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lunes, 3 de noviembre de 2014

EL DORADO: DÖNNHOFF, DR. BÜRKLIN & GRANS-FASSIAN




Las catas nuestras de cada jueves dánoslo hoy, amén. Van camino de convertirse en una continua celebración non-stop. Un arranque tan fulgurante y trepidante la de este curso, que si no fuese porque yo ya cumplí con mi cometido, aprovechando un paseo estival por Porrera. Entendería a la perfección la duda y el desasosiego de Dimi (Dimitchell, compañero Puertorriqueño del grupo), cuando nos encontramos la tarde de todos los santos camino de nuestra compra vinícola de rigor. Y con la suya en mente para dentro de dos semanas.
Algo además que me obliga a taquigrafiar cada uno de los hechos, para que no te olvides, ni siquiera un momento. Y no es que sea solo el motivo de celebración: El cumpleaños de uno de nuestros principales guías de caldos allende los mares CarlosVadebacus Vdb Man”; Barolos, Champagnes y Rieslings varios. Sino que cuando el mismo que viste y calza (por los pies siempre), dice que será una cata especial. Es la llamada selvática más salvaje y primigenia la que nos reclama, como esos cánticos de la Calíope y Musa que nos hechizan por curiosones y golismeros.


Con las puertas del infierno abiertas ya a las ocho y cuarto tocadas, y esa noche que se nos engulle con las luces del carro perdiéndose entre sincrotrones desvalidos y autostopistas de dudosa reputación. Y como si un mitómano George A. Romero empujase a practicantes adictos al footing a perseguirme cual almas que lleva dios, tras la estela de mi coche. Por aquellas circunvalaciones que cada dos jueves me llevan al municipio colindante; Modo flipao On. En fin que no hay intriga que no genere pajas mentales cuando suena en la cafetera el último disco de Comet Gain; Amilanado, plácido y reconciliante.
Y es que lo siento, pero no hay cata y trayecto de ida y vuelta que no genere el deseo de escuchar una banda sonora y el poder asociativo para con la cata. Lo inicié el pasado Domingo (el disco), cuando fui a hacerme la segunda resonancia de mi rodilla. Y cuatro días más tarde lo acabo de consumar de vuelta a casa, con el vapor del alcohol flotando todavía en mis ojos y relamiéndome lo licoroso del GRAND FASSIAN; la segunda botella que pruebo en mi vida, y la confirmación del idilio.
Últimamente apenas si cojo el coche, salvo mis escapadas para liberar presión en un concierto, o de camino hacia las catas. Escasos minutos que sin embargo me encantan: Escoger una música al azar, y regresar de vuelta mientras las sensaciones aun presentes se mezclan concordantes con esos discos que vuelves a descubrir, gracias a la magia del momento. Y que el disco por cierto, acabe siendo también una auténtica delicia.


Suena hacia el final, conforme me acerco a casa “Confessions of a Daydream”. Una de esas canciones; la más larga y diferente del último y más Poppi de los discos de Comet Again. La más rematadamente Velvetiana, sinuosa y sin embargo como un pase largo de BÜRKLIN-WOLF: pase al hueco en el área, remate, y gol. Una especie de vigilia, sueño despierto, que al cabo del rato todavía mantiene la tensión entre la acidez y la golosería de los GRANDES Riesling Alemanes (Nahe, Mosel, Pfalz).
De vinos Alemanes creo que ya he escrito en otra ocasión. Más que por experiencia, que la mía es bastante escasa y limitada, por una simple transmisión testimonial. La que Carlos activó con un simple gesto - ¿gustas? Esas primeras botellas que encargué tiempo más tarde de probar un primer Geltz-Zilliken Saarburger. Ese primer pulso con los Dönnhoff Tonschieffer, los Emrich Scönleber en sus tres vertientes más económicas, y el ascenso a los cielos en brazos del divino Grand Fassian del 97.
Esos primeros y clarividentes encuentros, si de algo me sirvieron, fue para certificar y evidenciar que es muy posible que te enamores de los Riesling a primera vista; puro flechazo vamos. Que tras semejante primera cita y con el corazón todavía palpitante y resquebrajado, intentes tener otra cita. Que no obtengas respuesta, y tras mover cielo y tierra, admitas que por muchas botellas de Riesling Alemán que veas a precios tentadores y no tanto: Kerpen, Barzen, Dr. Lossen, básicos de 10/12Euros, y lindezas varias que puedas encontrar en alguna gran superficie. Incluso si te da por buscar aquellas sensaciones en Alsacianos o en nuestro territorio. Te desengañes y jamás vuelvas a tener oportunidad de revivir ese momento; entre sollozos y suspiros.


Es cierto que aunque de forma limitada y on line, se puedan adquirir algunos Rieslig de productores de confianza como Kühling-Gillot, Dönnhoff... etc. Sabes a ciencia cierta que como en todo o casi todo, hay dos mundos paralelos que se rozan y casi se tocan pero que no son iguales. Te puedes conformar y resignar, no digo que no, pero sabes que son inalcanzables y aun así, imposible de eludir la tentación y no caer en ella.
Pues bien, la especialidad a la que se refería Mr. Vadebacus Vdb Man era esa. Y me consta que con el cariño con el que guarda en sus dos vinotecas de 100 bot. cada una, lo infructuoso de conseguir además esas que por excelencia y contactos son imposibles de ver mas que veces contadas en la vida. Y la inversión medida y cuidadosa que tiene por buen gusto y exigencia.
El echo de que tenga el detallazo y generosidad de compartir con los cómplices que allí bajamos, obedece; y esto lo suscribo y confirmo por semejanza. Que no hay mejor forma de disfrutar de lo que a uno le gusta, que expandiendo, contagiando y compartiendo con los demás, eso que a uno le llena.



Los que por aquí me leen desde que decidiera hace cinco años escribir mi primera entrada sobre otra de mis pasiones, el vino. Sabrán que en mi torpeza, curiosidad y aprendizaje suponía una especie de prueba escribir sobre algo que aunque me gusta y llevo años disfrutando de el; como la música, o sea lo que sea. Considero que es imposible no reescribir esos primeros años cuando vuelves la vista atrás.
Todo cambia, pero más cambiamos nosotros a lo largo de los años en la percepción de las cosas y la opinión que nos merecen. Y no se trata simplemente de perder de vista la intención que aun conservo y tengo por indispensable: La de saber aprender a disfrutar tanto de lo básico como de lo excelente.


DÖNNHOFF HERMANNSHÖHLE GG del 2007


En este caso no hay baremo posible ni posibilidad de comparar. Sabíamos que esos tres vinos tardaríamos en volver a tener la oportunidad de medirlos, por más que pareciese un agravio comparativo; incomparables entre si.
Un primer DÖNNHOFF HERMANNSHÖHLE GG del 2007. O lo que vendría a ser un Grand Cru o un Pago excepcional, dentro de las complicadas y enrevesadas categorías en que se dividen y subdividen los Riesling de Nahe. Y con ese recuerdo pasado grabado a buril sobre el hipotálamo todavía presente de aquellos Tonschiefer del 2010: Blancos impúberes para un bebedor más impúber todavía, juventud desatada para vinos aun por domar... y al cabo del año, encontrarte con el padre y tener que rendir cuentas. Un semental con siete años de botella; los correctos para consumirlo sin morir en el intento. Y comprobar un cuerpo fibrado y estilizado sin perder de vista la increíble mala hostia que gastan los Dönnhoff en su más alta expresión:
Vinos como el Dönnhoff que demandan paciencia más que nadie, podrías estarte horas encantado mirando su color infusionado; pocos vinos con ese color tan sugerente como el de los buenos Riesling. Te acercas con timidez, agitas, olfateas... Flores blancas secas, madera húmeda, bajel, puerto y trasiego. Te lames el antebrazo y notas la sal del mar en la piel. El perfume sugiere, ¿dulzor quizás? Vuelves a agitar, desaparece el volátil y por fin ahí los hidrocarburos (gasolina, gases subterráneos, grisú). Pero esta vez al estallar en deflagración con esos años que da la botella, se dan más evidentes los albaricoques, la cáscara de mandarina de cítricos, verdor a hinojo, algo de mantequilla... la untuosidad.
En boca la acidez característica de los vinos de Hermann cobra todo el sentido, sin ella sería vinos pesados y empalagosos. Sin embargo estos Riesling son vigorosos y resueltos, te empujan a beber más. Su incipiente acidez se agarra a las foliáceas y te hace salivar, es allí donde se descubre el mineral, la pizarra gris de su cuna. Notas la terrosidad que te deja a lo largo de la lengua y de repente, entra en perfecta armonía con la untuosidad del paso por boca. Es como un vals, como ver al endiablado Wolfgang Amadeus componer hiperactivamente; recital, público en pie y ovación final.




DR BÜRKLIN-WOLF FORSTER PECHSTEIN 'R' AUSLESE DE 1990 (PFALZ)


Dicen aquellos pocos que fueron testigos y sobrevivieron a aquellas añoradas jornadas de Vinalia, con Michael Wöhr al frente y bien escoltado por los paladines P. Roca & Lluis Pablo. Que una vez se cae por el vórtice que te arrastra hasta las tripas de Pfalz (Pechstein y Kirchenstück más concretamente), difícilmente vuelves a ser el mismo. Es mentarles Bürklin, y de inmediato les invade la melancolía, les brillan los ojos; balbucean algo aunque no se les acaba de entender. Y al fin, una sola lágrima se precipita por su párpado inferior (el izquierdo en concreto).
La situación privilegiada de los pagos de esta bodega, confieren una personalidad única a sus elixires: El basalto de origen volcánico, la situación e inclinación de sus parcelas, la edad de la viñas que allí cohabitan... En fin, una serie de particularidades que hacen de Bürklin algo especial, y de este Riesling en concreto un inigualable hallazgo. Con 24 años a cuestas, que se dice pronto. La particularidad de ser una añada que resultó de una especie de milagroso descubrimiento, perdido en el fondo de una bodega, olvidado y aquí, en extinción total. No perdáis el tiempo en buscarlo porque Golum lo lleva haciendo décadas, vamos, como el anillo del poder; el que lo posea se puede dar por afortunado.

Con ese brillante color amielado de irisación verdosa que te ciega e hipnotiza. Explosivo en nariz, y aquí no hay cerrajón ni hermetismo que valga. El Bürklin es todo amabilidad, mucho más accesible y generoso de sensaciones en un primer contacto que los Dönnhoff. Los años que le han dado la botella y ese reposo en el tiempo parece que exploten al liberarlo de su encierro: Fragancia herbácea, que se mezclan con el basalto y en segundo plano los Orejones que te azotan.
Al cabo del rato según se va abriendo emerge la fruta, las notas minerales pasan a quedar detrás, ahora es más claramente Albaricoque, melocotones paraguayos.
Se pueden ordenar por capas o estratos la forma con la que se combinan las sensaciones: Ahora son hierbas aromáticas, eucalipto, Marialuisa, tisana, plátano. El ataque en boca refrescante con el eucalipto y melocotón ya maduro más perceptible. Untuoso y glicérico pero en realidad es un vino seco, por más que queramos buscar la dulzura que da ese paso tan sedoso.

Este tipo de Rieslings tienen esa particular personalidad que les da su baja graduación, pero en realidad no son vinos estrictamente dulces. Lo parecen pero no, son de echo como dice Carlos, apetecibles, deliciosos y reconstituyentes. Y lo verdaderamente milagroso es que pese a que son complejos por la multitud de sensaciones, a veces desconcertantes, por esa intriga que siempre dejan al final del paladar en su longitud. Todas ellas te llevan a la misma conclusión: Son terriblemente adictivos, y siempre dejan una duda final que despejar. La de que hay algo indescifrable en ellos, y que nunca te ha hecho sentir cualquier blanco que hallas probado.



GRANS-FASSIAN APOTHEKE AUSLESSE 1998


Para el final y en una conclusión de argumentos que se definen en este magnánimo vino, el GRANS-FASSIAN. La celebración no tuvo más narices que desembocar en aquel que debería ser de obligada toma, por prescripción médica, EL VINO. La que aporta esta rara avis de los vinos generosos; en realidad, una especie de híbrido de los vinos dulces.
Por lógica plausible y en una escala natural, la que da el orden de cata por diferencias entre ellos. Para poder apreciar el potencial de estos vinos con años de botella, en el momento óptimo de consumo, debidamente decantados y con sus 12 o más horas de apertura. Y claro, con las indicaciones precisas del homenajeado. Quien pese a poder darse por licenciado en los misterios de los Riesling Alemanes por horas de rodaje. Sigue dejándose sorprender, y trasmitiendo esa misma pasión de quien demuestra que no hay tope en el aprendizaje: Se hace al absorber, sintetizar, compartir... y vuelta a empezar; al menos yo lo veo así.


Fue como una especie de reencuentro. Había pasado un año más o menos desde aquella primera cita, y se me antojaba una eternidad; y supongo que huelga decir quien me lo recomendó, e intercedió para que nos conociésemos. Nunca estaré lo suficientemente agradecido por su contagiosa y pasional forma de visualizar las peculiaridades de los vinos. Y ese otro aspecto más arriesgado de uniformidad que se necesita para escarbar y entenderlos. Pero halagos y flores al margen, vayamos al vino en concreto; que si tanto me ha costado escribir sobre las catas, es porque conozco mi incontinencia verbal.
Que contar sobre Grans-Fassian que no pudiese contar en esa primera entrada, ¿que lo he encontrado distinto?
Lo cierto es que repasando el historial creo que al final no le dediqué unas líneas. Pero vaya que aquí estamos para resarcirnos de semejante extravío. Imposible entender su jerarquía dentro de la exquisitez de los vinos que actúan como colofón, redoble de tambores y triple salto mortal. De color luminiscente y prometedor como aquel El DORADO de el Muisca: prometido y deseado, hacedor de locuras incomprensibles y de comportamientos irracionales. Como el amor que te atraviesa con daga el corazón, y al que no te puedes resistir echando mano al raciocinio.

Descorchado y decantado durante todo un día para que se expanda, retoce y se desperece de tan largo sueño. Todavía es capaz de perfumar toda una estancia con la fragancia a ceras, miel y farmacopea que posee.
Impresionante en nariz con ese toque sutil a ahumado que queda atrás cuando los que cobran el protagonismo son los higos, la miel licuada, los hervidos... Grans Fassian es un vino imponente para nada empalagoso; que es una de las grandes virtudes de los Rielsing dulces (Auslesse). La entrada en boca difiere sensiblemente de lo que uno puede esperar por color y nariz ¿quizás un típico vino dulce para aperitivo y ya está? ¿imposible de maridar por su exceso de azúcar 93 gr/l? Y tantas y tantas ideas que nos pueden asaltar en ese momento. No, y digo no en voz alta, subrayado y en mayúsculas.
Grans Fassian del 98 es bestial en boca; quizás me atrevería a decir que más complejo y expresivo que el 97 que probé. Sedoso y licoroso, de entrada aterciopelada pero en consonancia con su acidez, que la hay cuando cae en cascada. Equilibrio perfecto de acidez y azúcar (totalmente natural en estos vinos y moldeable con el paso de los años). Es esa su verdadera magia, la sensación de que aciertas con las evocaciones (olores, sabores, recuerdos), pero siempre con una incógnita que te descoloca, noquea y aturde. Quizás esa amplitud enorme que llena el alma, boca y paladar, tiene una longitud de corredor de fondo alucinante; de echo llegas a casa tarareando la canción y relamiéndote.
Con toda esa licorosidad tan rica y ligeramente yogurosa sería impensable imaginar ahí el mineral, pero lo está. No pierde identidad pese a ser un vino dulce y excepcional. Al cabo del rato unos ligeros toques oxidativos muy tenues, aparecen en el retrogusto, las pasas, la pastelería, las flores blancas siempre secas, las cáscaras de limón que olvidaste en el cajón de tu escritorio... va mutando, se cantonea, y se pueden apreciar claramente esas capas de las que hablamos. En efecto, los grandes Riesling tienen eso, se multiplican en perfumes y paladares como los Gremlins. Igual de juguetones y malvados sí, pero donde va a parar, mucho mucho más seductores y peligrosos.

Grübe!! 
Enlaces inspiradores:
DR BÜRKLIN-WOLF
DÖNNHOFF
GRANS FASSIAN
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viernes, 19 de julio de 2013

VINO QUE AS DE BEBER, NO LO DEJES CORRER #UN VIAJE AL ENCUENTRO DEL RIESLING TEUTÓN.




La pasada semana perdí el juicio, pudo ser traumático y degarrador, sin embargo fue rápido, aséptico e insignificante: Ni unas manos grandes y poderosas me agarraron por la cabeza, ni en absoluto unas tenazas llenas de herrumbre me extirparon el alma enganchada al nervio molar; esas cosas solo ocurren en los malos sueños que nos soliviantan las noches de febril calor veraniego.
Desde entonces y son ya prácticamente quince días, que llevo sin echarme un mal trago de vino a la boca. Por una vez casi que puedo, y que me perdone mi insolencia, ponerme en la piel de quien me avocó al curioseo de lo vinos Alemanes: Cuando la salud se antepone al placer a veces, solo a veces; tan solo queda la hipnosis para que en la vigilia de la consciencia y del recuerdo, intentemos recuperar los efluvios de tan maravilloso encuentro.

Desde que puedo datar en mi memoria el primer recuerdo de un sorbo de vino en mis labios; siempre he creído que beber un vino foráneo cuando tanto tenía que aprender de los locales, era una traición a la madre que te parió. Idea infundada la mía amigos, si algo me ha enseñado el vino; es saber valorar las experiencias sensitivas y culturales, por encima de nacionalidades, ideas, regiones, disputas socio-económicas, y diferencias que uno quiera esgrimir como identidad propia. El vino derriba muros y expande el espíritu en busca de nuevos sabores y perfumes amigos.
Así que ésta, mi primera incursión con menos que más profundidad en el terreno de los “Riesligs Alemanes”, podría catalogarse dada mi inexperiencia y lo neófito que soy en éste, y otros menesteres; como una excursión preescolar al universo nuevo que se le abre al niño que llevo dentro:



Hace ya casi un mes que por fin me decidí sin antes confesar mi interés por obra y gracia de Carlos (principal detonante en visión y expresión de sensaciones, en noches de catas) para encargar seis botellas de estos caldos en cuestión; con las nuevas texturas y sensaciones incalificables que arrojan los Riesling Alemanes como objetivo. Carlos ejercía de guía experimentado y WEIN UMANI o mejor dicho Lluis Pablo, de traficante de elixires; yo como antes he afirmado, uno de aquellos que con tal de redecorar el salón de nuestra intrepidez, hasta el infierno me dejara llevar si es menester.
En ese camino hacia nuevas texturas de vinos blancos en donde el público más mayoritario solo busca temperaturas bajas, flores blancas, tropicalismos, y fruta. Los Riesling Germánicos aportan otro rango de sensaciones bien distintas y contrastadas, aquellas que les dan un carácter único e inigualable sobretodo si los echamos a pelear con sus vecinos los Alsacianos. Tan definidas y a la vez ambiguas son las de estos vinos, que me atrevería a utilizar la descripción ajena de otro fan de los Riesling Alemanes: “Lo que me aportan estos vinos en detrimento de los Alsacianos u otros vinos igualmente geniales, es que no encuentro ese aleteo de mariposa característico en cualquier otro blanco, que se halla gravado en piedra en los Riesling Alemanes”; fijensé que definición tan etérea y tan exacta a la vez. Habrá quien coincida en tal descripción sobretodo si han tenido el gusto de probar alguno, pero... ¿y el que no? Está en todo su derecho de pensar: - ¿y que carajo quiere decir este con semejante...?


Lo cierto es que estos vinos tienen algo de oruga, de crisálida y de mariposa: Ese bello insecto al que tan solo nos podemos contentar con admirarlo, pues al mínimo contacto echamos a perder el manto cromático de sus alas. Y si bien es cierto que no hay vino, ni tan siquiera los blancos; que permanezcan impasibles a la inevitable transformación una vez se descorchan. Estos vinos de altura y carácter tímido, son por así decirlo la regla que lo demuestra con creces; un elixir ideal para comprobar en que se ha convertido quince días después a mi tratamiento, aquel 1/4 de EMRICH SCHÖNLEBER (Lenz) del 2009 que espera impaciente desde entonces en la nevera .
Enfrentarse a uno de ellos es pura experimentación y deleite cabalístico: Aceptan de buen grado la guarda, no se desnudan hasta el día siguiente a su apertura, se apagan si los enfriamos demasiado, y explosionan conforme la temperatura crece; cuanto más se atemperan, más complejidad nos muestran. Su acidez inicial se volatiliza ligeramente y de repente aparece la mariposa, con ese aleteo tan peculiar que se confunde en la boca de mil maneras sorprendentemente, distintas a las que cualquier otro blanco pueda darnos.
En mi caso individual, donde antepongo sobretodo el interés por absorber nuevas experiencias sobre cualquier tipo de teorización, para que donde todo lo aprendido no se acabe por convertir en pura morbidez; no hay más pretensión que la de ejercer de mero transmisor. En este viaje, mi inexperiencia es tal que están todos invitados: Curiosos, eruditos, grumetes, reacios e incluso aquellos que no acaban de concebir en sus mentes un maridaje de música, vinos, cine y cualquier mezcla imposible o incompleta.



De esta épica iniciación en los blancos Alemanes y aunque dejase atrás Gewurztraminers, Alsacianos, Rielsings, y algún Pinot Noir; esta es la más excitante de la aventuras puesto que desgraciadamente es muy complicado encontrar tiendas físicas especializadas que dispongan de un repertorio de Rielsings Alemanes a la altura. Lastimosamente en España tenemos en general poca tradición de vinos Alemanes y con la que está cayendo puede que incluso muchos ya la hallan descartado.
Para mi desde luego ésta es una tímida incursión en este mundillo y por consiguiente el presupuesto lo ajusté lo posible con tal de no vender mi alma al diablo: Tres E. Schönleber (Mineral, Lanz y Spätlese), dos Dönnhoff Tonschiefer Trocken, y un Grans Fassian Auslese del 97. Un aperitivo variado teniendo en cuenta que es presupuesto no es desorbitado y son vinos importados con un porcentaje asumible. De momento ha caído una primera de Dönnhoff (productor consagrado en su país) y los dos básicos de Schonleber, menos conocido pero con un prestigio ganado a base de buen trabajo.
Ese primer viaje lo acompañemos con un Enmental Suizo y una Mustarda Mantovesa que aun me quedaba de mi último viaje a Italia (encurtido de Naranja en un almibar de mostaza muy típico de esa zona del Padamo Italiano). Un vino con gran presencia cítrica que como todos estos vinos, fue alcanzando su máximo explendor conforme pasaron los días; un inconveniente éste que siempre se ha de tener en cuenta a la hora de consumir un Riesling Germano: Lo decanté el día anterior a la noche de San Juan, y sin embargo no fue hasta pasados dos días con media botella consumida cuando destapó todas sus virtudes.
Su nariz intensa a mineral blanco, hidrocarburo, a ralladuras de limón. En boca tiene un primer ataque cítrico que se va transformando asombrosamente cuando alcanza los 14 grados de temperatura, y es ahí cuando realmente estamos ante la verdadera virtud de este vino: Elegancia, redondez, un paso por boca que puede parecer dulce pero no lo es ¿quizás la punta de salinidad que asoma y que se confunde con el mineral nítido que otorga el carácter a estos vinos? En trazos generales son éstas las características que acaban por hacer adictivo a este vino; su equilibrio entre el beber fácil que tiene y esa innumerable cantidad de sensaciones desconocidas que solo te atreves a encontrar en los frutos, pero que en realidad emergen de la tierra y de los minerales.
Los Donnhoff no son para mi gusto de los Riesling menos atractivos para iniciarse debido a su falta de inmediatez, sin embargo y sin lugar a dudas si que son de los más complejos y elegantes; tienen los rasgos de algunos de los mejores Borgoñas y aunque son un poco herméticos y necesitan tiempo para crecer, su amalgama de detalles los hacen increíblemente interesantes: Esa manera de ensamblar el mineral con la acidez equilibrista y el frescor que aporta su herbacidad, ciruela blanca o las manzanas silvestres Asturianas.


Pasaron los días y no pude resistir enfrentarme a los vinos de Emrich Schönleber. Tres son las distintas denominaciones con las que me hice bajo la recomendación insistente por Carlos de esta bodega en especial, Mineral, Lanz, y Splätesse; esta última la guardo celosamente para compartir en algún ágape especial con mi cuñado, al que tengo casi perdidamente enamorado de estos singulares vinos.
Una bodega ubicada en las inmediaciones del río Nahe, de quien adquiere el nombre esta D.O; con una relativa juventud y de carácter totalmente familiar. Dicen que no siendo la más prestigiosa, es de las más emergentes y personales de los últimos años, algo que sin duda certifico tras destapar dos de sus vinos básicos por así decirlo; dos tentempiés perfectos para calibrar de manera un tanto cruel, en que difieren los Dönnhoff (del que todavía guardo otra botella para volver a testear) con un productor de incipiente rebeldía. Tras este proyecto se esconde un matrimonio, que junto a sus dos jóvenes hijos (Frank y Anja) elaboran un amplio catálogo de blancos con un hilo argumental bien diferenciado, que va desde jóvenes y afrutados, dulces, rarezas; hasta sus joyas de viñas más viejas o sus tintos Pinot Noir de nuevo cuño.



De las parcelas tipificadas como Halenberg donde en algunos casos las viñas se aferran a terrenos donde la pendiente puede incluso llegar al 70%, se cosecha este Riesling Mineral. Sobre el papel y si no se deja oxigenar y atemperar puede parecer un primo hermano del Lenz, por eso remarco e insisto en lo importante que es no exceder de frío a estos vinos o beberlos súbitamente sin dejar que respiren y se vayan transformando; algo especialmente importante si no quiere acabar defraudado por estos vinos.
Como decía, estos dos vinos pueden parecerse: Comparten precio, añada, personalidad, y zalamería. Pero son realmente distintos, de echo uno junto al otro comparte fruta, cierto punto de exotismo pero no acidez ni tiempo requerido para abrirse; mientras el Mineral tiene una entrada donde destaca como bien definido queda su nombre, el Lenz se desmarca con un final ligeramente amargo.
Evidentemente todas ellas son sensaciones que se dan desde su primer envite (sin dejar que respiren demasiado) hasta que se consume el otro ½ de la botella días más tarde. De echo el último ¼ de Lenz se ha consumido pasados 15 días, y créanme que vale la pena hacer ese experimento con un Riesling Alemán porque uno puede estar bebiéndose hasta tres vinos diferentes.

En el Mineral podemos encontrar una nariz intensa, aunque juegue en su contra el echo de ser un vino bastante más cerrado que su compañero. Con el paso del tiempo veremos que esos perfumes de los que hablamos van aflorando: Los cítricos, los minerales (mármol blanco, la pizarra, el cuarzo). En boca es toda una sensación curiosa puesto que para ser un vino sin barrica alguna, además de soportar el paso del tiempo con mucho temple aporta sensaciones inigualables en cualquier Riesling sea del país que sea. Un final ácido y duradero acaba de dar el exquisito equilibrio a este pálido blanco de discreta graduación, ojo porque son peligrosos y muy adictivos. 
 
Y que nos da el Lenz para decidirnos por uno u otro?? Sobretodo que es un vino de un beber tan franco en su evolución en la copa, algo irresistible. No pierde las señas de identidad de este productor (Mineral y salinidad que recuerda al Maldon o a la Flor del Himalaya, esa sensación equívoca de dulzor y fruta), pero son los Melocotones y cualquier derivado: Nectarinas, albaricoque, algo de pera ¿porqué no? Los que ensalzan tan brillantemente a este maravilloso blanco, de momento uno de mis preferidos junto a aquellas dos botellas de Zilkien Saarburger Rausch Kabinett que han pasado por mis labios, y que no logro borrar de mi recuerdo.


Y con esto rubrico ésta mi pequeño aporte a los Riesling Alemanes, insignificante en mis menguados conocimientos, y demasiado espesa en cuanto a proposición de enmienda. Este Verano en el que estaré dando la vara hasta finales de Agosto, me había propuesto firmemente abreviar las entradas para no sofocar en demasía a todo aquel que quiera mitigar el aburrimiento delante de una pantalla. Pero como tengo el incorregible defecto de ser incapaz de sintentizar en letra y acertar en mensaje, la cosa va así.
Por estas fechas me imagino que muchos de vosotros estaréis por cosas más importantes que sentaros ante el ordenador, yo sin embargo me he marcado algunos propósitos que no se si cumpliré: Continuar comentando aquellas canciones que merecen algo más que una mera subida al Facebook, reseñar el resto de vinos (refrescantes) que caigan en mis manos, y subir una Playlist de final de Verano... Sí, se que lo normal es ponerla antes por aquello de expandir el corazón en pos del Verano eterno, pero como soy un cabroncete incorregible; la mía será de terapia postveraniega.
Ya saben, siempre y cuando los astros se alineen.

SEAN FELICES!!

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