En estos
precisos instantes debería estar ya escribiendo de una maldita vez
sobre la última Playlist de este año. Sin embargo , el placer de
posponer se ha convertido en un tentador hábito del que sacar
réditos en pro de la libertad de maniobra.
Así hoy ,
un día de esos en los que los tímidos rayos de sol no se atreven a
plantar cara a este definitivo frío invernal que te cala de fuera
hacia dentro: Me hallo acurrucado ante el ordenador intentando
balbucear , que es lo que fue de la segunda visita de nuestro
protagonista ANDREW BIRD. Una ocasión inmejorable para profundizar
en el discurso de este frágil Americano de Illinois.
Nos dimos
cita esta vez en los aledaños de la sala Apolo cuatro comensales que
compartimos tajada , pero que pocas son las veces las que hemos
hecho de un evento y posterior cerveza-debate; una verdadera mesa
redonda donde destapar todas nuestras diferencias , para confluir en
un único punto: Que maravillosa es la música , y cuantas son las
reflexiones que te llevan al primer punto.
Se
derramaron las cervezas tras el concierto , alargando la noche hasta
la 1:00 de la madrugada; algo que echaba tanto de menos , entendiendo
por el “echo de menos” el hablar con desenfreno de aquellas
cosas que te rondan la cabeza y que ¿para que las quiere uno , si no
para compartirlas? Y es que a estas alturas de la vida parece casi
incompatible disfrutar de un concierto o festival con atención y
dedicación , y comentar los diferentes puntos de vista si no es que
se pone de por medio unas mesas y unas cervecitas.
Saltaron a
la palestra cosas tan dispares como: El sexapil de Andrew , Mike
Oldfield , Bob Dylan , The Smiths , Maika Makowsky , Nick Cave , Neil
Young , Beach House , Cocteau Twins , Beirut y hasta aquellos
maravillosos carteles del BAM de antaño. Peligroso si se tiene en
cuenta las muchas historias de abuelo Cebolleta que me pueden venir a
la memoria , como aquel que cuenta batallitas de la época en la que
se rebobinaban los cassettes con el boli Bic.
Atticus , JhHulme & Wanessa , allí los cuatro atrincherados en aquel
preciso rincón socorrido donde se acomodan los que huyen del tumulto
de las primeras líneas de combate , con más perspectiva si cabe;
para eso creo yo que se diseñaron los anfiteatros de la Sala Apolo ,
para eso o para tener bien a mano la barra del bar.
En cualquier
caso y ya metiéndonos en faena , que la semana apremia. Para la
sorpresa de uno que como yo , acudió a la llamada de Andrew
empujado por mi reciente descubrimiento; a propósito de su último
disco en verdad “Break it Yourself/ Bella Union Records” , (no
contamos con “Hands of Glory” por ser un disco de versiones un
tanto particular). La mítica sala Apolo para las 8 y poco ya
acumulaba una concurrencia respetable , teniendo en cuenta que Andrew
Bird es un autor un tanto particular , que se halla en la difícil
tesitura de aquel que intenta poner paz en una bronca callejera: Folk , Pop , Barroquismo , Raíz , Swing , y si me apuran
algo de indietrónica , que se enzarzan a veces en una discusión sin
sentido. Pero el bueno de Andrew Bird se encarga no se sabe bien como
¿o sí? , de ponerlos de acuerdo.
Así lleva
más de 15 años. Desde aquellos inicios académicos y su posterior
periodo en prácticas con Squirrel Nut Zippers. Donde proyectó sus
inquietudes musicales como una especie de búsqueda de las conexiones
intangibles de la música de ráiz Americana y Europea. Hasta la
presente; Andrew ya parece cumplir su propósito en el mismo instante
en que rompe con la imagen de músico al uso: Nos lo podríamos
encontrar sentado en un viejo café de Lisboa , libro en mano , con
una humeante taza de café y con su cara de buena persona , pero no
sobre un escenario; o quizás más como un extraño personaje de
Doctor en Alaska.
Por suerte
los estereotipos y los tópicos que tan bien impregnan esta compleja
tarea de la crítica musical , no están si no para derrumbarlos. Y
que suerte ¿no? , Andrew Bird además de hacer honor a su apellido
como si de un ruiseñor se tratase; una vez sobre el escenario y
arropado por los magníficos compañeros de viaje que lo acompañan ,
rompe deliciosamente con todo aquello que hemos presentido en sus
discos.
Andrew Bird
es por así decirlo , una especie digna de ver en su hábitat
natural , el escenario , como si éste hiciera de bosque donde
estudiar la ornitología. Es allí donde se van al traste las
limitaciones o dudas que uno pueda tener al escuchar sus discos , y
donde demuestra su verdadera destreza a la hora de interpretar de
manera tan personal su repertorio. Jugando con el sampleado y
solapando capa tras capa: Violín , cuerdas , percusiones , guitarras
, xylófono , silbidos , voces... tejiendo en definitiva unas
sonoridades difíciles de apreciar en sus discos , y certificando su
particular forma de construir sus canciones con ese metrónomo que
parecen haberle instalado en su interior.
Llegados a
este punto en el que uno se queda absorto al ver como van creciendo y
mutando sus canciones sobre el escenario. El repertorio resulta hasta
cierto punto intrascendente , incluso la forma tan académica que en
ocasiones demanda una pizca de calidez o desenfado como único
inconveniente; puesto que Andrew nos ha acomodado tan plácidamente ,
que a uno solo le queda como única alternativa , dejarse llevar.
El preámbulo
del concierto , con él a solas sobre el escenario abriendo boca con
dos viejas miniaturas de sus anteriores trabajos: “Hole in the
Ocean floor” y “Why”. Dieron paso al resto de la banda , para
empezar a desgranar alunas de las canciones que seguramente
facilitaron la gran afluencia de público a la sala Apolo , teniendo
en cuenta el lastre del indignante 20% de Iva que han de soportar las
entradas de los espectáculos en nuestro país , ¡gracias Sr. Rajoy!
“Desperation
Breeds” y “Danse Caribe” , hasta que con “Effigy” se fue al
traste el sample de pié: Herramienta indispensable culpable en parte
de que Andrew multiplique por 5 su valioso violín sobre el
escenario. En realidad tampoco fue un verdadero inconveniente el
incidente en cuestión , como si aquello invitara a exigir al artista
su dote para adaptarse a las circunstancias.
Porque
cambiaron espontáneamente el formato más eléctrico para pasar a
uno acústico: Escobillas , contrabajo , violín y guitarra acústica.
Algo que hizo en varias ocasiones y que logró impregnar la sala con
ese aroma de Bluegrass y Folk callejero que tan bien conecta con el
público: “Orpheo looks back” , “Give it away” , “Railroad
Bill” , “If i need you” , o “When takes helicopter comes”
versionando a Handsome Family.
Fueron
llegando algunas de las más esperadas: “Eyeoneye” , “Three
white Horses” , “Imitosis” que tanto me recuerda a Sting ,
“Plasticies” o “Fiery Crash” al borde de la despedida. Con el
público totalmente entregado y abstraído de los inconvenientes
técnicos que fueron sorteando. De su facilidad de reinventar las
canciones o de improvisar los numerosos guiños al error; como un
detalle más que hace grande a la música en directo y al género del
Folk , siendo ellas el máximo exponente en la música callejera y de
raíz. Y sobretodo aglutinando en más de dos horas largas de
concierto , todo aquello que es Andrew Bird y que va mucho más allá
de lo que viene escribiendo la crítica sobre sus discos: En realidad
su música abarca aspectos muy distintos en su longeva carrera , que
dan para comprobar como el Folk , el Pop e incluso sus cimientos
apoyados en la música de cámara son capaces de cambiar un paisaje
en constante progresión , sin sonar estrictamente a ninguno de los
géneros con los que experimenta.
Atrayendo a
un público muy diverso y poniendo tierra de por medio entre el
pastiche “indie” y la música que por suerte no se encadena a
ningún tipo de tendencia. Y con la inestimable ayuda de su banda sin
la cual podría llevar a cabo su maravillosa puesta en escena: Martin
Dosh: Percusiones , samples y teclados , Jeremy Ilvisaker: guitarras
y coros , y Mike Lewis: bajo , contrabajo y voces.
WEB DEL AUTOR
HANDS IN GLORY VIA GROOVESHARK