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jueves, 12 de marzo de 2015

Encuentros catatónicos en.... DE MENCIA, Y EL HOMBRE/VINO TRANQUILO



Sucedió así, fácil y sencillo, de repente. Como esos encuentros inesperados que lo abordan a uno de renuncio y sin coartada posible a pie de calle.
Nos pasamos la vida meditando y sopesando tal o cual ensayo, acierto o quien sabe si pruebas fallidas. Temerosos cuanto más dudamos, y excitados cuan más carnal es el arrebato: bajo fondo que nos anuda el intestino, fervor que sacude las entrañas y relinche cardíaco. Nos gusta subirnos en marcha, saltar las barreras y soltar el pesado lastre del orden. Lanzar una y otra vez las agendas al río para cazar al vuelo las ocasiones, que son pocas, de conocer en persona a aquellos soñadores que trabajan en silencio con proyectos tan personales e idealistas como el de Nacho León.
Demencia de Autor es la mejor forma posible de bautizar una aventura, que por si sola. Ya es suficiente, para contagiarnos aquella osadía infantil que se desangró camino de nuestra madurez, y que a toda costa intentamos recuperar. Y aunque la recomposición del orden natural de las cosas, tras la vuelta al trabajo después de 15 meses, me haya obligado volver a calcular la elasticidad del tiempo y las prioridades. Después de casi ya un mes de aquella noche&nacho y sus botellas en casa, va siendo hora que la criatura vea la luz.

La semana del pasado 19 de Febrero se dieron todas las condiciones, para que se produjese tan ansiado encuentro: Que Nacho León estuviese promocionando su nuevo alumbramiento -Pyjama- de la mano de su distribuidor en Barcelona, Viteri Winery aka Israel. Que surgiese un hueco de la intensa agenda... Y claro, las ganas de compartir esos momentos que te hacen cómplice de esa chispa mágica, que son las intimidades de la elaboración.
Y Nacho nos cuenta...: con el ritmo sereno y sosegado de un metrónomo que nos marca la cadencia templada, tranquila. Como la de esos niños absortos que asisten a una de esas historias de mayores, al abrigo de la noche y frente a la candela de una lumbre. Son ese tipo de relatos desmigajados entre lo biográfico, personal y emocional. De alguien que salió de su Valladolid natal en busca de nuevos horizontes vínicos, de aprendizajes en bodegas Riojanas a sueldo, atento y presto en silencio. Hasta que en un momento poco exacto de su vida se cruzó el Bierzo en su camino y decidió ser él, el único dueño de su destino.

DEMENCIA DE AUTOR es una bodega/proyecto realmente joven, con 8 o 9 años escasos de vida. Un proyecto construido e imaginado desde cero echando a volar castillos en el aire; como esas cosas en las que solo cree uno mismo.
Nacho nos habla de campos abandonados. De unos procesos sociales abrasivos que nos alejan de la tierra, buscando quizás en fórmulas mágicas y efímeras la solución al abandono rural y consiguiente reconversión de la industria, en futuros todavía más inciertos. Posiblemente porque estamos demandando a gritos un cambio de sistema de subsistencia más libre, sincero y natural. Y en este punto, bodegas como Demencia entre muchos otros jóvenes viticultores de aires quijotescos. Son parte importante de esa revolución silenciosa dispuesta a desmontar los obsoletos paradigmas a la hora de elaborar grandes vinos, con uvas históricamente denostadas.
Son proyectos que desde hace una década aprox. han marcado un punto de inflexión en el tanto y cuando de los métodos de elaboración y producción en nuestro país, y lo más importante: la recuperación de algunas de zonas únicas, abandonadas a su suerte, o el intenso trabajo desde cero para dar la importancia que se merece la viña, y no tanto las obsoletas D.O . Una vuelta al punto de partida o mirada atrás para recoger aquel paquete de se nos cayó por el camino hace un ni te cuento de años. A los orígenes, a la simpleza o a los cuatro acordes perfectos que dan con la melodía única e irrepetible. Así que sin perder el hilo de las explicaciones que nos dio aquella noche uno. Que en su lucidez reflexiva y casi oriental de su forma de ver con sus ojos el Bierzo, nos contó el porqué de ese idilio que mantiene. 

Por pena, pero más por orgullo y demencia que por compasión. Nacho  & Co. decidieron invertir sus ahorros e ir comprando algunos microcultivos: Pequeñas parcelas, minúsculas, fruto de la idiosincrasia familiar de antaño, en la que se solían repartir las tierras de padres e hijos de manera tan equitativa que a día de hoy, El Bierzo, está prácticamente hecho de pequeños retales. Muchos de ellos a la deriva. Porque seamos francos, la juventud no está por la labor de dedicar sus vidas a levantar un cultivo diezmado por años de pesticidas, malas praxis, poco rentables y exigentes en cuanto a dedicación.
Una decisión idealista y alocada a simple vista, pero llena de fundamento si se ve esas tierras Leonesas con los mismos ojos que Nacho: Desde la perspectiva que da la configuración única e inigualable de sus campos y sus viñas.
Una de las pocas zonas de España donde se conserva el mayor número de viñas viejas, cada una de una madre, sexagenarias, de retorcidas, emperifolladas y otras con más belleza interior que atractivas curvas. Caprichosas cuando intentamos seducir sus tesoros más preciados; los pámpanos con sus racimos. Exigentes con el tiempo y el momento exacto de recolección; si se quiere tener en buena dote el frescor de sus bayas: Ni pronto, ni tarde para que el líquido preciado se desnude pleno de frescor, fruta y piedra.
Que bebamos de su vientre, y cerrando los ojos podamos leer en el bajo relieve del paladar lo que pasó aquel año: Los recuerdos probablemente, de instantáneas citas bajo la mirada atenta de la luna, vigilante de oscuros hermetismos y de aquellos carnosos labios de arándanos y grosella, con su fragancia a tocador a kohl.


La mejor manera de tomar el pulso a las constantes vitales de este ejercicio de creatividad inconformista; después de aquella primera botella tres años atrás (la de su segunda añada 2007). Es por tanto, pasar a la acción y cogerla por la cintura para sacar a bailar los encantos de sus vinos.
Un primer PYJAMA de entrada y con la inercia que da la tertulia de pie en barra. Un vino extraído de Mencías más jóvenes quizás o simplemente distintas por composiciones de tierra y orientación. Y que nos acerca al verdadero significado de Demencia, como un vino que habla con franqueza del origen alimenticio y del vino de pueblo. Que nos acerca al verdadero objetivo del vino; el del diálogo. En este caso, Pyjama ejerce de contrapunto, de bisagra entre el vino base y el trabajo de selección con el que encontrar la dignidad del vino de copas, de poteo y picoteo. El de cháchara y el de la justicia hacia vinos más inmediatos y directos como lo es también el CACHICÁN (otro invento inconscientemente maravilloso de este colectivo, e instigado por su socio Bruno Arias).
En Pyjama encontramos motivos suficientes para adentrarnos en la espesura de la Mencía. De su singular hábitat y propiedades exigentes de su cultivo, y el resultado asombroso cuando se la trata con mimo y cierto grado de locura. Del trabajo minucioso de la cata de cada barrica, de cada viñedo y de cada zona nace esta selección que por características concretas no entra dentro de la complejidad de su hermano mayor, Demencia. Sin embargo han dado con la clave, o con el complemento ideal con el que darle sentido a su filosofía.
Un tinto directo al paladar, sin esa carga de extracción y volatilidad de su hermano mayor. Con un primer golpe a flores (violetas, geranios). Al tiempo que van apareciendo tostados, pan, brasas candentes conforme se acomoda a la copa tras mecerse con el movimiento. Al rato una ligera oxidación, pero no una oxidación como defecto, sino como un cambio natural. En los vinos de Nacho León el error no condiciona el resultado, sino que lo hace franco, cercano y apetecible. En sus vinos habla la fruta sin filtros ni disfraces, hay que entenderlos así: vinos vivos, transformistas y elásticos.
El ataque en boca tiene esa misma franqueza, sin aristas que enmascaren el verdadero carácter fresco y frutal de la Mencía. Pero a su vez si mantienen cierta complejidad, toda ella muy transparente y adictiva. Con taninos muy pulidos y con una acidez nada agresiva, que va de cabeza al final del paladar y que limpia la boca para ser todavía más delicioso y refrescante. Detalles ahora de cacao, sutilmente mineral, con un final ligeramente amargante que recuerda a la piel y la carne de las ciruelas.
Una Mencía redonda que armoniza en desenfado y cierto misterio, de aquellos que te invitan a analizarla llevado por cierto grado de incosciencia.

Después pasamos a palabras mayores con su estandarte; DEMENCIA en sus añadas 2008 (casi agotadas) y su más reciente 2009. Un juego de trileros para ver de verdad como dos vinos pueden preservar su identidad y ser tan distintos entre si.
Nos ganó el pulso su añada más reposada y tranquila, la 2008; pese a ser una cosecha complicada. Tiene un empaque casi magistral, seductor, una concentración maravillosa y de puro elixir. Que lo hace a uno meditar con tal de no dar fin a tan buenas sensaciones: una concentración que tizna copa y paredes, que deja huella y el grabado de su inexistente clarificación. Nariz de inicio secante, a estancia antigua de sábanas recién lavadas y almidonadas. A polvos de tocador y carmín con cierta feminidad, imponente e intimidatoria. Sin embargo y pese a esa feria de aromas balsámicos, intensos y turbadores. Su ataque en boca es sedoso, con un tanino tan bien integrado en la profundidad de su paso que es puro masaje. Su acidez es rica, nerviosa, e invita a seguir bebiendo. Hay frutas negras, algo de tabaco y regaliz, estimulante y reconstituyente.
Se notan y mucho los bazuqueos con respecto a su última añada recién comercializada, la 2009. Con un ataque mucho más directo al fondo del palatar y mucho más tranquilo, sereno. En nariz de inicio es más volátil y tarda un poco más en abrirse que su compañero. Bastante más mineral con recuerdos a café verde, puede que algo de mentolados y verdura cocida. Sin duda muy distinto al 2008 e incluso a ese 2007 que me desvirgó. Se ve claramente un claro cambio de concepto en la vinificación, y diría que hay un antes y un después respecto a sus primeras añadas; ni mejor ni peor, diferente.

Esta 2009 tiene cualidades de fondista, con bastante menos extracción que su antecesor y eso se nota mucho en su paso en boca. Más longitudinal, fino, armónico, y me atrevería a decir que mejor preparado para una larga guarda. Esto quizás tenga algún inconveniente si carecemos de la paciencia que necesita este vino para extraer todas sus cualidades, pero creo que con los años en botella nos dará grandes satisfacciones. Claro que esto a veces no se entiende, me refiero a esos cambios tan manifiestos y a esa demanda de espera, de botella o de guarda que algunos no estamos dispuestos a tener. De echo las primeras opiniones del Demencia 2008 allá por el 2012 fueron diversas y encontradas, lo cual me confirma como decía Nacho que es un vino que necesita tiempo y botella; algo realmente complicado en producciones tan pequeñas y alternativas como DEMENCIA DE AUTOR.
DEMENCIA es una apuesta de riesgo un tanto experimental, si así se la quiere definir. Exige entender la idea del proyecto: el ensayo y el error no como un defecto, sino como una virtud de un proyecto vivo y en constante progreso. Una idea sobre la elaboración del vino, su franqueza, del ejercicio del mismo al expresar, de las sensaciones que produce y sin intervención alguna: exfoliantes, renovadoras y fieles a las historias anónimas y ancestrales.
Puede que esos progresos a veces no sean entendidos por aquellos que buscan vinos fiables. A veces poco fieles con los cambios naturales de las plantas, la climatología de cada año y su distinta ubicación; en demasiadas ocasiones conservadores, inmovilistas y acomodados. Sin embargo, si sois de los que entendéis los disfrutes de la vida, como un ejercicio para experimentar y avivar las ascuas de la curiosidad, digamos que infantil. DEMENCIA es la bodega o colectivo que mejor lo representan y lo llevan a cabo sin presiones comerciales.


Todo esto aunque pueda parecer una filosofía suicida. Nos lleva a un terreno o a un estado etéreo, imperceptible por el que descubrir a los nuevos impulsores de otro nuevo modelo de viticultura. La que tiene que ejercer de auténticos ideólogos. La del cambio hacia nuevos escenarios con los que cambiar nuestra percepción del vino, los pequeños productores y su importancia en la evolución/involución de nuestra cultura de consumo. Ellos son los verdaderos artífices, y a cambio solo piden abrir nuestra mente y sentidos.
 
Tanto como el colofón fin de fiesta que culminó con CARABALLAS: Un Verdejo que Israel (Viteri Winery) -otro demente que se encarga de distribuir junto a Demencia y otros vinos “distintos”- y que puso por cuenta propia. Todo ello con un mismo fin: volver a tener frente a frente a uno de los Verdejos de tierras Vallisoletanas más sorprendentes, evolutivos y auténticos que he tenido el gusto de probar. Nada que ver con esos verdejos con sabor a colonia Nenuco, que está ahogando de éxito el consejo regulador de Rueda a productores capaces e inundando estanterías en grandes superficies. A base de permitir sobrexplotaciones, precios ruinosos y la consiguiente desbandada de la D.O de aquellos que pelean por un Verdejo con terruño.
Ya lo hice hace dos años cuando nos conocimos en una degustación de Cristina Guillén en 2012, creo. Aquella tarde cayó en mis manos su preciosa botella, entre lo elegante y austero diseño: sin inventos ni parafernialias, puro cultivo ecológico vigía. En aquel tiempo todavía joven ya apuntaba maneras. Un año más tarde cuando probé la misma añada con dos años de botella, crecía exponencialmente, que gustazo de evolución!! Pero la noche de autos, para limpiar el gaznate de taninos y ambrosías, que mejor que los restos de la batalla del 2011. Ojo, que se dice rápido un blanco ecológico con tres años y pico de botella. Un verdejo sin crianza ni trabajo de lías que debería venirse abajo con el tiempo... pues no!!
FINCA CARABALLAS en esos tres años tiene la elegancia arrabalera de una dama forjada a base de currito. Era muy prometedor por entonces: toques herbáceos con buena acidez, longitud, pequeños apuntes de mineral, de sal gorda, pero con el frescor floral de su juventud. Pero volver a dar con él, con el tiempo que da no tener una distribución masiva; por suerte. Hace que el reencuentro sea aun más efusivo. Más todavía cuando se demuestra para incrédulos, impacientes, y amantes de la velocidad, que el tiempo juega a nuestro favor. Saber esperar y guardar aquello que por limitaciones productivas y de negocio sostenible no se puede envejecer en bodega. Y descubrir un vinazo que combina en exotismo, el paso largo amable, aterciopelado, y ese carácter varietal que podría echarle un pulso a Borgoñas o vinos que duplican el precio del mismo.
Con una nariz impresionante a hinojos y hierva fresca con fondo frutal a orejones o paraguayos. Con reminiscencias exóticas a coco, a mango... turbador. En boca es delicioso y sabroso, combina a la perfección una ligera untuosidad con su acidez luminosa. Preserva intactas esas cualidades de ligera salinidad y mineral muy bien integradas en esa boca amplia, larga de las que llena el alma sin empalagar; muy al contrario, engancha. Da otra imagen menos típica, ligera y aguada de los Verdejos actuales, y contiene un marcado carácter de terruño; puede que el del auténtico Verdejo. Algo que por cierto, lo dignifica y mucho; sobretodo porque su vinificación es de lo más natural y veraz que podamos encontrar en el mercado.


Así pues, tras achucharnos entre espías, bañarnos de fuera para adentro y alargar la velada hasta la madrugada. Disfrutar de la cercanía que da el diálogo de quien ve los vinos desde la perspectiva del origen y el destino incierto pero fiel. Y descorchar contrabandos personales, como el Barolo PIRA del 2004 que allí se coló y la fiesta se plantó (vino para todos y algo de comer).
 Solo me quedó darle un abrazo y dos besazos; acto surgido desde la inconsciencia demente. Eh!! pero sincera. Nos hacen falta muchos Nachos León para aparcar la premura y la impaciencia. Que la velocidad sin control solo deja una estela borrosa; con lo hermoso que queda el paisaje inmóvil, silencioso y paciente.
SALUT & VINOS!!