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miércoles, 17 de enero de 2024

REIVINDITANTOS: DAY ONE_ORDINARY MAN/2000, ADELANTADOS A SU TIEMPO, LÚCIDOS CLARIVIDENTES

 



¿Te acuerdas como rebasamos el milenio así, de puntillas y medio ilusionaos?:

-         -Va, pasa tú.
-        -No, tú
-        -Tu primero
Fíjate lo que ha llovido desde entonces; y eso sin contar estos dos últimos que vamos camino de orinarnos en las manos.

 

Los dosmiles, siglo XXI, blackberrys que parecían ordenadores de bolsillo, y el mojón universal que se nos venía encima; y no os voy a contar ahora todo lo que se fue por el desagüe con el cambio de siglo, que lo que vino ya lo sabéis.
Yo, por ejemplo, con los treinta años recién convalidados. No daba abasto entre sesiones en Fantástico Club, Canciones desde el Paraíso en una radio de Tarrassa, el Fanzine Pop-Eye, sin hijos, siendo el rey con dos mil pelas, y recién incorporado a mi trabajo actual y mi Golf CL 1.8 del 92; qué os voy a contar.

 


 

Justo el día uno del 2000; así como ahora pero con 24 años menos. Matthew Hardwidge y Phelim Byrne, bajo el nombre de DAY ONE y auspiciados por el sello de Bristol (su ciudad) Melankolic de Massive Attack. Publicaban su álbum de debut con Mario Caldato a los mandos de la nave, como el principal productor de los Beastie Boys de antecedente. Y grabado en los estudios Real World de Peter Gabriel.
Y he de confesar, que esta odisea de dar voz a cosas que bajo mi punto de vista han quedado olvidadas en ese dedo de polvo que acumulamos por memoria. Me hallo desde que en el 2009 me diera por inaugurar un blog.
Ya no es el disfrute de intentar explicar la magia de algo que me fascinó por extraña particularidad la suya. Sino la de desembalar aquello que los unos y ceros del mar de internet han sepultado en las profundidades por su escaso rédito mercantil.

 

Otra cosa bien útil para justificar la coartada; a parte de recordar lo que hacíamos hace años, igual que cuando descorchas un vino con 20, 30 o más años. Es restregarte los ojos con el asombro que da comprobar, cómo de milagrosa es la vigencia e inmortalidad de éstos y otros artefactos.
Rescatar a ORDINARY MAN como un título nobiliario de lo cotidiano, lo casero y su excepcional sencillez. Y además, ver que sigue siendo único e inigualable. Es como poco, la mejor razón para sacudirlo, y que sus canciones igual que las migas de un mantel sigan crujiendo a tu paso.

 

 

“Waiting For a Break” arranca, y con esa clarividencia que les caracterizaba; a Matthew y Phelim, digo. Asentando las bases por las que fluirá su debut a lo largo de 11 paradas:
Bases pregrabadas como un medio diasapón y metrónomo, guitarras entre el folk y el pop para mojar pan de Tim Norfolk, una batería a cargo del mismo para que el flow de Phelim a las voces fluya. Y un bajo real, el de Donni, para que la cosa coja cuerpo.
Diríamos que es Hip Hop, Trip Hop, Pop, o Folk. Pero no es ni una cosa ni otra, y todo a la vez.

 

Justo cuando la fórmula del Trip Hop decaía, y la hegemonía de Portishead, Massive Attack, Tricky parecía quedar en barbecho.
Estos dos tipos se sacarían de la manga una de esas interferencias que no aparecen en cartografía musical alguna. Ni osciloscopio que valga,  capaz de secuenciar su origen ni procedencia hasta la fecha.

 


 

“Bedroom Dancing” es de un deslizar, que haría las diabluras de cualquier bboyz imaginario que se preciase: Eléctrica, compulsiva, demoníaca, adictiva e infecciosa. Y taaaan primaria…
En “Walk Now, Talk Now” se intuyen formas y maneras de Massive Attack. Pero joder!! La guitarra de Kit Morgan y el bajo de Bob Locke se la llevan al terreno del Jazz, y vuelta a echarte a bajo toda tu biblioteca musical; una jodida maravilla vamos.
Con “In Your Life” llega una de las primeras joyas atemporales del disco. Una especie de oda al amor y a la soledad de una franqueza apabullante, dentro de un torbellino instrumental demoledor.

 

Matthew y Phelim dan una de cal y otra de arena.
Lo mismo agitan al más puro estilo de Beck en el Mellow Gold; “Trying Too Hard” como muestra un botón. Que se recrean en delicadas melodías espaciales, y lisérgicas secciones de cuerda para firmar su primer ¿éxito?:
I’m Doing Fine” es seguramente el escaso atisbo de un recuerdo fugaz, que conserva hoy por hoy esta red de redes cruel y despiadada.

 


Autumm Rain” podría aparecer seguramente en algún lugar perdido del desierto de Mojave. Conectando géneros aparentemente dispares como el Rock, el Folk, la electrónica, la psicodelia… Algunos insisten en separarlos como castas, pero la realidad es que todo está conectado. ¡¡Es música joder!!

 

Bajando un peldaño, descendiendo escaleras abajo, al sótano, donde la luz no existe. “”Truly Madly Deeply” utiliza pianos, violines amargos, contrabajo, y esa liturgia oscura para que  una ceremonial oda, debiera devolver a la vida a Mark Sandman para bendecirlos.
Y así como en un acicate, ambas, se podrían pespuntar entre sí,  con la inquietante “Paradise Lost”. Si no fuera porque “Love on the Dole” se interpone entre esa negrura de westerngangsta, haciendo de todo el conjunto un curioso juego al que pudiera unírseles Harry Belafonte asiendo unas maracas, y convirtiendo el asunto en una especie de calipsofolk.

 



 

ORDINARY MAN, como tal:
Tanto en ese título sobre una pared blanca de basto repellado. Como en el nombre propio que da la vulnerable declaración de amor de Phelim -piano y guitarra- con forma de canción de despedida; donde no hace falta mucho más, para erizarte el bello y desarmarte.
Es de esas cosas que suceden, supongo, por un cúmulo de coincidencias y fenomenales generaciones espontáneas.
ORDINARY MAN fue engullido por la industria musical y ese trastero donde van los proyectos anómalos, donde las burocráticas discográficas ni saben, ni quieren entender la parte artística transgresora y brillante. O se escapan de cualquier etiqueta con la que amortizar el negocio en el que se convierte cualquier asunto en el que interviene un ejecutivo.
A día de hoy y pese a que DAY ONE como dúo, ha publicado dos discos más. Los derechos de autor de ORDINARY MAN yacen en un limbo de Virgin Records, donde los artistas no vieron un duro, ni seguramente lo verán jamás.
Las dificultades para publicar Probably Art/2007; grabado nuevamente en los estudios de Mario Caldato (Beastie Boys). O la odisea de encontrar quien se decidiera a publicar y grabar nueve años más tarde Intellectual Property/2016 (Society of Sound en asociación con la reputada Bowers & Wilkins), es una especie de aventura heroica. Llegando al punto de ofrecerse en una entrevista en un medio francés de hace cinco años, ha volver a grabar de nuevo íntegramente ORDINARY MAN y publicarlo en vinilo si alguien les ayudaba; algo que no se hizo en su día, salvo el Maxi single de I’m Doin’ Fine, con la inédita “Say No More” y una versión acústica de “Ordinary Man”.
Pero todo y que su sonido se ha ido volviendo más convencional. La estructura de las canciones, ese micro universo lleno de detalles, sus magníficos textos, y esa especia de alquimia armónica digna heredera del Pet Sounds, dando la mano tanto al folk cómo a la música de cámara. Intellectual Property/2016 sigue siendo igualmente, una maravilla fuera de todo catálogo y de otro tiempo todavía por determinar.
Otra joya más, digna de estudio e inmersión sin bombona ni neopreno, familia.
 
 

miércoles, 30 de agosto de 2023

GREEN GARDENS_THIS IS NOT YOUR FAULT (2023) Vs VILADOMAT*ARAGÓ: PEQUEÑAS OBRAS, BASTOS UNIVERSOS

 


 

A veces la quietud, otras el silencio y luego la calma de contar el tiempo mirando las pequeñeces. Observando lo diminuto con un interés tan obsesivo, que roza la cópula microbiológica.

Pero hubo un tiempo de ver poco en las distancias cortas y explayarme con los grandes angulares; tan grandes, que costaba abarcarlos y abrazarlos.

 

 

Pasado un tiempo. Entre lo diminuto, y la fascinación que me pueda producir la sensación de lo inabarcable. Hay más una relación con mis emociones, que con una unidad de medida al uso:
Me gusta lo inapreciable, lo esencial y aquello que pasa inadvertido, a no ser que hagas el esfuerzo de ir en su busca. Cuando me acerco y concentro mi atención con ese fin. Menguo, y sorprendentemente mí interior se expande, siendo inútil explicar la sensación de no poder abarcar sino de inocularte allí, en el microcosmos.

 

Puede pasar con infinidad de cosas sea cual sea su naturaleza, textura, o medio. Importante es que lo ames. Eso sí es innegociable y de natural cumplimiento.
Así pues, como podrán sospechar. El binomio GREEN GARDENS/VILADOMAT*ARAGÓ, aúna a mí parecer la misma sintonía: Música y Vino, Tierra y Sustancia, Lírica y Evocaciones. Y por ende, esa cosa inseparable que rueda a volteretas, juega y se entremezcla igual que dos mininos.

 

 

Los primeros: Jacob Cracknell, Chris Aitchison, Jacob Beaman y Bob Henderson; bajista, guitarras y batería respectivamente.

Con un disco de debut que es pura artesanía, mimo, y conciencia de lo que quieren que sus canciones transmitan.
El segundo: Gerard Maristany.
Un elaborador al que su faceta en Vins de Foresta se le queda corta, y decide reivindicar su origen familiar centrándose en las variedades Macabeu y Xarel.lo. Y en esa parte del Penedés silenciosa y anónima, arrollada por el canibalismo del “progreso”.

 

Sea como fuere y en la insondable distancia que separa Leeds de Pacs del Penedés.
Hay un hilo tan fino como el de las arañas aeronáuticas de Southern Tablelands, que genera esa misma electricidad que para unas es el vuelo sin motor y para los mortales, escalofrío emocional capaz de convertir las distancias en roces cariñosos.

 


Lo mismo da que precipites un Macabeu de nudo marinero entre Ignasi Seguí (Vinyes Singulars) y la agudeza elaboradora de Gerard, con ese brillante dorado de  rubias melenas brisadas en una copa, y sucumbas.
Que te recuestes sobre la misma tierra y eches a volar “This is my Fault”; canción que da bautismo a esta joven banda y a su retoño.
El efecto es idéntico.
Podrías sin apenas esfuerzo, incluso encontrar analogías entre la pérdida de alguien muy próximo; como expresa de esa forma tan ligada a esa materia etérea que conforma la consanguinidad en esta canción. Y la determinación de ilustrar tus lazos familiares, la invisibilidad, y aquello que polígonos y autopistas expropiaron, para que sea el vino el que se exprese y hable.
 
 

 

 

Podríamos decir que en ambos casos  resulta inaudito encontrar a estas alturas, discursos tan clarividentes como exentos de artificios.

Siendo “Thing’s I didn’t Do” mi favorita  de la colección. Encuentro arrebatadoras las guitarras que me traen buenas nuevas de Bedhead, Mark Linkous, Ben Cooper (Radical Face), Songs: Ohia…Y curioso que sea una joven banda de Leeds la que siembre de nuevo el yermo terreno de esa especie de slowcore, popfolk americano o como quiera uno llamarlo o etiquetarlo -pero supongo que me entendéis ¿no?- que tan poco abunda últimamente.
Akin to Sap” en cambio, es una pastoral y deliciosa canción plenamente paisajística. En la que puedes ver entre notas, instrumentos y vocales; lo que tú desees.
Yo, veo a Martí Torrallardona, al Ignasi, a Fransesc Pascual, a Bàrbara Mesquida y a la Xarmada.
Salto como una ardilla sobre “Billyful” y en el tono sombrío vocal de Jacob, veo sin embargo un destello de sol matinal.
El mismo que se ve con el alma, cuando olfato y paladar no pueden describir la pureza del Xarel.lo de Pla Parcial 2019 y conmoverse con el destino incierto que las viñas de 60 años del Serral de Porroig. Abocadas a desaparecer si el plan parcial del polígono de Sant Pere Molanta se ejecuta.
Mineralidad, verticalidad, elegancia, sapidez y carácter, en un monovarietal de extraordinario paso por boca.
 
 

 

La sensación de saborear lo efímero cuando nuestra existencia es tan sumamente material. Tiene ese algo que nos empuja con los años, a capturar las sensaciones de nuestra maleable memoria. Y el vértigo de los fantásticos arreglos vocales y de cuerdas de “A Cradling”, son otra especie de privilegio que no tambalea, emociona.

 

Pero lo cierto es que la experiencia de escuchar en unos auriculares, la enorme sima poética que es “Homeshredder” agarrado con dos manos al CAMP EL D’AVIACIÓ 2020 100% macabeu. Supera con holgura cualquier falta de movilidad, cimbreo sexual, o intento en vano de huir de mi cautiverio forzoso.
Es cierto que podría explicaros con algo de credibilidad y rigor científico lo que para mí supone una Macabeu bien parida (Viura en La Rioja). En consonancia con una canción o música que da la mano así, sin forcejeo. Para disfrutar de esa complejidad de compás, arreglos y textos. Que no lo son como tales, sino que ofrecen tantas variantes y como ricas rutas emocionales.
Siete minutos y pico que igual que en una obra, consta de introducción, entreacto, y desenlace. Creciendo a medida que se incorporan los susurros de Claudia Fenoglio y Ton Kettleton al saxo. Y brotando los versos igual que la simbiosis natural de la tierra, los elementos y el paisaje.
Haciendo también de este majestuoso vino, un remolino de detalles y sensaciones que juguetean con tu memoria visual, olfativa y gustativa en pleno festival de las papilas:

Los frutos secos sin tostar, la resina, retama… Y una espectacular boca donde la Macabeu expresa un frescor inverosímil, sin rastro de reducciones pese a los 3 años de botella. Y una acidez adictiva envuelta en tostados, hierbas de monte, con una mineralidad ligeramente salina final que la dota de una impresionante estructura; un vinazo de 10.


 

 

Disculpen si respiro hondo y me enjugo las lágrimas. Pero no quiero escatimar en aspavientos y gemidos.
Quizás así les ahorre la vergüenza ajena de ver mis ridículos movimientos estereotípicos en la silla rodada del ordenador; único medio de transporte en mi reducido itinerario diario. Mientras le doy pastilla a “Oslow” y remato con “This is not your Fault”.

 

La primera de pleno júbilo pese a que paradójicamente habla de la soledad, con una franqueza y vulnerabilidad desarmante.

Pero balsámica, en esa condición de delicadeza y clímax que han sabido plasmar en el conjunto de la obra. Cuando precisamente es en la culpa, la vulnerabilidad y en la exorcización de demonios donde se halla la cura de sus canciones.

 

Y la segunda; la que da título a este atrevido disco de debut. Perfectamente atribuible al supuesto sentimiento de culpa (si es que lo hay) que aquí el menda pueda tener al descorchar un vino y acompañarlo de música de la manera más pagana posible.
En cualquier caso y con ayuda de la canción que cierra el disco; pecando eso sí de algo de frivolidad. Me absuelvo por el poder que me da mi instinto animal; siendo como soy siervo y confeso del señor Darwin.

 

Hablando en serio, ahora sí, de esta maravilla de disco. Las canciones de Jacob, Chris, Henderson y Jacob(2) tienen un mérito fuera de lo común:

El primero es la forma como abordan temas tan peliagudos e íntimos como la pérdida, los sentimientos de culpa, la fragilidad ante la salud emocional, e incluso la ira ante el duelo o como el ser humano es incapaz de gestionar algo tan complicado como los momentos de ofuscación, con impotencia.
Teniendo en cuenta que esa lírica tan bien empastada con los arreglos musicales y el tono de las canciones. Tampoco es que hagan un juicio sobre el tema. Sino que lo lleva a un contexto extraordinariamente natural y orgánico, usando la tierra y la naturaleza como vehículo.

 

Y sabido esto. Evidentemente, la belleza de la música; que no es poca. Alcanza una valía mayúscula sencillamente, porque hay una intención muy clara y respetuosa para que todo fluya: Los cinco años que llevan trabajando a forja su música, la cripta de una iglesia donde se grabó, los arreglos vocales, las guitarras y todo el conjunto.
Algo, además, que aprovecho para puntualizar:
Los vinos no industriales. Los que se elaboran con el objetivo particular del elaborador, de contar una historia y un paisaje. Los que no tienen ningún interés monetario, sino de supervivencia y de vivencia.
Hablan con el lenguaje de los sentidos, y evidentemente. No necesitan esta parrafada ni mensaje alguno dentro de la botella.

Escúchalos, todo es música.


 

jueves, 13 de julio de 2023

BONNY DOON_LET THERE BE MUSIC 2023 Y LA MALDICIÓN DEL SER FELIZ (Con MONK_2018 de Pedro Parra)

 


Hay alguien allí en mitad que apela siempre al nubarrón; Que si por estos malabares de papiroflexia que traen esa sombrita idónea en medio de la llanura de piedra y hormigón que han tenido a bien diseñarnos los urbanistas. Yo, hasta estaría dispuesto a aplaudir y jalear como un pastor a sus ovejas.

Pero es que no.
Los que yo miento, son los oradores del infortunio y la desdicha. Que hacen de la mierda, pan con nocilla para desayunar cada mañana.

 

Los que se quejan del calor, del frío, y del entretiempo por su ambigüedad. Los que dictan sentencia vayas como vayas, y saludan con desconfianza.

 

Y es que yo. Solo contemplo el horizonte desdibujado y velado de transparencias según la calima.
Y si se tercia.
De reluciente cobalto si es que un chaparrón ha escampado.

 

 

Los aires acondicionados me dan carraspera y telele. Y prefiero bajar la ventanilla del coche para que la brisa me peine a lo Tom Waits. Subir el volumen bien fuerte, y sacar el brazo como el de un timonel.
¿Qué toca hoy? Hoy toca leer el surco del destino y el libre albedrío. En una ecuación sin solución y a poder ser, siempre al capricho de la naturaleza.
Me agacho. Y con los dedos sigo las grietas, surcos, y rugosidades del firme.
En la espalda llevo una mochila con una botella y una copa. Y un cazamelodías raído y lleno de agujeros por los que entran y salen a su antojo Bill Lennox y Bobby Colombo, canturreando: “Que haya música, deja que haya amor, que haya risas más que suficientes, y que haya tristeza; pero solo a veces
De fondo al trote, las percusiones de Jake Kmiecik con su enfermedad de Crohn enterrada en un agujero. Y los desastres de salud de Colombo con su lesión cerebral por la enfermedad de Lyme lanzados en una botella al fondo del mar.


 

 

Por eso, LET THERE BE MUSIC (Anti-records); su tercer disco largo. Emana luz radiante y vitaminada, de la que no abrasa sino aventa y eriza. Mientras que a algún crítico especializado. Le parece que cantar al optimismo sin imposturas, quita mérito.
Y lo que fuera del brillante folk alternativo y tornasol de hace seis años. Se haga de un pop de aquellos de soltar los brazos, abandonar lastres, y recoger flores o paisajes.
Esos que subes a media noche, cuando vuelves a casa en una noche de verano trémulo. Y te encantas con las luces en la negrura, mientras “Naturally” vale tanto la pena.
 

 

Digamos que su disco, haría mi ramillete de viaje hasta Estremoz. Junto a RVG, COOL SOUNDS, THE BUG CLUB, ROBERT FORSTER, y también los PIST IDIOTS; venga, que se unan a la fiesta.. Así, sin dudarlo ni un instante.

 

La belleza dylaniana de “Maybe Today” me colapsa hasta perder la vista, y ahora, ahora sí que la abro; la botella de compañía digo. Sintiendo de veras si la compañía de una copa de vino junto a mis canciones salvadoras, les pueda parecer más un vicio que una necesidad (que también).
 

 

Aquella última noche que perdí el sueño entre sorbo de islay y tabaco de turba, mientras David y yo intentábamos recolocar el universo según la teoría de Eurípides. Y la teoría dual de Pedro Parra; también llamado el señor del terruño. Trazando un hilo invisible entre el Vallés y la Cerdanya.

 

Hasta entonces, la consanguineidad carnal a semejante distancia, ni se conocía ni se vislumbraba.
Pero una Cinsault voladora de Guarilihue, plantada entre estratos de granito ferroso y limo con nombre de pianista Thelonius loco sin camisa que lo detuviese, lo hizo, y lo hará nosecuando.
Disponiendo por pura magia, que lo rústico se arremoline en esa elegancia que dista millas del artificioso glamour de Paco Rabanne y Prada.
¡que entenderán ellos!
El nuestro, baila por el salón descalzos y en cueros de emperifollados ni perfumes. Solo olor a piel y pétalos de rosa infusionados en polifenoles bien agarrados a “You Can’t Stay The Same
Cantando al dejar atrás, olvidarse de los infortunios y condenas cotidianas para avanzar y abrazar sin condescendencias. Un himno total a la libertad.

 


 

Por eso me gusta tanto este disco. Ni una sola pose para no parecer lo que es: Un canto al optimismo por el que brindo con este Cinsault de efímero licor y tan indestructibles cimientos conectados a lo profundo de su suelo y paisaje.
Donde se huele la tierra húmeda, el mineral, a las maderas chulas junto al cemento, y el sustrato vegetal de la vegetación muerta en ofrenda a la identidad.
Y un paso por boca en lo indómito que también puede y es delicado. Generoso en efluvios de deliciosos arándanos maduros y zarzamora prohibida.
Con torrefactos, lácticos de surf sin manual, y chasquidos de vegetales y hogos muy próximos a los Pinot más juguetones y traicioneros.


 

 

Si la velocidad de “Crooked Creek” con esos pianos y órganos de dar palmas, no te arrastran hacia el vórtice de la tan mal vista FELICIDAD. Quizás puedas o debas cortar la cocción con el vacilón “Roxanne”, y guardarte un par o tres de copas para el día siguiente.
Te garantizo otro vino, más desnudo, generoso, y hasta zalamero.
Que debiera elevarte ese palmo y medio desde donde se ven los abismos turbadores y los vacíos de suspiro y repelús placenteros; los que molan.
Con las que molan “Fine Afternoon” & “Famous Piano
Y todo el conjunto de la discografía de este fantástico trío de Detroit apadrinado por la no menos fabulosa Waxahatchee.
Lo del MONK de Pedro Parra es opcional; vale otro cualquier otro al que le tengas cariño y lo hagan sobretodo. CON CARIÑO.