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sábado, 13 de mayo de 2023

THE BUG CLUB 2022 Y 1/2 Y TRUCHÓN 2020: ¿SACUDES? O…TE AGITAS

 


A veces, me llevan lejos.

Y digo me llevan. Porque pese a que me agarro con la fuerza de un mono araña a la pata del pedazo de mesa maciza forrada de fórmica de casa de mis padres...
Fue más o menos igual que cuando mi madre se empeñó en que debía aprender a nadar con 8 años y yo solo quería cantar y bailar:
La podía arrastrar perfectamente, pese a que necesitábamos a cinco y el vecino, para moverla al empapelar.

 

A donde me lleven da un poco igual porque yo solo quiero oír a los chiquillos gritar calle abajo, mirando desde arriba sin juicio ni reproche. 
Así que cuando salgo de allí donde esté, magullado por las obligaciones laborales. No hay más megáfono que el del corazón ecualizando la piel erizada cuando suena y sueno aquello que me sacude.
Al escribirlo, lo saboreo como el metal de la sangre en el paladar al morderte y sentirte vivo. Y me gusta, vaya si me gusta. Me gusta incluso más todavía.

 

Te hablo de los galeses THE BUG CLUB; por si no lo adelanté:
Son la quinta esencia de la naturaleza musical más libre y desencorsetada que puedas inhalar por tus poros en la actualidad, por fanfarrón que pueda parecer mi afirmación. O la suficiencia de Sam Willmet, Tilly Harris, y Dan Mathew para proclamar a acorde pelao igual que si por guitarras asiesen un tirachinas:
-         - Subámonos sobre un promontorio y con una mano sobre la cadera y la otra en alto con medio giro -¿visualizas la solemnidad de la pose?- alzando el dedo corazón   chupándolo con pasión y vehemencia; a la vez que se cuestiona la  intelectualidad en el arte y la ociosidad.


 

 

GREEN DREAM IN F# es uno de esos perdigonazos que se publicó justamente cuando mirando al techo en blanco, estabas ordenando todo aquello que conformaba el maravilloso universo musical del 2022; en octubre concretamente.
Y claro, pasa que babia y el corre que se me churrascan las tostadas. Hace que (por fortuna), nuestra minúscula neurona y ese saquito estomacal, no den para tanta pantagruélica información (otra cosa que también pasa por suerte); no vaya a ser que como hacen algunos, tengamos que provocarnos el vómito y solo nos quede la bilis en el paladar.

 

Así pues, con la misma velocidad que suceden sus canciones; al primer toque y con la verticalidad de antaño.
Sam y Tilly me contaron una tarde de descifrar el TRUCHÓN de Gonzalo (Fábregas). Lo que para ellos es verdaderamente el ARTE, cuando se trata de cantar y tocar en 2/3 minutos una melodía bailable ¿Por qué recuerdan que es para eso para lo que se inventó la música?
Y sonaba “It`s Art” con ese tono de pánfilo que pone San cuando te dice que no le busques tanto sentido a las cosas que realmente te hacen pasarlo bien; que bien podría ser la vida. Y volvía a dar otro sorbo, previo olisqueo a esta Moristel (Graciano) centenaria de Barbastro. Y mientras me convencía de la magia de la esencia: movía las caderas, marcaba el ritmo con la bola de los ojos, y salía disparado como un cohete.
Y volvía otra vez sobre mis pasos one steep beyond.
Observando que “Only in Love” cumplía perfectamente con las premisas de lo funcional, útil, y brillante por eso. De aquellas canciones de Jonathan Ritchman, Buddy Holly o si me apuran, Ramones.
Y el resto del disco -a ver si me explico- Es como si They Might be giants, Pavement, Hefner como alumnos aplicados de esa conjunción de la cadencia, el instante, y la armonía que la Velvet engrandecieron con esas canciones de apariencia sencilla. Tuvieran en The Bug Club, unos dignos herederos que juegan entre lo simple, lo brillante, y lo contagioso; dando lo mismo si son 2, como 7 minutos de canción. Cuando el objetivo es pasarlo bien, y hacerlo lo propio por los demás.
Hey!! Y con auténticas maravillas musicales; ahí, ni lo duden un instante.

 


My Guy”, la misma canción que da título y cierra este disco, o “Chrismas Lullaby”. El disco apedazado de los registros en directo que perpetraron bajo el pseudónimo de Mr. Anyway’s Holey Spirits el pasado año, con material totalmente inédito. E incluso los dos temas nuevos que publicaron este pasado abril, triplicando el minutaje de cada canción, y resultando tan frescos e inmediatos como siempre.

 

¡¡Son -cojo aire y bebo un sorbo- joder que maravilla de extinta Moristel ha parido el bueno de Gonzalo!! Con el mismo arrojo de estos galeses de prescindir de levaduras añadidas o sulfuroso, para que la auténtica identidad sobresalga apartando maderazas, sobremaduraciones, o extracciones cansinas.
Solo Moristel con perfume a regaliz, frutillas maduras y crujientes. Y la sensación de patear suelo y levantar polvo para que las cosas sean y sepan como la expresión sincera de una sonrisa, de verdad.
Y sin desviarme, ahora sí.


 

En esta simbiosis de música y vino que a menudo hace que pierda las llaves de esta bitácora. Y pasen los meses si ponerme al volante.

Debo decir en mi defensa:
Que los instantes de magia suelen ser tan concretos e ipso factos, que plasmar esas sensaciones por si mismas en un texto. Se me antojan pueriles y hasta no sé… Como cuando a algo o a alguien se le da la importancia que no se merece.
aGUR

lunes, 29 de junio de 2015

VINOS DEL MONDO LIRONDO PRESENTA... #1:BALTASAR GRACIÁN EXPRESIÓN 2007 (Reserva)


D.O: Calatayud
Bodega: Coop. San Alejandro
Crianza de 6 meses en barrica de roble francés
Variedades: Garnacha tinta, Syrah, Tempranillo, fermentadas por separado
Precio aprox. 9 euros


A veces, cuando la punta del dedo gordo asoma al precipicio. Y con el vértigo se engarrotan nudillos, falanges y tendones a la baranda, para así asir lo físico y tangible. Son los recuerdos, los que a menudo te conectan mejor con el presente.
Cruzo los pies, apoyo los codos y mientras la ligereza de la brisa nocturna, tan solo rota por: Petardos, cohetes, y el plomizo olor a pólvora me erizan el bello. Sigo sin poder parar de inventariar recuerdos del pasado.
Algunos me cuesta datarlos: El día que descubrí la música, que escuché mi primera canción de The Smiths, o cuando de verdad sentí por primera vez el enamoramiento; por ejemplo. A otros sin embargo, les podría poner fecha y hora: Esa primera botella de vino, la segunda copa, volver a repetir... Recuerdo esa noche casi como si hubiera sucedido ayer. Veintipocos años mal cumplidos, una cena en el Vía di Parma de Badalona, los canelones de espinacas gratinados con queso azul que devorábamos como plato único . Y un camarero centinela sin parar de llenar las copas de un clarete Navarrico. Suficientes para un presupuesto tan escaso, como bien invertido.

Son esas pequeñeces las que nos enseñaron a amar, a dar por bueno lo sencillo e inmediato. Baluartes de nuestra esencia inquebrantable a monas vestidas de seda, a carmines corridos ni caretas sin goma que valgan. Expediciones sin mapas, brújula o cursillos acelerados de espabilado; pura intuición sin miedo al fracaso. De allí salieron algunos pioneros, o por lo menos ignorantes inconformistas con mucha iniciativa. Un buscar con empeño en vertederos o rastros de desecho, para abonar y fecundar el interés. El interés ¿hace falta más para nutrirnos? No, no creo que uno necesite mucho más que eso para cultivarse. Podré escuchar miles de canciones, observar con disimulo lo inadvertido y sí, infiltrarse allí donde más detestas para sopesar y escoger aquello que te subvierte.
No es cuestión de gustos, de hábitos o de aceptación general. Solo hay plegar las orejas y escuchar el estertor entre el rum rum interno. Esa especie de crujido, pálpito con sudoración y excitación espontánea que sucede, cuando el mucho observar da sus frutos. Un grado mínimo de locura? Pues también; no digo que no. La locura llevada a cabo con intención también tiene su qué.
 


Pongamos como ejemplo una tarde cualquiera en un centro comercial; allí donde solo vas por pura necesidad, o por vicio.
Agarras el carro con fuerza y te pones tus mejores galas de Hércules Poirot. - Oh las ofertas!! - Uy los productos raros e innombrables!! la gente!!, observas a la gente y hasta construyes tu propia historia; que sin guión no hay película. Espartanos a la carga!!, a ver quien mejor zizaguea entre carros, palets, estantes y niños barítonos.
Vaya por delante, que no seré yo quien aconseje ahora hacer todas las compras en una gran superficie. Pero supongo, que como hijo de toda madre, pocos seremos los que estamos exentos de aprovechar los tentadores precios de los productos de primera necesidad que allí se dan: Leche, agua, bebidas refrescantes, productos de limpieza... etc etc etc. Y el vino, por lo menos ese vino de diario en el que no queremos dejarnos nuestro presupuesto. En ese caso tan peliagudo, yo soy de los que tiene la suerte de vivir en un barrio donde hay prácticamente de todo: Pequeños comercios donde se mima la calidad y el cliente, mercados de barrio, y la tienda por excelencia donde compro el 99% del vino que consumo; ya sean económicos o para una ocasión especial. Pero... quien no se ha resistido a la tentación de escudriñar los bastos pasillos de vino en busca del sorpresón, ahora que tanto se ha popularizado. Y conste, que “popularizarse”, nunca es sinónimo de apostar por pequeños productores (auténticos, con terruño y transgresores). Por lo general, en la música, la alimentación, gastronomía o cultura. El público mayoritario no se complica y tira por lo conocido, estandarizado, y económico, sin mirar demasiado si ese precio se corresponde con la verdadera calidad. O por lo menos, si la relación calidad/precio nos corresponde con algo de excitante descubrimiento.
Muchos son los que dicen aquello de: - Es que ha mi lo que me gustan son los vinos suavitos, o.. - Soy más de cerveza, el vino no me va, incluso... - Yo solo escucho lo que ponen en la radio. Diantres!! no es que te guste aquello o lo otro, es que te dejas cebar sin más resistencia. ¿comodidad? pues no digo que no. Pero aun por comodidad -que es muy respetable- experimentar aunque solo sea una mijilla por aprovechar los sentidos que nos ha dado la madre naturaleza, no está de más. Para sentirnos vivos sin más. Y cuidao!! no me vale la excusa de: “no tengo tiempo o, es que no entiendo”, que sin experimento no hay entendimiento.


Empezaré por Alcampo que es donde voy más a menudo por variedad y precios. Ni me llevo comisión ni le proceso demasiado amor, tan solo es que me dan la oportunidad de elegir que ya es mucho, y es de los más baratos. Lo de Mercadona ya es un caso perdido; su baza es el precio, pero compras lo que ellos quieren. Carrefour tuvo mejores tiempos, ahora manipulan productos por marcas que es un contento. Eroski/Caprabo/Corte Inglés/Esclat/Lidl/ por este orden, tienen algún tesoro escondido pero no suelen prodigarse más que lo justo.
En Alcampo sin embargo, de un tiempo para acá la cosa ha mejorado sensiblemente. Por lo menos lo que es en vino, hay una amplia oferta y entre tanta botella clónica e industrializada se suelen encontrar algunos tesoros imperdibles. Es el caso de este tinto reserva de Calatayud. Resultado de una ampliación de estantería aprovechando las arrolladoras tendencias. Algo por cierto, nos guste o no, siempre se le puede sacar partido.
Yo soy de los que mantienen la teoría, de que en estos sitios tan amplios y poco controlados, existe la figura del INFILTRADO. Aquel tipo vocacional relegado al anonimato, que filtra joyitas entre tanta inmundidad. Ya sea en tiendas de discos, grandes almacenes o supermercados; el top, os lo juro existe. Como si no, hemos dado con grandes obras maestras de la música entre discos de la Pantoja, la Década Prodigiosa o Rocío Jurado?? Pues con el vino u otras muchas cosas pasa lo mismo, lo mantengo!!

Este vino de 9 euros aprox. es un claro ejemplo. Últimas existencias rezaba en un cartelito de amarillo a sus pies; le estaban dando ya la extremaunción vamos. Primero analizamos el contra etiquetaje de la botella en cuestión, no sea que sea de una bodega industrial, un embotellado para la superficie, o sus típicas descripciones placebo digan mucho y signifiquen poco; como es de costumbre. Que sea un D.O Calatayud en un sitio como Alcampo ya es buena señal, ya que las D.O pequeñas son casi inexistentes para las grandes cadenas (Calatayud, Conca de Barberá, Terra Alta, Ribera de Guadiana, Cigalés etc.). Que en ella se hable de meloláctica, de la evolución del vino en sus 8 años de botella, o que sea de una Cooperativa local ya es suficiente para jugársela y probar. Al fin y al cabo por ese precio no perdemos demasiado, más barato ya es peligroso.
La verdad es que compré una primera, y la experiencia fue tan gratificante, que compré una segunda y una tercera; aunque este última bajara el listón y su acidez fuera indomable. Muy buena extracción pese a estar algo cerrado, alcohólico y excesivamente ácido al principio. Cuando se agita en la copa y coge aire la verdad es que destaca muy buenas maneras: Caramelo y fruta negra madura, algo de barniz, un resquicio final de brasas, mineral, tinta... una nariz muy rica y disfrutable si señor. En boca se vuelve amable poco a poco cuando se oxigena, con lo que no le viene de más abrirlo con bastante antelación o decantarlo; que el vino coja aire y se abra. La temperatura, insisto, en estos días de 30 o 35 grados. Jamás beberlo a temperatura ambiente, usar una cubitera o jugar con una funda de estas de gel para que no se alcoholice. Refrescarlo un pelo en la nevera, que se yo, que el vino esté fresco al tacto sin que sea frío exagerado.
Boca con buen recorrido algo árida pero muy deliciosa, se bebe fácil: Cacaos amargos, algo de tabaco fresco y todo con un tono largo y balsámico. La verdad es que teniendo en cuenta que está en su hipotético declive según marca la bodega. Su atractivo precio por debajo de su media, que suele ser de 10 a 12 euros, lo hace toda una tentación con más vida que la que se pronostica.


No son muchos los tesoros que se encuentran por sus estanterías, teniendo en cuenta lo basto e inabarcable de Riojas resultones, Ribera de Duero, Somontanos y Penedés, que tanto saturan y poco arriesgan. Pero si es verdad que en un rango de precios accesibles, puedes encontrar un buen puñado con una verdadera garantía de calidad, terruño y buen oficio. Yo por ejemplo (opinión 100% personal), suelo ser fiel comprador de Condado de Haza Crianza. Un tinto de Ribera de Duero extensión de Pesquera, que desde la primera añada que probara hace diez años no hace más que evolucionar a mejor: Muy buena extracción, mineral, ligeramente herbáceo, con buena fruta, y con un frescor la mar de crujiente y versátil. Es un vino que combina con casi todo, adictivo en el día a día y la mar de resultón en una buena comida. Además sus 9 euros lo hacen imbatible.
También tenemos al delfín de Emilio Moro, Finca Resalso, por escasos 6 euros. Con una juventud nerviosa, pinzante y jugetona, menos imponente que C. de Haza pero perfectamente complementarios. Los vinos básicos de Borsao de Campo de Borja, hipereconómicos pero sin rival en su rango de precios; Tres Picos es otra historia.
De Palacios Remondo se suele encontrar La Montesa ligeramente más caro, y es una pena que no se hayan decantado por La Vendimia; bastante más económico. Pero este, es un Rioja diferente como el Remelluri, más concentrado, mineral y especiado; toda la idea de Priorat llevada a cabo con Riojas jóvenes. Un Montsant como Bruberry con nervio, personalidad austera y mucha fruta roja crocante por 12 euretes. En fin, haberlos haylos, no es fácil lo admito. Hay que desarrollar un instinto detectivesco para escudriñar y separar grano de paja, pero que hay cosas ricas, auténticas y diferentes por precios que dejarían a los Faustinos, Paternina, Raimat, o Marqués de Cáceres por los suelos. Ahí van unos cuantos: Los Juan Gil, Monopole Viura, Atrium de Torres, Pintia, Coto de Hayas, Laus sobretodo en Gewutztraminer, o el Azpilicueta.
Lo dicho, yo siempre recomendaré hacer las compras de vino en tiendas especializadas. Básicamente porque creo firmemente en el criterio seleccionador de un pequeño comerciante. En su apuesta de riesgo por pequeñas bodegas y D.O poco conocidas con mejores RCP. Porque soy romántico y sinceramente un barrio no tiene vida sin sus pequeñas tiendas, colmados y fruterías. Porque es ahí donde se da el verdadero status quo comerciante del pueblo Mediterráneo. Y sin él, perdemos nuestra identidad y el trato humano, cercano y franco con nuestros semejantes.
Las grandes superficies las inventaron los Franceses; que entre todas las más grandes de la historia que inventaron, esta la peor de largo. Y si bien es cierto que en su territorio se respeta más el terroir y las D.O de sus vinos. La mayoría son elaborados y etiquetados en exclusiva por bodegas de confianza, para grandes cadenas; algo que a mi no me da demasiada confianza.
Lo dicho amig@s. Que la chispa de la vida se puede encontrar en los resquicios más insignificantes de la misma. Que los que crecimos en un lugar donde los medios eran inexistentes, y la imaginación era la mejor herramienta. Sabemos que la abundancia y el acceso no equivale ni sustituye el esfuerzo de conseguirlo. Y lo que cuesta, siempre estimula y reconforta más aun.
Y sobretodo, que el disfrutar de una saludable copa de vino no está peleada con presupuestos, ajustados o manirrotos. Lo mejor, lo que a uno le gusta y siempre avanzado e investigando, que retirarse es de cobardes.
 

viernes, 10 de febrero de 2012

PARRALETA: VINO , SUEÑOS Y LENTEJAS








Cada Sábado , cuando visito a mi octogenaria madre , me como sus magníficas lentejas y me echo la siesta en mi antigua cama de adolescente , sueño con años pasados.
Ese cuarto que aún conserva colgado en sus paredes uno de aquellos dibujos al pastel que hice cuando con 14 años estaba volcado en la pintura; una de mis muchas aficiones difusas e inconstantes. Los mismos muebles continúan allí: El armario , la mesita , la silla y la cama; los recuerdos parecen haberse quedado impregnados en las blancas paredes. Y cuando después de tomar café en el bar de enfrente y charlar con algunos viejos amigos; que continúan atrincherados en ese viejo barrio de la periferia , mi cuerpo solo puede dejarse llevar por la narcosis: Que te empuja hacia la cama como aquel Jean Marais que se disponía a atravesar el espejo hacia el mundo del sueño y de lo irreal.

En ese mundo viajo: Me acurruco entre las sábanas afelpadas y el bellú de la almohada; y me dejo llevar por los recuerdos que me devuelven a cada una de mis edades: Recuerdo como me escondía los veinte duros de papel en el calcetín para que no me los robasen los gitanos de mi barrio; cada vez que acudía al cine de mi barrio a ver películas de Kárate y de Godzillas. Recuerdo las tardes del Sábado saltando la valla del colegio de al lado , para pasar horas interminables jugando al Baloncesto. Y recuerdo las tardes donde las horas se multiplicaban por 10 , escuchando discos y el programa de Carlos Pina en Radio 3. Los sueños y los recuerdos varían según el día , hay veces que aún puedo escuchar la voz de mi padre despertándome para ir a trabajar.
Son ese tipo de sonidos que con el paso de los años han desaparecido: Lo que hace 25 años era bullicio se han convertido en silencio; tan solo alterado por el jolgorio de mis hijos y mi sobrina.
Cuando desaparecemos y regresamos a casa me imagino que todo se vuelve a quedar en silencio , y es esa la sensación que de verdad me aterra. Mi madre dice que cuando se queda sola habla con mi padre: Le cuenta lo que a hecho , como están creciendo sus nietos y la media lengua que tiene mi hijo pequeño.
Esa especie de esoterismo que tan arraigado estaba en los cortijos y en los pueblos donde mi familia se crió , y que se ha transmitido generacionalmente en mi casa. El abono perfecto para superar las limitaciones que a uno lo estigmatizan , y que al final se convierte en el alimento de nuestras raíces .

Como lo son las lentejas de mi madre , sus cocidos , los potajes o las palabrejas que uno cree que no figuran en los diccionarios. Sus lentejas son una mezcla de tradición y sofisticación que en alguna ocasión he intentado emular sin éxito. El pasado Sábado , para darle más empaque al encuentro me llevé una botella de vino. Algo que normalmente no hago y aún no se porqué , siendo como es el del guiso , uno de los maridajes más sublimes que se le puedan dar a un vino.
En mi último viaje a las tierras de Huesca , a las que estoy adscrito muy de tarde en tarde por motivos laborales; decidí en esta última ocasión , hurgar por entre las estrechas calles de Barbastro en busca de uno de esos vinos de Somontano que no figuran en las estanterías de las tiendas fuera de sus fronteras. Y es curioso y sorprendente a la vez , observar como con la expansión que ha tenido en estos últimos años una zona como Somontano , son pocos los vinos que nos llegan aquí: Si acaso Enate , Pirineos , Viñas del Vero , Laus o Marboré son los únicos que se han dejado ver , limitando mucho las posibilidades de esta denominación.
Es incluso sorprendente escuchar a los lugareños hablar de sus vinos , a los que parece no importarles mucho su expansión fuera de las fronteras; quizás por una falta de cultura real sobre el vino y sus variedades , y que pese a la riqueza que atesora nuestro país se ve mermada por una falta de interés general.

Encontré una pequeña tienda remontando por el paseo del Coso , al final de la misma se encuentra Vinos Murillo. Una pequeña tienda medio bodega , donde se pueden encontrar por exclusividad casi cada una de las bodegas de Somontano: En sus estanterías solo hay vinos de Somontano , como si de una reivindicación legítima se tratase , intentando dar la importancia que se merece a tan excelsa variedad de vinos.
La idea era adquirir un 12 LUNAS MÁS UNA , un vino con una excelente relación calidad precio , como viene siendo habitual en esta zona , y que ha recibido alguna de las mejores puntuaciones en las guías de rigor (aunque esto no siempre sea garantía de éxito). Por desgracia se le había acabado , lo que me obligó a improvisar y arriesgar en mi decisión , lo cual todo sea dicho de paso me encanta: Los riesgos en las decisiones acertadas o equivocadas , son las que te llevan por lo general a descubrir y a experimentar , puesto que no siempre es lo más acertado escoger el camino fácil que nos suele llevar a beber siempre los mismos vinos , a comer siempre lo mismo... vamos a acomodarnos. Aceptando las recomendaciones del señor tendero me decanté por dos vinos elaborados con uvas desaparecidas en Somontano desde hace bastantes años , y que ahora en una visión más creativa de la zona se están empezando a recuperar: Una es el COJÓN DE GATO y la otra LA PARRALETA.
Estas , son dos uvas que en mayor o menor medida se están integrando en vinos que por lo general se alejan bastante de lo más común en Somontano , son uvas que nos dan vinos con una textura más mineral de lo que estamos habituados sobretodo en esa zona de Aragón.
Vinos incómodos y exigentes , que en lo que a mi confiere , supone una dura prueba para mi mal criado paladar; y que me ayudan experimentar nuevas sensaciones. El vino de echo tiene esas dos grandes virtudes: La del placer que puede suponer degustarlo , y el de las experiencias gustativas y olfativas que nos puede descubrir y evocar. En el fondo es así como deberíamos abrazarlo , puesto que en la evocación se esconden a menudo muchos de nuestros recuerdos de infancia , que el cerebro se encarga mecánicamente de almacenar y que aparecen así , por arte de magia.


Abrí la puerta de la vidriera del sinfonier y saqué una de esas copas que las madres guardan para las grandes ocasiones; aunque esas grandes ocasiones jamás lleguen y las perpetúen como un simple adorno donde se recosta el polvo.
Mientras , en la pequeña mesa de la salita de estar; pues los fastos ya no son tales como para llenar el comedor; permanecían la botella de PARRALETA y el PLATO DE LENTEJAS , uno al lado del otro: Mientras la botella pizpireta se oxigenaba altanera , el plato de lentejas desprendía el calor de la comida recién hecha , intentando seducir a la altiva botella.
Ella lo evitaba esperando quizás sobre la mesa un Magret de Pato o una pierna de lechal; hasta que por fin cruzaron sus miradas , lo que en un inicio pareció un desacuerdo , acabó siendo un flechazo a primera vista.
La textura de la cebolleta , el aceite y el vinagre , todos ellos crudos sobre el manto adoquinado del plato hondo , se fundieron en un abrazo en el que la copa mostró sus perfumes; no de Chanel , ni de Christian Dior o Dolce Gabanna , si no: De guindas licoradas , de bosque fresco y de repostería , tan intenso fue su primer abrazo que su alcohol subido se desvaneció súbitamente para dejar a las Lentejas hipnotizadas con el profundo rojo picota del PARRALETA. Una historia de amor en toda regla señores: Violines de fondo , mi madre con los ojos en blanco; y sobre la mesa que *un día lijó el Manolo , un auténtico baile de mundos separados.

Esta Parraleta mono varietal pertenece a una nueva serie de las Bodegas ALODIA , donde se han producido una serie de vinos con una sola uva: Syrah , Moristel y este Parraleta , que curiosamente no aparece detallado en la web.
Son vinos todos ellos que no superan los 8 Euros y que sin ser unos vinos sorprendentes , suponen una apuesta diferente de la zona sobre aquellas antiguas uvas que acabaron olvidadas en detrimento de: El Cavernet Sauvignon , El Tempranillo o el Merlot . Y donde las pequeñas bodegas están teniendo un protagonismo definitivo.
Parraleta es un tinto que requiere de un guiso que lo acompañe (por poner un ejemplo) , si lo que queremos es que su entrada nos sea verdaderamente expresiva. A mi con la primera botella y sin comida me pareció quizás un vino demasiado cerrado y con el alcohol un pelo subido; sin embargo es un vino que se deja querer cuanto más se bebe. En boca los taninos están muy bien integrados pese a su alta graduación , con madera ligeramente marcada y un fondo panorámico donde los frutos rojos se integran ligeramente , dando una entrada agradable de fresas , romero y un final bastante especiado.
La verdad es que esperaba algo más de él , no obstante sigo prefiriendo este tipo de vinos experimentales a los acomodados Cavernet y Merlots que parecen querer buscar un vino sinónimo en vez de ahondar en el pasado por farragoso que resulte. De esta Parraleta se conoce de su dificultad para cultivarla dependiendo del clima del año y como responde ésta en su madurez , de la graduación que se necesita para extraer un vino de calidad; incluso casta de la misma.
Recientemente se ha descubierto en estudios , su parentesco con dos uvas relativamente distintas: La Graciano de Rioja y la Tintilla de Rota (Jerez) , un hallazgo sorprendente que amplía de esta manera el árbol genealógico de nuestras uvas autóctonas , y que nos ayuda a conocer con más exactitud los parecidos razonables de distintas uvas y de nuevos vinos.


*Efectivamente , si se mira bajo la mesa se puede leer: Esta mesa la ha lijao el Manolo.
Precio aproximado: 8 Euros
Uva: Parraleta
D.O: Somontano
Porcentaje de Alcohol: 14'5 %
Crianza en barrica de roble Francés
Web de la bodega: http://www.alodia.es/?mod=home 
Wed del consejo regulador: http://www.dosomontano.com/