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jueves, 23 de noviembre de 2023

JALEN NGONDA_COME AROUND AND LOVE ME_2023: PERMÍTANME QUE ME BAILE

 

Dicen que hay tiempo para todo, incluso para perderlo como quien cambia de sitio el hábito y el mecanismo.

Que la melatonina y la serotonina están planeando un motín conchabado con ese trancazo que te has echado por novio. Y que ese olor a sótano cerrado que sube desde las profundidades hasta el pico de tu jersey, no es hedor de  no lavarte sino el umami de tu ser; tan único o inigualable como el desdén que te produce tu vecina parlanchina; la del… “yo sé lo que tienes, a mí me pasa igual
Pero no creáis que el otoño; ese que rima con: “estoy hasta el…”. Es el único culpable. Y que la penitencia  solo se cura con black fridays, bonica navidad y una mija de alcohol por eso de cargar estoicamente la rémora hasta el feliz despegue del rey sol.
Yo me sé de otro bien bueno, y no, no es la vitamina C o la espirulina, no.

 


 

El mío es el de los ultrasonidos tangibles que con la palma de la mano en la tripa, te vibran. Y hasta puede que a algún desaprensivo en súbito estertor, le provoque un paso de bachata con la otra mano alzada; aunque eso muy depende ya de ti.

En mi caso, es preferible agitar los brazos y chascar los dedos; quien sepa, que yo no.

 

Porque amiguis, por mal presagio y tropezón trastabillado que te desequilibre. Aquí el amigo Jalen Ngonda; venido del otro lado del charco (Meryland) y establecido en Liverpool bajo el auspicio del sello Daptone (Amy Winehouse, St Vincent. Mark Ronson, Sharon Jones, Charles Bradley). Con tan solo 28 añitos, está decidido a dar lustre a este humilde chamizo; que desde The Devonns y Gregory Porter estamos huérfanos de buen soulfunk.

 

 

Dejando a un lado sus primeros escarceos en forma de singles y ep’s, con el doo-wop y el R&B como insignia de presentación.

COME AROUND AND LOVE ME es ese larga duración luminoso que todo otoño de mierda necesita para resarcirse. Sin que ni siquiera sea un inconveniente su más que descardado homenaje a las cadencias de Marvin Gaye en “Rapture”; al final del disco. O el de “It Takes a Fool” por ejemplo, que a mi tanto me recuerda a los tan discutidos guiños de Bob Marley cuando flirteaba con el soul. Junto con la alargada sombra que David Ruffin estableció en los 60’s y 70’s como marca inconfundible del Soul y el R&B hasta la presente.

 

¿Y saben por qué?
Porque el bueno de Jalen sabe que sería una desgracia horrenda desdeñar esas influencias, igual que condenar dos huevos fritos al calvario de la hipercolesterolemia.
¿Y qué sería de mí ahora que la velocidad de crucero de mi pierna me pide baile y brillo? Si el eléctrico falsete desgarrado de este muchacho me alegra el más nefasto de los días. Y la guarnición musical que Mike Buckley y Vincent Charito (Charles Bradley's Extraordinairies), que han puesto a su entera disposición, es como una tarta tatín a media tarde...
Una desgracia imperdonable sería, ni más ni menos.

El retiemble de las congas de “Come Around and Love Me” y “If You Don’t Want My Love” con esas cortinas de violines y cuerdas que expanden las mañanas magníficamente. La belleza de “That’s all i wanted from you” en su punto más hiriente, o la calma después de la tormenta de “Please Show Me”. Son parte de esa milagrosa y necesaria nueva hornada de souleros que tanto necesitamos.

Cosas que por reiteradas que a algunos les pueda parecer, son la estela de épocas míticas. Y que me parecen de una admiración muy por encima de la transgresión; que también.

 
Pero déjenme que me derrita un poquitín con “Give Me Another Day”, que después recojo y friego. Y ya después, a modo de brindis y con un buen plato de barat en escabeix. Lo haga con la sedosa “So Glad i Found you” y una copa de salivante malvasía griega Malagouzia entre pieles, flores blancas y nácar.


domingo, 10 de mayo de 2020

THE DEVONNS_THE DEVONNS_2020: SAVIA JOVEN DE VIEJOS SABIOS




Tienes justo lo que necesito; ni una cosa de más, ni de menos:
La virtud de fundir las primeras noches cálidas con el perfume de los Cinamomos; que trepan por las fachadas y saltan de tejado en tejado hasta mi ventana.
Los primeros sudores en el cogote, y la limonada sin azúcar con la que sueñas de madrugada. O el café de la mañana: bien negro con hielo picado ya, y una peladura de limón. Y las canciones claro.
Las canciones no podían faltar; aunque parezca una obviedad.

La injusticia de encontrar en el madrugón: el único frescor del duro día, o el premio de las calles desiertas a las 6 de la mañana.
Solo se puede igualar con la banda sonora, o si te sirve, imaginarte un Rocky Balboa con ojeras de mapache y pelos de orangután. Yo, sinceramente, me quedo con la maravillosa banda sonora de este joven cuarteto de Chicago.
Solo ellos me llevan en volandas casi sin tocar el suelo.


No sé la de veces que se ha repetido el argumento o justificante de: “no han inventado nada”; que ofensa a la creación joder!!
Como si no hubiera bastante con atreverse de primeras y una guitarra Daneelectro de saldo, a escribir Soul. Pero no Soul ramplón filtrado por el estándar de moda o así: un poco masticadito. No.
Soul como si te hubieran secuestrado a media noche, y te hubiesen dejado tirado en medio de los lavabos de un Club de mediados de los 60.
Mathew Ajjarapu; un chaval estudiante de farmacia de Chicago. Tenía en 2016 un sueño, una guitarra de de 300 pavos, un Rhodes, y un puñado de canciones.
Afortunadamente no tardó más de dos años en visualizar aquel deseo, con la ayuda de Khalyle Hagood, Ari Lindo y Khori Wilson; al bajo, guitarra y percusiones respectivamente. Nacía The Devonns.
Y a finales de 2018, nos adelantaban dos hermosas gemas Soul made by. Motown, Chess o Capsoul: Dos cortes que pese a brotar de cuatro veinteañeros, destilaban ese alma etérea que sublima al simple Soul y emana ese extraño fulgor que lo convierte en pura seda: Spinners, David Ruffin, Leroy Hutson, los Impressions… Lo pilláis no?
Think I’m falling in Love” teletransportaba a una época donde el sonido, te abduce, y prácticamente puede generar más detalles que tu propia imaginación. THE DEUCE y David Simons casi lo consiguió, pero The Devonns logran el más difícil todavía; lo evocan.
Si amigos. El sueño de Mathew era viajar con el sonido allí. Su auténtico tesoro: sus inocentes canciones. Y el milagro: dar a esas jodidas maravillas el mismo trato que daría un delicado viñerón a esas preciosas criaturas, como si de viñas centenarias se tratara.
Es por eso, que igual que un buen vino depende al 99% de su tierra, viñas y particular ecosistema. La magia de THE DEVONNS está sin lugar a dudas en sus canciones. Si bien es cierto que Paul Von Martens (Elton John, Mavis Staples, Paul McCartney o Brian Wilson), ya sabía del potencial de esas composiciones, cuando en 45 minutos de conversación telefónica se decidió a trabajar con ellos. Y les ha proporcionado una cubierta vegetal, que ni los dioses del olimpo.
No era listo ni nada.
El debut de estos cuatro mozos de Chicago llega en Junio, de la mano de Record Kicks. Como uno de los mejores trabajos desde aquel Colfax de Delines, en seis años. Y no exagero.



Aquella canción que Mathew compuso en diez minutos con su guitarra barata, “Come Back”, marca el punto de partida:
Tres minutos largos de inmediatez y puro amor por un sonido, que vuelan a lomos unos arreglos de cuerdas tan idóneos en manos de Mike Hagler o la batería de Ken Stringfellow (R.E.M), que se unió a la fiesta. Y que juegan entre el pop, el funk y el Soul de puro swimg, como si de un Curtis Mayfield se tratase. Pero que resaltan majestuosamente la frescura, como uno de sus mejores atributos; la de todo el disco en realidad.
O ese guiño cómplice de agradecimiento a todas sus influencias en “Green Light” de Jamie Lidell, que lo honran especialmente. Haciendo de este esperadísimo debut, no solo un necesario oasis en medio de un páramo de frivolidades, sino además: Otra manera distinta de llevar a cuestas la pesada carga de un estilo que hicieron grande, mitos irreemplazables. Pero que injustamente resta méritos a sucesores casi anónimos.

Les sigue el single de adelanto “Tell Me” con aires de Big Band al más puro estilo de Chicago: Ramalazos de jazz y esos metales que medio se hermanan con Nueva Orleas. Vacilona, seductora y de una elegancia que directamente llena pistas. Aparece rutilante y brutal “Think I’m falling in Love”; sin duda, enorme carta de presentación que ruge como si fuera una canción del más selecto elenco de la Motown.
El disco no baja el nivel ni un instante, como si esas diez canciones se hubieran encontrado enterradas, junto a la mortaja de un mito.
Blood Red Blues (How Long?)” hará que más de uno crea que las orquestaciones disimulan la mediocridad. Pero es que en el caso de The Devonns, donde flirtean con una exquisitez tan pulcra como natural. El talento vocal de M. Ajjarapu de quasi crooner fajado, es tan arrollador que disipa cualquier tipo de debate.




La suerte de las canciones tiene eso que hace que lo demás, sean malditas conjeturas. O acaso van a dudar del increíble flow funk de “More”? de aires Jamiroquanos; y buena de narices. Sinceramente, cualquier canción de este disco podría haber sido dignísimo single.
Hasta el mano a mano con el viejo Lloyd Reese en “Ain’t That a Man for You?”. A medio camino entre el burlesque y la fusión Elton John/Estevie Wonder que jamás debería faltar de una dieta musical. O la melódica “I Know” de manual, más discreta pero TAN necesaria en horas de bailar abrazados.

Todo el disco es una preciosa obra de orfebrería, cariño, y precisión emocional. Que nadie sospecharía que sale del imaginario de unos veinteañeros.
La omnipresencia de LEROY HUTSON; uno de sus mayores inspiradores. Inunda cada rincón del disco y deja constancia en “So in Love With You”, como una de las más emotivas ofrendas en forma de versión.
Para redondear y poner el colofón con otra las grandes joyas de esta colección, “Long Goodbye”. Una increíble y excelsa oda a la sensual elegancia del Soul Chicago, que tantos corazones quebró. Y que en el caso de THE DEVONNS, funciona como un viejo reloj de mecánica artesana en buenas y pacientes manos. Sencillamente imperecedera.

https://thedevonns.bandcamp.com/album/the-devonns

lunes, 23 de marzo de 2020

JOSEPHINE_MUSIC IS EASY_2020: EL GLAMOUR DE SOÑAR Y SENTIRSE LIBRE

 


Sabes de esa noche, que a las tres de la madrugada te despertaste sollozando de júbilo?
Esa que te viste deambulando por los suburbios de Nueva York y sus clubs más underground, de la mano de tu imaginario amigo Joey.

Un lagrimón igual que el chaparrón que tiño de espejos las calles de la gran urbe de los rascacielos. Se deslizó por tu mejilla, y por un instante, abandonaste la reclusión vírica para adentrarte escaleras abajo. En aquellos sitios de celeste ensoñación que ya de chavala soñabas: Con Lou Reed, Bob Dylan, o Patti Smith susurrándote al oído unos cuantos versos.
En el CBGB inconsciente al amanecer. O de un parpirote en STUDIO 54, rebozado en purpurina.



Esos sitios donde la humanidad se quiere ir junta al infierno; pues la soledad impuesta, es la peor de las condenas. Y cuando apunto están de sonar las trompetas de los arcángeles, una voz salvadora SIEMPRE te acaba cogiendo de la mano en el último momento. Como en las películas, las de final feliz que a tu madre tanto le gustaban.
Allí abajo canta Josephine, y Joey desaparece de la faz de la tierra. MUSIC IS EASY, dice ella.
Y es indiscutible que todo es más fácil de lo que sospechábamos o nos hacía creer la mayoría. Tan fácil como que pese a las intercomunicaciones globales, seguimos solos cuando el metacrilato no te deja tocar ni oler. Y a veces son las canciones en su vibrato intangible y etéreo, las que te entran y haces tuyas de manera infinitamente más intuitiva cuando desnudamos el alma.

Joey fue muchas cosas en la vida, y además, miembro vital de Velveteen Rabbit, o Brower; a los que sigue ligada y con quien salió de gira por Europa este pasado Otoño.
Pero no ha sido hasta que igual que Ezra Furman, ha desgarrado los envoltorios de celofán y papel cuché. Para tocar las rugosidades e imperfecciones que cada uno lleva dentro, cuando ha lucido como una bola de neón: JOSEPHINE
Y ese sincero homenaje a Elton Johnn, Ronnie Spector, T Rex. Pero sobretodo a Sally Horowitz y Luxe Malone; con quienes comparte la química a la que debe su alter ego, o mejor dicho: nueva realidad.

En este nuevo estado Josephine se muestra en Through a Sea of Time”. Como un viaje interno a épocas convulsas, anónimas y hermosamente miserables, entre los cientos de tugurios que seguramente acogieron entre los 60/70’s a otras tantas divas sin nombre ni semblante.
En el que esas programaciones y el simple Rhodes sobre el que relata su voz, homenajean desde la introspectiva y el reclamo al eterno femenino.
Pero es especialmente en “Music is Easy”, donde se percibe tal como el artista define: Esta nueva realidad de Drag yenta que ha cambiado sustancialmente su forma de expresarse, musical y personalmente.



Canciones por lo general de no más de 2/3 minutos que capturan esa esencia Pop de canapé; aquí sería como la innata sencillez del pincho Vasco.
Pero en definitiva, esa magia que elude toda pomposidad e ínfula del Soul/funk de los 60 o lo que se solía hacer en aquella época. Quedándose solamente con su instantánea, y una encantadora naturalidad más propia del Rock&roll, el Pop o la canción de autor.
La coral “Me and My Boys” entre Beach Boys y T Rex enorgulleciéndose de la estupenda banda que le acompaña en esta especie de puesta de escena de lo esencial, y la alargada sombra de Jay Pluck. Junto a Nat Brower a la batería, Dorian Deangelo y Keith Cecaya a las guitarras, y Toni Lynn al bajo.
Nos hace delicias y vibran nuestros lóbulos a ritmo de Glan Swimm con “Dear Money”: Un tema que se grabó en una toma de madrugada con su piloto/productor a los mandos (Dr Josh Hahn). Que junto a Nat Brower se han encargado de dar brillo a este debut, y en concreto a esta maravilla de rítmica contagiosa donde se habla de lo material, sexual y pernicioso del maldito DINERO.



I Heard You’re Gonna Leave Him” da también el contrapunto Phil Spector a la magia vocal de Josephine, en las deliciosas fases más íntimas y delicadas de por ejemplo estupenda “Fantasy Life”.
Algo además, sumamente interesante. Porque, teniendo en cuenta que canciones tan íntimas y emotivas como “Take All the Time”, nos puede dar una idea de lo que era Joey antes de dar rienda suelta a Josephine. No deja de maravillar la yuxtaposición que ejerce la combinación sensual y diva en una simbiosis curiosa, que al final. De lo que hace más gala, es de la naturalidad así, sin artificios.
I Won’t Wait Forever” y su preludio en “Fantasy Life” me parecen – además de mi parte favorita – La que mejor ilustra esa sensación mía de tal fenómeno. Probablemente porque esta canción que os comento, me vuelca definitivamente el corazón ese punto medio Supertramp/Maurice Williams. Queselevahecer!!
 


Las vueltas en la cama y febril calor que catapultan alterando tus dulces sueños. Son y deberían ser ese llamamiento de regreso a la realidad. Aunque tú y yo sabemos que preferimos estar allí, de pie en medio de la platea. Como si esas canciones se hubieran auntografiado de puño y letra para nosotros.
Podemos oler ese presente perfume a golosina mezclado con el sudor, la barra de labios y hasta la laca que invita a abrir los brazos y dejarnos llevar con “He Stills Call Me Baby”.
Amores perdidos, consuelos e incontables las noches que desperdiciamos rememorando las caricias, abrazos y el tacto del pantalón ajustado que te erizaban el bello.



Esos finales de fiesta que se asemejan a la desolación de las calles vacías al ponerse el sol. Y que tú sin embargo, recuerdas rodeado de gente aún sin conocerla.
Song for Sleepy” es ese broche perfecto. A un disco que ahora mismo, solo te puede trasladar a momentos preciosos de la vida. Y que invita en sincopado coral, a cantar como tu madre te trajo al mundo igual de THE BAND en aquel The Last Waltz aquella noche de 1978. Que curiosamente, a punto está de cumplirse su 22 aniversario.
Así que… No te preocupes, sigue soñando

lunes, 28 de mayo de 2018

TERENCE TRENT D’ARBY_INTRODUCING THE HARDLINE ACCORDING TO… 30 AÑOS SON OTRA JUVENTUD





Cumplí los 17, y pese a que mi padre tan solo ingresaba 25.000 ptas a la semana fondando envases (lo que se dice cerrar el tonel a fuego): Barricas de grandes dimensiones para Torres principalmente, en una empresa de la Avda Icaria en el Poblenou, ya desaparecida.
Me regalaron una ansiada minicadena Sanyo, con su giradiscos y todo; principal anhelo de adolescencia. Después de que cinco años antes se precipitara desde el Romi del lavabo: Otro radiocassette familiar Sanyo, también, que pesaba media tonelada. Y que acompañaba nuestros baños con música sinfín.

Mi abuela Rosario por parte paterna “La Meona”, era una excelente cantante. Así que mi padre heredó esa virtud/talento por igual y supongo, por eso, antes de que se encendiera el día en casa, sonaban a todas horas: El Cabrero, Porrinas de Badajoz, Juanito Valderrama y el Niño de la Huerta, entre muchos otros; como una banda sonora non stop. Al igual que la radio, o un tocadiscos Dual de maleta con S.T.R.E.T.C.H, los Beatles, Boston o Rod Steward como un contrapunto rebelde juvenil de mis cuatro hermanas.

El canto como expresión era a una, nuestro altavoz emocional melómano. Sin llegar a dedicarnos como nuestro padre al flamenco de manera aficionada, pero sí en la intimidad de cuatro paredes o celebraciones comunes.
Hemos crecido con música, y exteriorizado sin pudor la euforia de cantar lo que nos emociona. Que es la música sino cantarla y celebrarla bailando? Nada. Así que tras la dramática pérdida del tronío de nuestro viejo radiocassette, y la resignación de adquirir otro de bajo coste y peso pluma. No llegaba el día en el que por fin pudiera tener un tocadiscos y poder comprarme aquellos vinilos que impacientemente se enmohecían en los cubos del Disc Center; una tienda de barrio que había repecho arriba de mi calle.



El primer vinilo que me compré con 17 años, además de los ansiados primeros dos discos de mi banda fetiche The B-52’s, fue el INTRODUCING THE HARDLINE ACCORDING TO.
Datado en el 1987 bajo el auspicio de la multinacional Sony, no fue hasta 1987 cuando alcanzó el número UNO con Wishing Well. Y de ahí para adelante creo que la historia de este talentoso artista de Manhattan es por todos conocida; o no. Porque realmente pasada la treintena de años toda una juventud, de él ya se sabe poco, e incluso de este tremendo disco enterrado por un fracaso comercial posterior.
Pero aquí no vamos a hablar sobre el efímero éxito, el fracaso, la expectativas cumplidas, objetivos u olimpos musicales, no. Lo vamos a hacer de algo que está muy por encima de esa escala de medir popular; la sentimental. O la que relata la vida propia de quien ilustra épocas, con canciones; mucho más bella, donde va a parar.


Sonaba el otro día en el salón de casa: Porque son estos discos los que no se prodigan en escuchas, que así lo requiera la melancolía oportuna y traicionera. Cuando de golpe crees (y sabes), que toca recordar y amasar el corazón, con no solo canciones. Sino con conjuntos como atadillos o manojos, que como nadie ni nada son capaces de definir la grandeza de lo irrepetible.
Un disco con su protagonista. Fagotizado por esa industria a la que dicen que la ilegalidad a crucificado. Y que se merendó a un joven y prometedor artista de tan solo 25 años.
Pero todo flota, que no solo la mierda. Y es lo irrepetible de algunos acetatos lo que acaba sublimando en el tiempo. Por encima de la comercialidad que se le atribuía o la simplicidad de reducir a un artista a sus canciones más populares: Wishing Well (quien cumple su número uno 30 años ahora), Sing Your Name o el If You Let Me Stay de Michael H. Bauer.

Un Soulfunk de raíces gospel, que por herencia materna impregna gran parte de su modo cantar. A la par de un swing digno de Nelson Pickett, James Brown o Little Richard flotando sobre todo el disco, sin caer en la obviedad de un temario tributo, y sí en un debut con verdadera esencia.
Además de aparecer en un año en el que los sonidos de raíz no se creían con gancho comercial. Y la escena andaba algo huérfana de iconos negros auténticos que no cayeran en el Pop fácil; salvando a Prince y su Sing ‘O’ The Times.
Introducing To Heardline Acording emergió para más inri, en una de las añadas con más discos esenciales de la década de los 80. Y sobre todo eso, y para mi en particular. Fue aquel disco que ejerció de puente entre lo que supuestamente crees comercial, tus gustos más alternativos, y la indiscutible grandeza de aquello que no cae en el producto estándar. Por eso igual, cuando Terence intentó seguir su camino, sucumbió a la bulimia del sistema.



Pocos discos de los cientos que pueblan mi atestadas estanterías, que tengan un repertorio tan impecable e imprescindible. Ni una sola canción imprescindible.
La espiritual apertura del telón con “If you All Get to Heaven” que roza lo épico. Hasta el tremendo “Who’s Loving You”; una de mis preferidas. Allí parecía tomar a un William "smokey" Robinson como suyo y a otros tantos del Soul melódico sempiterno.
Sus canciones hicieron tomarme a chirigota, tantos que sonaron por aquellos años y que querían que creyeses que la verdad del éxito consistía en anular el bombeo salvaje de la sangre para caer en el bucle espiral y machacón. “Ill Never Turn My Back on You” con la soltura del pantalón de pata ancha y esa facilidad para desplegar ese híbrido de Funk & Soul inmediato.
El tu tu, tu tuuu podría haber sido otro single más; de echo todos lo son sin excepción. Lo que sería Dance Little Sister”, un bombazo sin más: infeccioso, adictivo, estertorizante.
Seven More Days” gira la esquina de la cara; cuando escuchar un álbum requería de la atención y al igual que con los libros: pasar la página y marcar con el punto el surco grueso de la canción. Una canción radicalmente distinta al resto, con slides, paisajes propios del Blues. Hechizante.
Y emprende con “Let’s Go Forward”, un paseo por Inwood, el Soho o Bowery. Es una canción que igual que “Sign Your Name”, impregnándolo de contemplación y registros angelicales. Dando a este disco una personalidad distinta y poco predecible dentro de su estilo. Incluso esa pincelada jamming de “Rain”, y que desemboca en un acapella como es “As Yet Untitled

INTRODUCING THE HARDLINE ACCORDING TO es un disco atípico que entró como un rayo de luz, en tiempos de abalorios, hombreras y decoraciones brillantes un tanto impostadas. Su brillo sin embargo, estaba impreso en una voz inusual: la de Terence Trent D’Arby. En una ejecución y puesta en escena prensada sobre un maravilloso disco, que sin embargo, quedo eclipsado por algo tan de nuestros días como la estética, la moda y el hit.
Pero que treinta años más tarde, si os envalentonáis en su escucha. Veréis que contiene muchos de los atributos que ahora se ensalzan. El carisma, la belleza; no solo estética, el alma, y la inmortalidad que cede el tiempo a los estereotipos que tanto suelen esclavizarnos y distorsionar al instinto más humano



 

sábado, 16 de septiembre de 2017

NITE JEWEL: CONFITURAS ANGELICALES_ Sidecar_12/09/2017



Dirán que la mayoría de criaturas, cuando se avecina lo inevitable: El primer día de curso y ese insoportable olor a goma de borrar doblando la esquina, o el hedor a madera de los lapiceros baratos; que se te metía hasta el santo cerebro (esto igual ha cambiado la informatización de las aulas, pero da igual).
Como decía: Igual la mayoría no duerme esa noche, o se les sube el estómago anudándoles la garganta. Probablemente muchos sean incapaces de controlar su esfínter, y hasta se descompogan.

Pero luego están los otros (que también son bastantes). Los que se despiertan una hora antes; pero de pasión e impaciencia. Los que no esperan a que el curso arranque, sino que dan por sentado el inicio pistola en mano. De esos -aunque yo fuese de los cagaos que no comía dos días antes del cole- Ahora que ya se lo que me gusta y tengo esa condición por el poder que me otorga la madurez y el no dar explicaciones a nadie. Me he dado el gusto de iniciar un excitante Otoño de conciertos. Con uno de esos, que más que certificar mis gustos y claras preferencias, escarba en mi innata curiosidad por no poner límites a los puñeteros y esclavistas “hábitos”.
Ya saben. Eso que cultivamos toda la puta vida pensando que nos proporciona esa falsa sensación de seguridad, pero que al final se convierten en rutina, y cárcel en vida.

El primer disco que cayó en mis manos de esta menuda Angelina de origen Mejicano: ONE SECOND OF LOVE, del 2012. Fue revelador, más que por el sonido global del álbum, por una canción en concreto: “No I Don't”.
Una señal clara e inequívoca, de que tras su primera apariencia aterciopelada, sensual y hasta cierto punto mainstrean. Se escondía un basto territorio donde sumergirte, y no salir indemne.

En los cuatro años siguientes que se dio, hasta la publicación de su tercer disco. Hubo tiempo para pensar que en el camino se han quedado esas aristas de electro negro, que salpicaban aquel disco. Que irremediablemente se ha vuelto blanda, cómoda y algo autoindulgente.
Pero tras verla sobre el escenario a pelo. En un concierto de tan Petit comité. Que solo éramos una cincuentena en la ciudad de Barcelona, con el misma curiosidad y valor para zambullirnos en su idealista discurso. Solo me queda una respuesta por conclusión: Nos falta arresto, y andamos sobrados de exceso de autoprotección. Posiblemente por eso que decía antes: La seguridad y confort que te dan tus gustos, o te convierten a la larga en un burgués de las santas tradiciones, o en un ser superficial que va donde dijo Vicente.

Es una opinión, faltaría más. Pero siento que nos queda esa sorpresa inesperada de mirarnos al espejo, y sentir la estupefacción de perder las formas.
Ramona Gonzalez en toda su pequeñez y aires de diva de periferia. Dio este pasado Martes en un escueto set, más pruebas de versatibilidad y creatividad funcional. Que cualquier experimento verbenero o pecado de presuntuosidad; ya sea del material estándar que se cocina en la actualidad, o del más sacrosanto de los músicos que nos empeñamos en mitificar. Hecho fácil, al momento, instantáneo. Sin ni tan siquiera obcecarse con presentarnos su último e interesante disco, en una batalla teutónica y perdida de antemano.
Más que nada, porque ella sabe mejor que nadie, que su material da para infinidad de puestas en escena. No en vano, su poso callejero y heredado del Hip Hop, retroalimenta y mucho su actitud sobre el escenario. Solo que para su bien, sus canciones beben de muchísimas cosas más: Un Funk vestido de Soul exquisito que campó sobretodo a sus anchas. Pero también de la esencia electropopera de los 80 esa que descubre que su música, no solo evidencia ese R&B que siempre se cita, sino de una base electrónica orgánica capaz de adaptarse a su voz igual que lo hicieran Massive Attack en los mejores momentos del Blue Lines.
Y algo que la hace única y creo que es lo más importante: Su virtud y talento especial para normalizar estilos musicales que normalmente la escena musical acaba estandarizando, incluso convirtiendo en una parodia sin alma.


Una hora y poco más que recorrió su principales temas yendo al grano; los caprichos del PS como promotor así son, para bien o para mal. Acompañada de su fiel escudero Damon Riddick: Un virtuoso de los sintes multiplicado por si mismo. Y con ella combinando micro, un pequeño teclado y sus dotes para ejercer de dulce portavoz.
Con un entusiasmo propio de quien se siente cómoda en los espacios reducidos, pese a que su música por expansión bien podría convertirla en otra de tantas. Dicharachera, bromista y emocionada por su primera visita a Barcelona. Nos dio una lección de profesionalidad y pasión para tomar nota; teniendo en cuenta el escaso público que vino a verla (cincuenta sin exagerar, más dos turistas que por allí pasaban). Como lo cuento.
Por suerte, los pocos que habíamos: O éramos ávidos y aventureros, o incondicionales; 50, insisto. Tampoco creáis que para que la cosa funcione se necesitan muchos más. Con salas repletas he visto más vida en el museo de cera de la Rambla.
Sonó “In the Nite”, el corte que abre con sensualidad su último trabajo e inmediatamente “The Answer”: Una de las joyas más orgánicas y flotantes, que a todos nos puso en unísono balanceo. Dándose la mano con “Wo Ho” y entrando directamente por faena en una juguetona pieza de esas que campan por sus varios Ep's “Want you Back”: Un cambio de registro en pleno éxtasis Funk que nos llevó de viaje a esos años locos del Studio 54 y las diabluras de David Mancuso, con una cover de Nite Funk en su estrecha colaboración con Dân Funk a ritmo de “Let Me be Me”.
Volvimos a levantar el vuelo con la íntima “Part of Me”, basada en una de los primeros escritos de una Ramona adolescente. Pero sin descanso ya y con la química hecha, era cuestión de tiempo la vuelta a bailar. “I Don't Know” saltarina y la maravillosa y escondida “Nowhere to Go”; un tema perdido en los bits del Gran Theft Auto V. Luego “2 Good 2 be True” que abría aquel primer gran disco que nos la dio a conocer. Y a vueltas con el sonido Mantronix de “I Confess” de Omar-S y otra versión más, esta vez de Janet Jackson en una emotiva “Let's Wait a While”.
Para acabar recuperó el pulso con “What Did He Say” sin renunciar a sus inicios de aquel desconocido debut del año 2009. Y nos acabó poniendo en órbita con una espectacular versión de su “Running out of Time”. Más propia de Future Islands o de un clásico del Synthpop de los 80, que de su particular forma de interpretar el R&B, el Funk fibroso y depurado con todas sus negras y electrónicas referencias.

En realidad, bien pensado, son más las analogías que la distancia que separa a todos estos géneros. Porque hay más hilos conductores que los unen, que los que los separan. Al final solo es cuestión de no huir despavorido cuando es la sensibilidad por encima de los medios, la que hace grande la música, la creatividad y la libertad para avanzar y retroceder sin importar el tiempo.