jueves, 26 de enero de 2017

40 del 2016... COMEMOS VIDA BEBIENDO MÚSICA_ PARTE 3 ½




Escuchar los sonidos de la vida. Los casi silenciosos e inapreciables rumores que se escapan de la obviedad escandalosa; esa que cada día te atropella. Tiene su mismo encanto que de reto mortífero el caminar por el precipicio y cerrar los ojos.
Aflojar los brazos y torsionar el tronco para que nos rote la columna de la cabeza a los pies. Ese fijar la mirada y la atención en los acontecimientos de la naturaleza (urbana incluso). Y dejar que sea la baja frecuencia de las cosas, la que tome el protagonismo.

Dicen que con el yoga y la meditación se consigue. Pero también hay otra manera de graduar nuestros anteojos y dejar que sean las sensaciones las que nos invadan.
Con la música, con todo lo que nos da elementos sensitivos; el vino... Cada cual con su herramienta, y yo con estas dos en sano ejercicio. La lista por fin llega a su fin (no se si la adecuada, fiel o justa), pero por lo menos la que siento como mía con sus errores y aciertos. Combinarla con otro de mis placeres -el vino- uno de los ejercicios más emocionantes a los que me han animado. Y con esto solo dar gracias, no a dios, pero si a Jesús de donde sopla el cierzo, por empujarme. Y a vosotros por la atención-



10_THE MONOCHROME SET_COSMONAUT VS. FORLONG TINTILLA_2014 (D.O Vinos de la Tierra de Cádiz)


A veces, más de las que creemos, hay que mirar allí arriba. No solo para maldecir nuestras penurias, encomendarnos o intentar descifrar el tiempo. De nuestra pequeñez y el techado estelar que nos cubre, descienden visitantes terrestres que hacen vida allí arriba ¿soñadores? No se crean, a menudo están más conectados a la tierra que pisamos, que el más maldito de los materialistas; pero de distinta forma.

De los dedos de sus pies se extienden largas raíces. Unos para hacer vinos que hablan de sus madres (tierra y estrellas), y otros del origen de su naturaleza poética y extraviada.
Bid (tras sufrir un derrame cerebral), y su Set Monocromático han vuelto con la misma fuerza que la dual pareja Rocío & Alejandro. Cada uno con su música pero con la misma pasión y determinación. Idealistas los tres, románticos si se quiere, y fusionando sensaciones las que me hacen sentir, en común.

Poner a navegar Cosmonaut siendo como han sido para mi los Monochrome Set: Una banda marciana donde las haya y a la vez tan dependiente del clasicismo más cáustico. Me pone al mismo nivel de exigencia sin presiones cuando este verano me di de morros con Forlong. Porque si bien es cierto que nos manejamos en esta vida plagada de destellos vacuos y casi todo al final se convierte en casual y fruto del destino. Solo espero que el sentido desarrollado por los años me siga funcionando como hasta ahora.
Que no, que no es sabiduría ni sapiencia. Es buscar la otra verdad detrás de la primera impresión: De la música, del arte, de la literatura y los sabores (sic. and more). Eso que los hace diferentes, más verdaderos, honestos y nobles con sus virtudes y errores chulos.
Este tinto del Cádiz costero ya ni tiene D.O porque ni la necesita por más irrelevante que nos pueda parecer la de los vinos de la tierra de Cádiz (apuntaos este error). Esto ya viene pasando mucho en nuestro país, y es por así decirlo: la rebelión silenciosa de los pequeños e inconformistas viticultores: D.O, o etiquetas como las musicales, que tan solo sirven para lastrar, acotar y burocratizar el terruño y la autenticidad de “la cosa”.

El maravilloso equilibrio que ha conseguido esta pareja con su vino más emblemático: Forlong 100% Tintilla de Rota. Se me asemeja mucho a esa especie de halo Pop que domina la vuelta de Monochrome Set.
Si la sobremadurez, calidez o falta de tanino domina a veces el carácter de los tintos de Cádiz. Y con esto no hablo de defecto, sino de característica general cuando hablamos de una uva que se utilizaba antaño para dulces. Y que ha obligado ha hacer coupages con otro tipo de uvas más corpulentas.
Esta joven y alocada pareja han dado en el clavo para lograr que Forlong Tintilla sea tan descarado como elegante y a la vez complejo, sin despreciar lo goloso de sus compadres. Asoman las especias, el mineral tiznado y su esencia biodinámica, pero no pierde ni una mija de longitud, de persistencia en el paso por boca, y sobretodo de verdad. Forlong Tintilla es un vino como todos los de esta bodega que no oculta su origen y su rebeldía. Que pueden hacer que un vino fácil de entrada, te empuje a un laberinto de pequeños trabalenguas y acertijos; que te despierte el interés.
La banda de Bid también ha hecho de su buque insignia folkórico, medio western e incómodamente inclasificable. Un disco con un lirismo apabullante y sonrojante. Han puesto todo su bagaje a veces inconexo e incomprendido en un contexto que roza en inspiración a algunos discos de The Smiths; y perdonen mi atrevimiento.

Canciones que no pierden de vista su extravagante manera de entender el Pop, el New Wave y el Folk. Y que a la vez entran como un dardo disuasorio, directo al sistema nervioso. Pop instantáneo, con recovecos y barroquismos justo pero útiles, desde la primera a la última canción.
Guitarras perfectas que entran en escena a oleadas, y que tejen una atmósfera única hasta el momento. Porque amigos, todavía no ha habido en la música moderna nadie, que tenga los bemoles de intentarlos emular. Si me apuran los Hatcham Social y alguno más con la valentía de comerse un colín.
Squirrel in Hat” nos lleva al circo de los horrores, hipnótica como la noria o las “cunicas”. “Put in On the Altar” le da exotismo maracuyá al Reggea calipso blanco; premeditadamente popero. Y firman con diablura “Fêlé” en una mezcla curiosa de Scarlet's Well, Psicodelia, Monochrome y al final por vueltas que nos den. La multitud de influencias y tics que se desmigajan por su arrebatadora impronta, lo que nos queda es una imagen imperturbable de POP mayúsculo como los que ya no se hacen. Chapeau!!





09_CAR SEAT HEADREST_TEENS OF DENIAL VS. THE FLOWER AND THE BEE_2015 (D.O Ribeiro) Coto Gormariz


Podríamos habernos ido a los hermanos grandes, mirar hacia arriba y buscar la complejidad. Pero para poner sobre la mesa la unanimidad a la hora de echarle flores a Willy Toledo & Band. Con una copa de Flower & The Bee nos basta.
Un blanco de Teixadura 100%, que eleva al denostado Riberio a cotas maravillosas, con un Xosé Lois Sebio punta de lanza de este joven manicomio vitivinícola.

Es la gracia esa de no tener nada que perder cuando de entrada todo está perdido; en el buen sentido. Convencidos como estamos que la guerra mediática ya la tenemos perdida, con oportunistas y tragones siempre al rebufo dispuestos a llevarse las medallas. Da un poco lo mismo, y hasta nos sorprende que Car Seat Headrest en su nueva y flamante incursión en el mundo de la lustrosa edición, haya tenido una tan positiva aceptación.
Eso sin lugar a dudas denota una falta grande de chicha. Una desnutrición primaria total, y una falta general de errores bien explicados y entendidos. Que para perfección y boniquismo ya estaban los trajes de comunión y de domingo.
Nosotros somos tan dados a la elegancia sin excesos, como a lo de salir a comprar el pan con los rulos, la bata y las zapatillas de felpa. Vamos, para entendernos: que menos perderse por las pasarelas y más ir la meollo.

Este es el segundo disco publicado con Matador Records; con más medios, banda al uso, y con más pulimento. A sus espaldas este chaval con cara de empollón repelente ya tenía 8 releases que ahí es na. Vamos, que si ahora tiene 24 añicos, con 18 ya estaba ideando diabluras.
La cosa es que igual que Flower in the Bee se va a la esencia de Ourense para hablarte de la Teixadura en vez del laureado Albariño, y demostrarte que sencillez con grandeza no están reñidos. Car Seat Headrest también han parido un disco sin polvo ni paja, más accesible sin por ello perder su carácter primitivo. Aquel donde el error es relativo e incluso útil cuando no lo es tal, sino disonante y diferente. Un carisma si se quiere, para llevarnos a terrenos farragosos y divertidos de Poprock de guitarras asincopadas y tartamudeos preciosos.

Este blanco de entrada con volumen, chispeante y a la vez jugoso. De esos blancos que hacen salivar y te llevan de la mano a su tierra elevando su accesibilidad a un cebo donde se descubren infinidad de notas a fruta blanca, a granito, a nectarinas y a monte.
Clarividente en origen de la misma manera que aparecen Guided by Voices, Pavement, Velvet Underground o Yo La Tengo, igual que estallan con ese desparpajo Ramoniano haciendo de sus canciones, vitaminas. Y siguen apareciendo ante nuestros ojos como algo fresco, necesario, la vuelta de tuerca lógica para todo siga fluyendo.
Es ese ver con clarividencia más cosas de las que en apariencia destacan. Letras que hablan como puñales de algo más que simples rimas pegadizas: “Destroyed by Hippie Powers” es capaz de llevarte de lo agreste a lo amable cuando engarza con “(Joe Gets Kicked out of School for Using) Drugs with Friends” (una canción que por cieerto, ya tenía dos años); y hay que explicar mucho más con semejante título? Pues no. Ni sobre el título ni sobre las canciones que ya de entrada se manifiestan como algo más que guitarrazos para desmelenarse, bailar y evadirse.
Car Seat Headrest nace de las pajas mentales (alegóricas aunque igual también lícitas) desde el asiento trasero de un coche; el de los padres quizás? La intención se capta supongo, cuando las canciones de este muchacho precisan algo más que la inercia de pies y manos para entender la idea: Pildorazos de gran minutaje que como numerosas capas (de hojaldre?), se resquebrajan en nuestros dedos apareciendo cosas ricas (el relleno). O esa cosa que hace que más de tres minutos no hayan de dar por fuerza sueño. Sino toboganes de sube y baja, desmontables y canciones en definitiva de largo recorrido y numerosas escuchas. Car Seat Headrest tan solo necesitaban una plataforma o logística para hacerse una banda, pero las canciones amigos... las canciones ya estaban ahí hace 5 años. No es mágico?





08_THE MONKEES_GOOD TIMES! VS. LA CONDENADA_2013 (D.O La Rioja) Artuke


Su título suena a chufla con los tiempos que corren, pero hay que tenerlos muy bien puestos para veinte años más tarde renacer con semejante energía. Eso si no contamos que su anterior aparición ya vino precedida de otros tantos años de silencio. En realidad la mayoría conocemos a la banda Californiana por su existencia y éxitos de los 60; concretamente del 66. Como uno de los debuts con más números uno consecutivos en los EEUU por muy prefabricados que fuesen. O ese contrapeso a los Beach Boys, aun siendo maltratados por la prensa hasta tacharlos de plagiadores y falsos músicos que han cargado de por vida.
Pues bien, medio siglo más tarde; que se dice pronto. Vuelven entre la estupefacción y el: - Como narices me voy a poner yo ahora un disco de unos vejestorios por más bueno que pueda ser? Con un disco en el cual no solo esta superada la dificultad inicial de regresar con el chip cambiado y a la altura de nuestros tiempos, sino siendo también un discazo plagado de joyas Pop, ramalazos de Rythmblues e indelebles clásicos recuperados para la ocasión. Para entendernos, algo así como decir:- Que quieres saber a que pretendían sonar realmente en sus inicios bandas como Belle and Sebastian? Pues básicamente a esto amigos.


Good Times!! hace suyo de nuevo el verano eterno, la sonrisa de oreja a oreja y también claro está, la innata personalidad de la banda; que la tuvieron aun siendo apartados sin miramientos.
Es como si cogiésemos el estigma que arrastra de por vida La Rioja con su imperturbable Tempranillo. Ese esperar popular de que todos los tintos Riojanos han de ser así o asá por fuerza (marcados de madera, crianzas largas y boca ligera) y descubrir este renaciente proyecto de la bodega Artuke: Una finca condenada (como da nombre a este vino), abandonada de impenetrables y rocosos terrenos, y viñas centenarias algunas casi muertas que renace como los Monkees, y que además con un coupage inverosimil: Graciano, Garnacha y Palomino Fino.
La Condenada es un vino top fondista, de carácter pétreo y una robustez atlántica digna de un maqui. Un vino tinto casi salvaje e indómito que se pliega a un fantástico trabajo de enología y agricultura esencial, para acabar siendo al nivel de los ARTADI o CONTINOS, tintos Riojanos con mucho recorrido. Este Artuke sin embargo, siguiendo la filosofía de su básico o de su Pies Negros, son vinos cercanos que los sientes como tuyos porque recuperan el espíritu de la Vila que algunos Priorat han logrado acercarnos: Vinos del pueblo (como alimento y sustento) y para el Pueblo.

En realidad ese es el fin; dar lo que nuestras raíces crearon. El GOOD TIMES!! de los tres Monkees que quedan. Junto a la inestimable ayuda de Adam Schlesinger (Fountains of Wayne) en la producción. Y la colaboración con temas coescritos por Rivers Cuomo (Weezzer), Neil Diamond, Andy Partridge (XTC), Ben Gibbard (Death Cab of Cutie) con la maravillosa “Me and Magdalena) o hasta los mismísimos Paul Weller y Noel Gallaguer en “Birth of an accidental Hipster”.
Un disco que al margen de ser un corta y pega de antiguos y nuevos temas desclasificados con el tiempo. En resumen es un torpedo directo a la línea de flotación. Quince canciones en su edición de lujo que ponen en el sitio que les tocas viejas tonadillas. Aviva la llama del Pop sesentero que dio de mamar a infinidad de bandas de ahora, y recupera lo mejor de los Californianos: Su talento innato para facturar canciones perfectas sin fecha de caducidad. De principio a fin señores, no empeño ni desempeño. Tan solo rendirse sin remilgos a la grandeza de otros abuelos como The Sonics, que han vuelto para darnos lecciones... bueno; buenos consejos.




07_DINOSAUR JR._GIVE A GLIMPSE OF WHAT YER NOT VS. MÁIS ALÁ (Falcoeira, O Bolo, Sin D.O) Xose Lois Sebio


Para que este disco haya llegado aquí, donde está; siendo como no lo soy: un fiel seguidor del trío de Anherst. Hay un momento clave e indiscutible en el pasado año:
Estábamos recién finalizado el concierto en el auditori de Robert Forster & His Band plantados frente al escenario típico del Primavera Sound/16 tomando unas birras: Jesus Castillo y su hermano, mi fiel escudero Carlos Capdet y yo, esperando el inminente directo de DINOSAUR JR. En el megalítico escenario del otro extremo de Fórum; allí donde se han tirado abajo barrios enteros para dar cabida a la marabunta y sus amados cabezas de cartel, RADIOHEAD. Era de esas veces como tantas que se dan en el PS, donde se visualiza una línea generacional e idealista -si me lo permiten- que en otros tiempos te fue imposible, ni visualizar o tan siquiera imaginar.

Desde entonces han pasado prácticamente 25 años entre pitos y flautas. Dos más si nos remitimos a mi primer contacto con la banda de Mascis y la fiereza de su versión del Just Like Heaven de los Cure.
Pues aquella noche en palabras de mi amigo Carlos, cuando el 90% del festival estaba rendido ante la vuelta de Radiohead. Nosotros y nuestra intimidad de un puñado de descarriados. Estábamos viajando sin drogas algunas a una época mítica, de las que en tu vida significan algo especial (mis veintipocos años, las de ellos más o menos también), y sin ningún tipo de dudas aquella: la banda sonora de una época.
DINOSAUR JR. nos presentaban en exclusiva gran parte de su nuevo álbum todavía sin publicar. Pero lo más revelador de aquella noche y el placer de estar allí: sin tumultos, agobios, ni personas a las que no les importa un carajo lo que suena, pero van allí a fichar; y si se tercia a tocar lo que no suena al personal. Escuchar una tras unas las canciones de su set list, y apenas notar esa diferencia tan grande en años las unas de las otras.

No vale la pena querer explicar ya, lo que hace que una banda de guitarras tan básica y primitiva como Dinosaur Jr, esté muy por encima de estilos, bandos, o corrientes musicales. Sin saber si estás escuchando Rock con alma de Poppi, Noise enamoradizo, o Grunge pizpireto y juguetón. Lo suyo es otra liga sin duda. Y su último disco con la banda más original posible (Mascis, Barlow y Murph); lo más parecido a una vuelta a tus años mozos.
Lo han clavado oigan. Se han sacado de la manga un disco rotundo y bruto, con 11 temas que bien podrían haber compuesto hace 30 años. Me dan la oportunidad de pincharlo, y con él una tablilla de ibéricos, salazones o pinchos varios.... y solo pienso en MÁIS ALÁ. El quinto invento del loco de Xose Lois Sebio, haciendo de algo parecido al vino bastardo de un pueblo, un blanco tan elegante como extremo.
Con The Flower and The Bee nos saca de paseo por el campo. Y con MÁIS ALÁ no lleva montaña arriba por riscos, laderas y vacíos. Viajes excitantes de lamer el Xabre y el granito que se descompone laderas abajo. Y que como los Dinosaur, nos devuelven a las noches salvajes de notar lo dulce y amargo, lo amable y lo duro. Noches de aprender sin saber de la vida, cuando canciones como “I Told Everyone” o “Be Apart” te remontan a la facilidad de crecer casi sin notarlo.

Máis Alá manda al carajo tanta mandanga y adorno falso, para descubrirte si acaso, la verdad de los Vinos Galegos. Desde la Rivera Sacra, hasta los montes de O Bolo y Falcoeira. Blancos con alma extrema de clima y terreno que hablan de si mismos sin darse importancia. Tan solo pidiendo cerrar los ojos y dejarse caer hacia adelante sin miedo para sentir de lo que te hablan: Entrada ligeramente cremosa pero donde destaca ese toque montaraz de hierbas altas, de retama, briznas de ahumado o por lo menos esa conjunción indefinida de tierra húmeda, musgo, pinaza y piedra. Asoman las frutas frescas de hueso (Melocotón, Ciruelas claudias, Nectarina). Final ligeramente amargante de longitud media y toque mineral calcáreo.
Todo un “eso” que dan con la clave y el disfrute del mismísimo satanás volviéndote a bailar en privé cuando suena GIVE A GLIMPSE OF WHAT YER NOT. De verdad, si discos como este plagado de eso que llamamos “canción ideal”: “Knocket Around”, “Love Is...” o “Mirror”. Que son capaces de conjuntar tres mundos tan aparentemente antagónicos como el de Neil Young, los 90'S y el tormento lánguido de llevarnos del Hardrock al pop, o de éste al suburbio oscuro del Punk, sin apenas notar diferencias tales para no gustarnos y caer rendidos. Eso chicos, eso es casi la eternidad; así de fácil.
Ese momento clave en el que has rebasado la línea prohibida del otro mundo. Valiente!!




06_M WARD_MORE RAIN VS. CLOS LENTISCUS BLANC DE NOIRS SUMOLL (Penedés) Espumoso vinificado con uva tinta


Este espumoso de Penedés, es una bendición del cielo amigos. Otra bodega más que se desvincula de la D.O Cava (la única a la que le han obligado a perder su origen; por ley). En fin, esa serie de cosas que procrea rebeldes y más nos vale; por injustos que sean los motivos.
Soy de los que piensan que por encima de leyes, dogmas y tradiciones inquebrantables. Están los caminos propios del hombre y de la persona, que nunca han de estar por fuerza dirigidos al futuro; pues somos hijos del pasado y padres del presente, el que nos toca vivir. Así que romanticismos y filosofadas aparte, dar con este espumoso elaborado por el olvidado e indomable Sumoll de tan asombrosos resultados ya es de por si, como un chubasco en plena sequía.

Ese agua que suena crepitar sobre la superficie al arrancar el nuevo trabajo del Californiano afincado en Oregon, M. Ward. Y que se nos cala de los huesos al alma en días como este, en los que escribo como método para ahuyentar una bronquitis maligna.
Parece que con lo umbrío del día, solo un chamán haya querido que hable de este MORE RAIN letal. Disco que transmite eso mismo en cada nota de sus canciones, donde se le hace especial hincapié a las texturas, a los detalles, a las sonoridades muy de fondo, y a una impronta que a mi, me cautivó desde el minuto 0.
Es cierto que no parece de entrada un disco especialmente atractivo por algo en especial. Que no rebosa de ganchos comerciales, ni de flechazos a primera vista, ni siquiera de ese atractivo caminar que antaño cautivó con sus “Post-War” o “Old Time”. Pero mejor aun, cuando el alboroto parece haber quedado en la intimidad del fiel seguidor, M. Ward todavía cautiva y refuerza más el crujir de sus canciones; me entienden?

Ya no es cuestión de tal o cual canción. Porque si de este trabajo hay que destacar algo, es su discreción de puntillas y susurro. Un disco que se extiende como la bruma matinal lejos de las lides de la ribera. De esa que se cuela por las rendijas de las puertas y se mete en tu cama para darte los buenos días. O no es eso lo que se imagina cuando suena “Pirate Dial”?
El mismo cautivador reflejo ámbar de este espumoso atípico cuando la luz atraviesa su alma, y que lo mismo te sirve el agradecido sol en un día de invierno, o los grises plomizos de un día de perros.

Igual es solo la falta de cariño y ese quien te lo de, para torcer caderas bluseras “Time Won't Wait”; mi preferida. O volver a lo Platters y cuadernos de caligrafía Rubio para volver a aprender a enamorarse con “I'm Listening (Child's Theme)”. De cualquiera de las formas y apariciones, M. Ward tira el hilo y siempre pesca.
De esos discos que tienes miedo a volver a escuchar por entrar en modo letargo; aunque la primera vez que lo escuché, a mi me diera por bailar: “Time Won't Wait Up” es la primera culpable de radiografiar cada uno de mis viajes en coche de este 2016. Y junto a “Temptation” o ese flotante recuerdo de los mejores Wilco de Summerteeth cuando suena sin fin “Girl from Conejo Valley”. Igual que el perfume de manzanas al horno, a cabello de ángel y a pastelería al hundir mi nariz dentro de mi copa, viendo que al entrar en boca es sápido y límpido de burbuja milimétrica. Y cambiar el registro con “Slow Driving Man” o “Confession”. Porque More Rain modula cruelmente lo estados de ánimo como nadie.
Podría morirme colgado de una hamaca escuchando este disco y dando sorbos de Sumoll confitado; en serio. Oliendo, intentando descifrar ese toque final de fondo que acompaña más a una sensación que a una percepción real. Con los discos también pasa, y no es cuestión de una canción concreta, sonido o estilo, no. Es más de un fondo -como digo yo- ese lienzo con filtro de color, la hora del día... no se.

domingo, 22 de enero de 2017

40 del 2016... ALGUNOS DISCOS IMPRESCINDIBLES DEL AÑO QUE SE FUE_PARTE/3




20_THE WEDDING PRESENT_GOING GOING...

Es una pena que con tantos discos y tan chulos, uno tenga que elegir; tampoco voy a dar razones por cosas del colorido de los gustos.
Con la banda de Leeds ves, no puedo ser equitativo. Por encima de todo a David Gedge lo tengo por un minero de primer frente musical. Siempre poco valorado por su guitarrazo fácil, y no por el universo entre rocoso, sixtie y popero que se ha fraguado a lo largo de sus más de 30 años de carrera. No solo por insistencia y tenacidad, sino por su capacidad por regenerarse. Y a pesar de que mucha gente crea que Wedding Present era una banda de cuatro acordes y agotada en propuesta, ser capaz de reinventarse constantemente tres décadas más tarde. Como?

No es necesario cambiar de estilo a la vez que de formación. Ni querer detener el tiempo en un pulso en vano con tu pasado. A veces basta con releer el pasado e interpretar el presente, vivir el hoy como una próxima oportunidad para enseñar algo.
Después de reinventar sus discos pasados. Mutar a Cinerama y hacer que al final sean un ente mismo con dos caras pero con el mismo ADN; como Dr Jenkill y Mr Hyde. Su vuelta a la densidad y complejidad de Take Fountain/2005 o El Rey/2008, viene de la mano de Going Going... ocho años más tarde.

Entre sus pistas y surcos quizás podamos encontrar uno de sus proyectos más arriesgados y de más calidad en tiempo. Un disco a escuchar como una extensa ópera Pop. Sin haber renunciado a esas canciones yuxtapuestas donde lo más nervioso y apacible conviven en plena armonía.
Tanto da si por impaciencia saltamos directamente al piscolabis típicamente Wedding, que de sopetón aparece detrás de los setos en el corte seis con “Two Bridges”, “Secretary” o “Birdnest”. O retozamos en sus medios tiempos de contrastes “Little Silver”, “Santa Monica” y “Rachel”; ya lo aviso, son benditas genialidades.
Aunque lo aconsejable sea tomarse Going Going... como un viaje largo sin premuras. Donde prácticamente se recorren con muy buen gusto y tino para las melodías, cada una de las distintas caras que ha dado la banda de David en su accidentada historia.

La esencia de este disco no es que haga un amago a la nostalgia, recupere parte de su pop dulce del pasado, o continúe buscando y explorando aspectos difícilmente inéditos en su carrera musical. Que va, la gracia y auténtica bendición de este disco, es que contiene 20 temas eternos. De esos que sabes que definirán a la larga el valor primitivo de este explorador romántico indeleble. Y tan particular a la hora de expresar su binomio amor/desamor.
Han pasado 30 años, y todavía no tenemos ni repajolera idea de todos los universos ocultos que esconde The Wedding Present. De lo que se puede hacer con guitarra/bajo/batería sin ser virtuoso de los punteos, encajes y fenefas instrumentales. Que no es necesario inventarse otra etiqueta para redefinir la música y sobretodo, que la melodía lo es todo. Definitivamente




19_RYLEY WALKER_GOLDEN SINGS THAT HAVE BEEN SUNG


De este disco tiene una importancia primordial el directo que nos brindó casi a hurtadillas el pasado Otoño. Cómo nos enseñó su cara más psicodélica y alegóricamente rockera y lo mucho que lo gozamos así, a lo tonto. No niego que me hubiese gustado sentir su repertorio tal y como suena en los discos: homenajeando con mucho respeto a tito Neil, a Van y a Nick Drake.
Que es verdad que este último trabajo es más esquivo y sin tanta obviedad Jazzística; pide más dejarse llevar en volandas. No pedir, exigir, ni hacerse vagas ideas, sino flotar con los brumosos bailes de guitarras, contrabajos, percusiones y órganos.

Todo junto lo hace funcionar este veiteañero con tanto sentido, que acojona. No se da importancia y disfruta. Sus canciones salen de la chistera en una sinergia casi mágica entre artista y banda, y amigos... esto tal y como funciona hoy en día la escena musical, es un pequeño milagro.
Podía hablarles de sus canciones una a una. Intentar catalogarlas y mascarlas y regurgitar después. Pero lo cierto es que Ryley Walker lo único que pide es dejarse llevar. Abrir ventanas y que entre el aire fresco, liberador, sin normas ni manuales. Tanto si has escuchado sus dos anteriores trabajos, como si con temor, te pones manos a la obra con su temario.
Funny Thing She Said” sería una buena piedra de toque, y allí sonó de pelos de punta.




18_SCOTT & CHARLENE'S WEDDINGS_MID THIRTIES SINGLE SCENE

Hay momentos clave en el rumbo que debemos, nos lleva, o toma tal o cual cosa. A veces depende de pequeños detalles, todo es arbitrario y caprichoso. Pero en mi caso hay algo que jamás falla: Volante, carretera y kilómetros por delante. Allí, y en el valeidoso azar de la ruta -pura introspección- es donde han surgido mis idilios musicales más venerables. Me gusta viajar y escuchar música, todo va unido. Ser el que manejo los tiempos y las sin prisas por llegar, o la captura de la instantánea mental de los curiosos pasajes que como apariciones marianas, de repente, aparecen.
En serio, creo en la casualidad de las cosas y las bombillas que se te encienden empujadas por quien sabe qué. Johnny Woodyjaggeriano nos lanzó la arengada, y aquí el menda que este 2016 no estaba por las labores, ni caso. Que conste que no es ni por desconfianza ni desacato, él bien lo sabe. Y tuvo que sonar bien entrados en tierras Sevillanas con el sol tiñendo de ocres violáceos, “End of The Story”, como una premonición.
La grabé y lo admito, ni me acordaba qué era porque las apilé a voleo, con las prisas de la partida: Parkay Cuarts, alguna toma rebuscada de alguna banda seminal de las Peel Sessions, bandas perdidas en algún sample de rock raro de cojones que conservo??...

Se necesita perder la fe en la música actual para abrazarse sin renuncia a “Mid Thirties Single Scene”. Renunciar a todo y volverse como quien se quita un guante de látex y se lame los dedos. Salir a la calle con los calzoncillos en la cabeza y unas medias de rejilla. Olvidarse un poco de todo, y arrullarse con él como quien recupera un poco el desaliño, la idea primaria de hacerse punki con 12 años, o el fumarse aquel Royal Crown a escondidas de tus vecinas las cotillas. No pensar si quiera si fue la Velvet Underground quien inventó ese mismo lenguaje de la calle o el: - Hazlo y no pienses!!
El New Wave Americano de finales de los 70 o el léete la música y ahora, cámbiale las normas. “Maureen” sacude como un látigo en las nalgas y parece invocar a los Stooges. Se revuelca con el Blues sucio y se lo lleva de putas subiendo el volumen de “Scrambled Eggs”. Mid Thirties Single Scenes nos lleva de viaje por aspectos muy primarios de la música, la mayoría esenciales. De cuando la dulzura, los neones y lo bonito, se topó con la realidad de las calles y los suburbios. Con otra manera de hacer que la melodía y la nostalgia se mostrase distinta y no tan predecible como la de los 60.
Desde entonces es tan fácil llorar con “Forever and a Day”, como con My Way o In Dreams. Otra manera de construir la belleza y el desastre desde la realidad de las imperfecciones. Y un disco para entendernos, que emana energía y desgarbe vacilón por los cuatro costados. Basta con correr a lomos del trote cochinero ronckanrolero de “Distracted” y revolcarse en el cenagal de guitarras con “Delivered”. Y si no, mutar desde la socarronería a lo Pavement siendo la que suena “Hardest Years” y acabar bendecido por Verlaine en “Don't Brother Me”.
Muchas las bandas las que te vienen a la cabeza, pero al final es la imagen de una época y no la forma de hacer. El principio de todo, cuando no eran estilos los que definían, sino ideas urbanas.




 17_HISS GOLDEN MESENGER_HEART LIKE A LEVEE

Aquí es fácil pasar de la locura a la placidez en un chasquido de dedos. Nos gusta -me gustan- los contrastes. Yo jamás entendería la música ni cualquier placer del que disfruto y me inflijo, sin la ida y venida a los extremos. De echo creo que no hay nada lo suficientemente cauto y responsable, sin dejar de acercarnos al borde con la punta de los pies. Tocar y sentir por el mero morbo del miedo y el placer de perderlo.
Heart Like a Leave es bien eso, un disco de texturas, sensaciones y canciones que casi se pueden acariciar con las manos. Entran como la seda o el forro interior de los chaquetones; cálido y sensual. Es cierto que es inevitable pensar en Bob Dylan cuando el timbre de M.C Taylor te arropa. Pero sería un recurso fácil el pensar que todo se limita a reminiscencias, evocaciones y la impronta que transmiten sus canciones, sin caer en el tanto de la belleza de las mismas.
Es cierto que la aureola de Dylan maneja desde arriba unos dejes, que con el paso del tiempo se antojan irrenunciables: “Cracked Windshield” , “Heart Like A Levee” o “Happy Day (Sister My Sister) son una buena muestra en tono y cadencia.
Pero me gustaría destacar por encima de eso; no como un inconveniente. Que este último trabajo del alter ego del Californiano resalta de manera sobresaliente toda su estructura, bastante más compleja que el simple etiquetaje Folk o Rythm&blues. Hay instantes en los que incluso nos podría sugerir a Elbow en “Ace of Cups Hung Low Band”. Los vientos, o incluso los metales de algún ramalazo estimulante Funk si nos ceñimos a “Like a Mirror Loves a Hammer”.
Pero que al final lo verdaderamente meritorio. Es que M.C Taylor acaba llevándoselo todo, y de forma magistral ,a un terreno muy suyo. Donde ya se ha creado un pequeño universo tan personal como enriquecedor.
Cada disco es ya una prueba de talento, sensibilidad y maestría a la hora de conciliar texturas muy distintas sin resentirse. Los arreglos son exquisitos. La armonía cuando entran en escena “As the Crow Files” o “Tell Her I'm just Dancing”, rompiendo la hegemonía de esos San Benitos que siempre queremos colocar. Y al final lo esencial: Un disco medicinal que se escucha y saborea como un mismo estado de confortabilidad apabullante.




16_BEN WATT_FEVER DREAM

Se los dejaron olvidados en clase. Tocó la bocina a punto de anunciar bombardeo y refugio. Y nadie pasó lista en fin de año para caer en la cuenta de que dos de los geniecillos del panorama británico, se habían quedado encerrados en el laboratorio de la Srta. Trudy.
El 8 de Abril del pasado año. Ben Watt, o lo que fuese la media naranja y menos mediática de Everything But the Girl. Regresaba a lo grande, con un álbum -por fin- con todos los ingredientes necesarios para confirmar lo que todos sabíamos:
Que ha sido uno de los músicos y autores con más sensibilidad para crear, y sin embargo, menos valorados de la escena pseudoalternativa del Reino Unido.
Solo dos discos publicados en solitario durante 33 años, y con éste su tercero, toda una trilogía de orfebrería compositiva.

Lo hizo con North Marine Drive: Toda una declaración de intenciones mano a mano con Robert Wyatt, donde elaboró uno de los trabajos más balsámicos y floreado de Pop Bossanova.
Y ahora con FEVER DREAM: Un disco monumental, tan bien cocinado y secundado (Bernard Buttler/Suede). Que me parece prácticamente un insulto no haberlo apenas mencionado en esta añada. En la que no solo ha facturado un puñado de canciones terriblemente buenas. Sino que además, sus formas de hacerlo se escapan de toda moda con tal finura, que sonroja.
Esa misma razón por la que North Marine Drive sigue siendo atemporal.

Ese tipo de argumentos que sacude con tan buenas maneras tanta tontería que tenemos encima de tendencias, indie, moderneo y nosecuantas pajas estilísticas... Que te ponen de pies en el suelo, elegantemente, con estilo, hasta con delicadeza.
Fue Bernard Butler, ese otro que se bajó del tren en plena vorágine Britpopera cuando Suede estaba en lo más alto.
Dos tipos capaces y con tanta mano para crear sin maniatarse ni perder los principios, hagan lo que hagan. Siempre siguiendo su camino sin perder las formas, y a su rollo.

Su actuación casi desapercibida del pasado Primavera Sound fue una de las más grandes: Se plantaron sobre el escenario a las malas horas, y rodeados de unos músicos de altura sin alarde alguno. Y desmontaron de cualquier exceso los metros a la redonda, donde cayeron una a una sus canciones.
Básicamente, porque hay un estado musical donde se van a la mierda los trucos de mago barato y prima la templanza, la serenidad y la verdad.

Las diez canciones de Ben Watt tiene mucho de eso; de verdad. Tienen ese espíritu emanador que pocos desprenden. El complemento electrificado de Bernard Butlter, que dicho sea de paso, siempre me ha parecido de quilates. Tanto, que sinceramente el último y tan aclamado disco de War on Drugs me parece una broma al lado de este.
Con todos mis respetos y guardando las distancias. Ben Watt & Co. Es otra cosa. Quizás difícil de explicar porque hay que meterse muy adentro, pero con bastante más alma y recovecos de esos oscuros y por escudriñar.
Gradually” es excelsa desde los vuelos que cogen sus guitarras, hasta el sentimiento. El groove de “Fever Dream”, “Running Withe Front Runners” o “Faces of my Friends”, que además recupera su faceta cantada en EBG que desgraciadamente tan poco se prodigó, y que para mi fue de sus mejores bazas. Y esa potencia redonda que le acaban dando las guitarras de B. Buttler tan Americana y hasta ahora desconocida: “Women's Company” o “Never Goes Away” son un ejemplo. Pero en general es un disco que desprende mucha raíz y buena esencia. Laborioso de acomodar, pero toda una gozada en cuanto coges el paso.




15_WILD NOTHING_LIFE OF PAUSE

Este disco me llegó en momentos bajos. Me costó capturar la belleza y tono que prácticamente rellena cada esquina de sus canciones. Ya sabéis, ese Pop de encaje que a mi personalmente me remite una barbaridad a la primera época de Aztec Camera, de los Commotions, o incluso algunas veces a Prefab Sprout. Y que buscó las suavidades más de Roxy Music o el New Romantic ochentero.
No hay muchas bandas actuales que se hayan atrevido a hurgar con cierto gusto y elegancia, sin llegar a parecer pura ñoñería o una baratija sin sustancia. Sin embargo Wild Nothing, pese a publicar un disco que gira constantemente por ese universo tan peligroso, frágil e inexacto. Lo ha hecho con tan buen gusto y variedad de matices, que aun costando pillar el clímax, engancha a cada escucha. Tanto que hay que admitir, que no siendo un adicto constantes a estos sonidos, el chaval lo borda.

Cuesta no parecer hoy en día una copia más falsa que las New Balance esas que tan de moda se han puesto. Conseguir que las canciones fluyan con luz propia sin acabar siendo un hit con caducidad es difícil a día de hoy; y además todos sabemos que no cotizan en bolsa. Se ha dejado su tema más adictivo “Japanese Girl” para su cuarto corte, cuando todos sabemos que si no se ponen los dos temazos de entrada, la muchachada le da menos vida que a un anuncio.
Un disco que arranca con cierta inexactitud, vaporoso y flotando en un estado ingrávido. “Reichpop” se deja llevar por el Dreampop pero casi siempre queriendo algo más minimalista y emocional. No es una simple querencia por los ambientes de Cocteau Twins, porque su música avanza hacia atmósferas más inquietas: Funkpop, jingles, experimentaciones varias y fusiones que van aquí y allá alejándose de su pasado con mucha madurez e intención.
Es una de las virtudes de este Life of Pause: la intencionalidad por crear un núcleo palpitante que maneja los hilos con destreza. Jack Tatum en ese aspecto, creo, que se ha escapado con inteligencia del abuso pretencioso de algunas bandas naif de hoy, fallidas. Desde luego no es un trabajo hecho a la ligera; por mucho que se quiera meter en el mismo saco sucedáneo del Pop más general de hoy. Tiene esa apariencia inofensiva y blanda que a menuda se desecha como algo insípido y poco original. Pero Life Of Pause esconde tras varias escuchas, un catálogo impresionante de gemas trufadas exquisitas:“Alien” me parece bárbara, un clásico, la firma de unos de los discos de Pop más elegantes del pasado año. “Adore” no hace más que ratificarlo y con atención, podría pasar por un tema inigualable en manos de otro lumbreras. Pero él ha preferido hacerlo con más empeño. Simplemente porque no es cuestión de estilos, apariencias o graduados de cara a la galería, cuando lo que se hace, se a de hacer bien.
Al nivel del Poison Season de Destroyer se marca un “Whenever I” soberbio. Y es capaz de coquetear con experimentos New Wave, oscuros deseos, ambiet y minimal experimental bañado de claro Pop; porque al final es eso: pop. Pero que colorido de pop ambidiestro señores. “To Know You” pasa de la ternura de “Lady Blue” a deseos más oscuros y retorcidos. Todo un juegueteo de estilos envasado con clarividencia en un frasco de Pop multicolor magnífico.





14_NADA SURF_YOU KNOW WHO YOU ARE


Le hemos echado tantos piropos al regreso triunfal de Nada Surf, que su apabullador Pop instantáneo nos ha amilanado. En parte es normal, aunque mi corazón de Popero tierno y azucarado no lo comparta. Les hemos achacado toda la vida su efectivismo de fogueo, cuando se buscaban álbumes redondos y nunca acabó de pasar. Pero ahora, donde su You Know Who You Are contiene diez bocados de Pop perfecto, no hay excusa que valga.
Que alguien me diga que queda más serio abrazarse a propuestas más complejas, a trabajos con más raíz o a mitos consagrados a la hora de valorar discos, pues no digo que no. Pero a ellos los tengo aquí arriba precisamente por eso. Porque creo tanto aquello que me lleva hacia simas profundas llenas de riscos, como lo que me sube al cielo. Me vale tanto Ramones como Miles Davis señores.

A este disco le debo algunas de las escuchas más emotivas, optimistas y felices de mi 2016, con mucho orgullo. “Rushing”, “Friend Hospital” o “Cold to See Clear” son tres flechazos igual que ese amor de impacto súbito. Pero es que las tres primeras canciones son tan buenas e inmediatas, que el resto le parecen menos por el simple hecho del subidón. Cuando lo que pasa, es el efecto perplejidad por puro abuso de placer, zalamerías y buen rollo absoluto,
¿Me estaré volviendo tonto? Piensa uno. Pero no, “Animal” vuelve a retumbar por si se te había olvidado. Al estilo Jayhawks, sí muchachos, la felicidad es posible, y a mano.




13_CASS MCCOMBS_MANGY LOVE

Maldito número maldito, allí donde se ha posado este invértebre hacedor de bluses elásticos y pétreos. Corta como una navaja mellada “Rancid Girl”, el arranque barbitúrico de “Bum Bum Bum”. Un latido asincopado de un autor que nunca deja de sorprendernos tanto si nos enseña los dientes cuando se ahoga en el fondo de una copa de Bourbon, como si nos da un dulce beso tras el lóbulo. Susurra la calidez de poros abiertos como anémonas mientras “Laughter is The Best Medicine” nos inunda con aliento Soul al oído.
Mangy Love se explaya en escenas de playa desde ventanales amplios. De miradas en el pleamar y neblinas que se elevan desde la marisma, igual que si estuviéramos en la playa de bolonia tumbados bajo un chamizo. “Opposite House” podría ser eso, o el silencio noctámbulo de una ciudad bulliciosa en standby. Un disco que contrasta con la road movie de su anterior entrega, y demuestra otra vez la camaleónica y fantasmagórica mano que tiene para convertirse en amante y demonio.
Jamás lo podrás definir con exactitud, pero Cass McCombs tiene tantas formas de aparecerse como posibilidades y personalidad tiene su estilo compositivo. Este es de esos discos cautivadores, igual que lo hiciera con sus dos caras en Wit's End y Humor Risk. Esa cara zalamera y atractiva que tiene su música, la de un tipo que ha hecho de su estilo, un sello inconfundible. No es devoción (o sí), pero nunca defrauda, o por lo menos a los que amamos la música como a un paisaje cambiante, siempre nos transporta a algún lugar excitante y familiar a la vez.

Mangy Love coge forma según se escucha. Cuando ya llevas bien avanzado el álbum, los pies ya se te han adherido como la melaza al suelo. “”Low Flyin Bird” emula ese vuelo saltando de cuerda en cuerda de una arpa. Conduces al volante con la destellante noche reflejándose en tu parabrisas al sonar “Cry” de soul vagabundo, y te encuentras a Curtis Mayfield haciendo autoestop. Se deja caer en Reggea veloz y sabroso; canta “Run Sister Run”. Y se queda tal que está, tomando de nuevo el hilo de la conversación con “I a Chinese Alley” hasta “I'm a Shoe” volviendo a sus profundidades cósmicas entre la psicodelia, blues y alt country desmigajado.
Cass McCombs deambula por muchos sitios sin ser ciudadano de ninguno, no pretende serlo. Pero suele ser de esos que nunca parecen ir a ningún sitio concreto, y te los encuentras en cada esquina, en cada paisaje, sentados en una barra o descuartizando en un matadero.





12_DR DOG_ABANDONED MANSION

Creo que hay un consenso general sobre el disco nuevo de los de Pensilvania. O por lo menos de acuerdo estamos en la putada que supone meterse entre pecho y espalda una novedad, cuando el año está agonizando y nosotros todavía pasando apuntes.
Mi vara de medir está en lo largo y ancho de un año. Aún y así, me cuesta una barbaridad ponerle lógica a los sentimientos cuando es el impulso más primitivo el que te guía por la música: Calidad, riesgo, hacer lo que no toca, hacerlo de esta o de otra manera, despertarte esa Tenia adormecida que hiberna dentro de ti desde tu veintena... Vamos esa cosa que se enciende de repente dentro de ti, movido por una energía desconocida: (El Mojo, el relumbre... todavía le buscamos nombre).

Pero sintetizando la cosa es sencilla: Abandoned Mansion es de esos discos que sabes que te va acabar gustando. A veces creo que con la edad me ha dado de una forma enfermiza por cadencias melancólicas; igual que cuando te da por las comedias románticas y sabes que estás jodidamente necesitado de amor. Será por eso, o simplemente porque las cosas vienen así y uno ni tan siquiera se pregunta porqué. Al final, las abrazas, las esquivas, las masticas o simplemente las manejas según te pille el cuerpo.
Este año por ejemplo, hago un repaso por encima de mis 40 discos preferidos. Y no se si por las circunstancias, por gusto o por que sí. Hay muchos discos que me huelen a viejo deslomado, melancólico y... ¿donde narices está mi viagra? Guitarrazos, vísceras y tensión!!
No le doy más vueltas. Abandoned Mansion es tan rematadamente distinto -hasta extremo- con Be The Void; aquel primer disco que me revoloteo el corazón hace cuatro años. Que acabas dudando del destino, o si es un plan urdido por alguna secta para amar a Bob Dylan.
Que no es que tanga nada en contra de él ni de nada en concreto. Solo que huyo de efectos Palmar de Troya y cualquier cosa que se asemeje a la mitomanía, o a adorar sin tan siquiera contemplar el error. Que no, que me niego!!

Sin embargo este último trabajo de los secuaces de Toby Leaman y Scott McMicken, está tan asquerosamente bien cocinado que uno no puede más que dejarse llevar.
Empieza lento como las mordeduras de la culebra: “ Casual Freefall” es como un canto al vacío, no creas que te agarra de golpe. Después van llegando, la cadencia se va adueñando de ti y para cuando quieres acordar, “Ladada” es tan tontorrona como bajar cuesta abajo después de una comilona (con su digestión, sus alcoholes y su posterior bajada de tensión). Esa flojera que se hace dueña de tus extremidades y como que ya no puedes; te dejas. “Jim Song” y “Survive” ya son tremendas, la araña ya te tiene inmovilizado y solo queda esperar a que te devore sin más opción que el hacer de espectador de tu propia muerte.

Estas dos canciones son clave para acabar rendido al disco. Si empiezas por orden y cuando llegas el corazón ya está ablandado como una magdalena recién hecha; mejor. Pero si no, da igual, el resto del disco te pasa por encima como una apisonadora.
Baja un pelín de nivel, pero sigue siendo brutal. Ese barroquismo de la hora del Té tan marciano y glam con sus violines y su cosa: “I Saw Her for the First Time” y “Peace of Mind” tienen salsa para rebañar y chuparte los dedos. A mi me lo van a negar seguro, pero pese a que hay muchas fases en las que la armónica y el caminar de las canciones recuerda a Dylan. Hay muchas otras cosas. Momentos inundados del paisaje sonoro de Patrick Watson cuando le da por el folk, de Flaming Lips, Mercury Rev, y un montón de otras cosas. Sonidos clásicos. Ilustradores de estados de ánimo y de sensaciones placenteras, porque Abandoned Mansion es ante todo, un disco que se hace deliciosamente placentero en su escucha. Se filtra la luz cuando suena “Could've Happened to Me” cuando parece que afloja. Y atardece con “I Know” transformando Folk, melodía, psicodelia campestre y soleado californiano en algo que cuesta definir, pero que en definitiva entra como algo que llevas necesitando desde largo largo tiempo.




11_HALLELUJAH THE HILLS_A BAND IS SOMETHING TO FIGURE OUT

Si el disco de Dr Dog es la paz y la gloria después de la alegría de B VOID. Lo más reciente del combo de Boston liderado por Ryan Walsh es como no podía ser de otra forma: pura furia e inconformismo.
En serio, admito que por esta banda y su extraña manera de idear himnos a berrear, estoy teniendo últimamente una querencia dudosa; espero que no sea forofismo por dios. Pero por más que me gustara “No Wants Know What Happens Next/2012”, no hago más que encontrar motivos para que cada vez me gusten más. Y eso que su anterior “Have You Ever Done Something Evil?” era bastante prescindible si lo comparamos con éste. Con lo cual me vengo haciendo esa incómoda pregunta: seré lo suficientemente justo?

Creo que la música no solo debe dar placer por vía auditiva o sensorial; al fin y al cabo la música ha de llegar así. Solo que además espero, que me despierten esa vigorizante idea de que se puede cantar, celebrar y proclamar; no solo poesía sino energía.
Las letras de Hallelujah The Hills hablan de cosas reales, duras e incómodas de cantar. Pero lo hacen de una forma increíblemente pasional sin dejar de crecer musicalmente.
Diría que han sacado su mejor trabajo hasta la fecha y que lo ha hecho escogiendo una opción poco práctica. Solo por eso y por el reto que supone enfrentarse a sus nuevos trabajos, sin echar mano de los prejuicios, me encanta. Me encanta que me lleven al terreno incómodo, accidentado y llenos de peligros. Y aunque Arcade Fire me acabasen por hacer aborrecer esa manía de cantar todo en modo coro. Tras tres discos confeccionando las canciones como manifestaciones multitudinarias y bulliciosas, creo decididamente que su música y lo que dicen, no se puede ejecutar de otra forma.

Play it As It Loops” y “Hassle Magnet”, son a golpe de mayo pura forja y templado: Duros con bordes poco acabados, ásperos y tallantes a puro porrazo; sin filo.
Dos temas estallando casi al final como dos relámpagos, cuando la tormenta se va formando desde el inicio con “What Do The People Want”. No hay que ser muy ducho en el inglés para darse un garbeo por su portal, y repasar cada uno de los textos que detalladamente ilustran su cancionero. Hallelujah The Hills no se muerden la lengua, eso es un hecho. A Ryan Walsh se le ha metido en la cabeza implicar a toda la banda es sus proclamas y así es:
I dreamt of a new kind of town
our mayor in her wedding gown
we call out the M's in the dictionary
but they're not gonna save us now
What do the people want?
The people don't know what they want
Al final no es cuestión de política como lo hacía Billy Bragg, Desgraciadamente el drama esta a pie de calle, y que una banda americana lo cante a los cuatro vientos es toda una valentía. Que lo hagan sin abandonar su sonido y la idea original, mucho más. Y lo más importante: Cuando “The Mountain That Wanted More”, “We Have The Perimetrer Surrounded” o “The Dangers Are Doubled” se te clavan como estacas, me emociona sinceramente. Y no puedo evitar mirar de reojo al pasado y acordarme de bandas como REM o McCarthy; bandas militantes que se la juegan al todo o nada con poesía.

viernes, 6 de enero de 2017

40 DEL 2016... OTROS DIEZ DISCOS QUE SON REGALOS





30_THE CORAL_DISTANCE INBETWEEN


A veces no alcanzo a entender los fenómenos musicales o corrijo, los cambiantes hábitos de la demanda musical. Supongo que mi edad me impide seguir el paso de estos caprichosos giros de las modas; por buscar una razón más tópica que cierta.
Seguramente que necesitamos una constante novedad o primicia para no caer en el olvido. Y The Coral, esta banda del norte del Reino Unido, tras sus primeros y más prometedores álbumes con el mítico Ian Brudie al frente parece haber caído en ese limbo impreciso. La marcha de Bill-Ryder Jones, el no pertenecer a una corriente exacta, o los largos periodos sin publicar serían otro pretexto. Pero prefiero pensar que es solo cuestión de estar o no estar en el candelero, o simplemente el mismo hecho por el que un montón de bandas caen el olvido pese a publicar buenos o notables discos.

Distance Inbetween, quizás por ser un disco que rinde tributo al parafraseo más clásico del Poprock Británico, me cautivó desde la primera escucha. No inventa nada, cierto, pero se limita a recrearse con gusto en aspectos que ya no se llevan y de los que me confieso adepto, salvo si las hace un lumbreras con la flor en el culo. No es el caso de ellos, que poniéndose en una tesitura melodramática y de espirtualidad épica, les hubiese quedado mejor irse a lo socorrido del moderneo.
Su octavo disco de estudio tira por el mismo misticismo que sus coetáneos los Bunnymen exprimieron a finales de los 80. Y no solo porque recuerden a ellos y a sus querencias Jimorrisianas. Sino que pese a ser crucificados en su día, los años han demostrado que son temarios dignísimos.
Reptante e inquietante, Distance and Between transita por atmósferas tensas y oscuras. La psicodelia barnizada marca de la casa persiste, pero canciones como “Chasing the Tail of a Dream” o “Fear Machine” cortan como filos astillados. Además, es uno de esos discos con entidad de principio a fin que tanto escasean a día de hoy. Doce cortes que siguen una línea argumental coherente, que se refuerzan los unos con los otros y que dotan de mucha fuerza el conjunto de un disco radicalmente distinto a anteriores. Fácil sería afirmar que se limitan a machacar estilos caducos, pero me quedo con el resultado en conjunto: un disco redondo y valiente.
Miss Fortune”, “It's You”, “White Bird” o la que da título al Lp “Distance in Between” son tres temas de altura que ilustran perfectamente una época perdida entre tendencia de ida y vuelta. Quizás esa música que no acabó de entrar en el juego de las modas. O que ahora, hay facetas tan puramente británicas que levantan el prurito al respetable. En cualquier caso, yo no reniego de esas épocas que algunos se empeñan en caducar. Más si cabe, cuando de lo que se trata es de medir la calidad de las canciones por encima de prejuicios.



29_WOODS_CITY SUN EATER IN THE RIVER OF THE LIGHT

Con la banda de Brooklyn liderada por el poliédrico Jeremy Earl tengo un problema congénito: Necesito el mismo tiempo, que en mi veintena precisaba para hacerlo mio. Épocas en los que el cambio de año no era inconveniente para que un disco triunfase (vease Nevermind o Pablo's Honey). La música no es que no entendiese de añadas, es que estaba hecha para madurar en botella igual que un Barolo de Gaja. La velocidad era tan relativa, que los años parecían décadas y las noches bolsas de vacío que taquigrafiaban las conversaciones. Hasta ese roce furtivo tumbado en la playa de noche mientras los escuchabas, conservaba el rubor.

Con su anterior disco al que le debo una adoración casi absoluta y turbadora, he necesitado casi dos años. Esa sensación de que pasado el año y la obligación de disfrutarlo a la misma velocidad que los mortales, todo se saborea con la poca urgencia de un sexagenario. Creanme que tuve hasta cierto remordimiento de conciencia por no incluirlo en aquel Top, y con este no piensen que no iba por el mismo camino.

Woods seguramente sean de las pocas bandas que en cada disco abren otra vía, sin por ello tener que renunciar a su pasado. Capaces de reforzar su universo, y a la vez crear otro tan distinto y colorido como el de un tapiz que va pasando de abuelo a padres, y de estos a los hijos. Los discos no es que sean complejos pero necesitan atención; ese bien ahora tan despreciado.
Imperturbables en una de esas filosofías artísticas fuera de toda moda, y sin compromiso por justificar acuse de recibo alguno. Vuelven a recrearse en las composiciones como quien hace un cesto de mimbre, vientos y muelles en desuso.
No solo eso, además de uno a otro hay una conexión intangible, pero tan palpable... Los ritmos tropicales de este mismo, se funden con la misma psicodelia que el anterior; es cierto. Pero digamos hay otro giro de tuerca sutil y taan natural, que engrana automáticamente. Son los vientos que ululan al tiempo que el falsete ya tan reconocible de Jeremy cabalga a pelo y cogido a las crines del equipo. Golpea “Sun City Creeps”, y lo que creemos es una oda al Rastaman Revolution del 76 es un reverso que gira y se enreda con la misma frescura con la que ellos se entienden. Esa misma que nos mima a ratos con “Creature Confort” o “Hollow Home”; así que lo normal conforme avanza la criatura es dejarse llevar.
Pasar del Reggea satinado al folk o a la psicodelia, si al quiebro de cadera se le quiere denominar así, es tan fácil para ellos como una filigrana del Gaucho Ronaldinho. Ya dejamos de intentar ahondar en estilos, parecidos musicales o cagaderos con asideros. Lo de ellos es hacerlo en medio del campo, de espaldas y cuesta abajo. Y ya sabemos lo que nos gusta el tacto de las piedras y la yerba en nuestro trasero; nunca es el mismo.



28_JEFF PARKER_THE NEW BREED

Enredarse y volverse a enredar en la madeja. El sonido de la calle, y tú pelando una naranja a mordiscos. Saltan a tu cara con gusto el jugo de los oleosos limonenos; pero da igual. Esa parecida sensación al devorar sin miedo ni condiciones, el nuevo y por fin en solitario artefacto del Tortoise Jeff Parker; su guitarrista más hipercreativo.
Una obra que expele fragancias, humo y alcaloides por los cuatro costados. Jazz el suyo como el de Björn Svensson Trío: maleable y alucinógeno, fundente con la urbe de Chicago, asfixiante a veces; pero siempre generador de químicas excitantes. Eran posiblemente las mismas sensaciones que nos abrieron como heridas, sus amigos Tortoise aquel Agosto del 98 en la carpa de Benicassin.
Corría TNT y todo era abrir la mente, estómago y oídos. Dieciocho años después, esas lecciones nos han servido a muchos para abrazar un Jazz experimental según se quiera, y visualizar su música igual que flashes. Expresiva, ritual y en ocasiones lunática. La música de este excepcional y orfebre guitarrista, ha creado un pequeño universo donde lo extraño e inconexo se convierte en paisaje sonoros. Jazz de bisturí hecho con alma y conciencia contemporánea que no deja de ser un clásico pese a saber como nadie reconvertirlo en una untura fresca y sedosa.
Pasos negros de Semana Santa como “Visions”, o ritualistas de lo cotidiano en “Here comes Ezra” o “Get Dressed”. Viajes a lo hondo de los patios traseros e historias mudas de la ciudad cuando golpea en puro swim “Executive Life” o “Jrifted” en el reverso de la moneda. Y un cálido y marítimo cierre a pie de playa cuando se pliega en un reverencial cierre “Cliche”; con Ruby Parker, su hija, a las voces. Un disco para soñar e imaginar despierto cualquier caníbal ciudad.



27_JONATHAN RICHMAN_ISHKODE ISHKODE!!


Hay dos tipos de artistas: Los que comprenden la música como un conjunto inquebrantable, con su guión y cada uno de los elementos clásicos pensando que no hay manera eficiente de transmitir al gran público una idea.
Otros sin embargo, nacieron y crecieron creyendo en si mismos y lo que les rodea como única vía para autonocerse y así expresarse. Estos últimos -y hay unos cuantos- hacen del poco mucho. Tienen, seguramente, ese don innato para buscarnos el botón secreto (como los menús escondidos de los aparatos electrónicos), por el cual se activa una sensual y erótica glándula donde el ritmo, lo plástico y asincopado aparecen de la nada: Un traqueteo, el gallo que cacarea, el sonido de fondo de las cintas, y hasta el crepitar de las paredes en plena, silenciosa y oscura noche. Están ellos mismos con su naturaleza y su entorno en perfecta sincronía.
Solo así se entiende a un Jonathan Richman con la genialidad, ingenio e inspiración intacta tras seis años de silencio, y casi medio siglo de carrera. Y saborear su nuevo disco como quien se come un multicolor helado colajet.

Un viaje continental por las mil tierras del planeta en forma de canción. Su forma de escribirlas, representarlas y cantarlas con un todo en uno, y cuatro instrumentos. Y tener la sensación de que no solo te las cante a TÍ, sino CONTIGO. Supongo que todos no estamos dispuestos a poner tanto de nuestra parte como para formar parte viva de sus canciones, pero las suyas se/las sienten así. Si para entenderlas necesitas la bullofa de nata de bote para darle sentido al flan casero, olvídalo, tienes a Arcade Fire y LCD Soundsystem para esos menesteres.
Te diría “A Nnammurata mia” , “Wait! Wait!”, “Let Me do this Right” o “Outside O'Duffy's” pero va a ser que no. A Jonathan se le abraza con la misma desnudez o valentía con la que compone o nada.



26_THE WYTCHES_ALL YOUR HAPPY LIFE

Diría siendo benevolente, que hay un buen puñado de bandas de guitarras dispuestas a ocupar el vacío dejado por Jesus & Mary Chain, Pixies o Black Rebel Motorcycle Club; por citar algún nombre. Pero lo cierto es que os engañaría como a perracos; no las hay!! Ep!! y si las hay están en un submundo tan profundo que hay que dejarse las uñas escarbando. Ojo, hablo de UK, y dispuestas a hacerlo en grande; cuidado.
Se que doy montón de rabia y habrá un puñado dispuestos a apedrearme. Pero joder, es que parece pecaminoso arañar a gusto y con posibilidades de llegar a un público más o menos amplio (que de raros como yo algunos haylos).

Sin parecer que lo que estás escuchando es algo: o mu bonico, o mu blandico. Bandas que como los chicles de a peseta, en cinco minutos tengan el mismo sabor que la goma del pelo de tu hermana. Tampoco voy a decir que THE WYTCHES acaben siendo la quinta esencia. Pero por lo menos además de seguir su camino sin que les tiemble el pulso, dan la sensación de nadar entre dos aguas y estar dispuestos a tocar cualquier cosa, y bien.

All Your Happy Life araña con el gusto del que le pica la espalda y también tiene sus ramalazos de saber de estar. De poderlos invitar a casa a cenar y no temer por la cubertería.
Ahora. Os voy a ser sincero. A mi lo que me encanta de ellos es la mala hostia con la que lo explican. Tanto si van de interesantes y algo lisérgicos con: “A Feeling We Get”, “Bone. Weary”, “Dumb Fill” o “A Dead night Again”, pareciendo hasta elegantes. Como si se muestran sin tapujos como una banda puramente Noise cuando arremeten con fiereza en “C-side”, “Ghost House” y “Can't Face It”. Porque tampoco lo son estrictamente, balanceándose entre el PostRock, el Harcore e incluso la Psicodelia de basto empaque.
Lo hermoso de ellos es que todo lo llevan al límite en tiempos de medianías. Y su evolución desde sus primeras grabaciones, que ya apuntaban alto, no es que tenga mérito, es que va creciendo en matices e interés.


25_EMMA POLLOCK_IN SEARCH OF HARPERFIELD


Creo con pena, que hemos pasado una barrera temporal y conceptual de la música y su consumo, donde algunos tendremos ya que asumir los daños colaterales del indómito avance.
Imposible entre tanta andanada de novedades y ritmos mansos, poder explicarle con éxito a un joven, quienes fueron THE DELGADOS en en el cambio de milenio. Como también nos costó a nosotros igualar la década de los 70 con el indie de los 90; al final todo es cuestión de tiempo y de depositar esperanza. Pues si de los Escoceses The Delgados tan poco se sabe... ¿sabe alguien de las andaduras de su colíder Emma Pollock?

Tres espléndidos álbumes en 9 años y no solo es una perfecta desconocida, sino que ha acabado engullida por el anonimato. Seguramente si su nombre fuera otro (Pj Harvey, H. Sandoval o Lana del Rey) hablarían más de ella, aunque solo fuera para crucificarla; pero ni por esas. In Search of Harperfield puede que sea uno de sus mejores discos en solitario tras su debut “Watch the Fireworks/2007”, e incluso que esté muchos quilates por encima de la mayoría de discos de su exbanda. Pero ha quedado reducida a esa escala en desuso donde no hay corriente, adjetivo ni camada donde ubicarla.
Intentar describir lo que os podréis encontrar entre sus surcos, difícil de explicar. Para mi Emma tras verla en La Capsa, una artista capaz de emocionar tan con un par de guitarras y a pelo, como rodeada de una banda. En este disco es lo más parecido al lado más agitado y rocoso de su antigua banda, opero un grado de sensibilidad por igual o más alto. Cercana a los patrones más poperos de Kirteen Hersch, Liz Pahir o a los de Heather Nova, Emma Pollock marca una diferencia grande en cuanto a personalidad propia. Dura cuando lo necesita, y pura caricia cuando menos lo esperas.

El disco no solo está plagado de canciones perfectas y sin fisuras, sino que se permite el lujo de acercarse a más de un single infalible: “Don't make me Wait”, “Park and Recreation” o su precioso cierre “Old Ghosts”. Un trabajo publicado en el más perfecto anonimato bajo el sello Escocés Chemikal Underground.

24_LAISH_PENDULUM SWING

Al igual que el perfecto arponazo con el que nos varó hace unos años Cherry Ghost hace 6 años. El cantautor Daniel Green aka. Laish ha hecho lo propio en los últimos coletazos del 2016.
Los dos lobos solitarios con banda de guarnición, pero igual de reconocibles como padres únicos de las canciones. Incluso sus referencias a primera escucha son primas hermanas; de entrada Divine Comedy revolotea como un angelote en muchas de sus canciones. Conforme avanza el temario nos damos cuenta que ese halo va diluyéndose poco a poco. No solo eso, sino que aflora el sello personal y la magia de las canciones; que es en el fondo lo que pesa de un disco.

Yo lo de Neil Hannon lo asocio más a al tono vocal y esa especie de barroquismo que destaca en su Pop; porque es un disco Pop 100%. Pero injustamente cuando pasa eso, nos olvidamos de la importancia de la canción en si, del cuerpo y forma del disco, o de el conjunto del disco y su sentido.
Pendulum Swing tiene tres o cuatro canciones que asoman la cabeza e hipnotizan: “The Last Time” (la cual de repente me evocó a Prayer Boat y me mató), “Pendulum Swing”, “Gambling” y “Learning to Love the Bomb”. Pero en realidad todo él es una delicia que echo mucho a faltar en el Pop blandito y delicado de ahora: O me duerme directamente, o lo encuentro tan vacío y estandar, que pierdo el interés.




23_PAPERNUT CAMBRIDGE_LOVES THE THINGS YOUR LOVER LOVES

Estamos todavía desenvolviendo regalos de reyes, el sol entra por la ventana y las motas de polvo se entremezclan con el humo del incienso. Acaba la navidad y nosotros con faenas todavía pendientes, mientras tanto... Suena en el equipo “Chartreuse”; una canción con aroma festivo y navideño, evocando aquel licor verde de hierbas que nos alegró los 80.
El exDeath In Vegas Ian Button va ya por su cuarto largo, contando rarezas, material de deshecho y fetiches. Un proyecto con tan solo tres años de vida y un no parar compulsivo a la hora de facturar auténticas joyas rugosas, brillantes y melómanas. Hasta 22 personas las que se han ido implicando de manera anónima (la más conocida Darren Hayman), porque el concepto banda es inexistente. Es un objetivo, un fin, un homenaje al Glam, al folk psicodélico de los 70, a la beatlemania, a la ELO también podría ser o incluso a los Beach Boys, y en definitiva a toda una época y su filosofía libertaria.

Digamos que entre todo lo que ha editado, sesiones improvisadas incluidas, este es su segundo Lp propiamente dicho. Un disco que he mantenido en tela de juicio y casi siempre con agravio comparativo respecto a aquel maravilloso There`s no Underground del 2014. Un disco que entraba directo por vena y contenía himnos más contemporáneos quizás.
Love the Things Your Lover Loves es como podréis imaginar, una declaración al amor y a la felicidad. Un disco con luces y sombras, y un sonido que no se limita tan solo a coger el camino fácil de revival. Repleto con doce bombones trufados en forma de canciones, este probablemente sea su trabajo más sabroso e inspirado. No conecta directamente por la vía actual, eso es cierto, porque nos propone un viaje temporal más emocionante. Pero las canciones tienen una vida tras varias escuchas, inmensa:
Mirology”, “The Lady Who Told a Lie” o “Radio”, todas ellas verdaderas obras maestras; sí, así, con lo poco que me gustan estas afirmaciones tan rotundas. El resto del disco le sigue a la zaga, desde los temas más pastorales y campestres, como a los sucios y luminosos de noches regadas. Todas transmiten una idea muy brillante, y lo hacen con su vida más propia. Revitalizando con fidelidad, pero con mucha vida propia y unas armonías dignas de genios.



22_NAP EYES_THOUGHT ROCK FISH SCALE

Nuestro primer encuentro fue una de aquellas citas donde todo acaba encajando. Cada pieza entra en su sitio, no hay risas forzadas ni compromisos... eso, compromisos. Eran buenas sensaciones, todo medio deconstruído, las camas sin hacer e incluso ese vestir, ademanes y formas que eran tan casuales y desgarbadas que molaban y mucho.
No hubo apenas tiempo para meditar o contemplar un futuro más o menos incierto, y ya teníamos a primeros de año otro disco. Un disco en el que esta vez, parecían dispuestos a demostrar que una cosa: Es la imagen que uno pueda crearse ante ciertos estilos, hechuras o formas de llevarlos a cabo, y quedar lastrados y marcados de por vida. Y otra bien distinta, ponerse manos a la obra y parir un discazo de principio a fin. Unos medios tiempos que aunque a algunos nos lleven al huerto por su deje tan a Lou Reed o a Galaxy 500. Todos sabemos o deberíamos, lo que es la actitud, y otra, las incorruptibles canciones que nos rompen el corazón por pura calidad. Autenticidad 100% sin obligación alguna por justificarse y pedir perdón por su osadía.
Ocho cortes dulces y sangrantes de los que el escozor pica como un aguijón. Gusta “Lion in Chains”. En “Mixer” diría que nos están seduciendo con brillantina y traje de satén. Cada punteo y rasgado de guitarra es preciso como un corte Sasagaki. Es un juego de niños que sale así, fácil y como el salto a la cuerda, pica las manos, cuenta hasta dien y pim pom fuera, sale la rima.
Su disco rima y encaja perfecto de una manera tan sencilla, que abruma.

Son ese tipo de cosas a las que tantas vueltas le damos y normalmente no tienen solución, solo un efecto: Aceptarlo, dejarse llevar y caer en el embrujo. Si su primer disco era una promesa, este es una confirmación; una gran banda.



21_M. ROSS PERKINS_M. ROSS PERKINS

Me hace gracia por reaccionar de alguna forma, el consenso general de este año 2016: RARO. Un año atípico en el que el género humano me da la sensación de que está intentado constantemente superar una prueba.
Nos gusta acomodarnos, buscamos la seguridad y la estabilidad y con ella, el pan mascado. No todo es tan malo. Es cierto que vivimos en un mundo de mierda y que somos los principales responsables. Queremos llegar a todos sitios con los deberes hechos, llegar a la meta y cumplir un objetivo ficticio que no se quien se lo inventa la verdad.

Por otro lado, dejar que sean los hechos los que te hacen releer la vida. No hablamos de improvisar, pero si de adaptarnos y vivir el momento según llega. Ni lo malo es tan malo, ni lo delicioso un premio. M. Ross Perkins por ejemplo, llegó de repente y a traición. Echó a un lado a KVB, un disco/banda que ha firmado el Lp de su vida. No se si el mejor o el más comercial, pero chulo chulo.
M Ross Perkins sin embargo, un tipo con cara de bondad y apañamiento total. Ese yerno que toda madre quisiera tener. Tu vecino de arriba por ejemplo, ese tan majo que te encuentras en el ascensor, huele tan bien y es tan educado, que acojona; pero mola.
Se ha sacado bajo la solapa de la americana un disco, que además de ser bonito a rabiar, es la confortabilidad hecha canción. No solo con amor ha raudales en cada nota, corchea y redoble. También en la esencia de ese Cautryfolk pasado, que él lo hace tan de ahora que piensas...: -Coño!! me estaré haciendo viejo? La moda me supera? Y no!! Es que cuando las cosas son chulas, da igual que sea Camarón, Pavarotti o Frank Sinatra.
Lo hace bien, tirando de raíz pero sin saturar y todo fluye. Su lado más pop y luminoso, el de cantautor infalible, el más rockero y el de terruño. Son esas cosas auténticas y sin artificios que consensúan. Daría un poco igual que canción elegir: “No Good Sons of Galveston”, “Of Gun”, “My Poor Daughter”, “Ever Ever Ever”... difícil. Al chaval le ha salido un disco que ha tenido la desgracia de publicarse a finales de año que si no... estaría muy muy arriba. Una conexión casi imprevisible e inaudita entre Clientele, la Americana, versionando a los Beatles de Lennon, Big Star, y Kentucky; el estado de su Dayton natal.
Un disco PRECIOSO, así, con mayúsculas y farolillos, que concluyen los diez años que lleva agazapado este hombre haciendo lo escaso grande. Ya sea bajo su nombre o con el seudónimo de The Esther Caufield Orchestra.