ahora la sopa de ajo de la fusión, que no es eso que no. Ni que sea yo ahora y desde siempre un fan incondicional de los mestizajes sonoros; más bien al contrario: fusiones las justas y si las hay, que sean con sustancia y química natural. Ahora, lo que si es seguro, es que cuando cayó en mis manos “African Tree”, me vinieron sin remisión los efluvios de David Byrne and Co. Remembranzas indiscutibles de una de mis bandas vigías de juventud; tanto de su lado experimental como la deriva hacia la world music.

Zun Zun Egui suenan desde el minuto cero a eso: a puro amalgama noventero, por concepto, por formas y fusión bien entendida. Aunque al final la solera que resulta de su escucha sea puro rock musculoso, elástico y maleable. Y su irresistible despegue a lomos de “Rigid Man”, “African Tree”, “Rubi”, o “I want to you know” sea puro vendaval. El cómputo global de este necesario y apasionado producto musical, acierta de pleno con esa furia desbocada, en la diana de lo instintivo, primitivo y visceral.
Nos prepara el terreno y la sala de despiece con percusiones dislocadas, guitarras chirriantes y ejercicios vocales malditos pero contagiosos (directos). Y una vez maniatados y en pleno espasmo, nos empuja en caída libre hacia piruetas elípticas, hipnóticas, audaces a la hora construir y entretejer auténticas terapias sonoras. Que parecen querer desdemoniar algún tipo de maleficio espiritual. Y que aterrizan en algunos de sus más suculentos platos en la segunda mitad del disco, pese a requerir una escucha más exigente y desinhibida:
City Thunder”, “The Sweetest Part of Life” o “Late Bloomer”, son auténticos viajes desde lo más profundo de la esencia musical primaria y hasta el multiverso. De lo mejor de este exfoliante y tremendo ejercicio de plasticidad sonora. Y apuntando alto en este inicio del 2015.


Pues bien, si continuamos descolgándonos por la liana hasta lo más profundo. Al epicentro de la vianda más primigenia de la música, o por así llamarlo al rovell de l'ou: ese magma delicioso que corona una suculenta yema de huevo frito con sus dos chorizos escoltándolo. Posiblemente nos encontremos con el nuevo y flamante regreso de
JD MCPHERSON_LET THE GOOD TIMES ROLL

El diablillo de Oklahoma que nos dejó con la miel en los labios, y esa huella dulce en los resquicios del paladar hace tres añacos; tan laaargos como huérfanos. Ese mismo que nos atizó un cachete para que despertásemos hace unas semanas del hipersueño con dos aperitivos: “Bossy”, y la misma que titula el disco (Let The Good Times Roll); algo así como “conserva el buen rollo de las épocas”. Un tema que así, con chulería, es un calco al que echaba a rodar su anterior y glorioso disco en “North Side Gal”, pero con una primera impronta más contemporánea si se quiere.
Esa misma que se paladea en cada uno de los surcos, bits o pistas de su nueva entrega, y que hace que todo él suene como a más de ahora ¿me explico? Seguro que no.

Si era ese perfume a añejo y autenticidad el que inundaba las estancias de aquel “Sings and Signifiers/2012”. Con Let The Good Times Roll Jonathan David McP. insufla de un frescor mentolado cada uno de sus cortes.
Debates aparte sobre si este nuevo trabajo repite fórmulas sin apenas modificar la estructura esencial. Si éstas suenan más dóciles y acordes con unos tiempos, donde se echa mano de manera socorrida al pasado (por estética, moda pasajera o pura impostura). O si el revival a décadas postrimeras se agradece más por simpatía que por estar a la altura de sus progenitores; en fin, el buscarle tres pies al gato a algo que funciona sin más.
El caso es que desteorizando sobre cualquier aspecto funcional del temario del señor McPherson, y tratándose de Rock&Roll como fórmula magistral de nuestra actual música moderna. Yo en lo personal, me quedo la esencia de su música. Que no es otra que la osadía de recoger el testigo del malogrado Nick Curran, y dotar de vigencia en pleno siglo XXI algo tan indispensable como el Rock&roll, el R&B, el rockabilly y otras muchas cosas que se agregan de manera inteligente y sutil, a una inalterable perfecta receta. Todo eso es lo que hace de su música, un ungüento curativo y medicinal para grandes y pequeños ¿se puede sonar abigarrado al pasado sin caer en el revival fácil y ramplón? ¿sacarle brillo al legado de Leiber & Stoller o Eddie Cochran, y hacer que suenen imperecederos y a la vez totalmente actuales?; está claro que sí. Basta enchufar el equipo, darle chicha al ampli y dejar que “Its All Over but the Shouting”, “Head Over Heels”, “You Must Have Met Little Caroline” o “Mother of Lies” hagan su trabajo.
Guitarras que se te tiran al cuello, te magullan y despellejan. Metales que invocan ciento y mil bailes satánicos. Contrabajos que que zumban como abejorros repicando por baterías magnéticas, y pianolas a punto de incendiarse. Si hermanos, el Rock&roll es esa enfermedad medicinal sin cura que una vez inoculada te eleva como la Ayahuasca. Sin acabar de averiguar si es peor el remedio, o la enfermedad.



Y acabando, que el bronceador sol empieza a colarse por las rendijas. Y parece ser tal que así. Que iluminados por el señor en días de santerío y ganas de pecar, el bicho que descarriló el tren ya se me ha metido. Me voy a despedir con una última recomendación así, de carrerilla. El disco del mes de Marzo que se marcha. Una sugerencia que hago cada mes en la cabecera del recibidor del blog, y de la que nunca hablo.
Esta vez sí, creo que la vuelta a casa de la que fuese una de mis bandas de cabecera se lo merece. DOVES, o lo que es lo mismo, el 75% de la banda Mancuniana, ya que están todos salvo Jimi Goodwin (vocalista); está hasta el teclista Martin Rebelski. Por lo tanto podríamos decir que tras el decepcionante disco de Jimi del pasado año , el debut de-:
BLACK RIVERS_DE TÍTULO HOMÓNIMO

podría ser perfectamente la continuidad lógica de la banda, con los gemelos Jez Williams y Andy Willians al mando de la nave.
Ya que si bien el primer tema que se adelantó de manera gratuita en el 2015 -The Ship- me dejó totalmente intrigado con esos aires tan a lo Third de Portishead (mecánico, amargo e incluso narcótico). Tanto, que parecía esconder tras los gruesos cortinajes la susurrante voz de Beth Gibbons.

Han pasado los largos meses de invierno, y hace prácticamente un mes pudimos ver por fin el estreno de su nuevo disco: de entrada bastante más coherente que el de su líder y sin embargo totalmente despojado de los clichés de su pasado.
Black Rivers como banda y disco, todos a una, han conseguido algo bastante complicado a día de hoy. Que es continuar una carrera sin someterse al sonido de Doves y la hegemonía de Jimmi Godwin, y en cambio conservar lo mejor de aquella banda: los discos con cuerpo y alma. Discos que tras escucharlos y saborearlos con tranquilidad, pues no suelen destacar por estridencias. Acaban ganando en presencia; ese algo etéreo que hace que un puñado de canciones cobre ente y personalidad. Si se analizan una por una veremos que son la mayoría distintas entre si. Sin embargo unidas todas ellas por pequeños filamentos que las hacen comunes. Igual que su anterior banda, Black Rivers saben como nadie tejer un colchón de armonías escapistas, y dejar que crujan los muelles del somier cuando deben.
Pese a que la voz de Jez Williams no es para lanzar confetti (tampoco lo era la de Jimi), la firmeza del disco es admirable; por producción o porque a lo mejor eran ellos los artífices de esa genialidad.


Ponen el contador a cero con “Diamond Days”, una dulzura de canción bastante más pop que cualquier cosa que hubieran hecho en el pasado. “The Forest” recuerda una barbaridad a la austera psicodelia, y ya no digo la instrumental “Harbour Lights”: Uno de esos sueños brumosos extraídos de Lost Souls/2000 junto a “Voyager 1”; la joyaza del disco. Unos primeros 25 minutos sembrados, que alcanzan el ecuador del disco con “Benyond the Pines” como un pequeño suspiro. Hacia el final “Coral Sea” y “Age of Innocence” se erigen como dos de las grandes canciones de este fabuloso trabajo; sobretodo Coral Sea de belleza y melancolía infinitas.
No es un disco de gancho inmediato, aquí no hay singles rutilantes o canciones rompepistas como tampoco lo había en la discografía de Doves. Probablemente fuese esa, una de las razones por las que pese a ser respetados en la escena como un trío de repertorio envidiable, jamás llegaron a tener demasiado éxito. Sus discos acabaron por ser más un estado, que un propio estilo o género. Se entraba a trompicones y con desconfianza, y al cabo de las escuchas emergían como obras más próximas a estados anímicos o materiales.
Lentos a la hora de publicar, con una idiosincrasia y método de trabajo casi hogareño. Conformaron un catálogo musical al lado de Elbow o I Am Kloot en el sello Heavenly (garantía de calidad). Y de este disco una vez interiorizado, escuchado y escudriñado hasta la hegemonización, me parece sinceramente único en su especie; si lo comparamos más que nada con lo que se publica en UK ahora, y bajo el concepto y peso de álbum como palabra definitoria. Lleno de pequeños detalles, inmaterial en la estructura, libre, sin complejos ni intención de formar parte de los candiles del establishment alternativo.


En fin, que a resultas de este manojo de canciones con las que pasar una mañana bien provechosa. Y con la encontrar esa excusa casi imprescindible por nuestra innata afición por descubrir y sorprendernos. Al final de ese vacío existencial con el que comencé el año; ahí, pensando yo en mis cosas, con la mente vaciada y en plena desfragmentación.
El despertar al cabo de los tres meses con las extremidades medio entumecidas y dormidas, el reguero de baba cayendo en cascada desde la almohada, y las tripas mordisqueando cualquier órgano que les pille a mano. Dan por lo menos para agudizar los sentidos en busca de discos distintos, de esos que nos dan otro ángulo visual sobre lo que ocurre a nuestro alrededor, y que no siempre es lo mejor para una dieta musical equilibrada.
Aparte de estos tres artefactos sonoros escogidos por vete tu a saber la razón o (sin)razón. Hay entre esta treintena de tonadillas recuerdos todavía presentes del pasado año, de su invernales y brumosas reminiscencias: El disco de HAPPYNESS y su nueva edición deluxe que no me canso de reivindicar; de las pocas cosas que salvaría de un naufragio preventivo. BLUSH RESPONSE, SOUNDS OF SPUTNIK. SLOWNESS o LVL UP; todos ellos tremendos y cada vez más maravillosos cuando se les dedica el tiempo a toro pasado. Y es que amigos míos, cada vez descreo más de los acotamientos anuales que nos presionan, asfixian y delimitan como a Truman Burbank.
Ya sabréis por mi escasa fidelidad con las publicaciones, de mi mal administrado tiempo libre. Los discos los escucho cuando el cuerpo me lo pide, que es tarde, harto de guardar la tanda para coger la delantera. Que mis criaturicas piden de comer oigan!! de lo sólido y de lo etéreo (amor de padre). Eso sí, antes de desaparecer por un tiempo, no voy a perder la oportunidad de dejarles tareas; las mismas que yo me impongo.
No pierdan de vista a estos nombres que les voy a relatar, porque lo que he oído de ellos (o ellas) promete. Y si no al tiempo:
METZ y su próximo disco (espero que menos machacón), HINDS, MITSKI, SPRING KIG, COURTNEY BARNETT, ANDREW COMBS, o PITY SEX. Entre toda la fanega y ½ de buenos discos con los que soportar la eclosión floral que nos espera... El de DECEMBERISTS que oigan me gusta, por más que renegara de su flojo comienzo. Del pétreo trabajo de WAVE PICTURES; no los pude ver en directo y pude sin embargo salvarme de la excomulgación. El de ya de una vez por todas aireada discografía de los Australianos TWERPS; ya hablamos de sus bondades en el 2011 y me apunto un tanto. O el de LA BIEN QUERIDA, más discreto y conceptual que el anterior pero igual de bueno. Hay, y tomo aire que hiperventilo, mucha música buena.
Solo una cosa más, no se cierren puertas y ventanas con juicios intuitivos. Déjense hacer, aflojen piernas y brazos y denle al PLAY(list). Que hay poco que perder y mucho que ganar, en la vida, a veces, no hay mejor remedio para el alma que dejarse llevar por la presunción de querencia que por el miedo a lo desconocido.

TRACKS:
00- HAPPYNESS_Montreal Rock Band Somewhere
01-MATTHEW E. WHITE_Take Came My Baby
02-LA BIEN QUERIDA - Alta Tensión
03-SKYLAR SPENCE - Fiona Coyne
04-BLUSH RESPONSE - Telltale
05-BLACK RIVERS - Voyager 1
06-TITTLE FIGHT - Liars Love
07-MY MORNING JACKET - Big Decissions
08-GEOGRAPHER - The Guest
09-THE DECEMBERISTS - Mistral
10-COURTNEY BARNETT - Pedestrian At Best
11-METZ - Acetate
12-HINDS - Bamboo
13-SPRING KING - City
14-MITSKI - Townie
15-ZUN ZUN EGUI - African Tree
16-DENGUE FEVER - Still Waters Run Deep
17-PITY SEX - Acid Reflex
18-THE WAVE PICTURES - Fake Fox Fur Pillowcase
19-UNLIKELY FRIENDS - Golden Telephone
20-JD MCPHERSON - Head Over Heels
21-TWERPS - Shoulders
22-SOAK - Sea Creatures
23-ST. LENOX - I Still Dream of the 90's
24-SOUNDS OF SPUTNIK - New Born (Malcolm Holmes & OMD Rmx)
25-SLOWNESS - Anon (Part 2)
26-VIETCONG - Bunker Buster
27-DESPERATE JOURNALIST - Happening
28- ANDREW COMBS - Foolin'
29-LVL UP - I Feel Ok

jueves, 12 de marzo de 2015

Encuentros catatónicos en.... DE MENCIA, Y EL HOMBRE/VINO TRANQUILO



Sucedió así, fácil y sencillo, de repente. Como esos encuentros inesperados que lo abordan a uno de renuncio y sin coartada posible a pie de calle.
Nos pasamos la vida meditando y sopesando tal o cual ensayo, acierto o quien sabe si pruebas fallidas. Temerosos cuanto más dudamos, y excitados cuan más carnal es el arrebato: bajo fondo que nos anuda el intestino, fervor que sacude las entrañas y relinche cardíaco. Nos gusta subirnos en marcha, saltar las barreras y soltar el pesado lastre del orden. Lanzar una y otra vez las agendas al río para cazar al vuelo las ocasiones, que son pocas, de conocer en persona a aquellos soñadores que trabajan en silencio con proyectos tan personales e idealistas como el de Nacho León.
Demencia de Autor es la mejor forma posible de bautizar una aventura, que por si sola. Ya es suficiente, para contagiarnos aquella osadía infantil que se desangró camino de nuestra madurez, y que a toda costa intentamos recuperar. Y aunque la recomposición del orden natural de las cosas, tras la vuelta al trabajo después de 15 meses, me haya obligado volver a calcular la elasticidad del tiempo y las prioridades. Después de casi ya un mes de aquella noche&nacho y sus botellas en casa, va siendo hora que la criatura vea la luz.

La semana del pasado 19 de Febrero se dieron todas las condiciones, para que se produjese tan ansiado encuentro: Que Nacho León estuviese promocionando su nuevo alumbramiento -Pyjama- de la mano de su distribuidor en Barcelona, Viteri Winery aka Israel. Que surgiese un hueco de la intensa agenda... Y claro, las ganas de compartir esos momentos que te hacen cómplice de esa chispa mágica, que son las intimidades de la elaboración.
Y Nacho nos cuenta...: con el ritmo sereno y sosegado de un metrónomo que nos marca la cadencia templada, tranquila. Como la de esos niños absortos que asisten a una de esas historias de mayores, al abrigo de la noche y frente a la candela de una lumbre. Son ese tipo de relatos desmigajados entre lo biográfico, personal y emocional. De alguien que salió de su Valladolid natal en busca de nuevos horizontes vínicos, de aprendizajes en bodegas Riojanas a sueldo, atento y presto en silencio. Hasta que en un momento poco exacto de su vida se cruzó el Bierzo en su camino y decidió ser él, el único dueño de su destino.

DEMENCIA DE AUTOR es una bodega/proyecto realmente joven, con 8 o 9 años escasos de vida. Un proyecto construido e imaginado desde cero echando a volar castillos en el aire; como esas cosas en las que solo cree uno mismo.
Nacho nos habla de campos abandonados. De unos procesos sociales abrasivos que nos alejan de la tierra, buscando quizás en fórmulas mágicas y efímeras la solución al abandono rural y consiguiente reconversión de la industria, en futuros todavía más inciertos. Posiblemente porque estamos demandando a gritos un cambio de sistema de subsistencia más libre, sincero y natural. Y en este punto, bodegas como Demencia entre muchos otros jóvenes viticultores de aires quijotescos. Son parte importante de esa revolución silenciosa dispuesta a desmontar los obsoletos paradigmas a la hora de elaborar grandes vinos, con uvas históricamente denostadas.
Son proyectos que desde hace una década aprox. han marcado un punto de inflexión en el tanto y cuando de los métodos de elaboración y producción en nuestro país, y lo más importante: la recuperación de algunas de zonas únicas, abandonadas a su suerte, o el intenso trabajo desde cero para dar la importancia que se merece la viña, y no tanto las obsoletas D.O . Una vuelta al punto de partida o mirada atrás para recoger aquel paquete de se nos cayó por el camino hace un ni te cuento de años. A los orígenes, a la simpleza o a los cuatro acordes perfectos que dan con la melodía única e irrepetible. Así que sin perder el hilo de las explicaciones que nos dio aquella noche uno. Que en su lucidez reflexiva y casi oriental de su forma de ver con sus ojos el Bierzo, nos contó el porqué de ese idilio que mantiene. 

Por pena, pero más por orgullo y demencia que por compasión. Nacho  & Co. decidieron invertir sus ahorros e ir comprando algunos microcultivos: Pequeñas parcelas, minúsculas, fruto de la idiosincrasia familiar de antaño, en la que se solían repartir las tierras de padres e hijos de manera tan equitativa que a día de hoy, El Bierzo, está prácticamente hecho de pequeños retales. Muchos de ellos a la deriva. Porque seamos francos, la juventud no está por la labor de dedicar sus vidas a levantar un cultivo diezmado por años de pesticidas, malas praxis, poco rentables y exigentes en cuanto a dedicación.
Una decisión idealista y alocada a simple vista, pero llena de fundamento si se ve esas tierras Leonesas con los mismos ojos que Nacho: Desde la perspectiva que da la configuración única e inigualable de sus campos y sus viñas.
Una de las pocas zonas de España donde se conserva el mayor número de viñas viejas, cada una de una madre, sexagenarias, de retorcidas, emperifolladas y otras con más belleza interior que atractivas curvas. Caprichosas cuando intentamos seducir sus tesoros más preciados; los pámpanos con sus racimos. Exigentes con el tiempo y el momento exacto de recolección; si se quiere tener en buena dote el frescor de sus bayas: Ni pronto, ni tarde para que el líquido preciado se desnude pleno de frescor, fruta y piedra.
Que bebamos de su vientre, y cerrando los ojos podamos leer en el bajo relieve del paladar lo que pasó aquel año: Los recuerdos probablemente, de instantáneas citas bajo la mirada atenta de la luna, vigilante de oscuros hermetismos y de aquellos carnosos labios de arándanos y grosella, con su fragancia a tocador a kohl.


La mejor manera de tomar el pulso a las constantes vitales de este ejercicio de creatividad inconformista; después de aquella primera botella tres años atrás (la de su segunda añada 2007). Es por tanto, pasar a la acción y cogerla por la cintura para sacar a bailar los encantos de sus vinos.
Un primer PYJAMA de entrada y con la inercia que da la tertulia de pie en barra. Un vino extraído de Mencías más jóvenes quizás o simplemente distintas por composiciones de tierra y orientación. Y que nos acerca al verdadero significado de Demencia, como un vino que habla con franqueza del origen alimenticio y del vino de pueblo. Que nos acerca al verdadero objetivo del vino; el del diálogo. En este caso, Pyjama ejerce de contrapunto, de bisagra entre el vino base y el trabajo de selección con el que encontrar la dignidad del vino de copas, de poteo y picoteo. El de cháchara y el de la justicia hacia vinos más inmediatos y directos como lo es también el CACHICÁN (otro invento inconscientemente maravilloso de este colectivo, e instigado por su socio Bruno Arias).
En Pyjama encontramos motivos suficientes para adentrarnos en la espesura de la Mencía. De su singular hábitat y propiedades exigentes de su cultivo, y el resultado asombroso cuando se la trata con mimo y cierto grado de locura. Del trabajo minucioso de la cata de cada barrica, de cada viñedo y de cada zona nace esta selección que por características concretas no entra dentro de la complejidad de su hermano mayor, Demencia. Sin embargo han dado con la clave, o con el complemento ideal con el que darle sentido a su filosofía.
Un tinto directo al paladar, sin esa carga de extracción y volatilidad de su hermano mayor. Con un primer golpe a flores (violetas, geranios). Al tiempo que van apareciendo tostados, pan, brasas candentes conforme se acomoda a la copa tras mecerse con el movimiento. Al rato una ligera oxidación, pero no una oxidación como defecto, sino como un cambio natural. En los vinos de Nacho León el error no condiciona el resultado, sino que lo hace franco, cercano y apetecible. En sus vinos habla la fruta sin filtros ni disfraces, hay que entenderlos así: vinos vivos, transformistas y elásticos.
El ataque en boca tiene esa misma franqueza, sin aristas que enmascaren el verdadero carácter fresco y frutal de la Mencía. Pero a su vez si mantienen cierta complejidad, toda ella muy transparente y adictiva. Con taninos muy pulidos y con una acidez nada agresiva, que va de cabeza al final del paladar y que limpia la boca para ser todavía más delicioso y refrescante. Detalles ahora de cacao, sutilmente mineral, con un final ligeramente amargante que recuerda a la piel y la carne de las ciruelas.
Una Mencía redonda que armoniza en desenfado y cierto misterio, de aquellos que te invitan a analizarla llevado por cierto grado de incosciencia.

Después pasamos a palabras mayores con su estandarte; DEMENCIA en sus añadas 2008 (casi agotadas) y su más reciente 2009. Un juego de trileros para ver de verdad como dos vinos pueden preservar su identidad y ser tan distintos entre si.
Nos ganó el pulso su añada más reposada y tranquila, la 2008; pese a ser una cosecha complicada. Tiene un empaque casi magistral, seductor, una concentración maravillosa y de puro elixir. Que lo hace a uno meditar con tal de no dar fin a tan buenas sensaciones: una concentración que tizna copa y paredes, que deja huella y el grabado de su inexistente clarificación. Nariz de inicio secante, a estancia antigua de sábanas recién lavadas y almidonadas. A polvos de tocador y carmín con cierta feminidad, imponente e intimidatoria. Sin embargo y pese a esa feria de aromas balsámicos, intensos y turbadores. Su ataque en boca es sedoso, con un tanino tan bien integrado en la profundidad de su paso que es puro masaje. Su acidez es rica, nerviosa, e invita a seguir bebiendo. Hay frutas negras, algo de tabaco y regaliz, estimulante y reconstituyente.
Se notan y mucho los bazuqueos con respecto a su última añada recién comercializada, la 2009. Con un ataque mucho más directo al fondo del palatar y mucho más tranquilo, sereno. En nariz de inicio es más volátil y tarda un poco más en abrirse que su compañero. Bastante más mineral con recuerdos a café verde, puede que algo de mentolados y verdura cocida. Sin duda muy distinto al 2008 e incluso a ese 2007 que me desvirgó. Se ve claramente un claro cambio de concepto en la vinificación, y diría que hay un antes y un después respecto a sus primeras añadas; ni mejor ni peor, diferente.

Esta 2009 tiene cualidades de fondista, con bastante menos extracción que su antecesor y eso se nota mucho en su paso en boca. Más longitudinal, fino, armónico, y me atrevería a decir que mejor preparado para una larga guarda. Esto quizás tenga algún inconveniente si carecemos de la paciencia que necesita este vino para extraer todas sus cualidades, pero creo que con los años en botella nos dará grandes satisfacciones. Claro que esto a veces no se entiende, me refiero a esos cambios tan manifiestos y a esa demanda de espera, de botella o de guarda que algunos no estamos dispuestos a tener. De echo las primeras opiniones del Demencia 2008 allá por el 2012 fueron diversas y encontradas, lo cual me confirma como decía Nacho que es un vino que necesita tiempo y botella; algo realmente complicado en producciones tan pequeñas y alternativas como DEMENCIA DE AUTOR.
DEMENCIA es una apuesta de riesgo un tanto experimental, si así se la quiere definir. Exige entender la idea del proyecto: el ensayo y el error no como un defecto, sino como una virtud de un proyecto vivo y en constante progreso. Una idea sobre la elaboración del vino, su franqueza, del ejercicio del mismo al expresar, de las sensaciones que produce y sin intervención alguna: exfoliantes, renovadoras y fieles a las historias anónimas y ancestrales.
Puede que esos progresos a veces no sean entendidos por aquellos que buscan vinos fiables. A veces poco fieles con los cambios naturales de las plantas, la climatología de cada año y su distinta ubicación; en demasiadas ocasiones conservadores, inmovilistas y acomodados. Sin embargo, si sois de los que entendéis los disfrutes de la vida, como un ejercicio para experimentar y avivar las ascuas de la curiosidad, digamos que infantil. DEMENCIA es la bodega o colectivo que mejor lo representan y lo llevan a cabo sin presiones comerciales.


Todo esto aunque pueda parecer una filosofía suicida. Nos lleva a un terreno o a un estado etéreo, imperceptible por el que descubrir a los nuevos impulsores de otro nuevo modelo de viticultura. La que tiene que ejercer de auténticos ideólogos. La del cambio hacia nuevos escenarios con los que cambiar nuestra percepción del vino, los pequeños productores y su importancia en la evolución/involución de nuestra cultura de consumo. Ellos son los verdaderos artífices, y a cambio solo piden abrir nuestra mente y sentidos.
 
Tanto como el colofón fin de fiesta que culminó con CARABALLAS: Un Verdejo que Israel (Viteri Winery) -otro demente que se encarga de distribuir junto a Demencia y otros vinos “distintos”- y que puso por cuenta propia. Todo ello con un mismo fin: volver a tener frente a frente a uno de los Verdejos de tierras Vallisoletanas más sorprendentes, evolutivos y auténticos que he tenido el gusto de probar. Nada que ver con esos verdejos con sabor a colonia Nenuco, que está ahogando de éxito el consejo regulador de Rueda a productores capaces e inundando estanterías en grandes superficies. A base de permitir sobrexplotaciones, precios ruinosos y la consiguiente desbandada de la D.O de aquellos que pelean por un Verdejo con terruño.
Ya lo hice hace dos años cuando nos conocimos en una degustación de Cristina Guillén en 2012, creo. Aquella tarde cayó en mis manos su preciosa botella, entre lo elegante y austero diseño: sin inventos ni parafernialias, puro cultivo ecológico vigía. En aquel tiempo todavía joven ya apuntaba maneras. Un año más tarde cuando probé la misma añada con dos años de botella, crecía exponencialmente, que gustazo de evolución!! Pero la noche de autos, para limpiar el gaznate de taninos y ambrosías, que mejor que los restos de la batalla del 2011. Ojo, que se dice rápido un blanco ecológico con tres años y pico de botella. Un verdejo sin crianza ni trabajo de lías que debería venirse abajo con el tiempo... pues no!!
FINCA CARABALLAS en esos tres años tiene la elegancia arrabalera de una dama forjada a base de currito. Era muy prometedor por entonces: toques herbáceos con buena acidez, longitud, pequeños apuntes de mineral, de sal gorda, pero con el frescor floral de su juventud. Pero volver a dar con él, con el tiempo que da no tener una distribución masiva; por suerte. Hace que el reencuentro sea aun más efusivo. Más todavía cuando se demuestra para incrédulos, impacientes, y amantes de la velocidad, que el tiempo juega a nuestro favor. Saber esperar y guardar aquello que por limitaciones productivas y de negocio sostenible no se puede envejecer en bodega. Y descubrir un vinazo que combina en exotismo, el paso largo amable, aterciopelado, y ese carácter varietal que podría echarle un pulso a Borgoñas o vinos que duplican el precio del mismo.
Con una nariz impresionante a hinojos y hierva fresca con fondo frutal a orejones o paraguayos. Con reminiscencias exóticas a coco, a mango... turbador. En boca es delicioso y sabroso, combina a la perfección una ligera untuosidad con su acidez luminosa. Preserva intactas esas cualidades de ligera salinidad y mineral muy bien integradas en esa boca amplia, larga de las que llena el alma sin empalagar; muy al contrario, engancha. Da otra imagen menos típica, ligera y aguada de los Verdejos actuales, y contiene un marcado carácter de terruño; puede que el del auténtico Verdejo. Algo que por cierto, lo dignifica y mucho; sobretodo porque su vinificación es de lo más natural y veraz que podamos encontrar en el mercado.


Así pues, tras achucharnos entre espías, bañarnos de fuera para adentro y alargar la velada hasta la madrugada. Disfrutar de la cercanía que da el diálogo de quien ve los vinos desde la perspectiva del origen y el destino incierto pero fiel. Y descorchar contrabandos personales, como el Barolo PIRA del 2004 que allí se coló y la fiesta se plantó (vino para todos y algo de comer).
 Solo me quedó darle un abrazo y dos besazos; acto surgido desde la inconsciencia demente. Eh!! pero sincera. Nos hacen falta muchos Nachos León para aparcar la premura y la impaciencia. Que la velocidad sin control solo deja una estela borrosa; con lo hermoso que queda el paisaje inmóvil, silencioso y paciente.
SALUT & VINOS!!


lunes, 2 de marzo de 2015

25 AÑOS DE MINIFESTIVAL DE MÚSICA INDEPENDENT DE BARCELONA Espai Jove Les Basses (Barri D'Horta Barcelona) 28/02/2015


 























Que gran manera de empaquetar y ponerle el lazo a este lacónico mes de Febrero. Tan corto y veloz él, que a algunos casi no nos ha dado todavía tiempo de digerir nuestro regreso a la “normalidad”: Los días alargan, la luz empieza a querernos, a templarnos y nosotros que nos sabemos de sangre caliente y amantes como las polillas de la luz, nos venimos arriba; que le vamos a hacer.


Anoche el Espai Jove Les Basses era más o menos eso, un hervidero de humanidad. Un de los festivales de pequeño formato más longevos del país cumplía veinte años, y su primera noche de madurez merecía estar allí sí o sí aunque untado en árnica y con paños de calendula fuese; que la vuelta al cole ha tenido tanto de euforia como de dolores musculares.
Así que nos plantamos en solitario este pasado Sábado en las inmediaciones de la Barcelona guapa, barrios de balcones, visores y miradores de la ciudad más secreta. Un centro cívico que recuerda a aquellas aventureras iniciativas que se generaban en los 90, cuando todavía adolescentes nos apuntábamos a un bombardeo sin casco ni cinturones. Allí se respira eso vaya que si, concordia, caliu y familia. Que aunque desperdigada que esta ya la familia de cuarentones alternativos, estas iniciativas mantienen aun muy viva la llama del “indie” más auténtico.
Un cartel esta vez de lo más heterogéneo que nos encomendó, no solo a descubrir nuevos y viejos sonidos. Sino a reencontrarme con otros tantos compañeros de viaje que por cuestiones de obligaciones y edad, uno ve ya menos que al cometa Halley. Echar una cervecitas, charrar en la entrada mientras nos damos al vicio y al otro; el de contar anécdotas, reflexiones de puretas y compartir mil y una sensaciones. Que joder!! si es que al final es de eso de lo que se trata; sobretodo yo, que hablo hasta con mi sombra.


Sobre las nueve muy muy pasadas, que fue cuando me pude escapar a celebrar la noche más templada de este “Mad February”. Ya cenados con la cara lavá y recién peinao para allá que nos fuimos a eso, a volver disfrutar de la esencia de la música. Aquella que nada entiende de modas ni corrientes sonoras, la que juguetea con pasados, presentes y futuros que giran en espiral como bucles, y la que nos hace disfrutar de sentirnos fantásticamente viejos.
Con un lleno más que aceptable, la calidez que da la familia y uno más, discos para comprar, bebida y bocatas a precios populares (13 euros la entrada y birras a 2) ¿se puede pedir más?¿a que no? Bueno sí, que la música acompañe. Y eso amigos, sabemos los que les seguimos la pista desde hace tiempo, nunca fallan. Remitiéndome a las bandas que han traído basta: Trash Can Sinatras, Darren Hayman, Luke Haynes, Damien Jurado, Dakota Suite, Antonio Arias, Clientele, Cranes, Cecilia Ann o los Primitives de hace dos años que me volvieron a reenganchar. 
 

Entré por desgracia con los Vigueses LINDA GUILALA ya empezados, y digo lástima porque los pocos temas de ellos que escuché, sonaron como los propios ángeles. Pero es que a estas alturas de función y todavía asimilando mi actual situación, me cuesta cuadrar horarios y organizarme. Lo confieso, tengo un desorden metal importante.
Como decía, la banda Gallega lucieron sobre el escenario un sonido tan pulido, panorámico, de aquellos que llenan las grietas y desconches de las paredes, que quedé boquiabierto. Ahí se demuestra que el aspecto técnico de salas y equipos técnicos a veces afecten. Pero cuando la maquina está engrasada y funciona todo fluye, quien sabe si es porque tras esa apariencia de banda novel se encuentran un 50% de Juniper Moon. Además apoyados en un salto cualitativo importante que han dado con XERISTAR; publicado el pasado año. Un Ep de seis canciones donde alguna nueva incorporación y sobretodo el intensivo trabajo en el estudio Kaiju, ha conseguido que suenen tan compactos como lo hace “No me veis”; todo un latigazo de Pop que araña. O “Haciendo Daño” y “Sábados de Tormenta”, de esas pequeñas joyas que hace de las noches largas y festivas, un amanecer perfecto, definitivo. Saben además fundir el Pop con Noise y atmósferas vaporosas, que no densas. Así que no les pierdan la pista, porque estoy seguro que el día que publiquen un largo darán que hablar.

Sobre las diez y después de compartir cervezas, historietas y futuras celebraciones con mi gran amigo Luis, al que veo menos de lo que quisiera. Subieron sobre el escenario la multitudinaria banda Galesa THE SCHOOL, arropados por violines, vientos y en conjunto con esa esencia heredada de Belle & Sebastian o Camera Obscura; solo que bastantes más azucarados.

No era una de las ofertas que más me atraían pero bueno, nunca esta de más ver de primera mano aquello a lo que uno hipotéticamente no se aviene. He de decir que no sé si por su origen totalmente armónico, pero la verdad es que sonaron cojonudos. Admito que el timbre de voz de Liz Hunt y ese Pop de fruta escarchada que te cala los dientes hasta la raíz, no es de mi devoción; uno tiene más querencia por sótanos, filos y sedimentos. Pero se dejaron querer y puede que fueran una de las bandas que más fieles arrastró y más discos firmó; curioso porque solo tienen dos y fue “Let it sleep” el único tema que antaño me llamó la atención de ellos. La cosa es que las canciones mejoraron lo presente y sobre el escenario tienen más tablas de lo que cabe esperar. Que en definitiva es lo que le da “peso” a una banda al margen de que te puedan gustar más o menos.

Lo que de verdad no puedo negar, es que parte grande de que al final decidiera acudir a la edición de este año -al margen de que sé que veo a un montón de gente querida- es la presencia en el cartel de dos bandas a las que me apetecía enormemente ver: Una eran THE CLOSE LOBSTERS, y huelga decir los motivos si se quiere entender de verdad el porqué del Pop en la actualidad. Si así fuera, de perdidos al río sería dejar escapar la oportunidad de escuchar en la actualidad, bandas como ellos, Orchids, Jasmine Minks, Felt, The Bats o Comet Gain. Que por así decirlo forjaron el sonido de club de bajo fondo que une Pop/Punk y el Dunedin Sound anglosajón.
Y la otra claro, volver a ver sobre un escenario a MICHEL CLOUD DUO. Desde aquella actuación con Dominique A de hace dos años, que tan buen sabor de boca me dejó. De este dúo Francés (exs Diabologun & Experience), al que con una guitarra, una batería y manojo de samples les basta y les sobra para crear verdaderas tormentas.




Los Escoceses comenzaron con algo de retraso tras superar algunos problemas técnicos con el ampli de Bob Burnett. Y claro, no fue hasta bien pasados los primeros veinte minutos, que la cosa no empezó a perder algún acople o chirrío en las guitarras. Lo cierto es que superados los primeros nervios o tensiones cuando el show, no empieza con buen pie. Fue sonar “Lets Make Some Plans” y todo volvió a su cauce, brutal, gigantesca de esas canciones que con su brillante riff llenan hasta el último rincón de una sala. “A Prophecy” o “Deep House” como medios tiempos que en su madurez parecen manejar con más soltura, brillaron con luz propia.
Pese a dar algunas señales de agotamiento, hay que admitir que quien tuvo retuvo. El nuevo tema que publicaron el pasado año “Now Time” encajó a la perfección con ese punto más dulcificado de su música. El caso es que en sus manos y sobretodo en las de su guitarra solista, cabalgan algunas de las melodías más inolvidables de los 80. Y aunque para los presentes, supongo que cuesta ubicar ese sonido en la actualidad sin ser capaz de viajar al pasado. Ese es el Pop a medio hacer, frágil, endeble si se quiere, que confeccionó el sonido de Sarah, Creation, Fire Records y todo ese montón de pequeños sellos que decoraron la década de los 80, mucho antes de que todo estallase. Melodías de maravillosas imperfecciones, que concentraban la esencia del Pop de entonces.

No sé, pero mientras escuchábamos aquellas canciones de Close Lobsters junto a viejos colegas de andanzas, era inevitable no viajar en el tiempo a aquellos años en los que los allí presentes aprendimos a amar la música. De cualquier forma ese corazoncito popero nunca se deja de perder, por muy mayores que seamos, y diferentes las músicas que acabemos escuchando con los años.
Y es que parte de ese efecto dejavú, de ese ataque de melancolía que a uno parece atacarle en festivales como este. La tiene ese perfume que desprende y que tanto recuerda a las iniciativas inocentes y fervorosas que se emprendían con cuatro colegas por aquellos años (fanzines, programas de radio, clubs, garitos, fiesta homenaje etc.). Más aun porque los asistentes que arrastra este evento, son parte de aquellos años, de aquellas historias.


Para acabar de redondear la noche hacia las once, cuando muchos de los presentes dieron la desbanda con las doce puestas en el horizonte. Hacían acto de presencia MICHEL CLOUP DUO, una de las sorpresas del festival, por una oferta quizás más alejada del Pop y con la mirada puesta en el Rock más primitivo y básico.

Lo hicieron ya hace un par de años con Notre Silence/2011. Un disco que cabalga entre la melodía, las atmósferas densas y cortantes y las catarsis de puro extasis Postrockero; si se le puede ajustar un término entendible. El caso es que este pasado año publicaron Minuit Dans Tes Bras totalmente autoproducido y en rojo satén. Un disco si se quiere más crudo y menos melódico que el anterior, que exige una predisposición más alta si se le quiere. Pero que equilibra perfectamente su actuales sets, donde no parecen ser tan esclavos de los loops y sampleados. Y se afianzan en ese discurso de Rock agresivo, rocoso y funambulista, en esencia, un juego entre la sacudida/el trance/y el sosiego.
Michel Cloup juega perfectamente a ese juego de poesía agresiva, experimental, esa sensación de vanguardia... pero en el fondo es Noise Rock de trazo grueso, dan una de cal y otra de arena: melodía, arañazo, caricia, espiritualidad, claros, oscuros... Sus directos elevan sus discos a un grado superior, o quien sabe si los hunden en la miseria. Porque ambos, Michel Cloup y Patrice Cartier a la batería, son una maquinaria de provocar sensaciones muy por encima de lo que te puede producir escuchar sus discos; ellos dos se bastan y sobran solitos.
Empezaron poniendo la noche en situación, despacio, sin prisa aun sabiendo que sus sets se hacen cortos, con “Nous Viellirons Esemble” y “J'ai peur de Nous”. Fueron subiendo la tensión con “Ma Vieille Cicatrice”, “Plusieurs fois cet après-midi”. Eclosionó como una leve flor de los vientos “Cette Colère” y tensaron el suspense con la mística “Minuit dans tes bras, pt2”. Hasta acabar con “Sortir Boire et Tomber”; por un momento me vino a la mente como un flechazo “All That Jazz” de los Echo & the Bunnymen, fíjate tú. Y poner el broche a la noche de toboganes y vacíos con la secante “Minuit dans tes bras, pt1"; eso sí, eché a faltar la tremenda "L'Enfant".
 
Ya en la calle haciendo el piti de rigor las opiniones unánimes, lo de Michel Cloup Duo es muy fuerte. Pura maquinaria básica, primitiva, hiriente, pero a la vez tan sugestivo mántrico. Consiguen su propósito, si es verdad como dice Michel, que la idea del proyecto era reducir el Rock en esencia a la mínima expresión, sin tener por ello que sacrificar el objetivo común: elevar. Lo consiguen, vaya si lo consiguen y es que Diabologum y Experience ya eran la bomba; las bandas junto a Deus, Beef, Manta Ray y Girls Against Boys que animaron aquellos floridos años. Y claro, una pena que su propuesta de momento trascienda tan poco, aunque a veces debe ser así; por un lado está lo que trasciende, por otro lo que transgrede. Dos capas freáticas que conviven en armonía, hijas de la misma madre, pero sin apenas conocerse ni rozarse.


El final de la noche lo pusieron la joven banda de Leeds, MANHATTAN LOVE SUICIDES; aguanté cuatro temas, sorry dos veces sorry. Que ojo, en estudio suena bárbaros, pero en directo van a ratos: Hay momentos que prometen, pero en general Caroline McCrystal se pierde bastante en el ciclón abrasivo a lo Psichocandy en directo. Total, que tampoco les di demasiada cancha, puede que por mi apatía o por mi falta de grado alcohólico. Otra vez será muchachos, SALUTEN!!