sábado, 29 de agosto de 2020

MAITEA TABERNA VASCA: HEROÍSMOS VERDADEROS Y EROTISMOS NUTRITIVOS




Debería – y he contado hasta tres – hablar sobre las virtudes gastronómicas, malabares y demás coletillas que ahora tanto inundan las instantáneas mediáticas de nuestro celular; pero no.
Mi relación últimamente con el placer dispensado por algo tan elemental como el comer y el beber. Que ahora, de alguna manera se ha convertido en una especie de experiencia casi tan reveladora como la aparición de una virgen. Para este menda, es más como el sexo y todo eso a lo que nos empujaría esa pareja recién conocida en una noche loca:
Elemental, primario y si se quiere: perverso. Cuando lejos de los Tripavisores miopes, estamos los que buscamos la verdad de la vida lejos de los testamentos dogmáticos, y un poco esa pose sensacionalista del espejismo deslumbrante.

Que igual el rastro del vino distorsiona y condiciona mi forma de ver las cosas últimamente. Pero siempre y cuando uno/a utilice sus placeres egoístas, para regenerar y estimular sus sentidos digo yo… Que leches importa si la verdad pertenece a alguien o importa un carajo la unanimidad?
Que sean los feligreses y la papilas las que hablen o sean el botón rojo de la deflagración orgásmica quien nos coja de improviso.

Yo hace un montón de tiempo que no planeo.
En el hospital pensé que las voces y pasos en el pasillo eran fruto de la morfina. Pero con el paso de los meses, he llegado a la conclusión que no son voces sino latidos: Te llaman, bien sea por instinto o impulso.
Nico Montaner me llamó; creo. O quizás fue siguiendo las migajas de pan que Lluis Pablo Herr Commander, Juancho Asenjo o mi amigo Jordi Ferrer fueron dejando; como personas a las que creo más que a cualquier predicador. Y no es criterio, sino ventanales de aire fresco y perspectivas distintas lo que me aportan.

Así que Nico, su hermano, y todo aquel que se siente parte del legado familiar Donostiarra de su madre Maite Anechina; con malavar etimológico incluido (Cariño = Maitea en Euskera) . Para mi, son como una pequeña familia que te hace partícipe de esa química invisible entre el vino, la comida y el punkrock puramente hedonista.
Por suerte en Barna hay unos cuantos, los mejores. Solo hay que buscarlos.

Personas que como Nico y su equipo. Hacen que la comida y el arte de nutrirse no solo te sacie la tripa, sino te insufle un montón de felicidad.
Platos honestos y funambulistas que hacen equilibrios entre la alta cousine y la esencialidad con terruño. De una manera tan simple y funcional como el Rock&roll, sin prescindir del virtuosismo pero utilizando elementos reconocibles, familiares y comprometidos con nuestro pasado; igual que una Fender o una Rickenbacker. Infalibles y eternas.
Lo que allí te puedes encontrar a parte de una carta de vinos imaginativa, reconstituyente y diversa. Es una comida sustentada en parte en la tradición culinaria de familia, el respeto por el producto de temporada y proximidad, y esa impronta que habla directamente y sin ambages de aquello que vas a dar cuenta.
Por lo tanto, el resultado como podéis imaginar, es de un divertimento asegurado sin mentar los postres, que son el colofón perfecto. Ineludibles todos ellos.



La Txistorra de Arbizu con papas y huevos fritos a grito de The Sonics, la tortilla de bacalao que en realidad The Neatbeats proclamaban. El Ajoarriero, los garbanzos con tripa de bacalao Motörhead, las tiras de pollo con esa salsa de miel los hermanos Reid susurraban en el “Just like Honey” con mostaza, que quitan el sentido, los calamares con rebozuelos y butifarra de perol de Cal Rovira a lo Octopussy Seamonsters Weddingpresentero, el nidito de foie a la brasa recostado en huevos que mi hijo mayor podría recitarle en clave amorosa como RVG en “ the Eggshell world”, o las carrilleras a la Riojana de reverencia grupal “Thunderstruck” ACEDECERO; por poner algunos de mis preferidos.

Una alineación de pinchos desde el más básico y elemental, hasta los bocados de sus platos en versión de bolsillo, mejor que cualquier selección del más reputado de los Dj’s.

El Txuletón James Brown no podía faltar, está claro, igual que los pescados clásicos. Pero yo la verdad es que me lo paso más bien con los platillos y novedades de temporada como la Corvina lacada con teriyaki y los maravillosos Jereces a copas inigualables en toda Barcelona.


No en vano, no es casualidad que el historiador jerezano Álvaro Girón aparezca por allí cada vez que visita Barcelona. Es entonces cuando Nico dispensa esa colección de Jereces viejísimos, de coleccionista e inmortales que atesora en su bodega. Igual que los Brandys de los 60 desaparecidos, que recupera como un mecenas humanitario para las almas descarriadas como nosotros, para el menester que se precie: Acompañar un café cortito y bajar la comida para recobrar la agilidad y la lucidez, o por simple labor humanitaria.


Dejarte aconsejar y llevarte en brazos a descubrir verdaderos tesoros de pequeños productores, es otro bien escaso en esta ciudad grade que es Barcelona. Y descubrir los vignerones más punkis y gamberros de Francia, Italia o nuestro territorio, lejos de las encorsetadoras D.O’s. Nunca falla, os lo aseguro.
Hay que tener la mente abierta, los sentidos preparados y ganas de aventura para desentumecerlos y ganar años perdidos ya en la juventud desinhibida. Perder el miedo a descubrir. Que lo que nos mola ya lo tenemos ahí, eso no se pierde, pero a veces se enmohece. Y ejercitar ese equilibrio entre la sabia joven, y las tradiciones más ancestrales.

Resumiendo:
Un sitio singular en si mismo al que me desplazo cuando quiero darme un homenaje, egoísta si se quiere, y donde llevaría a mi amigo del alma también.
Donde no hay solemnidad ni paripé cuando son los manjares que te tutean, y los mejores vinos posibles para acompañarlos; desde el más preciado, al más gamberro. Y donde una carta para todos los bolsillos da el juego imprescindible para montártelo a tu manera.
Un parque de atracciones para jugar, disfrutar, y amarse.
Que el amor, que queréis que os diga, está muy falto hoy en día.


lunes, 17 de agosto de 2020

OTHER LIVES... SON POSIBLES_ FROM THEIR LOVE_2020



Dos mil veinte; este año raro e incómodo que está poniendo a prueba nuestra sensibilidad y aplomo. Me ha otorgado la tregua y segunda oportunidad suficiente. Para digerir y degustar la vuelta de Jesse Tabish tras varias intermitencias, y el abandono propio de quien se olvida del camino a casa.
Un disco de un empeño sonoro y delicadeza tan extasiante. Que merece mínimo, tres escuchas y un examen oral para que el mantra cure. 
Medicina natural y honestidad a borbotones.



Hace nueve años, descubrí a esta banda de Stillwater (Oklahoma). Y me quedé encantado con esa especie aura que me ubicaba en un recuerdo más o menos lejano e incierto, pero totalmente placentero del Tamer Animals (TBD Records):
Las primeras referencias de Dead Can Dance, Days of the New, Lorena McKennitt, Sigur Ros, Shearwater, Tommigun o sobretodo Lorien; de quien algún día os hablaré. Y un sinfín de sonoridades que, lejos de relacionarlas con un estilo concreto o un parecido relativo. Yo, personalmente asoció por emociones, o por texturas que me sugieren: Naturaleza, paisajes y si se quiere, una pizca de espiritualidad.
Un disco – resumiendo – Soberbio de principio a fin, y que además. No me me decepcionó lo más mínimo en su puesta en escena sobre el escenario del mismo Primavera Sound:
Sonido envolvente, rico, meticuloso y delicadamente enriquecido con esos mismo arreglos que se ensalzan en su disco. Y que solo buscaba la intimidad y el recogimiento, cuando quieres ligar el folk, con algo que se puede emparentar perfectamente con la épica y misticismo acogedor de la música tradicional anglosajona y centroeuropea. 
 


Su trabajo por aquel entonces, me impactó y tanto necesité junto al también curativo NEW INHERITORS de WINTERSLEEP. Que de ambas bandas, necesité tiempo, sugestión y desconexión. Para volver a asimilar y retomar con la suficiente higiene y disfrutar de nuevo de su música.

Dos mil veinte; este año raro e incómodo que está poniendo a prueba nuestra sensibilidad y aplomo. Me ha otorgado la tregua y segunda oportunidad suficiente. Para digerir y degustar la vuelta de Jesse Tabish tras varias intermitencias, y el abandono propio de quien se olvida del camino a casa.
Un disco de un empeño sonoro y delicadeza tan extasiante. Que merece mínimo, tres escuchas y un examen oral para que el mantra cure. Medicina natural y honestidad.

A veces pienso que soy yo; y quizás no me equivoque. Aunque le echemos la culpa a la calidad de los discos, nuestra falta de concentración, o al equilibrio que todo melómano de buena boca busca, en la variedad.
El caso es que, pese haberlo escuchado el día de su publicación. Y advertir su calidad, y no ser capaz de asumirla como quien está con la mente dispersa como un mal cronificado en pleno confinamiento.
A las puertas del fallido intento de convertir tus 50 años (27 de Abril hora zulú), en el evento apoteósico necesario para remontar. Jesse Tabish intentando salvarte a grito pelao, y tú. Ahí bailando, grabándote y diluyéndote en alcohol vínico, como un jalipollas.
He necesitado (ahí es na), casi cuatro meses y un trayecto en coche. Para reconocer al instante, el esfuerzo que ha dedicado la banda para retomar su sonido y discurso lírico. En un disco que, cuanto menos, rebosa coherencia, estructura y claro – lo más importante – diez magníficas canciones.

Pese a que su arranque titubeante en “Sound of Violence”, recuerde en sus primeros acordes a más de lo mismo. Hay un halo flotante fruto de sus estupendas orquestaciones, que lo convierte en una especie de testimonio de crooner marchito. Muy a lo Neil Hammon, Cherry Ghost o Get Well Soon.
Pero en realidad y pese a la dureza de sus letras a la hora de asumir las miserias personales o el estado mismo del mundo actual.
Canciones como “Lost Day” o “Cops”, alzan el vuelo y acaban devolviéndonos la mágica esperanza de su música. Como si su reclusión en la cabaña que preside su portada, fuera toda una declaración de intenciones para soltar lastre e ilustrarlo en una colección de canciones que se escapan de la desmesura un tanto barroca de su anterior obra.
All Eyes/For Their Love” roza la utopía escénica; pues parece salida de una filosofía sinfónica parecida a la de John Cale en Paris 1979; un disco imprescindible, dicho sea de paso. E imposible, quizás, de llevar a cabo en una hipotética gira.
Con sus seis minutos necesarios, donde se despliega un verdadero paraíso orquestal, juegos jazzísticos, y unos envolventes coros que llevan en volandas un canto al amor demoledor.
La sentida “Dead Lenguage”: mínima, desnuda y precisa en sus textos. Como uno de los valores de peso para otorgar el verdadero aprecio a este gran regreso. Y que aunque muchos hayan elogiado con la boca pequeña, debería ser sin duda uno de los discos de este deslucido 2020, salvador en este caso.


La solemne y oscura Nites Out”, que afila el tremendismo amoroso hasta límites góticos. Hace de Jessi Tabish y su banda, unos de los pocos valientes fieles a su sonido y titánicos defensores de un/su universo personalísimo.
Si Ennio Morricone en un repentino estertor alzara la cabeza. Igual podría esbozar una sonrisa de placer al escuchar “We Wait” y seguir durmiendo tan tranquilo: Un tributo encantador a la forma de entender la música, las orquestaciones y su indistinto uso sea la disciplina que sea.
Tarda en llegar, pero es en el corte 8 donde “Hey Hey!!” aparece como el hit definitivo: Coros sublimes, soulazo de altos vuelos, ganas de bailar; pues FROM THEIR LOVE también se baila arrapado, suelto o desnudo por el monte. De la mano de la tribal “Who’s Gonna Love Us”, con ese talento especial que Jesse Tabish, su esposa Kim, Jonathon Mooney, Josh Onsttot, y Danny Reisch saben desplegar en la soledad de su nueva casa en Cooper Mountain, muy lejos de Portland. FROM THEIR LOVE se erige lejos de ser ese disco pomposo que le atribuye a las orquestaciones y sensibilidad reflexiva de sus textos, como una obra honesta, sincera y poética.
Basta con escudriñar la moraleja y mensaje que se extrae de “Sideways”; que cierra el disco. Con un lema tan útil y necesario en estos tiempos tan deshumanizados y egoístas, como determinante en el objetivo y destino que esta banda ha emprendido aquí.

sábado, 8 de agosto de 2020

SERIES SERIAS: UNDONE, BENDITA LOCURA.

 

Que bien, pasar el tedio hacia mi liberador permiso vacacional entre semejante disfrute visual, plástico y lírico, amig@s!!
Mirar p’allá, pal fondo. Admirando el ocaso de fritura térmica amordazados todo el día como andamos. Y esperar la noche de virtual inversión térmica para merendarte entre pecho espalda, esta estimulante serie de animación. Con más chicha que un potaje, y refrescante como un baso de gazpacho.

Es casi lo mismo que cuando con 14 o 15 años me subía al terrado cada noche de verano, allí, en el pueblo. Y devoraba capítulos del Totem, libros de bolsillo de Marvel, Cimocs, o el 1984 a la fresca; cualquier cómic que caía en mis manos era bueno.
O los Víboras completos que guardaba mi cuñado en una bolsa de basura, correlativos. Y que junto con sus discos, eran la trampilla para asomar las narices a otros mundos, los míos.
Lo que pasara de puertas para fuera, o un metro a mi alrededor. Sinceramente, me importaba un carajo.

Pues el lenguaje visual e intuitivo que usan Raphael Bob-Waksberg (BoJack Horseman), Kate Purdy y Hisko Hulsing; sin olvidarnos de todo el equipo de animadores y algún guionista más que se suma a este precioso proyecto polimulticultural. Y la forma que el receptor lo recibe y traduce en estímulos: placer, inspiradoras reflexiones, y esas cosas que te cosquillean el cuerpo y te recuerdan a aquello que impulsaba tu juventud como un carburante.
Es sin duda muy parecido al de las historias gráficas, y a como percibiamos los lectores de cómics sobre el papel, sin posibilidad alguna que se igualase en la pantalla.
Salvando contadas excepciones como esta, claro. Que suerte!!


Es una apreciación personal, claro está. Pero ocurre a veces, que uno está cansado de ver las historias contadas sieeeeeempre con los mismos códigos y clichés. Esperando desenlaces y resultados con el manual en el regazo y consultándolo de reojo (para no perdernos).
Aquí, ALMA (la protagonista): Con un carácter ya de por si quebrantador o rebelde, en el seno de una familia huérfana de origen latino de San Diego, y fuertes convicciones religiosas. Se encarga de poner un poco patas arriba la forma de contarnos su vida, como la percibe, y hacia donde va la arrastra.
Pues es el ama (o alma) y dueña en todo momento, de como va a suceder todo desde el primer capítulo, hasta el octavo que es el último. De apenas media horita y sin excusas esclavas que valgan: - Que si las manijas del reloj me echan una carrera. - Que el niño sale de clase, o esa vigilia hipnótica del sueño que te canta…
- Mírame fijamente!! y dueeeeeerme.

De narrativa contorsionista pero deliciosamente digerible mientras juega entre el drama, la comedia o lo fantástico. La técnica visual rotoscópica y su hipnótica belleza visual, acaba por hechizarte prácticamente a los dos capítulos.
Pero sobretodo, su encanto para mi gusto, más llamativo. Es su curiosa manera de jugar con lo fantástico a veces, otra con lo extraordinariamente terrenal, los dilemas morales y los traumas que acaso pudieran condenar nuestra vida. E incluso someterte a un examen intrigante donde siempre pende la duda: Se balancea. Te ríes, te extrañas y desconciertas… Pero te encuentras tremendamente a gusto en su angustiosa psicodelia.
Y mientras tanto, siempre te quedas con ese esbozo de sonrisa. Que es un síntoma indiscutible de que estás disfrutando. No?

Ante ese veredicto (el mío propio y personal) el de la sonrisa digo. Voy a obviar muchos más datos de qué ocurre en la serie, el porqué deberías verla. O a chafártela con el tenedor y echarle un chorreón de aceite explicándote lo que vas a ver.
Faltaría más!!
Solo voy a ponerte una canción, y un vinito porque… Ya sabes.
Yo, no hay placer que no asocie a una canción; aunque no haya manera de ver, y escuchar una canción a la vez. Estamos?
Pero tras verla, poner un disco para musicarla. Y beberte una copita mientras la ves?
Si no le ves a eso la utilidad. Apaga y vámonos!!
Que disfruten y salud!! Mucha salud






El Mentider 100% Trepat de D.O Conca Barberà:
Un vino ligerito y de poca extracción, tremendamente frutal, que se puede beber ligeramente fresco, y que acompaña a cualquier comida o aperitivo de manera jugetona y adictiva.
Un gusto para no dejar de beber tinto en tiempos de calor, y además muscular las papilas gustativas con complejidad, sapidez y sin la necesidad de comer si así se da el caso. Recordando un poco al Pinot Noir o a la Bobal, en sensaciones refrescantes. 14/15 Euretes