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sábado, 6 de mayo de 2017

JESUS!! HAN VUELTO!! Sala Razzmatazz(la grande)_29/04/2017




Sí hijos míos, la vida cambia. Y aunque esto suene a un consejo paternalista de vuestro tío el batallitas, que bien pudiera ser; de echo igual lo es depende de quien me lea. Quien iba a decirme a mi casi veinte años después, que estaría escribiendo una crónica sobre una de mis bandas primarias sin quererlo ni deberlo.
Es cierto que tras la inclusión en la banda sonora de Lost in Traslation: Esa película icónica (vayan a saber porqué), que resucitó ese espíritu por amar algo distinto; o simplemente por ser... más exclusivo y diferente (que eso también nos ha pasado a todos). El caso es que cinco años después de su disolución y de ir socavando a la vez que vanagloriándose de su fama de autodestructivos, asociales y bordes a base de lapidar conciertos. De golpe, Jesus & Mary Chain con la tierna “Just Like Honey”, consiguió lo que no pudieron sus cuatro y más memorables primeros discos; enlazar vía pinícula, a tres generaciones: Las de antes del Britpop, la de en medio y la del indie tardío converso en moda.

Ahí a lo tonto a lo tonto, han pasado 25 años desde que los vi con 22 en Zeleste presentando su Honey's Dead/1992. Puede que el disco en el cual empezaron a caer empicado vía desfases alcóholicos y psicotrópicos, tan mal carácter como malas relaciones y en fin, todo aquello que se le atribuye a una banda auténtica y de mala reputación como eran ellos.
Parece que fue hace cuatro días sí, pero es cierto que cuando uno está en una cita como esta, rodeado de gente tan variopinta. Te llegas a creer que no ha pasado tanto tiempo: Ves gente adulta que no parecen tan distintos a ti, y coño!! tienen 10 años menos alma de cántaro. Los más jóvenes ni te cuento, igual ni siquiera llegaron a ver la peli de Sofía Coppola en edad moza. Con lo cual, como no des con un cincuentón mínimo, nadie se hace a la idea de lo que eran sobre el escenario Jesus & Mary Chain en el año 1992 del siglo pasado.

Sí, es verdad, todo ha cambiado una barbaridad. No se si a bien o a mal, pero a cambiado.
Aquel 27 de Abril del 92; manda cojones!! El día de mi cumpleaños, y casi exactamente un cuarto de siglo de distancia entre si. Prácticamente una edad moza de por medio; está claro, nos hemos hecho viejos y suerte de poder contarlo disfrutando con la misma energía de la música y el directo.
Pues eso, aquellos días no eran muchos los que iban a ver a bandas como los Jesus. Llenar Zeleste en el 92 no estaba al alcance de muchos, pues la música alternativa era realmente minoritaria y sin difusión alguna. O eras heavy, o calorro; no había más. Ah!! o normal, con tu jersey de pico y tu indumentaria neutra. Sino, pues ibas lo más raro posible (pantalones rotos, marteens, ojos pintados, pelo electrificado...) Más o menos como ahora, pero con cuenta y riesgo de que se rieran de ti en tu barrio de periferia.


Y soltada esta parrafada situacional, a sabiendas de lo mucho que me extiendo y lo poco que importan las batallas Pliocenarias. Tenía y debía; aunque sea solo por entender el efecto deja vu que generan estos vaivenes generacionales. Situarme en aquí y ahora, y porque no, viajar si se me permite a mi espacio mocico/viejo; aunque sea por puro placer egoísta.
Que digo yo que alguna reacción sintomática debe generar escuchar, así, de repente: y de una tacada “April Skies”, “Head On”, “Far Gone Out”y “Between Planets”. O no era esa la intención de los mendas,? que para qué jugársela de entrada con experimentos de vanguardia.

Cuatro temas que prácticamente miden y acotan el momento de más alta popularidad de la banda escocesa. Tanto de los que veníamos de escuchar el Post Punk primerizo de finales de los 80, como los que bien entrados los 90 juntaron Brit Pop con el Grunge.
Jesus & Mary Chain fueron sin apenas ser conscientes de la importancia de la hazaña: La primera banda rematadamente Británica, capaz de unir Beach Boys, Ramones y la Velvet Undergoud, a un Pop venenoso. Dándose la mano con el Rock Americano, y sin perder un ápice de dulzura en su sangrante propuesta.
Me apenó horrores verlos derretirse sobre el escenario del FIB a lo bonzo y bañados en alcohol en el 98. En el 2008 volvieron muy dignamente con unos músicos de lujo y sacados de ostracismo, y aunque bastante mermados dieron uno de los mejores conciertos del último Summercase. Cuando los volvieron ha recuperar para el Primavera Sound en el 2013 la verdad es que no había forma posible de explicarle a nadie veinte años más tarde, que quien estaba sobre el escenario fue una de las bandas más fieras de los 80/90's. Y como es normal, supongo que uno renuncia a vivir del pasado, e igual actualmente y con varias generaciones por delante, incluidos aquellos que no los siguieron en su época gloriosa; pues no fueron una banda masiva (quien lo fue en los 80?).

Somos injustos por tanto (y lo seremos de por vida), con el paso cruel del tiempo. Salvo, se entiende, si uno ha pasado igual que el tiempo: de la mano, en volandas y a su paso. Entonces, es posible que alguien dispuesto a viajar: Atento y con la misma mirada de un niño ante la fogata y su abuelo. Sea capaz de captar por un instante, la heroicidad aventurera de aquellos tiempos ignotos.
Eso, o creer quizás en lo imposible y volver a ver sobre un escenario a los Hnos Reid. Esta vez sí, con los pantalones bien atacados y por la labor. Aunque sea con más humildad y amor, de darnos ese daño que se merecen sus canciones generacionales. Y vaya si lo hicieron.

A los más puristas nos puede parecer un mal chiste de producción su último disco. Pero sobre el escenario y con ánimos de revancha, el discurso de los Escoceses es infalible y demoledor.
Y si bien es cierto que los viejos del lugar añoramos el salvajismo militante de un público, tan comedido como pulcra fue la ejecución de un temario escogido con pudor. Ver a Jim Reid cantar como nunca, fue lo más parecido a un crooner (por más que suene a broma), con ganas de zanjar la imagen pasota que arrastraron en sus tiempos míticos.
De su último disco fueron contadas las canciones, y enmendada la capada producción que ha hecho que sus últimas canciones no parezcan tan buenas como son: “Amputation” que abrió la velada, “War on Peace”, “All Things Pass”, “Mood Rider” y “Always Sad” (con coro femenino y todo). Tuvieron el detalle de regalarnos en una primera ronda de bises algunas de sus joyas más emblemáticas, en especial una de mis favoritas “Nine Million Rainy Days”. Y por si fuera poco “You Trip Me Up”, “The Living End”, “Taste of Cindy” y el “Never Understand” una de sus primeras canciones que escuché en ese cassette quemado hasta el sinfín. No faltó por supuesto “Just Like Honey” y se encendieron mecheros. A mi de verdad, casi se me escapó la risa entre lágrimas. Pero el público estaba entregado y seguía el ritmo de las canciones con las palmas en el aire. ¿Que quedó del pogo barbárico que sacudió la vieja fábrica de Poblenou? ¿Se lo llevó la distrofia, la artrosis reumática, o la lumbalgia mal curada? Es evidente que 25 años son los que son, y nosotros eso, acomodados.
Pero es que aunque guarrotas ellas, las tocaron tan bien los jodíos. Que hicieron puede... de la actitud, profesionalidad. Eso que ahora se pide tanto y que no entiende de la pureza primitiva de 80's y 90's. Y que hacía que todo sonase en la memoria de otra manera: más real, directo, visceral y aferrado a unos tiempos en los que todo se vivía al límite. Uniendo las distintas razas del Punk y el Rock, en una misma familia de mil orígenes.


Consiguieron con el despegue y hasta la catorceava canción, engranar un temazo tras otro; porque siempre los han tenido. Sobretodo cuando William Reid se deja llevar por la cordura de su hermano y la banda, aunque anodina, suena tan engrasada como una máquina recién salida del taller. “Blues For a Gun”, “Teenage Lust”, “Cherry Came Too” de mi adorado Darklands, que casi me desmayo. Y luego te dejan caer como un mazazo “The Hardest Walk”, la canción que mejor conjuga el Rock&roll, la Velvet y todo lo que llegó después: Noise, Shoegaze y hasta el Britpop más nuevaolero.
Lástima que la falta de unas baquetas a la altura de Steve Monti echara por tierra con una penosa versión del “Reverence”, la fabulosa interpretación del “Some Candy Talking” y “Halway to Crazy”.

En fin, todo lo que cabe esperar de una banda de pasado turbulento, que no se encerraba en un estudio desde hace casi veinte años. Y que hacía otros tantos que no se decidía a hacer una gira con pies y cabeza, para postergar el magnífico legado musical que dio a casi tres generaciones.
De echo no son tantas las bandas que se deberían declarar patrimonio inmemorial de humanidad (musical) contemporánea, o alternativa: Pixies, REM, The Smiths, Sonic Youth y por supuesto The Jesus & Mary Chain. Alguna se me olvida, seguro, y podéis añadirla. Pero por favor, no os olvidéis de los hermanos Reid.