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sábado, 15 de diciembre de 2018

VIAJES , ENCUENTROS, Y CARTOGRAFÍA CARDINAL by Johnny aka Juanjo





Me imaginé una sola vez acompañado en el inmenso espacio, ese que por grande superpoblado y megainformado, hace solitarios a navegantes fuera de ruta.

La misma que en los 80’s, con las manos en el bolsillo y el cuello acurrucado sobre el pasamontañas que te compró tu madre, te hacía salir a la calle con la certeza de no encontrarte nadie con quien hablar de música.

Te zambullías en las cubetas, cajas de cartón de los encantes y mercadillos llenos de burrisoles, y te ennegrecías de polvo las yemas de tus dedos buscando una portada atractiva.

Sin apenas dinero para poder comprarte un escuálido Popular 1 o alguna otra revista con bandas escritas en clave. Solo quedaba la intuición, el vuelo sin motor, o la caída libre.



Había sabios, de amigos muchos que te contaban sus viajes a ferias de Barcelona o Girona como los de Marco Polo. Descubridores como Colón que siempre eran los primeros en escuchar sus cánticos de sirena. Los que adquirían un Melody Maker y hasta lo entendían e interpretaban.

Cajetas y carretas de cassettes repletas, con compilaciones regrabadas miles de veces, y si con suerte te ensartaban, indultadas y condecoradas con una hermosa portada casera.

Todavía conservo un cajón lleno y pese a que llevo poco equipaje en mi viaje. De los cassettes, sin mal nicho donde hacerlos sonar, no puedo desprenderme aunque lo pretendiera.





Han pasado los años; treinta desde aquellos tiempos.

La rareza de nuestros amores han fluctuado en modas, en celebraciones indies e incluso en multitudes que emprendieron tu mismo viaje.

Pero en realidad y pese a la llegada de internet, el consenso de lo alternativo como moneda de cambio, y el comercio masivo de TODO lo que se pueda vender y te haga distinto o exclusivo. La soledad sigue siendo más o menos la misma; si nos referimos a la pasión por lo indefendible o la ilusión casi infantil de acometer el disfrute como un juego entre muchos amigos y de lema: Cuantos más, más risas y múltiplos de historias son.

Me embarqué en un viaje sin retorno dentro de una pequeña cápsula y una miserable bitácora de manual. Y no fue hasta pasado un año, en Octubre del 2010, cuando me crucé extraviado con Txarls. Y un año más tarde (en las navidades del 2011), cuando tomé tierra en el Espacio WoodyJaggeriano de Johnny, saltando de liana en liana y de blog en blog.



Desde entonces, o por lo menos desde donde puedo más o menos señalar, no he vuelto a viajar solo por la blogsfera: Esa galaxia casi invisible donde se narran las historias más auténticas del subsuelo y el fondo marino en forma de noche cobalto.

Sin pretender que fuera una consecuencia con intención o ni tan siquiera un plan previamente urdido. He descubierto que la soledad esa de la que he hablando, cuando costaba encontrar interlocutores que hablaran tu misma lengua en décadas (y sin referirme a gustos, por supuesto), no es tal. En realidad no se trata ni de buscar.

Hay señales en el basto espacio que trascienden al inaudible murmullo, incluso al escándalo. Algunas que ni siquiera entiende la mayoría y que con una mirada o gesto otros sí.



Y Juanjo probablemente, es esa especie de navegante galáctico digno de aventura gráfica, sin rumbo fijo; que no a la deriva. Y como otros. No se si por el destino, que no creo en él, o por los designios de quienes se sienten solos y buscan. Nos ha agrupado en una nebulosa donde el gas y el polvo, son en realidad ideas, letras y notas musicales.

Un pequeño ecosistema que inevitablemente se alimenta de la vida del narrador. De la segunda persona, o de esa voz en off que acaba saliendo al centro del escenario de una patada, la que te dan tus pasiones y escritos. Y que te demuestra que en realidad, cuando escribes sobre estas cosas, hablas de tu vida sin quererlo.

Y no es cuestión de encadenarse ni al pasado ni al presente, no. Sólo consiste en cogerse de la mano y viajar en compañía. Por más solitario que parezca y por años luz que aparentemente separen nuestras coordenadas.



1050 DISCOS CARDINALES es ese cardiograma a base de pulsos vivenciales y melodías en forma de discos.

Un viaje con 1050 paradas únicas, pero también 1050 motivos para abandonar la comodidad de nuestros gustos y explorar nuevas rutas necesarias si uno no quiere ser esclavo de su zona de confort.

En definitiva, una invitación a explorar territorios excitantes donde no hay mejor enigma que el compartido a viva voz. Dejarse derretir entre las rejas del tiempo y colarse entre sus grietas.

Manual para algunos. Atalaya para otros, que sabiendo de gustos propios quieren encantarse con ajenos y que para su sorpresa acaban siendo comunes. Un quitarse el cerumen de las orejeras y los blinkers del mortífero exclusivismo actual . Para zambullirse a pulmón en un libro de oxigenantes branquias por hojas, con el que recorrer una particular y singular travesía musical histórica y a la vez autobiográfica.





El 29 del presente mes de Diciembre del 2018 a las 18:30. En la mítica DISCO100 de Barcelona, en pleno Barri de Gràcia. Tendremos a Juanjo surcando vinilos de aquellos que ilustran toda una vida: la suya, la nuestra y la de quien se quiera acercar a compartir carne y hueso, y un mucho de emoción narrativa en forma de libro.

Allí estaremos como bien dice él: los suficientes. Ni uno más, ni uno menos.

Viajeros como es mi caso y la de muchos otros. Que dejamos de hacer esta travesía por un mar y espacio de música inabarcable y felizmente todavía por descubrir, en soledad. Y donde las millas de distancia y la oscuridad, no impide encontrarnos como polillas en la noche. Para compartir y disfrutar de aquello que nos une: pasión, amistad y generosa complicidad.
Os esperamos!!



jueves, 19 de julio de 2018

RICHARD SWIFT NOS LEGÓ EL DETALLE, Y AL ÚLTIMO NATHANIEL RATELIFF.NO LO ROMPÁIS.



Si algún día la muerte me coge por sorpresa, no quiero ni una sola lágrima.
Subir el volumen de la fanfarria, e incinerarme con una Ola de Calor. Y que ni se os ocurra maldecir lo que pude, hacer o deshacer; como si en el lecho de muerte yo estuviera repasando la lista de la compra.

Desde donde estén (mis artistas muertos); no sé si cielo, infierno o valhalla. Igual se ríen de nosotros, los mortales, todavía en deuda con la vida. De verdad que no lo sé. Pero tras la pena inmensa al recibir la noticia el Martes 3 a manos de mi amigo Txarls, del repentino fallecimiento con tan solo 41 años, de Ricardo Siglfredo Olivarez Swift-Ochoa aka Richard Swift: A consecuencia de una larga enfermedad y la falta de recursos para financiar su costoso tratamiento en la sanidad Americana. Y coincidir por sorpresa y de casualidad con mi primera escucha de lo que sea, la última producción de lo nuevo (del bueno), del achuchable y mofletudo de Nathaniel.

Me prometí escribir esto, más por esa primera sensación al escuchar por primera vez la nuevas canciones que como ya digo; descubrí de potra. Que por cualquier manera de regodearme con la pérdida, la manera asquerosa del desenlace, su burocracia o el comprensible desasosiego. Y el ostracismo en el que cayó su carrera como solista, miembro de otros proyectos, o la de productor vista la poca atención que generó pese a ser un geniecillo de visión espectral impresionante.
Por simple obligación de constatar la magia de su felina visión a la hora de musicar ideas.
Todos sabemos que si como cantante ya fuiste un futurible don nadie, como productor, ingeniero o masterizador, en la actualidad. Eres un fantasma al que solo mencionan los viejos enfermos de la música. A sabiendas de que la era en la que comprábamos discos desinformados, tan solo por quien había tras los mandos. A pasado a la historia, desde que el Mp3 y Mp4 sean ya los tiranos de nuestro tiempo.



Por eso no quiero que sea, o parezca, el típico muro de las lamentaciones de facebook. Sino mejor la buenaventura de lo que dejó; que es mucho. Incluso que sin apenas saber si fue él o la idea de Nathaniel de girar 360 grados su festivo debut con los Night Sweats de hace 3 años. Que sea el hablar de un puñado de providenciales grandes canciones, las que lo tributen y no nos olviden; por favor. Ni se presignen ni se resignen.
Que sea como una coreografía de baile con esos ángeles cantando el “que será será” que lo despidió. Donde se puede escuchar en cada nota, ajuste y detalle; que los hay a borbotones en este nuevo disco.
En la riqueza sonora que sustituye a lo intuitivo de su anterior disco y la paleta variada por donde deambulan estas doce canciones + dos. El santo y seña más que evidente de Richard Swift de discos como Walt Wolfman o The Atlantic Ocean.
No por estilo estrictamente. Sino por ese flow suyo cabaretero y de variedades que se mestizaba con la onírica psicodélica, queriendo a cualquier estilo o atmósfera que se le arrimara.

TEARING AT THE SEAMS es muy distinto al disco de presentación del combo de Nath; no por esencia, pero sí por estructura.
Canciones que se multiplican en texturas pese a ser prácticamente los mismos músicos. Aires de Nueva Orleans en unos vientos contorsionistas como los que abren el telón con “Shoe Boot” primos de Johnn Nemeth. Algún vestigio como parte de la evolución del homosapiens cuando coge velocidad “Be There”.
Pero en rasgos generales, es el Rythm’blues blanco el que suple la inercia Soulera y Gospel que dominaba su anterior disco el los temas más emblemáticos del mismo. Siendo canciones como “A Little Honey” o “Hey Mama” las que se llevan la palma, arrastrándonos a la “casi” propiedad emocional Van Morrisiana. O “Baby I Know” por ejemplo, que tira sin piedad de esa fibra melódica de la que dicen, tanto costaba sacar a Nath en sus inicios de cantautor Folk. Cualquiera lo diría.
Hacen que este disco disfrute de un recorrido infinito, más saboreable y menos gaseoso.
Tampoco creáis que hay una obcecación.
Intro”; justo a la mitad del viaje. Podría resucitar al bueno de Richard, quien adquirió seguro, ese flow para la melodía de impacto directo en su gira con los Black Keys: Puro Funk de negro tizón y suelas deslizantes son las que engrandecen a este hit ¿tipico?, pero demoledor.

Coolin’ Out” es la otra canción donde aparecen los neoyorkinos Lucius. Dotando de una velocidad y frescura nada desprovista de la esencia que tan bien maneja Nath y sus Night Sweats.
Baby I Lost my Way, (but i`m goig home)” ruge erótica como el mismísimo Screeming Jay Hawkings o Dr. John empapados en boogie-woogie. Y aunque el ramalazo Black Keys de “You Worry Me” de algo la nota, tampoco seremos tan necios para negar los aciertos de Dan Auerbach; que igual pasaba por allí en espíritu también.
La cosa es que, de momento, Nathaniel Rateliff lo hace molón igual que Dr John en su milagroso Locked Down de hace 6 años. Y claro, para los que ya colocamos estrategicamente nuestros marchitos cabellos para eternizar nuestro glamour:
Still Out There Running”y sobretodo, “Tearing at The Seams” que da título al ungüento, y que podría ser esa plegaria para levantar de su nicho al mismísimo Sam Cooke. Son esa droga que… sino no nos rejuvenece, por lo menos nos envejece con agua de rosas.

Es fácil cerrar los ojos y sentir el amor incondicional por Nathaniel Rateliff. Que estas canciones provoquen ese sentimiento casi invisible pero inneglable, de las manos de Richard sobre un material dispuesto a dejarse querer.
No ya solo por la permeabilidad que ofrece un tipo como Nathaniel en estilos madre. También porque la verdadera magia de Richard Swift era crear un halo, un espíritu, o una marca como motivo de una idea intangible, sin apenas trascender sobre la compañía. Que flota sobre todo lo que toca, por muy injusto que parezca que nunca se apreciara lo suficiente su carrera en solitario. Y tuviera de alguna manera, que conformarse con la sombra alargada de sus tentáculos sonoros en aquello que tocaba.

La de Nathaniel es una de las carreras más impregnadas por su idea de cómo sonar. Me queda muy corta y desaprovechada su colaboración con The Shins. Un divertimento su periodo en vivo con Black Keys a la par que productivo a la hora de salpimentar su forma de confeccionar su idea de como debe sonar una canción.
Y su última producción propia con Damien Jurado; versionando algunos clásicos eruditos. Una joya de disco de un sonido y atmósfera fuera de lo común; una puta obra de arte que perdura hasta el último y presente disco de Damien.
Un epitafio, o a fin de cuentas. Un rastro del que por más que la droga mediática invisibilice. La marca de agua esa que te perfora el recuerdo por la pura casualidad del encuentro arbitrario. A MI, siempre me volcará el corazón al escuchar este disco.
LAS PERSONAS SE VAN. PERO EL SONIDO, COMO EL DEL VIENTO. PERDURA



lunes, 28 de mayo de 2018

TERENCE TRENT D’ARBY_INTRODUCING THE HARDLINE ACCORDING TO… 30 AÑOS SON OTRA JUVENTUD





Cumplí los 17, y pese a que mi padre tan solo ingresaba 25.000 ptas a la semana fondando envases (lo que se dice cerrar el tonel a fuego): Barricas de grandes dimensiones para Torres principalmente, en una empresa de la Avda Icaria en el Poblenou, ya desaparecida.
Me regalaron una ansiada minicadena Sanyo, con su giradiscos y todo; principal anhelo de adolescencia. Después de que cinco años antes se precipitara desde el Romi del lavabo: Otro radiocassette familiar Sanyo, también, que pesaba media tonelada. Y que acompañaba nuestros baños con música sinfín.

Mi abuela Rosario por parte paterna “La Meona”, era una excelente cantante. Así que mi padre heredó esa virtud/talento por igual y supongo, por eso, antes de que se encendiera el día en casa, sonaban a todas horas: El Cabrero, Porrinas de Badajoz, Juanito Valderrama y el Niño de la Huerta, entre muchos otros; como una banda sonora non stop. Al igual que la radio, o un tocadiscos Dual de maleta con S.T.R.E.T.C.H, los Beatles, Boston o Rod Steward como un contrapunto rebelde juvenil de mis cuatro hermanas.

El canto como expresión era a una, nuestro altavoz emocional melómano. Sin llegar a dedicarnos como nuestro padre al flamenco de manera aficionada, pero sí en la intimidad de cuatro paredes o celebraciones comunes.
Hemos crecido con música, y exteriorizado sin pudor la euforia de cantar lo que nos emociona. Que es la música sino cantarla y celebrarla bailando? Nada. Así que tras la dramática pérdida del tronío de nuestro viejo radiocassette, y la resignación de adquirir otro de bajo coste y peso pluma. No llegaba el día en el que por fin pudiera tener un tocadiscos y poder comprarme aquellos vinilos que impacientemente se enmohecían en los cubos del Disc Center; una tienda de barrio que había repecho arriba de mi calle.



El primer vinilo que me compré con 17 años, además de los ansiados primeros dos discos de mi banda fetiche The B-52’s, fue el INTRODUCING THE HARDLINE ACCORDING TO.
Datado en el 1987 bajo el auspicio de la multinacional Sony, no fue hasta 1987 cuando alcanzó el número UNO con Wishing Well. Y de ahí para adelante creo que la historia de este talentoso artista de Manhattan es por todos conocida; o no. Porque realmente pasada la treintena de años toda una juventud, de él ya se sabe poco, e incluso de este tremendo disco enterrado por un fracaso comercial posterior.
Pero aquí no vamos a hablar sobre el efímero éxito, el fracaso, la expectativas cumplidas, objetivos u olimpos musicales, no. Lo vamos a hacer de algo que está muy por encima de esa escala de medir popular; la sentimental. O la que relata la vida propia de quien ilustra épocas, con canciones; mucho más bella, donde va a parar.


Sonaba el otro día en el salón de casa: Porque son estos discos los que no se prodigan en escuchas, que así lo requiera la melancolía oportuna y traicionera. Cuando de golpe crees (y sabes), que toca recordar y amasar el corazón, con no solo canciones. Sino con conjuntos como atadillos o manojos, que como nadie ni nada son capaces de definir la grandeza de lo irrepetible.
Un disco con su protagonista. Fagotizado por esa industria a la que dicen que la ilegalidad a crucificado. Y que se merendó a un joven y prometedor artista de tan solo 25 años.
Pero todo flota, que no solo la mierda. Y es lo irrepetible de algunos acetatos lo que acaba sublimando en el tiempo. Por encima de la comercialidad que se le atribuía o la simplicidad de reducir a un artista a sus canciones más populares: Wishing Well (quien cumple su número uno 30 años ahora), Sing Your Name o el If You Let Me Stay de Michael H. Bauer.

Un Soulfunk de raíces gospel, que por herencia materna impregna gran parte de su modo cantar. A la par de un swing digno de Nelson Pickett, James Brown o Little Richard flotando sobre todo el disco, sin caer en la obviedad de un temario tributo, y sí en un debut con verdadera esencia.
Además de aparecer en un año en el que los sonidos de raíz no se creían con gancho comercial. Y la escena andaba algo huérfana de iconos negros auténticos que no cayeran en el Pop fácil; salvando a Prince y su Sing ‘O’ The Times.
Introducing To Heardline Acording emergió para más inri, en una de las añadas con más discos esenciales de la década de los 80. Y sobre todo eso, y para mi en particular. Fue aquel disco que ejerció de puente entre lo que supuestamente crees comercial, tus gustos más alternativos, y la indiscutible grandeza de aquello que no cae en el producto estándar. Por eso igual, cuando Terence intentó seguir su camino, sucumbió a la bulimia del sistema.



Pocos discos de los cientos que pueblan mi atestadas estanterías, que tengan un repertorio tan impecable e imprescindible. Ni una sola canción imprescindible.
La espiritual apertura del telón con “If you All Get to Heaven” que roza lo épico. Hasta el tremendo “Who’s Loving You”; una de mis preferidas. Allí parecía tomar a un William "smokey" Robinson como suyo y a otros tantos del Soul melódico sempiterno.
Sus canciones hicieron tomarme a chirigota, tantos que sonaron por aquellos años y que querían que creyeses que la verdad del éxito consistía en anular el bombeo salvaje de la sangre para caer en el bucle espiral y machacón. “Ill Never Turn My Back on You” con la soltura del pantalón de pata ancha y esa facilidad para desplegar ese híbrido de Funk & Soul inmediato.
El tu tu, tu tuuu podría haber sido otro single más; de echo todos lo son sin excepción. Lo que sería Dance Little Sister”, un bombazo sin más: infeccioso, adictivo, estertorizante.
Seven More Days” gira la esquina de la cara; cuando escuchar un álbum requería de la atención y al igual que con los libros: pasar la página y marcar con el punto el surco grueso de la canción. Una canción radicalmente distinta al resto, con slides, paisajes propios del Blues. Hechizante.
Y emprende con “Let’s Go Forward”, un paseo por Inwood, el Soho o Bowery. Es una canción que igual que “Sign Your Name”, impregnándolo de contemplación y registros angelicales. Dando a este disco una personalidad distinta y poco predecible dentro de su estilo. Incluso esa pincelada jamming de “Rain”, y que desemboca en un acapella como es “As Yet Untitled

INTRODUCING THE HARDLINE ACCORDING TO es un disco atípico que entró como un rayo de luz, en tiempos de abalorios, hombreras y decoraciones brillantes un tanto impostadas. Su brillo sin embargo, estaba impreso en una voz inusual: la de Terence Trent D’Arby. En una ejecución y puesta en escena prensada sobre un maravilloso disco, que sin embargo, quedo eclipsado por algo tan de nuestros días como la estética, la moda y el hit.
Pero que treinta años más tarde, si os envalentonáis en su escucha. Veréis que contiene muchos de los atributos que ahora se ensalzan. El carisma, la belleza; no solo estética, el alma, y la inmortalidad que cede el tiempo a los estereotipos que tanto suelen esclavizarnos y distorsionar al instinto más humano



 

lunes, 6 de abril de 2015

FANTÁSTICO ENTRE LOS PINOS 11/04/2015 en Fantástico Club (15 años de una historia pequeñita que se hizo grande)




Sin datos ya ni testigos aculares a los que preguntarle. Hace un año tras unas largas y agónicas reformas en casa después de regresar del hospital. Con ese olor a roble lituano, a desorden y polvo. Tan intenso y sofocante era, que tuve que abrir de par en par puertas y ventanas.
Pese a que la visión panorámica de aquel Noviembre fuera fría y húmeda, desde los ventanales de la novena. Era una sensación curiosa y extraña al 50%, inédita hasta el momento. Como si todo se hubiese alineado confabulado y conchabado para darme un pescozón – Eh!! tiu que todavía existe el cariño!! Regresar de nuevo a tu piso cambiado y patas arriba; esa mismísima ilustración de quien le da la vuelta a la vida como un anorak reversible. Y que todo comience a girar de nuevo, cuando sin apenas tuétano, uno solo puede limitarse a ojear como un testigo mudo entre tantos enseres de los que ya ni tenías noticia.


Fue entonces cuando de forma inevitable y con los discos, cedeses, revistas, musicassettes y recuerdos amontonados: profanados y exhumados; sí esa sería la expresión. La de cosas que uno es capaz de guardar en 70 metros cuadrados, sin posibilidad alguna de revisar; salvo en el caso de que la falta de espacio y el reordenamiento te pongan un ultimátum: doble o nada, piedra/papel/o tijera, pellizco o pinchazo, truco o trato, susto o muerte... podría seguir hasta rayar lo absurdo...
En fin, a veces esas experiencias traumáticas ejercen una presión sobre cierto músculo atrofiado, pellizcan este o aquel nervio en desuso y te empujan a hacer cosas antes ya oxidadas. Algo así como si en ese coma inducido te reprogramaran y te trasplantasen nuevos componentes.
En todo ese tiempo, casi año y medio, uno que ha tenido tiempo para malgastar a espuertas. A deshecho bolsas, cajas y paquetes. A sonreído al volver a encontrar esa carpeta llena de recortes de revista (Populares 1, Rock Deluxe, Boogie, Les Inrocks y fanzines varios). Flyers, postales de bandas, carteles de fiestas y sesiones, que hace que uno no sepa si sentirse viejo, o creer haber dejado a sus espaldas un gigantesco portón que separa lo de ahora de lo de antes. Lo de antes como si perteneciese a otra época muy muy lejana ¿lo es tanto? Apenas si han pasado quince años y parece que haya sido toda una vida. Es como separar lo análogico de lo digital y ser incapaz de recordar el olor al papel de biblioteca o el de la tinta que mancha tus manos.
Volver a revisar todos tus vinilos y cd's da para volver a revivir toda una vida. Y es ahí donde aparece una escala, en el viaje hasta arriba. Unos años los de FANTÁSTICO, tan breves como intensos. Un cubil escondido entre las callejuelas del Gótico Barcelonés donde tomaron forma, algo que se acerca bastante a la idea utópica que uno tiene de un garito. Sobretodo cuando pateaba tierras yermas, mucho antes de que el fenómeno BritPop estallase y pusiera de repente al “bicho raro” en primera línea de fuego. O algo así parecía.


Ponerme así de golpe a escribir sobre el fenómeno FANTÁSTICO me empuja quizás a no ser imparcial. A dejar que sea la tripa y el corazón las que hagan de tintero de la pluma, y a recordar.
El arranque de Fantástico Club tuvo algo de accidental. Una idea mil veces maquinada por el instigador Nacho; harto de trabajar a cuenta de... y no sentirse dueño de sus propios designios. Saltar al vacío y sentirse a gusto con esa caída libre, emocionante, peligrosa pero a la vez excitante. A esa especie de empresa emocional se acabaron uniendo que ya lo eran por amistad, algunas almas descarriadas que pernoctaban sin destino fijo en busca de un hogar para las músicas huérfanas. Sonidos que por paradójico que resulte ahora que todo se sabe, pertenecían a otro tiempo.
Al margen de músicas con nombres y apellidos, la idea de acceder a un lugar en el cual su propia idiosincrasia era totalmente autodidacta, y con absoluta libertad a la hora de plantarte ante una cabina y dar rienda suelta a tu ingenio, era mágica. Fantástico era sobre todas las cosas, un altavoz el que se daba protagonismo al público receptivo y al carácter idealista de quien escucha para poner luego música. Allí fue donde se pusieron a los mandos el pueblo llano del indie más idealista, algunos ahora semiprofesionalizados, otros por puro divertimento, muchos músicos que pinchaban sin caché... En su mayoría gente que empezaba desde cero en el mundo de la selección musical: Fuera mezclas, cuadres y encuadres. Arriba con las sesiones donde primaba la canción como cordón umbilical, sin ajustarse si había que llenar una pista, malcriar al oyente, o seguir el curso de lo establecido.
Desde la estética y diseño de la sala, los flyers; todo con ínfimos recursos. La idea de dos Dj's residentes y toda una tropa que hacía de la programación, un pica pica de caras noveles dispuestas a girar la tortilla. Contemplar el error como algo lícito a la hora de convertir la noche en algo excitante y desangrar estilos y géneros incontables.



El mes de Marzo del año 2008, tras ocho años de vida y después de conseguir ser un club con D.O partiendo de cero. Expandir hasta el otro extremo de la ciudad su estilo en THE SOUND CLUB. Y hacer de sus cabinas un destino tentador para la mayoría de los músicos, profesionales y neófitos de la escena alternativa nacional, con sesiones totalmente altruistas sin condiciones. FANTÁSTICO CLUB dio por concluida su aventura en una fiesta de clausura, cediendo el testigo nuevas generaciones con energías renovadas.
Aquella noche se inmortalizó en un DVD confeccionado para la ocasión, maquinado principalmente por Dj Casty (Radio Pica) & Dj Fenix, y muchos de los que nos sentimos directa o indirectamente ligados a tan tremenda aventura: La remodelación de la mítica Fantástico de los 80, tardes de pintura/placas & runa, los primeros meses organizando fiestas, publicidad y sesiones inverosímiles, los primeros y sofocantes veranos sin aire acondicionado, el acoso de la policía local con limitadores y presiones, la soledad de los primeros meses entre colegas, el posterior ascenso y la imaginación... muuucha imaginación. Un pequeño pedazo muy lejos de ilustrar lo que ocurrió durante esos ocho años entre los bastidores de cuatro esas paredes, pero una sincera concentración de cariño y nostalgia con los agradecimientos de todos los que nos sentimos cómplices. Se hizo una fiesta de despedida desbordante de público y cariño despedida, una noche inolvidable con lágrimas de felicidad expansiva. Y allí bajó el telón con la misma felicidad con el que se alzó.

El próximo Sábado día 11 de Abril, 15 años más tarde de su inauguración. Nos daremos cita a los platos, algunos cómplices de aquella mágica aventura, para intentar revivir otra de aquellas noches inolvidables. En la que se consiguió durante un breve pero intensísimo tiempo, algo que seguramente se habrá dado en otros rincones de la ciudad, pero jamás con la misma libertad: Hacer de la música, la noche y la amistad, un vehículo común entre clientela, Dj's e ideólogos. Conseguir que de todo ese sueño juvenil sin medios, presupuesto ni destino, germinaran unos lazos tan fuertes con la música sin ataduras como lenguaje universal.
Y demostrar que en la diversidad y la creatividad, está la mejor herramienta para aprender, compartir y sentirnos cómplices de nuevos y renovadores descubrimientos.
Estoy seguro que la del próximo Sábado, será una noche no solo de reencuentros, sino de futuros y maravillosos recuerdos. Estáis todos invitados!!

Apartir de las 23H. en Passatge Escudellers 3 junto a Plaça Reial
Luis Le Nuit Dj, Dj Fenix, & Dj Casty, Homeless, Raúl Garcés y Dj MAC (el que firma)

miércoles, 1 de octubre de 2014

PASEANDO ENTRE LAS LANGUE CON JUANCHO ASENJO (Barolos, Barbarescos y demás criaturas)

Jordi Fontanet photo.



De MOMENTOS trascendentes en nuestra vida hay tantos, tan diversos e inolvidables, como los aros que circunscriben el tronco de un viejo Roble. De buenos y de malos, de traumáticos o de eufóricos, de aleccionadores y también de revanchistas... Con 44 años ya a mis espaldas tiendo a creer, quizás por recientes sucesos, que la vida hay que devorarla desde la perspectiva que a uno le da el disfrute del instante, por si no hubiese un mañana. Que hay que saborearla al segundo, poderla absorber de todo aquel que se cruza en nuestro camino; en el consenso y en los desacuerdos. Pero sobretodo y si se tiene ocasión, compartirla y contagiarla como si de una pandemía de generosidad se tratase.
Y puede que esto suene un tanto épico y desatado. Tampoco voy yo ahora a teñir de filosofía barata de tres al cuarto, ni a disimular la euforia.

Pues bien, lo acontecido el pasado Viernes por la noche en VAdeBACUS Restaurant tuvo mucho de eso. Lo más parecido a un buen concierto de Rock donde el maestro Juancho Asenjo ejerció de solista inspirador, en la que los instrumentos perfectamente afinados de la orquesta de acompañamiento se transmutaron en quince hermosas botellas de Barolo, Barbarescos, Barberas + un blanco Timorasso. Y donde los suertudos asistentes tuvimos el privilegio de no solo oírlas con los cinco sentidos, sino de poderlas hacer sonar en celestial armonía como una auténtica banda. Conscientes de que ante todo, somos un pequeño grupo de amigos que se reúnen dos veces por mes, para en autodidacta pasión disfrutar del vino en cualquiera de sus formas posibles. Y que no cejamos en la idea de impulsar nuestra amistad/afición con nuevas metas.
Eran muchas las ganas y el tiempo invertido por el grupo y en particular por Carlos, en fructificar este encuentro con Juancho Asenjo. Teniendo en cuenta la dificultad de la distancia que nos separa, y su ajetreada agenda.



Para los desconocedores de los entresijos del vino y sus laberínticas galerías subterráneas. E imaginando una posible duda de... ¿Quien es Juancho Asenjo?, sin el menor interés en extenderme en muchos de los elogios que otros con mayor acierto ya se han encargado de sembrar por la red.
Simplemente escribiendo el nombre en google nos saldrán infinidad de datos: Conocedor infatigable e insobornable del mundo del vino ( desde el terruño del campesinado, hasta las más altas esferas del mundo de la gastronomía y la restauración). Divulgador heroico de la cultura vinícola Italiana; teniendo en cuenta del hermetismo y poca permeabilidad del país Transalpino a la entrada de foráneos en su universo vinícola, y con el plus que le otorga ser el único no Italiano nombrado Cavaliere. Un guerrillero de trinchera y cuerpo a cuerpo cuando se trata de acercar con un lenguaje directo y didáctico, su pasión al público más general todo lo que confiere la historia, el terruño, y la identidad del vino. Un Punk por principios y convicciones además gran conocedor por propia experiencia del mejor PunkRock y PowerRockero de finales de los 70's/80's y... Bueno... en efecto, hay algo que está muy por encima de su trayectoria y su sabiduría.

En las distancias cortas, una PERSONA de una honestidad y generosidad incalculable, y un conversador pasional y entrañable con el que se podría estar charlando de cualquier tema hasta el despuntar del alba. Desde Vinos, historia, teatro, música, deporte, política, cultura en general... hasta esa perspectiva tan lúcida y equitativa que contagia y comunica como nadie.
Con él se aprende algo mucho más importante que todo lo citado: La virtud de ver las cosas desde un ángulo tan amplio e interesante, que le hace a uno replantearse muchas de sus creencias. No es que te las rebate, sino que las refunda con el análisis imparcial y amplio que le han dado sus años de viajes, vivencias y conocedor de personas; distintas y variadas

Ahora, mejor sería entrar en faena y relatar a grandes trazos lo que dio de si las casi seis horas que nos ofreció Juancho. Puesto que podría extenderme con desmesura en elogios, y seguro que algo querréis saber sobre los vinos del Piamonte; todo de memoria y empujado por su hipnótica charla, y hala!! sin tomar un puñetero apunte (con lo dado que soy al divagueo; toma palabra inventada!!).
Una Master Class sobre los Vinos del Piamonte, su historia, particularidades geológicas, y la tremenda identidad de sus vinos. Que tuvimos el honor de disfrutar bajo los cuidados del equipo de VAdeBACUS, quienes proporcionaron la acondicionada sala de catas para 13 personas y su esmerado servicio. Y una posterior cena con una charla sin paragón, mientras disfrutábamos de la excelencia de sus elaborados platos: 
 Sushis: Maki de bogavante y mango. Gunkan de pulpo. Seguimos : Carabinero a baja temperatura con polvo de carquiñoli y chocolate con curry y aceite de trufa. Vieira con jamón ibérico y salsa de pimentón rojo asado. Risotto de ceps, espárragos verdes y trufa negra. Bonito vuelta y vuelta con fresones al modena y cebollitas glaseadas. Chuletón de ternera Asturiana con patatas ratte y su mojo verde. Para acabar postres. Nuestro mojito en texturas. Chocolate. Cuatro tipos de chocolates mousse de chocolate negro y blanco, brounnie de chocolate y bombon de chocolate negro relleno de chocolate blanco y naranja.. Ya veis, a la altura del regimiento de vinos.

Se mascaba el nerviosismo, el pequeño reto que suponía organizar el acto de inicio dubitativo y solemne. Y que Juancho se encargó de destensar conforme avanzaba su interesante lección de historia, territorio, y elaboración. Partiendo en primera instancia del origen vinícola dentro del balcón Mediterráneo que conformaban la antigua Roma y Grecia, su disposición de los cultivos como alimento, y la búsqueda de ese origen primordial en muchas de las actuales bodegas: El echo de los viñedos de altura para aprovechar los contrastes térmicos, el tamaño de las tinas, el podado para clarear las viñas de fuera hacia adentro para que alcancen el vigor necesario, la orientación de las vides Sur, Sudeste u Oeste, y hasta el tipo de Roble (nuevo, Francés, Eslovaco, de segunda crianza..) para que las crianzas expresen su verdadero terroir.

Pudimos viajar con la imaginación a la idiosincrasia del territorio de Barolo, sus influencias con Francia y Suiza, y el trascendente legado de la Casa de Saboya en todo el Piamonte. Y el resurgir de de un origen que fue devastado por la filoxera, hasta que la replantación de Barberas y Nebiolos volvieran a hacer suyos los paisajes.
Donde antaño, el ser agricultor en las Cascinas que se descuelgan ladera abajo en los numerosos municipios que conforman el valle, representaba un verdadero milagro de la subsistencia: Clima extremo, vendimias tardías y un valor paupérrimo, que por entonces se le daba a los cultivos de su orografía montañosa. Hizo que no hubiese una Piamontesa dispuesta a casarse con un agricultor del Valle, por la vida austera y miserable que estos llevaban; de echo esa naturaleza humana, es la que le da el mayor signo de identidad a sus vinos.

Las seis botellas que se escogieron para la cata pretendían sobretodo, ilustrar la importancia de la composición geológica en el carácter de los vinos. Teniendo en cuenta que Barolo en las pocas hectáreas de territorio que atesora, tiene uno de los mayores contrastes en composición mineral imaginable. También la importancia de remarcar la peculiaridad de los vinos del Piamonte: Vinos de alta graduación y con mucha volatilidad, con un componente alto de tanicidad y densidad, y que además tradicionalmente se elaboran con largísimas maceraciones que incluso se potencian mediante procedimientos mecánicos. Y que como todo buen vino Italiano tienen una lenta evolución en la copa (necesitan oxígeno a raudales). Lo que los hace vinos especialmente diseñados para largas guardas, y en los que se pretende preservar tanicidad, frugosidad y acidez por largo tiempo hasta cruzarse en el camino.
Claro, como podéis imaginar, el verdadero valor de estos vinos se aprecia mejor con añadas del 2000 para abajo. Y catar vinos del 2008, 2009 o incluso 2006, vinos relativamente jóvenes, es una verdadera experiencia para la destreza del paladar. Y a sabiendas de que en España no estamos demasiado acostumbrados a este tipo de vinos; cuestión de gustos claro.

Empezando de menor peso mineral a mayor y por consiguiente, de mayor suavidad, amabilidad y menor contundencia tánica (de izquierda a derecha), por los tres primeros. Hasta hacer cima en un Barolo de Serralunga, el Boscareto Principiano del 2008: Todo un impácto de tanicidad, intensidad de capa y lágrima, mineralidad y austeridad, que fueron evolucionando desde una primera impresión de tierra húmeda, hasta una complejidad mucho más oscura y fresca.
Los tres primeros si embargo, facilitaron la introducción con composiciones más arenosas y arcillosas, capas de color más degradadas y oxidativas, mayor maduración y maceraciones más cortas (más modernos, para entendernos), y haciendo mención especial al Barolo de La Morra, Torriglione Gagliasso del 2006. Que cautivó de inmediato al personal con ese toque a ahumados tan personal, y en especial a las parejas que nos acompañaron: Mucho más frugales, grosellas, cálidos, menos terrosos y con una evolución hacia el tofee, el regaliz o lo vegetal, mucho más claro y asequible.
En cualquier caso y lo más espectacular fue apreciar la evolución de ellos seis. Empezar desde el primero hasta los últimos, en los que se te agarraba el tanino a las encías. Y volver hacia atrás, para ver que los vinos del Piamonte van mutando, y acomodando el paladar a su impresionante tipicidad. Conforme van cogiendo aire y desaparece la fuerte volatilidad de su graduación, aparecen otros vinos muy distintos.
A mi personalmente me encanta esa primera bofetada de alcohol que dan, y toda esa carga frugal, balsámica y licorosa que llevan consigo. Después desaparece ligeramente y cambian radicalmente, se puede oler la piedra y brotar el tanino, pero el primer golpe te da una muy buena lectura de su estructura, equilibrio y de lo que serán en un futuro.



Tras el didáctico ejercicio de aprendizaje pleno en detalles, anécdotas y rememorando ese pasada visita fugaz que me llevó el pasado año a La Morra en boca de Juancho. Un conocedor de las intimidades más arraigadas de aquellas heroicas familias, que contra viento y marea han construido lo que se llama la capilla sixtina del Piamonte. Territorio de paisaje espectacular, que ha hecho que la disposición de viñas en perfecta simetría luzca ante los Alpes, como ese todo que uno espera encontrar al asomarse por la mañana al balcón Transalpino.

Proseguimos con la fenomenal cena que nos tenían preparada Toni, Vicente y el chef Alex Clavijo: Pequeñas miniaturas de mil sabores y texturas, para que la hora de los Barbarescos llegara con otro acertijo más. El de los tres Pelisseros con tres vinos de la misma bodega, pero diametralmente distintos los unos con los otros por disposición, orientación hacia el sol, pago y caracteres. Como tres trillizos de la misma madre (Nebiolo), parto y momento, pero con miradas y brillo distintos:
TULIN, NUBIOLA y VANOLU, los tres del 2011; en arrogante acto infanticida. Nos pusieron en perspectiva a la hora de entender los vinos por el trabajo que dejan tras de si. Y poder masticar y paladear los pequeños detalles de elaboración que hacen de una misma uva y zona, vinos totalmente distintos... La magia en definitiva, de la tierra y la piedra, la climatología, la evolución de las plantas conforme cambia, la búsqueda infatigable por el cual el hombre interactúa con la naturaleza a la hora de ilustrar en un vino, el estilo concreto de una zona.




Así la noche acabó transcurriendo entre charlas, por las cuales Juancho Asenjo da siempre ese contrapunto preciso con el que aprender aun más de la verdadera magia de beber vino. No solo beberlos sino entenderlos, algo que va más allá de meros tecnicismos y sensaciones perceptivas. Y que te hace entrar en comunión, con toda la liturgia de la creación del vino y de su significado cultural en el tiempo que nos toca vivir.
 
Degustamos el oro precioso de William Deutz en un Millesimé con el que generosamente homenajeó Carlos el encuentro: Del 99, con un equilibrio y delicadeza con la que se caracterizan los grandes Champagnes. Y la untuosidad y el carácter varietal de un blanco Timorasso, con el que se escoltó al carabinero en el inicio de ágape, antes de que los grandes Barbarescos entrasen en escena: Otra de las razas históricas que se extienden por el Piamonte, y que junto a Barolos y Barberas han postulado al Piamonte como una de las pocas D.O Italianas impenetrables a cualquier uva foranea.
Sensibles a la oxidación y a la botritis, los Barbarescos son uno de esos milagros de la naturaleza y claro está; auténticos retos donde la sincronía entre la pericia humana y la tierra, alcanzan su máximo esplendor. Así que con semejante desfile de intrínsecos a la par que diferentes ángulos con los que empaparse de Piamonte, solo nos faltaba rematar con una de las vilipendiadas uvas de la zona, la Barbera como antesala a los Barbarescos: 
 
Una Barbera Superiore D'Asti de Franco M. Martinetti; el Montruc del 2009. Que tuvo que bailar con los imponentes Barbaresco de Neive Serraboella del 2006, el de Treiso Vallegrande Ca' Del Baio 2011, y que pese a todo ello ni se amilanó. Demostrando una vez más que aunque se crea que Barberas y Dolcettos, solo eran uvas menores con las que relanzar la zona. 
 
A día de hoy gracias a Giacomo Bologna, M. Marinelli, Sandrone, los Hnos. Conterno, o Giuseppe Rinaldi entre otros muchos avezados, desde los 80 la Barbera de Asti, Monferrato o Alba son vinos de alto nivel a precios más asequibles.







El broche final lo pusieron un Barbaresco Vallegrande del 2011; un vino cálido y vegetal con bastante recorrido todavía por delante y tanino para domar. Otro Barbaresco más, Costello di Verduno de la familia Burlotto en una de las añadas, la 2010, de las más curiosas por climatología de las últimas décadas: Más accesible y maduro que su compañero y un tanino más liviano, mucha fruta y muy floral; un vino de aquellos de coger afición si no la hay.

Al terminar otro 2010 de Michele Marinetti, hijo del mítico Franco Marinetti y una de las familias más reputadas y aventureras a la hora de trabajar el viñedo en constante investigación; el Barolo Marasco. Un temperamental vino que coronó la noche por su misteriosa complejidad y amabilidad en boca. De cuando pituitaria, papilas y vista andan ya medio sumisas a la ambrosía desplegada aquella inolvidable noche de Septiembre. Y las lenguas aun sueltas espadachinas en charlas sinfín no adolecen de cansancio, ni las carrozas se convierten en malas calabazas que nos aguaran la velada. Se habló, se escuchó, se aprendió, se arregló un poco el mundo, y fue de tantas y diferentes cosas que el global de sensaciones tan solo se puede expresar en intangible gratitud.

Quizás la música y el disco de gustos compartidos, que sonó en mi coche mientras tenía el honor de acompañar a Juancho, Carlos & Family camino a casa, y el abrazo de despedida final, puedan dar un apunte/idea final de la emoción del MOMENTO.


 
FAMILIA FELIZ!! Menos ROSA y CARLOS (EL FOTÓGRAFO)

lunes, 10 de marzo de 2014

ABRIENDO CAJAS DE COHETES: FELT EN “ESTOC DE POC”_ 1985





Hace unos días, me venía a la cabeza el recuerdo de una de las últimas entrevistas que realicemos para el Fanzine POP-EYE; atizado por el descubrimiento perdido en el tiempo de una buena amiga, Dj Fenix. Un puñado de hojas grapadas que un grupo de amigos y yo confeccionábamos a tiempo perdido, además de monetario.
Sin embargo lo recuerdo emocionado en el fragor de la escena musical de hace 16 años, como una experiencia hidratante y nutritiva. Seguramente no estaría ahora dedicando mis tribulaciones en un blog personal, sin antes haber pasado por esa etapa de la vida donde todo es descubrir, compartir, y apuntarte a las iniciativas más suicidas, pero a la vez más bellas de tu juventud. Esa inquietud por labrar aquella cultura académica que se fue por el desagüe, con otra más subterránea y autodidacta; más emocionante. La palabra sería esa, emocionante.
Supongo que empujado por una época en la que todo brotaba por donde quisiera que fueras. Eran tan nimias las herramientas de las que disponíamos, estábamos tan solos, y tan sumergida era esa otra cultura, llamémosla “underground”. Que acabemos desarrollando una capacidad para la colectividad, para hacer mucho con poco y para asociarnos, verdaderamente autodidacta. Los que veníamos de finales de los ochenta con unos cimientos mal alicatados, y los que llegaron después con la explosión del “Brit Pop” para dar cobijo a raros, antisociales y porqué no, algún exclusivista de los que siempre han existido en todas épocas.
La modernez absoluta puesta en manos de chicos de barriadas periféricas: Municipios y barrios de mucha emigración, horripilantes edificios de protección oficial, y pocos medios para salir de aquel hoyo en busca del meollo.


Pero ésta y otras guerras contadas infinidad de veces por los Abuelos Pachín, solo son equiparables y asimilables en lo que ahora nos toca vivir; con un sano viaje al pasado. Para retroceder al principio de todo, aunque de principios hay tantos como décadas y generaciones. Basta con situarse por ejemplo en ese año 1985, donde eclosionó año arriba, año abajo el mio propio.
Que una amiga con afán inagotable por rescatar historias te lo proponga. Y que sean los FELT en cuestión, los que te vuelvan a situar en una cafetería de la Barcelonesa Vía Laietana. Entrevistando a David Carabén, grabadora en mano, y a propósito de su debut del 2000 “Lipstick Traces”. 
Allí recuerdo que nos hablaba de Beach Boys y The Felt como dos de las bandas que más le habían influenciado sobre el concepto de tejer melodías, sin transgredir ni erosionar la esencia de la música; hazlo fácil y con poco.

Es así como de manera inevitable The FELT recobran el sentido de su existencia casi de tapado. En una escena musical donde el concubinato comercial nos llevaba hacia el acabose o  hacia el frenesí, según se mire: Aparecían los grandes sellos, la pista de baile, la electrónica, las drogas sintéticas, y los escaparates. Sin embargo la magia de FELT reside en todo lo contrario: Una larga carrera de fidelidad absoluta a sus preceptos, a su imagen... a su filosofía creativa en definitiva.
Pasados los años tan solo se oye hablar de ellos en boca de algún artista que los elogia por su trascendencia vital, o por lo menos en la de sus trayectorias. Pero son pocos los que los han reivindicado quizás por un empatía tan solo de culto, y una cobardía contra todo pronóstico que sumió su existencia en un olvido casi absoluto.

No nacieron ni en Manchester, ni en Liverpool, ni en Londres; cuna de algunas de las bandas más relevantes de los 80 en el Reino Unido, lo hicieron en Birmingham. Y fue en 1980 cuando Lawrence Hayward (Lawrence) y Maurice Deembank: Voz y guitarras respectivamente, junto a Nick Gilbert a la batería; Quienes iniciaron su andadura ese mismo año; aunque la historia de Felt fue sometida a diversos cambios de acompañamiento.
Lo que es evidente e inconfundible desde bien iniciada su carrera, es que la dupla entre Lawrence y Maurice fueron los que orquestaron el sonido inconfundible de la banda: Por un lado la voz narrativa con el tono característico de Lawrence, y la armonía musical que eran capaces de construir ambos. Dos tipos que encajaban como dos piezas acuñadas bajo la misma matriz, y que elevaban el concepto del Pop a algo mucho más profundo y subliminal. Basta con arrancar “Crumwling the Aseptic beauty/1982” y soltar la instrumental que abre el disco, “Evergreen Dazed”. Para certificar que ellos y Cocteau Twins vivían en un inframundo al margen del PostPunk; de echo e inevitablemente acabarían cruzando sus caminos en “Ignite the Seven Cannons” (producido por Robin Guthrie).

Sus dos primeros trabajos de un conjunto de cuatro, que publicarían en el pequeño y delicatessen sello Cherry Red Records. Y en ese breve periodo, donde los dos artistas trabajarían codo a codo elaborando los consistentes cimientos de la banda. Su sonido vagaría por paisajes yermos y primitivos, aunque de los más bellos de toda su carrera: Pasajes que los remitían al barroquismo luminoso de Vini Reilly, a Television, o incluso a las atmósferas ornamentales y espirituales de The Doors; aunque su verdadero sonido acabaría abrazando un Pop tan extraño, como versátil en esa forma delicada y ornamental de acariciar la guitarra de Maurice Deembank.
De los pocos que han hecho de su estilo inconfundible, una identidad tan indestructible como inimitable. Y que solo estaba al alcance de coetáneos como Johnny Marr, Will Sergeant, o el mismo Vini Reilly.

No es mi intención repasar meticulosamente la trayectoria de FELT, ni diseccionar la hermosura de cada uno de sus discos: Ni la de su primera etapa hasta el abandono de Maurice; donde la austeridad de medios con la que trabajaban, enaltecía el echo de que sus discos sonaran con esa bella claroscuridad. Ni la aparición de Lawrence como un verdadero genio caprichoso en solitario, del que manaron unas actitudes únicas e inverosímiles al mando de Felt.
Serían injusto entrar a valorar ambas etapas: La de Cherry Red hasta 1985, y la de Creation que vio el final de sus días. Puesto que en esa evolución desde la inspiradora influencia de Lou Reed hasta su devoción Dylaniana, o ese desenterrar a mitos como Vic Godard; nos regalaría a otros Felt a los que explorar con insistencia, sin dejar de sorprendernos por su inherente complejidad. El trotar de unas guitarras tan y tan Pop sobre los fantásticos toboganes que desplegaba Martin Duffy con su organo, y el abrir las ventanas para dejar entrar toda la luz. Un hecho que se ilustra a la perfección en “Ignite the seven cannons/1985”. El disco donde se unen Lawrence, Maurice, y Duffy. Quienes rubricaron con una triada perfecta el Pop rocoso y musculoso, lleno de recovecos donde buscar y descubrir la infinidad de matices a las que se podía echar mano; al pasado, al futuro, al presente...



Coincidiendo con este echo inusitado decidí volver a desempolvar sus últimos trabajos, los más abandonados a los designios del imparable avance del tiempo. Un echo que prevalece sobre cualquier intento de detenerlo, y que solo nos da la oportunidad en contados momentos de repescarlo y da gracias: Arrancar el gira discos y volver reposar la aguja sobre los surcos, como si el brazo ejecutor intentase arañarnos el corazón con el crepitar del vinilo y sus giros en loop infinito. Suena “Riding on the Equador”, y el mundo podría acabarse a nuestras espaldas sin apenas inmutarnos. Un disco reflexivo “Poem of the River/1987”, que vino a poner voz al instrumental “Let the Snakes Crinkle their Heads to Death/1986” y a dar un reverso de introspección al primer disco que Lawrence grabaría sin M. Deembank. El popular “Forever Breathes the Lonely World/1986”; dicen algunos que el mejor de su carrera.


En cualquier caso, yo me quedo con la magia incombustible que derrama toda su discografía con el paso de los años. Con esa perspectiva más amplia que nos da la edad, y que nos hace capaces de vislumbrar en el ocaso del olvido, toda la maestría de un genio caprichoso, maniático, y hasta cierto punto narcisista como fue Lawrence.
FELT IN CREATION

Un tipo que fue capaz de construir un universo hermético y tan evocador a la vez. Una inspiración voraz que engulló sin saber bien porqué a otros dos monstruos como Deembank y Duffy, de los que vale mucho la pena analizar en su forma de construir armonías. Y en la belleza de sus tres últimas joyas: “The Pictorial Jackson Review/1988” como uno de sus mayores logros musicales. El devaneo instrumental Jazzístico de “Train Above the City/1988”, o el punto final súbito con “Me and Monkey on the Moon/1989”. Ahí se encuentran de forma más evidente las huellas del Folk Americano, del Pop diamantino que esculpe ciento y miles de formas, y de la particular forma que tuvo esta poco valorada banda de recoger todo un legado musical inabarcable. Que ahora vuelvo a saborear como la miel joven que nunca acaba de cristalizarse y si lo hace, que sea para arrojar nuevos tonos lumínicos sobre su escondido pasado. Y que tiene como confidente uno de los pocos documentos gráficos que se recogieron de la banda.


El último concierto que dio la banda con sus tres músicos más determinantes sobre el mismo escenario. Y donde cuenta la leyenda que fue en este concierto sobre tierras Barcelonesas, donde Maurice Deembank tocó por última vez junto a Lawrence. Dicen los contadores que conoció a una chica, se enamoró perdidamente, y desapareció de la misma forma que lo descubrimos; súbitamente y sin dejar rastro.
En este pequeño concierto se puede saborear uno de sus momentos más álgidos y luminosos. Seis canciones que ilustran con gran acierto los bordados de guitarras que eran capaces de tejer ambos geniecillos. La orfebrería de su Pop trapecista con la que que conjugaban sin apenas esforzarse el terreno mejor abonado del Pop/Rock Americano, el barroquismo de Folk Británico, y un sonido inconfundible donde todo acababa difuminándose. Además tenemos el lujo de ver en su totalidad, uno de los pocos oasis televisivos donde se podía acampar por aquellos inhóspitos mediados de los 80. Y donde mejor queda plasmada la filosofía del hazlo tu mismo, de la imaginación, la creatividad. Y donde la cultura en la televisión pública era de todos, y no de las marcas comerciales.
Donde los que tuvimos la suerte de vivir en primera persona esa etapa maravillosa la seguimos añorando, enjugando nuestro pañuelo con las lágrimas del recuerdo . Y no nos avergonzamos de ello; al contrario. La añoranza aunque algunos no lo crean, es un signo inequívoco y saludable de nuestra razón de ser; sin remordimientos pero con memoria.

Programa íntegro de ESTOC DE POP
Concierto íntegro de Felt
 
Fuente Biográfica de Felt: http://feltadeclaration.tumblr.com/