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jueves, 19 de febrero de 2015

CAP#2: CUANDO LO LLAMAN POP DE GUITARRAS_(ANEXOS DEL AÑO QUE PASÓ)*2014




Lo daban ya por muerto. Y aunque sus constantes se hallaban intactas fruto del incansable trabajo de máquinas, bombas y válvulas. En la habitación se había hecho el silencio desde hace semanas, tan solo quebrado por rumor acompasado y rítmico de los bombeos: Aire, plasma y goteos que como la gota malaya, marcaban el minutero tortuoso de la descomposición anual. Ya nadie venía por allí, salvo los enfermeros para cambiarlo de posición, airear y perfumar la habitación.
Al 2014 el páter le estaba dando la extremaunción, cuando él -igual que una bella durmiente- seguía sin dejar de tener esos mismos sueños pálidos que lo desperezaron a principios de Enero. Ni tratamiento alguno que funcionase, reanimaciones o inyecciones de naxolona que provocaran el milagroso alzamiento al tercer día. Por muchas invocaciones en el velatorio; de aquellos que se aferraban con insistencia al filo del cambio anual. Los médicos y expertos ya habían firmado la defunción, e nventariado su historial de éxitos y fracasos, certificando su muerte.

Solo fue cuando de camino a la morgue por largos, angostos y fríos pasillos, el chirriar de las ruedas de la camilla produjo el sortilegio: ñiiiiic, ñaaaac, ñiiiiic, ñaaaac... sonaba, se repetía, y rebotaba contra las paredes metálicas y las pantallas de fluorescentes que se sucedían una tras otra.
Una evocación sonora electrificante, la que le recorrió el yaciente cuerpo, y se le movió un dedo gordo del pie. Sí, fue primero el dedo, después un músculo simpático del isquiotidial, los glúteos se apretaron tersos y firmes... Y justo cuando el celador se disponía a introducirlo en el nicho del depósito. Se incorporó como un vendaval, y ni el porrazo que se infringió en la cabeza con el soporte de acero de la deslizante camilla, le impidió saltar como u resorte y ponerse a bailar.
Sí amigos, el 2014 está vivito y coleando. Salió aquella mañana corriendo pasillo abajo en pelotas picadas, como alma que lleva el diablo. Y todavía lo siguen buscando sin poder archivar su historial ni hacerle una mala misa con la que ventilarlo. Dicen los enfermos y el turno de noche, que cuando se hace el silencio en las plantas y suenan los timbres de las habitaciones. Se oye un redoble de batería, dos guitarrazos y un alarido -yiaaaayo!!- más propio del Higway to Hell que de cualquier otro lamento imaginable.

Me quedan horas para volver al tajo y estoy en pleno subidón de endorfinas: No sé si por el canguelo y la incertidumbre de volver a hacer “vida normal”. O porque son tantos y tan vigorosos los estímulos musicales de estos días, que no puedo por más que seguir soltando lastre. Sí, es así, igual para más adelante daré cuenta de lo que se ha publicado este 2015. Pero mientras tanto, hay tanta chicha que desmigar del pasado año, que no me puedo resistir a compartirla.
Puede que dejado llevar por la euforia, quien sabe. O porque la mayoría viene dada por ese ojo escrutador que tengo de: amigos, conocidos, o cualquier resquicio de infecciosa melodía con la que expandir la pandemia. Pero como la música es una de las mejores putas divinidades que nos ha dado el género humano. Y por más que todos queramos atribuirnos su patria potestad, su custodia o su jugosa herencia. Ella es libre, libre como lo es el boca/oreja, el correveidile, o las melodías que permanecen en suspensión.
La cosa está en que desde que diera inicio este escueto mes de Febrero, no hay un solo día que no me administre mi medicina. Apañao como una maleta grande y obediente como soy, cuando no son los LVL UP y su desaliñado trote socarrón, son los arañazos guitarreros de DESESPERATE JOURNALIST los que me provocan escalofríos en la espalda. Y cuando la duda me ataca, pues THE DELPHINES: Sus cosquilleantes guitarras , las cacofonías vocales que giran orbitando sobre la mia testa, o sus combulsos rítmos que me zarandean sin piedad.



LVL UP/HOODWIK'D (dbldblwhmmy records)_2014

A esta joven banda de Nueva York a la que llegué gracias a Marc Grau. Le debo el primer empujón con el que desempolvar algunas de mis más devotas aficiones musicales: aquellas que por determinados estados de ánimo, se acaban olvidando bajo el inevitable peso del estado letárgico invernal.

El suyo es un disco rebosante de esa misma idiosincrasia juvenil que se masca en las quince canciones de su primer largo: Un trabajo espontáneo, despreocupado en raros inventos con los que enmascarar su esencia natural, y con esa guasa de quien solo ejerce de mero vehículo emocional. Canciones que suenan tal y como deben; sin artificios ni disfraces. Además saben sin proponérselo (o así lo parece), bascular entre lo más inmediato del pop: el acaramelado, el pedregoso o el más profundo; sin parecer nada pretenciosos. Siempre con ese candor despreocupado de baja fidelidad y acuestas de esos bajos distorsionados o guitarras equilibristas que nos enseñaron Superchunk, Dinosaur Jr, Pavement o los Guided by Voices. Eso sí, pero con un brillo más popero y menos abigarrado.

Escuchando “I feel Ok”, “Ski Vacation” o “If Leave” se desprende ese evocador perfume setentero de las melodías poco cocinadas, frágiles... Rebobinamos hasta el inicio, y son “Angel from Space” o “Annie's a Witch” como pequeños extractos de no más de dos minutos, que nos inoculan la dosis adecuada; precisa, sintetizada y de rápida absorción. Pequeños aguijonazos que juguetean por nuestro flujo sanguíneo. Subidas y bajadas de presión, toboganes, montañas rusas... Hoodwink'd no aburre pese a la monotonal voz de Dave Benton. Y su historias de desengaños, perdedores y dilemas emocionales que tanto nos recuerdan a Wedding Present, y que emergen en “Total Loss” como caricias a contrapelo. O cuando despegando en perfectos hits “Soft Power”, vuelven a descender para recostarse perezosos en “I Feel Extra-natural”. Para volver a ascender con “Primordial Heat”; bocado en la yugular y desangre.
LVL UP carecen de la presión argumental con la que justificar ciertas actitudes ninguneadas por las tendencias, y se nota. Sus canciones ganan peso a cada escucha, avivan la llaman incandescente del Pop de guitarras: inmortal, desaliñado, rejuvenecedor, y primordial.



DESPERATE JOURNALIST/ÍDEM (Fierce Panda)

Alabado sea Pentecostés!! Con la de años que he pasado en ayuno de Pop guitarrero sustancioso!!.
No seré yo quien deje de reconocer, que a veces uno se deja llevar por esa búsqueda inconsciente de viejos ídolos: sonidos que te seducen por cierta familiaridad, porque te recuerdan a... o por aquello de no renunciar a pasados veinteañeros. Con lo pejiguera que llego a ser con los años, me jode tanto escuchar bandas que intentan emular malamente y sin personalidad, a sonidos enaltecidos de tu pasado. Como aquellas que lo esquivan o lo hacen, pero no lo admiten, e incluso lo quieren adulterar con experimentos gaseosos.

Pues mira tu por donde y tras tantos años de travesía por el desierto; salvo algún pequeño oasis en forma de Popguns, Allo Darlin', Eternal Summers... etc. Y algún que otro desengaño diluido. A tenido que ser en brazos de un viejo amigo, al que he maltratado y criticado con recomendaciones miles. Quien me ha recetado semejante banda Londinense.
Y mira que no hay peor afrenta que la de caer bajo los influjos de cómplices y colegas. Sobretodo para el que ejerce por tradición de buhonero musical; aunque nos cueste admitirlo #modo sarcasmo. Pero que narices!! -Pues no esta uno poco a gusto ahí retrepado observando con desconfianza, para que zas!! se acabe hipnotizado por efluvios tantas veces desdeñados.

A Desperate Journalist hay que escucharlos en la distancia de su impetuoso y estridente arranque: “Control” ya de entrada nos descubre unas guitarras contorsionadas de brillante factura. Su parada al rescoldo de los primeros U2 de Boy/October o porque no, al de los Diesel Park West en su segundo corte “O”. Hasta llegar a “Cristina”, uno de sus primeros avales que admito, pueden tener alguna sintonía y ciertos parentescos vocales con Morrissey y Savages; no lo niego. Aunque yo tenga más en mente a Gene o a The Organ cuando los escucho. De cualquier forma benditas sean todas esas referencias.
En cualquier caso no es hasta llegar a “Hesitate”, cuando al perder pistonada suenan mucho más orgánicos, líricos y si se quiere afables. Hablamos de Pop de guitarras energizantes. Latigazos que nos trasladan a un pasado de arreglos barrocos no exentos de oscuridad, y tan resplandecientes a la vez. Desesperate Journalist tienen ese algo que echo de menos en otras tantas bandas ahora.
Y es que que siendo discípulas de ese mismo sonido entre el Postpunk y el Pop chirriante. La mayoría inciden en los mismos referentes, olvidándose a veces de las canciones, del descaro a sonar sin miedo; y la cosa a veces cansa. Por dios, que no sé yo ese empeño de las corrientes modernas, de darle vueltas al tornillo en la misma dirección hasta pasarlo de rosca. ¿Tan difícil y pecaminoso es sacarle punta a las guitarras y hacer melodías de siempre? “Remainder”, “Heartbeats”, “Nothing” o “Happening” así lo acreditan. Quizás no hayan inventado nada, como se suele decir.
Pero ese saber estar con un pie en cada sitio: en el Poprock crudo de siempre, y en aquel Pop bien cincelado de románticos lirismos. Los enaltece y mucho.
Al final solo se trata de eso: de hacer buenas canciones que agiten y pongan en marcha los mecanismos adecuados para comenzar a moverse. Desperate Journalist lo tienen ¿y no me van a negar que además el nombre tiene su qué?

THE DELPHINES/HUSH (Gloss Records)

Y ya para finalizar, que se nos echa el tiempo encima. Me gustaría acabar recomendando en esta especie de tratamiento reconstituyente, para darme/daros esa dosis necesaria con la que soportar el devenir. A esta otra joven banda; esta vez desde Wisconsin (Milwakee).
The Delphines aterrizaron en mi reproductor hace ya casi un mes. Justo cuando al arrancar el año, un poco harto de las derivas malsanas con las que había acontecido mi 2014. Y necesitado de exprimir un año, que en mi sensación personal me ha parecido incompleto, cojo si se quiere... Cosas mías propias de los acontecimientos que me han marcado.
Algo supongo, que ha vosotros os trae un poco al pario. Pero como la inspiración, cuando no la hay, tiene ese mal vicio de asociar y disociar pajas personales. Y los vejestorios tenemos muchas y diversas, cambios de humor y claro, hipocondrías propias de la edad. Pues a mi, que me puede dar por cosas tan diversas, incompatibles entre si o a enfatizar ciertas manías persecutorias, me ha dado por el Pop. La filias de pajillero no se pueden remediar hijos míos.


Al lío!! Hala, que con estas tres propuestas ya podemos planificar una posología febril o febreril. The Delphines tienen tres cosas que para lo que a mi respecta, resultan esenciales para disfrutar del buen Pop: Ese tufillo a Twee Pop (Talulah Gosh, Television Personalities, Aislers Sets... y un largo etcétera de bandas de esas que pican los dientes), lo mismo se manejan con las tonadillas saltarinas y garajeras que con las atmósferas ciertamente abrasivas. Y además tienen en su debut, diez cortes con los que difícilmente uno pueda aburrirse. ¿se puede pedir mucho más?
Nada de malabarismos, piruetas, trascendencias sin sentido o nada que no vaya encaminado a sacudir las células adormecidas del organismo. Todo velocidad, inmediatez y pura generación espontánea.

Desde el primer segundo de Hush se apuntan a letanías de conjura al New Wave. Es con “Carelless” o “Eat you Alive” donde más se presiente esa querencia hacia lo oscurillo. Pero lo más curioso es que cuando más y más velocidad van cogiendo cuesta abajo, venga a subir, plegar en las curvas y navegar por toda esa reverberación cacofónica que acompaña todo el disco. Más gusto le van cogiendo a los ritmos de reprís (Punk, garaje, surf), o en definitiva, a ese tono de acidez clohorídrica que acompaña -junto al Pop como bandera- todo el disco.

Hush”, el corte que da nombre al disco, es su muestra más plausible: todo él pura candela a lo Wedding Present. Con “Kentucky”, “Notches” o “Wasted Love”, le dan cera al Surf garajero más salvaje. Tienen hasta momentos en los que nos evocan a ese lado americano de carretera que ejecutaban Jesus & Mary Chain, en aquel Barded Wire Kisses o Darkland, con “Little Viking”. Y algunos que me tiene robado el corazón, tal cual "Pura ambrosía vamos. Un disco de aquellos que levanta el espíritu al más ofuscado, o así es en mi caso.

Música que impulsa, que te iza y despabila. La que hace de mis días grises otros luminosos y soleados. Y aunque odie ponerme ñoño y filosófico, reconozco que la música es la que modula mis estados de ánimo; tan variables como entretenidos cuando siempre siempre, te llevan a algo. Que igual peco de disparatado. Pero aunque incomparables en tiempo y envergadura, los podría poner desde ya en el mismo orden de necesidad, de sensaciones y de placer al escucharlos que aquellos amados acetatos de Frank and Walters, The Smiths, McCarthy, Primitives, Power of Dreams o Spearmint... y alguno más que se escapa. Siempre disfrutables y crocantes.